El Sol de San Telmo

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N ú m e r o 9 6 - A ñ o 1 0 - N o v i e m b r e 2 0 1 7 - B u e n o s A i r e s - ISS N : 2 3 1 3 9 7 2 2 - D N D A 5 3 4 5 4 6 0 - E j e m p l a r

g r at u i t o

La Noche de los Museos 47 Aniversario de la Feria Págs. 2/3: El barrio se vistió de fiesta

Págs. 4/5: Una mujer que da batalla

Pág.7: Historias de vida, historia del barrio / Día del Calesitero

Pág.8: La sorpresa / ¡Gracias Don Pedro González!

Pág.9: “Todos tenemos la capacidad de hacer del mundo un lugar mejor”

Pág.11: ¿Día de Muertos en San Telmo? Mucho más que calaveras y catrinas / Adiós querido Pablo

Pág.12: ¡¡Bien por esa esquina!!


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Nuestra Misión: El Sol de San Telmo es un periódico no-partidario dedicado a fortalecer y celebrar el barrio de San Telmo y el Casco Histórico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.. Definimos nuestra visión editorial como periodismo comunitario. Valoramos toda comunicación que genere un foro abierto de participación y diálogo para las muchas voces que constituyen la comunidad de San Telmo. Reconocemos que vivimos en una época en la cual los medios (tanto masivos como independientes) ocupan cada vez más el espacio de intercambio y comunicación que antes ocupaban nuestros espacios públicos-las plazas, parques y veredas donde nuestros abuelos se juntaban para conectarse con el mundo y con sus comunidades. Por eso queremos revalorar el intercambio y la conexión humana a través de un periódico cuya identidad, contenido, y espíritu se definen a través de la participación activa de sus lectores y colaboradores. Todos los que viven o trabajan en el barrio, o simplemente le tienen cariño, están invitados a formar parte del debate sobre San Telmo: su patrimonio tangible e intangible, su pueblo y su futuro.

w Administrador y Propietario: Hugo M. Del Pozo Dirección/ Edición: Isabel Bláser Carlos Calvo 717 - CABA - Tel. 4307 9704 isabel.elsol@yahoo.com.ar Redacción: Isabel Bláser, Diana Rodríguez Diseño: Samanta Cardo Publicidad: Diana Rodríguez Web/Facebook: Hugo E. Lavorano Colaboraron en este número: María E. Vazquez / Juan D’Ambrosio / Cecilia Calderón / Carolina Balderrama / Marcelo Sanchez / Maria Sivia Machicote elsol.desantelmo@yahoo.com.ar www.elsoldesantelmo.com.ar Facebook: El Sol de San Telmo El arte de nuestro logo es un fileteado del maestro Martiniano Arce www.martinianoarce.com

w ISSN: 2313 9722 DNDA 5345460 Diseño: SBC - Tel. 4383 5889 Impresión: Editora del Plata S.R.L. Neyra 75 - Gualeguaychú - E2820DQA Entre Ríos - Argentina El Sol de San Telmo es una publicación cultural de carácter comunitario y distribución gratuita mensual de 3000 ejemplares, orientada a la difusión de la historia y actividades barriales del barrio de San Telmo y el Casco Histórico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se autoriza la reproducción total o parcial de las notas citando la fuente. Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad de los autores. Fundadores: Catherine Mariko Black y Marcelo Ballvé

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EL BARRIO SE


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VISTIÓ DE FIESTA

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Ana Reynaga

Una mujer que da batalla

U

n mundo mágico se abre, si uno pasa la puerta de entrada de Carlos Calvo 782 -CABA-.

Estantes con zapatos, botas, borcegos, sandalias con plataforma, muebles antiguos, espejos a la altura de los pies, pedazos de cuero sobre los sillones, herramientas varias, hormas y todo lo que tenga que ver con un taller de calzado. Más precisamente, un lugar donde se respira creatividad y trabajo artesanal. Quiero saber quién es esta vecina que camina el barrio habitualmente con su perra Holanda, termo y mate en mano. Precisamente esto es lo que me ofrece -Ana Reynaga-, cuando nos sentamos a conversar. “Tengo 38 años y hace alrededor de diez que me dedico a hacer zapatos de manera artesanal. Antes trabajé de camarera en restaurantes y alguna otra cosa, pero nunca me gustó estar en relación de dependencia o tener horarios y levantarme temprano. No me banco mucho la relación con los dueños y ese tema siempre me pareció complicado”, dice. ¿Una rebelde? No, simplemente un

modo diferente de transitar la vida. Se nota que no se siente cómoda en una estructura convencional y lo confirma cuando comenta que buscó algo para poder vivir de eso y si no lo encontraba, lo inventaría porque “lo mío tiene que ver con el hacer con las manos, también podría haber ido por el lado de los muebles. El zapato es una circunstancia, siempre me resultó cómodo estar en un taller o con las herramientas; es algo constructivo, claramente el destino me llevó por este lado”, explica. El Sol: ¿Cómo fue el camino que transitaste?

