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Silencio

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Apoteosis

Apoteosis

SILENCIO

Hacía dos días que el marido de Cheryl no hablaba con ella en la mañana, aunque se sentaba, como siempre, en la isla central de la cocina, estudiando su iPhone. Fue, suponía ella, la culpa de Raymond Carver. Su primera línea lo había hecho. El esposo la trató de detener, alzando la mano y frunciendo el ceño, como solía hacer, con las cejas juntas y la sonrisa satisfecha que indicaba silencio. Insistía en silencio en las mañanas y no sólo en las mañanas. Cuando le echaba fusilli en una olla de agua hirviendo. Cuando ensayaba un paso complicado de baile swing. Cuando practicaba su violín. Levantaba la mano y la callaba como una niña. Fue peor durante la pandemia COVID porque era él la única persona cerca cuando se le vino una idea. Como la primera línea del cuento de Carver, “Bicicletas, muslos, cigarrillos.” Su marido hubiera mostrado más interés en aquella línea que en su iPhone porque él mismo era un escritor. Cheryl se enamoró de él cuando leyó su prima novela. Pero él no había estudiado el arte de escritura como ella y no había leído ningún libro sobre el arte de escribir ficción, o así dijo, pero ella había visto libros de ese género en su biblioteca. Lo imaginaba como Wittgenstein, llevando libros de filosofía de la biblioteca de Cambridge que dijo que nunca los leyó. En todo caso, los cuentos de su marido parecían brotar de los dedos del pie y crecer por él hasta que salieron de la pluma en sus dedos, llegando a los cuadernos rayados que él llevaba adonde fuera. No lo habría interrumpido con un cuaderno en la mano, pero con un iPhone. ¡Demasiado! No fue sólo la primera línea del cuento de Carver que quería platicar con él. Era otra cosa que se le ocurrió. El protagonista había dejado de fumar, y el cuento se publicó varios años antes de la muerte de Carver por cáncer de pulmón. Y así, ella se preguntaba si Carver usaba su experiencia personal al escribir su cuento. Y, si así fue - eso era algo que ella había considerado hace mucho, ¿cuánta experiencia personal se puede usar en un cuento hasta que ya no es ficción? No tendría esa conversación con su marido aquella mañana. Y se preguntaba cuánto tiempo iba a mantener su silencio, alzando la mano para pararla en el momento que sentía que ella respiraba, preparándose para hablar.

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It meant, she eventually came to see, that she was forced to write. There being no other ear open to her words than the blank page. And sometimes she wondered, if only for a fleeting second, if that had been her husband’s plan. And so when one morning her husband said, “What are you thinking about?” She held up her hand, brought her fine eyebrows as close together as she could, and said, “Silence.”

—Dianne Romain

Eso significó, ella llegó a comprender, que fue obligada a escribir como no había quién le escuchaba menos la página vacía. Y a veces se preguntaba, por menos de un segundo, si era el plan de su marido. ¿Una mañana cuando su marido le preguntó, “en qué estás pensando?” Ella levantó la mano, juntó sus finas cejas y dijo, “Silencio”.

—Traducción: Anna Adams

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