29 de julio de 2018 • Volumen XIII • No. 650
E
sta reflexión sirve como un paréntesis entre las reflexiones anteriores y las subsiguientes. En ella procuraremos desarrollar algunas aplicaciones prácticas sobre lo que hemos analizado del tercer discurso que Eliú le ofrece a Job. Unas herramientas vitales para esto serán las vertientes que nos ofrecen algunas de las versiones bíblicas que tenemos disponibles. Hay que subrayar la importancia que tiene la práctica de revisar varias versiones bíblicas antes de llegar a conclusiones acerca de un pasaje bíblico.
L
as reflexiones anteriores nos han permitido mirar de manera superficial elementos exegéticos del capítulo 36 del libro de Job. Con estos datos a la mano podemos puntualizar algunas aseveraciones que sin duda alguna se convierten en temas extraordinarios en el tercer monólogo que Eliú desarrolla (recordemos que Job nunca le responde a este joven). Sabemos que Eliú invitó a Job a trascender del ejercicio de la racionalización y adentrarse en el de la contemplación del poder de Dios (Job 36:5, 22, 26, 30). El concepto hebreo usado allí, “hȇn” (H2005), es una invitación directa a la contemplación; y en este caso la contemplación del poder de Dios. La primera invitación está en el verso cinco (5) y dice lo siguiente: “5 He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie; Es poderoso en fuerza de sabiduría.” (RV 1960) “5 Dios es poderoso e inmensamente sabio, y no desprecia al inocente.” (Dios Habla Hoy) “5 »Dios es poderoso, ¡pero no desprecia a nadie! Él es poderoso tanto en fuerza como en entendimiento.” (Nueva Traducción Viviente) “5 »En verdad, Dios es muy poderoso, pero no menosprecia a nadie. Él es poderoso y rico en conocimiento.” (Palabra de Dios para Todos)