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Sarmiento de Gamboa y las fundaciones míticas
from Encuentro 81 N°8
by Encuentro 81
Edmundo Moure
Mis amigos Veiga Alonso, vecinos en la comuna de La Cisterna, al sur de Santiago de Chile, eran hijos del gallego Tomás Veiga Alonso y de la hija de andaluces, María López Guerrero. El hermano de Tomás, Jesús Veiga Alonso, se radicó en Punta Arenas y ejerció como gerente de una compañía aseguradora. Era un hombre activo y poseía el prurito intelectual por la historia de las fundaciones hispanas en el extremo austral de América. Luego de descubrir los restos de la Ciudad de El Rey Don Felipe, ubicada cuarenta kilómetros al sur de Punta Arenas, escribió un interesantísimo ensayo monográfico titulado El Puerto del Hambre, publicado en 1963.
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Reproduzco aquí el prólogo de un destacado intelectual puntarenense:
Una vieja amistad me une con don Jesús Veiga Alonso, autor de este trabajo, amistad cultivada con comprensión, afecto y al calor de sentimientos y de inquietudes comunes. Juntos charlamos muchas veces sobre el pasado magallánico, que conoce tan bien, y juntos recorrimos los caminos que bordean el Estrecho, buscando los rastros de los adelantados y de los pioneros.
Hace más de veinte años me hablaba ya, apasionado por la personalidad de Pedro Sarmiento de Gamboa, a quien llamaba «El caballero de Galicia». Se dedicó a leer con entusiasmo y con ansias, cuanta obra hablara del primer colonizador del Estrecho de Magallanes.


Y escudriñando las páginas de viejos libros, le pareció descubrir algo interesante: que la Ciudad del rey Felipe, de triste destino, no estuvo en el sitio que señalaban los mapas. Un día me sorprendió, diciéndome que había resuelto el problema. La ciudad fundada por Pedro Sarmiento de Gamboa, el 25 de marzo de 1582, rebautizada por el corsario Thomas Cavendish, como Puerto del Hambre en 1587, después del trágico fin de sus pobladores, no estuvo asentada entre la punta Santa Ana y el río San Juan, como rezaban los mapas, sino que al norte de la referida punta, en un abra tranquila, apacible, que los lugareños denominan, justificadamente, Bahía Buena.
Jesús Veiga Alonso había explorado la zona, conocía palmo a palmo el terreno y había examinado detenidamente una serie de documentos y libros En mayo de 1955, hace justo veinte años, me mostró un manuscrito, que había preparado sobre la vida del capitán Sarmiento, su malhadada expedición al Estrecho y el fracaso del primer intento colonizador. De los antecedentes se desprendía que la ciudad se fundó en uno de los cuatro rincones, antes de llegar a la punta Santa Ana, donde la acción del tiempo había respetado la respalda de piedra de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación. Su trabajo fue publicado en el diario El Magallanes.
En esa misma época, en una entrevista de prensa, di a conocer su descubrimiento, ilustrando su planteamiento con algunas fotografías Mas, nuestro intento de poner las cosas en su lugar, fue recibido con indiferencia, con una sonrisa compasiva y en algunos casos, con más de una burla. Los escépticos no concebían que el respetable gerente de una Compañía de Seguros y Cónsul de España, tuviera autoridad, como para enmendarle la plana a los historiadores e hidrógrafos.
Tuvo que llegar a Punta Arenas el profesor Joseph Emperaire, etnólogo y arqueólogo, con prestigio en La Sorbona, para que se interesara. El malogrado sabio, como todo hombre conocedor de la historia de Magallanes, admiraba la personalidad del capitán Sarmiento, y se preocupó de ayudar a don Jesús Veiga, a establecer la verdad en este aspecto, dándole el espaldarazo científico.
Tuve el privilegio de participar en las primeras actividades arqueológicas iniciadas por Emperaire y Veiga, junto con dos estudiantes, Armando Sánchez y Werner Lando: trabajando en el ribazo frente a Bahía Buena, para probar que ésa era la iglesia, rodeada por el campo santo, y descubrir los esqueletos, cuyo examen probaría su origen y causas de sus muertes. Es tema para largo. Ofrezco algunos documentos únicos y exclusivos, de esa importante labor, que aclaró una duda histórica.
El arqueólogo Emperaire exhumó con cuidado los seis primeros esqueletos, de un decapitado, un fusilado, un hombre con una pierna amputada, una mujer muerta en estado de gravidez, a los que más tarde, en trabajos de la Sociedad Arqueológica, se sumaron otros restos, hallados en el sitio en que estuvo la iglesia, o el hospital, encontrados en distintas posiciones, como que la muerte los sorprendió acostados y allí quedaron sus huesos, hasta que los cubrieron el polvo del humus y el olvido.

