10 de mayo de 2015 • Volumen X • No. 480
a Biblia está llena de historias acerca de mujeres que decidieron Lenfrentaban. creerle a Dios por encima de los escenarios adversos que Historias como las de Ester, Débora, la mujer con flujo
de sangre, son solo algunas de ellas. Una de esas historias ha ocupado nuestra atención y el púlpito de nuestra Iglesia en varias ocasiones. Se trata de la historia de Ana, la madre de Samuel (1 Sam 1). Esta es una historia que posee diferentes dimensiones teológicas. Esto es, vertientes y escenarios teológicos que en sí mismos proveen enseñanzas, principios y modelos que tenemos que estudiar. na de esas dimensiones explica la perspectiva divina sobre asuntos medulares para cualquier creyente. Se trata de asuntos tales como el dolor, la oración, la autoridad sacerdotal, la adoración y muchos otros que no mencionamos por falta de espacio. Otra de esas dimensiones describe uno de los roles proféticos de una mujer. Otra de esas dimensiones define muchas de las herramientas que tiene a la mano una mujer de Dios. Los eventos contextuales al primer capítulo de 1Samuel 1 acontecen durante el período de los jueces de Israel y en la época de Elí, quien fue juez y Sumo sacerdote por cerca de 40 años. Esta era una época de sequía en cuanto a la revelación de Dios se refiere. La Biblia dice en 1 Sam 3:1 que la palabra de Dios escaseaba en esos días y que no había visión con frecuencia. El parecido con la época que nos ha tocado vivir es asombroso. La gente de hoy día gime de hambre por la palabra y la dirección divina, en muchas ocasiones sin respuestas inmediatas a su clamor. Siglos más tarde, después de la historia de Ana, el profeta Amós fue usado por Dios para indicar que algunas generaciones experimentarían estas sequías (Amos 8:11-12). o existe una sequía más dañina y de detrimento que esta. Se trata de una sequía de palabra profética segura y pura, de consejo espiritual basado en la sana doctrina, de palabra que conmine al pueblo a buscar la salvación en Cristo y a vivir una vida de santidad para Dios. Esa época era además una época en la que escaseaba la disciplina y el autocontrol. Una época sin absolutos morales ni éticos. Leemos acerca de esto en Jueces 21:25; “cada uno hacía lo que bien le parecía.” Da la impresión que la palabra tolerancia se inventó en esos días. Es más, parte de la nueva camada de sacerdotes que se levantó en esos días, fue clasificada como impía y sin conocimiento de Dios (1 Sam 2:12-17). Lo más terrible es que sus mayores no parecían hacer esfuerzo alguno para corregirles (1 Sam 2:17, 22-24). Es obvio que en una época así la gente pierda el respeto por las cosas santa y menosprecien los asuntos de Dios. s en este escenario que se desarrolla la historia que describe 1 Sam 1. Elí está sentado en el santuario de Silo en el ejercicio de sus funciones sacerdotales cuando observa el cuadro que este capítulo describe. Se trata de una familia que viene a adorar y entre los miembros de ella se encuentra una mujer llamada Ana que se acerca a la casa de Dios.
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Asuntos medulares que maneja Ana na se acerca al santuario que se encontraba en Silo (H7887), nombre que significa “lugar de A descanso o tranquilidad.” La Biblia dice que esta peregrinación formaba parte de las costumbres de esa familia. O sea, que los tiempos podían ser extraordinariamente complicados, pero había familias que reconocían el inmenso valor que tiene llegar con frecuencia a la Casa de Dios.