Ana Reynaga: Nací en Barrio Norte, viví también en Palermo, Boedo y La Boca donde tuve un taller que me prestó una amiga y después me vine para acá. En cuanto a mi relación con los zapatos, en la adolescencia, un amigo empezó a hacer un taller de moldería con un maestro zapatero y fui con él. Aunque después nos aburrimos y no lo pudimos sostener, tuve una introducción de qué era y ahí se “metió una semilla”. Con el tiempo necesité salir del trabajo de camarera, conseguir algo donde pudiera administrar mi tiempo y que me gratificara.

E.S.: ¿Entonces? A.R.: Unos años después, estaba viviendo en Palermo, empecé a diseñar un modelo muy sencillo de sandalias que tenían elástico, eran fáciles de resolver, simples. Alguien se interesó y me empezaron a comprar. Me conecté con emprendedores que hacían remeras y otras cosas y que estaban en la misma: cómo vivir de lo que fabricaban. Vendíamos en la calle, en la plaza y fue mi punto de disparador para lo comercial. Me asomé a la moldería y luego la parte de organización, porque me interesaba y es lo que más me gusta. A eso se agregó que no tenía quién me los hiciera, ya sea porque no me tomaban en serio o por la poca cantidad, por eso pensé que tenía que hacerlo yo. E.S.: Te llevó la necesidad. A.R.: Fui un poco autodidacta, porque -además- en ese momento Google no estaba a full. Busqué mi manera, ayudada por consejos de artesanos o maestros zapateros. Me costó encontrar porque no hay tantos, ya que la mayoría son compostureros y siendo mujer es más difícil. Me gustaría encontrar otra que realice todo el zapato porque hay las que tienen su marca, pero diseñan y se los producen otros. Yo los diseño y los produzco, hago todo y con el tiempo me aboqué más a la parte del armado. E.S.: Se abrió un mundo… A.R.: Sí, ahí empezó todo. Pero no fui yo sola, era una época donde había mucha demanda por el alto consumo interno, alrededor de 2009 a 2013. Trabajaba con dos personas más y en una oportunidad, con un pedido muy grande, tuvimos que hacerlo en una terraza ya que el olor al pegamento era fuerte y no se podía en un lugar chico porque se saturaba mucho. Una época donde veías a todos haciendo algo, con ganas porque había un contexto que acompañaba eso: tiendas en todos lados, muchos emprendedores que hacían remeras, carteras, zapatos. Ana, para graficar lo que sostiene, recuerda la vez que le encargaron muchos pares de zapatos juntos y un grupo de actores amigos tomaron ese tema e hicieron una obra de teatro que se llamó “500 pares”. La representaron durante dos meses todos los domingos. “Era otro momento, cada idea daba lugar a otra, porque el modelo político de ese tiempo apostaba a lo productivo y no a lo financiero. Ahora eso cambió y se siente mucho porque aumentan los servicios, se importan los productos y el mercado interno casi no existe y eso es algo explosivo para los emprendedores, ya sean chicos o grandes”, afirma. E.S.: ¿Te preocupa tu desarrollo futuro? A.R.: No tengo la responsabilidad de una PyME que tiene empleados y debe cubrir esos gastos. Eso es mucho más grave. En mi caso, hago todos los procesos y en algún momento que pueda necesitar una mano, por ejemplo, una amiga que hace ropa me ayuda a coser. Pero si sigue sin haber demasiado consumo interno, no voy a poder vender por más onda que tenga, porque no me voy a poder sostener en el tiempo con una baja producción. E.S.: ¿Qué pasa con los que recién comienzan? A.R.: Me relaciono con alumnos de la


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Pueden ver las creaciones de Ana en: www.reynagazapatos.com Instagram: @reynagazapatos Taller-showroom, con cita previa, Carlos Calvo 784 -CABA-

FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo-UBA) de la carrera de diseño de indumentaria, porque tienen que hacer un prototipo de calzado y me consultan. Veo que están desentendidos de la realidad y les digo: ¨ ¿Vas a estudiar seis años para que después la oferta laboral sea por dos pesos?¨. Muchos no lo ven. Creo que hay que exigirle al gobierno para que dé las mejores condiciones para desarrollar lo que estudiaron, porque si no tendrán que irse afuera. No está bueno eso, porque vinimos al mundo a desarrollarnos, para eso tenemos que tener todas las posibilidades y ganar lo más que se pueda por lo que hacemos, no un salario mínimo despreciable. E.S.: Es como desvalorizar el trabajo que se hace. A.R.: Claro, porque nadie se siente orgulloso de tener que vender lo que hace por dos pesos. Eso es un asunto político, la política está siempre agazapada en todo. La política no es solo reducida a lo partidario, es algo más amplio. Hay gente que se desentiende, aunque vivimos el 2001; sin embargo, muchos no lo tienen en cuenta. Ana demuestra una conciencia social que la moviliza y la hace menos tímida de lo que parece. Es clara en sus conceptos y usa los ejemplos para demostrar que su teoría tiene relación con la realidad. Pero no se queda en eso, vuelve a su taller, a su trabajo cotidiano al que quiere defender para poder conservar esa libertad e independencia que consiguió. Por eso, detalla los pasos para fabricar un zapato y siguiendo su forma clara de describirlo, se para, busca alguna horma, pedazos de cartón ya marcado y lo manipula para mostrarme -a grandes rasgos- cómo se hace el trabajo. “Trato de dibujar la idea (diseño), pero a veces

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agarro la horma -que antes era de madera y ahora de plástico, porque tienen más duración ya que no se desgastan con cada golpe- o lo pruebo en mi pie. La encinto, dibujo sobre la cinta la idea que tengo -aquí hay tres puntos que son la referencia para saber dónde está el escote, dónde llega o quiebra-; la paso de tres dimensiones a dos, haciendo el dibujo; saco un molde en cartón del patrón de un número (moldería); se hace la escala para los otros (escalista); dibujo en el material el diseño; lo corto (cortador), este paso es delicado porque se puede fallar en el corte o el material ceder más de un lado; coso las piezas, ensamblándolas (aparador); lo pongo en la horma; pego la suela, el taco, arreglo los detalles y lo dejo prolijo (deformar y revirar) y lo pinto si hay que pintar los bordes de la suela y el taco (empaquista)”. E.S.: ¿Cuánto tiempo lleva todo esto? A.R.: En general son, alrededor, de 24 horas de trabajo no -obviamente- seguidas. Trato de trabajar de a varios zapatos, pero si tengo que pensar en tres o cuatro pares puedo tardar tres o cuatro días para terminarlos. Hay que tener en cuenta los tiempos medios, porque los materiales tienen que estar un día en la horma para que se asienten. E.S.: ¿Qué sentís cuando ves a otro con tus zapatos? A.R.: Una vez en Punta del Diablo, Uruguay, me crucé con una chica que tenía puestas unas sandalias que había hecho años atrás, en el subte también me pasó o veo por Facebook a alguna amiga que está en Berlín con mis zapatos y me encanta. Es una satisfacción, porque no es sencillo llevárselos en un viaje, tienen que sentirse cómodos en el andar. E.S.: Y no se tienen que romper… A.R.: Trato de hacer los mejores zapatos, tengo clientes de hace tiempo y hay que saber que es un objeto que debe soportar el peso del cuerpo, la forma de caminar, tiene que ser algo cómodo y resistente. Reynaga me muestra sus modelos, donde se ve una línea clásica pero con algún detalle novedoso que los hacen originales y dice: “No podría hacer un zapato que esté muy lejos de mi gusto o lo que yo usaría. Hace alrededor de siete años, produje una línea con plataformas muy altas, combinando en ellas colores, cuando no eran furor”. En cuanto al costo, rondan los $900 las sandalias simples; $2.600 los zapatos cerrados de cuero o $3.500 las botas o borcegos de gamuza y cuero. Los clientes pueden elegir dentro de los modelos y las combinaciones de materiales que tiene. Cuenta que el barrio la recibió con algunas resistencias porque se extrañaban de una mujer artesana que trabajaba con herramientas (“algo que en general hacen los hombres”, dice) produciendo zapatos, poniendo plantas en el frente de su casa (“porque al barrio le falta verde”, comenta) y además no conocía el código del lugar “porque San Telmo es otra cosa”, agrega. Pero “di batalla y se dieron cuenta que tenía la mejor onda y que soy generosa, porque si necesitás algo te voy a ayudar”, concluye. Texto y fotos: Isabel Bláser


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Historias de vida, historia del barrio

