21 minute read

En conversación con Eduardo Jaar

Ruby Osorio Arias

El encuentro virtual con Eduardo fue una gran sorpresa profesional. Y, además, ¡en el día de su cumpleaños! Pese a algunas dificultades técnicas, la comunicación fluyó. Él es encantador, en su modo calmado, pausado en sus respuestas y comentarios. Reflexivo, como mi imagen estereotipada de un buen psicoanalista, mesurado, pero entretenido en su relato. Con su gran familia de origen palestina, vivió su infancia en Martinica Antillas francesas en El Caribe , llegando a Chile a estudiar la Enseñanza Media. Ya entonces se interesaba en el psicoanálisis, no fue sorpresa que a eso se dedicara. Aquí nos comparte su pasión: los bebés y los problemas que ocurren en su desarrollo mental si les falta vinculación y apego a una figura parental. Y es contagioso su entusiasmo. ¡Ahí verán!

Advertisement

-Estando ya en la segunda mitad de nuestra vida profesional, ¿nos puedes dar una idea de dónde estás ahora como tal?

Gracias, Ruby. Yo soy médico psiquiatra de adultos, además me formé como psicoanalista, en la Sociedad Chilena de Psicoanálisis, y después como psicoanalista de niños y adolescentes. Trabajé durante muchos años en el ámbito privado y hace seis años tomé un cargo de once horas como docente en el Departamento de Psiquiatría

Sábado, 10 de diciembre, 2022

de la Facultad de Medicina Sur de la Universidad de Chile, en el Hospital Barros Luco. Además, soy docente de la Sociedad de Psicoanálisis, donde hago un seminario sobre constitución psíquica y otro sobre observación de bebés También trabajo en mi consulta. Me he ido especializando en un área de la psiquiatría, del psicoanálisis, que tiene que ver con la infancia temprana. En el Hospital Barros Luco trabajo junto a la doctora Mónica Kimelman, con quien estamos integrados al Servicio de Perinatología. Es interesante e innovador ya que es la única unidad de psiquiatría perinatal de la Universidad de Chile.

-Y en ese sentido, Eduardo. ¿Quién se hace cargo? ¿Qué pasa con las mujeres y bebés que se enferman en otras partes del país?

En realidad, los ve el psiquiatra que corresponda. Si es una mujer que hace una depresión puerperal, la puede ver tanto el gineco-obstetra como el psiquiatra de adultos. Hay psiquiatras especializados en estos cuadros y tienen mucha experiencia en las depresiones postparto, pero nosotros trabajamos con el recién nacido, con el vínculo temprano del recién nacido con sus padres.

Postgrado en Francia y su opción por el Amor

-¿Y cómo llegaste a esta especialidad, Eduardo?

¡Ah! (sonríe). Recuerdo que cuando entré a medicina la típica pregunta que nos hacen a todos en los primeros años es “¿qué especialidad vas a seguir?”. Y yo decía: “Me gustan muchas especialidades. Me gusta la pediatría, la medicina interna, pero sí sé que la psiquiatría ¡no!”.

-¡Qué divertido! ¡A mí me pasó exactamente igual! (Carcajadas)

Durante la carrera tuvimos un ramo de antropología que me gustó mucho. Leía mucho sobre temas de sociología, antropología, filosofía y descubrí que tenía una orientación humanista importante La psiquiatría hace un nexo entre lo biológico y los componentes de la salud mental, que me gustó mucho. Estudié medicina con la idea de especializarme en Francia. Allá la formación de especialistas es gratuita y ya en segundo año uno recibe un sueldo que te permite vivir. Me instalé en París. Mis padres me ayudaron y empecé mi formación en psiquiatría de adultos en el hospital Pitié Salpêtrière, centro de renombre y con Daniel Wildocher, un connotado psiquiatra y psicoanalista.

-¡Donde enseñaba Charcot! (1)

Así es, donde Charcot hacía sus famosas charlas con las “mujeres histéricas”. Un año antes de irme a Francia, en mi último año de formación de medicina, me enamoré de una compañera. Ella cursaba un año menos y la intención era que pudiese acompañarme a Francia, una vez que terminara. Me fue bien en mi primer año. Ese primer año trabajé de noche como enfermero, para financiar mi estadía. Ya en el segundo año tenía la posibilidad de ganar un sueldo, pero me di cuenta de que mi pareja no iba a poder viajar, y me encontré en una disyuntiva: seguir formándome en Francia con un cargo en el hospital o volver a Chile, a la nada misma a nivel profesional, pero donde podía tratar de rescatar mi relación de pareja Opté por eso y volví a Chile. Fue una buena decisión. Somos una familia armoniosa con dos hijos hermosos. Mi reinserción en Chile fue difícil, continué mi formación ad-honorem en el hospital Psiquiátrico y en el Barros Luco.

