A Texas Trip

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No sé muy bien en qué punto de mi más temprana adolescencia tuve constancia de que en la Texas de finales de los 70 y primeros 80 se estaba empezando a dar forma a una de las escenas musicales y contraculturales por debajo del subsuelo más bizarras, salvajes y libres de Norteamérica, y muy seguramente del Mundo entero. Texas es una región de EEUU normalmente reconocida por ser un hervidero de bichos raros. En todos los sentidos. Así que no es de extrañar que de aquí saliesen algunos de los grupos más originales y frikis del hardcore punk estadounidense. Todas esas bandas, MDC, Butthole Surfers, los Dicks, etc tienen un lugar muy especial en mi corazón, ya lo tenían años antes de incluso escuchar una sóla nota.

Cuando leía sobre las desventuras lisérgicas de los Butthole Surfers, me imaginaba a la familia de la Matanza de Texas en una furgoneta desvencijada girando por pueblos aislados del sur de EEUU, durmiendo en graneros y subsistiendo gracias a zarzaparrilla y los tejones atropellados que se encontraban en su camino. Recuerdo que la primera canción suya que escuché fue Creep In The Cellar, atraído por su descripción. Una especie de marcha fúnebre que se funde inexplicablemente, como por un caso de brujería, con un banjo completamente desquiciado, coronado por una letra absolutamente aterradora.

Después llegaron los vídeos en directo, grabados por lo general en pésimas condiciones, donde se veía al grupo explotar encima del escenario. Las dos baterías tocando de pie; la sangre, la mierda, las babas, el semen y el vómito. Realmente no es de extrañar que el genio Daniel Johnston quedase tan afectado con una experiencia así, sobre todo al combinarlo con drogas alucinógenas, una parte esencial de este sonido, la cara oculta y aterradora de la psicodelia más desfasada y demoníaca.

Tras este primer impacto llegaron muchos grupos más, y muchísimas historias más.

Así que aquí te quiero contar una parte de ellas y lo que estos grupos significan para mí a través de mis discos de cabecera. ¡Buen viaje!

PD: Tenía pensado hacer este fanzine desde que edité en diciembre del año pasado el Severa Esencia, el fanzine con menos repercusión de entre todos los que hice en mi vida, pero quizás el que más realizado me hizo sentir. Me había olvidado prácticamente de este A Texas Trip hasta el día del concierto de Atomizador, Remendar Es Antisocial y Refugio en Xixón, donde Jose y Joel me animaron a retomarlo a las 5AM en Cimavilla mientras sonaban de fondo los maravillosos Meat Puppets. ¡Este fanzine está dedicado a ellos, que fueron quienes más disfrutaron el Severa Esencia y me lo hicieron saber! Y por supuesto, a todos estos grupos y personas que tantos buenos ratos me (nos) han hecho pasar y tanto me han inspirado. ¡Viva la libertad creativa absoluta, muerte al dogma!

Si me quieres contactar para lo que sea: facetheliezine@gmail.com y @aladerivadiy en Instagram.

Octubre del 2022, Xixón Mateo

EEUU, más que un país, es prácticamente un continente en el que cohabitan muchas culturas, y un país con una historia “aceptada“ muy reciente y algo convulsa. Un país con infinidad de deudas históricas que saldar. Para hacer la comparación, Texas es prácticamente tan grande como el territorio español, y para un joven de 22 años en los feroces años 80 que nunca había salido de Austin, montarse en una furgoneta y recorrer su territorio podía pasar de sueño idílico de libertad a pesadilla en cuestión de segundos. Y ya no hablamos de visitar otros estados, donde todo eran nuevas experiencias y sorpresas por doquier, durmiendo cada noche en el suelo de nuevas personas completamente desconocidas con quienes habían contactado gracias a una red que por aquel entonces empezaba a mostrar toda su fuerza.

Abanderadas en la Convención Nacional Republicana (1984). El pit en un concierto de los Big Boys en protesta por la Convención Nacional Republicana (1984).

Pitchfork entrevistando a Pat Blashill, autor de estas fotografías: ¿Por qué decidió comenzar el libro con una serie de fotos, incluida esta, que muestran el carácter conservador de Texas?

Pat Blashill: Quería asegurarme de que la gente entendiera que el punk no surgió de la nada en Texas. Respondíamos a estas condiciones locales de policías racistas, el KKK, el conservadurismo de la América de Reagan y los locos cristianos renacidos. Muchos de los grupos no cantaban directamente sobre esto en sus canciones, pero la mayoría de nosotros estábamos muy cabreados por esto y realmente odiábamos el conformismo con el que crecimos, esta gente de Barbie y Ken que tiene tanto odio en sus corazones. Una de las razones por las que la música es tan salvaje y desquiciada es porque respondíamos a muchas de esas cosas opresivas.

En 1984, los republicanos celebraron su pequeña convención en Dallas. Yo era estudiante de fotoperiodismo y mi profesor me consiguió un trabajo para Associated Press. Así que me dediqué a filmar y hacer recados y a hacer fotos a escondidas dentro de la convención durante el día y luego a fotografiar las protestas de la misma por la noche. Una noche, los Beach Boys tocaron en una fiesta para todos los blancos republicanos dentro de la convención, y fuera fueron los Big Boys y los Dead Kennedys. Esta foto es de un espectáculo de protesta en este infame club de Dallas llamado Twilight Room. Los Big Boys eran las madres de la escena en cierto modo, porque animaban y apoyaban a todo el mundo y proyectaban unión. Lo curioso de esta toma es la forma en que estos jóvenes se mueven en círculo, como si hubieran visto una película estereotipada, antigua y racista sobre los nativos americanos. Parece que estuvieran haciendo una especie de danza de la lluvia o que estuvieran en una clase de parvulario. El hardcore punk estadounidense tenía la reputación de ser un grupo de hombres

blancos heterosexuales enfadados con sus madres, ¡y realmente era eso la mayor parte del tiempo! Así que hay esta combinación de ira masculina joven en una formación infantil. Pero tanto si eras un chico grande y fornido como una mujer pequeña y tatuada, si te caías en el mosh pit, la gente te recogía enseguida, a menos, claro, que fueras un skinhead nazi.

A partir de aquí, en esta introducción, mucha de la información está extraída del texto “White Rage: An Oral History of Texas Punk, 1979-1986” de Pat Blashill, fotógrafo y uno de los grandísimos documentadores salidos de este movimiento. En 2020 editó vía Bazillion Points una selección de sus fotografías relacionadas con el punk del Estado de la Estrella Solitaria. Yo no tengo el libro (aún), pero lo que pude ver por ahí es absolutamente apasionante. Todas las fotos que ilustran estas páginas son suyas, salvo aviso.

Charles Peterson, mítico fotógrafo relacionado con Sub Pop y responsable de

fotografiar buena parte del grunge de Seattle dijo: había algo raro en Texas y aquí, en el noroeste del Pacífico, no nos cansábamos de verlo. Mientras otros veían la escena de Seattle a través de mi fotografía, nosotros nos quedábamos embobados con las payasadas de Austin a través de los ojos de Pat. Admito que hay imágenes que me dan mucha envidia: el tío saltando del escenario a punto de caer al suelo; los punks embobados por un niño trajeado; y todas las encantadoras imágenes de los interiores de las habitaciones y sus habitantes. Pat no sólo nos sitúa en los clubes con las bandas, sino que, afortunadamente, no nos separa de la realidad de lo que ocurría a su alrededor en ese momento. Es una inmersión total, con detalles fascinantes tras detalles, y rostros sobre rostros más hermosos. El arte está ahí, sin duda, pero también la humanidad y la historia, con la dulce y brillante luz de Texas que lo envuelve todo.

Hablando de la edición del libro, Pat dijo: cuando mi mujer, que no es tejana ni punk rocker, vio bien estas fotos, murmuró: “White trash” (furia blanca). Fue característicamente perspicaz: con algunas excepciones notables,

el punk estadounidense, especialmente la cepa hardcore, ha sido mayoritariamente una cosa caucásica. Además, no importa lo que esté en juego -el humanismo, el idealismo político, la violencia o las drogas-, el punk siempre tiene que ver con la furia. Y todo es más grande en Texas. Pero el punk texano en los años 80 era queer, feminista y con más presencia de texanos-mexicanos que de tejanos blancos. Estábamos furiosos, pero ¿contra qué nos enfurecíamos? Para mí, la edad de oro del punk de Austin comenzó con la explosión más despierta de antirracismo jamás grabada, el primer single de los Dicks, “Hate the Police”. Al denunciar el racismo y los asesinatos policiales, nuestra banda más cabreada lo puso todo sobre la mesa: nuestro autodesprecio, nuestra complicidad y nuestra identidad como texanos.

Diana García, una fan, comentaba: ¡Me encantó “Hate the Police”! Me sentía totalmente identificada con todo eso. No miraba a las bandas y pensaba: “Oh, mira a esos blancos haciendo música”. Pensé: “Todos hablamos el mismo idioma, el idioma del punk”. Las letras, la rabia, la energía, el querer algo diferente. Había una razón para estar enfadado. Así que vi que la música unía a toda esta gente tan diversa, de diferentes clases y pueblos.

Teresa “Nervosa“ Taylor, una de las baterías de los increíbles Butthole Surfers: tenía mucho odio hacia mis padres. Ahora quiero a mis padres, pero era una adolescente muy rebelde. Así que cuando oí hablar por primera vez del punk, fui a [la tienda de discos de Austin] Inner Sanctum. Me convertí de la noche a la mañana. Pensé: “Por fin he encontrado una mierda con la que puedo identificarme”. Después de eso, tuve el sueño más vívido de mi vida. En el sueño, me veía bajando la aguja de un 45, y era la canción de MDC, “John Wayne Was a Nazi”. Y veía a un gigantesco y hermoso jefe indio de pie sobre nuestra piscina suburbana. Se cortó a sí mismo, y luego se zambulló en nuestra piscina. Toda el agua era de color rojo sangre. Cuando me desperté, pensé:

“Este es un país racista”. Guau.

Sammy Jacobo, otra fan: solía ir al Club Foot para ver shows de hardcore punk los domingos por la noche, alrededor de 1983. Porque necesitaba un descanso de los estudios y porque me aburría. Allí me hice amiga de Joseph González. Hablábamos en spanglish y sólo me juntaba con él en la puerta, porque nunca me gustó bailar con chicos. Parte de la música era estupenda. Otras eran horribles. Pero nunca me sentí amenazada por los punks de allí. Me sentí más amenazado caminando por las calles de Austin.

“Raul’s”, el primer local de punk de Austin, empezó siendo un club chicano de música texana. Joe “King” Carrasco fue la primera estrella de la new wave texana, y mezclaba riffs cursis de Farfisa con pop mexicano. Desde la influencia de los grabados del Día de los Muertos de Posada y la aparición de las velas de santería en las habitaciones punk, hasta el gran número de latinos y latinas en las bandas, la elaboración de carteles y el mosh pit, el carácter mexicano

de la comunidad era más pronunciado en Austin que en cualquier otra escena estadounidense, aparte de Los Ángeles.

Austin, capital de Texas, es la ciudad de donde salieron muchas de las grandes bandas de la época, en parte porque muchas bandas en gira pasaban por allí de camino a Los Ángeles o Nueva Orleans, y eso hizo que la ciudad prendiera fuego en un gran bullicio. A pesar de esta unidad interracial, no todo era color de rosa.

Pat comenta: poner luz sobre la raza en el punk de Austin es ver varias cosas. Aunque nos consideremos más liberales (es decir, no tan racistas como otros tejanos), Austin era una ciudad rígidamente segregada, y las caras en los conciertos de hardcore reflejaban esa realidad. Puede que los punks blancos recuerden pocos incidentes de discriminación manifiesta, pero el puñado de no-blancos que estuvieron allí cuentan historias diferentes.

Garinè Isassi, escritor y músico comentaba: pasear por la escena punk de Austin era una

Concierto de Flipper en el Liberty Lunch de Austin.

experiencia completamente blanca. No sólo no había negros, sino que tampoco había personas de Oriente Medio ni asiáticos. No pensábamos en ello porque no teníamos por qué hacerlo: no estábamos viviendo la experiencia negra o hispana. Como persona “no exactamente blanca” (soy armenioamericano) experimenté prejuicios y rarezas en la escena punk de Texas, porque me confundían con mexicano todo el tiempo.

Y para seguir con las opiniones diversas, volvemos a Diana García: no creo que la escena de Austin fuera sólo de chicos blancos enfadados. Yo estaba enfadada y no me considero blanca. Soy mexicoamericana. Tenía una cultura muy chicana. Salí con Minnie, y su madre es nicaragüense. Minnie era Latinx, Tara era negra. Así que dos de mis mejores amigos no eran blancos. Salía con Harry, que no era blanco. Todos teníamos problemas, todos nos rebelábamos contra algo. Yo vengo de San Antonio, del lado oeste. Fui a la escuela secundaria con chicos que vendían drogas, chicos que llevaban armas a la escuela. Pensé: “No quiero vivir en el barrio, quiero ir a la universidad y tener otras oportunidades”. Y eso fue lo que me trajo

a Austin. Cuando estaba en la universidad, estaba muy enfadada. Y cuando escuché por primera vez a Flipper y toda esta música punk rock, inconscientemente sentí que se trataba de la ira contra el sistema. Pero los punks de Austin no entendían cómo eran los barrios realmente duros. Eso también formó parte de mi rabia. Eso y el hecho de que estaba en clase en la UT y todos en mi clase eran blancos excepto yo. Los únicos hispanos que podía ver eran los conserjes. Siempre fui muy educada con los conserjes. Mi madre era conserje.

Cathy Criss, cantante de The Negros: Byron Scott, el cantante y guitarrista de Do Dat, me dijo que un club no le pagaba por una actuación; sólo aceptaban pagar a un miembro blanco de su banda. Me acostumbré a ser la única chica negra en los conciertos de punk, y casi nadie me molestaba. Pero mi banda, the Negros, se disolvió después de que unos skinheads racistas arrancaran algunos de nuestros carteles y escribieran “niggers” en otros. Recibí el mensaje de que debía limitarme a ser una fan y no buscarme problemas. De todos modos, no éramos muy buenos.

Diane “Muffy” McGee Hardin, una fan: el hecho de que podamos recordar a unos cuantos punks no blancos (como Harry, Byron, Alvin, Al, Cathy, Santiago, Roger) dice mucho sobre lo abrumadoramente blanca que era la escena. Y estaban los horribles skinheads racistas.

Carlos Lowry: en los años sesenta, Estados Unidos estaba saliendo de la segregación, y los setenta no fueron muy diferentes. Fui a la Universidad Southwestern, donde había 2000 estudiantes, de los cuales 19 eran negros. En Austin, los blancos tenían miedo de cruzar [al lado este de] la I-35. Creo que la escena punk de aquí fue un subproducto de esa segregación. Por otro lado, en Texas, los mexicanos siempre han estado aquí.

Chris López, músico: si vas a cualquier lugar al sur de Austin y Houston, encontrarás algunos de los mejores grupos de punk rock no blancos que han salido de Texas. El

racismo sistémico ha empujado a la gente no blanca con talento fuera de las grandes ciudades como Austin durante años, y sigue ocurriendo. En Austin, las bandas de chicos blancos siguen siendo las favoritas para tocar en los conciertos del fin de semana; la gente no blanca sólo puede tocar en las noches lentas. Y te aseguro que si no está bien ahora, no estaba bien por aquel entonces.

Los skinheads violentos, fuesen racistas o no, empezaron a ser un problema en los conciertos de punk de Austin en 1982. Algunos de los más desagradables y matones huían de las autoridades de otros estados; otros eran autóctonos. Tanto Roger Manríquez como su amigo Tommy Pipes eran de Vidor, pero no era una pequeña ciudad de Texas más: era una notoria comunidad del Ku Klux Klan cerca de la frontera con Luisiana.

Roger Manríquez: me fui de Vidor a Austin en 1982. Tuve una experiencia muy mala. Encontré a mi mejor primo muerto en el puente del río Neches. Fue después de haber ido al centro de Beaumont, y estábamos muy borrachos. Así que me dije: “Me voy de aquí”.

Roger, alias Elbo (abreviatura de El Borracho), personificaba las contradicciones y la naturaleza inexplicable del racismo en el punk de Texas. Era el destructor favorito de todos: divertido, infaliblemente borracho y siempre dispuesto a saltar al escenario y cantar con cualquier banda. Roger daba miedo, pero perdía tantas peleas como ganaba. A veces soltaba nociones de White Power. También era chicano. Un buen elemento.

Diana García: Roger se juntó con estos chicos blancos y le hicimos pasar un mal rato. Le dijimos: “Elbo, ¿por qué te juntas con ellos? Son todos supremacistas blancos””. Mientras tanto, él pensaba: “no crecí con mi cultura, no crecí con el idioma. De niño, me fijaba en el color de mi piel. Me despertaba y decía: “¿Qué coño soy? ¿Soy un blanco o qué? No, no lo soy”. Pero los skinheads lo aceptaron, lo que significa que no eran

realmente supremacistas blancos. Si no, ¿por qué serían amigos de Roger? Él es mexicano-americano.

Tarbox Kiersted, periodista: recuerdo que una noche estaba sentado fuera del café Les Amis con Mimi Vitetta, y Roger pasó por allí. Nos vio y se puso a charlar. Escuché su larga y bastante complicada explicación de que los hispanos son en realidad blancos, y que son, de hecho, la variedad más superior de blancos.

Roger: cuando era un skinhead en Austin, a decir verdad, siempre pensé que era blanco. Porque no crecí con toda esa otra mierda, la gente hablando en español o diciendo: “¡Eh, ese!”. No me veía de esa manera. Crecí rodeado de anglosajones. Recuerdo que me metí en muchas peleas. Creo que mucho de eso era algo interno. Realmente no me gustaba a mí mismo. Lo provocaba fuera de mi sistema. Mucho de ello tenía que ver con muchas drogas y alcohol. Eso lo alimentó.

Cathy Criss, de The Negros: Elbo era uno de los punks del skate que pensaba que estaba bien llevar símbolos nazis, aunque no sé si él fue uno de los que nos arrancaban los carteles.

Gary Miller, fan: una de las cosas que me gustaba de la música punk rock era que no importaba quién eras o de dónde venías mientras te gustara la música. Eso pasó hasta que los Hammerskins de Dallas aparecieron en Austin. Hasta que una media docena de ellos me golpearon en una escalera de incendios a tres manzanas de la calle Sexta. Ninguno de ellos quiso desafiarme individualmente. Me propuse enfrentarme a ellos cada vez que veía a un estúpido skinhead nazi en mi ciudad. Y no era sólo yo: muchos punks de Austin rechazaban rotundamente esa ideología racista. Me metí en muchas peleas. No me arrepiento.

Isaäc Valeton, otro fan: hubo un periodo en los ochenta en el que cierto skinhead me hizo la vida imposible. Me escupió en el Ritz cuando

vio mi camiseta de Nazi Punks Fuck Off. Nos hizo la vida difícil a mí y a mis amigos. Tenía un pelotón de skinheads de mierda; un grupo de ellos golpeó a mi hermano y le rompió los dedos. Me involucré tanto en el activismo antinazi mientras trabajaba en Aaron’s Rock and Roll que un skinhead entró con unos tipos del KKK y me sacó una foto. Me dijo: “Ahora el Klan sabe quién eres. Si vuelves a joder con nosotros, estás muerto”. Arruinaron un montón de shows, especialmente en el Liberty Lunch y el Ritz. Aparte de eso, ¡no hubo problemas con los racistas en Austin en esa época!.

Mikey T. Milligan Jr., skater local, tiene sus propias teorías: creo que mucha de esa mierda salía del sistema penitenciario de California.

La historia de Elbo, por fortuna, evolucionó (joder, cuántas líneas le hemos dedicado): corrí con algunos de los skins de San Francisco. Algunos de ellos pasaron por Austin. Pero llegaron a ser más como nazis. Se volvieron peores. Después de un tiempo, me lavaron el cerebro con esa mierda. Llegó el momento en que ni siquiera podía hablar con Byron y Alvin, todos mis amigos negros de la escena. Y pensé: “A la mierda esta mierda. Ni siquiera soy blanco. No quiero ser parte de esta mierda nunca más”. Se volvieron tan radicales... No me gustan las pandillas, ni las armas, ni toda esa mierda.

El punk, venga de la latitud que venga, siempre se caracterizó por tener a la rabia desatada como uno de sus principales motores. Algo que hizo tan especiales a los grupos texanos fue su manera de tratar y dirigir este tedio, esta rabia. En algunas de las otras bandas de Austin, la rabia mutó en indignación, en una inclinación por el choque y un humor tan negro que era verdaderamente cruel.

The Huns, una de las primeras bandas de punk de Austin rindieron homenaje en su buenísimo 7’’ Busy Kids a algo que al haber sucedido en su tierra para muchos texanos es absoluto tabú: el asesinato del presidente

Kennedy en Dallas en 1963. Y más allá de sus provocaciones políticas, los Dicks mismamente azuzaron a su público con tácticas escatológicas tomadas de la estrella de John Waters, Divine. Los fans de ambas bandas respondieron de la misma manera.

Teresa Taylor: yo era fan de los Huns. Me encanta su canción “Glad He’s Dead”. Quiero decir, amaba a John F. Kennedy, y a Jackie, y también a John John. Siempre reverencié a esa familia. Así que cuando los Huns cantaban “Me alegro de que esté muerto / ¡ayudé a Lee Oswald a dispararle en la cabeza!” me parecía un sacrilegio. Pero me encantaba el hecho de que nada estuviera a salvo. ¡Cómo decir tanto con tan pocas palabras! Luego los propios Butthole Surfers llevarían ese pensamiento hasta cotas inusitadas.

Clair LaVaye, una fan de los Huns nos cuenta otra simpática anécdota: me gustaba su total inmersión en la ironía, el cinismo y la maldad. Mi pareja, Sarita, y yo ganamos un concurso de radio después de que los Hunos dijeran que interpretarían una canción con el ganador del concurso. Cuando nos presentamos en Raul’s para la actuación, los

hunos se sorprendieron de que estuviéramos disfrazados. Los dos estábamos cubiertos de sangre falsa y vestidos como Carrie en el baile de graduación. Llevábamos una almohada de plumas y un enorme cuchillo. Esa noche, mientras Sarita se llevaba la almohada al pecho, gritó: “¡Pero mamá, sólo es una almohada sucia!”. Apuñalé la almohada. Ella gritó como Yoko Ono en llamas. Una explosión de plumas oscureció la vista. Fue una actuación que agradó al público.

A principios de 1978, los Sex Pistols hicieron tres paradas en Texas dentro del marco de la gira estadounidense que acabaría con su carrera, pero a pesar de ello no plantaron una semilla tan grande como si lo hicieron en otros lugares. Quizás uno de los sucesos que más hizo por el florecimiento del punk en Texas fue el primer concierto de The Huns en Austin en septiembre de 1978. Phil Tolstead, su cantante, “abusó verbalmente de un oficial de policía” que investigaba una queja de ruido en el Raul’s Club, lo que produjo una pequeña revuelta que se saldó con seis arrestos. El evento fue cubierto en Rolling Stone durante la siguiente semana y consolidó la reputación punk rock del estado.

The Huns

Un momento de consuelo entre jóvencísimos punks dentro de una casa en la calle 12 Este de Austin (1985).

Lynda Stuart y Rene Miller (1984).

Entre la aparición de Tolstead a escala nacional esposado en la Rolling Stone más el paso de los Pistols y otros incidentes repercutieron en la falta de salas para tocar, como era habitual en los primeros años del punk estadounidense. Debido a la notoriedad públicamente percibida del punk como violento y antisocial, los grupos se adaptaron rápidamente para tocar en sitios tan dispares como fiestas en casas, bares de música tejana, bares gays o almacenes.