Hoy día, en el mismo sitio, quedan sólo restos de la muralla, dañados por la irrespetuosidad de los intrusos. Y a pocos metros, una tumba monumental, semejando un dolmen céltico, que guarda los restos allí encontrados. Dos placas, muy alusivas, colocadas por don Jesús Veiga, eternizan dos frases significativas: «Tanto he sufrido, que puedo llamarme mártir», pronunciada por el capitán Sarmiento; y otra que respira orgullo: «Aquí estuvo España», inspirada en el libro de Amancio Landín Carrasco, sobre la personalidad de Sarmiento.
Cuando la firma Hernández Hermanos instituyó el Premio «Pedro Sarmiento de Gamboa», para estimular a los magallánicos que han destacado en el estudio, el cultivo de la literatura, el periodismo, el folklore y el deporte, sugerí a don Luis Hernández Tapia publicar en folleto, para una mayor divulgación de la personalidad del Caballero de Galicia, este interesante trabajo de don Jesús Veiga Alonso. Accedió generosamente, encomendándome unas palabras de presentación, además de obtener las ilustraciones, que he tomado de mi archivo fotográfico.
La publicación de esta obrita constituye un estimable aporte al conocimiento de las grandes figuras del pasado magallánico y de uno de los hechos más heroicos y conmovedores de nuestra historia regional. Fue escrito por un hombre nacido en las costas gallegas, que en su infancia en Galicia, igual que el audaz Sarmiento de Gamboa, soñó con venir a la ribera del Estrecho, a luchar por el progreso de estas tierras. Y que porfiado y tenaz, luchó sin desmayo, quizás con la misma hada madrina, porque no lo acompañó la fortuna. Pero dejó afectos y gratos recuerdos. Y porfiado también, no cejó hasta dejar las cosas en su lugar y entregarnos las reliquias de la Ciudad del rey Felipe, cuyo descubrimiento permitió sacar del olvido la memoria del Caballero de Galicia, a quien hoy se recuerda doblemente, con el concurso que organiza Hernández Hermanos, y con la publicación de esta pequeña obra, dedicada a todos los magallánicos ávidos de conocer la historia de su tierra, sobre todo a la juventud estudiosa, para que oriente su vida, en el ejemplo de los grandes hombres.
Osvaldo Wegmann N
Referencias históricas
A poco del descubrimiento del Estrecho de Magallanes, las costas de Sudamérica sufrían las incursiones de corsarios ingleses, que asolaban puertos y poblados. A ello se suma que, pese a que el Pasaje de Drake, al sur del Cabo de Hornos había sido descubierto en 1525, los difusores de la cartografía seguían destacando al estrecho como el pasaje más austral entre el Mar del Norte (Océano Atlántico) y el Océano Pacífico, y que, por tanto, separaba a América de la Terra Australis Incognita.
Estrecho De Magallanes


Por tanto, se justificaba la necesidad de que en los accesos al estrecho se estableciesen colonias y fortificaciones que custodiaran el flujo de embarcaciones Tal idea fue concebida y alimentada por su afán aventurero y conquistador, en la mente del navegante español don Pedro Sarmiento de Gamboa. Nacido en 1532, había conocido en Galicia los secretos de la navegación y era estimado grandemente por el Virrey del Perú. Conocedor de idiomas, cosmografía, astronomía, también historiador, había escrito una crónica sobre la conquista y pueblos del antiguo Perú. Viajó a España para solicitar directamente de Felipe II los recursos necesarios para tan digna como magna empresa. En 1580, Sarmiento había explorado el estrecho y tenía una cercana idea de la zona; el actual desafío, poblarlo, tenía aparejado su nombramiento como Gobernador y Capitán General del mismo, sub conditione, es decir, siempre que la misión fuese cumplida y que, efectivamente, se poblaran esas australes latitudes.

