Boletín El Heraldo AMECCDAi 22 febrero de 2015

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22 de febrero de 2015 • Volumen X • No. 469

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as reflexiones acerca de la familia nos han llevado a considerar el valor que tienen la fidelidad y la obediencia a Dios en los procesos para conseguir el desarrollo de familias fuertes y saludables. Sabemos que no hay familias perfectas; hay familias fuertes, felices y saludables. El análisis del modelo de la familia de Noé, la familia de los últimos tiempos (Mt 24:37-39), nos permitió ver a una familia con muchas debilidades, pero capaz de salvarse de los juicios de su tiempo, y de ver el propósito de Dios cumplido en ella. n la reflexión anterior analizamos que la fidelidad y la obediencia de Noé consiguieron que Dios hiciera un pacto con él y con la humanidad. Hemos dicho que esto es sumamente importante porque afirma que los padres y las madres que obedecen a Dios con temor reverente, pueden conseguir que el corazón de Dios afecte toda una ciudad, una nación y hasta el planeta. Hemos subrayado la importancia de esta declaración que nos obliga a ser reiterativo. Otra vez, cada padre y cada madre que lee esta reflexión, que teme a Dios y desea obedecerle, tiene la capacidad de conseguir que toda su familia desarrolle estructuras y procesos que afecten sus comunidades, su País y el mundo entero. n esa reflexión postulamos algunas verdades centrales que se desprenden de todo lo antes descrito y que responden al enunciado de la obediencia: No hay nada más importante que conseguir que las familias sean fuertes y que permanezcan unidas. Los ministerios de la Iglesia tienen que proveer herramientas para todas las edades de los miembros que componen la familia, con el fin de facilitar el desarrollo de procesos y estructuras que consigan que todos ellos se salven. a Iglesia tiene que involucrarse en procesos que realcen los hogares, enriquezcan los matrimonios y empoderen las familias para conseguir lo antes expuesto. Hay que subrayar la importancia que poseen las devociones familiares en todos estos procesos; esto es poderoso, formativo, directivo y bíblico. Hay que orar juntos, estudiar la Biblia juntos y compartir sus enseñanzas unidos. Hay que luchar por el adiestramiento cristiano de los niños y los adolescentes, utilizando ministerios que les capaciten para la tarea de las “Familias de Noé” de este tiempo. stos ministerios tienen que ser vibrantes, relevantes y capaces de facilitar que tengan experiencias significativas con la Palabra de Dios y con Su Presencia. Los ministerios que trabajan con esto tienen que provocar un derramamiento profético sobre todos los componentes de las familias con las que trabajan. La profecía de Joel dice que los hijos y las hijas profetizarán (Joel 2:28-32). Esta profecía no excluye a aquellos que están en el “nursery” (guradería), “preschool” (jardín de infantes), escuela e Iglesia de niños, los de 24/7 y Teen Worship. Desde la cuna hasta la tumba como instrumentos del Espíritu Santo para decir “así ha dicho el Señor.” stos ministerios tiene que desarrollar al menos tres (3) cosas en nuestros hijos e hijas: Sabiduría para tomar decisiones buenas, correctas, guiadas por Dios y basadas en las Escrituras. Una relación personal con Jesucristo que les lleve a amar apasionadamente y a poner su fe en Dios en todas las situaciones que enfrenten en la vida. mar la hermandad y la fraternidad entre ellos y con otros hermanos y hermanas en Cristo, con demostraciones de bondad y calor cristiano.

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