
3 minute read
La belleza oculta Una joya de la naturaleza
Texto y fotos por: Carlos Moreno y Kevin Hincapié
A 23 kilómetros del municipio de Chitagá se encuentra una maravilla de la naturaleza: la laguna de Comagüeta, la cual en el dialecto de los indígenas Chitareros (tribu local) significa, “belleza oculta”, y no es para menos ya que al encontrar la laguna, oculta entre una cerca natural de árboles con musgo y frailejones, añadiendo la fría brisa y la neblina devorando la punta de las montañas, el turista se sentirá como si estuviese encontrando el mismísimo Dorado, un tesoro escondido que lleva existiendo por más de 500 años.
Advertisement
La llegada al sitio es toda una odisea, al no estar tan señalizado, se requiere de gran atención a cuanta señal aparezca por el camino, hasta que finalmente, tras pasar por el corregimiento de Presidente, atravesando diversas canteras de piedras y minas de carbón, surge a los 40 minutos del casco urbano, entre las curvas de la vía Chitagá a Bogotá, un bello chalet, el ícono de la finca ecoturística de “El rincón de Comagüeta”, esta alberga no solamente la laguna, sino también una bella cascada entre las rocosas montañas, la cual parece sacada del planeta ficticio de Pandora, el que aparece en la película “Avatar”.
Al acercarse más y más a la laguna, los visitantes se encuentran con un rudimentario puente, hecho por las personas que administran la finca, varios turistas afirman que en este punto sufren de una visión quijotesca, lo que aparenta ser un oso o una bestia de páramo que se abalanza hacia la gente, resulta ser un cariñoso perro que acompaña a los caminantes en la laguna. Gracioso es que el canino tiene el mismo pelaje que un oso de anteojos.
Las culturas nativas del Páramo “del Almorzadero”, consideran la aparición de un animal como un buen augurio, señal que la Pachamama (así le denominaban los aborígenes a la madre tierra aproximadamente desde el 1000 a.C) les da la bienvenida a los caminantes, puede ser visto también como un guardián o guía de la naturaleza; con el canino mencionado no es la excepción, éste, desde los cinco años que lleva viviendo en la finca, acompaña a dar la vuelta a la laguna, juguetea con los patos que nadan en ella, revolotea entre los frailejones y manantiales, los cuales también usa para hidratarse.
Luz Marina, solo menciona su nombre, es la encargada de El rincón de Comagüeta, una amable señora que aparenta rondar los 50 años, pero su vitalidad y elocuencia a la hora de hablar de páramo la hacen parecer una persona de apenas 30 años. “Tristemente, mucha gente viene a visitar la laguna” expresa Luz Marina y curioso es para el visitante notar tristeza en un sitio comparable con el mismísimo Dorado, pero es necesario saber las dos caras de la moneda, pues aún en estos días, cuando ya la problemática del páramo se conoce a nivel nacional, muchos viajeros tienden a dejar basuras en los senderos y mostrar poco interés por el cuidado de estos biomas, dándonos a entender que el turismo irresponsable afecta negativamente a éste ecosistema. 14
La finca ecoturística eventualmente ofrece hospedaje: el chalet, una cabaña y un par de habitaciones en la casa principal dan cabida a 30 personas que deseen pasar una noche en la laguna. Añadido a esto, los alimentos que allí se cocinan desde la agua de panela hasta la trucha, son preparados de la manera más artesanal posible, cocinados con leña, haciendo uso de los animales que por el sitio pasean, tales como las gallinas, y así ha sido por los 14 años que lleva en funcionamiento el rincón de Comagüeta.
Entre otras cosas la laguna goza de una biodiversidad, principalmente en la fauna ya que se pueden presenciar avistamientos de animales como los patos paramunos, águilas, búhos, el venado de páramo, el colibrí, el oso de anteojos, el guartinajo, el cual es una especie de roedor similar a la zarigüeya, la chucha de agua que es otro roedor con un parecido a la marmota, y el pájaro carpintero. Todas estas especies allí residen desde hace más 2.000 años (información proporcionada por un artículo en el diario La Opinión publicado el 10/08/2021).
El rincón de Comagüeta, ubicado a 3440 metros sobre el nivel del mar, con una temperatura entre los 5° y -12° grados centígrados, asemejándose a lo que para los nórdicos era el paraíso, el Valhalla, es el sitio perfecto para que los turistas tengan una introspección respecto a nuestro pensar con el medio ambiente. Al ser alejado de las concurridas ciudades y los ruidosos pueblos, permite desconectarse totalmente de la rutina para dar cabida a la reconexión con la naturaleza para así darnos cuenta que el verdadero oro del páramo, es él mismo.

A manera de reflexión, es deber no solamente de las personas que administran estos sitios ecoturísticos, sino de cada individuo que visita o no estos lugares el velar por la preservación de la naturaleza, ya que el cuidado ambiental funciona como los engranajes de un reloj, empieza a girar uno y los demás también; desde nuestras casas con el cuidado del agua, el buen manejo de los residuos, apoyando campañas que incentivan el cuidado del medio ambiente, jornadas de siembra de árboles y diversas actividades funcionan. De nada sirve ir a visitar estos sitios, ser el ambientalista en la laguna, pero al llegar a casa despilfarramos los recursos naturales; estamos a tiempo para salvar nuestro hogar. Tal y como dice una frase anónima que aparece en el rincón de Comagüeta: “La naturaleza no es muda, la humanidad es sorda”.