Letras Públicas Número 2 - 2018

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N°2 Literatura Infantil

LETRAS PUBLICAS

NOVIEMBRE 2018 - AÑO 1 -–NÚMERO 2

NOVIEMBRE 2018 -–AÑO 1 - NÚMERO 2

Anahí Cifuentes - Claudia Fernandez - Nayeli Cifuentes Victoria Sanchez - Josefa Sanchez - Vicente Barrios Luis Lunes - Mónica Molina - Servando Clemens Flor Villanueva - Jesús Cortés - Manuel Sedamano Katherinne Retamal - Claudia Baralla Susana Gianfrancisco - Jota Jota Conus - Eva Ruiz

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N°2 Literatura Infantil

EDITORIAL El segundo número de nuestro fanzine hemos querido dedicarlo a la literatura infantil, cambiando los planes que proyectamos al momento de pensar en las convocatorias que haríamos. Pero, ¿por qué modificar lo que ya se tenía previsto? Lo hicimos buscando realizar algo no del todo común en convocatorias y que creemos tiene implicancias profundas y futuras. A esta literatura, dedicada a los niños y escrita generalmente por adultos, le hemos dado un matiz algo distinto ya que incluimos una sección de cuentos escrita solo por niños. Ellos, que tienen entre 5 y 13 años, nos han narrado sobre diversos temas, develándonos un mundo que podría parecernos simple, pero que finalmente termina siendo hermoso, un mundo de fantasía. Han dejado volar su imaginación y talento, incluso es más, algunos de ellos ilustraron sus propios cuentos, lo que hace que este número tenga un carácter muy especial no solo para nosotros, sino también para ellos como pequeños escritores, abriéndoles una puerta que a veces puede ser escasa, pero que nos alegra poder brindársela.

Nuestros escritores, tanto los adultos como los niños, son de diferentes partes de Latinoamérica, lo que da como resultado una diversidad en la narrativa y creación de mundos entregados en cada uno de los textos, por lo que se encontrarán con cuentos que hablan de temas tan variados, como el sueño de una niña por alcanzar una estrella, hasta las aventuras de un niño que encuentra un genio que vivía en una lámpara y que es capaz de cumplir sus deseos no sin algunos inconvenientes.

Esperamos que disfruten este número tanto como nosotros Equipo Letras Públicas.

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Indice Axolotlitos…………………………………………………….

Siesta de lunes………………………………………………...

Mundo congelado…………………………………………….

Oliver…………………………………………………………

Humano……………………………………………………….

Amanda tiene un sueño………………………………………

Una tercera persona…………………………………………..

Una hada que era feliz y sufrió………………………………

Las tres Marías………………………………………………..

Mi perro y el árbol de chocolate……………………………..

Víctor, el huemul……………………………………………..

Manglarlandia………………………………………………...

Aventura de un dinosaurio en un salar………………………

Isabella………………………………………………………...

Pulsa me gusta………………………………………………..

Llorente…………………………………….…………………

El mago de la bata blanca………….…………………………

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Equipo Letras Públicas Coordinación General Diseño y Diagramación Zacarías Zurita S. zzuritasepulveda@gmail.com Edición Silvia Alejandra Fernández silviaalejandra_mdq@hotmail.com

Comité editorial Sergio Barrios Ch. serbachi@hotmail.com Zacarías Zurita S. Silvia Alejandra Fernández.

Fanzine literario Letras Públicas es un proyecto autogestionado y no posee ingresos monetarios. Todos los cuentos son propiedad de sus respectivos autores.

Imágenes utilizadas: Pixabay.com, con excepción de las se indica el autor al pie de ellas.

Puedes seguirnos en nuestras redes sociales y enterarte de las próximas convocatorias.

fanzineletraspublicas@gmail.com

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Axolotlitos Luis Lunes – México

Los Axolotlitos son pequeños duendes de río que retozan en las aguas del canal de Xochimilco. Son hijos del mítico dios mexica Axolótl. En las mañanas de la navidad, se transforman en traviesos niños para alegrar con sus juegos y sonrisas las cansadas tardes de quienes atraviesan las veredas de la vida seca. En las noches buenas, se convierten en minúsculos renacuajos relucientes para chapotear a la luz de la luna llena. En algunas navidades, se oye que lloran porque un menor en la ciudad se ha perdido en el océano del abandono y el olvido. Otras veces, que ya son muy pocas, se escuchan cantar, porque algún otro ha logrado traspasar felizmente etapa de la infancia. Como todos los duendes que se precian de serlo, son escurridizos y sólo pueden ser vistos por aquellos que no han sucumbido ante las tinieblas del desencanto.

Sus ojos son grandes y muy negros, su piel de un bronce brillante y sus dientes tan blancos como el inmaculado nácar. Cuenta mi abuelita Cuca que, cuando el invierno es triste, estos Axolotlitos adquieren la forma de luciérnagas para surcar los aires densos de la noche y llegar hasta las ventanas de las casas donde moran quienes imploran una buena razón para seguir viviendo. Ella asegura que es muy fácil darse cuenta cuándo uno de estos duendecillos te ha visitado, pues verás, al amanecer, que las plantas marchitas de tu jardín han reverdecido y en la tierra encontrarás unas huellas plasmadas, [5]

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como de bebé. Otros más bromistas, dejarán gotas de rocío sobre tus mejillas y tú despertarás creyendo que son lágrimas porque recuperaste, al fin, la inexplicable fe de los sueños. ………………………………………………………………………………………………………..

Luis Lunes (Marco Luis Patiño).- Poeta tardío porque no encontró mejor remedio para sosegar el alma. De oficio reportero, irrenunciable vocación de vagabundo. Empezó dando lustre a zapatos de borrachos para hurgar en prostíbulos disfrazados de cantina. En Navojoa, Sonora, México, nació; “entre la brisa de un virgen mar cercano, los vientos helados de la serranía seca y el clamor indígena que se pierde en el desierto. Bailarín sin técnica, dibujante por hastío, actor amateur y escritor aún no sé porqué castigo. Obra desperdigada y perdida en el olvido de lo efímero”.

Correo: luislunes@gmail.com Facebook: https://www.facebook.com/marcoluisp

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Siesta de lunes Mónica Molina - Argentina

El lunes Felipe salió de la escuela con un poco de sueño y bastante hambre. Camino a su casa, se detuvo a recoger una lámpara que estaba tirada en el basural.

Decidió frotarla con la manga de su guardapolvo; lo hizo con fuerza y rapidez.

De pronto una gran nube blanca salió del adorno y Jirón, el genio, se desperezó y dijo: — ¿Quién osa despertarme? ¡Hace miles de años que estoy aquí tranquilo, durmiendo la siesta!

—Yo, Feli.

— ¿Con este día nublado se te ocurre frotar la lámpara? Bueno, ya que me hiciste salir, tenés derecho a pedir tres deseos. Solo tres.

Pensá bien.

— Mmmm deseo... ¡volar!

Jirón frotó sus manos, las estiró con fuerza hacia adelante y una lluvia de brillos cubrió el lugar. Dijo las palabras mágicas: ¡cataplím, cataplám, cataplúm!