(1) Jean Martin Charcot (1825-1893), conocido como el fundador de la neurología en Francia, fue director del hospital Salpêtrière en París, en ese tiempo, 1862, con alrededor de 5000 pacientes, de los cuales alrededor de 3000 sufrían de enfermedades neurológicas. Charcot comenzó a estudiar el fenómeno de la “histeria” como entidad clínica en sí; logró que se aceptara como diagnóstico médico y los pacientes dejaron de ser considerados “simuladores”.

-Lo de ser psicoanalista, ¿lo sabías de antes o lo aprendiste a lo largo de tu formación?

Cuando entré a psiquiatría intuía que me gustaba el psicoanálisis. Incluso intenté hacer un análisis siendo estudiante. No seguí adelante, pero ya tenía claro que quería ser psicoanalista En la formación como psicoanalista tuve que hacer un análisis personal. Iba cuatro veces por semana (a mi sesión de psicoanálisis). Estuve durante diez años en análisis. Cuando cerramos el proceso, mi psicoanalista me conectó con la Dra. Elena Castro, destacada psicoanalista de niños y adolescentes. Empezó siendo mi mentora y después hicimos un grupo de observación de bebés, de acuerdo con el método de Esther Bick. Esto es una exigencia en la formación de los psicoanalistas. En Inglaterra se hace por dos años, en Chile se hace por un año. Esa práctica la hicimos como una experiencia de aprendizaje para después dedicarnos a trabajar en los trastornos vinculares tempranos, en niños pequeños que ya tienen síntomas. Síntomas propios de una dificultad vincular entre el niño y sus padres antes de ser verbales. Niños de seis meses a un año y medio. Niños que no duermen, que no se alimentan bien, que lloran mucho, que tienen algunos trastornos psicosomáticos.

Esta experiencia en observación de bebés nos permitió después trabajar en la psicoterapia de padres-bebés, con un modelo que se llama Intervención Temprana.

Este paradigma de psicoterapia se apoya en el modelo de observación de bebés de Esther Bick (1902-1983). Ella era polaca y trabajó en Inglaterra, en la Clínica Tavistock.

-Esta es la cuna del psicoanálisis.

¡Sí!

-Todo este trabajo que has desarrollado y que es superinteresante, ¿hasta dónde sigue? En esta etapa uno ya está pensando en jubilar, mientras que tú parece que vas a toda vela.

Me gusta mucho mi trabajo. Si me quitas el trabajo, ¡es que me deprimo, Ruby! Con el tiempo voy a ir bajando la cantidad de horas, pero creo que voy a seguir trabajando siempre. En la medida que tenga lucidez para ello.

-Y el servicio, la universidad o ambos, ¿no te limitan en términos de edad?

No. Hay muchos docentes que tienen muchos más años que yo y siguen adelante. El problema de edad les afecta mucho más a otras especialidades. En algunas el tope es los 75 años, como en cirugía, pero en un cargo universitario no hay esa limitación. Puedo trabajar mientras tenga lucidez y pueda contribuir al desarrollo de colegas más jóvenes

Nos dimos a conocer en nuestra experticia de infancia temprana y surgieron demandas de centros hospitalarios. De la unidad de neonatología del hospital San José nos llamaron porque tenían muchos niños prematuros que no estaban siendo visitados por sus madres. ¿Cómo hacemos para que las mamás puedan hacerse más presentes en el cuidado de sus hijos prematuros? Nos entusiasmó ese desafío y empezamos a colaborar con ellos. Hicimos grupos Balint (2) con los equipos profesionales, como una forma de ir elaborando el impacto emocional que generan los casos con los que están trabajando en la unidad Con la doctora Castro se nos ocurrió que también podríamos hacer observación de niños prematuros que estaban hospitalizados en la unidad.

Y tuve una experiencia que me marcó mucho. Cuando estaba observando a un niño prematuro, me di cuenta de que en la cuna del lado había otro bebé que siempre estaba solo, no tenía visitas. Cuando pregunté por él, me ratificaron que había sido abandonado por sus padres y que no tenía visitas. Aquí necesito contarte algo más, Ruby. Tú sabes que los médicos, para poder trabajar sin enfermarse, necesariamente se tienen que disociar.