Para pesar de Sarmiento, la corona española designó como conductor de la expedición a Diego Flores de Valdés. No obstante, apoyó fielmente el proyecto. La flota zarpó de Sevilla en septiembre de 1581, con 23 navíos y casi tres mil personas a bordo, entre las que se contaban, además de los soldados, colonos propiamente tales, incluidas 13 mujeres y diez niñas y niños, gran variedad de artesanos, herreros, y dos frailes franciscanos Tras un primer infortunio y cuantiosas pérdidas por un temporal, se retardó la salida final tres meses y se redujo la flota a 16 navíos. La primera recalada fue Río de Janeiro. Un primer intento por acceder al estrecho a comienzos de 1583 terminó con el desistimiento de Flores de Valdés y su regreso a España A fines del mismo año dos naos, Santa María de Castro y Trinidad, y tres fragatas tomaron nuevamente rumbo sur. La primera aproximación a la boca oriental la hicieron en febrero de 1584. Con mal tiempo y observados por los indígenas, embocaron el estrecho en el cuarto intento. Llegaron con Sarmiento unas 529 personas. Desembarcaron próximos a Punta Dungeness y el 11 de febrero de 1584 se estableció el primer poblado: Nombre de Jesús. Con pie en tierra firme, Sarmiento proclamó su discurso de posesión y levantando el altar mayor entonó el Te Deum y el Vexilla Regis. El relato de Tomé Hernández nos ha transmitido que tenían bastimentos para unos cuatro meses, entre ellos algunos animales y variadas semillas La aridez del lugar, escasez de agua y el primer contacto con los indios en que hubo heridos, pudieron motivar a Diego de la Rivera, nuevo Almirante de la flota, a que también se regresase, sin comunicárselo a Sarmiento. Este último decidió que la nave restante, la Santa María de Castro siguiese explorando el Estrecho en busca de la conocida Punta Santa Ana donde desembocaba el río San Juan y él, con otro grupo, seguiría marcha al occidente caminando por el litoral. Trágico trayecto, en que sin calzado, escasos alimentos y con nuevos ataques de los lugareños, experimentaron varias bajas. Veiga nos refiere: "El viaje por tierra fue una marcha que bien se puede calificar de atroz Ya a los pocos días caminaban descalzos, porque las alpargatas se rompieron de podridas que estaban… con los pies sangrantes e hinchados, la gente se desanimaba y se quejaba". Además, "Gran trabajo fue continuar la marcha con los heridos y la gente hambreada y cansada y así empezó a sacrificar las siete cabras de crianza que llevaba… asaba un cuarto y lo repartía a bocado por hombre, manjar que a partir del segundo día fue solamente para los heridos. De los perros que traían, tres desaparecieron y dos se los comieron a escondidas", nos ha dicho el mismo Veiga. Finalmente, y tras avanzar unos 300 km por tierra, ambos grupos se encontraron y fundaron a finales de marzo, en la actual Bahía de San Blas, el segundo asentamiento: Rey Don Felipe. Allí quedaron algunos y Sarmiento intentó regresar a Nombre de Jesús, pero los vientos lo sacaron del Estrecho sin poder volver a entrar. Corría el mes de mayo de 1584, y Sarmiento decidió regresar a Río de Janeiro en busca de socorros locales. Finalmente, en 1586 dispuso su vuelta a España, casi dos años después de haber dejado su Gobernación. En la travesía cayó prisionero de los ingleses y no pisó suelo español sino hasta 1590, donde se presentó "tullido, encallecido y sin dientes". Pues bien, demorándose el regreso de los exploradores del estrecho, el capitán a cargo de Nombre de Jesús, Andrés de Biedma, separó a otros 40 para que fueran también por tierra estrecho adentro; como resultado, más muertes. Tomé Hernández relató que de los cinco sobrevivientes, uno fue asesinado por los otros y practicaron el canibalismo. Estos fueron ajusticiados, al igual que otro, por amotinamiento Hacia fines de 1584 fue el mismo Biedma el que salió en busca de los demás, quedando ya menos de 100 habitantes en Nombre de Jesús donde se habían decretado otras ejecuciones. Antes de que se cumpliera un año y próximos al siguiente invierno, los restantes también abandonaron Nombre de Jesús Han debido encontrar un sendero de cadáveres antes de reunirse en Rey Don Felipe, con ya escasos sobrevivientes. Intentaron de salir de allí, unos por tierra, otros por mar, para lo que construyeron unos bateles, pero ambas iniciativas fracasaron. Ante esto, algunos decidieron quedarse en la costa de Santa Brígida y otros repoblar Rey Don Felipe. La situación era desesperada. Para fines de 1585 o comienzos de 1586 reintentaron salir por mar en una nueva embarcación, navegando equivocadamente hacia el mar de Otway, lo que los obligó a regresar. Aquel invierno de 1586 no quedaban más que 21 o 18 personas, si consideramos la primera o la segunda versión de Hernández. Estas, incluidas tres mujeres, vagaban por las costas del estrecho, y resistieron hasta el verano siguiente. En los primeros días de 1587 avistaron naves tratando de entrar al estrecho. Iban con Thomas Cavendish a la cabeza. Un grupo intentó hacer contacto y, lo que no ha quedado nunca aclarado por qué, es que solo Tomé Hernández fue el que subió a bordo de una nave inglesa marchándose con ellos, sin que regresaran por los demás. Al pasar por Rey Don Felipe, este navegante se aprovisionó de agua y leña, aprovechando de llevarse las piezas de artillería y, observando las escenas de abandono y de muerte, "con tantos cadáveres sin enterrar e inficionados" dio por llamar a aquel lugar Puerto del Hambre.
Análisis de las posibles causas de muerte de la población colonizadora
Estas serán expuestas sin seguir un orden de magnitud en cuanto a lo que pudieron pesar en la tragedia relatada.
A. Muerte por desnutrición