Y una hermosa avioneta apareció ante sus ojos.

— Y ahora ¿Qué hago con esto?—dijo Feli, asombrado.

— ¡Volar!

—No sé manejar una avioneta. ¡Soy un niño!

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— Ese… no es mi problema.

Feli se golpeó la frente con su mano derecha y lo miró con un poco de bronca y mucho de desilusión.

— Te quedan 2 deseos...

Luego de pensar un rato, dijo: —Quisiera… ¡conocer el mar!

Jirón frotó sus manos, las estiró con fuerza hacia adelante y una lluvia de brillos cubrió el lugar. Dijo las palabras mágicas: ¡cataplím, cataplám, cataplúm!

Y en un abrir y cerrar de ojos Feli estaba en un barco pesquero en el medio del Mar Negro. Sus manos pequeñas sostenían una red llena de peces. Los otros marineros le gritaban que no la soltara. Feli ya no podía más, sus fuerzas lo abandonaban. Estaba empapado y muerto de frío cuando volvió a la realidad.

Enfurecido, le dijo al genio: — ¿Eso fue de verdad, genio loco? ¡Casi muero allí!

—Ese… no es mi problema. ¡Pide bien tus deseos! ¡Tú dijiste mar y yo te mandé al mar! Último deseo y sigo con mi siesta.

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El genio sabía que se olvidaba de decirle algo importante. Y era que el tercer deseo no se podía ni modificar ni deshacer, Felipe, reponiéndose del mareo anterior dijo: —Estoy cansado de que me carguen en la escuela por ser el más bajo de la fila; deseo ser grande y alto.

Jirón frotó sus manos, las estiró con fuerza hacia adelante y una lluvia de brillos cubrió el lugar. Dijo las palabras mágicas: ¡cataplím, cataplám, cataplúm!

Y lo convirtió en un hermoso edificio de 20 pisos.

Feliz de haber cumplido con su obligación, Jirón, se metió en su lámpara, y así, como si nada, siguió durmiendo la siesta. ………………………………………………………………………………………………………..

Mónica Molina Nació en San Martín (Buenos Aires) en invierno, en el mismo año que el hombre pisó la Luna por primera vez. Es Maestra de grado y Maestra Bibliotecaria. Le gusta mucho escribir cuentos porque “puedo volar con mi imaginación. Y lo más lindo de esto es que puedo compartir con los chicos las emociones que provocan las lecturas”.

Correo electrónico: mpmsarco@yahoo.com.ar

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Mundo congelado Servando Clemens - México

El muñeco de nieve fue a visitar el parque aledaño a su casa, se sentó en la banca de cemento de costumbre y observó el horizonte como si esperase que alguien bajara del cielo. Como era habitual, el anciano que vendía paletas de hielo llegó empujando su carrito y se acomodó junto a él.

—Buenos días ¿Qué haces aquí a estas horas? —preguntó el viejo.

—Buenos días —respondió el muñeco de nieve—. Vine a meditar y a disfrutar de la mañana.

— ¿Una paleta?

—No traigo dinero, todavía no me pagan.

—Va por cuenta de la casa —dijo el paletero.

—Gracias.

El muñeco comió la paleta y su cuerpo volvió a integrarse a su forma normal.

—Qué alivio —dijo el muñeco—, gracias.

— ¿Puedo preguntar algo?

—Sí, por supuesto.

— ¿Por qué te sientas en esta banca con el riesgo de morir derretido?

—Espero al ave del paraíso, tengo la esperanza de que en alguna mañana como esta me lleve a la gloria.

— ¿Quién es el ave del paraíso?

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—Es la encargada de llevarse a los muñecos de nieve al mundo congelado, para transformarlos en hombres de hielo. De esa manera seremos salvados de morir derretidos.

— ¿Es real?

—Claro, es cuestión de fe.

—Bueno, si tú lo dices.

El sol lanzó sus primeros rayos sobre el parquecito y el anciano dijo: —Vamos a un centro comercial y aprovechemos la refrigeración.

—De acuerdo.

Ambos caminaron hasta un supermercado y el viejo dejó encargado su carrito a un niño a cambio de una paleta. Los dos amigos se dirigieron al área de congelados.

— ¿Hoy no trabajarás en la fábrica de escarcha? —cuestionó el paletero.

—Pedí el día libre, no me sentía con ánimos.

El muñeco de nieve se colocó una bolsa de fresas congeladas en la cabeza. Las personas que pasaban se rieron y los trabajadores del establecimiento se molestaron.

—Es hora de irnos —dijo el muñeco de nieve.

—Pero el sol ya salió.

—Tengo que volver a casa para hacer más cubitos de hielo.

Antes de partir, el anciano compró tres bolsas de hielo y se las obsequió a su compañero para que las abrazara durante el camino.

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—Llegando a tu casa, baja toda la temperatura de la refrigeración — le dijo el viejo a su acompañante, mientras marchaban bajo la sombra de los árboles.

—No te preocupes, estaré bien.

Después muñeco —

de diez minutos de andar, arribaron a casa del de nieve. ¿Quién te contó lo del ave del paraíso? — preguntó el paletero.

—Me lo contó mamá.

—

Suena a una historia fantástica.

—Los grandes deseos se convierten en realidad.

—Tienes razón.

El anciano se marchó para continuar vendiendo sus paletas. Por su parte, el muñeco de nieve se fue a poner compresas de hielo en el cuerpo.

El día siguiente amaneció más caluroso que de costumbre ya que el verano se acercaba. El anciano llegó hasta donde se sentaba su amigo, pero se llevó una triste sorpresa al ver a su camarada derretido. En la banca sólo estaba un sombrero, un overol y unos zapatos. El viejo lloró dejando caer lágrimas en el charco que había dejado su amigo.

Sin nada por hacer, el anciano se retiró sollozando. Antes de cruzar la calle, regresó una última mirada a la banca y se maravilló al ver [12]

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descender un ave del paraíso en el hielo derretido. El pájaro multicolor bebió el agua que había quedado encharcada en la banca para después emprender el vuelo y perderse en el firmamento.

El viejo se retiró feliz al saber que su amigo se dirigía al mundo congelado y se llevaba una parte de él hacia el paraíso. ………………………………………………………………………………………………………..

Servando Clemens, (México-1981) Estudió la carrera de licenciatura en Administración. Ha publicado en las revistas: Palabrerías, bitácora de vuelos, el submarino, editorial Despertad, editorial ocaso, la náusea lit, el almacén, historias pulp, revista fragmento, blog de tertulia literaria, espejo humeante y la nébula.

Correo: servando_810209@outlook.com

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Oliver Flor Villanueva -México

Hace una semana conocí a un monstruo debajo de mi cama.

Buscaba un escondite para mi cuaderno de cosas que hacen los adultos y vi su gran ojo parpadeando.

Se llama Oliver y tiene tres dedos en cada mano. Él tampoco quiere ir a la escuela.

Cada tarde compartimos la bolsa de gomitas que guardo atrás del ropero.