El servicio de neonatología es un lugar fantástico porque nacen bebés todos los días Qué estímulo más agradable e interesante que estar con bebés, pura vida naciente, ¡es fantástico! Pero, así como nacen, también todos los días mueren bebés, mueren niños o hay niños que lo pasan muy mal. Entonces necesariamente los médicos tienen que estar disociados para poder tolerar el trabajo de la unidad, que es emocionalmente muy fuerte.

-Sí, recuerdo que durante el internado uno de estos niños muy enfermos murió. Hasta entonces yo estaba muy entusiasmada con la pediatría. Ese niño fue la razón por la cual dejé de lado esa idea, por lo difícil. Fue muy, muy triste.

Así es Te quiero explicar que para hacer una observación de bebé, hay que entrar con una gran receptividad y con la mayor sensibilidad posible. Entonces entro a ese lugar sin las defensas propias de mi cargo como médico, lo hago sensible y receptivo. Así, el impacto que me hace ese bebé que está abandonado, es muy distinto al que le genera al médico pediatra, para quien es un caso más. Yo pensaba que esos casos de niños abandonados por sus padres eran casos históricos. Habíamos leído a Spitz (3) que hablaba del hospitalismo, de los bebés que no habían tenido cuidado de sus padres y estaba convencido de que era un tema histórico.

(2) Grupo Balint: un método único de supervisión cuyo principal preocupación es la sensibilidad del médico a las emociones tanto suyas como las del paciente. El formato es una presentación breve de lo que se recuerda del caso, por 3 a 5 minutos, seguido de una discusión de una hora o más. Toda discusión en el grupo es confidencial, como en psicoterapia, para crear un ambiente seguro, donde expresar sentimientos difíciles, complejos o negativos.

(3) René Spitz: observó que niños hospitalizados por períodos prolongados se retraían, perdían peso, sufrían serio deterioro en su desarrollo y muchos se morían. La causa postulada era la deprivación de cuidados maternos, estimulación maternal y amor maternal.

Fue impactante sumergirme en la realidad de nuestro país, así como estaba ese niño presente ahí, en todos los hospitales de Chile, en forma casi permanente, siempre hay niños que están abandonados, sin visitas.

Fue un impacto muy grande, en una situación en la que estaba sensible, permeable al impacto. Eso nos llevó a buscar una forma de intervenir con esos niños, ¿cómo trabajar con ellos?

Teníamos la formación como psicoanalistas, habíamos trabajado en observación de bebés; teníamos herramientas para ello.

Con la doctora Castro creamos una aplicación del método de observación de bebés de Esther Bick Ofrecimos que se instalara un Acompañante Afectivo cerca de ese bebé que está en el hospital y que fuese por una hora, todos los días de la semana, a estar y a vincularse con él. Después tiene que transcribir su experiencia poniendo énfasis en describir sus vivencias durante el acompañamiento. Una vez a la semana se reúne en un seminario donde lee la experiencia vivida y un coordinador facilita una reflexión grupal para ayudar a entender y elaborar los diversos sentimientos que esta situación evoca. Redactamos el programa, lo implementamos y fui la primera persona que hizo esa experiencia, acompañado por la Dra. Castro como la Coordinadora de Grupo Me correspondió acompañar a una recién nacida y empecé a ir al hospital a estar con ella una hora, de lunes a domingo, para tratar de vincularme, para que generáramos un lazo que pudiese brindarle una mayor estabilidad y pudiese fomentar un mejor desarrollo de su aparato mental. Fue una experiencia intensa, muy buena para ambos Posteriormente armé un grupo de trabajo, donde empecé a formar psicólogas que pudiesen repetir la misma experiencia. Cumplo el rol de monitor de grupo y durante 4-5 meses trabajamos sobre temas de infancia temprana, leemos diferentes autores, se preparan en esta metodología de trabajo y después se les entrega un niño(a). Tienen que ir al hospital a acompañarlo todos los días, y cuando es dado de alta, lo acompañan en la institución de acogida hasta que el niño sea entregado a una familia definitiva. De modo que esa voluntaria está una hora, todos los días durante 6 a 12 meses, o el tiempo necesario, acompañándolo como su principal figura de afecto, brindándole un vínculo afectivo en un período crucial para su vida, que es el primer año de vida. Ese método que hemos ido desarrollando y enriqueciendo lleva 10 años desde sus inicios.

