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Artista
“El pintor tiene el universo en su mente y en sus manos”, es una de las frases célebres que dejó de herencia Leonardo da Vinci. Precisamente, Carlos Torres Machado, quien nació en Ecuador, plasma su trabajo con estilo propio, que marca la diferencia, porque en sus obras se refleja el sentimiento, la pasión, los pensamientos, la convivencia en una sociedad marcada por la tecnología, así como el deseo de que las futuras generaciones conozcan cómo vivimos actualmente, las dificultades que se presentan y el esfuerzo que se realiza, para salir adelante. “Mi trabajo es un cruce entre el pastiche de la posmodernidad y el romanticismo del siglo XIX. Mi inspiración es el ser humano y su proceso de vida en la era de la comunicación”.
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En las obras de Torres Machado, la combinación de colores y las composiciones geométricas, a gran escala, concitan la atención del público. Cada persona interpreta a su manera y emite una conclusión. “Para mí, el arte es vida. Con palabras no puedo explicar lo que siento, pero a través de mis obras sí”.
A Torres Machado le gustan los retos “Nunca estaré conforme en el sitio donde estoy. Siempre se puede estar un escalón más arriba”, mencionó.

“El artista vive atrapado en sus ideas, pero tiene una libertad subjetiva”.
Le seduce mucho la vida. Trata de vivir de la mejor manera, porque sabe que no regresará a este mundo, cuando le toque partir, como Carlos Torres Machado, y eso le impulsa a existir con mayor intensidad. De su madre heredó la pasión por el arte. De niño disfrutaba verla pintar en su caballete, pero nunca visualizó que su trabajo artístico trascendería fronteras. Sus obras se exponen con éxito en las mejores galerías de Nueva York, Europa y en Latinoamérica. Próximamente, se apreciarán en Corea. Le gustaría exponer en (Europa,) México y Brasil. Por su talento, habilidad, creatividad y por la forma como da forma a sus obras, recibió importantes reconocimientos, que consolidan su trabajo. Como señala un refrán de origen bíblico: “Nadie es profeta en su tierra”, Torres Machado, logró expandir su trabajo a escala internacional, pero jamás se olvida de sus raíces y del pueblo latinoamericano. Llegó muy joven a los Estados Unidos y en Argentina se graduó en arte contemporáneo. Desde adolescente soñó con recorrer el mundo, cumplir anhelos y salir de lo convencional. Con esfuerzo, la vida le permite alcanzar sus aspiraciones. Pintar es uno de los momentos más felices de su vida. Entra en un estado de conexión y eso le da sentido a su ser. “Para el artista ejercer este oficio es la mayor realización. La pintura figurativa no me atrae, porque la vemos todos los días, sino explorar en algo que no se ha visto y transmitir mensajes que parten de un interés personal. Actualmente, residente en Nueva York, junto a su esposa Cristina y a su hija Galilea, a quién le transmitió la pasión artística y con ella comparte algunos momentos de pintura.






“Me gustan los proyectos a gran escala, porque el espectador puede apreciar la obra y sacar sus conclusiones”.



Libre y rebelde
Además, en sus genes está la solidaridad y ayuda al prójimo. Creó ArtelatAm junto con su socia Sylvia, organización internacional que promueve el Arte Latinoamericano Contemporáneo en todo el mundo. Presentó CROMA, una muestra virtual, donde se exhiben obras creadas durante el período de la pandemia, por destacados artistas visuales latinoamericanos, “quienes tienen mucho potencial, pero les falta visibilidad; que los miren y aprecien su trabajo en el extranjero. En eso trabajamos, para que sus obras trasciendan, en medio del confinamiento del covid-19”, dijo. Asimismo, en este espacio ofrece asesorías y consultorías con curadores experimentados. Se asoció con artistas, arquitectos, desarrolladores y diseñadores emergentes y establecidos, para crear resultados innovadores. Sin duda, es un artista íntegro, con un espíritu libre y rebelde, que lleva en su mente y en su corazón al pueblo latinoamericano.