Ronnie ‘U-Ron‘ Bond, cantante de Really Red, recordaba así los primeros días del hardcore en Texas: cuando no había clubes o bares «punk» para tocar, y no me refiero solo a Houston o Texas, lo que hicimos fue empezar de cero creando nuestra propia escena. Quiero decir, tenías que engañar a los bares que no tenían clientela para que te dejaran montar “un espectáculo de rock”. Luego pasarías la semana pegando carteles y contándolo a todos los que conocías. El concierto generalmente sería en una noche de mierda y al final, el bar te echaría o, al menos, diría “¡Nunca más!”. Luego irías al siguiente sitio de mierda y lo intentarías de nuevo. Así fue en todo el país. Esto es lo que DOA hizo en Vancouver, Avengers y Dead Kennedys en Frisco, Black Flag, Circle Jerks y X en LA, Big Boys y The Dicks en Austin, Meat Puppets y Hüsker Dü, y en todo el país. Si se quedabas sin bares, alquilabas salas de VFW, o cualquier almacén que pudiera usarse para un concierto único. Tocabas en cualquier lugar que te dejara. Fuimos expulsados y prohibidos en muchos lugares, al igual que otras bandas de todo el país. No era como es ahora, donde una banda de punk tiene un club listo y en espera en cada ciudad. Oh no. No había promotoras de punk para encontrar lugares para tocar. Tenías que convencer a la gente para que te dejara tocar un concierto. Tenías que torcer los brazos y engañar a la gente. Tenías que hacerlo tú mismo.

King Koffe, de los Butthole Surfers, dijo esto en el famoso libro retrospectivo American Hardcore: las bandas de punk de Texas, por

cualquier razón, tienden a ser más teatrales que las bandas del resto de la nación. Hay una sensación de aislamiento: los texanos sentimos que somos nuestra propia nación. Estábamos más influenciados por nuestros pares directos. Las bandas, especialmente en directo, se influyen mucho entre sí, tal vez una razón para este precedente de bandas raras de Texas fueron The Dicks y Big Boys, las dos grandes bandas de Austin, siempre tocaban juntos, ambas extremadamente teatrales con disfraces y cantantes como drags en cada actuación. Eran jodidamente geniales. Creo que Gary Floyd es el mejor cantante de blues que Texas ha producido desde Janis Joplin.

Y sigue: ser un punk en un estado opresivamente bautista del sur fue un poco demasiado. La gente en una ciudad universitaria liberal como Austin lo hizo más fácil, pero caminar por la calle con un mohawk en For Worth era ponerse en la diana, tan solo usar una camiseta de Dead Kennedys en público era suficiente para ser golpeado. Pero, de nuevo, aquí estaba yo con un mohawk en Dallas, Texas, en 1983, ¿qué esperaba? Por eso fui a Austin.

Spot, mítico productor de SST (el sello que encumbraría a principio y mediados d elos 80 a grupos antológicos como Black Flag, Hüsker Dü, Minutemen, Meat Puppets o Saccharine Trust) añadía que las bandas de Texas eran un poco más discretas y humildes. Mucho de esto es porque no había industria musical; en lo que a mí respecta, todavía no existe y tal vez así debería ser. Muchas de estas bandas estaban fuera del circuito porque no estaban en un lugar con una gran cultura mediática como L.A. o N.Y., o incluso San Francisco. En última instancia, creo que eso pudo ser para bien porque los medios de comunicación han destruido lo que existía.

Siguiendo testimonios de la época es curioso ver cómo prácticamente todos los grupos de los que vamos a hablar estaban formados en su totalidad por hombres cis, pero sin

embargo era una escena con gran peso de gente no-hombre, no-hetero y no-blanca.

Pat Blashill: las fotos cambiaron cuando empecé a fotografiar a la gente en sus casas y no sólo a los espectáculos. Ash (la chica de la foto de hace cinco páginas) vivía en una casa justo detrás de la funeraria con algunos de los chicos de Big Boys y su rama, Poison 13. Era tan feroz y dura que no quería cruzarme con ella ni decir nada malo; tiene una autoridad que te hace retroceder un poco. Pero me armé de valor y le pregunté si podía fotografiarla en su casa. En la foto, tiene un aspecto casi de Siouxsie Sioux. Es un poco oscura debido a las sombras, pero ella presentaba un gran sentido de sí misma y yo quería tratar de capturar eso. Cuando estaba terminando el libro, fui a Austin, y Ash estaba en la ciudad en ese momento, y nos reunimos. Me habló del acoso e incluso de las agresiones que sufrieron algunas mujeres de la escena, y pensé que esa perspectiva debía estar en el libro en forma de un ensayo que ella escribió.

Lynda y Rene eran unas adolescentes muy honradas a las que vi en un concierto cogidas del brazo, totalmente desinteresadas en otras cosas excepto en estar juntas. Les pregunté si podía fotografiarlas y acabé yendo a su casa. Tenían un aspecto más londinense de la vieja escuela, con el pelo en punta.

Algunas personas han dicho que la escena de Austin estaba muy centrada en las mujeres, y otras han dicho que las mujeres realmente dirigían la escena, aunque no necesariamente desde el escenario. Al recordar esta época, he llegado a la conclusión de que todo el mundo en la sala desempeñaba un papel, y cualquiera que hiciera algo realmente genial con estilo o persona estaba desempeñando un papel. Parte de lo que hacía que la escena fuera especial era que todo el mundo realizaba esta labor creativa.

Alrededor del 85, hubo otra oleada de jóvenes de verdad, en algunos casos como

fugitivos de 12 años, que pasaron por allí. A estas alturas de la escena, había unas cuantas casas de mala muerte en las que se reunían muchos chicos muy jóvenes. No tenía una relación estrecha con ninguna de las personas de esa casa, pero pensé que formaba parte de una historia más amplia, así que empecé a frecuentarla. Algunas de las personas que pasaban por esas casas eran cabezas rapadas o nazis, gente violenta y peligrosa. No eran espacios seguros, especialmente para las mujeres jóvenes. No era donde quería pasar mi tiempo.

Aquí tienes al chico del medio que está siendo consolado por alguien que, más tarde esa noche, agarró mi flash y lo iba a estrellar contra la pared porque no me conocía. Cuando volví a mirar estas fotos, me di cuenta de que son algunas de las más conmovedoras del libro, pero también las más perdidas.

¡Qué apasionante es indagar en todas estas historias! ¡Estoy como un niño en el día de Reyes con todos estos mundos infinitos que se me abren por delante, vivan los fanzines y el frikismo obsesivo!

AK-47 - The Badge Means You Suck (1980)

Empezamos fuerte, con un 7’’ bastante desconocido, pero con una gran carga detrás. Cuando lo conocí pensé por puro prejuicio que iba a ser el enésimo grupo de

hardcore clónico de los primeros ochenta, rollo “Violent Distortion Against Forced Accusations“ pero además de que la fecha de edición no me cuadraba demasiado, la portada da a entender algo diferente. Y no puede ser más alejado de la realidad. Es mucho más cercano a los Weirdos, a los Bags, que a cualquier otra cosa. Con apenas dos canciones repartidas en casi 9 minutos, The Badge Means You Suck y Kiss My Machine, este single es absolutamente antológico. Las cosas como se tienen que hacer. Sin embargo, Mikhailt. Kalashnivov’s AK-47 (tuvieron que usar este nombre por problemas de derechos), fueron recordados por el trasfondo de este lanzamiento, que les hizo estar en el punto de mira del Departamento de Policía de Houston, su ciudad.

En aquella época, el Departamento de Policía de Houston era famoso en todo el país por el elevado número de incidentes en los que se acusaba a los agentes de hacer un uso excesivo de la fuerza. Al menos 24 casos de civiles abatidos por la policía de Houston en circunstancias sospechosas fueron presentados ante grandes jurados en los tres años anteriores a la muerte en

1977 del veterano de Vietnam José Campos Torres, un mexicano-americano de 23 años que se ahogó después de que la policía le golpeara y le arrojara a un pantano. Torres ocupa un lugar destacado en la letra de The Badge..., junto con Milton Glover, que murió cuando los agentes dijeron que pensaban que la Biblia que tenía en la mano era un arma, y Carl Hampton, un joven Pantera Negra que recibió un disparo mortal durante un enfrentamiento.

Tim Kerr, de los Big Boys, contaba: la policía de Houston era realmente mala, incluso peor que la de Los Ángeles… La de Dallas no solía ser tan mala: los típicos policías de Texas. En Austin, no eran una amenaza. Para nosotros, el mayor problema eran los jodidos idiotas de la fraternidad y las chicas que gritaban y gritaban cosas desde los coches mientras nos arrojaban mierda por las ventanas. Sin embargo, a pesar de que la policía de Austin no era una especial amenaza, Big Boys, los Dicks o MDC también estuvieron bajo la lupa de la autoridad, como desvela en las páginas de American Hardcore: cuando Bad Brains nos visitaron en Austin, los vecinos llamaron a la policía un par de veces. Una vez, cuando vinieron los policías, me preguntaron

cuándo íbamos a tocar, así que se lo dije, fue entonces cuando me di cuenta de que estaban controlando esta mierda, tratando de asegurarse de que este movimiento juvenil no se convirtiera en algo grande. También recuerda que un amigo mío fue una vez a comisaría, cuando ellos abrieron el libro, vio fotografías y archivos sobre todos nosotros: Big Boys, Dicks, MDC. Es algo raro de contar porque empiezas a sonar realmente paranoico porque es una historia del estilo de las de Edgar Hoover (director del FBI).

Y siguiendo con la situación en Houston, prosigue: a principios de los años 80 fui a Houston unas cuantas veces y siempre vi noticias impactantes de policías asesinando o torturando a locales. Los hombres de la ley usaban armas que no se podían rastrear: disparaban a las minorías, luego lanzaban una pistola al lado del cuerpo para “probar” que las víctimas dispararon primero. Así que Houston tuvo la escena más violenta de Texas: los tíos eran productos de su entorno redneck.

U-Ron, de Really Red, recuerda: la policía siempre fue un dolor en el culo. Fui arrestado muchas veces por cosas estúpidas. Sólo hostigamiento policial y ese tipo de cosas. Fue peor para negros, latinos y gays. El gobierno federal estaba investigando al Departamento de Policía de Houston por todo tipo de usos cuestionables de la fuerza letal. Eran conocidos como los “policías asesinos” como resultado. Houston también era reconocida por ser la “capital de asesinatos de la nación” en este momento.

AK-47 empezaron a tocar juntos en un local de ensayo que había sido un edificio de almacenamiento para una escuela mortuoria local, compartiendo espacio con Really Red y The Plastic Idols.

Tras ver a Patti Smith en el Cullen Auditorium, Laverette, guitarrista y fundador dijo, sentí que me habían llamado para formar parte de una revolución y no podía negarme. Ya había pensado en un nombre tan provocador como

sus intenciones: el Kalashnikov AK-47 es el instrumento de los revolucionarios de todo el mundo. Pronto consiguió que su amigo Jim Crane (más tarde miembro fundador de Culturcide) tocara el bajo, encontró a un tipo llamado Sleepy que tocaba la batería en un descampado de Westheimer y convenció a un guitarrista con el que solía tocar en la Universidad Estatal de Luisiana, Stewart Cannon, para que se trasladara a Houston para formar parte de la banda. Su primer concierto fue en abril de 1979 en un concierto de Rock Against Racism celebrado en Paradise Island. Dentro de la “escena”, los miembros de AK-47 fueron tildados cariñosamente de hippies, porque se negaban a cortarse el pelo y hacían solos de guitarra con mucho blues en sus canciones.

En un momento dado, un chaval llamado Tim Fleck les enseñó una canción que había escrito, y le hicieron cantar. Y aquí empezaron las movidas, una historia apasionante que parece sacada de una novela de ficción.

Texas siempre contribuyó notablemente a la generación de himnos contra las fuerzas del orden, ya sean el I Fought the Law de Bobby Fuller Four, Ridin’ de Chamillionaire o Teaching You The Fear de Really Red y Hate The Police de los Dicks. Pero The Bagde es la única que fue escrita por un reportero de sucesos que había jugado al ajedrez con policías para pasar el rato mientras trabajaba en su ronda nocturna, y que convirtió su conocimiento profesional del Departamento en una crítica abierta, firme y valiente. La letra de la canción nombra a Torres, Hampton y Glover, de los que ya hablamos antes:

“Los hombres que mataron a Joe Torres nunca fueron a la cárcel. El francotirador que mató a Carl Hampton nunca pagó una fianza. Los asesinos de Milton Glover podrían detenerte esta noche, y si resulta que te disparan, bueno, supongo que tú empezaste la pelea”.

Esta manera de nombrar a las personas asesinadas a manos de la Policía me

recuerda a, por ejemplo, los homenajes a las víctimas del Paro Nacional en Colombia: la misma solemnidad y firmeza, las mismas ansias de reconocimiento y Justicia.

Fleck comenzó su carrera periodística en 1971 cubriendo la sección de crímenes para el Houston Chronicle. Más tarde trabajaría en la radio y pasaría a ser un reportero de política en el semanario alternativo Houston Press antes de volver al Chronicle para formar parte de su consejo editorial. Pero en 1979, cuando escribió la letra de “The Badge”, estaba subempleado, no formaba parte del personal de ningún sitio y vivía con sus compañeros de piso en Montrose. Desde el punto de vista político, sabía cuál era su posición, y era la de las víctimas del racismo y la brutalidad policial, al igual que sus futuros compañeros de banda. Era un problema para nosotros, una causa, y de ahí surgió la canción, de esa rabia. Era de verdad, dice. Y parecía que casi todos los tiroteos de la policía implicaban a afroamericanos.

Durante meses, la canción sólo causó sensación entre sus fieles seguidores. Entonces, según se dice, Leverette tomó

una decisión unilateral para conseguir más atención. Repartió flyers por toda la ciudad anunciando el single, y uno de ellos llamó la atención de la cadena de televisión local KHOU.

El canal emitió un segmento sobre la canción. Fue entonces cuando todo se puso en marcha, dijo Cannon.

Un viernes cualquiera de 1981, los periodistas reunidos en el despacho del jefe de policía de Houston, B.K. Johnson, estaban preparados para una comparecencia rutinaria ante la prensa. Pero ese día, en lugar de limitarse a aceptar preguntas, el jefe tenía algo de lo que quería hablar: “The Badge Means You Suck”, un single de un grupo punk de Houston llamado AK-47. Su título era una burla al eslogan del departamento “The Badge Means You Care” (La placa significa que te importa), y el tema, una serie de polémicos asesinatos de ciudadanos de Houston a manos de agentes de policía. La canción llevaba meses en el mercado, pero Johnson acababa de conocerla.

Burke Watson, amigo de Fleck y antiguo periodista, recuerda bien el momento. El jefe estaba lívido. De repente, Johnson sacó a relucir esta canción y, obviamente, se puso muy nervioso, dijo Watson. Al parecer, el jefe se quejó largamente de lo irrespetuosa que era la letra. No se dio cuenta de que el cantante principal estaba sentado allí mismo, en el despacho, a pocos metros de él.

Espoleada por la publicidad, la Asociación de Oficiales de Policía de Houston presentó una demanda millonaria por difamación contra la banda en abril de 1981. En la demanda se afirmaba que “The Badge” exponía a los agentes de Houston (tanto a los implicados en los casos citados como a la mayoría de los que no lo habían estado) al “odio público, el desprecio y el ridículo”. Los músicos son nombrados como acusados con los mismos seudónimos que indicaban en el insert del 7’’: Cannon, James Allstar, Neutron Stu, Raton Pi, Sleepy, Tim Phlegm y, por si acaso,

Mikhail Kalashnikov, el inventor del AK-47, a quien la banda había nombrado, un poco de risas, como su contacto en el apartado postal de la carátula del disco. Vaya jefes jajajaja. Para entonces, Fleck cubría la policía de Hawai para el servicio de radio Metro News, informando sobre el mismo departamento que destripaba horas después encima del escenario.

Nadie fue notificado en la demanda. El abogado de la HPOA dijo al Houston Post en 1981 que no había podido localizar a ninguno de los demandados. Hoy en día, Walker dice que no recuerda el caso, que se archivó oficialmente en 1985.

La identidad del letrado seguía siendo un secreto a voces dentro de la comunidad periodística de Houston. El HPD nunca pudo averiguar quiénes éramos, y todo el mundo en el periodismo lo sabía y nadie se lo dijo, dijo Fleck. Eso me gustó mucho. Una historia sobre una banda punk demandada por difamación de la policía era una cosa, y sólo merecía breves menciones en los periódicos locales. Pero amigo, una historia sobre un reportero de la policía nombrado en esa demanda por difamación habría sido algo muy diferente. Y sin embargo, nadie la escribió.

Aun así, la demanda causó más estrés del que Fleck y un par de miembros más del grupo querían y podían aguantar. Alarmados por los titulares del Houston Chronicle y el Post, en la siguiente reunión de la banda Fleck, Sleepy y Craine dijeron que querían abandonar.

Sin embargo, Cannon y Leverette se quedaron. Tras la marcha de Fleck, la esposa de Leverette, Penny Smith, se hizo cargo de la voz, y él dice que la banda alcanzó su punto álgido con ella como cantante. Siguieron dando conciertos hasta 1986, pero no volvieron a publicar ningún disco.

Se reunieron tres veces entre 2009 y 2019, y aunque no tengan el nivel de reconocimiento

de muchos otros colegas suyos, siempre tuvieron una base fiel de seguidores. Fleck no participó en ninguna de estas reuniones, ni volvió a escribir una canción ni se unió a otra banda. En 2019, AK-47 grabaron una nueva canción de protesta: Trumpelstiltskin, que se burla del ex presidente Trump a través del cuento de hadas de Rumpelstiltskin.

El grupo se preparaba para lanzar la canción cuando el asesinato en mayo de 2020 de George Floyd, residente de Houston desde hacía mucho tiempo, a manos de un agente de policía de Minneapolis, desencadenó las mayores y más potentes protestas contra la brutalidad policial en el país en años. En las redes sociales empezaron a aparecer enlaces a reproducciones de “The Badge” en YouTube, y se incluyó en listas de canciones sobre la brutalidad policial. La marca de merchandaising punk Dinner vendió camisetas piratas, cuyos beneficios se destinaron a una organización sin ánimo de lucro dedicada a la reforma policial.

Mientras el single ganaba en estatus de culto 40 años después de su publicación, la grabación seguía siendo una rareza. Y da gracias si una copia original te costaba menos 400 dólares. Cannon y Leverette estuvieron a punto de colgar la canción en Bandcamp en el verano de 2016, pero cambiaron de planes cuando cinco policías fueron asesinados a tiros en el centro de Dallas ese mes de julio. Las cosas cambiaron mucho en 2020, y la colgaron en Bandcamp al mismo tiempo que se publicó Trumpelstiltskin.

En reconocimiento a las protestas contra el tipo de brutalidades sistémicas que AK-47 denunció, el grupo está donando todos los ingresos de ambas canciones al Fondo de Defensa Legal de la NAACP. Ambos tienen problemas de salud que los han mantenido confinados en casa durante la pandemia y han mantenido en el aire la posibilidad de futuras grabaciones o conciertos de AK-47. Y sin embargo, todavía hay bastante material inédito de los años ochenta que podría ver la luz.

Aunque Leverette se siente sorprendido por la amplitud y profundidad de la protesta pública en 2020 frente a la de 1980, Cannon dice que hay una promesa de cambio que aún no se ha materializado del todo, gracias en parte a las instituciones como la que les demandó hace cuarenta años. Los sindicatos policiales están protegiendo a estos bastardos, y ya es hora de que eso se acabe, dice. Ya es hora de que eso se acabe.

de otra manera, el hardcore de Austin surgió reaccionando también a ello. Tim Kerr, de los Big Boys dijo: estábamos viviendo la resaca de todo ese viaje de “cosmic cowboy”. No quería ver otro maldito armadillo dibujado. No estábamos tratando con el ambiente hippie de Los Ángeles del que hablaban Black Flag; fue toda esa escena de Jerry Jeff Walker, Michael Murphy y Doug Sahm por la que Austin era conocida. Estábamos cansados de eso. Como Texas Punks, decíamos: “No, no todos llevamos sombreros de vaquero”:

Big Boys - Lullabies Help The Brain Grow (1983)

En una ocasión se afirmó la siguiente ecuación: Hardcore + pop + arte + funk + skate + ser bastante gay = Big Boys.

Se formaron en 1979, y se establecieron en Austin, de donde también eran los Dicks, como he debido repetir ya unas 50 veces a estas alturas. Con ellos mantuvieron una gran amistad que daría luz a conciertos juntos, splits y aventuras chaladas varias.

Austin, capital del estado y hogar de la Universidad de Texas, siempre ha sido el oasis liberal de la región, legendaria por su rica y diversa cultura musical. Antes del punk, de aquí salieron “cosmic cowboys” a la Asleep At The Wheel y Jerry Jeff Walker. Eran años en los que el icono local Willie Nelson patrocinaba la fiesta principal cada 4 de julio, Willie’s Picnic. Como no podía ser

Sus conciertos eran legendarios. Muchas veces se producían “guerras de comida“, mientras Biscuit, su cantante, rockeaba un tutú de bailarina rosa y unas botas de vaquero del mismo color. En una región tan sumamente conservadora y retrógrada, donde hacer algo que inoportunase lo más mínimo el orden social podía desencadenar en una pelea con cowboys o que te metiesen un tiro entre ceja y ceja, hacer esto era toda una provocación. Normalmente invitaban a cualquiera que estuviese en el público a subir y cantar con ellos, y solían acabar sus primeros conciertos gritando OK, todo el mundo, empezad vuestra propia banda. Este espíritu es el que me hizo enamorarme de los Minutemen jodeer. De hecho, en algún momento se dijo que el resultado de la ecuación Minutemen+Dead Kennedys+Diversión daría lugar a los Big Boys. Hay similitudes, pero al igual que estas dos gloriosas bandas, los Chicos Grandes eran únicos.

Fueron pioneros a la hora de introducir elementos de funk en el hardcore punk, inspirando a grupos archiconocidos como los Red Hot Chili Peppers. De hecho, estos telonearon a los Big Boys en una ocasión, lo que hizo que desde entonces fuesen llamados en algunos círculos “The Little Big Boys“. También introdujeron vientos, voces asombrosas y demás elementos poco vistos en el hardcore de por aquel entonces sin muchos miramientos, y con un estilo y una clase impepinables. Así, pasaban de un tema de funk crudísimo a otro de hardcore

acelerado, pasando por el blues y quién sabe qué cosas más.

Además fueron uno de los primeros grupos de punk en estar envueltos dentro de la escena skater, apareciendo varias veces en la revista de Thrasher y en los recopilatorios Thrasher’s Skate Rock. Zorlac Skateboards les produjo su propia tabla, dibujada por Pushead (¡calité!). Al igual que ocurría con los Dicks, la homosexualidad de su cantante era otro de los puntos distintivos del grupo. Recordemos la época y el lugar. En la Texas de los 80 (y ahora, aunque por fortuna en los últimos años ha habido muchos avances, más de lo mismo), declararte públicamente homosexual podía llegar a ser una declaración de muerte.

En el 82 la revista Flipside preguntó a Biscuit por este tema, a lo que respondió: no sé si quiero responder a eso o no, porque no importa si soy gay o no, soy un ser humano y mi orientación sexual no influye en mi estilo de vida. Me sale del corazón y quiero que la gente me mire y diga que soy un ser humano, no que me pregunten por el 5% de mi vida.

Relacionado con esto, está el famosísimo incidente entre los Bad Brains y los Big Boys. Bad Brains son un grupo de otra galaxia, pero nunca me cayeron nada simpáticos, en parte por historias como esta. La religión, la droga y el fanatismo les dejaron un poco tarumbas.

Dave Dictor de MDC explica que los Bad Brains enloquecieron en medio del espectáculo por la homosexualidad de Gary Floyd (Dicks) y Randy Biscuit y se negaron a cantar usando el mismo micrófono que ellos. Los Bad Brains parecían estar siempre rodeados de las personas más jóvenes de la escena y parecía que no se les podía criticar su mierda. Teníamos aproximadamente la misma edad que ellos y políticamente éramos un poco más sofisticados que las personas típicas de la escena de DC y NY.