-La dedicación por parte del acompañante es intensa: a diario, siete días a la semana, por un período indefinido. ¿Qué pasa cuando la persona que acompaña no puede ir por vacaciones, etc.?

(Mueve su cabeza) Tú lo tienes que intuir. Esa persona tiene una función materna con una niña que no tiene otra figura que no sea esa voluntaria Esas son las condiciones: ¡¡¡no hay vacaciones!!! Tiene que comprometerse a hacer ese acompañamiento, siete días a la semana, hasta que la niña sea entregada a su familia definitiva. Ese es parte del acuerdo inicial.

-Estos acompañantes, ¿son voluntarios, no son pagados?

Es toda una labor ad-honorem Ni yo ni las voluntarias recibimos sueldo. La gratificación es el proceso de aprendizaje.

-¿Cómo reclutan voluntarios?

Cuando estaba trabajando en el hospital San José, tenía interés en ganar experiencia en el sistema de Familia de Acogida Temporal. Estaba buscando familias que estuviesen dispuestas a acoger a un niño para cuidarlo en su casa y después ser capaces de entregarlo a su familia definitiva. Tuve problemas para conseguir familias, y se me ocurrió hacerlo a través de un artículo periodístico. Se hizo el reportaje y la periodista se interesó en la experiencia de acompañamiento afectivo del bebé. Finalmente, en el mismo reportaje salieron los dos programas: la experiencia de Acompañamiento Afectivo de un bebé y un recuadro donde se promocionaba el programa de familia de acogida temporal. El reportaje en la revista Paula ¡fue un bombazo! Fue impresionante la acogida que tuvo y me vas a creer que hasta hoy día ya han pasado 10 años el artículo circula en la red. Las personas me escriben para plantear su punto de vista. Muchas mujeres se ofrecen para cuidar un bebé, es impresionante, eso habla muy bien de los sentimientos. Hay un potencial enorme en la sociedad civil, si uno logra movilizar fuerzas en ese ámbito se pueden lograr muchas cosas. Para esa labor, que te parece increíblemente dura y no remunerada, hay muchas candidatas a voluntarias.

-¿Son todas mujeres?

La mayoría, aunque hay algunos hombres, son muy pocos Entonces parte de mi ocupación ha sido formar esos grupos. Primero lo hicimos con psicólogas, después lo amplié a voluntarias que no tienen formación en psicología. Primero partimos con bebés recién nacidos y ahora lo ampliamos a niños más grandes

-O sea, infantes.

Claro. Primero partimos con una voluntaria por bebé y después vimos que, en algunos casos, era demasiado sacrificado para esa persona acompañar a un bebé sin fallar durante más de dos años Ahora hacemos duplas, dos personas que trabajan con el mismo bebé, lo que les permite turnarse cuando las dos ya han generado un vínculo muy estrecho con el niño o la niña. También nos esforzamos para que la familia adoptiva conozca el rol que hemos cumplido, permita preservar el lazo de afecto y nos permita seguir acompañando, seguir viéndolo una vez que ya está en el seno de su familia.

Tenemos casos muy bonitos, donde se ha logrado muy bien eso. No siempre se logra. Si el niño es adoptado por una familia que vive en regiones, se pierde el contacto. Hay familias que no quieren mantener contacto con las voluntarias, pero son las menos. Hasta hoy, la mayoría mantiene contacto con el niño o la niña

Actualmente estoy trabajando con el psicólogo José Ignacio Schilling en Puerto Varas, con un grupo de voluntarias, seis mujeres que han conformado duplas para acompañar a tres bebés. Nos reunimos virtualmente y tres veces al año viajo para reuniones presenciales

-Me llama la atención lo del trabajo voluntario. El altruismo de los voluntarios. Es un compromiso, una entrega sin recompensa visible. Entonces, ¿qué hay en este compromiso, en esta entrega para las personas que lo dan?

Mira Ruby, en general todas están muy, pero muy conscientes que cuando el niño es dejado por su familia, se queda solo en el hospital y luego ingresa a un orfelinato de bebés, ese niño lo pasa mal. El que ellas se ofrezcan para enamorarse del bebé y estar con ellos una hora, puede hacer una enorme diferencia en el crecimiento de ese niño. Además, eso se nota muy rápidamente. Inician el acompañamiento con un bebé que muchas veces ya tiene síntomas: son niños irritables, o excesivamente retraídos y poco demandantes, tienen diversos síntomas incluso defensas autistas. Cuando se va instalando y generando un lazo, ¡es increíble!, el niño se recupera maravillosamente. La gratificación que obtienen de ese vínculo es intensa y enorme. Y lo viven a fondo.

