Boletín El Heraldo AMECCDAi 9 de agosto 2015

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n esta reflexión continuamos el análisis de uno de los encuentros que Isaías tiene con Dios. Ese encuentro ha sido descrito en el capítulo seis (6) del libro que este profeta escribió. Este análisis forma parte de una batería de reflexiones acerca de encuentros con Dios que experimentaron hombres y mujeres que aparecen en la Biblia. Se trata de encuentros con Dios que nos permiten avances espirituales significativos. Por último, casi todos ellos ocurren en tiempos en los que enfrentamos crisis de los niveles más altos.

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a reflexión anterior fue el escenario en el que consideramos algunos de los planteamientos del Rdo. George Rawlison (Canónigo de la Catedral de Canterbury y Profesor de Historia antigua en Oxford)1 . De ese análisis aprendimos que el encuentro que Isaías tiene con la Divina Majestad de Dios es de tal magnitud que la fecha se le quedó grabada en su memoria; “En el año en que murió el rey Uzías…” Vimos que ese encuentro no solo es con la manifestación de la majestad del Rey de reyes. Ese encuentro incluye la revelación del carácter sublime de Dios. Esto es, lo excelso, lo eminente e inmanente (inherente a su esencia), lo extraordinario y admirable que es Dios. Ese Dios que está sentado en un trono alto y sublime no puede tener competencia alguna: Él es el único Dios.

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n adición a esto, señalamos que Rawlison añade el hecho de que hay misterios sin revelar aún en la gramática del capítulo 6 de Isaías. Lo más relevante fue saber que ese Dios, que es tan alto, majestuoso, tan sublime que no lo podemos comprender, decide hablar en medio de su revelación y nosotros somos capaces de oír su voz y sus palabras.

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oy trabajaremos con los reclamos que impone esa voz. Esa voz que se escucha en medio de la revelación reclama una respuesta. También trabajaremos con las implicaciones de este llamado, la responsabilidad y las obligaciones que se desprenden de este, así como el honor adscrito a todos aquellos que responden a esa voz. Muchos de los comentaristas bíblicos que han estudiado este pasaje concluyen que el encuentro con Dios que se describe en ese capítulo 6 de Isaías define varias cosas respecto al llamado que Dios le hace al profeta. Una de ellas es la urgencia y el lugar que Dios le asigna a la consagración de la persona a la que Él llama.

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in duda alguna que esta revelación tiene que haber provocado efectos únicos y extraordinarios en la mente de Isaías. Como ha dicho Paul Tillich, la gloria pura que revela, provoca que cualquier ser humano crea que se va a morir. La sola confrontación de la gloria excelsa del Creador de los cielos y la tierra con la consciencia de nuestra humanidad, tiene el efecto de reducir nuestros niveles de orgullo, de suficiencia y de autonomía. Es la experiencia de Abraham (Gn 18), de Moisés (Ex 33), de Manoa (Jue 13) y Saulo de Tarso (Hch 9). Isaías ha sido confrontado con el sentido de debilidad espiritual y existencial que desarrolla nuestro pecado. La conciencia de Isaías ha sido despertada por esta revelación para hacerle comprender su ineficiencia.


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