Tim Kerr, en cuya casa se alojaron Bad Brains, explica su versión de los hechos en su página web: en todos los años, todos conocimos a Biscuit, y a pesar de que no era un santo, nunca actuó de manera inapropiada. Su sexualidad nunca estuvo en duda. Biscuit había adquirido para ellos,

de buena fe y por debajo del costo, algo que necesitaban (una bolsa de marihuana por valor de 40 dólares) y le dijeron que le pagarían al día siguiente. No es necesario decir que, después de lo que sucedió en el concierto, cuando todos volvimos a casa, las cosas fueron incómodas y estresantes para Beth y para mí. Aunque no estábamos de acuerdo con sus puntos de vista, queríamos ser respetuosos con sus creencias durante el resto de su estancia con nosotros. Lo más probable es que lo hubieran dejado así, pero a la mañana siguiente, mientras estaba en el trabajo y Beth se había quedado en casa, MDC vinieron y comenzó todo de nuevo.

Tras el incidente, cuando Bad Brains se fueron de casa del guitarrista de Big Boys le entregaron un sobre sellado para Biscuit. En teoría pensaban que podía incluir el dinero que le adeudaban por su gestión, sin embargo, en el sobre había una carta que, según la versión de Big Boys, concluía con un rotundo … que te quemes en el infierno; Bad Brains. Según algunas versiones, en la carta también se decía que todas las personas homosexuales son maricones con coágulos de sangre y deberían ser ejecutados.

El incidente se propagó a lo largo y ancho de la escena hardcore de Estados Unidos. Kerr reconoce que recibieron cartas de seguidores en las que se hacía hincapié en la homosexualidad en lugar de la forma irrespetuosa en que todos nos habían tratado.

La versión de Bad Brains explica que los miembros de la escena hardcore de Austin les intentaron provocar a través de la homosexualidad de algunos de sus miembros y que el cantante de Big Boys intentó “restregarse” con H.R.. E incluso llegaron a tildar de racistas las actitudes de la comunidad de Austin.

Esta movida inspiró la canción Brickwall de los Big Boys y Pay To Come Along de MDC. Esta última dice así: Black hardcore, hot and mad. Such good lyrics, it’s so sad.

Could have taken up a stand. Been the most important band.

Más o menos después de esta historia digna de la prensa amarilla, empezaron los conflictos internos dentro de la banda, lo que condujo a su abrupta separación y a que algunos de sus miembros no se hablasen nunca más.

Todo se desencadenó una noche de septiembre de 1984, donde toda esta locura, rabia y antirracismo estalló a la vez en medio de un mosh pit en el Liberty Lunch. Pero en lugar de los Dicks o los Offenders, en el escenario estaban una de las bandas más queridas de Austin. Junto a los Dicks y los Butthole Surfers, mi grupo favorito de Texas, uno de esos que idolatro. Irónicamente, los Big Boys fueron también el grupo punk más “negro” de Austin: y no sólo por sus versiones de Kool and the Gang. Los teloneros de esa noche fueron Samhain, el por aquel entonces nuevo grupo de Glenn Danzig, el genio detrás de los Misfits. El concierto empezó bien, pero entonces ocurrió algo entre el público. En palabras de Dotty Farrell, de Technicolor Yawns: este reclutador nazi había estado rondando por Austin durante meses, dando hierba y panfletos a algunos de los chicos más jóvenes. La mayoría de estos chicos eran idiotas, y ya estaban destruyendo la escena en ese momento.

Tim Kerr dijo: no estaba previsto que fuera nuestro último concierto. Había un montón de mierda dentro de la banda, y el último par de conciertos habían sido muy intensos. Biscuit y Chris, el bajista, no se llevaban bien, lo cual no tenía nada que ver con la música. Era simplemente la naturaleza humana. En ese concierto, Biscuit vio al tipo de pie en la multitud y lo señaló, y dijo a la multitud, “hey, ese tipo de ahí es un nazi, ese tipo es un problema, ahí está, jódanlo”. Y de pie junto a él estaba este chico sabelotodo que nos había arruinado tantos lugares. Y estaba sonriendo y haciendo Sieg Heil, lo que me molestó. Así que le dije algo así como: “sí, y ahí está Seth también, él es parte de esto”, o, “a por ellos”.

Entonces, boom, tocamos nuestra canción “No” y fue como lanzarle carne a un montón de perros. Todo el mundo estaba tratando de golpear a este tipo. Después, recuerdo estar sentado en el pasillo en el suelo y sentirme mal del estómago. Y Glenn [Danzig] me dijo: “¡Aww, esa mierda pasa todo el tiempo en Nueva Jersey!”.

John Slate, del fanzine Xiphoid Process: yo estaba muy atrás. El tipo nazi parecía Paul Bartel con boina, y tuvo suerte. Prefiero las resoluciones pacíficas, pero los racistas se merecen todo lo que se les viene encima.

Bill Anderson, roadie de los Big Boys: yo estaba en el escenario izquierdo. El nazi era sin duda un gilipollas, pero yo odio más que nada a las mafias. Tuve la sensación de que Jim Straightedge y yo éramos los únicos en toda la sala que vimos lo que estaba pasando e intentamos detenerlo. Un breve torbellino de locura violenta. Acompañé al nazi a la salida, parecía aturdido y contento de estar

vivo. No me habría importado que un tipo se acercara a él y empezara a hacer algo, pero fue un tumulto.

Steve Anderson, de Cry Babies: tuve la mala suerte de estar en la sala después del concierto, cuando el grupo se reunió para decidir su destino. Quedé destrozado. A lo que Paul Crow Willis, de Agony Column añade: era como si toda la escena estuviera empezando a implosionar. Los Big Boys siempre habían sido el pegamento. Las cosas fueron ciertamente diferentes después de eso.

Tim Kerr: fue realmente perturbador que pasara lo que pasó, y fue realmente perturbador que Biscuit no admitiera en absoluto que había dicho “que se joda”. Fue todo ese asunto de no querer asumir la responsabilidad. Esa fue la gota que colmó el vaso. Estoy muy orgulloso de todo lo que decían los grandes. Pero pensé: “Jesús, sólo quiero hacer algo y no tener que preocuparme

Los Big Boys en su último concierto, en el Liberty Lunch, en septiembre de 1984.

por asumir ningún tipo de responsabilidad”.

Así que cuando Mike Carroll y yo empezamos Poison 13, pensamos: “vamos a cantar sólo sobre coches rápidos, morir y gente en las tumbas, nada que nadie pueda seguir”. Gary Floyd, de los Dicks, sentencia: era muy triste... muy, muy triste. La historia se repite en unos y otros sitios.

¡Joder, cuánto cotilleo estoy contando! No sé, voy a ser escueto. Los Big Boys me flipan. Me los pongo y estoy en una nube. Me eleva al séptimo cielo enlazar Hollywood Swinging y su fiesta descontrolada, Sound

On Sound, una de las canciones más tristemente bellas que he escuchado, Which Way To Go (¡madre mía, qué himno, como si Hüsker Dü fueran de Texas!), su megahimno Fun, Fun, Fun y su inicio de rock de estadio y su estribillo icónico, la tensión de Nervous o Frat Cars, que desata en un estribillo para el recuerdo y parece prácticamente Sham 69.

Yo qué sé, ¡todo!

Sobre el sonido del grupo, Tim Kerr dijo: no suelo usar “acordes estándar“. Crecí escuchando y tocando movidas acústicas, y estaba muy dentro del folk bluesero antiguo, de Bert Jansch (¡uno de mis ídolos!) y esas movidas, así que tocaba con afinaciones que normalmente añadían un montón de acordes. Y esto siguió cuando me puse a tocar en

eléctrico. La gente suele chiflar cuando intenta saber qué estoy tocando, porque “disecciono“ los acordes, toco sólo partes de acordes haciendo un nuevo acorde. No sé muy bien cómo se podría transcribir eso.

Todos sus discos son muy pero que muy recomendables, pero este que puse aquí, Lullabies Help The Brain Grow, es una obra maestra que tengo muy dentro del corazoncito.

¡Ojito! Nos encontramos ante uno de los

Bobby Soxx - Learn To Hate In The 80’s (1981)

primerísimos espoleos de la carrera del malogrado Bobby Soxx, quien unos años más tarde sería la demencial cara al frente de los INCREÍBLES Stick Men With Raygun, uno de los grupos básicos para entender el punk más alucinado del sur de los EEUU.

Me encanta la portada de este 7’’, muy del estilo de los grupos que más de treinta años más tarde conformarían todo el rollo alrededor de Lumpy Records, inspiración total y fuente inagotable de grupos del punk más aterradoramente lunático <3. ¡Qué maravilla que existan cosas así en el mundo!

En la red apenas hay información sobre este 7’’ de dos canciones, y poca más hay sobre su grupo, The Teenage Queers. Actualmente hay una página de bandcamp dedicada a estos últimos, con grabaciones en directo, ensayos y demos que nos hacen una idea de cómo era el mundo de uno de los grupos más salvajes de su época. Con títulos como Swastikas for Christ, Nazi Cowboys on Welfare, No God o Fuck Power Pop te imaginarás por dónde tiraban, pero joder, ¡qué canciones! ¡qué sonido! Ojalá hubieran tenido una grabación en condiciones donde

explotar todo el potencial de su sonido. Fuck Power Pop es una canción JODIDAMENTE BRUTAL. Sólo tienen una grabación editada oficialmente, un directo en 1980 en el Raul’s de Austin, que suena asombroso. De hecho, las dos canciones de este single (una historia un poco truculenta y que no me quedó demasiado clara, están grabadas con una formación distinta a la original de The Teenage Queers) están bien (un post punk de la época algo no wave y noisero, fangoso pero aguerrido y con mala ostia para repartir. Vaya mierda las etiquetas, ¿no? Escúchalo y descubre por ti misme cómo suena. Lo puedes encontrar fácilmente para escuchar en la red, o bien pagar los más de 1100 pavos que pide por él algun infeliz), pero las que se quedaron relegadas a las cintas piratas de directos son infinitamente mejores.

Se dice que sus conciertos eran explosiones legendarias, divertidísimas e infames, desplegando una sarta de locuras que a veces costaría improvisar en el momento si no tienes una mente suficientemente retorcida, desde las más naif como quitarse los pantalones hasta las más brutas, como derramar ácido por el escenario. El primer recuerdo de Soxx de algunos miembros de The Teenage Queers es verle en el D.J.’s de Dallas (club donde prácticamente surgió el grupo y con el que más tarde quedaron desencantados al empezar a programar grupos New Wave cuando se dieron cuenta de qué rollos eran los que movían panoja) repartiendo el flyer que ves abajo a la izquierda, que él mismo se había encargado de producir colocando sus nalgas en una fotocopiadora (eso lo aprendí de Bart Simpson) y colocando su dedo índice estratégicamente (esto ya no).

Cuando lleguemos a Stick Men With Rayguns abordaremos un poco más en profundidad la carrera y la vida de Bobby Soxx, con sus numerosas sombras. No es para nada extraño que de cuando en cuando sea puesto a la altura de otros iconos nihilistas como Darby Crash o GG Allin, con la diferencia de que Soxx apenas trascendió más allá del subsuelo en la contracultura popular.

Butthole Surfers - Live PCPPEP (1984)

¡Buah! Unos pesos pesados. Para hacerles justicia habría que escribir un libro entero, literalmente, y al menos hoy no parece que se vaya a dar la ocasión. Así que daremos unas pinceladas, y te recomiendo encarecidamente bucear hasta el abismo en cualquier documento que hable sobre elles o leer el libro “Nuestro Grupo Podría Ser Tu Vida“, donde les dedican un capítulo, el mejor del libro, junto a unos cuantos grupos

más igual de troner. Está fácil de conseguir, a una mala te lo puedo prestar, pero seguró que será más satisfactorio robarlo de una gran superficie.

Los Butthole Surfers eran, seguramente, el grupo de ¿hardcore punk? más colgado y lisérgico como poco de Texas y como mucho de todos los EEUU. Conciertos en directo que parecían shows de un circo de los horrores, gente desnuda, sexo, mierda por todas partes, violencia, dos baterías tocando simultáneamente, maniquíes, máscaras, máquinas de humo, luces estroboscópicas, proyecciones, acrobacias, vómito, drogas... Y la lista sigue y sigue. Un concierto en el que la música acababa siendo lo de menos.

La historia de los surferos del ojete empezó a finales de los 70 en la Universidad de San Antonio, donde se conocieron Gibby Haynes y Paul Leary. Sus rarezas y sus extravagantes gustos musicales fue lo que les hizo ser amigos rápidamente. Ambos parecían dirigirse a vidas cotidianas, Haynes, siendo el capitán del equipo de baloncesto de Trinity, así como el “Contable del año” de la escuela, pronto se graduó en una respetada

posición en los puestos de contabilidad de Texas, mientras que Leary permaneció en la escuela estudiando.

En 1981 publicaron el fanzine Strange V.D., que incluía fotos de enfermedades anormales, junto con explicaciones ficticias acerca de estas con un humor irrespetuoso y desatado marca de la casa. Después de ser sorprendidos elaborando estas imágenes en el trabajo, Haynes dejó su empleo y se mudó al sur de California. Por su parte Leary, en ese momento apenado por su carrera, salió de la escuela para seguir a su amigo. Después de un breve periodo empleado en vender ropa hecha en casa, todo adornado con la imagen de Lee Harvey Oswald, la pareja regresó a San Antonio, y comenzaron la banda que eventualmente sería los Butthole Surfers.

Siempre pensé que éramos un grupo espantoso para ver en directo si habías tomado ácido. No se lo hubiera recomendado a nadie. Precisamente por el factor directo he escogido este disco, aunque tienen unos cuantos álbumes magistrales. Sin embargo, para ser un grupo con un trasfondo y una puesta en escena tan barroca, esta grabación hace bastante justicia a la inmensa chaladura que eran esta peña. Un grupo para el que la locura extrema no empezaba cuando se subían al escenario y acababa nada más dar la última nota, su vida era así. Literalmente, en sus propias palabras, tenían la intención de pasarlo lo mejor posible, ya que tenían claro que morirían jóvenes en cualquier momento. Sorprendentemente, ningune Butthole Surfer ha muerto.

Live PCPPEP fue el último disco de los Butthole Surfers que editó Alternative Tentacles, el sello de Jello Biafra de los Dead Kennedys. Básicamente se compone de versiones en directo de su primer EP autotitulado, (AKA Brown Reason to Live, AKA Pee Pee the Sailor), grabadas en The Meridian en San Antonio, Texas. Que fuesen canciones de su primer disco hizo que bastante peña empezase a bromear con que habían sacado el mismo disco

dos veces... Lo que no es el caso del todo, porque también incluían Cowboy Bob, una canción de su genial siguiente disco Psychic... Powerless... Another Man’s Sac, al igual que Dance of the Cobras, un experimento en cinta hecho a partir de una grabación de Woly Boly que nunca editaron de otra manera. Esta grabación en directo no convenció demasiado a varios miembros del grupo, pero tenían problemas financieros y accedieron a editarlo, lo que les permitió sobrevivir literalmente los siguientes seis meses. El título, al más puro estilo Butthole Surfers, mezcla una referencia a la droga y un chiste escatológico. El tener a dos baterías, ya que Teresa Nervosa debutó con este lanzamiento, les hacía infinitamente mejores, duplicaba lo arriesgado de lo que hacían, lo hacía más alucinógeno aún.

Este directo es una buena manera de adentrarse al universo Butthole Surfer: aullidos, distorsión, disonancias, punk, psicodelia, ácido, letras abominables,... Una montaña rusa que empieza en la cima y no hace más que bajar y bajar hasta el mismísimo infierno. Uno de los momentos álgidos del disco es Haynes gritándole al público a pleno pulmón “SHUT UP!!!!” al acabar de tocar The Shah Sleeps In Lee Harvey’s Grave. Uno de los grupos más sorprendentes de toda esta movida, unos auténticos desgraciados salidos de una peli de serie Z. En el tocadiscos, reproducir a 69 rpm.

Los Butthole Surfers son la banda más infame que surgió de la escena, lo cual es justificable porque eran súper trabajadores. Eran conceptualmente brillantes con su forma de mezclar el rock clásico de los 70 con el punk y el ruido. The Buttholes tocaban con esa tensión real de la identidad tejana. El batería de la banda, King Coffey, lo llama “Texas drag”, es decir, que se interpretaban a sí mismos como estereotipos de Texas, como el paleto bizco, cuando en realidad eran estudiantes de arte muy elocuentes e inteligentes. Estábamos orgullosos de ser tejanos, pero también nos repugnaban

muchas de las cosas que constituyen la texanidad. Se podría decir que teníamos un chip de vaca en el hombro.

King Coffey: Los Buttholes eran conocidos como una banda imbécil, babeante y con los nudillos en el suelo, pero Gibby y Paul eran esencialmente estudiantes de arte que no tenían miedo a nada. Hacíamos “drag” texano: somos de Texas, está jodido, estamos aquí. Llevaremos ropa de mala calidad en el escenario. Tocamos todos los tropos de Texas para rendir homenaje a nuestra cultura, porque es nuestro derecho de nacimiento. Pero como punks, también tenemos derecho a destruirla.

Además de tener unas influencias tan maravillosas como los Dead Kennedys o Captain Beefheart y su banda mágica (dos de los gruos más increíbles del universo conocido), también tuvieron una influencia importantísima de los 13th Floor Elevatores, el legendario grupo psicodélico texano. King Coffey dijo esto de su alma mater, Roky Erickson, tras su fallecimiento en 2019:

tocaba la guitarra y escribía canciones increíbles. Ayudó a inventar todo un género musical al que ahora llamamos “psicodelia”. Pero en realidad era un verdadero artista. Amaba la música y la vivía. Cuando empecé a descubrir el punk rock, me di cuenta de que ya había una profunda tradición tejana en la que podíamos inspirarnos. Los 13th Floor Elevators eran tan innegables. Tan fuera de lo común. Tan texanos. No era inventar la rueda para un chico de Fort Worth en los 80. Ya teníamos nuestra propia historia. Y maldita sea, las grabaciones en solitario de Roky de la era punk eran tan vitales también. Imprescindibles. Intensas. Fue capaz de canalizar su visión y su voz en una nueva era y comenzar un nuevo capítulo. Él inventó el punk de Texas. Significó mucho para mí. Muchas gracias, Rok. Eres un dios. Te veneramos. Para siempre.

Pat Blashill: Todo el mundo lo exploraba a su manera, pero los Buttholes eran los más artísticos en sus actuaciones. Y continúa:

esta extraña encarnación lateral de la ira como locura alcanzó su punto álgido con los Butthole Surfers. Su graznido lisérgico -con saxofones doblados, sangre falsa y riffs tomados de Black Sabbath- era casi irreconocible como punk y, tras años de giras internacionales, se convirtieron en la banda más notoria de Estados Unidos. Inspirados por el hardcore y por la banda psicodélica tejana de los años 60 Thirteenth Floor Elevators, estaban poseídos por un impulso regional, casi dadaísta, de desafiar las normas musicales y las nociones básicas de decencia humana. No todos entendieron la broma.

King Coffey: cuando vi por primera vez a los Buttholes, estaban tocando “D.O.A.” (de la banda de rock ácido de Fort Worth de los años 70 Bloodrock) ¡Y fue taaaan genial! Así que cuando me invitaron a unirme a la banda, sentí que me había tocado la lotería del punk rock. Estaba viviendo mi sueño.

Roger Manríquez: no se puede ser más friki que los Butthole Surfers. Pensé: “¿Qué pasó? ¿Pink Floyd se volvió punk o qué?”

Ahora dejemos a sus protagonistas hablar de uno de los incidentes que te podías encontrar en cualquier día de la vida de un butthole surfer:

Paul Leary: Hubo una noche en la que Gibby fue apuñalado por una mujer enloquecida en Canadá. Hizo una letra sobre un “chico lisiado y lesbiano” y alguien se ofendió. Era difícil saber qué había pasado debido a las luces estroboscópicas y las máquinas de humo. Todo parecía bastante raro.

Gibby Haynes: Me apuñalaron en el brazo, pero lo interpretamos un poco más tarde. La gente pensaba que me habían apuñalado en los intestinos y que tendría que orinar en una bolsa el resto de mi vida. Las puñaladas siempre son buenas.

Teresa Taylor: Y hubo ese show que tocamos en Voltaire’s Basement como los Jack

Officers. En el punto álgido del concierto, David Yow, el cantante de Scratch Acid, corrió y le rompió una botella en la cabeza a Gibby. Había sangre por todas partes. Elbo -quiero decir, Roger- (¿te acuerdas de él?) saltó al escenario y dijo, muy sentidamente, “¡No le hagas eso a Gibby!”. Luego golpeó a David en la cara. Todos tiraron a David al suelo y le dieron una paliza. Pensaron que estaban defendiendo a Gibby, así que fue conmovedor. Pero todo era una trampa. Gibby había ido a una tienda de atrezzo teatral y había conseguido una botella de Jack Daniel’s hecha de azúcar duro. Antes del espectáculo, se la dio a David y le dijo: “Asegúrate de que todo el mundo te vea engullendo este Jack Daniel’s, y actúa súper borracho”. Yo estaba en ello, pero no todos se dieron cuenta de que esto iba a pasar. Así que fue difícil explicar a todos después que había sido planeado. La gente se enfadó.

Bruce Pavitt en 1986 para The Rocket, acerca del disco álbum Rembrandt Pussyhorse, un entusiasmo con el que me siento bastante identificado, y dos últimas frases absolutamente antológicas: “El disco más genial jamás hecho, este desenfrenado y surrealista estallido de imaginación es suficiente para borrar años de adoctrinamiento por parte de las escuelas y el visionado de la televisión. Por fin está bien hacer lo que te dé la gana. A partir de aquí sólo podemos ir hacia arriba”.

Para acabar, dos citas con ciertamente bastantes diferencias:

Teresa Taylor: salvamos la belleza de una inmersión en lo depravado.

Paul Leary: cuando estaba en quinto grado, tenía una banda llamada Crowd Pleasers. Pero esa no fue mi primera banda. Toqué en una en segundo grado en un concurso de talentos frente a toda la escuela primaria. Tocamos “Steppin’ Stone”, y no paré al final. Seguí tocando hasta que el otro guitarrista se acercó y me agitó la mano en la cara. Fue realmente embarazoso.

Culturcide - Tacky Souvenirs Of PreRevolutionary America (1986) Este es, sin ninguna duda, uno de los discos más genuinos, arriesgados y originales de la historia (al menos para mí). Formados en Houston en 1980, ese mismo año editaron un primer single, dedicado al

Museum Of Fine Arts de Houston y llamado “Another Miracle” / ”Consider Museums as Concentration Camps”. No entraba en sus planes dar ningún concierto, pero mucha gente alucinó con este 7’’, y un poco por presión externa dieron el salto a tocar en directo. En sus primeros conciertos solían usar samplers caseros hechos con casetes, por los cuales pasaban decenas de filtros y ruidos de sintetizador. Las posibilidades de esos aparatos junto al afán destructivo del grupo les llevó a incluir pequeños números para molestar al público, poniendo canciones comerciales del momento y boicoteándolas en medio del concierto. Siempre había alguien que se enfadaba. Al final esta idea se les fue de manos y acabaron grabando un disco entero con este telón de fondo.

Tacky Souvenirs Of Pre-Revolutionary America es un ataque frontal a la radiofórmula, el buen gusto, las convenciones sociales y algunas lacras como pueden ser la hipocresía o la uniformidad y el dogmatismo.

La grabación del disco acabó durando tres años durante los cuales el grupo se deshizo en varias ocasiones. El grupo se peleó varias veces con los técnicos de sonido de la grabación, que no entendían nada. De repente llegaban con singles de Bruce Springsteen o David Bowie para usarlos en una de las pistas de la grabación tal cual, (obviamente sin ningún permiso por parte de los músicos o sus discográficas), y después añadirle guitarras eléctricas, ruidos irritantes y críticas y burlas de todo tipo. Y básicamente de esto trata esta obra maestra. El grupo tocando por encima de canciones que sonaban continuamente en la radio por aquel entonces y añadiendo sus letras satíricas por encima de la letra de la propia canción. Por ejemplo, en su adaptación de Dancing

In The Dark de Bruce Springsteen atacan directamente al músico, riéndose de su máscara de “héroe de la clase trabajadora”. Obviamente, todo esto les acarreó problemas instantáneamente con las discográficas por copyright, derechos de autor, etc etc etc.