Hablamos de lo aburrida que es la tarea.

Yo le ayudo a conseguir gente que merece ser espantada y él me ayuda a no tenerle miedo a la oscuridad.

Hoy mi mamá conoció a Oliver y dijo que era mi amigo imaginario.

Mañana conoceré a los papás de Oliver y también espero ser un amigo imaginario. ………………………………………………………………………………………………………..

Flor Villanueva nació en el año 1995 en la Ciudad de México. Le gusta mirar las nubes sin encontrarles forma, esperar la lluvia en los días soleados y usar tuiter como @FlorFatal [14]

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Humano Jesús Cortés -México

En días como estos, en lugares iguales a aquellos en los que vivimos, había un extenso y pacifico bosque, verdes eran sus árboles y soleados los días que en aquel lugar pasaban; pero aquel calor nunca era una molestia pues los pinos que allí había, eran una perfecta fuente de sombra para los pocos que allí vivían. Uno de esos habitantes era un cazador muy fuerte y varonil, lo que cualquiera llamaría un hombre de verdad. Este cazador tenía por casa una pequeña cabaña que habitaban él y su hijo de 6 años; ambos vivían de los recursos que el bosque les brindaba.

Un día el cazador encontró que las hojas de los árboles se estaban volviendo amarillas y comenzaban a caer, lo que era un símbolo del inicio del otoño y la próxima llegada del invierno. El cazador se dio cuenta entonces que tenía que comenzar a juntar provisiones si quería pasar el invierno sin complicaciones; tomó su equipo de caza y salió al bosque sin rumbo fijo.

Por horas estuvo buscando conejos o liebres que cazar, pero el bosque parecía más desierto que de costumbre y no había un solo animal en la zona. Ante la falta de presas, comenzó a mirar entre la vegetación para encontrar bellotas, miel o árboles frutales que le brindaran el alimento que estaba buscando; pero para su sorpresa las bellotas ya habían sido arrancadas, los panales de abejas estaban secos y las frutas ya habían sido tomadas de sus árboles.

— ¡Oh! ¿Quién pudo haberse llevado todos mis alimentos? No tengo animales para cazar, plantas que cosechar y el invierno pronto va a llegar— exclamó el cazador.

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—Bueno, si en lugar de hablar solo, hubieras venido al bosque antes algo más que arboles hubieras encontrado— dijo una voz desde un lugar cercano.

El cazador de inmediato se puso en posición defensiva, sin saber con certeza de quién se estaba defendiendo.

— ¿Quién anda ahí, espiándome en la oscuridad? Poco honor encuentro en tal actividad. — — ¿En la oscuridad?— dijo el extraño, acercándose al cazador. El sol aún no se pone, lo único oscuro aquí es mi negro pelaje.

Grande fue la sorpresa que se llevó el cazador cuando descubrió que su espía era en realidad un oso negro que había estado ocultándose detrás de algunos árboles.

— ¿Un animal parlante? ¿Cómo puede ser tal mutante? Tu no deberías de estar hablando, esto no es algo que se vea de vez en cuando.

—Y tú no deberías de estar rimando— replicó el oso. La mayoría de las rimas son forzadas. Pero si lo que quieres es comida, yo toda ya la he recolectado, ven a mi guarida y buscare algo que darte.

— ¡De ninguna manera! Lo extraño de tu habla por algo será, prefiero pasar el invierno hambriento a ser parte de tu innatural parlamento.

El cazador rápidamente se dio la vuelta y volvió a su cabaña, evitando voltear atrás, para poder así olvidar lo que había presenciado.

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Al día siguiente volvió a recorrer al bosque, teniendo precaución para no encontrarse con el oso parlante y, a pesar de que no veía rastros de él, siempre sentía que estaba siendo observado, aún cuando nunca pudo ver a su observante.

Los días pasaron y pasaron y el cazador no lograba encontrar ni animales ni plantas que él o su hijo pudieran comer; sus reservas se agotaban y el invierno poco a poco se acercaba.

Un día al salir para buscar comida, notó en el suelo que la nieve ya había comenzado a caer; el tiempo se había acabado. Entró de nuevo a su casa y empacó todo lo que pudo, tomó a su hijo y ambos fueron con rumbo a la ciudad; allí al menos algo de comida podría encontrar.

Sin embargo, mientras cruzaban el bosque, el cazador volvió a sentir miradas sobre él, pero esta vez eran más agresivas y pesadas que las veces anteriores. Aceleró su caminata y pronto comenzó a correr, pero su persecutor era más rápido. Una manada de lobos apareció frente a él, se dio vuelta, pero detrás había más lobos, todos mirándolo con ojos hambrientos. El cazador se subió al árbol más cercano que encontró, pero su joven hijo no tenía la altura para treparlo; el cazador se quedó paralizado sin saber qué hacer y el tiempo se le estaba acabando.

—Fuera de aquí, lobos egoístas— gritó el oso, saliendo de entre los árboles. Un lobo trató de atacarlo, pero el oso era más grande y fuerte, por lo que pudo evitar su agresión; el resto de la manada prefirió irse de allí. El niño se acercó poco a poco al oso, queriendo agradecer, pero el cazador rápidamente bajo del árbol y abrazó a su hijo.

—No reduzcas la distancia, esa cosa no es humana— dijo el cazador

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—Y, sin embargo, yo salvé al niño ¿en qué te convierte eso a ti, que lo dejaste atrás para salvarte de los lobos?— dijo el oso y, dándose vuelta, se fue de ahí.

Era ya muy tarde para ir a la ciudad, así que no tuvo más remedio que regresar a su cabaña, donde no quedaba nada de comida para cenar. Con el estómago vacío, el cazador reflexionó sobre lo que el oso le había dicho; él casi dejaba a su hijo atrás con los lobos y ahora estaba provocando que el niño no tuviera algo para comer. El cazador no veía otra forma de sobrevivir que aceptar la oferta del oso. No por él, sino por su hijo.

A la mañana siguiente ambos fueron al lugar donde había encontrado al oso por primera vez. Allí el oso los halló y se alegró al saber la decisión del cazador, guiándola los dos a su guarida.

Allí, el cazador se sorprendió al encontrar no solo comida, si no también todos los animales del bosque, desde las pequeñas ardillas a las liebres y conejos. El oso le explicó que desde el verano había construido una comunidad entre los animales para compartir los alimentos y protegerse mutuamente de los lobos; estos fueron los únicos que no habían querido compartir su comida.

El cazador vio la forma en que el oso cuidaba de los demás animales, cómo los guiaba y los coordinaba, siempre con gentileza.

El cazador se dio cuenta que el oso, era verdaderamente humano. ………………………………………………………………………………………………………..

Jesús Ariel Cortés Sarmiento, tiene 16 años y vive en Ixtaczoquitlán, México.

En su infancia disfrutó de numerosos productos literarios, los cuales dejó al llegar la adolescencia. Sin embargo, en el último año ha retomado su pasión por la lectura y he generado una nueva, la escritura.