El problema es otro, no tiene que ver con que el beneficio no es tangible. Más bien lo difícil es la posterior separación ¿Cómo me entrego tanto a un bebé? ¿Cómo le dedico tanta energía, tanta disponibilidad? ¿Cómo me “enamoro” de ese bebé y se va a ir y me tengo que separar de él? Entonces la pregunta que nos hacíamos era que quizás algunas se podrían deprimir, pero nuestra práctica nos mostró algo totalmente distinto Ocurre que la voluntaria está muy cerca del niño, lo quiere mucho, se da cuenta lo que pasa con él. Y aunque el niño haya tenido mucho progreso con ella y las escalas de evaluación ya se hayan normalizado y tiene un rendimiento esperado para la edad, resulta que la voluntaria solo puede estar una hora con él. El niño sigue en un orfelinato, no recibe estímulos, no tiene el marco de vida para potenciar su desarrollo. Llegado ese momento, la voluntaria lo único que quiere es que avance rápido el proceso judicial, que llegue la familia, que se lo lleve porque eso va a ser lo mejor para ese niño, necesita una vida en una familia, que tenga papá y mamá las 24 horas y no la hora que esta mujer le puede dar De modo que finalmente cuando se resuelve el tema judicial y nos avisan que la familia va a llegar, en conjunto con la pena que tiene la voluntaria que esta experiencia con el niño empieza a cambiar y va a tener que separarse de él, es también un momento de fiesta, de gran alegría y de satisfacción. Este se hace mayor cuando la familia permite la continuidad de la experiencia, ahora ya no va a ir a cuidarlo, quiere ir a verlo cada cierto tiempo, solamente para mantener el lazo.

-¿Cuál es el proceso de selección de voluntarios?

Se seleccionan personas que tengan una buena función materna, capaces de trabajar en equipo y sean íntegras. Deben tener disponibilidad de tiempo y una gran flexibilidad horaria.

En Santiago donde hay mucha congestión, de lunes a domingo, si trabaja a jornada completa y no tiene flexibilidad de horario no puede hacerlo

-Se ve que estás bien ocupado, ¿te queda tiempo para otras cosas?

(Risas) Sí, claro que sí. Yo copié el modelo de mi analista. Ella trabajaba en su consulta adosada a su casa, eso me gustó mucho y repliqué el modelo. Desde que mis hijos son chicos tengo la consulta adosada a la casa y si tengo un tiempo libre entre un paciente y otro, entro a mi casa y comparto con mis hijos y esposa. Ha sido maravilloso. Durante la semana hago natación y juego tenis. Tengo mi vida de pareja y mi vida familiar, me junto a veces con los amigos, lo que todos nosotros hacemos Pero todavía trabajo harto, sigo estudiando. Todavía tengo un régimen de vida muy intenso, si durante la semana tengo que contestar una llamada, me cuesta encontrar el tiempo para poder hacerlo.

-¡Entonces es más privilegio para nosotros que nos hayas dado este espacio para esta entrevista en el día de tu cumpleaños!

(Risas) ¡Yo soy el privilegiado! La Mirna miembro del comité editorial de esta revista habló conmigo y me convenció de participar.

-Yo los recuerdo a ustedes: la Mirna, con el Jimmy Kelly, Eduardo y por ahí cerca el Beno…

Y Rodolfo Klein. Fue un buen y cercano grupo de compañeros y amigos. Lamento eso sí, que hayamos sido tan cerrados y no haber aprovechado la oportunidad de compartir más momentos con el resto del curso, de lo cual me di cuenta mucho después.

En la “U”: de derecha a izquierda: Rodolfo Klein, Erica Ibarra, Jimmy Kelly, Paty Hoffer, Lucho Herrera, Eduardo Jaar y Mirna Karmelic.

-Tú dices que solo puedes identificar un desafío grande, pero lo que tú me cuentas me parece un constante desafío.