La cara A del disco tiene el nombre de “It doesn’t take any talent to do that!” (¡no se necesita nada de talento para hacer eso!), y su cara B se llamaba “They completely ruined that song!” (¡han arruinado por completo esa canción!), dos frases dichas por fans (?) del grupo en dos conciertos que dieron en 1986.

En su reinterpretación de “Heart of rock and roll” de Huey Lewis dicen, “en todos lados hay música, música comercial controlada por los medios de comunicación. Pero les gusta hacer que suene como si estuviese hecha para la gente así que le llaman rock and roll. El corazón del rock and roll es el provecho. Es un producto y todos lo compran”. Joder, qué poco o nada han cambiado las cosas ¿eh? También reparten estopa a la falsísima y ultracínica “We Are The World” de USA For Africa, una canción grabada para combatir el hambre en África y en la que participó la creme de la creme de la época, desde Michael Jackson a Stevie Wonder, pasando, como no, por el Boss, Bruce Springsteen. Convirtieron “California Girls” de los Beach

Boys en “They Wish They All Could Be California Punks”, una crítica a la rígida, clónica y aburridísima “escena” punk de la época.

Las referencias musicales han quedado un poco desfasadas ya que han pasado 24 años desde su edición (alguien se acuerda de Pat Benatar?), pero sigue siendo un disco que marcó un punto y aparte y dice verdades grandes como catedrales (Afeite Al Perro dixit, ¡desde este sello se reeditó el disco!).

“Sabemos que no somos los primeros en hacer esto. Tampoco seremos los últimos”. En la época, la inmensa mayoría de los discos editados por multinacionales venía con una etiqueta que decía “Home taping is killing music” (regrabar los discos en cintas está matando a la industria musical). Un intento completamente ridículo y en vano para frenar la piratería y la libre circulación de las cintas, una de las subculturas que más hizo por la expansión musical en los últimos 40 años. Culturcide también incluyeron esta etiqueta en el disco, pero un poco diferente: “Hometaping is killing the record industry...so keep doing it. Let this record be the master for your cassette edition” (Regrabar los discos en cintas está matando a la industria musical, así que sigamos haciéndolo. Que este disco sea el master para vuestra propia edición en casete). Y así ha sido a lo largo de todos estos años, sucediéndose las ediciones piratas y caseras que corrían de mano en mano, propagando el virus de un grupo y disco maravillosos, y uno de los grandes ataques a la Industria en la historia de la música. Inspiración absoluta, un ejemplo maravilloso de creatividad libre, y de crítica mordaz brillantemente dirigida.

Como dice un comentario de Internet: y de repente ves que el verdadero espíritu del punk no era el de los Sex Pistols, The Clash o los Ramones. Estaba mejor resumido en un grupo de nerds que decidieron hacer un karaoke encima de canciones pop mainstream sin ni siquiera preocuparse en utilizar instrumentos.

Dicks - Kill From The Heart (1983)

MOMMY, MOMMY, MOMMY! Look at your Son... Lo sé, disco incorrecto, pero buena intro de cualquier manera. A Commie Faggot Band (un grupo de maricas comunistas), como se les define desde Alternative Tentacles. Cómo no, formados en Austin en 1980, al igual que sus colegas los Big Boys.

Tras mudarse a Austin, Floyd, un objetor de conciencia de la Guerra de Vietnam, empezó a sentir la necesidad de hacer un grupo de punk, pero no quería comprometerse con otras personas. Así que, con la ayuda de unos amigos, se puso a hacer flyers en los que se anunciaban conciertos de unos tal Dicks. Se inventaba direcciones y decía que los Dicks iban a tocar con bandas existentes, para después repartir esos flyers por toda la ciudad. No fue hasta que les ofrecieron tocar en un concierto real y se juntó con otros compañeros que los Dicks empezaron de forma “física”.

Floyd tenía claro que no querían ser el típico grupo de punk, algo aún más arriesgado si cabe teniendo en cuenta la época y el lugar. Eran comunistas, componían letras socialistas en pleno mandato de Reagan, eran drag queens,... Con toda seguridad estábamos volviendo un poco locas algunas cabezas. Además, por esos momentos, eran el único grupo que trataba temas como

la homofobia y la identidad sexual en sus canciones, como es el caso de Saturday Night at the Bookstore y Off Duty Sailor. En los conciertos, Floyd hacía un espectáculo drag y asaltaba al público con glaseado de chocolate sacado de sus bragas, invitando a cualquier miembro del público un poco “alborotado de más” a que le chupase la polla. Sabía que mi reputación iba a ser dañada hiciese lo que hiciese. Siempre era divertido, era bastante aventurero a la hora de idear maneras de impactar a la gente, como meter trozos de hígado en mis pantalones para lanzárselos al público, a pesar de que ahora utilice hígado vegano. Ese mismo 1980 editaron su primer single, que incluía el megahimno Dicks Hate The Police, una tremenda enchotada de tema. En general ese 7’’ es simplemente increible.

Carlos Lowry, artista: El Pequeño México era un edificio de apartamentos a un par de manzanas detrás del Teatro Varsity. Algunos de los Dicks vivían allí, junto con su círculo íntimo de amigos, como Santiago, Dolores, y Chuck y Manolo López. Manolo también estaba en los Papas Pervertidos. Yo estaba pintando el mural en el lateral del Varsity, y Manolo pasa un día y me dice: “Oye, tengo unos amigos que van a sacar un single y quieren que alguien haga el arte”. Entonces se me ocurrió la idea de tener a Marx, Engels y Lenin en un lado de la portada, y a los Dicks en esa misma formación clásica mirándolos. A Gary le encantó. Todo se hizo con una fotocopiadora de la oficina de correos. Coincidía con la política que yo tenía.

Buah, es que vaya pasada. Hay algo especial en los grupos de Texas. Igual el convivir con tanto bicho raro, fanático religioso y de las armas les hace macerar en un ambiente que genera grupos de punk asombrosos. Pero todos los grupos de esa era tenían rasgos distintivos, eran imaginativos, iban unos cuántos pasos más allá, abrazaban el riesgo,...

Los Dicks, junto con los Big Boys, fueron los santos patrones de la época dorada del

punk rock de Austin. Ambas bandas estaban lideradas por estos gays corpulentos y enfadados que no sufrían las tonterías. Nos encantaban estas bandas y nunca sabíamos qué iba a pasar cuando tocaban. Les veíamos hacer esos increíbles espectáculos y derramar sus corazones; bajo su rabia, había mucho dolor por la injusticia de la homofobia y el racismo. Todo eso marcó el tono de las extraordinarias bandas que compondrían la segunda ola del punk de Austin.

Sin embargo, Floyd ha comentado en varias ocasiones que no tuvo excesivos problemas, ya que había algunos de nosotros, queer punks en el club que éramos grandes y no tan agradables si estábamos jodidos. De vez en cuando se escuchaban algunos “maricones”, pero respondíamos “te vamos a sacar fuera y a patear el culo”. Y pronto todas las mejores bandas tuvieron un gay o dos, así que fue bastante suave. Me encontré con muchas personas que me odiaban porque era gay, estoy seguro, pero tenía algunos tipos bastante duros en los Dicks que nunca me dejaron solo… Tuve suerte de que tocásemos con bandas como Fear, Black Flag, Minor Threat, Circle Jerks, Mike Watt,

etc. Y a todos realmente les caímos bien y me cayeron bien, así que ninguno me golpeó o, incluso, me dijo una mierda.

Gary Floyd: cantábamos canciones sobre lo que estaba ocurriendo: los policías arrojaban a la gente a los pantanos de Houston y la ahogaban. Cantábamos sobre la presencia estadounidense en El Salvador y Nicaragua. Porque estábamos cabreados por eso. La ira es parte de todo. Cuando la suprimes, te sale una úlcera, o vomitas sangre. O eres un maldito farsante.

Roger Manriquez, fan: había algo intocable en Gary Floyd. Fomentaba una gran rabia. Sus canciones eran profundas -como “Dead in a Motel Room”-, súper pesadas.

Como la mayoría de sus compas de estado, los Dicks tenían un sonido y un todo que no se amoldaba. A veces punk, a veces hardcore, blues o improvisaciones de fumada en Woodstock. ¡Si hasta hicieron una versión del Purple Haze de Jimi Hendrix! El objetivo era arriesgarse y llevar las cosas al límite de lo “normal”. Todo esto aderezado con su actitud confrontativa, combativa y letras y

títulos como Anti-klan, Rich Daddy, No Nazi’s Friend o Bourgeois Fascist Pig, que dejaban poco lugar a la imaginación. Tenían una clara fijación contra el racismo, y también incluían canciones sobre otros temas, como pedófilos con fetiches con los pies.

A la hora de grabar el disco que resaltamos, Kill From The Heart, Spot, el famoso productor de SST, se había quedado impresionado con ellos, los grabó, y el disco fue editado por el sello de Greg Ginn. Para mí, su mejor trabajo. Con sólo escuchar sus diez primeros segundos queda claro. Lo que decíamos antes, fusiones de estilos, pasaban de una canción de hardcore anfetamínico a un blues, el disco acaba con una jam de más de diez minutos,... Por el medio, una de las mejores colecciones de canciones de la época. Sublime, de verdad. Para empezar a dar botes por toda la habitación y no parar hasta que acabe el disco. Vaya comienzo con Anti-Klan, cuánto espacio para el coreo... Y es empezar el tema homónimo y me dan ganas de gritar y correr y bailar y, y, y,...

Poco antes de sacar este disco, se mudaron a San Francisco acompañados por MDC y DRI, donde se asentaron en una fábrica de cerveza okupada llamada the Vats. Al año siguiente, junto a sus nuevos vecinos, los Crucifix, además de los Crucifucks de Michigan, se embarcaron en la gira Rock Against Reagan, un extenuante tour de tres meses. Después de esto, los Dicks se rayaron y sólo volvió Floyd a la ciudad, donde reformó el grupo con tres nueves miembres, sacaron algún disco más y lo dejaron para volver de manera esporádica ya en el nuevo milenio. Para mí, la etapa genuina del grupo es la primera, sin duda alguna.

En la canción Ode de Limp Wrist, el grupo de queercore que formó Martín después de Los Crudos, rindieron homenaje a Floyd y a Biscuit de Big Boys, entre otros, que se enfrentaron a la homofobia del punk de los 80, declarándose públicamente gays dentro de un movimiento contracultural pero con una amplia presencia homófoba.

King Coffey: los Dicks eran simplemente un punk desagradable y crudo. La ironía es que Gary Floyd fue el mejor cantante de blues que ha producido Texas. Cuando tenía diecisiete años, cogí un autobús de Fort Worth a Austin. Vi a los Dicks en el Ritz. Cuando empezaron con “Fake Bands”, había un mar de gente saltando del escenario. Y pensé: “Vale, esta es la vida que quiero vivir”. Así que tan pronto como pude, me fui de Fort Worth.

Steve Collier, de los Big Boys: recuerdo el concierto de los Dicks en Raul’s en el que Gary Floyd iba vestido de Divine. Se había metido hígado crudo en las bragas. El hígado bajaba por sus muslos. Se lo tiraba a la gente.

Gary Floyd: me inspiré en el calor de Texas. Porque quería ser cool. Y me enfurecía el maldito calor.

D.R.I. - Dirty Rotten EP (1983)

Dirty Rotten Imbeciles (lo que les llamó el padre de uno de sus integrantes cuando estos estaban ensayando en su garaje) es el único grupo que veremos aquí que sigue en activo tras cuarenta años de ruido a mil revoluciones por minuto. Les conocí de bastante pequeño, seguramente por su temazísimo Couch Slouch, pero la verdad es que, a pesar de ser un grupo que me gusta y que tienen canciones que me encantan, nunca fue un grupo que me interesase

mucho. En general, todo el rollo crossover, salvando algunas excepciones, aunque me gusta, nunca me dio mucho más ni profundicé mucho. Aún así, considero el Dirty Rotten EP y su posterior Violent Pacification dos auténticas joyas, a la altura de los primeros discos de Suicidal Tendencies o S.O.D.

The Dirty Rotten Imbeciles se formaron en mayo de 1982 en Houston, surgiendo cual Fénix de las cenizas del grupo de hardcore punk Suburbanites. Empezaron a ensayar en la casa de los padres de dos de sus integrantes. Con el ruidaco atroz que tocaban, sus padres estaban bastante hasta las narices, y las broncas eran frecuentes. Lo dicho, de ahí viene su nombre. De hecho, esto fue la inspiración para su canción Madman, donde suena un audio de sus padres interrupiendo un ensayo para quejarse del ruido. Hubo una temporada que se llamaron U.S.D.R.I. (rollo los imbéciles podridos y sucios de Estados Unidos). El mitiquérrimo logo de su Skanker Man particular, impreso en miles y miles de chupas de thrashers, fue diseñado por su primer batería para un trabajo de la clase de arte de su instituto, donde le pidieron crear un logotipo “corporativo”. ¡Y le pusieron un 10!

En noviembre de 1982, apenas medio año después de su primer ensayo, grabaron en dos frenéticas noches su primer trabajo, que de una manera u otra encajaba 22 canciones en 18 minutos en un 7“ a 33rpm.

Revisando un entrañable blog de metal, te adjunto una reseña de este EP que me do bastante ternura: Sonaban raros, sí, pero raros “raritos” no, sino como los cabrones más cabrones del jodido mundo. Era sonar como un borracho tirándose tres pedos en una misa o no hacer nada. D.R.I. iban a ser como si el presidente de un país asiático se meara frente a los senadores internaciones en medio de una rueda de prensa. D.R.I. tenían fijo un objetivo: ser unos hijos de puta pero bien, bien, bien, bien pasados de tono. Esta mierda es pura rabia y descontrol despreciable hasta que te cansas. Es un disco para echarse puñetazos hasta que te sangre la nariz. Dirty Rotten EP suena a 1982 + Red Bull + una porno de la época + una euforia putona. Una base rítmica absurda, guitarras desafinadas y a un vocalista que está entre sufrir una catálisis y una corrida lujuriosa, musicalmente hablando, claro. Guau.

La verdad es que este disco es una absoluta salvajada. De esos discos de hardcore que te peinan para atrás. De esos discos de hardcore que cortocircuitaron varias cabezas y rompieron unos cuantos esquemas, lo que nos interesa aquí, vamos. Una locura de principio a fin, velocidad absolutamente endiablada, con algunos segundos más “sosegados“ que lo único que consiguen es que cuando vuelve a empezar la tralla esta fecte el doble. Una maravilla. Se dice que No Sense es la primera canción de la historia en incorporar un blast beat. Pues puede ser, no te digo yo que no. Si sólo tienes un minuto y medio antes de salir de casa, te recomiendo que emplees ese tiempo en ponerte a todo volumen I Don’t Need Society y dejarte arrastrar por esa espiral de destrucción masiva absoluta.

En 1983, se mudaron a San Francisco, donde vivían en su furgoneta y comían en comedores populares entre conciertos. Siguieron sacando discos, virando mucho más al metál y dejando sus inicios de basura sónica desquiciada a un lado, y hoy en día son uno de los grupos más queridos de todo ese movimiento.

Hates - No Talk In The Eighties (1979)

Formados en 1978 por tres jóvenes, The Hates han sido llamados “el primer y último grupo punk de Houston“. No sé si con esto se referían a que fueron los únicos en tener actitud punk de la época (míticas afirmaciones que dan una chapa mortal), lo que suena un poco raro teniendo en cuenta el resto de grupos que salieron de allí ya sólo en esos años. La otra opción es que con eso se refieran a que son de los pocos, por no decir únicos, que siguen tocando ininterrumpidamente desde su formación, siempre al servicio del pank. Por lo que he visto ahora son un poco dinosaurios de estos que envejecieron mal, y lucen largas crestas de colores que me encantaría descubrir que son pelucas.

Antes de establecerse como Hates, también tuvieron los nombres Guyana Boys Choir y Christian Oppression. El primero me mola bastante la verdad. Un año después de su formación editaron este 7’’ de cuatro canciones, quizás su lanzamiento más relevante (aunque la verdad es que escuché muy poco de ellos) dentro de un mar de discos, EPs y demás.

La premisa es sencilla: mítico punk de finales de los 70 con los ojos ya puestos en los 80. A mí personalmente, en estas canciones me tienen un toque a lo que después harían

grupos como Blitz, especialmente en su canción New Spartans. en general me parece un 7’’ súper disfrutable, con muchos coreos, un ritmo general muy majete y bastante buen sonido.

Uno de tantos 7’’s editados antes de 1980 que ayudaron a cimentar la base del punk en Texas, y que poco a poco van volviendo a subir a la superficie gracias a Internet.

¿Cómo engañar a cualquiera (bueno, a cualquiera no) para prestar atención a esta reseña? ¡Pues oiga, este es el primer EP del grupo que daría lugar a los Butthole Surfers! Bueno, no del todo... Bueno, en verdad en absoluto, pero compartieron miembros y su música e historia son dignas de conocer. Un grupo formado por quinceañeros en la hora del bocata del instituto, que como no podían entrar a los clubs y bares acabaron tocando en salas de arcade, un cantante de un pueblecito de Texas que canta con acento británico... Suena guay, ¿eh? Además, como ya dije, el después Butthole Surfer King Coffey tocó la batería con ellos, y aquí patentó su característica manera de tocar. Y claro, la relativa fama del grupo aumentó considerablemente cuando los Butthole Surfers se convirtiron en un grupo ampliamente conocido.

Hugh Beaumont Experience - The Cone Johnson E.P. (1981)

La banda comenzó en la Country Day School de Fort Worth en 1980. Country Day es uno de los dos o tres colegios privados de “élite” de Fort Worth. Los punks callejeros Hugh Beaumont Experience no lo eran. El nombre original propuesto, “The Offenders”, (jajajajaja) fue sabiamente rechazado por el bajista original, Clay. Después de una sesión de lluvia de ideas en el balcón del segundo piso de la escuela, Tommie (el guitarrista original) sugirió en broma “Hugh Beaumont Experience”, y el nombre se quedó. The Hugh Beaumont Experience empezaron a ensayar durante las pausas del almuerzo en las casas de los distintos miembros. Su primer concierto fue en un viaje escolar al

Artfest en Kansas. El Country Day School patrocinó un viaje allí para los departamentos de música, teatro y coro, lo que significaba que todos los miembros de Hugh Beaumont estarían allí con instrumentos en la mano. El público lanzó comida.

Unos meses después, grabaron el EP Cone Johnson. El disco fue pagado por una mujer llamada Beth que buscaba lanzar un disco de algún “nuevo talento local”. Una sugerencia del DJ local George Gimarc la llevó directa a la Hugh Beaumont Experience. Finalmente, el EP se publicó en su propio sello, Cygnus Records. Todos los miembros del grupo tenían entre 15 y 17 años en el momento

de la grabación. Estas grabaciones, aunque se encuentran entre las primeras de HBE, acabaron siendo las más pulidas, ya que Cygnus buscaba un éxito comercial mayor del que la banda llegó a imaginar. En algún momento de toda esa historia hubo un gran desencuentro, y los rencores resultantes se convirtieron en el por qué este disco es tan raro de conseguir.

Tras el lanzamiento del disco se produjeron muchos cambios en la formación (e incluso antes). Con cada cambio, la banda parecía volverse más rápida y menos pulida, invirtiendo la progresión habitual del sonido de una banda. Pero dejemos que sea Ryan Richardson, quien editó en su sello Existential Vacuum un disco perdido de HBE (una cara en directo y la otra de estudio) el que nos cuente un poco de historia:

Ninguna otra banda punk de Fort Worth, Texas, es más infame que la Hugh Beaumont Experience. En realidad, no hay muchas otras bandas punk de Fort Worth, pero quédate conmigo. La infamia de Hugh Beaumont Experience reside principalmente en el ámbito de los coleccionistas de discos que buscan el rarísimo EP de Cone Johnson de la banda.

Mi fascinación por HBE cobró impulso cuando acabé sentado junto a Laynette Stiles en la clase de álgebra del instituto Paschal de Fort Worth hacia 1987. La clase de álgebra la dirigía una mujer apenas competente llamada Ms. Pryor (se pronuncia “Pry-ruh”) con unas tetas tan gigantescas que podía dejar el libro de texto sentado sobre ellas mientras escribía en el retroproyecto... pregúntale a cualquier antiguo alumno. No recuerdo exactamente por qué (lo más probable es que llevara mi camiseta de los Butthole Surfers), pero un día salió el tema de Hugh Beaumont Experience antes de la clase. Resulta que el hermano de Laynette, Brad, solía cantar para la banda, y ella prometió darme su copia del EP de Cone Johnson. Tras unas semanas de espera, descubrió que su copia había sido víctima de una limpieza de primavera un par de años antes. Oh, la humanidad...

El primer miembro de Hugh Beaumont que conocí fue Tommie, el guitarrista original, que estaba dando clases en Paschal al año siguiente. Tampoco tenía una copia del EP para mí. La combinación del orgullo de la ciudad natal y la condición de grupo “pre-Butthole Surfers” me cautivó. Tenía que conseguir el disco. Cuando finalmente conseguí uno, Cone Johnson me inspiró para crear mi propio sello de reedición, Existential Vacuum. El primer lanzamiento fue un EP recopilatorio de mi material favorito de la Hugh Beaumont Experience. Hay que reconocer que este lanzamiento fue, a todos los efectos, un bootleg no autorizado por la banda hasta un par de años después. Legitimación retroactiva... ¿por qué no? De todos modos, mi interés por la banda siguió creciendo. Un par de años después del primer lanzamiento, empecé a trabajar en un LP entero de Hugh Beaumont Experience compuesto por material en vivo y una sesión inédita “en vivo en el estudio”.

Descubrí -a través de los fabulosos hermanos Finn de Fort Worth- que Brad Hugh Beaumont, fundador y provocador magnífico, tenía una sesión de estudio inédita de Hugh Beaumont grabada por, curiosamente, Bob Mould de la fama de Husker Du. Al final convencí a Brad de que el mundo tenía que escucharla (aunque en realidad aún no había escuchado la cinta). Estas grabaciones de Bob Mould incluían la posterior formación de la banda con el futuro batería de los Butthole Surfers, Jeff “King” Coffey. King no tenía ningún interés en que se publicara la sesión y le dijo a Brad que hiciera lo que quisiera. Después de encontrar el equipo obsoleto necesario para transferir las cintas, el LP estaba en camino. Estas sesiones fueron muy ruidosas y, sin duda, sobre la marcha... esta sesión se convirtió en la cara B del LP Existential Vacuum. La cara A se extrajo de las grabaciones en directo que la Hugh Beaumont Experience había publicado en cintas caseras tituladas Virgin Killers. Estas grabaciones en directo son estupendas e incluyen buenos golpes del público, obviamente de pelo largo, de Fort

Worth y Arlington, Texas. Un par de temas fueron eliminados de alguna manera del corte final... y eso fue sólo el principio de la pesadilla.

Le pedí a un amigo que hiciera el arte de la cubierta del LP... ¡error! Una infografía apresurada y amateur en su máxima expresión. Las doscientas copias en vinilo rojo se prensaron descentradas. Empezaba a pensar que el LP Hugh Beaumont Experience estaba maldito. Justo cuando el álbum estaba a punto de salir a la venta, me enteré de que Brad había muerto (en circunstancias que siguen siendo poco claras). Sólo conocía a Brad a través de la música que había grabado a lo largo de los años y no puedo decir que estuviera muy unido a él, pero su muerte apagó todo el entusiasmo que quedaba por el lanzamiento. Los problemas se multiplicaron y se convirtieron en metástasis a partir de ahí, y acabaron convirtiéndose en una pesadilla cuando “King” Coffey, se volvió contra mí y contra todo el proyecto. Coffey exigió que se devolvieran todas las grabaciones maestras y que se pagaran los derechos de autor en su totalidad, por adelantado. Brad y yo sólo teníamos acuerdos verbales que resultaron ser una gran ayuda para “King”. Tenía que acceder a todas las exigencias o enfrentarme a una demanda. Los rencores resultantes de la publicación del LP se ventilarían en

varios foros durante los años siguientes y no se resolverían hasta cinco años después, cuando recibí una disculpa muy apreciada de Coffey.