Correo electrónico: jesus01cs@gmail.com Facebook: Ariel Cortes Instagram: arielcortes.wp [18]

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CUENTOS DE NINOS Historias de pequenos escritores

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Ilustración: Victoria Sánchez H. [20]

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Amanda tiene un sueno Victoria Sánchez H. – Chile.

Había una vez, una niña a la que le encantaban las estrellas. Su sueño era tener una. La niña se llamaba Amanda y las estrellas que más le gustaban eran las brillantes. Todas las noches Amanda miraba las estrellas antes de dormir.

Una noche le pidió a su estrella de los deseos, a la cual nombró Stela, que algún día pudiera tener una estrella en su casa; cerró sus ojos y de repente se transportó a una nave espacial y en un par de segundos llegó a un campo de estrellas.

Ahí buscó y buscó la estrella más brillante y caminando se encontró con una pequeña estrella brillante y que además cumplía deseos; Amanda se dio cuenta que ¡Era Stela!

Agarró un frasco que llevaba en su bolsillo y se llevó a Stela a su casa. Desde ese momento Stela se convirtió en su mejor amiga y Amanda fue muy feliz porque cumplió su sueño y se dio cuenta que si lo deseas con tu corazón, los sueños se pueden cumplir. ………………………………………………………………………………………………………..

Victoria Isabel Sánchez Hidalgo, tiene 11 años, cursa 6° Básico en el Colegio De la Inmaculada Concepción De Nuestra Señora de Lourdes en Valparaíso.

Es la mayor de dos hermanas. En sus tiempos libres disfruta haciendo gimnasia artística, leyendo, pintando mandalas y escuchando música. Le encanta mirar los atardeceres y fotografiarlos. Victoria es una niña soñadora y feliz. e-mail: andreahidalgobernal@gmail.com [21]

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Ilustración: Obed González. tn_obed@yahoo.com.mx

Una tercera persona Claudia Fernández A. - México

Y el ruido del viento acalló todos los sonidos…

Sin contar un segundo más, la distancia entre ellos se fue acortando tanto que sus labios chocaron. Los dulces y suaves labios de ella fueron apresados por unos salvajes dientes que con ansias esperaban aquel momento desde hace tiempo.

Una tercera persona que observaba todo desde lejos sintió las lágrimas acumularse en sus ojos, lágrimas traicioneras, que retiró con brusquedad poco a poco con el dorso de la mano. No pudo seguir observando aquello y se esfumó como un suspiro… ………………………………………………………………………………………………………..

Claudia Fernández Álvarez. Estudia el primero de secundaria en la Escuela secundaria particular 0347 Ignacio Zaragoza, en el Estado de México.

Correo electrónico: bibi12boni@gmail.com [22]

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Un hada que era feliz y sufrió Josefa Sánchez H. Chile

Había una vez en un bosque de hadas, un hada que era muy buena y muy feliz. Pasaron los años y sufrió y se hizo mala y cada vez se hizo más mala, pero se dio cuenta que Ilustración: Josefa Sánchez H. adentro de su corazón ella era buena y decidió cambiar de forma y nunca más cambió y fue feliz para siempre. ………………………………………………………………………………………………………..

Josefa Alejandra Sánchez Hidalgo, tiene 5 años, cursa Kinder en el Colegio De la Inmaculada Concepción De Nuestra Señora de Lourdes en Valparaíso.

Es la menor de dos hermanas. Josefa disfruta armando rompecabezas, jugando con sus juguetes, dibujando y pintando. Cuando grande quiere ser artista y vender muchos cuadros. También le gustan los animales y le encanta ir al colegio y jugar con sus compañeras. Josefa es una niña muy Feliz. e-mail: andreahidalgobernal@gmail.com

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Las Tres Marias Nayeli Cifuentes F. - Chile

Todas las noches voy afuera a mi patio y veo las estrellas. Me acuesto en el pasto y miro en especial a tres de ellas que siempre están juntitas. Mi papá, quien es ingeniero geólogo y geofísico, viaja por todo el mundo. Él me contó que estas estrellas se llaman las “Tres Marías”.

Cuando fuimos a visitar el Valle del Elqui, el me mostró cómo localizar la constelación de Orión y las tres Marías.

Ilustración: Nayeli Cifuentes F.

Me contó que tienen otros nombres: Mintaka, Altinak y Alnilam.

Pero como esos nombres son tan raros, nunca me los pude aprender y es más fácil que yo las nombrara así: María pu, María pupi y María pupi tú.

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Mi papá también me contó que son muy importantes y que incluso las pirámides de Egipto están alineadas y dispuestas de la misma forma que ellas. Pero lo más importante que él me contó, es que las Tres Marías son particulares ya que se pueden ver en todas partes del mundo. Me dijo que las tres estrellas les recuerdan a mi mamá, a mi hermana y a mí.

Ahora cuando salgo a ver las estrellas y no está mi papito con nosotras, me recuerdo que él también las está viendo… ………………………………………………………………………………………………………..

Nayeli Cifuentes Fajardo, escritora de 9 años, nació en Canadá, y presentemente vive en la ciudad de La Serena, Chile, país de origen de su madre. Ha ganado tres publicaciones de sus cuentos, la primera en el concurso internacional de la Dirección de Relaciones Exteriores en Canadá, con su cuento “En la Casa de Mi abuelita” y en el concurso del "FUCOA” con sus cuentos "Mi abuelita Sirena” y “El tesoro de la Piedra Colgada"

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Mi Perro y el arbol de Chocolate Anahi Cifuentes F. - Chile

Ilustración: Anahi Cifuentes F.

Mi nombre es… no me recuerdo y vivo en algún lugar con mi perro Azul. Sí, se llama así es porque es de ese color. Me pregunto porque no hay perros blancos, negros y cafés.

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Delante de mi casa hay un parque. En ese parque hay muchos árboles. Uno de ellos, es el árbol de chocolate. Es lo único que le gusta a mi perro azul, comer chocolate. A él le encanta acostarse debajo de ese árbol a esperar que caiga chocolate, pero nunca cae, ya que está muerto. No sé cómo no se da cuenta…

En este instante, lo veo desde mi ventana dirigiéndose hacia ese árbol, tiene que cruzar la calle que separa mi casa del parque.

“Mamá, Mamá, un auto pasó por encima de Azul, cuando estaba cruzando la calle. “Quédate acá, ya regreso” me dijo mi mamá.

Rápido fue a verlo y llamó a la veterinaria. Ella nos dijo que Chocolate se había ido al cielo...

Tenía tres nudos en la garganta… Lo enterramos debajo del árbol que tanto le gustaba.

Ya era tarde y me fui a dormir. No fue tarea fácil, me recordaba de Azul, cuando movía su colita, y se acostaba para que le hiciera cariño… Finalmente me dormí... Al día siguiente me vestí rápidamente y me fui al parque a reflexionar. Pensaba en Azul y lo felices que éramos…

Cuando de repente miré a una jauría de perros dirigirse hacia el árbol. ¡El árbol revivió! Grité de la emoción. Los perros sacudían el árbol con sus colas y ¡Qué! ¡Caían chocolates!