Todos los relatos históricos enfatizan que la falta de alimentos fue crítica y la consecuente desnutrición una de las principales causas de muerte de los colonizadores. Está planteado en las cartas de Sarmiento y es lo dicho por los sobrevivientes. Como ejemplo, Hernández escribió: "La dicha gente y el dicho Sargento volvieron en seguimiento del dicho navío y no pudieron llegar porque fue mucha la nieve que les cayó y ya faltó la comida porque no la tenían. Y perecieron todos de hambre…". La misma necesidad la relata Alonso Veiga en sus comentarios, cuando refiere que sacrificaron las cabras de crianza y aun los perros que llevaban. Pues bien, sabemos que la falta crónica de alimentos conduce a una malnutrición calóricoproteica que moviliza todas las reservas grasas y musculares Para un hombre de contextura normal, significa recurrir a 15 a 25% de energía de reserva como grasa, unos 15 kilos, que se consumen en unos dos meses. Como esta reserva es algo mayor en la mujer, se puede observar en ellas una sobrevida también mayor. Cuando esta pérdida de masa lleva a un peso inferior a 70% del peso ideal, disminuye la inmunidad celular y aumenta el riesgo de infecciones, hay dificultad para deambular y aparecen progresivamente signos cutáneos y mucosos por la carencia de vitaminas y elementos trazas. Cuando la pérdida sobrepasa el 50% del peso ideal hay desorientación y muerte. Trabajos realizados por arqueólogos y biólogos argentinos sobre osamentas de Nombre de Jesús, han documentado que en todos los esqueletos adultos se observan signos de osteopenia, buen indicador de desnutrición. Este hecho, sin embargo, no asegura que el proceso se haya desarrollado solo en esa localidad austral, donde permanecieron no más de diez meses; es probable que estos hombres de mar o colonizadores hayan sido, además, individuos carenciados crónicamente Por otro lado, si bien Tomé Hernández refirió que: "Y que ellos sembraron trigo, cebada y habas. Y que el trigo no granó, y la cebada granó y no se secó porque no hubo tiempo. Y que las habas granaron y no se secaron y siempre estuvieron verdes y estuvieron antes de salir, seis meses debajo de la nieve", no es menos cierto que los lugareños se procuraban alimento, y la caza de ganado era algo habitual. Además, se habían dado cuenta de la existencia de "uvas de espino" (calafates) y "alverjones" (arvejilla), lo que junto a mariscos como los mejillones, contribuyeron a su sustento. También los lobos de mar les procuraron alimento. Sin embargo, dadas las condiciones locales y el desconocimiento de la zona, es probable que a los pobladores se les haya dificultado conseguir alimento en cantidad suficiente y en forma estable, por lo que una de las principales causas que contribuyeron al debilitamiento y muerte creemos que ha sido, efectivamente, la escasa alimentación. Esta causa sería especialmente válida en los largos períodos invernales donde el procurarse comida estaba más limitado. Así lo vuelve a decir Hernández: "Esperando la vuelta de Sarmiento hasta cinco meses, padeciendo de necesidad de ración a cinco onzas de bizcocho a cada soldado; y que al cabo de los cinco meses, que fueron de invierno, habiendo perecido alguna gente de hambre "