A todo esto, Hugh Beaumont era un actor y director de televisión, principalmente conocido por su participación en la serie Leave It To Beaver, encarnando a Ward Cleaver. Como dato curioso y macabro, murió apenas un año después de la publicación del The Cone Johnson EP.

King Coffey, como viene siendo normal en este fanzine, nos lo relata: The Hugh Beaumont Experience fue mi primera banda. Cuando me uní a ellos en 1981 ya tenían fama de ser la única banda de punk adolescente de la ciudad. Habían sacado un EP de 7”, que fue el primer disco de verdadero punk rock de Fort Worth, nuestra ciudad natal. Cuando su batería original abandonó, respondí rápidamente a un anuncio para sustituirle, aunque realmente no sabía tocar la batería.

Al principio la banda estaba muy influenciada por los Sex Pistols (Brad incluso cantaba con acento británico) (esto es brutal, en canciones como Money Means So Much To Me se nota muchísimo y te echas unas buenas risas), pero en el 82, con la marcha de Tommie y la llegada de David a la guitarra, aceleramos y nos convertimos en una banda más hardcore. Yo perdí el bombo en el proceso y toqué con el mismo estilo de pie cuando más tarde me uní a los Butthole Surfers.

A finales del 82, empezamos a apartarnos un poco del hardcore, tocando temas más funk, experimentales y psicodélicos. Para entonces habíamos tocado en la mayoría de los garitos punk de todo el estado, y tocamos bastante en el Studio D de Dallas (una vez teloneando a los Dead Kennedys, MDC, Butthole Surfers y Stick Men With Ray Guns - ganamos 100 dólares esa noche, de lejos lo máximo que nos pagaron por tocar).

La banda se disolvió en 1983 tras mudarse a Austin. La banda no hizo

muchas grabaciones, y lo que se publicó es bastante difícil de encontrar. Estoy agradecido entonces a gente como Ryan de Existential Vacuum por reeditar parte de este material (las únicas copias que tengo de algunas de estas canciones están en EV).

Este primer EP mola mucho, pero la verdad es que lo editado en Existental Vacuum mola mogollón también. ¡Ojalá poder escuchar los temas de su etapa lisérgica!

“Dios no nos juzga por el estrellato que alcanzamos”. ~ Hugh Beaumont (1958)

dónde cogerlas jajajaja.

En el 9o número de la Maximum Rock ‘n’ Roll se reseñó así: Un bajo y una guitarra con fuzz hasta los topes son las señas de identidad musicales aquí, junto con una batería con mucho eco. Por desgracia, estos chicos parecen tenerla tomada con los hippies, que son el objetivo de tres de las cinco canciones de este EP, incluida una patética diatriba racista contra Yoko Ono (“Oh No”). Patético en el departamento temático.

En general eso, a Marching Plague los hippies no les molaban mucho. De hecho, querían una Cuarta Guerra Mundial porque al menos “así todos los hippies estarían muertos“. Tampoco les gusta Ozzy Osbourne, ni Yoko Ono, de hecho les gustaría que la hubieran disparado a ella en vez de a John Lennon, ¡PEREZA! También debían de tener algún tipo de rollo con Alternative Tentacles, porque en la galleta del 7’’ aparece su mítico murciélago descabezado y con un petilla y una jeringa en las alas. Yo qué sé, peña peculiar.

También tienen una canción de más o menos cinco segundos (¡como el himno Count de JFA!) en la que nos cuentan que cuando muera enterradme y colgad mis pelotas de un cerezo, y cuando estén maduros, dale un mordisco y dime si saben bien. ¡Pura poesía!

Cuando conocí este EP y me lo puse, me hizo muchísima gracia de primeras por las voces que ponía su cantante. Por ejemplo, el comienzo de la voz en el tema homónimo me recuerdo muchísimo a cuando Joel quita la bola al micro en los ensayos de Rotten, se lo mete en la boca y empieza a hacer ruidos raros. Puro desquicie.

Al margen de eso, este 7’’ es hardcore de la época muy normalito, pero mola mogollón. Oriundos de San Antonio, hoy en día la gente les recuerda más por sus letras que por su música. Se habla mucho de que por lo que decían parecía que tenían 15 años, ¡menudo insulto para les quinceañeres! Pero sí que es verdad que la mayoría de letras no hay por

Al margen de esto yo que sé, la verdad es que musicalmente mola que te cagas, es un EP muy divertido (lo único que tienen editado, al margen de unas pocas canciones en recopilatorios) y pasas un buen rato escuchándolo. Y a ver, todas las letras de lobotomizado juvenil, pues a ver, tienen su gracia, aunque perpetuen de una manera u otra un montón de cosas que aborrezco. Y qué manía tiene tanta peña con Yoko, madre mía. Como el absoluto mierdas de Antonio García Villarán, perpetuador de una de las visiones del concepto Arte más asquerosas que recuerdo. ¡A ese sí que había que colgarle las pelotillas de un cerezo y dejarlas ahí macerando!

Marching Plague - Rock ‘n’ Roll Asshole (1983)

MDC - Millions Of Dead Cops (1982)

De todos los grupos de los que estamos hablando, MDC (Millions of Dead Cops, o Millions of Dead Children, o Multi Death Corporations, Millions Of Damn Christians, Metal Devil Cokes, o…) fueron los primeros que conocí. Sin ser un grupo eminentemente imprescindible para mí como lo pueden ser otros, les tengo mucho cariño y máximo respeto. Ampliamente conocidos por sus acciones y posiciones políticas radicales, son todo un icono dentro del hardcore más politizado y combativo de los EEUU.

Formados en 1979 bajo el nombre de The Stains, pronto se cambiaron el nombre a MDC, tras pasar por Los Ángeles y vivir in situ la violencia policial.

Al principio, el punk en Austin era de un tono más tranquilito y cercano al New Wave. En respuesta surgieron grupos más potentes y agresivos, que no se contentaron con lo que estaba sucediendo en su ciudad. La escena punk de Austin no recibió exactamente con los abrazos abiertos a estos recién llegados. Las cosas llegaron a un punto crítico en 1980 con un cisma literal: las llamadas bandas “intelectuales” como Terminal Mind, The Re*Chords o Standing Waves frente a grupos jóvenes y retorcidos de hardcore como los Dicks, Big Boys, Sharon Tate’s Baby o The Stains.

Tim Kerr explicó que esta división se debió a The Stains, en un concierto en Los Ángeles en el que actuaron con los The Stains locales. The Stains hizo esta división de ‘Hardcore versus New Wave‘, hasta que Black Flag llegó a la ciudad ni siquiera se podía imaginar. El punk lo abarcaba todo: Sex Pistols y Joy Division eran lo mismo. Los Stains pusieron carteles por la ciudad: “¿Eres Hardcore o eres New Wave?”. Escuchaban bandas que eran hardcore y que eran new wave, por supuesto, las bandas de new wave apestaban porque eran del tipo artístico. Bandas como nosotros, The Offenders, The Inserts nos colocamos en la categoría de hardcore, bandas como Terminal Mind se consideraron new wave. Nuestra canción Fun, Fun, Fun abordó ese problema, la gente realmente tomó partido.

Ahora que me lo cuentas me parece increíble que no supieran qué eran las multinacionales. Estar informado es obligatorio. En 1979 nosotros también éramos muy nihilistas, no future y nos gustaban los Pistols, pero decidimos cambiar el enfoque. Como te he comentado nosotros también empezamos con la moda inglesa de crestas y cadenas, pero luego lo customizamos y evolucionamos hacia las bandanas y las sudaderas de algodón. Igualmente nosotros somos de Austin y en Texas las modas no calan de la misma manera que en Los Angeles o Nueva York.

Bajo ese primer nombre grabaron un 7’’ que incluye dos canciones que pasarían a formar parte posteriormente de ese icónico primer álbum de MDC en el que nos centraremos: una versión ralentizada de su mítica John Wayne Was A Nazi y Born To Die por el otro lado.

Un par de añitos más tarde, decidieron moverse a San Francisco, siendo uno de tantos grupos que decidieron tomar ese rumbo, junto a The Dicks, Verbal Abuse (de Houston), Rhythm Pigs (de El Paso) o D.R.I. Allí fueron muy bien acogidos por la Maximum RockNRoll tras la publicación

de su primer 7″, y en 1981, Jello Biafra les organizó un concierto en la ciudad junto a The Dicks.

Ya asentados en su nueva ciudad, sacaron su primer disco, Millions Of Dead Cops, todo un clásico del género. En EEUU este disco fue editado por R Radical Records (el sello de Dave Dictor, su cantante), y en Inglaterra por Alternative Tentacles. Catorce temas en veinte minutos jejeje. Toda una demostración de hardcore cañero y adrenalítico, sin concesiones ni tregua, a toda pastilla, politizado, irónico y plagado de ideas simples pero convicciones muy fuertes que metían el dedo en la llaga. Sólo había que ver la portada del disco, o su contraportada y galleta interior, en el que se incide en que la policía viste de azul de día y de blanco de noche (en alusión al KKK). Pero es que además de ser un disco tremendamente agresivo y enfadado, también había espacio para echarse unas risas. Como remarca mucha gente, el hardcore de esa época estaba lleno de grupos que tocaban rápido y gritaban contra Reagan, llegando a un punto en el que la rebelión era la norma. Pero

poca gente lo hizo de la manera de MDC, en términos de musicalidad y de letras. Trabajo asalariado, homosexualidad, la industria de la carne,…

Un año más tarde empezaron a restar importancia al “Dead Cops” de su nombre, como señaló su batería Al Schvitz en una entrevista de Flipside: es un problema el que la gente no pueda ver el concepto del nombre, lo toman como una acción violenta de decir qué hacer... Cuando elegimos el nombre no pensamos en las malas interpretaciones y queremos evitarlas y dejar claro nuestro punto de vista, y no queremos tener que hablar a través del nombre Millones de Policías Muertos de cualquier tema político del que queramos hablar. Eso no significa que no creamos en todo lo que se dice en el primer álbum...

Tras participar en las actividades de Rock Against Reagan, en 1983 volvieron a grabar, ahora con el EP “Multi-Death Corporations”, que fue distribuido en el Reino Unido por el sello de Crass Records y por R Radical en Estados Unidos. En 1984 publicaron otro EP, Millions of Dead Children (también conocido como Chicken Squawk), que en esta ocasión abordaba temas vegetarianos y veganos a través del cowpunk (vacapunk, qué bonito. Me gustan las vacas y el punk, así que lo veo perfecto, Montañas dixit).

El iconoclasta caricaturista de punk rock John Crawford, un crítico abierto de la banda (me sorprende lo polarizadas que están las opiniones con este grupo, o gente diciendo que es hardcore de parvulitos o que es uno de los mejores grupos de su era, no hay término medio), fue cínico en su evaluación de la alteración del nombre inicial de la banda, que caracterizó como “estúpido” e “incendiario”, insinuando que el cambio de nombre había sido oportunista: fue como si pensaran que había algo que ganar políticamente de los policías que rompían las cabezas de los niños, la vieja rutina de los Yippies... La política de barricadas de confrontación es una táctica que fracasó,

sólo ayudó a aquellos a los que pretendía perjudicar. Ahora, eso fue algo horrible para mí, ¿verdad? Pero cuando MDC se reunió con Crass en Inglaterra, Crass les dijo que les molestaba el nombre Millions of Dead Cops y que no los incluirían en un álbum recopilatorio que estaban tramando a menos que lo cambiaran. Así nació Mega Death Corporation.

Su visita el Estado Español en 1984 fue muy importante para la incipiente escena hardcore de aquí y el cómo se empezarían a hacer las cosas y por qué caminos. Grupos como Subterranean Kids o GRB no serían lo mismo de no ser por ellos. Durante esa gira, Franco Mares, que estaba tocando el bajo con nosotros, y Ron hablaban castellano. Realmente a la gente le encantó que nos pudieramos comunicar con ellos y explicarles de qué iban nuestras letras. Somos una banda de hardcore con contenido político. Además, ayudaron a asentar cuestiones como el vegetarianismo o la okupación: no recuerdo demasiado el menú de aquellos días, la memoria me falla, pero la gente nos cocinaba grandes bistecs o guisos con carne y nosotros éramos unos hardcoretas

vegetarianos, incluso veganos. No sabes la cantidad de pizza que llegamos a comer durante esas primeras giras. No se cual debía ser la reacción de la gente durante nuestra actuación, pero debía ser buena ya que querían comprar nuestros discos

La leyenda cuenta que al parecer un joven de 17 años llamado Kurt Cobain fue arrestado y encontraron esta cinta en el bolsillo de su chaqueta. Ayyy Kurt.

Meat Joy - Meat Joy (1984)

¡Esto mola muchísimo! Uno de esos discos que dentro del contexto del punk dieron unos cuantos pasos más allá de la fórmula clásica. Y por esos discos estamos aquí, ¿no? Sobre todo si lo hacían tan bien como Meat Joy.

En la Maximum Rock ‘n’ Roll hablaron así de su único disco: MEAT JOY corta viciosamente una variedad de géneros de pop y rock en este curioso y extremadamente desigual álbum. “Proud to Be Stupid” destroza sin piedad el nihilismo del punk con su sucio ataque hardcore, mientras que “My Heart Crawls Off” machaca de una vez por todas el pop cursi de los BANGLES. Lástima que también haya una gran proporción de podredumbre experimental y post-punk aquí. Es tu dinero. Sinceramente, aunque tuviera una importancia vital en muchos asuntos, de la Maximum RNR me fío más bien poco

para unas cuantas cosas. Y más si hablamos de un disco MÁGICO como es este. Meat Joy te meten a presión un fascinante virus en los oídos. En un modus operandi que me recuerda al de los dioses The Astronauts (no tanto en ejecución, calidad mágica y estilo, pero sí en cuanto a ideas, libertad y antidogmatismo), pasan rápidamente de espoleos a la Minutemen / Gang Of Four a canciones folk preciosísimas, a ataques de hardcore monolítico ruidoso y extraños interludios de noise, psicodelia a lo Mothers Of Invention o cánticos soeces que parecen de siglos pasados. Un pastiche que la verdad, me parece una auténtica maravilla.

Pat Blashill habló así de Meat Joy en relación a su estatus de precursores incomprendides: Sonic Youth tocó en dos conciertos diferentes en 1985 y 1986 en torno a Bad Moon Rising. Steve Shelley, su nuevo baterista en ese momento, se había hecho amigo de una banda de punk queer criminalmente ignorada en Austin llamada Meat Joy. Así que cuando Sonic Youth llegó con Steve, se sintieron inmediatamente como iniciados. Fue como lo que se dice del primer disco de la Velvet Underground: todos los que lo compraron formaron una banda después. Nos dejaron boquiabiertos. Los dos conciertos nos derritieron el cerebro, nunca habíamos visto

música así. En aquella época mucha gente estaba harta del hardcore de 180 millas por hora y quería algo diferente. El impacto de esos shows en Austin fue realmente notable e hizo que todo el mundo se pusiera a cero.

Tomaron su nombre de la perfomance de Carolee Schneemann de 1964, la cual giraba en torno a ocho figuras parcialmente desnudas bailando y jugando con varios objetos y sustancias, entre ellas pintura fresca, embutidos, pescado crudo, trozos de papel, y pollos crudos.

Más que un grupo, eran un colectivo artístico feminista de corta duración encabezado principalmente por Gretchen Phillips y John Hawkes (de “Eastbound & Down”, en realidad), con una membresía por lo demás abierta. Eran conocides por cambiarse los instrumentos, invitando al público a coger uno y contribuir a los conciertos en directo. Incluso presentaron una especie de “hora de variedades” en el acceso público de Austin durante un tiempo. Mucho del contenido de sus canciones gira alrededor de temas como la política general del cuerpo / identidad de género, la sexualidad, el racismo sureño, los punks de mente cerrada,... Este grupo ha sido durante mucho tiempo un favorito de los oyentes de extrema izquierda.

Gretchen Phillips dijo esto de su “primer amor”: ¿Qué puedo decir de Meat Joy? Esta fue mi primera banda de adultos. Fue mi primera banda que actuó mucho y grabó un disco y salió de gira y recibió críticas. Este fue mi primer amor adulto. Amé a todos en esta banda con todo mi corazón. Las tres chicas éramos yo, Jamie Spidle (antes de The Buffalo Gals) y Mellissa Cobb (antes de Stick Figures). Había visto a Mellissa y a Jamie actuar en sus respectivas bandas y me emocionó mucho poder tocar con ellas. Los chicos eran Tim Mateer y John Perkins, (que ahora se hace llamar John Hawkes, debido a que ya hay un John Perkins en SAG). Los chicos fueron miembros fundadores de Big State Theatre y llegaron a protagonizar In The West, que era una respuesta a esas

fotos de Richard Avedon que eran tan condescendientes, en realidad. In The West se convirtió en una película llamada Deep In The Heart (Of Texas) que puedes alquilar si quieres explorar esta tangente más a fondo.

Meat Joy se dedicaba a romper la cuarta pared. Queríamos que todo el mundo hiciera arte, queríamos que todo el mundo fuera creativo. Ese sigue siendo un sueño muy preciado. ¿Quién sabía lo que iba a pasar en un espectáculo de Meat Joy? Siempre empezábamos con algún tipo de improvisación y siempre terminábamos con un montón de baquetas e instrumentos de percusión repartidos entre el público. Para mí era muy importante publicar mi primer álbum antes de cumplir los 21 años, y el álbum de Meat Joy se ajustó a ese plazo. Sacamos este álbum y luego nos fuimos de gira por el Medio Oeste. Nos lo pasamos en grande, devorando cerveza Grain Belt y festejando con las familias de los chicos en Alexandria, MN. Nunca olvidaré nuestro concierto en The Blue Note en Columbus, Ohio. Nuestro disco llevaba dos semanas en el mercado y la emisora de radio de la universidad lo había puesto y el público estaba lleno de gente que nunca había visto antes cantando nuestras canciones. ¡Qué sensación! No hay nada como esa sensación, te lo aseguro.

Meat Joy tuvo un gran truco con la mercancía en esa única gira. Vendíamos nuestros discos decorados a mano por 5 dólares y nuestras camisetas decoradas a mano por 5 dólares. Siempre había una fiesta posterior y en esta fiesta sacábamos nuestras camisetas en blanco y nuestros tintes y pinturas RIT y hacíamos que la gente de esta ciudad hiciera las camisetas de Meat Joy que venderíamos en nuestra siguiente ciudad. La artesanía es una forma estupenda de divertirse. Cada camiseta es única y está hecha a mano.

Desgraciadamente tuvimos que separarnos. Arrasamos en la encuesta musical del Austin Chronicle en el 84-’85 y luego tuvimos unas estúpidas luchas de poder y nos separamos en la primavera. Fue triste. Nunca ha habido

una banda como Meat Joy desde entonces. Fue una época especial en la historia de la música, antes de que los grandes sellos descubrieran la música “indie”. Sólo tenías que mirar en la parte de atrás de Maximum Rock & Roll y averiguar quién daba conciertos en Lawrence, KS, y esperar que ese local siguiera abierto cuando llegara tu furgoneta. Ahhh, ojalá tener 21 años y estar en Meat Joy de nuevo. Excepto por los granos. Eran un fastidio. Gretchen Phillips sigue haciendo música maravillosa e inspiradora que puedes encontrar fácilmente <3.

skinheads racistas, y eso se manifestó en sus vidas de diferentes maneras, una de ellas haciendo este, su primer álbum. Lo pones, empieza Fight Back y parece el inicio de apocalipsis. Una potencia abrumadora, letras insurrectas, en todo el disco hay una sensación permanente de asfixia en la oscuridad. Un disco sólido como pocos, donde niguna canción sobra y que, una vez más, debería ser escuchado y concebido como una obra completa. Uno de esos grupos realmente innovadores, que llevaron el hardcore punk un paso más allá. Su siguiente álbum, como ya dije, también es canela en rama. Ahí lo dejo. ¡Puede que el disco producido por Spot que mejor suena! Y una gran colección de canciones.

Offenders - We Must Rebel (1983) Concuerdo con firmeza, ¡debemos rebelarnos siempre! Motivos y causas no nos sobra, eso está claro. Los Offenders también lo sabían, y aderezaron su y nuestra lucha con este discazo tan increíble. Hay que aclarar que escogí este disco aleatoriamente, como podría haber escogido el siguiente, Endless Struggle, porque ambos son increíblemente increíbles, a pesar de tener diferencias se escuchan mejor uno detrás del otro, y a repetir la jugada. Un grupo realmente acojonante.

Se formaron en Killeen en 1978, pero dos años más tarde se mudaron a Austin. Como ya vimos, un año antes de la publicación de este disco, la escena punk en Austin se estaba viendo azotada por un grupo de

Pat Blashill: Roger y Tommy y los otros skinheads amaban a los Offenders, pero también lo hacían casi todos los demás punks de Austin, ya fueran heterosexuales, gays, negros, blancos o chicanos. Los Offenders eran la banda de hardcore más feroz de la ciudad y, al igual que los Dicks, no eran universitarios. Habían emigrado de la ciudad de Killeen, al oeste de Texas, donde se encuentra Fort Hood, la instalación militar estadounidense más poblada del mundo. Si algún grupo personificaba la rabia blanca, eran ellos, pero su furia estaba cortada con una vasta veta de autodesprecio. Su sonido quedaba ilustrado en uno de los carteles de sus conciertos: un primer plano de dibujos animados de un puño levantado y tachonado.

Jeff Smith de los Hickoids: los Offenders estaban en el nexo del hardcore y el punk. Otros hacían el dinero, pero ellos hacían la música. Eran más duros que el hardcore.

Carlos Lowry: ¿qué tenían en común los Dicks, los Offenders y MDC? Todos eran hardcore y estaban enfadados. Para cuando los Offenders se hicieron más grandes, era realmente speed metal, realmente thrash, realmente otra etapa evolutiva del hardcore. En los Offenders hay sin duda algo de izquierdas y antiautoritario, pero es menos político y más personal.

Pat Doyle, batería de los Offenders dijo esto: en Killeen, los Runaways y grupos punk de Austin como Terminal Mind tocaban en un bar de vendedores llamado Crazy Horse Saloon. Nuestros amigos The Ideals abrían todos estos conciertos con versiones de los sesenta y originales como “FTA [Fuck the Army]”, que pretendían cabrear a los soldados locales. Después de Killeen, Austin era Shangri-la, y no sólo para los palurdos como nosotros, procedentes de los agujeros del infierno. Austin tenía gente guapa y joven, árboles, piscinas y una escena de punk rock de verdad.

Los Offenders han perdido a día de hoy a tres de sus cuatro miembros. Carlos Lowry, quien hizo la portada del Endless Struggle, además de otras de Big Boys y MDC, por ejemplo, dijo esto de su cantante JJ Jacobson cuando este falleció en 2018: “Era muy joven y le gustaba bastante la portada. Fue el único en la reunión que se fijó en las caras ocultas en las formaciones rocosas. A lo largo de los años, escuché todas las historias sobre la vida dura que llevaba y sus problemas

legales, pero siempre fue dulce conmigo, como aquel chico joven que conocí, pero con un semblante que le hacía parecía mucho mayor. Como intérprete, era genial, y para mí parecía representar el mundo del hardcore que se avecinaba, y no los rockeros mayores convertidos en punks que emocionaban a la mayoría de mis amigos, y que eran bastante menos comprometidos”.

“Como muchos punks, Jacobson, que pasó por la cárcel, tenía sus demonios. Hasta cierto punto, muchos punks han utilizado la música para sobrellevar y traducir un sentimiento de trauma. A menudo trasladan su dolor -de comunidades y familias destrozadas, de golpes y agresiones físicas- al territorio psíquico de sus canciones. Al hacerlo, pasan de estar desesperados, malparados e impotentes, a encarnar el grito rebelde de un superviviente. En cierto modo, la música les permite desahogar la angustia, al menos por momentos. Lo que antes estaba fragmentado, confundido, maltratado e incluso condenado, puede ser abordado. Lo que antes no se decía y se hacía invisible sale

a la superficie de las canciones, compartidas en un espacio mental con audiencias que van desde parques de caravanas y casas cuidadas hasta apartamentos destartalados y ciudades de tiendas de campaña sin nombre. Más aún, Offenders tomó el dolor y lo filtró a través de un vocabulario musical inventivo. Moldearon las plantillas” (Maximum RnR).