Pensé, “Si yo fuese un perro, no comería de ese chocolate”.

A veces, pienso que mi perro es ese árbol. Suena raro, pero tiene lógica… ………………………………………………………………………………………………………..

Anahi Cifuentes Fajardo, escritora de 11 años, nació en Canadá, y presentemente vive en la ciudad de La Serena, Chile, país de origen de su madre. Ha ganado una publicación en el "FUCOA” concurso "Historias de Nuestra Tierra” con su Poema “ Violeta Azul”, dedicado a Violeta Parra.

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Victor, el Huemul Vicente Barrios D. - Chile

Ilustración: Devil Katy

https://www.instagram.com/devilkaty_ilustraciones/

Esta historia ocurrió hace un tiempo atrás en la gran Cordillera de Los Andes.

Tres huemules de nombres Víctor, Taigue y Tougue, que se alimentaban de los frutos del Coigüe, de la Araucaria y de la Lenga, vivían felices en las laderas de los cerros sumergidos entre las Araucarias pero también su vida estaba teñida por grandes sobresaltos, ya que temían al gran puma de la montaña.

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Antes del anochecer, salían a pasear en busca de un lugar cómodo y seguro, como por ejemplo: debajo de los cipreses o de algún otro árbol que sirviera como refugio.

En una ocasión, mientras buscaban su alimento vieron a lo lejos a seres humanos, eran los temibles cazadores.

Tougue, que era el menor y más ruidoso de los tres hermanos, avisó inmediatamente a Víctor y a Taigue, que era el mayor, pero el entrechocar de las ramas y el crepitar de la hojarasca al ser pisoteada, alertó a los cazadores que fueron a investigar al lugar de donde provenía el ruido Así es como los cazadores encontraron las huellas de Tougue, que indicaban el camino del refugio de los tres y los cazadores dispararon al ver a Tougue que arrancaba, con tan buena suerte que el disparo que iba justo a sus pies delanteros no le acertó.

Mientras tanto se levantó una fuerte brisa desde la montaña. El Puelche. Era como si el Espíritu de la montaña hubiese despertado.

Los cazadores no pudieron avanzar por el camino repleto de arbustos y que parecían juntarse y enredarse más a medida que ellos avanzaban, tornando el sendero en un estrecho pasillo.

Uno de los cazadores lanzó un rastreador enfrente de uno de los arbustos para no perder la pista, mientras tanto los tres hermanos encontraron finalmente el refugio debajo de un desnivel.

El viento de la montaña trajo consigo negras nubes, que adelantaron la oscuridad de la noche que caía sobre la ladera del cerro, como queriendo ocultar a los ciervos de la vista de los humanos.

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Ya al amanecer los cazadores encontraron nuevamente las huellas de los huemules pero también las de un puma. El contento de los cazadores se convirtió en un naciente temor.

Se asustaron porque eran huellas frescas.

Al atardecer, los hermanos fueron a comer los frutos de Coigüe que encontraron a unos cincuenta metros más abajo. El follaje parecía abrirse ante el paso de los huemules, como queriendo facilitar su camino, y se cerraban tras cruzarlo ellos. Mientras tanto los cazadores debido a su nerviosismo y por lo apurados que estaban cayeron rodando por el desnivel donde se refugiaban los huemules; de este modo perdieron las escopetas que traían para la cacería. Una vez abajo se dieron cuenta que los huemules ya no se encontraban allí.

El ruido que hicieron fue de tal magnitud que alertaron al puma que rondaba por allí cerca, de tal manera que éste persiguió a los cazadores.

Este fue el gran susto por el que pasaron los cazadores. La montaña o más bien el Espíritu de la montaña se había confabulado con el viento y la vegetación para proteger a los tres ciervos.

A los cazadores nunca más se les ocurrió subir las laderas a cazar huemules. Había un gran puma que los protegía, o quizás era el espíritu de la montaña, encarnado en el puma. ………………………………………………………………………………………………………..

Autor: Vicente Germán Barrios Delgadillo.

Edad 13 años al 12 de Noviembre 2017

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MANGLARLANDIA Manuel Sedamano B. - Perú

En un maravilloso y fantástico bosque costero de Sudamérica bañado por las aguas del océano Pacífico, había un singular pueblo de animales llamado Manglarlandia. Allí todos vivían en armonía, compañerismo y respeto por su bello entorno natural.

La nutria Benito poseía una adorable sonrisa y era extremadamente sociable con todos sus vecinos, a quienes siempre alegraba con sus increíbles piruetas que realizaba tanto en el caudal del río, como en la orilla.

El cocodrilo Cenobio tomaba el sol de manera plácida después de cada merienda y solía recorrer el manglar a fin de mantener el orden.

Las tortugas Filomena y Donata bailaban, al ritmo del movimiento de las ramas de los manglares, su música favorita llamada “El son tropical”.

El osito manglero Dioclecio, quien en verdad era un mapache con unos graciosos anteojos que le otorgaban una apariencia de intelectual, solía dormir emitiendo unos estruendosos bostezos sobre una improvisada hamaca elaborada con hojas grandes de palmeras. Asimismo, se encontraban en este hábitat el cangrejo Sinforoso y su esposa doña Filomena quienes poseían unas extraordinarias memorias para recordar nombres, fechas y sucesos; además, eran asiduos lectores de literatura fantástica y poesía romántica, respectivamente.

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El manglar tenía un concejal, quien fungía como rey, llamado Pandulfo. Él era un venado anciano, sabio y prudente. Tenía la virtud, como casi todos los gobernantes que son elegidos por su inteligencia y experiencia, de resolver conflictos con justicia. Incluso era muy tolerante, pues ni se enojaba cuando su hijo, el pequeño Valentín, se rehusaba asistir a las clases de reforzamiento de matemáticas los fines de semana.

Sin embargo, hubo un día en que la tranquilidad del manglar se vio alterada. Apareció desde lejanas tierras un ser humano. Había llegado navegando a bordo de una ruidosa lancha. No solo cortaba las ramas y las raíces de los árboles, sino que también recolectaba toda clase de frutos y vegetales. Incluso, cazaba todo lo que podía encontrar a su paso ya sean cangrejos, peces, huevos, pequeños mamíferos y aves. Y, en el colmo de los males, contaminaba el manglar con desperdicios que causaban graves enfermedades entre los animales, como bolsas plásticas, envases de latas y restos de combustibles.

Los animales del manglar empezaron a padecer hambre y a enfermarse con frecuencia. Los cachorros ya no querían jugar ni correr como antes, debido a que no deseaban ser cazados ni enfermarse.

En una oportunidad, el pequeño Valentín tuvo que escabullirse entre la maleza del mangle para no ser presa del ser humano. Tal fue el susto que se llevó que, cuando fue rescatado por el osito manglero Dioclecio, el hijo pequeño de Pandulfo no podía rebramar; eso estaba muy mal porque a todos los animales adultos les fascinaban ver como sus crías se divertían.