B. Muerte por ajusticiamiento

Los relatos han sido claros en cuanto a que en varias ocasiones los capitanes han debido decretar ajusticiamiento. En las relatadas condiciones de colonización, la insurgencia ha debido ser considerada muy grave, dado el efecto de disgregación sobre la población y por lo mismo, era castigada con la pena de muerte.
C. Muerte por homicidio y otros hechos violentos
Es claro el relato de Hernández que se cometió homicidio con el fin de practicar canibalismo. También, que cuando Sarmiento partió por tierra Estrecho adentro, han debido abandonar a un herido que no quiso seguir caminando. También están los relatos, numerosos, de ataques por los indios. En la crónica de Martinic leemos: "A partir de entonces la marcha se vio dificultada tanto porque debió curarse y atenderse a los heridos que sumaban diez hombres, y ayudárseles a caminar, cuanto porque se temía un nuevo ataque indígena". Veiga señala: "Entre los españoles hubo diez bajas: un muerto por una flecha que lo atravesó desde la espalda a la tetilla del corazón, y nueve heridos, de los cuales uno murió en el camino y otro se quedó a morir entre unos calafates". A esto podemos sumar la posibilidad de que en Rey Don Felipe, ya en las etapas finales, la extrema necesidad haya volcado los espíritus a prácticas violentas con el fin de retener lo poco que tenían. Se puede sumar como argumento que Cavendish encontró numerosos cadáveres sin enterrar ¿Sería ello producto de la misma violencia?, porque también se puede plantear que la extrema debilidad de los sobrevivientes haya imposibilitado la práctica funeraria, conducta tan propiamente humana.
D. Muerte por hipotermia

