Número 13 exposición jaem 2013

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EL MUNDO NÚMERO 209 / MARTES 2 DE JULIO DE 2013

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B@LEÓPOLIS EL SUPLEMENTO DE LA INNOVACIÓN EN LAS ISLAS >Biotecnología/ Patentes

Nuevas reglas de juego para las patentes biotecnológicas PÁGINA 3

Espiral de Fibonacci, el 2013 en diferentes sistemas numéricos, la geometría fractal de los helechos, el garrofín como unidad de peso, los libros de Euclides.

Número 13 ¿quién dijo miedo? > Matemáticas / Botánica, diferentes sistemas numéricos, curiosidades o enigmas, el 13 es el hilo conductor de la exposición creada con motivo de las Jornadas para el Aprendizaje y la Enseñanza de las Matemáticas. Elena Soto ¿Cómo se explica que las matemáticas, siendo un producto del pensamiento humano independiente de la experiencia, esté tan admirablemente adaptada a la realidad? La pregunta que Albert Einstein se formuló en su ensayo Geometría y Experiencia se repite en la mayoría de los que se acercan a esta ciencia ¿Cómo es posible que en la naturaleza existan fenómenos que se rigen por sus principios? Las plantas, sin ir más lejos, parecen estar excepcionalmente dotadas para las matemáticas y con sus ciclos, morfología o procesos demuestran que las cuentas les salen bastante bien.

¿Qué podrían enseñarnos trece humildes vegetales, como el naranjo, o el algarrobo, de geometría, aritmética, álgebra o, incluso, de etimología? Aunque no seamos conscientes, las matemáticas nos rodean, se esconden donde uno menos se lo espera. En la actualidad, con la irrupción de los ordenadores y las nuevas tecnologías, percibimos que nos han invadido, que dependemos de ellas, pero la realidad es que llevan mucho tiempo colonizando nuestra vida cotidiana y el lenguaje solo es un ejemplo. La ortografía nos dice que no debemos confundir el término ‘azar’

con ‘azahar’, aunque ambos suenen igual; el primero significa casualidad y el segundo hace referencia a la flor del naranjo y de otros cítricos, pero ¿son tan diferentes? Pues parece ser que no, y en la antigua Arabia la incertidumbre y estas flores estaban estrechamente relacionadas. Los árabes pintaban una flor blanca (az-zahr) en los dados para señalar la cara desfavorable, y con el paso del tiempo la palabra se generalizó pasando a designar primero al objeto y después a cualquier evento impredecible o hecho fortuito; algo similar a lo que ocurrió con

el término ‘alea’ –dado en latín– que significa suerte y azar. Y si la flor del naranjo es un símbolo de lo casual, la semilla de otro árbol de nuestro entorno lo es de la certeza y la constancia. Del algarrobo (Ceratonia siliqua), –denominado en griego keration–, procede una unidad de peso. El keration equivalía al peso de un garrofín (semilla del algarrobo) y era utilizada como patrón de referencia en joyería por la uniformidad de masa que había entre ellas. Cuando los árabes adoptaron la medida, su nombre se convirtió en quirat, del que procede el actual

vocablo quilate en castellano. El de la flor de naranjo y el de la semilla del algarrobo son solo dos ejemplos del vínculo que las matemáticas han mantenido con la botánica desde tiempos inmemoriales, mostrando como la etimología de algunas palabras es, en ocasiones, sorprendente y encierra una historia apasionante. Seguramente, la relación más famosa entre las plantas y las matemáticas es la sucesión de Fibonacci (1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55,…), en la que cada uno de sus términos es la suma de los dos SIGUE EN PÁGINA 2 anteriores.


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