Delgados y enjutos por la escasez de alimentos que cada día se acrecentaba, pálidos y demacrados porque no podían descansar cuando el ser humano merodeaba por el mangle, enfermos y fastidiados por la contaminación de su hábitat, todos los animales [33]

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padecían mucho; incluso, algunos de ellos pensaban emigrar a otros lugares.

Un día, el concejal Pandulfo convocó a todos los habitantes en medio del manglar. Se mostraba muy preocupado y caminaba de un lugar otro de manera constante. Sin embargo, trataba de mantener la calma mientras se acicalaba brevemente para dar inicio a la reunión.

—Estimados amigos— dijo de manera pausada pero temblorosa debido al hambre que padecía al igual que el resto de los habitantes del manglar. — Los he citado esta mañana para que entre todos encontremos una solución a esta terrible situación que estamos sufriendo.

— ¡Bravo! ¡Estupendo! ¡Genial!—gritaron los animales de manera eufórica —Es muy lamentable lo que estamos padeciendo. Es inconcebible que la paz y la armonía que imperaba en el mangle se vean afectado por alguien que no ha respetado nuestro entorno natural y que, además de diezmarnos, contamina nuestro hogar…

— ¡Incluso asustan a nuestras crías!— exclamó la tortuga Filomena, mientras su hermana Donata consolaba al pequeño Valentín.

El concejal Pandulfo miró tiernamente a su hijo y prosiguió: —Debemos defender nuestro hogar de manera inteligente sin que nadie se perjudique. La naturaleza es sabia y nos ha enseñado que a través del diálogo se puede lograr el bienestar para todos los habitantes de este maravilloso mangle.

— ¡Sabias palabras, mi amigo concejal!— profirió el cocodrilo Cenobio, quien era felicitado por la nutria Benito y los cangrejos don Sinforoso y doña Filomena.

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En ese momento, el osito manglero Dioclecio se adelantó y dijo: —Queridos amigos del manglar, considero que todos debemos trabajar en conjunto para salvar nuestro hábitat y devolverles a nuestras crías la posibilidad de que crezcan saludables y seguras.

Para ello, propongo que hagamos reflexionar al ser humano de que está dañando nuestro entorno. Pues, no solo nosotros dependemos de la naturaleza, sino que él también forma parte de ella y, si no la preserva, también padecerá hambre y enfermará.

— ¡Bravo! ¡Salvemos nuestro hogar! ¡Viva el manglar!— gritó la cangrejo, doña Filomena.

Al día siguiente, todos los habitantes del manglar se colocaron de manera ordenada y en fila a la entrada de su hogar esperando la llegada del ser humano. De pronto este apareció en su ruidosa lancha, pero detuvo su marcha al contemplar la actitud tan extraña de los animales. Apagó el motor y los miró detenidamente. Entonces, se percató que estaban famélicos y demacrados, incluso, algunos de ellos tenían manchas de petróleo y restos de plásticos sobre sus cuerpos. Fue en ese instante que comprendió que había estado atentando contra la armonía natural del mangle. Los miró de manera cabizbaja e hizo un gesto como pidiendo perdón. Se retiró con calma, reflexionando sobre lo que había ocurrido.

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Los animales celebraron su ecológica victoria y volvieron a ser felices como antes en su maravilloso hogar llamado Manglarlandia.

Se cuenta que después de este acontecimiento hay un hombre que navega en un bote cuidando sigilosamente que nadie atente contra el manglar. ………………………………………………………………………………………………………..

Manuel Alberto Sedamano Ballesteros, 42 años, peruano. Estudió Lenguaje y Literatura en la facultad de Educación en la UNMSM. Posee una maestría en Docencia y Gestión Educativa. Se ha dedicado a la docencia hace 21 años a nivel de secundaria, instituto y universidades. “El arte es para mí la mejor manera de poder conocerse y descubrir nuevos mundos fantásticos. Escribo poesías y cuentos”.

Correo electrónico: licenciadomanuelsedamano@gmail.com Facebook: Msb Msb

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AVENTURA DE UN DINOSAURIO EN UN SALAR Katherinne Retamal M. - Chile

La gente me mira y sigue de largo. Ni siquiera les interesa preguntar por mí. Todos mis amigos son distintos, muy diferentes, por eso creo que los visitantes se los llevan. Ellos son más grandes, más feroces, más conocidos… ¡quizá por eso las personas los prefieren a ellos!

Me encuentro en una feria enorme, llena de artículos novedosos; artesanías, comidas y vestimentas típicas de este país llamado Bolivia.

Por lo que he podido escuchar es un país muy grandioso, lleno de lugares muy bellos para ir a visitar. La gente local es muy amable y cada turista que nos visita hace que los días sean aún más interesantes. Son muchos; tantos, que parecen hormiguitas yendo de un lado a otro. Todo está lleno de colores, de esos que se ven en los arcoíris que a veces son pintados en el cielo, haciendo que cada rincón sea un lugar excepcional.

Llevo varios días aquí y, luego de estar feliz de poder ver el sol y disfrutar de la emoción que me da escuchar tantos lenguajes y de ver a todas estas personas, me siento triste, porque siento que nadie me quiere. Todos miran. Nadie observa. Nadie me ve; soy invisible.

Los otros dinosaurios se burlan de mí por ser pequeño, pero yo sigo con la esperanza de que pronto podré salir de aquí para acompañar a alguien a visitar el gran Salar de Uyuni. ¿Sabes dónde queda? Pues está ubicado al sur de Bolivia y, por lo que he podido escuchar, en él se reflejan el cielo, las nubes, las estrellas y la luna…

Estamos en verano, hace mucho calor, pero ha llovido y, por esto, [37]

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gente de todo el mundo viene a este país a disfrutar de este espectáculo natural. ¡Me encantaría verlo! ¿Y a ti?

Hoy es viernes y ya llevo más de dos semanas esperando.

Cuento los días, mientras los demás dinosaurios se van con los turistas. Yo simplemente les digo adiós con la esperanza de que alguien también quiera llevarme a vivir muchas aventuras.

Una mujer con una gran sonrisa en su rostro se acerca hasta el lugar donde estoy. Sus ojos brillan y observan atentos todo lo que sucede a su alrededor. Conversa animadamente con sus amigos, ríe con fuerza, con tanta fuerza que sus ojos se vuelven achinados y se ve muy graciosa. Veo que está muy feliz y su alegría me contagia.

Mira un rato a mis amigos, mas sin embargo, me elige a mí. ¡A mí!

Mi corazón está latiendo rápido y muy fuerte e inmediatamente me lleva con ella. Esperé ansioso este instante durante mucho tiempo y por fin se hace realidad. Y me doy cuenta, de repente, que olvido toda la tristeza, porque acaba de llegar el momento con el que tanto soñé. La pena no es para siempre y a veces sin darnos cuenta volvemos a sonreír, tengamos motivos o no. Eso me está pasando: sonrío de tal manera que cuando me toca decir adiós al resto de mis amigos, ellos también se sienten felices.

Rápidamente nos subimos a un automóvil en el que viajan personas que solo hablan inglés. Yo no entiendo nada, pero siento la emoción de todos.