Definida la hipotermia como una temperatura central menor a 35°C, sabemos que con menos de 28°C es grave y altamente mortal si no es corregida oportunamente. Pues bien, el clima de la Península de Brunswick, cerca de Punta Arenas, ya próxima a la latitud 60° sur, es del tipo trasandino con una temperatura media es de 6 a 7°C, pero en los meses entre junio y agosto esta no sobrepasa los 0°C. A esto deben sumarse los frecuentes vientos de predominio suroeste y oeste. La población colonizadora, presumiblemente desnutrida, ha debido tolerar peor las bajas temperaturas, justamente por su incapacidad para generar calor. Hay que sumar el precario abrigo y los vientos descritos que aumentan las pérdidas de calor por convección. En estado de hipotermia, disminuye el flujo cerebral y renal, se altera la actividad cardíaca y se produce apnea que conduce a la muerte. Es muy probable que, al menos en algunos casos, la hipotermia haya sido la causa determinante de la muerte.
E. Muerte por intoxicación
Una observación que abre esta posibilidad la observamos en el texto de Jesús Veiga, cuando dice: "Encontraron en los árboles unos racimos de agallones (agallas del roble) verdes, blandos y de sabor de castañas, que los soldados hallaron sabrosos y los comieron como pan, con el resultado que a muchos les cayeron como piedras en el estómago y se les hinchó la barriga a reventar". No sabemos si lo descrito fue causa de muerte.
Sin embargo, una posibilidad de intoxicación mortal, también está dada por la "marea roja" Esta corresponde a un fenómeno natural de causa desconocida debida al aumento de ciertas microalgas unicelulares, especialmente del tipo de los dinoflagelados, que componen el plancton marino11,12. Debido a los pigmentos que poseen, este aumento de organismos puede determinar cambios de color del agua, lo que ha generado su nombre vulgar. Algunas de estas algas pueden producir toxinas, que, concentradas por moluscos bivalvos como los choros, almejas, machas, ostiones y ostras llegan en gran cantidad a quienes los consumen, de ahí que a la marea roja se le conozca como floración de algas nocivas (FAN). Se conocen varias de estas toxinas; la de efecto más grave es la saxitoxina. Corresponde a una toxina neuromuscular que, en un lapso de minutos a pocas horas, puede producir la muerte por parálisis respiratoria. Conocida como toxina paralizante; corresponde a una tetrahidropurina que bloquea selectivamente el transporte de sodio a nivel de la membrana celular. La Alexandrium catenella es la principal especie de dinoflagelado productor de esta toxina. En Chile, el fenómeno de marea roja está ampliamente extendido y el primer registro de una FAN data de 1827; mas, es perfectamente posible que en Magallanes hubiese estas floraciones en etapas previas, como la época del asentamiento de los colonos a los que nos hemos referido Siendo fenómenos periódicos, es probable que los individuos originarios conociesen de su existencia y que, por tanto, afectara especialmente a los colonizadores. La teoría planteada puede explicar la muerte de tantos de ellos y el hallazgo de osamentas sin enterrar; los sobrevivientes pudieron intuir una suerte de intoxicación por la rápida aparición de síntomas como náuseas, mareos, dificultad para movilizarse, hablar y respirar, hasta llegar a la muerte.
Como conclusión queremos plantear la multicausalidad del triste desenlace de la empresa de colonización emprendida por Pedro Sarmiento de Gamboa en las riberas del Estrecho de Magallanes en la segunda mitad del siglo XVI, y hacer notar otras causas de muerte no consideradas en la literatura. No corresponde enjuiciar ni las motivaciones ni la actuación de Pedro Sarmiento de Gamboa. & & & Referencias y compilación: Trabajo monográfico de Ricardo Espinoza y Juan C. Espinoza; Revista Científica de la Universidad de Los Andes; Santiago de Chile; 2010.
Las ruinas de la ciudad Rey Don Felipe se encuentran a 56 km de la ciudad de Punta Arenas, en la XII Región, en el sector que hoy se conoce como Puerto de Hambre.

Luego de que en el año 1520 Hernando de Magallanes descubriera el estrecho que lleva su nombre, en el extremo austral del continente americano, estas aguas se convirtieron en un paso obligado para todas las naves que buscaban hacer el trayecto desde Europa hasta la costa americana del Pacífico. Pese a los peligros de la travesía, la competencia expansionista con el resto de las potencias europeas y el tránsito recurrente de piratas motivaron a la Corona Española a tomar posesión efectiva de este estratégico lugar. Por eso, para tal fin se organizó la expedición de Pedro Sarmiento de Gamboa, quien fue puesto al mando de 15 naves y unos 4.000 hombres, con la orden de fortificar el Estrecho. Desde el comienzo las cosas no fueron fáciles para el grupo. Los temporales desmembraron la expedición, arribando al lugar de destino tan sólo 3 barcos con unos 300 colonos En 1584, Sarmiento fundó dos ciudades, Nombre de Jesús y Rey Don Felipe, en honor del soberano, pero ambas corrieron una fatal suerte, pues el carácter inhóspito del lugar y la inexistencia en él de tierras aptas para la agricultura provocaron la muerte por inanición de la mayoría de los colonos. La situación provocó además sangrientos motines. En 1587, el corsario Tomás Cavendish navegó por el Estrecho y entró en contacto con los escasos sobrevivientes de la aventura, lo que lo llevó a denominar el lugar Puerto de Hambre. En la actualidad, las ruinas del lugar y el Fuerte Bulnes configuran el Parque Rey Don Felipe, en la zona denominada Punta Santa Ana El Parque, además, incluye un amplio territorio colindante que alcanza las 133,8 ha. El paisaje está rodeado por un bosque nativo en gran parte doblado por el viento, de cara al horizonte del Estrecho.

