82 Prussa Color S.A.
PRODUCIR, UNA FORMA DE VIDA L
a historia de Prussa Color S.A. o, mejor dicho, de las generaciones de Pruski que crecieron al ritmo de los telares, comienza con los desprendimientos particulares de Algodonera Flandria. Operarios de diferentes secciones de la fábrica volvían a sus casas, comían y, sin descanso, se ponían a trabajar en sus telares. Así se fueron esparciendo en el pueblo los famosos fasones. Raúl Pruski, titular de Prussa S.A., recuerda que “la relación con la Algodonera era muy buena. Nadie se quejaba. En todo caso, se disimulaba la doble tarea, aunque todo el mundo lo sabía. Poner un telar en un pueblo de dos mil personas sin que se enterara nadie, no era fácil”. Los inicios fueron con máquinas muy viejas que se conseguían de la posguerra mundial. Tenían su valor pero, siendo austeros, los trabajadores de Algodonera conseguían ahorrar para comprar un pequeño telar. La producción de entonces estaba destinada a lo que se define como “la era del plástico”. Los manteles de hule, los tapizados de los autos y un lienzo colchonero, hacían marchar a los telares. En esta firma, los primeros pasos en el atrapante mundo textil lo dieron Eugenio, el padre de Raúl, y su tío, Vladimir Pruski. Ellos contagiaron el interés en Raúl, que ya comienza a delegar tareas en la nueva generación: Israel Pruski, de 20 años, quien trabaja junto a su padre. La hija de Raùl, Anabel, se encuentra cursando la carrera de Diseño Textil.
Prussa Color hoy está conformada por cuatro operarios, el matrimonio Pruski y su hijo Israel. Prussa se trasladó con su producción desde el centro de Jáuregui (Italia 275) hasta el Parque Industrial Villa Flandria. El espacio urbano quedó como depósito. En el inabordable predio industrial Villa Flandria, Prussa ocupa 1.300 metros cuadrados y tiene instalados ocho telares, una urdidora y una decatizadora, una máquina para terminación de tela. Pero la mirada está puesta hacia el futuro: compraron una tintorería de hilado en cono. “Con la posibilidad de teñir en cono podremos producir los colores por trama. Pero la idea es seguir invirtiendo”, afirma Pruski. Desde Prussa, la ubicación de Luján es considerada crucial por su nudo de rutas. “Es mucha la gente que pasa por acá cuando va o viene de Once, en Capital. Y eso permite la venta de distintos productos”, asegura el empresario. Eso sí: nada de dormirse en los laureles. Prussa debió adaptarse a los tiempos y nada asegura que los cambios no sigan surgiendo de modo constante. “Seguimos trabajando con la tapicería, pero hay que aggionarse. Por eso buscamos otras cosas, otros mercados no explotados. No son tiempos sencillos”, expresa Pruski. En la actualidad, desde la empresa indagan más en los hilados de colores y no se trabaja tanto con dibujo de rattier sino con diseño con colores. “Por eso sumamos la tintorería de hilados y la decatiza-