Charlan sin parar y en sus miradas se refleja la ansiedad de llegar pronto a nuestro destino.

Mientras avanzamos quedo sorprendido por la belleza e inmensidad del lugar, al igual que todos a quienes acompaño. Podríamos perdernos sin la ayuda de nuestro guía. ¡Así de grande es este salar!

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Al bajar del auto todos comienzan a sacar muchas fotos graciosas y de pronto deciden invitarme a mí. Juegan a que yo soy un dinosaurio gigante que los aplasta o los devora. Aprovechamos el gran espacio y corremos y saltamos. Logro ver a mis amigos también, esos que partieron antes que yo, haciendo cosas similares a las que ahora experimento. Nos miramos desde lejos y nos saludamos muy contentos.

Seguimos jugando un buen rato, hasta que llega el atardecer.

Junto a la chica que me adoptó, nos quedamos quietos mirando atentos los colores del cielo que comienzan a reflejarse en el agua de lluvia acumulada en el salar. Diferentes tonos de rojo, de amarillo, naranja y azul nos sorprenden, dejándonos con la boca abierta. Es un espectáculo maravilloso que emociona a todos quienes están aquí. ¡Qué hermosa manera de empezar a vivir! Estoy muy seguro de que a ti también te encantaría estar aquí.

Anochece y debemos prepararnos para continuar la travesía.

Mi nueva amiga me dice en secreto que seré su compañero de viajes y de aventuras. ¡Promete recorrer el mundo junto a mí! Mañana iré con ella a Chile, su país natal y sé que pronto tendremos más historias divertidas, hermosas y hasta peligrosas que contarte. Así que espero ansioso el siguiente paseo que, por lo que me ha anticipado, será a Machu Picchu. ¿Te gustaría vivir esa aventura con nosotros? ………………………………………………………………………………………………………..

Katherinne Retamal Muñoz nació el 3 de junio de 1988 en Cauquenes, Chile.

Estudió Pedagogía en Castellano y Comunicación en la Universidad del BíoBío. Actualmente se desempeña como profesora en el Liceo Antonio Varas en su ciudad natal. Desde hace dos años dedica su tiempo libre a viajar, ya sea en Chile o en el extranjero. Utiliza la red social Instagram para publicar fotografías de los lugares que ha recorrido: @kathy_ysudinosaurio. Su correo electrónico es: katherinneretamal@gmail.com.

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ISABELLA Claudia Baralla - Argentina

El día que Isabella cumplió tres años, su mamá le compró una corona y un cetro de princesa para que los usara en su fiesta de cumpleaños.

La corona era plateada, llena de brillantes y una hermosa piedra azul en el centro. Estaba bordeada por una suave pluma amarilla, que tiempo después supieron que era de la cola de un pájaro mágico que vivía en el país de las hadas.

El bastón del cetro brillaba con rojos colores y en la punta tenía una gran esfera carmesí tornasolada, que producía innumerables arcoíris cuando el sol la iluminaba.

«Si no supiera que esta corona y este cetro los compré en una casa de cotillón diría que son joyas verdaderas», pensaba la mamá.

Además, la esfera del cetro hacía un suave tintineo cuando era movida hacia uno y otro lado.

Florencia estaba ansiosa por llegar a su casa para darle el regalo a su hija. Sabía que ella se pondría muy contenta porque le gustaba vestirse de princesa; lo único que le faltaba era el cetro y la corona.

Cuando llegó a su casa con la bolsa en la mano, Isabella antes de darle un beso le dijo: — ¿Qué me trajiste mamá?

—Es algo para tu cumple ¿adivina —Mmmm¡¡¡ chupetines!!!— dijo la pequeña.

—No, algo más grande— dijo la mamá.

—Emmm ¡¡¡una muñeca!!!

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qué

es?

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— No— dijo Florencia.

— ¡¡¡Un reloj!!!— dijo la nena, que ya se estaba estirando para agarrar el paquete.

Cuando logró alcanzarlo, rompió el papel que lo envolvía y sus ojos se iluminaron; sintió que era lo más hermoso que había visto jamás en su vida.

Le pidió a su mamá que le pusiera la corona, tomó el cetro con su mano izquierda y fue corriendo a su dormitorio para mirarse en el espejo. Y aunque no se había puesto su traje de princesa ella se veía vestida con un hermoso vestido de color rosa, con encajes y volados.

—Mirá mamá, vení rápido— Florencia corrió hacia el dormitorio de Isabella, mientras le preguntaba: ¿qué pasa nena, porque gritas así?

—Mirá mamá¡¡¡ mirá qué hermoso vestido tengo puesto!!!— Al entrar al dormitorio la mamá no podía creer lo que estaba viendo. La niña tenía puesto el más hermoso traje de princesa que había visto y reía sin parar. Florencia no entendía nada, Isabella creía en la magia, Florencia no sabía qué estaba pasando. — ¿Y ese traje Isabella?— preguntó la mamá.

—No sé mamá, se puso solo ¡¡¡soy una princesa!!! ¿Jugamos a las princesas?

—Pero mi amor, yo no tengo traje.

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—Yo te pongo uno —dijo la nena.

Y con la inocencia de quien sabe que la magia existe, tocó a su mamá en un hombro con el cetro y, de pronto, ella también tenía un hermoso traje. Era de color celeste con moños y brillantes de todos colores que, con la luz, al igual que el cetro de Isabella, producían infinidad de arcoíris; en la cabeza le colocó una brillante corona dorada con una hermosa piedra roja en el centro.

A Florencia se le caían las lágrimas.

— ¿Por qué lloras mamá?— preguntó Isabella.

—Porque estoy feliz.

— ¿Y por qué estás feliz?

— ¡¡¡Porque la magia existe mi amor!!!

Madre e hija se abrazaron, riendo a carcajadas, y pasaron la tarde jugando en un bosque encantado. ………………………………………………………………………………………………………..

Claudia Baralla, argentina, escribe cuentos cortos. Ha sido publicada en libros de antologías, revistas digitales y publicaciones barriales.

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Pulsa Me gusta Susana Gianfrancisco – Argentina

Era la segunda vez que visitaba el siglo XXI. La primera vez fue a causa de un error en la mezcla de la poción del tiempo, pues había leído mal las proporciones. Ahora era premeditado y sus intenciones eran muy claras.

En su primer paseo al futuro, quedó muy impresionada con la más maravillosa de las magias que descubrió. Eran máquinas que permitían comunicarse a la distancia, mirarse en una pantalla y hasta escuchar las voces. Pero lo más impactante había sido saber que, a través de ellas, se creaban las más increíbles fantasías, como si fueran parte de la vida real y, quien quisiera, podía participar de las mismas.

Esta vez, cinco años después, vino a crear su propio blog en Google. Luego volvería al siglo XV, el tiempo real donde vivía, ya que su poder era respetado y temido, lo que la convertía en una persona importante.

Como bruja que se precia de sus poderes, había usado el de la invisibilidad para asistir a cursos y aprender el uso de esas máquinas. «¿Celestiales o infernales?», se preguntaba.

