Félix Torres Gonzáles
Cubano de nacimiento, Félix González-Torres, ya desde edad temprana fue un culo inquieto. A los 13 años se traslada a España y, a mediados de los 70, se instala en Puerto Rico, donde estudia Arte para, a finales de esta década, marcharse a Nueva York. En 1987 se unió a Group Material, un grupo de artistas practicantes
del activismo cultural y, así, los agitados años 80, lo encontraron radicado en la gran ciudad donde, como bomba de relojería —latino, gay y marxista— explotó. González-Torres manejó como pocos el arte de decir mucho con casi nada y, más difícil todavía, el público lo adora. Bombillas que se van apagando, relojes que se desincronizan, montañas de caramelos que aparecen y desparecen son, en manos del artista, alegorías de la muerte, el luto y la ausencia, pero, también, una posibilidad de existir para siempre. Temas que nos tocan a todos tratados a través de objetos
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