Teresa Taylor: The Offenders eran buenos para destilar ideas muy grandes en una sola línea. “I Hate Myself” era profunda. No podía creer que alguien hubiera destilado todo lo que estaba empezando a sentir, todo lo que estaba pasando, y lo hubiera puesto en esa única línea: “¡Me odio... a mí misma!”.

Pat Doyle de nuevo: JJ fue un niño maltratado que se fue de casa a los quince años y se ganó su inteligencia callejera muy pronto. Se ganó una gran confianza en sí mismo como cantante, pero creo que su hostilidad hacia las normas sociales y las leyes estaba bien establecida antes de conocernos.

Teresa Taylor: en el escenario, JJ daba miedo. En persona, era un bromista, un tipo muy alegre. Un día hablé con él fuera de su local de ensayo. Se había afeitado la cabeza y también las cejas. Y entonces empezó a llover a mares. JJ dijo: “¡Ahhh, mierda! Tengo agua en los ojos!” Así que le dije: “Por eso Dios te dio cejas”.

Paul Leary, el guitarrista de los Butthole Surfers, tenía algo sobre Tony Offender. Dijo: “Mira el dedo gordo de su pie derecho cuando está tocando un solo muy intenso”. Y miré, y el dedo gordo del pie de Tony Offender salía por un agujero en su bota. Se había hecho un agujero en la bota de tanto tocar la guitarra. Paul dijo: “Ese es un muy buen guitarrista”.

Pat Doyle: las letras de JJ no dejan espacio para muchas interpretaciones. “Fight Back” es un tema universal de resistencia; “Like Father Like Son”, el ciclo familiar de violencia familiar y social; “Face Down in the Dirt”... son crudas proclamaciones de poder que tocan la fibra sensible de cualquiera que haya sido corneado alguna vez. Muchos de los grupos de entonces eran una auténtica mierda, la mayoría eran totalmente olvidables y musicalmente nada originales. Algunos eran un poco más elegantes, pero estaban llenos de nauseabundos postureos políticos. Los Offenders no eran nada de eso. La música era de primera categoría, original y potente. Y J.J. era lo más real posible. Su lucha era real. Era genuinamente tan duro como la música. No creo que le importara la letra de los himnos que cantaba porque le salía del corazón. Nació en un mundo de caos y no necesitó fantasear con los tiempos difíciles o la movilidad descendente, lo vivió.

Y continuó, muy serio: “Algunos cantantes son reales y buenos. Algunos cantantes son buenos porque son reales. Ese era J.J.” (Jeff Smith, de Hickoids y Smart Dads). “J.J. tenía dieciséis años cuando se unió a la banda, y era al menos parcialmente analfabeto. El chico era un eterno fugitivo y ya había estado en el reformatorio muchas veces. Tenía algunos abusos muy fuertes en casa y respondía como era de esperar. Así que las letras surgieron de un lugar real. Su novia y yo le ayudamos a canalizar esos sentimientos en letras viables. Creo que su primera canción fue “Fight Back”. Después, temas como “We Must Rebel”, “Like Father Like Son” y “Wanted by Authority” salieron de su bloc de notas como si nada, como si

hubieran estado esperando durante años. En retrospectiva, creo que sus letras siguen impactando hoy en día por su autenticidad. La mayoría de los punks procedían de los suburbios blancos y se limitaban a fingir que estaban oprimidos, pero J.J. tenía crédito en la calle a raudales, y eso resonaba entre los chicos. No se limitaba a gritar sobre Reagan y el espectro de la guerra nuclear, sino que sus palabras provenían de las experiencias reales que llevaba consigo”

Tras unos relatos de primera mano tan valiosos y reales, y para concluir: En definitiva... Nos dejaron dos discazos para el recuerdo. Dinámicos, veloces como un rayo, líricamente ricos,... ¿Hace falta decir algo más?

I don’t like the way I feel. Tell me is this real? I don’t like the way I think. My mind is like the kitchen sink. I hate myself. I live a life of self abuse, I think it’s time to tie the noose. It’s too late now to reconstruct, I know I’m gonna self destruct. When I die I’ll go to hell. You know I’ll like it very well. Lots of junkies just like me. Screaming for eternity.

Plastic Idols - Einstein Experience (1980)

A la hora de frikear (como dice mi amigo Álex) en grupos desconocidos, Internet nos hace un favor increíble a cualquier persona con acceso a la red y con ganas de invertir horas

y horas entrando en blogs que llevan diez años desaparecidos y ventanas emergentes de páginas de contactos rusas. Y aún así, hay veces que por mucho que busques no encuentras lo que querías. Este es uno de esos casos. Apenas hay información sobre este grupo pionero de Houston, que duraron apenas un par de años, entre 1978 y 1980. Pero eso no es razón para no hablar de ellos, todo lo contrario, aquí hay mucha tela que cortar.

Después de un muy destacable debut con el 7’’ I.U.D. / Sophistication (¿un poco rollito Wire incluso?), un año más tarde nos deleitaron con este Einstein Experience, una auténtica maravilla que ha hecho que no poca gente los denomine “uno de los grupos más infravalorados de la historia de Texas“. Como primer cambio destacable respecto a su predecesor vemos que el alocado sinte, sin ninguna duda el punto distintivo del grupo, cobra mucha importancia en todos los temas, dándole un punto extra de frenetidad y haciendo que las melodías exploten por todas partes. El punto en el que el sinte entra arrasando con todo en la mitad del tema homónimo es apoteósico. Y los tres temas del EP están muy arriba. ¡Y portadón! Además, hace unos años se editó un CD llamado Singles, Demos & Live, con bastante material extra muy guay por si te picó el gusanillo con sus 7’’s oficiales. ¡Grupazo!

Poison 13 - Poison 13 (1984)

A la hora de redescubrir este grupo, me pasó una cosa curiosa. Cuando retomé el fanzine, estaba haciendo una lista de grupos sobre los que hablar cuando me topé con Poison 13. Meca, ¿de qué me sonaban esta peña? Indagué un poco y recordé que era un grupo que escuchaba con 17 años, incluso había subido su segundo disco a YouTube en Shit Eaters, el canal que llevo junto a Joel. Y una de las grandes sorpresas fue algo de lo que no tenía ni idea en la época: que este fue el grupo post Big Boys.

Como ya vimos antes, los Big Boys acabaron mal, y una de las cosas que tuvieron claras cuando finalizó la trayectoria del grupo fue que no querían tener que preocuparse por la repercusión de lo que hacían o decían. Así que empezaron a hablar de coches, de la muerte, de tumbas. Vamos, que pasaron de ser los reyes del funk punk a convertirse en un grupo clásico de garage bluesero con toques rockabillys. A ver, no esperes escucharles encontrando otros Big Boys, ¿eh? Aunque tienen momentos como One Step Closer, la cual interpreto un poco como enlace entra un grupo y el otro que sí que nos los pueden recordar, esto es una movida diferente. Un disco muy divertido de escuchar, la verdad.

Una vez acabada la etapa Big Boy, Mike Carroll, un gran amigo de Tim Kerr, empezó a tirarle la caña diciéndole que tenía muchísimas ganas de tener un grupo. Así que cuando el grupo para el que Carroll era roadie se tomó un descanso, Kerr organizó un grupo al instante. Lo que empezó como un grupo hecho para tocar un sólo concierto acabó siendo algo más grande. Y en directo peinaban para atrás, al parecer.

Cuando era más pequeño, este sonido me encantaba, la verdad. Aunque ya no soy un fan tan acérrimo de este rollo, de cuando en cuando vuelvo a ello y disfruto como siempre. Es que joder, temas como My Biggest Mistake, con esa guitarra slide alocada y su característico sonido sucio, como unos Cramps o Gun Club basando su sonido en

quintas distorsionadas a lo largo del mástil. Y molando bastante más que esos grupos, la verdad (aunque me guste el concepto y me gustasen de peque, ahora mismo los Cramps me parecen aburridísimos).

Tim Kerr: ningún concierto destacó sobre los demás: todos fueron muy divertidos y fueron un verdadero ejemplo de por qué todo el mundo debería intentar estar en una banda.

Red, su cantante creó y presentó el programa de radio original “Funhouse”, en la emisora de Pacifica de Houston, KPFT. Además crearon su propio sello, C.I.A. Records.

Y como eran buena peña, no se las daban de nada. En Houston, sus esfuerzos ayudaron a hacer explotar la escena local y crearon un sentido de comunidad como ninguna otra banda local lo había hecho antes o después. Y por ejemplo, al igual que los Dicks en Austin, desafiaron directamente a un departamento de policía increíblemente violento con no poco riesgo para sus propias vidas.

Su sonido tenía más elementos arties y postpunk que la mayoría, con una majestuosidad y originalidad musical y lírica a la altura de Mission of Burma, Wire o Dead Kennedys, con sus particularidades propias, incoporando además influencias como por ejemplo los 13th Floor Elevators o Red Crayola. Su inconfundible cantante, Ronnie Bond, nunca tuvo miedo de cuestionar dogmas o meterse con Texas en general.

Really Red - Teaching You The Fear (1981) Llegamos a una de las paradas obligatorias en este viaje. Really Red, uno de los grupos definitivos de la primera mitad de los 80, ya no sólo en Texas, si no al menos en todo EEUU. Hardcore imaginativo, comprometido y beligerante. Un grupo verdaderamente maravilloso que sigue siendo venerado e influyente más de cuarenta años después, ¡que se dice pronto!

Really Red fueron pioneros en muchos aspectos. Fueron el primer grupo de punk texano en realizar una gira extensa fuera de Texas. Además, fueron la primera banda punk de Texas en tener un LP distribuido a nivel nacional. Fueron la única banda punk de Texas incluida en el primer álbum recopilatorio de música punk y alternativa norteamericana distribuido a nivel nacional, el mítico Let Them Eat Jellybeans. Durante años, además de estar al frente de Really

Se decidieron por un sonido fuerte y frenético. No nos gustaba la idea de ser una banda progresiva, dice Bond, su cantante. También éramos incapaces de eso. No es que esté despreciando el punk. Pero son enfoques y habilidades diferentes. El punk estaba más cerca del rock original de los 50, y nosotros éramos grandes fans de Chuck Berry.

El estilo de guitarra de Kelly Younger es tan único a su manera como el de, por ejemplo Gang of Four, o incluso los Minutemen, pero sin tantos desvaríos como los GENIOS de San Pedro. Y los patrones de batería tensos, precisos y a veces poco ortodoxos a veces nos hacen pensar en NoMeansNo. Mientras, John Paul Williams lo cimentaba todo con su poderoso bajo. Una vez más a la vez que los Dicks, Really Red hicieron de su particular visión del punk algo específicamente texano. Y el resultado fue inventivo, polifacético y poderoso. Con cada lanzamiento su sonido evolucionaba, inconfundible pero siempre

cambiante. Y además consiguieron algo muy complicado: ser políticos sin ser pesados, cansinos o directamente un cliché con patas.

Really Red eran un grupo de Houston por excelencia en su mezcla de lugareños y forasteros como Weber, un nativo de Ohio que creció en Florida, y Bond, un canadiense cuya familia se mudó ahí, donde fue expulsado de tres institutos. Empezaron tocando versiones, pero cuando los cuatro vieron a los legendarios punks de Houston Legionnaire’s Disease, supieron inmediatamente que querían salir de ese juego.

Según recuerda Bond, su primer concierto como Really Red fue memorable por las razones equivocadas: fue en una casa de hielo en Pasadena, no fue un movimiento inteligente en su carrera. La gente de Pasadena no estaba interesada en una banda llamada Really Red, así que no había nadie. No nos pagaban, pero tocábamos por todo el chile que podíamos comer. No nos fue bien, pero nos comimos el chile. Espero que tuvieran buena digestión y evacuación y que no se les atragantase mucho.

Su ciudad no fue muy acogedora. Algunos conciertos se cancelaban antes siquiera de empezar. Bond recuerda que los coches patrulla solían esperar fuera después de los conciertos. Una noche en la que los Dead Kennedys estaban en la ciudad, su guitarrista, East Bay Ray, preguntó por el cruce de calles de la tienda más cercana y denunció un falso robo para alejar a las autoridades del local y que los grupos pudieran recoger sus bártulos e irse.

Giraron abundantemente por EEUU, e hicieron alguna fecha por Canadá con grupos como DOA y Articles of Faith de compañeros de viaje. Y en ocasiones especiales, el cineasta austriaco de vanguardia Kurt Kren proyectaba sus películas como telón de fondo para la actuación del grupo. Son recordados por cariño por sus conciertos benéficos para causas tan diversas como la Campaña de Congelación Nuclear, la Defensa Legal de los Cinco de Squamish de Canadá, la radio KPFT o incluso para la factura del veterinario de un perro herido.

Las anécdotas de las giras de Bond son muy majas la verdad. En un concierto, tocaron

en un antiguo banco, con los cuatro metidos dentro de la cámara acorazada.

Really Red nunca llegaron a conseguir una foto promocional adecuada para enviar con sus grabaciones. Probablemente fue un gran error, pero, oye, teníamos grandes ideales. ¿Y qué conseguimos con ello? El anonimato. Nuestra idea era no tener personalidad, no rendir culto a esto o aquello. Quedaba bien sobre el papel.

Ronnie Bond para la Maximum Rock ‘n’ Roll: había pocas reglas, y la gente estaba definiendo cuál era su escena punk. Las personas vestían con cualquier cosa vieja que pensaran que era punk. Las bandas eran crudas y aventureras y no todas sonaban exactamente igual. Aparecieron todo tipo de influencias. Fue una batalla constante. Los propietarios de clubes, promotores y policías no sabían qué demonios estaba pasando. El público estaba tan confundido a veces. Durante un tiempo, algunas personas pensaron que escupir en las bandas era lo

que se esperaba que hicieran. Más tarde, tirar botellas y demás cosas estaba de moda. Romper mierda, como sillas y otras cosas, sucedía en este período. Me refiero a la explosión de disturbios. Era la audiencia y las bandas contra el bar, su personal y los policías. Fue la frustración y el aburrimiento con la América corporativa y la pesadilla suburbana que explotó en la desesperación. Era peligroso y caótico… fue emocionante, pero a veces daba miedo porque era un territorio nuevo para todos. A dónde iba era una incógnita.

La ciudad era un gran centro comercial corporativo en la superficie, pero debajo de todo, la frustración y el aburrimiento estaban generando creatividad. Una ciudad represiva, jodida y mala. Nos quedamos en las zonas del centro de la ciudad como Montrose y The Heights en su mayor parte, porque si te aventurabas a los suburbios era una verdadera pesadilla de centros comerciales, los vaqueros con sus espuelas, discotecas, bares deportivos, rednecks, y los

vulgarmente ricos. Eso era asqueroso. No recuerdo ningún tipo de “escena callejera”, excepto las personas que conducían por los centros comerciales en sus automóviles. Los policías no querían verte “en la calle”. Se suponía que si estabas fuera en la calle no gastabas tu dinero con el frenesí de los consumidores. Si no estabas haciendo eso, entonces eras sospechoso. “Oye, ¿por qué no estás dentro jugando? ¿Dónde está tu coche?”. Lo único que podrías esperar era que llegara una banda de gira.

Tomó mucho tiempo, mucha diligencia y mucho trabajo crear la escena punk. No solo tenías que trabajar en tu música, sino que literalmente tenías que crear lugares para tocar antes de que alguien pudiera ir a un concierto para escuchar tu música… Siguió así durante un año más o menos hasta que algún lugar comenzó a calentarse con la idea de dejar que estas bandas de mierda tengan espectáculos regulares. Estas bandas «cutres» estaban atrayendo a una nueva multitud de personas. Entonces, esos lugares se convirtieron en los clubes locales de punk. Una escena comenzó a crecer a su alrededor. Entonces una banda podría intentar tocar en alguna otra ciudad. Las bandas comenzaron a contactarse preguntando dónde había que tocar. Los fanzines explotaron y cada ciudad tenía un pequeño medio con interesantes informes y críticas de la escena. Las bandas, el público, los editores, los artistas y los DJs se abrían paso por zonas inexploradas, rompiendo muchas reglas mientras inventaban una nueva contracultura.

Los miembros de Really Red nunca estuvimos totalmente de acuerdo en todo momento, pero teníamos áreas en las que sí lo estábamos. Sin embargo, mientras escribía mis propias letras y hacía la mayoría de los flyers, supongo que eso permitió que mi política dominara la banda. Nunca quisimos convertirnos en estrellas de rock. Teníamos trabajos diarios. No estábamos haciendo dinero con los gastos de grabación, equipo, una camioneta y viajes, lo llamábamos

“pagar por tocar”.

Ahora, vamos a lo de su nombre y lo que significa según los diferentes miembros de la banda, que al menos a mí me daba bastante curiosidad:

Kelly Younger (guitarra): yo era y soy impresor, y trataba de pensar en algo sin sentido a lo que la gente pudiera extrapolar un montón de significados no relacionados. Por alguna razón, se me pasó por la cabeza Red, y así surgió Really Red. Por nuestras inclinaciones políticas podíamos ser considerados “rojos”, comunistas. Lo que es una mierda, pero si hacía pensar a la gente, nos parecía bien.

John Paul Williams (bajo): el nombre Really Red surgió de una situación en la que intentábamos idear algo interesante y profundo, ¡por supuesto! Nos fijamos en otros nombres de bandas como King Crimson, Pink Floyd, Sex Pistols y todos los demás nombres ridículos que han tenido las bandas en el pasado. A través de una experiencia profundamente religiosa (beber alcohol, jugar duro, quedarse despierto hasta tarde haciendo cosas traviesas), resultó que teníamos una práctica al día siguiente y alguien mencionó que los ojos de otra persona estaban “muy rojos”. Y ¡voilá! ¡Un suceso de lo más místico! ¡Un increíble quark de la naturaleza! ¡Una verdadera experiencia cuántica! Esto fue más allá de todo razonamiento. Algo tan profundo a partir de un comienzo tan exiguo. Aaaay, la maravillosa tarea de escoger un nombre que no sea insoportablemente vergonzoso...

Recuerdo momentos en los que éramos tan rápidos y estábamos tan unidos que la sensación era irreal. Kelly y yo escribimos toda la música. Ronnie no quería “cantar” las letras de nadie más, así que lo aceptamos siempre que estuviéramos de acuerdo con el contenido. Al fin y al cabo, Ronnie cantaba y nosotros tocábamos.

En Really Red, como grupo, trabajábamos mucho. Practicábamos todos los martes,

miércoles y domingos por la tarde sin falta. Si estabas de resaca, cabreado, no te sentías bien o lo que fuera, no había buenas excusas. Te presentabas y tocabas. Éramos una banda que tocaba durante horas y horas. Tocábamos cosas que ni siquiera sabíamos qué eran. Simplemente improvisábamos. A través de la improvisación se nos ocurrían riffs interesantes. A través de los riffs interesantes (que solían ser muy sencillos al principio), desarrollábamos un puente (a partir de otro riff interesante), y se nos ocurría un principio y un final. A veces llegábamos con el principio, otras veces el final era lo primero. Las piezas cambiaban constantemente, a veces en concierto. No había reglas, salvo la participación de todos. Éramos una banda. Todos trabajábamos duro. Siempre les digo a los jóvenes que quieren “tocar” que hay que comprometerse, no hay que defraudar a los demás sólo porque hoy no te apetezca.

Somos una sociedad poco motivada hoy en día, y tengo muy poca paciencia con los gilipollas que creen que ser punk o hippie significa no hacer nada y quedarse colocado.

I Refuse To Sing es un ejemplo de nuestros sentimientos hacia los idiotas que hacen estragos por su cuenta porque creen que la música les da permiso. Una cosa es segura: Really Red tenía integridad y muchos defectos y a través de esa fricción surgió el fuego.

Nuestro objetivo era ser una especie de catalizador (por pequeño que fuera) para la reflexión, la indignación, la diversión, la acción y, en definitiva, el CAMBIO, y pasarlo bien provocándolo. No sé si tuvimos éxito o fracasamos en ese aspecto. Pero sí creo que hemos hecho buena música, para nuestras limitadas capacidades y el género musical algo restrictivo que elegimos. Es muy

gratificante saber que todavía hay quienes nos recuerdan.

Si quieres iniciarte en la música de este maravilloso grupo y no sabes por donde empezar, te recomendaría, como creo que haría el 99% de gente, su primer LP, Teaching You The Fear, que cuenta con algunos de los momentos más inspirados de toda esa era. Una auténtica bomba. La canción que da título al disco citaba los asesinatos de tres hombres a manos de miembros del departamento de policía de Houston: el activista de las Panteras Negras Carl Hampton, el latino Joe Campos Torres y el gay Fred Paez. ¿Te acuerdas del 7’’ de AK-47?

Soy un animal político, así que escribí sobre eso. Intenté que fuera personal en lugar de “¡apestas!”. Intenté que fuera personalmente relevante para la gente. Y estábamos en un buen entorno para ello. La supercultura de Houston era primitiva, religiosa y represiva. Eso provoca la rebelión. Es como una válvula. Tiene que expresarse de alguna manera. Montrose estaba entonces lleno de lo que el alcalde llamaba “bichos raros”, artistas y otros personajes que no tenían una salida, así que crearon la suya propia. Yo caí en eso.

Rest In Pain, su segundo disco, también es muy meritorio, siempre visto como secundario quizás por la sombra de su inmenso debut en largo, pero un gran disco aún así en el que se zambullen de lleno en la experimentación, homenajeando homenaje el Parable of Arable Land de Red Crayola, sin olvidar su faceta hardcore original. En 1985, año de la edición de este largo, lo dejaron, a pesar de que este llevaba grabado desde 1983. Weber insinúa una separación polémica. Fue una ruptura traumática. No estaba preparado para que se acabara, pero se acabó por razones de las que no quiero hablar. El único miembro que ha seguido haciendo música ha sido el propio Weber, con nuestros queridos Culturcide y The Anarchitex, también de Houston, con los que

creo que sigue a día de hoy.

Hace un par de años se editó Teaching You the Fear... Un disco tributo con Verbal Abuse, Mudhoney, Gary Floyd / Dicks, Jello Biafra, MDC,... Un bonito homenaje y muestra de que su legado sigue vivo, aunque no soy muy fan d elos tributos (me parece como hacerle una lápida a un vivo). Además, hace unos años de editó el megarecopilatorio Teaching You The Fear: The Complete Collection 1979 1985, con toda su discografía e incluso temas inéditos, una verdadera golosina.

A día de hoy los miembros de los que tenemos constancia parece que disfrutan recordando su vida anterior como pioneros del punk en Houston. Ninguno de los dos tiene la tentación de intentar reunir a la banda. Es mejor dejar los recuerdos tal y como fueron, dice Bond. No puedes recuperar esos tiempos y esa energía. Ya no existe. ... Ahora es diferente. Sería imposible subirse a un escenario en un lugar que se ha hecho con seguridad para las bandas de punk rock y tratar de ser escandaloso. Hay que tener algo con lo que rascarse. Nosotros lo teníamos entonces, pero ya no.

Reversible Cords - Reversible Cords (1980)

Otro grupo bastante desconocido y muy infravalorado, al menos fuera del circuito texano. ¡De hecho es de los pocos discos

aquí expuestos (por no decir el último) que no se puede encontrar fácilmente por Internet! Y pillarte el disco tampoco sale precisamente barato...