Histórico hallazgo en Puerto del Hambre Piezas de artillería, fabricadas en 1581, fueron encontradas en las ruinas de la ciudad Rey Don Felipe, ubicada a 56 kilómetros al sur de Punta Arenas. El descubrimiento se produjo gracias a una investigación arqueológica financiada por el Ministerio de las Culturas, a través del FONDART Regional 2019.

Se trata de dos “medio sacre”, que habrían pertenecido a la expedición del marino, historiador y explorador Pedro Sarmiento de Gamboa, que llegó a la zona en 1.584.
“Son piezas de bronce, fabricadas, aparentemente en Sevilla. Poseen el nombre de quien organizó la logística de la Armada del Estrecho, Francisco Duarte, funcionario de la institución monárquica La Casa de la Contratación, encargada de las Indias (América)”, precisó Soledad de la Universidad Bernardo O’Higgins e integrante del equipo multidisciplinario que trabaja en el proyecto denominado “Primeros asentamientos urbanos en el estrecho de Magallanes: evaluación arqueológica y geofísica de Rey Don Felipe”. El hallazgo se produjo el año 2019, luego de una fase de investigación, que incluyó prospección geofísica, análisis documental y sondeo arqueológico Este resultado confirma la existencia de distintos sectores con ocupación hispana y también más antigua, probablemente de unos 3 mil o 4 mil años atrás.
“Desde todo punto de vista, es un tipo de evidencia que va a permitir una serie de estudios, conocimientos y ampliar antecedentes de la ciudad Rey don Felipe, y de dónde venía la artillería.

Las piezas tienen el año de fabricación y la persona que las trajo. Entonces, la posibilidad, las conexiones globales, la interpretación histórica del ciclo, se amplían notablemente. Su valor patrimonial es incalculable, en el sentido que son piezas monumentales y muy bien conservadas. Y que van a poder ser apreciadas por la sociedad magallánica, de todo el país y del mundo”, argumentó Simón Urbina, Director de la Escuela de Arqueología de la Universidad Austral de Chile, sede Puerto Montt, quien junto al equipo de profesionales; la Seremi de las Culturas, Katherine Ibacache; el Director Regional del Servicio Nacional del Patrimonio, Pablo Quercia, y el Gerente Patagonia Histórica, administradora de Parque del Estrecho de Magallanes, Randy Twyman.
Ambas piezas, encontradas a unos 40 centímetros de la superficie, serán extraídas y depositadas a resguardo para continuar con los estudios y análisis, para exhibición posterior.
“Este es un hecho significativo e inédito que pone en valor el patrimonio y que, además, permitirá ampliar las investigaciones en torno a este sitio arqueológico y Monumento Histórico. Este proyecto retoma los estudios arqueológicos en Puerto del Hambre y nos brinda la posibilidad de ampliar los antecedentes para una mejor lectura de lo que sucedió en este lugar y futura difusión”, comentó la Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

El proyecto, liderado por el arqueólogo Simón Urbina, propone una colaboración de investigadores de la Universidad Austral de Chile y la Universidad de Magallanes, más en apoyo en su puesta en marcha, ejecución y difusión de Parque del Estrecho de Magallanes, el Centro Ideal y el Museo Regional de Magallanes.
En 1584, Sarmiento de Gamboa, fundó las ciudades “Nombre de Jesús” y “Rey Don Felipe”. Ambas corrieron una fatal suerte.

El carácter inhóspito del lugar y la inexistencia de tierras aptas para la agricultura provocaron la muerte por inanición de la mayoría de los colonos. La situación provocó además sangrientos motines
Edmundo escritor, poeta y cronista, asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano, y además fue el gestor y fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de Lingua e Cultura Galegas.

Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Su último título puesto en circulación es el volumen de crónicas Memorias transeúntes.
En la actualidad ejerce como director titular y responsable del Diario Cine y Literatura.