Con una especial transfiguración corporal, que le quitó su aspecto característico de bruja, y la generación de dinero por alquimia, compró la mejor y más sofisticada computadora. Un pase de humores, le permitió tener acceso a la red y comenzó la ardua tarea.

Primero realizó un extenso recorrido virtual, googleando la palabra “bruja”, y lo que encontró fue insólito, por la cantidad [43]

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exorbitante de artículos y la errónea información que se brindaba.

Como no conocía la fórmula para corregir tantas y tan desatinadas expresiones, tendría que resignarse a semejante ignorancia ajena, sobre su naturaleza.

Se dedicó con ahínco a la construcción de su página virtual, poniendo solamente la información que consideraba atractiva para que la misma fuera popular y tuviera muchas visitas diarias. Resultaba difícil saber, en esta época, qué interesaba a la gente, pero luego de una larga investigación en distintos blogs, encontró el camino.

Finalmente, cuando todo estaba listo, dijo la última y necesaria invocación.

—Con este conjuro, por mis poderes te juro, quiero subir todo en el muro. ¡Sacralog, sacralog, que se cree mi blog! — Y, por pase de magia, apareció su maravillosa página virtual. Al fin, había cumplido su deseo, y ahora, podría volver al siglo XV. Pero, decidió quedarse un día más. Necesitaba ver si su decisión había sido acertada. Se quedó con la máquina prendida, contando visitas, leyendo comentarios, y actualizando a cada momento su información. Y pasó ese día, y otro, y otro, y muchos más. A pesar de su firme convicción de volver, no podía. Esta importante bruja, había sido hechizada por la red. ………………………………………………………………………………………………………..

Susana Gianfrancisco. De Tucumán, Argentina. Autora de Encajes, libro de poesías eróticas breves. Coautora de Antologías de cuentos y de un libro de Dramaturgia. Autora de obras de teatro. Primeros premios en Argentina y España, por cuentos breves. Segundo premio, Argentina, por microrrelato.

Seis menciones por microrrelatos, relatos y poesía, en Argentina y Costa Rica.

Email: sgianf@gmail.com - Facebook: Susana Gian y Susana Gianfrancisco (página de autor).

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LLORENTE Jota Jota Conus - Chile

Había una vez un niñito que se llamaba Llorente. Él era muy llorón.

Por todo derramaba sus copiosas lágrimas: cuando lo mandaban a comprar pan, cuando tenía que cepillarse los dientes, cuando tenía que andar en bicicleta y hasta cuando tenía que comerse el postre.

Ante esto, sus hermanos, sus primos, su tío, su abuelo, hasta su papá, hacían una ronda alrededor de él para cantarle: « ¡Es niñita, es niñita, es niñita!», porque creían que solo las mujercitas lloraban.

Un día, aburrido de ser molestado, se escapó de la casa y huyó al bosque. En este lugar, al caer la oscura noche con su silencio, Llorente escuchó el canto del búho, el ruido de sus pasos que hacían crujir la alfombra de hojas secas, al viento bailando con las ramas de los frondosos árboles y sintió miedo, mucho miedo… ¿Y adivinen qué? Empezó a llorar, llorar y llorar.

Mientras tanto en la aldea, la familia gritaba desesperadamente « ¡Llorente, Llorente, Llorente!». Pero el niño llorón no los escuchaba.

De pronto, la mamá vio un río que nunca antes había observado; ante tal fenómeno se arrodilló y saboreó sus aguas.

Al darse cuenta de que éstas eran saladas, y sin pensarlo dos veces, se tiró un piquero al lecho del cauce y comenzó a nadar contra la corriente con toda la fuerza del amor más grande de todos: el amor [45]

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de madre. La familia tampoco lo pensó dos veces y se lanzó tras ella.

Al llegar al final del arroyo, todos se percataron de que este se originaba en los ojos de Llorente. Entonces, llorando de alegría por haber encontrado a su ser querido, volvieron al hogar por el mismo río hecho de lágrimas, amor y miedo. Y hermanos, primos, tío, abuelo y papá prometieron nunca más volver a molestarlo. ………………………………………………………………………………………………………..

Jota Jota Conus, Jorge Jeria Conus (Puente Alto, Chile). Bachiller en Humanidades y Ciencias Sociales, Licenciado en Literatura y Profesor de Lenguaje y Comunicación. En el año 2008 decide recopilar, analizar e interpretar cuentos, poemas, crónicas, ensayos, leyendas, etc. sobre la Provincia Cordillera y a partir de estos, crear textos literarios que se desarrollan en Pirque, Puente Alto y Cajón del Maipo. Estas labores lo ha llevado a dirigir en la actualidad un taller en la primera de las comunas mencionadas y a publicar sus trabajos en el blog Literatura sobre la Provincia Cordillera.

Correo electrónico: jotajotaconus@gmail.com

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EL MAGO DE LA BATA BLANCA Eva Ruiz

El Mago de la Bata Blanca tiene una casa muy original.

Llena de aparatos raros con los que le gusta jugar.

Una balanza para pesar las risas que guardan los niños. Y un metro para medir su creatividad.

Además, unos auriculares para escuchar los cuentos con los que suelen soñar.

Y un palito de cristal que pita como un loco cuando debajo de tu brazo ya no quiere estar.

El Mago de la Bata Blanca tiene una libreta mágica donde apunta lo que adivina con su bolígrafo de relatar.

Y una cuchara de palo que pone en la boca para ver las palabras que se esconden al hablar.

No es que sea serio, sino que está muy concentrado para averiguar qué pócima debe recetar.

El Mago de la Bata Blanca tiene jarabes de sol para dejar de estornudar.

Y pastillas de diversión para que la garganta se ponga de nuevo a jugar.

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Además, gotas de copos de nieve, fresquitas, para que la fiebre vuelva a bajar.

Inyecciones de cosquillas si la cosa se pone mal. Pinchan algo y sorprenden un poquito, como las sorpresas de Cucutrás.

Cremas de besos para que la piel vuelva a sanar. Y tiritas de hadas protectoras para que nada en las heridas pueda rozar.

El Mago de la Bata Blanca se pone triste si te ve llorar.

Porque colecciona carcajadas que guarda en sus botecitos de cristal.

Para que te pongas bueno. Para poderte curar. ………………………………………………………………………………………………………..

Eva Ruiz es licenciada en periodismo, redactora de publicidad y escritora. Ha ganado múltiples premios literarios y publicado varias obras como : "El Manual de las Almas Errantes" y "Libertad y la teoría de los Colores" ambas en Editorial Edelvives. "Desmemorias de una Abuela Olvidadiza"." Un hada en el Armario" . "Bolarina". "Cuentacuentos Afónico busca lector". "En busca de la imaginación perdida. "Soñando Kobenvine " .Y además, más de 50 de poemas y microrrelatos en diferentes antologías.

Correo electrónico: evaruiz7@gmail.com

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La razón no me ha ensenado nada. Todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón.

León Tolstói.

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