El desafío actual es ir validando la experiencia que estamos teniendo con estos niños porque es un camino nuevo, que nosotros creamos con Elena Castro. Tiene un potencial enorme y es impresionante el impacto que tiene en los niños. Ahora, en ese marco hay una muy buena noticia para nuestro país: hace poco tiempo en el parlamento aprobaron una ley para que no existan más orfelinatos de niños y bebés de 0 a 3 años. De modo que todos esos bebés que no tienen el apoyo, el cuidado de su familia de origen va a ir al cuidado de una familia de acogida temporal, por ley. Como la ley ya se formuló, se van a asignar recursos para ir fortaleciendo los programas familiares de acogida temporal y de a poco vamos a tener más familias disponibles.

Pasión y consecuencia

-Eduardo, las cosas que tú has ido haciendo ha sido porque te gusta, te interesa y las has ido desarrollando. En la medida que uno abre una puerta, aparece algo que a uno le llama la atención y uno va y lo sigue, es la vida de un científico, es la vida de un médico, de alguien que tiene interés y ama lo que hace y como tal, no parece esfuerzo. En tu caso, ¿cuál ha sido tu mayor logro, el que te ha dejado mayor satisfacción?

Bueno, creo que pasa por el tipo de trabajo que les describí.

Hace poco tiempo hice una segunda experiencia: acompañé a un niño de 3 años, que me ha marcado mucho, he aprendido una enormidad Con la doctora Castro oficiamos de supervisores de los equipos profesionales de la Fundación San José. Una vez al mes nos presentan sus casos clínicos más complejos y esperan nuestra ayuda, nuestra guía. En dos oportunidades nos presentaron el caso de un niño, que tenía muchos síntomas: trastornos del sueño, evitaba el contacto con la mirada, se golpeaba la cabeza contra la muralla, jugaba solo, tenía un gran retraso en la adquisición del lenguaje Además, tenía estereotipias del comportamiento: lo llamas y no se da vuelta, no toma contacto contigo, si lo tomas en brazos él se mantiene rígido, no se amolda a tu cuerpo. Es decir, tenía una cantidad de síntomas de carácter muy preocupantes, que hacían que, aunque su situación legal estuviese avanzando, el equipo tenía muchas dudas que la familia pudiese acogerlo. ¿Me comprendes?, no iba a poder ser integrado a una familia adoptiva. En Chile tenemos el problema que a veces la familia adoptiva, si al corto tiempo tiene problemas con el niño, lo devuelven. Esto es tremendo y temíamos esa situación. Para el niño va a ser muy difícil y para los papás también. Con la doctora Castro entregamos líneas de acción, pero nos contestaron que no tienen a nadie que pueda cumplir esa labor… y me decidí a hacerlo. Eso pasó hace dos años, hice una nueva experiencia, de acompañar y crear un lazo con el niño, pero como era más grande, iba cinco veces a la semana, de lunes a viernes, a estar una hora con él, a veces un poco más de tiempo y al mismo tiempo, la doctora Castro me seguía acompañando en nuestra hora semanal de grupo. Fue una experiencia muy bonita, porque si bien el niño tenía muchas defensas autistas, estas eran secundarias a la situación de privación afectiva y al tener regularidad e ir generando un lazo de reciprocidad con él, se fue recuperando milagrosamente Luego de 7-8 meses de estar trabajando con él, teníamos un niño bastante normal. Después de enfrentar su proceso adoptivo, se integró de buena forma.

Él está ahora con su familia y sigo viéndolo. Nos tenemos un cariño enorme. Son experiencias que atesoro Me corresponde pronto ir a verlo y lo disfruto mucho ¡Me gané un sobrino!

-Mirando hacia el futuro, ¿qué le podrías sugerir o aconsejar a un Eduardo años más joven o a un cuidador o voluntario, como algo importante en lo que fijarse o enfocarse en su labor?

Tu pregunta toca un tema importante. Recuerdo que, durante mi trabajo como psiquiatra, añoraba hacer clases a los becados de pediatría, para incorporar en su formación la importancia de los factores emocionales, la importancia del vínculo madre-hijo/a, el tema de la lactancia y del apego Y fíjate las vueltas de la vida, ahora tengo esa oportunidad. Porque los becados de pediatría, de medicina interna, de medicina familiar, pasan por psiquiatría y durante un mes les puedo hacer seminarios, de estos temas. Estoy en contacto con gente joven que se está formando. Me gusta la docencia y siempre le doy mucha importancia a todo lo que ocurre en los primeros años de nuestro desarrollo, cómo esa primera experiencia temprana nos determina, está presente en nosotros hasta el día de hoy. No son temas que quedan en el pasado, sino que ocurrieron en el pasado, pero siguen determinando nuestra vida hasta hoy día.