M

i padre nació en San Telmo en 1903 y formaba parte de una numerosa familia. Desde muy niño y por necesidades económicas comenzó a trabajar en el mercado, lo cual hizo que cuando nos mudamos a Flores, teniendo yo 6 años y mi hermano 5, le costó a él más que a nosotros irse de su barrio, de sus amigos, de su gente. Quizás por eso, hasta nuestra adolescencia nos llevaba seguido a dar una vuelta por esos lugares, mientras él charlaba con los puesteros que lo conocían desde chico. La persona que más recuerdo era un comerciante de una de las pescaderías: Vicente, el “pescador”. Hace unos meses me paré a charlar con un carnicero bastante mayor (aunque no tanto como yo) y me dijo que aún quedan “sucesores” de Vicente, pero me pareció que me lo dijo por decirme cualquier cosa. Es que cuando una persona de 83 años (yo) anda sola por los lugares de sus raíces e intenta indagar sobre temas que le recuerdan sus tiempos más felices y las personas más queridas y que ya no están, la gente cree que chochea o necesariamente tiene Alzheimer y, en realidad, a nadie le importa un pito perder el tiempo con ella. No me quejo, quizás de joven yo era igual... Mi madre era española, llegó a Buenos Aires en 1928 y, obviamente…, fue a vivir a San Telmo donde ya estaba

su padre, mi abuelo -que trabajaba en el diario La Prensa- y un tío. Cuando ellos dos llegaron, alquilaron una casa (o habitaciones, como se estilaba en esa época) en la calle Chacabuco que se convirtió, en buena medida, en el apeadero que utilizaba cuanto inmigrante llegaba y, hasta que se ubicara definitivamente en Argentina. Luego conoció a mi padre y se instalaron en Bolívar 1108, justo en la ochava con Humberto Primo. Esa casa está abandonada desde hace años. Sobre Humberto Primo hay balcones y mi mayor recuerdo, imborrable, nítido y permanente, es cuando mi madre se sentaba entre mi hermano y yo y con una sopera y una cuchara nos daba todos los días la sopa en el balcón, entre

cuento y cuento, hasta que la tomábamos toda. Cuando se casó, no sabía hacer ni un huevo duro, porque en España dirigía el taller de costura que tenía mi abuela (mientras mi abuelo le enviaba dinero desde acá) y se convirtió en una excelente modista; tanto, que trabajó para Harrods, Gath y Chaves y Ciudad de México desde que llegó hasta que nos fuimos de San Telmo. El otro recuerdo tan claro como el anterior, es cuando -a veces- íbamos a la tarde hasta el mercado donde estaba trabajando mi padre y merendábamos con él y otros puesteros en esas cafeterías que todavía están sobre la calle Bolívar y en el mismo predio del mercado. Para mi hermano y para mí eso era una ¡”Fiesta”! Mi padre trabajó allí desde

DÍA DEL CALESITERO

D

esde 2013, el 4 de noviembre fue declarado Día del Calesitero. Se eligió esta fecha por ser el nacimiento de Luis Rodriguez, quien fuera presidente de la Asociación Argentina de Calesiteros y Afines. Rodriguez iba de barrio en barrio con su calesita hasta que, en 1963, la instaló en su propia casa donde aún hoy funciona -esquina de Ramón Falcón y Miralla, Villa Luro-. Las calesitas tienen su origen en Turquía y llegaron a Europa por las Cruzadas. Era una diversión de los adultos de la nobleza, hasta que se hicieron populares. Las primeras calesitas no tenían base y los muñecos se colgaban de postes o cadenas, que al girar lo hacían hacia afuera como si volaran. Eran movidas por animales o personas que tiraban de una cuerda. La calesita con plataforma apareció a mediados del siglo XIX y se movían con propulsión a vapor. Los caballos, que suben y bajan, se agregaron durante la Revolución Industrial y luego

los 9 años, ayudando a bajar la carne que venía del matadero y llevándola al puesto en una especie de carretilla que llamaban “parihuela”. Al hacerse mayor se hizo carnicero y de los buenos, aunque nunca fue dueño de ningún puesto, siempre fue ayudante de varios carniceros. Mis abuelos, mis tíos (ocho en total) todos eran de San Telmo. ¡Ah! Me olvidaba de otros recuerdos: Los bizcochos que Canale vendía a menor precio cuando no salían enteros y que mi padre siempre compraba; el tranvía 22 con el clásico ruido en su andar que nos entretenía a mi hermano y a mí que lo mirábamos desde el balcón; el parque Lezama donde jugábamos cuando mi madre nos llevaba y los paseos a la costanera Sur desde donde a veces tomábamos unos vehículos a los que se llamaba “bañaderas”, que nos llevaban hasta Olivos y nos volvían hasta la calle Brasil desde donde caminábamos a casa. María E. Vazquez

Dónde retirar El Sol Panadería Cosas

Panadería Perú

Ricas

Perú 1217

Perú 1081/85

Bicicletería Mila

Restaurant Manolo

Av. Caseros 402

Bolívar 1299

Museo Histórico

Librería Fedro

Nacional

Carlos Calvo 578

Defensa 1600

Ferretería San Juan Comisaría 2º y 14 Perú al 1000 - Bolívar Av. San Juan 574 Pizería La Moderna

1400 resp.

