Boletín El Heraldo AMECCDAi 2 de septiembre de 2015

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ace varias semanas que el libro del profeta Ezequiel ha estado ocupando H el escenario central de nuestras reflexiones. Las semanas anteriores nos han permitido estudiar este libro visitando algunos elementos históricos y contextuales que conforman este. Otra manera de estudiar el libro de este profeta es segmentando en cuatro divisiones mayores, a saber: Capítulos 1 al 3 : el llamado y la comisión del profeta. Capítulos 4 al 24 : mensajes proféticos acerca del juicio y la caída de Judá (concluyen con el anuncio de la destrucción de Jerusalén). Capítulos 25 al 32: mensajes de juicio para otras naciones (todas las naciones tienen que rendir cuenta ante Dios). Capítulos 33 al 48: mensajes de esperanza acerca de la restauración de Israel, la restauración del templo, la redistribución de las tierras y la reconstrucción de Jerusalén.

El tema de la Realidad de Dios

emos podido destacar en reflexiones anteriores que la efectividad de Ezequiel reside, entre otras cosas, a su H obediencia a la orden divina de “estar en medio.” Hemos dicho que Dios tenía que capacitar a este hombre con una conciencia única de su rol como profeta y de sus relaciones con aquellos a los que tendría que ministrarles. Esto

obliga a Ezequiel a ser un profeta que tiene que estar “en medio” de su tiempo, en medio de su lugar de acción y de su gente; gente que necesita con urgencia una palabra de parte de Dios. Ya hemos mencionado que la frase, “en medio,” es usada por Ezequiel casi 100 veces en la versión RV 1960. Sin embargo, Ezequiel no es el único convocado para estar “en medio.” Uno de los aspectos más gloriosos de este libro es que Dios se auto-convoca para estar “en medio.” El profeta Ezequiel descubre esto y lo subraya en su libro. Esta revelación consigue que Ezequiel sea capaz de descubrir que la vida alcanza sentido, propósito y significado a base de las experiencias que uno tiene cuando uno posee una relación personal con Dios. Esta aseveración aplica a individuos así como a familias, pueblos y naciones.

eamos algunos ejemplos de esas experiencias. En primer lugar, Ezequiel define que mientras él se encuentra “en V medio” de los cautivos junto al río Quebar (Eze 1:1), la gloria Dios está en medio de una tormenta que se acerca (1:4-5). Los cielos se abren y es en medio de esta tormenta y de una gran nube que aparece la gloria de Dios y con ella los cuatro seres vivientes (1:1-5). Ezequiel destaca que esa fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová: “Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba” (vs 28b). El profeta añade que la mano del Señor es la que se posa sobre sus hombros y le toma por los cabellos para llevarle en visiones de Dios a Jerusalén; para contemplar las abominaciones y los pecados que se cometían en el santuario (8:1-3). El profeta subraya que “allí estaba la gloria del Dios de Israel” (vs 4), la del Dios que permanece Santo y Justo en medio de un mundo lleno de pecado y de maldad.

describe a un varón vestido de lino (9:2b) que es enviado a caminar “en medio” de Jerusalén poniendo Edelunalosprofeta señal en la frente de los que gimen y claman (9:4). Estos que son marcados por clamar y gemir son librados juicios que se imponen en la ciudad (9:6). Ese varón vestido de lino recibe la orden de entrar en medio de las

ruedas que estaban debajo de los querubines (10:2) y tomar en sus manos carbones encendidos para esparcirlos sobre la ciudad. Es aquí que una nube llena el atrio y la gloria de Dios se eleva, llena el atrio del templo (10:4), se eleva por encima del umbral de la casa (10:18) y se coloca por encima de todos los seres celestiales que Ezequiel ha visto en su visión (10:19). Es allí que está la gloria de Dios, en medio de los juicios y de los procesos para purificar a su pueblo y su santuario.


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