EXIT #10 · Autorretratos / Self-Portraits

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especular”, intermediario entre el yo y la imagen. El mismo autor ha estudiado el paso que supone para el autorretrato poder transmitir el cuerpo físico en el espacio: “La cámara de vídeo ha supuesto para el artista contemporáneo un espejo que registra todos sus movimientos, la captación y posterior registro (o enlatado) del reflejo, de su propio reflejo. Ha supuesto en definitiva la evolución del autorretrato, que se aleja de la focalización fácil que ofrece la imagen especular para centrarse en la experiencia del cuerpo”. “El cuerpo físico del artista adquiere con las posibilidades que le brinda el vídeo, una dimensión que estaba perdida en el arte occidental, donde los valores intelectuales han primado respecto al hecho físico. La cámara de vídeo ofrece la posibilidad autoscópica de explorar la imagen de sí mismo”.3 “El vídeo es una habitación vacía” Si el primer ingrediente en estos trabajos de autoexploración era el cuerpo del artista, el segundo será el escenario de la acción, y ese espacio, en los primeros “autorretratos” en vídeo, como los de Bruce Nauman, Bill Viola, Vito Acconci o Joan Jonas era una habitación cerrada, vacía, un estudio blanco, un interior. Este detalle, que en principio parece poco relevante, es clave para lograr el efecto de intimidad, y privacidad; de escondite desde el que conectar con el espectador, de tú a tú. Por eso es recurrente la asociación del vídeo con la casa desocupada en textos y títulos de estos primeros años. La vídeo-escultora Shigeko Kubota definió la herramienta-vídeo en un célebre videopoema4 como “un apartamento vacío”, en el que seríamos libres para crear, sin ataduras ni tradiciones, y Bill Viola realizó en 1983 Razones para llamar a una casa vacía5, una conocida experiencia que llevó al artista al aislamiento absoluto en una casa, durante tres días y tres noches, con una cámara de vigilancia encendida en todo momento. Sin dormir, Viola se abandonaba a los dictados de su cuerpo físico, al sufrimiento, a sus sonidos y pulsiones internas. Su cuerpo parecía prolongado entre las cuatro paredes de la estancia, y la habitación parecía tener vida a través de las respiraciones y degluciones del artista. Recientemente la artista letona Ene-Liis Semper, que también realiza acciones delante de la cámara, construyó una habitación blanca, pensada para saborear con su cuerpo. Ayudada E X I T Nº 10-2003 118

por la tecnología del vídeo, consigue lamer toda su superficie, incluyendo paredes, techo y suelo; haciendo, en mi opinión, un homenaje a estas primeras performances de encierro blanco. Tampoco olvidemos que la casa, el hogar, era el ambiente natural del medio televisivo, ahora al alcance de los creadores, y no era difícil escaparse a esa conexión, aunque fuera desde la crítica. Técnicamente, la posibilidad de contemplar el vídeo en una estancia iluminada, que no posee el cine, dota a la imagen electrónica de esa capacidad de convivencia con tus objetos cotidianos, con las cosas, con la vida, frente al lado onírico, tenebroso, vampírico y mental del cine. El vídeo, sin necesidad de revelado, con su inmediatez e intimidad, desposeía a la imagen de grandilocuencia, de solemnidad, y la dotaba para la confesión, para el cuchicheo, para el acercamiento con el espectador tal y como Acconci persigue en sus trabajos de relación con el visitante al que dirige sus angustiosos poemas.6 Kathy O´Dell ha escrito sobre esta capacidad de la televisión para construir nuestra identidad en la intimidad del hogar y de cómo ésta, en manos de los videocreadores de los 70, se convertía en un espejo simbólico, provocando un yo fragmentado, pudiendo, en su opinión, continuar “la fase del espejo” lacaniana; ofreciendo nuevas identidades.7 Pero poco a poco, los límites de la pantalla se irán expandiendo, al igual que los escenarios en los que actuar, y los artistas salen a tomar aire al exterior. Exploran otros universos, incluso cotidianos, como serán los trabajos de Pipilotti Rist en el bosque, el agua o el supermercado. Y materias acuosas, idóneas para el reflejo, como los fluidos, que han sido siempre muy del agrado de Viola, son recuperadas por Pipilotti Rist y Patty Chang en trabajos más recientes. Entre el narcisismo y el “conocimiento del ser” “Para retratarme he escogido mi rostro. A veces, mi rostro mirando a mi rostro. En estas ocasiones la sombra del cuerpo aparece en mis vídeos, de manera que grabo mi propia imagen, o el reflejo en el agua de mi propio cuerpo (…) Juan Downey8 Una cámara de vídeo portátil, la ya mítica Sony Portapack, a la que mirar, como si del agua del lago se


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