Boletín el Heraldo AMECCDAi 15 marzo 2015

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15 de marzo de 2015 • Volumen X • No. 472

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as semanas recientes nos han encontrado ocupados con el análisis del tema de esta reflexión: ¿Cómo sonreír en medio del sufrimiento? En otras palabras, cómo podemos mantener el rostro en alto de cara a los problemas y las tribulaciones con los que la vida nos sorprende con frecuencia. La Biblia nos ofrece una cantidad extraordinaria de herramientas, de instrumentos y consejos que nos pueden ayudar a manejar esos tiempos con la sabiduría, el discernimiento y el grado de confianza necesarios para hacerlo. Esos pasajes muchas veces han sido presentados alrededor de promesas que Dios nos ha hecho como hijos lavados por la sangre derramada por su Hijo en la Cruz del Calvario. En otras ocasiones, esos pasajes son ofrecidos como historias, relatos y narrativas que describen las actitudes, las luchas y las consecuencias que hombres y mujeres de fe vivieron mientras atravesaban situaciones similares a las nuestras. in embargo, hay pasajes bíblicos que se escribieron como consejos y alternativas directas para manejar tiempo de tribulación, de gran necesidad y de angustias. Tal es el caso del primer capítulo de la Primera Carta del Apóstol Pedro (1 Pedro 1:1-9). Ese capítulo comienza identificando en su encabezado unos grupos de hermanos que Pedro llama expatriados y que están dispersos en unas regiones en particular. La historia nos enseña que las regiones del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia fueron las primeras en experimentar persecuciones a causa de la fe cristiana. El mapa adjunto nos permite identificar la localización y la proximidad de cada una de ellas. ¿Qué consejos se les puede ofrecer a una Iglesia que ven a sus hijos y sus esposos ser castigados y sacrificados a causa de su fe en Cristo? El problema de esas congregaciones no era su fe en el futuro, en la resurrección y la vida eterna. El problema de esos hermanos que Pedro llama expatriados era otro: ¿Cómo sonreir en medio del sufrimiento? ¿Cómo mantener las fuerzas necesarias para hacerle frente a los problemas de hoy?. n nuestras reflexiones desde el púlpito hemos analizado que el Apóstol Pedro decide responder a esas preguntas esbozando siete (7) herramientas básicas, principios de fe, que nos permiten reír en medio del dolor y mantener las fuerzas necesarias para hacerle frente a las injusticias que trae la vida. Hemos aprendido que los primeros 9 versos de ese primer capítulo nos revelan esas herramientas, o principios. El primero de ellos es que no hemos sido arrojados en este planeta sin propósito para nuestra existencia. El Apóstol Pedro nos dice que hemos sido elegidos según la presciencia de Dios Padre (vs2). En otras palabras, hemos sido señalados según la “prognosis” de Dios el Padre. Esto significa que somos parte, que pertenecemos a un plan maestro celestial diseñado por el Padre. Saber esto incentiva nuestra confianza porque nos permite mirar el dolor como algo que Dios puede permitir, haciéndolo formar parte de los escenarios de bendición, de la manifestación de la gloria del Todopoderoso y posible instrumento para hacernos

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