Reversible Cords fueron un oscuro, pero influyente, grupo de Austin. Le daban a un rollo nueva olero muy majo, y todo el mundo les compara con Blondie, Kleenex o los Slits. ¡Pero ojo! No sé si será porque la voz me suena con un tono parecido, ¡pero en algún momento me recuerdan mogollón a las DIOSAS Dolly Mixture! Hay quien les llama precursores del anti-folk (que sinceramente, no sé muy bien dónde lo ve). Sea como sea, unas comparaciones así indican buena cosa. Utilizaban instrumentos no muy comunes en el punk, como panderetas, saxofones o acordeones, además del clásico teclado. Con esto, sus peculiares canciones, la energía anticapitalista que desprendían,

a veces intensa y a veces perversa, les convierten en un grupo ultra divertido, pero para nada suenan artificiales como podía pasar con muchos grupos de su onda. Tenían un sentido de la seriedad implícito muy arraigado. Además, el arte de sus discos, un 7’’ y este largo, al menos a mí me parece muy atrayente. Y eso ya te entra por los ojos y no sale.

También eran conocides como Re*Cords, y compartieron miembros con grupos como los Huns y Norvells. Y aquí viene lo fuerte. Durante un periodo de tiempo (al menos para un concierto) ¡fueron la banda de Roky Erickson! Vaya guapo chaval.

Apenas hay información de Reversible Cords disponible por ahí, pero te recomiendo infinitamente zambullirte en su sonido, porque sus canciones son pequeñas joyas pop de guitarra nerviosa ULTRADISFRUTABLES, y un pedacito de la historia del punk de Texas.

Scratch Acid - Scratch Acid (1984)

Referirse a Scratch Acid, o a cualquier grupo, como “la distorsión inteligente“ es una de las cosas más pretenciosas que he leído en mi vida. Scratch Acid podrían ser uno de esos grupos que la peña moderna guay que conozco podrían idolatrar pero por alguna extraña razón no lo hacen, y se quedan en refritos de plástico cuanto menos

bochornosos. Porque buah, Scratch Acid mucha movida ¿eh? Retorcidos, originales, sumamente influyentes... Toda la escena de Seattle habría sido bastante diferente sin estos señores.

Quizás mucha gente los descubriese, sobre todo en los 90 y posteriores, con la explosión de Jesus Lizard, el grupo que hicieron después alguno de sus integrantes siguiendo la senda de Scratch Acid y que de seguro ayudó a poner unas cuantas cosas en el mapa. Scratch Acid entraban dentro de esos grupos fríos, ruidosos, desquiciados, descarnados e industriales de Chicago como Big Black y Naked Raygun. Y de esta lista de tres, diría que Scratch Acid son mis favoritos, a pesar de que llevo admirando a Big Black desde los trece años.

Fueron uno de tantos grupos inspirados por el famoso motín de 1978 en el Raul’s, instigado como ya vimos por el cantante de los Huns, Phil Tolstead. Uno de los influenciados por los titulares sensacionalistas fue David Yow, hijo de un piloto de combate de las Fuerzas Aéreas y recién graduado en el instituto.

David Yow: un Halloween, un amigo mío y yo fuimos a Raul’s a ver tocar a los Huns. Habíamos leído en la Rolling Stone sobre el momento en que apareció la policía. Eso cambió por completo la forma en que pensaba que debía presentarse la música.

David Sims: fui al instituto de Austin. Probablemente me decanté por estar en una banda para alejarme de la experiencia del instituto.

Brett Bradford: Austin era una ciudad con una atmósfera de pueblo. Por alguna razón, la escena musical underground se impuso y explotó. Todo ese rollo de “¡monta tu propia banda!” era de verdad. ... Me mudé de Dallas en el otoño de 1980 y puse un cartel en Inner Sanctum Records que decía “guitarrista busca banda”. Había un tipo detrás de mí que dijo: “Oh, estamos buscando un guitarrista”. Me di la vuelta y vi a un tipo con aspecto de

loco y pelo azul. Resultó ser Chris Wing de Sharon Tate’s Baby. Empecé a tocar con él y luego escogimos a Rey como batería.

Rey Washam: los suburbios de Dallas eran muy incultos y rancios y seguros y blancos. Cuando me mudé de allí a Austin, se me abrió todo un mundo. Empecé a ir a la Universidad de Texas y allí conocí a algunos amigos que sabían mucho más de música. Me hicieron conocer a los Ramones, y a partir de ahí todo siguió igual.

Chris Wing, cantante de Sharon Tate’s Baby y Jerryskids: hicimos toneladas de ácido. Austin tuvo una gran inundación el Día de los Caídos de 1981. Estábamos ensayando y tratando de pensar en un nuevo nombre. Brett dijo: “Seamos Jerryskids”. Éramos débiles de espíritu, así que dijimos que sí. Entonces dejamos de practicar y dijimos: “Salgamos a salvar vidas”. Eso es lo que hicimos. De hecho, salvamos un par de vidas durante esa inundación. Nos encontrábamos con escenas de desastre y sacábamos a la gente de los coches varados con los torrentes de agua que caían alrededor de la 51 y Guadalupe, donde nace el arroyo. Todos tropezábamos como locos. Me recordó un poco a la mítica noticia de “hombre puesto de LSD salva a perro de incendio imaginario“ jajajaja. Héroes lisérgicos.

David Yow: no se me ocurrió estar en una banda, pero con todo el “hazlo tú mismo” del punk rock, pensé: “Mierda, tocaré la batería o el bajo o algo”. Lo siguiente que supe fue que estaba tocando el bajo en una banda de punk rock llamada Toxic Shock. Hacíamos un punk rock tipo Ramones/Sex Pistols. Nada demasiado pensado. Hacíamos carteles para ello mucho antes de tener la banda. Esto es mucho más típico de lo que pensaba.

Steve Anderson, cantante de Toxic Shock: tocamos un par de veces juntos, luego me separé de la banda. Los Butthole Surfers abrieron nuestro primer concierto. Todo el mundo se presentó para ver tocar en el Club Foot a ese grupo de los mil flyers falsos.

Nos escupían y nos tiraban cerveza encima. Había un entresuelo alrededor del escenario y la gente nos tiraba basura. Llevaban un año esperando para jodernos.

Scratch Acid empezaron a ensayar en 1982 como quinteto, con Steve Anderson de Toxic Shock en la voz y David Yow al bajo. Mientras que por aquel entonces el sonido estrella del underground era el hardcore californiano a la Black Flag y Circle Jerks (normal, menuda maravilla), ellos abrazaron los sonidos de grupos como Public Image y The Birthday Party, evitando las reglas ruidosas y rápidas del hardcore y definiéndolo como todo lo que no querían ser.

David Sims: el gran elogio entre esas bandas era: “sois muy compactos”. Ser innovadores y raros había pasado a un segundo plano.

David Yow: en aquella época, muchas bandas de Texas no sólo eran geniales para escuchar, sino también para ver: Los Dicks, los Big Boys, los Butthole Surfers. Había muchos, pero esos tres en particular...

Brett Bradford: para mí, los Big Boys y los Butthole Surfers eran como ir a la iglesia. Era una experiencia religiosa y espiritual.

En cuanto a su sugerente nombre, David Sims aclaró: hicimos largas listas de combinaciones de dos palabras y nos decidimos por Scratch Acid. Queríamos algo evocador pero inespecífico, algo que indicara una atmósfera pero que no se atascara con juegos de palabras o alusiones específicas.

Su primer concierto fue en Studio 29 en enero de 1983. Sólo tocaron tres instrumentales porque despidieron a Anderson al programar el espectáculo sin decírselo. La decisión que tomaron fue la correcta, dice Anderson, que sigue siendo amigo de la banda. Cuando Scratch Acid debutaron como tal dos meses más tarde en el Skyline Club, Sims estaba al bajo y Yow era el cantante, quedándose con un sólo guitarra. Todo cambios a mejor, porque aquí empezaría lo bueno.

David Sims: el primer concierto fue con TSOL, los Big Boys y los Butthole Surfers (de

panchus). Ganamos 20 dólares.

Brett Bradford: alguien había repartido 100 medias dosis de ácido a quien lo quisiera. Así que había un montón de ojos grandes. Fue bastante interesante. No estoy defendiendo eso, pero todo el mundo parecía pasarlo bien.

David Yow: yo estuve vomitando todo el día. Estaba aterrorizado. Pero creo que fue divertido. Siempre me ponía nervioso antes de los conciertos. Normalmente se me pasaban a los tres o cuatro segundos de la primera canción. Me gustaba mucho la música del grupo, así que podía perderme en ella. Eso ayudaba mucho. Eso y los chupitos.

En julio del año siguiente entraron en el estudio Earth & Sky de Austin para grabar su mini LP debut de ocho canciones, sin ninguna duda lo mejor que nunca editaron. Un disco compactísimo y de locura donde el noise, surf, rockabilly, blues y todo lo que les apeteciese en ese momento, como un imponente arreglo de cuerdas, se funden en un torbellino ejecutado con precisión y altas dosis de chaladura general. Parece de todo menos un debut.

Stacey Cloud, de Rabid Cat Records: Laura Croteau había empezado Rabid Cat firmando con los Offenders, y cuando entré, queríamos hacer un disco con Scratch Acid.

Rey Washam: recuerdo la primera vez que fuimos a grabar ese disco a Earth & Sky. Tocamos en directo y volvimos a escucharlo y me dije: “¡Joder, tío! ¿Así es como sonamos? Es muy interesante”. Nunca había escuchado realmente a David cantar porque normalmente ensayábamos con una mierda de PA, pero cuando le escuché hacer el seguimiento de esa primera canción, me dije: “¡Maldita sea, eso es muy guay!”. Nos miramos unos a otros con esas sonrisas de comemierda y empezamos a reírnos.

Brett Bradford: escribí Owner’s Lament y pensé que sería genial con una sección

de cuerda. La novia de David Sims tocaba por aquel entonces la viola, y conseguimos a otras personas del departamento de música de la UT. Rey escribió una sección de cuerdas. A mí siempre me ha gustado el violonchelo, y había una parte en la que tenía un solo de guitarra, así que le pedí al violonchelista si podía inventar un solo para ir en el solo. Lo escuchó una vez y luego hizo la pista. Lo que hay ahí es lo que salió de su cabeza, totalmente improvisado y en el momento.

Aunque varios miembros de Scratch Acid eran primerizos, siendo este su primer grupo (vaya debut), rápidamente se pusieron a tono en los conciertos, dando bolos fasciantes. A medida que el EP se abría paso por el país a través de fanzines, radios universitarias y el boca a boca, empezaron a organizar breves giras por el Medio Oeste y la Costa Este.

Sims era sólido como una roca. No se movía mucho. Nunca sonreía. Rey era totalmente intenso en la batería, manteniendo todo unido. Luego estaban Yow y Brett, que estaban completamente locos. Yow era increíble. Ibas y te maravillabas de cómo podía entregar su cuerpo con tan poca consideración por su bienestar físico. Brett interpretaba esas partes tan locas, y nunca sabías si lo que hacía era intencionado o no, pero sonaba realmente bien.

En el fanzine Flipside, destacaron la crudeza, la energía y la seriedad del grupo en directo: ...la banda no tiene pretensiones, es rápida y contundente. No presentan ningún truco, ni glamour, ni un elaborado espectáculo escénico. Al fin y al cabo, eso ya se ha hecho muchas veces. Scratch Acid simplemente sale al escenario con su ropa de calle y empieza a tocar. La calidad de su música se sostiene por sí misma.

David Sims: hubo dos conciertos que tocamos en fines de semana consecutivos. David no se había afeitado ni cortado el pelo en un tiempo, y se disfrazó de Jesús y tocó parte del concierto en una cruz que construyó. El

fin de semana siguiente, se cortó el pelo y se afeitó casi todo el vello facial e hizo el espectáculo como Hitler. Llevaba la camisa marrón y el brazalete. A algunos no les gustó.

David Yow: los Ramones tocaron en el Back Room una noche que tocamos en el Cave Club. Estaba en el backstage después de terminar nuestra actuación y me tocaron el hombro. Me giré y era Joey Ramone. Me dijo: “Buen espectáculo, David”. Intenté mantener la calma y actuar como si no fuera gran cosa. Le dije, “Oh, muchas gracias, Joey. ¿Cómo estuvo tu show?”. También tocamos en un lugar llamado Muggins en Indianápolis, abriendo para la banda de covers de los Beatles que tocaba allí todos los jueves por la noche. David se metió una bolsa de harina, agua y colorante alimentario en los pantalones y empezó a agitarla, diciendo al público que se había cagado en los pantalones.

Cuando tocamos como teloneros de Public

Image en el City Coliseum, había un buen despliegue entre bastidores y fui a por una cerveza. Un inglés me dijo: “oh, no puedes tomar nada de eso”. Le dije: “somos los teloneros”, y me dijo: “tienes que hablar con el promotor”. Así que le pregunté al promotor si podíamos tomar una cerveza y me dijo que tenía que hablar con la banda. John Lydon estaba de pie, así que pensé: “Iré a preguntarle a Johnny Rotten. Él me dejará tomar una cerveza”. Me acerqué a él y le dije: “oye, ¿crees que podríamos...?” y antes de que pudiera terminar la frase, dijo: “¡No!” y se fue. Uno de los chicos de la banda vio lo que pasaba y nos trajo cerveza. Eso fue muy amable, pero mientras Public Image estaba tocando, cogimos toda su cerveza, todo su alcohol y todos sus deliciosos alimentos, los metimos en nuestra furgoneta y nos fuimos. Otro grupo decepcionado con PIL.

Su siguiente disco, Just Keep Eating, fue una decepción. Que a ver, también mola, ¿eh? Pero comparado con el anterior es un bajón considerable, ya sin rastro de la locura mecanizada y con un empacho de los Birthday Party. Steve Albini, siempre comedido, dijo: Just Keep Easting es un disco fallido, viniendo de quien viene, y en el que llegan a recordar a los peores Faith No More. Cuando les preguntaron por el significado del nombre del disco, respondieron que era un poco tonto y una broma interna, relacionada con el hecho de que todos habían vivido juntos y habían hecho bien en seguir sobreviviendo.

Desencantados con Rabid Cat, quienes no habían distribuido demasiado bien sus discos ni les habían dado un sólo centavo, ficharon por Touch & Go, quienes sabían moverles bien y donde sacaron un año más tarde Berserker, más inspirado y que recuerda a su glorioso debut.

Los últimos meses de Scratch Acid fueron una montaña rusa de altibajos constantes. Después de la salida de Berserker, y aprovechando el tirón que estaban teniendo, se embarcaron en su gira más ambiciosa, aventurándose en Europa y la Costa Oeste.

En Seattle disfrutaron de un recibimiento especialmente cálido, donde la leyenda cuenta que a un entonces chavalito Kurt Cobain se le negó la entrada a su concierto con las entradas agotadas.

David Yow: el concierto en el que tocamos en Seattle tenía las entradas agotadas. La gente que no podía entrar se apretujaba contra la pared de fuera intentando escuchar. Los que estaban dentro se desbordaban hacia el escenario. Estaba abarrotado, era una locura y fue muy divertido. Creo que muchas de las bandas que se hicieron realmente grandes y populares estaban en ese concierto. Había un tipo que tenía problemas para entrar. Salí y alguien dijo: “Este tipo tiene problemas para entrar. ¿Puedes ponerlo en la lista?” Dije que sí. Resulta que era Mark Arm de Mudhoney. La de vueltas que da la vida. Nirvana y Soundgarden eran fans declarados, y Kurt Cobain incluyó su debut en la famosa lista de sus 50 discos favoritos. Y además en el número 7, nada mal.

A pesar del reconocimiento, cada vez estaban más frustrados con la trayectoria de su carrera, así como entre ellos mismos. La frustración acabó por estallar una noche en Minneapolis, donde Rey y Brett tuvieron una gran pelea encima del escenario. Rey marchó del grupo nada más terminar la gira.

Brett Bradford: esa última gira, en la que estuvimos fuera tres o cuatro meses, hizo que todo el mundo estuviera cansado e irritable. Rey y yo tuvimos una pelea. Bueno, yo no lo llamaría una pelea. No hubo puñetazos ni nada parecido, pero tuvimos un desacuerdo. Yo había bebido demasiado antes del concierto. No sentía que estuviera metiendo la pata, pero a él no le gustaba que estuviera borracho.

Rey Washam: yo seguía queriendo a Brett y siempre lo haré, pero si trabajas con alguien tan estrechamente, es muy difícil. Dejas que los egos se interpongan. Empecé a dejar que mis expectativas tomaran el control. Quería que Brett fuera un determinado tipo

de persona y un determinado tipo de músico. Le pedía que fuera algo que no era. Fue una estúpida mierda de ego y explotó en el escenario una noche.

Tras echar el telón a Scratch Acid, Simms y Washam formaron Rapeman con Steve Albini, Bradford se fue por su cuenta y Yow se dedicó a esperar a los dos primeros para dar vida a The Jesus Lizard, quienes aprovecharon el sonido de Scratch Acid para conseguir un contrato con una gran discográfica y un puesto en Lollapalooza en 1995. La verdad es que eran tan continuistas que podían haberle puesto el mismo nombre y hacerlo pasar por una reunión y no habría pasado nada.

En 1991, Touch & Go editó The Greatest Gift, un recopilatorio con casi todo lo que grabaron. Y a lo largo de los 2000s tuvieron alguna aparición encima de los escenarios, en bastante buena forma la verdad.

Cada vez que pienso en Scratch Acid, es como si dijera: Guau, ¿cómo ocurrió? Queríamos ser nuestra banda favorita, y resultó que también éramos la banda favorita de otras personas.

Stick Men With Rayguns - Some People Deserve To Suffer (2002) Seguimos con nuestro particular descenso

al retorcimiento más chalado. ¡Este final del fanzine está siendo muy guay de hacer! En general me lo estoy pasando genial haciéndolo.

Muchas veces se ha dicho que SMWRG son una mezcla perfecta entre la agonía de Flipper y la chaladura, el sentido del humor y la destrucción sónica de los Butthole Surfers. Como ya hemos visto, en aquella época y zona había varios frontmans (qué asco de palabra) que parecían de otro mundo en algunos momentos, como alienígenas (algo propio de Texas parece, ¿no? si catalogamos también como frontman a presidentes o líderes fanáticos religiosos): el torturado JJ de los Offenders, Gibby Haynes y su espectáculo atroz en directo, David Yow de Scratch Acid,... Sin embargo, ninguno podía llegar a ser tan absolutamente desgraciado y despreciable como Bobby Soxx. El tío parecía un Buddy Holly recién salido de cumplir condena por robo con fuerza y puesto de tripis. Soxx era legendario incluso entre los cantantes que mencioné antes. Para él, su concepto de broma era pisar la mierda de vaca antes de darte una patada en los huevos. Así estaba el patio. Y cualquiera que

tocara en el mismo cartel que Stick Men with Ray Guns estaba doblemente jodido, ya que Soxx era conocido por mear en las bandas a mitad de concierto (pregúntale a MDC), y meterse el micrófono en el culo al final de su set, garantizando ese sabor especial de “ensalada mezclada” para el siguiente grupo.

Eran estridentes y agresivos, con una guitarra increíblemente ruidosa y aullante y un bajo distorsionado atronador, coronado por las letras ultra confrontativas y ofensivas, de Bobby Soxx, su voz demencial, y por si fuera poco, con el telón de fondo de su estilo de vida decadente, que no era ninguna pose.

En muchos sentidos eran una exploración alegre de la violencia y la irracionalidad, con conciertos abiertamente hostiles o combativas con el público. Este enfoque autodestructivo se exageraba cada vez que tocaban fuera de su ciudad, Dallas, y a menudo elegían abrir los sets fuera de la ciudad con canciones que nunca habían practicado, además de unas cuantas cosas más que ya veremos.

Su nombre viene de un infame cómic que Bobby Soxx había creado llamado “Stick Man with Ray Gun” (se pueden leer varias viñetas en la red). El Hombre de Palo era un personaje enloquecido y racista que se paseaba por las calles de su barrio disparando con su pistola de rayos a todo aquel que consideraba que mancillaba su raza o simplemente le molestaba.

Clarke Backer: el cómic Stick Man With Ray Gun presentaba a un personaje que patrullaba su vecindario en busca de cualquiera que le ofendiera o profanara sus puntos de vista bastante distorsionados sobre el decoro social o la pureza racial. Los hacía volar por los aires con su pistola de rayos en una caótica explosión. Cada tira era la misma historia básica, que siempre terminaba en muerte y caos general.

La completa irracionalidad del personaje me resultaba muy atractiva, y decidí llamar al

grupo así como un guiño a Bobby Soxx y al caos que a menudo le rodeaba. El carácter irracional del Hombre del Palo ejerció su influencia, y comenzó a apoderarse rápidamente del grupo. Como unidad, la banda se convirtió en lo que algunos podrían llamar “difícil”. Sólo nos interesaba lo que hacíamos y no nos relacionábamos mucho con otros grupos, sobre todo con las bandas de gira, para su sorpresa. Elegimos nuestro propio camino, bastante idiosincrático, y tocamos para nuestra propia diversión.

Se formaron en 1981 después de que Soxx (antes de los Teenage Queers) asistiera a un concierto del anterior grupo del guitarrista Clarke Backer, Bag of Wire.

Clarke Backer: había visto a Soxx por la ciudad y probablemente no había hablado con él más que una o dos veces cuando me pidió que formara una banda con él. No me lo tomé en serio en ese momento.

Recuerdo haberle visto cantar con los Skuds una noche en DJ’s. Tres tipos cantando a la vez - era un pandemónium, una de las cosas más divertidas que había visto. Me encantó. Cuando dejé Bag of Wire, corrí la voz en la calle para que Bobby se pusiera en contacto conmigo, y un día se presentó en mi puerta.

Traje a mi amigo Scott Elam a la batería y tocó el bajo temporalmente un amigo, Mark Ridlin, hasta que pudimos encontrar un bajista permanente. El núcleo de la banda tardó un par de meses en consolidarse y, a instancias de Soxx, Bobby Beeman se unió al bajo poco después. Creo que él acababa de cumplir 19 años y yo tenía 30. Era perfecto.

Su primer concierto fue una fecha en el club Zeros de Fort Worth en la primavera de 1981. Debido a la reputación de Bobby, Clarke a menudo tenía que responder por su comportamiento ante los gerentes de los clubes. Como eran amigos íntimos de los miembros de los Butthole Surfers, a menudo compartían el escenario, cada uno abriendo para el otro hasta que los Surfers empezaron a hacer giras nacionales y a ganar popularidad.

Clarke Backer: no puedo decir mucho sobre ningún aspecto especial de la escena de Texas, aparte de decir que era Texas. Innumerables músicos famosos han venido de Texas, pero la mayoría tuvieron que salir de Texas para hacerse famosos. A nadie en el país le importaba Texas a mediados de los años 70, así que era su propia pequeña isla artística. La desorganización de la escena nos daba mucha libertad. Había pocas convenciones a las que tuviéramos que ajustarnos.

Bob Beeman: la mayoría de la gente no se da cuenta de lo grande que es Texas. Hay 239 millas entre Dallas y Houston. Y los límites de velocidad entonces eran de 55 mph, así que era un viaje de 4,5 horas. Eso es como ir de Nueva York a Washington, D.C., o de Cincinnati a Cleveland. Así que, la gran distancia hacía que las escenas de un lugar a otro fueran muy diferentes. Al mismo tiempo, todos estábamos en Texas, y había un vínculo sólo por eso. Austin está más cerca, y tocábamos más en Austin y teníamos más seguidores allí. En realidad, nuestra banda encajaba mejor en la escena de Austin que en la de Dallas, y éramos mucho más populares allí, pero definitivamente éramos una banda

de Dallas. No sé si tomamos influencias de esas bandas, pero eran nuestros amigos; salíamos con ellos, nos divertíamos con ellos, y luego hacíamos lo nuestro y ellos lo suyo.

Un concierto memorable fue en Austin: los Hickoids eran nuestros teloneros. Fue en el sótano de una librería, y cuando entré, los Hickoids andaban con la cara pintada con DayGlo, y había tendederos por todas partes con verduras gigantes. Y tocaban y estaban en llamas; eran geniales. Así que estábamos sentados viendo esto, tratando de pensar en cómo íbamos a seguir eso. Salimos y estamos haciendo nuestro set, y en él estamos haciendo una versión de “I Wanna Be Your Dog” de los Stooges. Y miro y Bobby está cantando, y su novia le está haciendo una mamada en el escenario mientras canta; y así no estoy seguro de que eso hubiera pasado si no hubiéramos seguido una actuación tan buena, pero en ese sentido, todos nos empujamos a ser mejores en lo

que hacíamos.

