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El agua, el viento y la ventana

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Andalucía

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EL AGUA, EL VIENTO Y LA VENTANA

El prisionero con los ojos vendados empujado desde la plancha a veinte pies sobre el mar recordó una cortina blanca que temblaba en una ventana vio a una mujer acercarse por la banqueta donde estuvo parado hace veinte años en la ciudad de México, a un océano de distancia. El tiempo que toma llegar al agua es el que toma cerrar una ventana.

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Él nunca había visto tantas parejas besarse en el parque como vio ahí. Hombres remaban en pequeños botes con sus novias a través del lago del Parque de Chapultepec, la luz del sol en el agua era cegadora. Las mujeres llevaban vestidos blancos de verano que ondeaban como cortinas en la brisa. Arrastraban sus manos en la superficie. Algunas cerraron los ojos como si no pensaran en nada más que en el agua y la brisa y el calor de la tarde; no era realmente un pensamiento sino una rendición.

Gaviotas chillaban en lo alto, tan lejos del mar. Ellas montan el viento hacia el interior de la ciudad y se quedan ahí. Miran a la gente en sus botes, bebiendo vino y mordisqueando pan y uvas. Observan los pedazos que caen al agua. Entonces se sumergen tan rápido que no las ves hasta que arremeten contra la superficie.

—Traducción: Iván Soto Camba

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