18 de octubre de 2015 • Volumen X • No. 503
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a Biblia nos enseña que Dios gusta de establecer señales, marcas que sirvan como testigos y/o azimuts de sus pactos y de sus decisiones misericordiosas. Es muy importante destacar que ninguna de estas señales puede salvar. Sin embargo, ellas sirven como testigos extraordinarios de la misericordia de Dios. La Presencia de Dios está insertada de forma indeleble en todas y cada una de ellas. Sin duda alguna que esas marcas/ señales también marcan a aquellos que las reciben. on muchos los pasajes bíblicos que validan esta aseveración. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento encontramos que Dios puso una señal sobre la frente de Caín, culpable de asesinar a su hermano Abel (Gn 4:15). Esta marca llevaba como norte garantizarle los espacios de vida a este hombre como avenida de la misericordia divina para que se pudiera arrepentir de su pecado y del delito que había cometido. En Gn 9:12-14 Dios le dice a Noé que establecerá una señal en los cielos que servirá como evidencia visible (el arcoíris) de que se ha establecido un pacto de amor entre Dios y los seres humanos. Al mismo tiempo, es Jacob el que decide poner como señal la piedra que ha usado como almohada la noche en que recibió en sueños la promesa de Dios (Gn 28:18-22). Por otro lado, es el Monte Horeb el que Dios mismo pone como señal de que ha seleccionado a Moisés para sacar a Israel del yugo de Egipto (Ex 3:12). n el Nuevo Testamento encontramos que el niño envuelto en pañales en un pesebre es la señal de que el Salvador del mundo había nacido en la ciudad de David (Lcs 2:12). No hay duda de que la Cruz del Calvario es la señal más poderosa que tenemos de la gracia y de la misericordia de Dios. nte todo lo antes expuesto, podemos concluir que no es extraño que Dios decida marcar con su Presencia a aquellos con los que Él ha establecido un pacto. Ahora bien, en aras de expandir esta aseveración, hemos de usar tres pasajes bíblicos que muy bien pueden recoger los elementos más importantes para responder a la siguiente pregunta; ¿para qué nos marca el Señor?. El primero de ellos lo encontramos en Efesios 1:13-14. Ese pasaje nos dice lo siguiente: 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efe 1:13-14) stos dos versos bíblicos son utilizados por el Apóstol Pablo como puente para compartir la primera de dos (2) oraciones que el Apóstol levanta a favor de la Iglesia en Efeso.1 En estos versos San Pablo describe que cada creyente en Cristo Jesús recibe un sello de control de calidad, de propiedad privada, el día en que acepta a Cristo como su Salvador. Ese sello es el mismo Espíritu de Dios.
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