Considero indispensable que un médico psiquiatra se forme dándole suficiente valoración a ese componente, de cómo construye su mente y cómo situaciones muy significativas de los primeros años se van a hacer presentes en su elección de pareja, su forma de construir pareja, su modelo de ser papá o ser mamá.

La verdad es que yo no pretendo que todos se formen como psicoanalistas, pero lo que sí pueden hacer es desarrollar conciencia en ellos mismos de cómo esos elementos están presentes y en la medida que los puedan ver en sí mismos, también van a poder verlos en los demás. Si hay algo que recomiendo mucho es el proceso psicoterapéutico, la investigación en uno mismo y el desarrollo de la capacidad empática para poder leer a los demás de acuerdo a cómo son, qué les está pasando, cómo funcionan.

-Ahora esto mismo aplicado a ti: cuando tú decidiste tener pareja, ser padre, cuando estaban tus niños chicos, tú estabas consciente de todo esto. Me contaste que tu consulta estaba al lado de tu casa. Entonces, ¿cómo negociaste tu rol de padre siendo psiquiatra, médico y hombre?

He disfrutado mucho de mis hijos. Me gusta el cuidado de los bebés. Me gusta el rol parental. He sido un papá que ha jugado con sus hijos, he disfrutado de llevarlos al parque desde muy chiquititos Ellos se quejan de que he sido un hombre trabajólico y que nunca pude ir a las reuniones de apoderados del colegio, siempre fue mi esposa.

Esas reuniones eran siempre en las tardes, a la hora que en mi especialidad tengo más demanda de consulta y nunca pude desocuparme para ir a las reuniones de apoderados. Indispensable fue el rol, tiempo y dedicación de mi esposa. Cuando ellos eran bebés los ayudaba a conciliar el sueño y si se despertaban me hacía cargo de sus cuidados. Creo que fui un buen papá. Tengo un buen vínculo con mis dos hijos. Ahora tú sabes que los hijos siempre reclaman, pero estoy tranquilo, cumplí con ellos.

Francia como profesional?

No, solo a turistear De los cuatro a los once años viví en la isla Martinica, una isla en el Caribe, por eso hablo francés. Yo tenía incorporada la cultura francesa y cuando estuve en París me sentí en mi casa, con los mismos códigos, las mismas estructuras de la sociedad que conocí en la isla.

-¿Y por qué estaban en Martinica?

Mis padres se casaron y tuvieron cinco hijos al hilo. ¡No les resultaba ningún método anticonceptivo! (Risas) Mi padre era comerciante, tenía problemas económicos y mi abuelo paterno, que estaba en Martinica y se estaba jubilando, le ofreció administrar su negocio. Vivimos ocho años en la isla y luego nos devolvimos a Chile

-¿Tuviste problemas con el idioma?

De derecha a izquierda nuestro hijo mayor Daniel, mi esposa Loreto y nuestra hija menor Macarena.

-Y tu experiencia como niño, ¿fue así también?

Sí, yo tuve una buena experiencia. Mis padres fueron una linda pareja, se querían mucho. Mi madre es una mujer maravillosa, mi papá también, un hombre increíble. Somos cinco hermanos. Mi papá murió hace más de 18 años y mi mamá en agosto del 2022.

-¿Has tenido la oportunidad de volver a

Es que mis padres siempre se preocuparon de hablar español en la casa, entonces llegué comprendiendo el español, pero hablando francés. Aprendí rápidamente, no me costó. Fui alumno de la Alianza Francesa.

-¿Entonces tu encuentro pleno con la educación en español fue en la universidad?

¡Sí!

-Y tu apellido: Jaar, ¿de qué origen es?

Mi familia es de origen palestino, de Belén. Mi padre y mi madre, yo soy Jaar Hasbun. Mis abuelos nacieron en Palestina.

Mi abuela paterna era colorina y mi hermano mayor y yo también, aunque ahora ¡tengo el pelo blanco!

-¡Ahora todos! (Risas) Ha sido muy interesante conversar contigo, Eduardo.

Igualmente, Ruby, ha sido grato reencontrarnos y compartir nuestra experiencia de vida

Te agradezco tu tiempo y tu dedicación en hacer un relato de mi vida y de mi vida profesional.

This article is from: