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Las emociones que se viven en las fiestas

En honor al campesino y a la Virgen del Perpetuo Socorro se desarrollan cada año tradicionales ferias y fiestas en el municipio nortesantandereano.

Una ciudad, un municipio o un pueblo es indefinible con calificativos, si bien palabras que definan un sitio pueden ser: ubicación, nombre, temperatura, números de habitantes, gastronomía, turismo y se escapan pocas más; palabras que diría cualquier turista que visita alguna ciudad o pueblo preferiblemente colombiano. Pero se sabe que hay un “algo” en cada lugar, aparte de las características nombradas. Este algo hace que las personas lugareñas se sientan cómodas al vivir allí.

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No se define fácilmente ese “algo”, lo saben quiénes se sienten representados por el nombre del municipio, pero este, nos recuerda a nuestras raíces, a aquel lugar que siempre tenemos presente en nuestra mente, puede ser donde vive nuestra familia, ese pueblito que queremos porque sí, o porque nos trae buenos recuerdos. El lugar donde crecimos. Frente a este lugar ya poco nos interesa su temperatura, su comida… porque lo aceptamos tal y como es, ya que es parte nuestra.

Al llegar a Chitagá las personas parecen estar muy bien, con su frío que hace tiritar (señalan los viajeros que visitan el municipio), con un silencio que hace amigable el ambiente, con sus calles y paredes pintadas por algún artista local; siente amigable el pueblo. Las montañas verdes complementan la visión. Las personas permanecen en sus casas y lugares de trabajo dejando casi un solitario parque principal, que está muy bien preservado.

En Chitagá una cosa que resaltan sus habitantes son las conmemoraciones y definitivamente lo que “prende” un lugar son las fiestas; dicen los que saben que no hay mejores que las que se desarrollan en los pueblos. Al ser un lugar pequeño se forma un calor humano acogedor que es la competencia del frío y la niebla. Chitagá y sus fiestas brindan esta experiencia.

Para conocer más un lugar es de importancia hablar con alguien que sepa de las raíces del pueblo. Jorge Eliécer Villamizar, o quien pide que lo llamen Jorge, es un habitante de Chitagá muy conocido en el municipio, su casa está mayormente adornada con arte que él mismo recreó y así mismo sirve como un museo. Al conocer y al vivir allí toda su vida nos comenta que hubo un cambio significativo en torno al desarrollo de las fiestas cuando ocurrió la pandemia del COVID- 19.

Él recuerda unas épocas muy buenas y dice: “cerraban las cuatro esquinas del parque, y armaban las corridas de toros, buena música, voladores, trago, las personas eran efusivas y participativas. Los visitantes que llegaban a Chitagá desde diversos lugares del país a vivir las fiestas, eso era cosa buena”. Según El diario La Opinión antes la programación del virus, 700 turistas visitaban Chitagá cada fin de semana. Ahora después de la pandemia y acontecimientos políticos no han dejado un desarrollo próspero de celebración. No obstante, este 2023 se espera que se retome los turistas.

En conmemoraciones y fiestas se encuentra, en la parte religiosa el 16 de julio con las fiestas de la Virgen de Carmen, el 14 de septiembre la del señor de la Divina Confianza, y las fiestas patronales en conmemoración al campesino y a la Virgen del Perpetuo Socorro se desarrollan el 15 de agosto. Los transportadores, la alcaldía y la comunidad son los que se encargan de programar las actividades, así como más patrocinadores.

Chitaguenses nos comentan…

La parranda se la gozan los campesinos, visitantes y chitaguenses; se emborrachan, bailan y gozan, “para eso se hicieron las fiestas, aunque no es solo tomar porque si no en Chitagá seria fiesta cada día”- sonriendo dice Aura Mendivelso, que habla acerca de su experiencia en las fiestas y desde su local donde vende cerveza.

Aura nos cuenta que en su local la visita mucha gente a adquirir sus productos, ella ve gente nueva y se siente la vibra de fiesta. Dice que le encanta salir a bailar, tomar y disfrutar. Lo usual es que las fiestas duren unos cinco días o más; eventos, concursos, carrozas, orquestas, pólvora, tarima;” hasta las cuatro amaneciendo los borrachitos en las esquinas”, finaliza diciendo con la risotada contagiosa.

Los peregrinos disfrutan de los eventos culturales, deportivos, artísticos y religiosos que se desarrollan. Carmen, quien trabaja en un estadero, dice que le encanta el desfile de los caballitos de madera que hacen los niños, nos explica que: “los niños hacen sus caballos con palos de madera, salen y desfilan, son bonitos”.

Hipólito Daza, un ganadero, nos habla acerca de cómo él participaba en las fiestas cuando había toros. Él era de uno de los principales organizadores de las corralejas y la carne, pero ahora que ya no se suelen hacer estos espectáculos solo disfruta viendo lo que saca la gente a vender. Le gusta ver cómo se arman las casetas y todo lo que se vende en ellas: sombreros, dulces y de no faltar carne a la llanera, todo se desarrolla en el parque. “Bebimos, bailamos y gozamos”, finaliza diciendo entre una risa recordando su buena época.

Ganadería, agricultura, piscicultura, el durazno, la papa y el agua son representativos en el municipio, así mismo sirven como eje sostenible para los departamentos cercanos y como sustento diario de los habitantes de este hermoso lugar norte santandereano.

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