Clarke Backer: Muchos de mis mejores recuerdos son de los primeros tiempos, cuando los clubes eran pequeños y teníamos mucha libertad para experimentar. Utilizábamos mucho el volumen para aporrear al público. Quería que doliera. En general, queríamos que el público se sintiera lo más incómodo posible. Como dije antes, la personalidad del Hombre del Palo se apoderó de la banda. Sin embargo, nunca planeamos nada por adelantado. Sin embargo, saboteamos activamente nuestros propios espectáculos, sobre todo fuera de la ciudad, cuando deberíamos haber intentado causar una buena impresión en los clubes y el público.

Cualquier cosa que pudiera ser percibida como un insulto contra nosotros, por pequeña que fuera, nos llevaba a atrincherarnos y volvernos aún más combativos. Podíamos reaccionar de forma exagerada ante cualquier

cosa. Nunca intentábamos crear problemas, pero a menudo estos nos encontraban. Sin embargo, mis recuerdos favoritos son de los primeros días, cuando nos metíamos con la iluminación del Metamorphosis Concert Hall y utilizábamos cintas introductorias intencionadamente irritantes en varios clubes. Me alegraba mucho si conseguíamos que el público nos gritara que lo apagáramos. Buenos tiempos.

Bob Beeman: Al principio tocamos en un lugar llamado Metamorphosis Concert Hall. Estaba al lado de una tienda de discos, y era un lugar pequeño con un techo bajo y sin escenario. Hice un corto de vídeo con un montón de imágenes violentas de películas o documentales de televisión, y tenía una banda sonora que era de SPK, según recuerdo. Pusimos un televisor sobre una silla y apagamos todas las luces. Entonces, la única iluminación del escenario era una fina banda de luz blanca que nos daba más o menos a la altura del pecho. Tocamos, y me di cuenta de que el público estaba bastante agitado, pero nadie podía ver realmente. Cuando terminamos y se encendieron las luces, había sangre por todas partes. Todavía no sé qué pasó.

Pero, sobre todo, todos entendimos desde el principio que nunca saldríamos de gira. Nunca firmaríamos con una discográfica. No estábamos en esto para intentar ganarnos la vida. Veíamos a la banda como un catalizador y al público como nuestro entretenimiento. Manipulábamos al público para entretenernos, en lugar de actuar para complacer al público. No hacíamos cosas para gustarles, sino para que reaccionaran ante nosotros. Éramos MUY ruidosos. La voz de Bobby hacía estallar los altavoces de la megafonía. Creo que nuestro enfoque era diferente al de la mayoría de las bandas.

Tocamos música para que la gente la sienta, no para que la escuche.

SMWRG grabaron poco en el estudio. Incluso llegaron a destruir alguna cinta maestra

por su baja calidad. Y lo que grabaron sólo apareció en un puñado de recopilatorios, la mayoría descatalogados desde hacía mucho tiempo. Entre esto y que nunca giraron fuera de Texas, no tuvieron mucha popularidad fuera del Estado en sus años en activo.

Clarke Backer: nunca nadie estuvo muy interesado en sacar un disco de SMWRG mientras estábamos en activo, a excepción de los Butthole Surfers. Siempre creyeron en nosotros, e hicieron todo lo posible por arrastrarnos a algo parecido a la popularidad.

Al escuchar Property of Jesus Christ junto con 1.000 Lives to Die, se nota un cambio de tono. Las interpretaciones parecen ser igual de cáusticas, pero el cacareo juvenil y enérgico de Bobby en el primero ha dado paso a una entrega vocal más fuerte y profunda en el segundo. ¿Atribuyen este cambio a un desarrollo físico natural en un lapso de tres años, o podría haber sido un subproducto de los demonios personales de Bobby que comienzan a alcanzarlo?

Clarke Backer: Bobby se presentó en el programa muy enfermo. Estaba empezando a tener verdaderos problemas con la metanfetamina en ese momento, peor que en momentos anteriores de la carrera de la banda. Aquella noche lo pasó muy mal, pero la actuación fue buena y su voz le dio una peculiar sensación de urgencia.

Bob Beeman: Bobby estaba enfermo para la actuación de 1.000 Lives. Es la única vez que sonó así. El tema Property of Jesus Christ es como sonaba Bobby. Irónicamente, esa es la mejor grabación en vivo que tenemos, y por eso se publicó. Dicho esto, suena interesante así y destaca a pesar de que su voz está apagada.

Su último concierto fue en junio de 1988. Después de la separación de Stick Men With Ray Guns, Soxx pasó mucho tiempo en prisiones (entre otras cosas por maltrato, en una de sus etapas más enajenadas en las

que literalmente no sabía ni se daba cuenta de lo que hacía) y psiquiátricos antes de acabar sin hogar. Lamentablemente, falleció por complicaciones del alcoholismo en octubre de 2000.

Bob Beeman: cuando nos separamos, Scott se mudó a Nueva York, Clarke se mudó a Florida, yo me mudé a Seattle y Bobby fue a la cárcel. Todo eso ocurrió en unos seis meses. Para cuando encontré el camino de vuelta a Texas, una década después, Bobby murió.

Un buen espoleo para la popularidad del grupo ocurrió cuando Dim Stars, el proyecto paralelo de Richard Hell y Thurston Moore, versionaron Christian Rat Attack en 1991, exponiendo a una nueva audiencia nacional, en plena explosión del grunge a nivel mainstream. Así comenzó el renacimiento disperso de SMWRG.

Unos meses antes de la muerte de Soxx, Clarke Blacker publicó una serie de temas raros de Stick Men With Ray Guns en un recopilatorio llamado Some People Deserve to Suffer. En 2003, el álbum fue ampliado y reeditado en Emperor Jones. Al mismo tiempo, a medida que el interés por la primera oleada de grupos de punk texanos aumentaba, grupos oscuros como Stick Men with Ray Guns y The Hugh Beaumont Experience adquirieron el estatus de grupos de culto.

La mayor parte de Some People Deserve to Suffer extrae la mayoría de sus fragmentos de los conciertos de la breve gira Rock Against Reagan, o incluso de su local de ensayo mientras componen las canciones.

Sin embargo, a pesar del sonido siseante y la especie de monstruo de Frankenstein que es este disco, en lugar de parecer un montón de cintas de ensayo, las canciones se mezclan unas con otras, dando lugar a un todo unitario y haciéndote creer por un momento que estás en el Ritz o Raul’s, fundiéndote los sesos y demasiado borracho y colocado para

que te importe una mierda.

Una mierda realmente aborrecible, Some People Deserve to Suffer convierte reliquias similares como Generic Flipper o GI de los Germs en agradables y desenfadados juegos. Una hazaña nada desdeñable.

Vuestra estética ha sido imitada a menudo durante las casi tres décadas transcurridas desde que Stick Men With Ray Guns os retirasteis, y muchos dirían que con un éxito limitado. ¿Hay algún grupo o artista que destaque para vosotros como legítimo portador de la antorcha? ¿Qué os parece interesante, si es que hay algo, en el panorama de la música y el arte en 2016?

Clarke Blacker: no creo que haya ninguno. Ninguno, y punto. Siempre es demasiado artificioso, demasiado planificado. Lo que hicimos fue la expresión honesta de ciertos aspectos supuestamente negativos de cada una de nuestras cuatro personalidades individuales que se desataron de una vez sobre el público desprevenido. Todos tenemos diferentes facetas, y SMWRG nos dio a cada uno la oportunidad de dar al público una mirada a ese lado más bien antisocial que la mayoría de nosotros mantenemos oculto, incluso para nosotros mismos y reprimido en la vida cotidiana.

Bob Beeman: no sé mucho sobre las bandas que llevan esa antorcha, pero diré que para hacer eso, necesitas hacer cosas que sean reales. Cuando hacíamos cosas planeadas de antemano, era obvio que estaban planeadas. No lo hicimos una y otra vez. Y la mayoría de las cosas que sucedieron fueron reales. Una cosa es estar influenciado por otros. Scratch Acid se formó poco después de que David Yow viera a Birthday Party y le encantara esa banda. Así que fueron influenciados por Birthday Party, pero no suenan como ellos. Tomaron eso y hicieron algo más con ello. Hicieron su propia cosa, y fue algo genial. Haz lo tuyo, no intentes ser otra persona. Sé real. Es algo de lo que

éramos conscientes en aquel momento y que discutíamos de vez en cuando. Nunca seríamos populares ni tendríamos conciertos con entradas agotadas, pero si lo hacíamos bien y teníamos suerte, podríamos llegar a ser legendarios. No estoy seguro de que nuestro relativamente pequeño grupo de fans nos califique de legendarios, pero 30 años después, la gente sigue escuchándolo y hablando de él, y creo que eso es más de lo que cualquiera de nosotros esperaba.

editado en un año perfecto para tener una buena visión de todas las MARAVILLAS que estaban sucediendo en Texas, es absolutamente glorioso, y una visión perfecta de ese sonido, tanto si acabas de descubrir el punk como si lo llevas mamando toda la vida.

En él aparece toda la crema reconocida de la movida: Really Red, D.R.I., Offenders, Big Boys, Stick Men With Rayguns, Hugh Beaumont Experience, Butthole Surfers, Dicks,... Además de apariciones acojonantes de grupos mucho más minoritarios, lo que siempre mola de los recopilatorios, vamos. Cuando la canción del grupo que no conocen ni sus madres se convierte en el temazo. ¡Los temas de Mydolls, Not For Sale, Prenatal Lust, Marching Plague y Bang Gang son una pasada!

VVAA - Cottage Cheese From The Lips Of Death (1983)

Para acabar, es inevitable no parar en los recopilatorios. Buenos, legendarios, regulares, malos u horribles, suelen ser una manera inmejorable de conocer a grupos de las catacumbas de cualquier escena musical, ver combinaciones realmente extrañas o, directamente, darte una gran banda sonora sin tener que poner disco tras disco de tus artistas favoritos. Además, es un muy buen modo de descubrir lo que se estaba cociendo en un tiempo y lugar en determinado momento. Un recopilatorio que no está mal es el Bloodstains Across Texas - The Jack Ruby State de 1992, de la mítica serie de Bloodstains, donde aparecen grupos bastante subterráneos, algunos de los cuales ya vimos desfilar por aquí.

Da la casualidad que este recopilatorio,

Por muy poco no debieron aparecer los infames Fearless Iranians From Hell de San Antonio, formados el mismo año que se editó este recopilatorio. Te recomiendo encarecidamente el artículo El grupo punk que juró morir por Alá en Agente Provocador, el blog de la grandiosa editorial La Felguera. Uno de los grandes grupos de ese momento, pero es que si tuviera que detenerme en cada parada del camino esto se alargaría cada vez más, y lo que empezó como un fanzine de 30 páginas que acabó en 80 pasaría a ser un libro, ¡y al menos de momento ese no es el plan!

Uno de los highlights aquí es la versión censurada de Christian Rat Attack, una de las canciones más odiosas y despreciables de Stick Men With Ray Guns, culminada con la histórica línea “on the seventh day, God rested... his prick in Satan’s butt” (en el séptimo día, Dios descansó... su polla en el culo de Satán). En algún momento, un productor ofendido mezcló estos versos en la grabación que acabó aquí. En el recopilatorio de SMWRG está en todo su esplendor, donde a partir de ese, uno de sus momentos más infames, arremete como Leatherface contra sus víctimas mientras

Soxx se destroza la garganta mientras grita y habla de descuartizar a monjas y curas.

Por elegir alguna (que no hace falta) diría que las canciones de Offenders, Big Boys, Hugh Beaumont Experience y Butthole Surfers que aparecen aquí me hacen especialmente tilín, pero en serio, todo aquí es acojonante. Y el final maravilloso para acabar de rematar la locura con una primera versión de Meltdown de Watchtower, un grupo pionero de thrash técnico medio industrial. Un broche de oro impecable.

El Butthole Surfer Gibby Haynes se ocupó de la alucinante portada y contraportada, y tengo entendido que el grupo metió algo de mano en este LP de una manera u otra, rollo ayudar a coordinarlo o algo así.

Un recopilatorio variado y lleno de momentos legendarios. ¡De 10! Y uno de los grandes recopilatorios de la época, a la altura de los archiconocidos gigantes.

rojo! Locura asegurada. Algo que hace especialmente mágico, lunático y terrorífico este recopilatorio es que no es una colección aleatoria de canciones, cada una de su casa. Todo suena cohesionado y unido, lo que tiene todo el sentido, ya los Butthole Surfers fueron quienes estuvieron detrás de todo ello, haciendo el que seguramente sea el trabajo más alucinado de su carrera, que ya es decir. ¡Buen trabajo!

Este disco es un ejemplo más de la buena fe que los Buttholes tenían a la hora de dar a conocer a otros artistas de Texas que creían merecedores de ello, y que no estaban bien documentados, o directamente no se podía acceder a ellos (en el momento de editarse este disco Stick Men With Ray Guns y Steve Fitch no habían publicado nada, y el material de Daniel Johnston no era especialmente fácil de conseguir).

Steve Fitch (el que para mí es el más desconocido de esta serie de artistas, y del que apenas se puede encontrar información) suena como Calvin Johnson y nos introduce en este álbum con su profunda voz sobre una pista de órgano, caja de ritmos y guitarra principal. Me habría gustado que participase más en el disco, un inicio muy agradable a esta ventana directa al infierno.

Amo a Daniel Johnston. Es el autor de algunas de las canciones más preciosas que escuché en mi vida, y sus documentales (los que no se reducen a un esperpento sensacionalista) y vídeos en directo me han llevado muchísimas veces al llanto desconsolado.

VVAA - A Texas Trip (1987) Última parada, ¡bajen del tren! Llegamos al atroz álbum que da título al fanzine que tienes entre tus manos, que, por cierto, ES UNA ABSOLUTA MARAVILLA. Con decir que lo coges, le das la vuelta y en la contra del LP se lee la orgullosa frase: producido y grabado por los Butthole Surfers. ¡Código

Pat Blashill: Daniel llegó a Austin a principios de los 80 y empezó a repartir sus casetes. Entré en una tienda de discos y Daniel estaba allí, intentando abrirse camino en la escena. Me vio y me preguntó si quería hacerle una foto. Levantó el casete y dijo que intentaría que su cara se pareciera a la del bebé de la portada. Era un tipo dulce. No creo que la acogida que tuvo en Austin fuera tan aleatoria, ni tampoco que fuera tan inusual

que acabara allí. Texas, y especialmente Austin, tiene una larga tradición de acoger a esa gente que yo llamaría los primitivos radicales. En los años 60, había un grupo llamado Red Krayola que hacía esa música ruidosa y loca y hasta los años del punk con Reversible Cords y las Buffalo Gals. Tal vez Austin acabó abrazándolo tanto porque la gente de allí quizá ya estaba condicionada a poder escuchar lo bueno de su música.

En 1986, en medio de su etapa nómada, Daniel Johnston fue a ver a los Butthole Surfers, como se relata en el documental The Devil and Daniel Johnston. Cuando parecía que su carrera empezaba a ir para arriba, le dieron un ácido, el concierto lo llevó al otro lado y no volvió a la realidad. Tuvo una gigantesca crisis nerviosa y se pasó casi todo 1987 en tratamiento psiquiátrico.

Las dos canciones suyas que aparecen en A Texas Trip son revisitaciones de dos de sus canciones más icónicas, Don’t Play Cards With Satan y Grievances. Y spoiler, ¡SON INCREÍBLES! Una psicodelización

extrema y absoluta de Daniel Johnston, con los Butthole Surfers siendo la banda detrás, un mal viaje del ácido más potente de Texas. Escuchar esas versiones de sus canciones, acostumbrado a verlas desnudas y acompañadas únicamente de piano o guitarra, escuchar estas maravillas te hace soñar con un disco entero de Daniel Johnston de pop psicodélico expansivo.

Paul Leary, de los Buttholes, productor de su disco Fun, dijo refiriéndose a este que tuvieron que quitar muchos de los elementos experimentales extraños del disco porque no querían parecer que se aprovechaban de una “persona loca”, pero habría sido muy interesante escuchar más de esa faceta, y mezclar su única e increíble sensibilidad pop con su mirada surrealista.

Gibby Haynes, quien escribió y dibujó a mano el insert, escribió esto, que nos puede dar alguna pincelada de cómo era grabar con Daniel Johnston en esos años: Daniel Johnston le dijo a Kim Fowley (conocido productor) que se fuera a la mierda, Kim

Daniel Johnston con su cinta Yip/Jump Music en la tienda de discos Sound Exchange de Austin (1986).

Fowley es un imbécil... Estoy seguro de que Daniel desea que todo el mundo lea la Biblia. Y refiriéndose a la grabación de la parte de los Butthole Surfers: la banda estaba tocando una canción, el cantante había estado cantando un rato y entonces Daniel entró en la habitación y empezó a cantar. Entonces los dos empezaron a cantar.

Las canciones de Stick Men With Ray Guns, como de costumbre, suenan malvadas y biliosas, y con la producción de los Buttholes añadiendo ecos y otros efectos metidos con muy buen gusto, sale algo realmente retorcido. Unos compañeros de viaje que no podían faltar aquí. Grave City es realmente

aterradora, como una gran canción suya.

Por último, la parte de los Butthole Surfers ya como grupo completo es increíble. Flame Grape (después evolucionaría a una versión más pulida, Jimi, que aparece en su disco Hairway To Steven). Una especie de jam ultra intensa donde vemos a los Butthole Surfers más alucinados, al estilo de la versión extendida de su One Hundred Million People Dead. ¡Con la colaboración de Daniel Johnston en All Day, como decían las notas interiores!

Una pequeña joya que me sorprende que no haya tenido más repercusión.

¡Llegamos al final! Han sido días divertidísimos de dar rienda suelta a mis obsesiones y dedicar una cantidad de horas que ninguna persona normal aceptaría. ¡Viva el punk y los fanzines! Qué bien me lo he pasado jojojo.

Para rellenar estas dos páginas que me quedan colgadas, te incluyo algunas preguntas y respuestas que Tim Kerr, de mis amados Big Boys respondió hace unos años para la Vice (que para lo mierdoso que suele ser todo lo que sale de allí, esta entrevista es bastante digna). La había leído ya hace años, pero me acordé de ella un par de días antes de escribir esto, y en absoluto me apetecía volver atrás, editar la parte de los Big Boys y tener que volver a cambiar toda la maquetación, que pocas cosas hay que me pongan más nervioso que eso jajajaja.

Dime algunos artistas que admires o te hayan influido.

Muchos. Van Gogh, Barry McGee, Os Gemeos, Saul Leiter, Vivian Maier, Bill Daniel, Rich Jacobs, Thomas Campbell, Cynthia Connolly, Dan Higgs… En realidad

cualquiera que haga algo de corazón y no por obligación ni por querer ser rico y famoso. Me encantan los artistas marginales y visionarios. Supongo que es lo que llaman ‘art brut’.

¿Te encargabas tú de la estética de Big Boys? Logo, pósteres, portadas… Todos hacíamos arte así que nos repartíamos. Si hacíamos un disco, decíamos “Tim hizo la última portada, encárgate tú de esta Chris y que ‘Biscuit’ haga la contraportada y Tim el libreto”. Y en el siguiente disco volvíamos a turnarnos. Los skaters éramos nosotros tres y no Pushead (risas). Lo que hacíamos lo hacíamos por el puro arte. Muchas veces los pósteres ni siquiera hablaban de música sino sobre noticias o denuncias a imbéciles de las fraternidades universitarias.

¿Era especialmente difícil ser punk en un lugar tan conservador como Texas?

El punk lo descubrí en mis últimos años de Universidad. En Texas si no te gusta el fútbol americano o aspiras a trabajar en un banco ya eres diferente. En el instituto es duro, sobre todo en un lugar pequeño, pero

siempre llegaba gente creativa a Austin que acababa quedándose. En Texas siempre ha habido grupos de estilos muy variados. No había una única escena homogénea, y eso es siempre algo bueno. Para bien o para mal, todos los grupos conseguían llamar la atención.

¿Y qué músicos llaman tu atención en la actualidad?

Siempre hay cosas nuevas que ver, escuchar y hacer si tienes los ojos bien abiertos. Lee Bains es genial, por ejemplo. Y Pine Hill Haints. O cualquier grupo que monta su primer concierto y está ahí celebrando su creatividad, rodeado de amigos y con la posibilidad de que sea la última vez que lo hagan. La cosa puede acabar mejor o peor, pero siempre valdrá la pena haberles dedicado mi tiempo.

¿Qué es lo que más y lo que menos te gustaba de la escena hardcore en los 80? Me gustaba mucho la idea de que la música era para todas las edades y que, cuando empezó, era una comunidad basada en compartir unos con otros. Las reglas y el uniforme que llegaron después era un poco triste y es lo que menos me gustaba, pero ser tú mismo y no seguir esas pautas es siempre una decisión personal.

Imagino que hay mucha exageración en las batallitas de aquellos años.

Una vez tocamos en un ‘talent show’ del instituto, porque un alumno se inventó que tocaba con nosotros, y nos cortaron la actuación. Lo que se contaba después por ahí es que Chris le había dado un puñetazo al director cuando intentaba desenchufarnos y se montó una pelea bestial. Bueno, algo de esa historia sí que fue cierto.

¿Significan algo para ti las etiquetas “funkcore” y “skatepunk”?

No soy muy amigo de las etiquetas porque, en cuanto le pones nombre a algo, empiezan a aparecer reglas y códigos de vestimenta. Está claro que “punk” se queda corto para identificar lo hacíamos. Lo de “funkcore” nos

lo decían porque todos nosotros patinábamos y tocábamos en un grupo de ‘funk’ o ‘funky’, pero creo que la expresión artística no debe tener limitaciones ni se debe meter dentro de una caja.

¿Cómo sienta que una máquina superventas como Red Hot Chili Peppers comenzara siguiendo vuestros pasos?

La primera vez que nos telonearon, eran directamente James Brown. No había ni rastro de ese estilo más crudo suyo y era genial. Pero pronto empezaron a tocar más y más rock y perdieron ese rollo. Cuando eliges irte con las multinacionales, sabes que las cosas cambiarán, tu música ya no te pertenece y tienes que aceptar la opinión de los que ponen el dinero. Yo nunca estuve interesado en ese camino, pero me estás entrevistando desde España por un grupo que tuve hace treinta años. No me puedo quejar.

¿Fue el skate tan importante para vosotros como parece?

Sí. Tú y yo no estaríamos hablando ahora si no fuese por el skate. La primera vez que Big Boys fuimos a la Costa Oeste, llamamos al editor de Thrasher y no para que nos sacara en su revista [que era más un fanzine] sino para que nos enseñara los mejores sitios para patinar. Las escenas skater y hardcore eran paralelas por aquel entonces, con músicos skaters y gente que ayudaba a otra gente. Yo aún sigo patinando hoy en día, pero sólo surf-skate, en cuestas o canales. Crecí haciendo surf así que para mí el skate ha sido siempre una forma de hacer surf.

Se cumplen diez años de la muerte de ‘Biscuit’, vuestro cantante. Era una bestia escénica.

‘Biscuit’ era enorme, es verdad, pero había otros muchos como él. Lo que le hacía único es que se mantuvo fiel a sí mismo en todo momento, que es algo que todos podemos hacer de algún modo en cualquier situación. Cualquiera que se exprese sin importarle que le estén prestando atención o si a alguien le importa, cuenta con mi voto.

The Dicks.

Un altar en la casa que compartían Chris Gates y Mike Carroll de Poison 13, otoño de 1984. Los punks de Austin se rodeaban de tótems de películas de terror y elementos de la vida mexicano-americana, desde velas de santería hasta rosarios católicos. Poison 13 utilizaron esta foto de Blashill para la portada de su primer disco.

Butthole Surfers y la bailarina conocida como Shit Lady (véase Nuestro Grupo Podría...)

Más de lo mismo.

Randy “Biscuit” Turner de los Big Boys en su Chevy del 57 (1984).

Joy.

Meat
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