E. CRISTINI, G. NORESE, L. SCARABELLI (ED. BY): DIALOGOS PART THREE & PART FOUR (LA C., VOL. 31)

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Dialogos Part Four

nube, rumor, velo. Se suspende el profundo asesinato, y por encima, por debajo, por fuera del desfile de los victimarios y las víctimas, una pululación finísima se cierne. Una pululación. Un enjambre. Una pululación –me dije– es lo que hay, después de todo, en el centro de “El jardín de senderos que se bifurcan” , el cuento de Borges que me extrañaba que no me hubiera venido a la mente en primer lugar cuando Giancarlo Norese me pidió un texto sobre jardines, y cuyas imágenes me parecieron, entonces, advenirle a mi recuerdo del texto de Lispector. ¿Dónde se encuentra, en el texto, esa pululación? Recordemos la historia. Yu Tsun, “antiguo catedrático de inglés en la Hochschule de Tsingtao”, está por ser apresado. Yu Tsun, espía chino a las órdenes de Alemania durante la primera guerra mundial y poseedor del secreto del lugar donde un parque de artillería inglesa se encuentra, está a punto de ser apresado por el capitán Richard Madden, y se propone, antes de que eso suceda, comunicarle a su jefe alemán, como sea (e incluso sabiendo que una comunicación directa es imposible), el nombre del lugar en cuestión. Concibe un plan extraño: matar a un hombre de apellido Albert, a un Albert cualquiera, porque el parque de artillería se encuentra en Albert, y su jefe comprenderá el mensaje tan pronto como llegue a sus oídos la noticia. Agitadamente, Yu Tsun abandona su refugio

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y, en tren, se dirige al suburbio donde se encuentra la casa de cierto Stephen Albert que encuentra en la guía de teléfonos. Ashgrove es el nombre del suburbio. Yu Tsun desciende de su tren en Ashgrove. Curiosamente, la casa de Stephen Albert se encuentra al final de una serie de senderos en laberinto. Curioso también –piensa Yu Tsun– que sea justamente él el destinado a encaminarse, ahora, a esa casa. Es que su linaje no es ajeno a los laberintos: “Algo entiendo de laberintos; no en vano soy bisnieto de aquel Ts’ui Pen, que fue gobernador de Yunnan y que renunció al poder temporal para escribir una novela que fuera todavía más populosa que el Hung Lu Meng y para edificar un laberinto en el que se perdieran todos los hombres. Trece años dedicó a esas heterogéneas fatigas, pero la mano de un forastero lo asesinó y su novela era insensata y nadie encontró el laberinto.” “Su novela era insensata.” ¿Por qué? Porque en ella todo es, en apariencia, caos: un personaje que muere en el tercer capítulo reaparece en el cuarto perfectamente vivo, los tiempos se confunden, el orden de los sucesos es inextricable. ¿El título de la novela de Ts’ui Pen? El jardín de senderos que se bifurcan. Como se bifurcan los senderos del vasto jardín por el cual su descendiente, ahora, en la tarde que cae, va caminando, mientras medita en el perdido laberinto que ya debemos comenzar a sospechar que no es


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