Humberto I° 699

Comunidad Cisne

Inmobiliaria Giesso

Bolívar y Humberto 1º

Cochabamba 360

Defensoría del

Di Mitrio

Pueblo

Carlos Calvo 691

Defensa esq.

Vinelli Hipólito Yrigoyen 710 Mercado de San Telmo Puesto 54 - Granja Mharley La Simbólica Carlos Calvo 708 Nonna Bianca Estados Unidos 425 Bar La Poesía Chile 502 Bar El Federal Carlos Calvo 599 Bar Hipopótamo Brasil y Defensa Pamela Biazzi Piedras 1055

los motores eléctricos y las luces. En nuestra ciudad, en la década del cuarenta, las calesitas se armaban y desarmaban en los terrenos baldíos de cada barrio, pero al aumentar la población y no quedar espacios públicos libres, comenzaron a verse en las plazas. Su mayor auge fue en los sesenta, cuando se instalaron fijas en las plazas

y cada una tenía su calesitero. Nuestro afectuoso saludo a los calesiteros de la querida calesita del Parque Lezama, los que, en cada vuelta, siguen haciéndonos creer que el mundo mágico existe, porque cuando disfrutamos de ella no importa la clase social, ni la religión, ni la edad que tengamos.

Panadería y Confitería Europa Carlos Calvo 678 Club San Telmo Cochabamba 657 Peluquería Lito Cochabamba y Chacabuco

Cochabamba Emaus Cochabamba 466 Confitería Ronzino Perú 640 Caburé México 620 MAMBA San Juan 300 Espacio Espinosa Chacabuco esq. Cochabamba Kioscos de Diarios: Carlos Calvo y Perú Piedras y Carlos Calvo Piedras y Chile Perú y México Defensa y Brasil Independencia y Piedras Carlos Calvo y Defensa San Juan y Defensa Humberto I y Bolívar Carlos Calvo y Chacabuco Brasil y Perú


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EL SOL DE SAN TELMO

La sorpresa Desperté a media noche sin saber la hora ni el día. Solo supe que estaba cansada, perdida y desorientada. Traté de adivinar dónde estaba y por qué la sensación no superaba la sorpresa. Mis ojos resistían en un esfuerzo contenido por no abrirse. Mi boca pastosa y cerrada, aseguraba el silencio. Mi cuerpo, tendido en la rigidez, solo atinaba a reconocerse. Me levanté. Traté de acomodar mi espíritu a la habitación oscura y allí sentí lo indescriptible. Sus brazos me sostenían en un fuerte abrazo y un susurro melodioso dijo mi nombre. Todo fue luz, un suave vals me ondulaba y la sorpresa enriquecía el alma. En breves instantes supe de mí, de él y de la abrumadora sensación de felicidad. Nunca tanta ni tan fuerte. Nunca tanta alegría contenida se podía desplegar, como lo hacía entre sus manos. El amanecer nos encontró y la luz del sol dio imagen clara al momento. Juntos volvimos a creer en el mundo, que se había detenido con su partida. El viaje a la guerra no había podido contra nuestro amor y cuando la bélica y morbosa historia se volvió triunfo, en ese triunfo estábamos nuevamente juntos. Valió la pena la espera. María Silvia Machicote

¡Gracias Don Pedro González! La amistad europea es un intercambio la amistad porteña es un don, el único En esta tierra. R.S.O. (*) Las mesas discepolianas siguen mudas los bares santelmeños lloran lágrimas de colores en sus madrugadas cuando bajan sus persianas. Y tú, fantasma olvidadiza te pierdes de sinceras amistades, te pierdes de ver adoquines abrigados por la admirable policromía de las hojas que nos regala San Telmo en el otoño. Te pierdes de conocer poetas, pintores, músicos y una embrujada

Bohemia. Sí, embrujada pero amada. De conocer al lumpenaje amigo, Amigos que sueñan imposibles y que sufren el dolor de sus veredas rotas. San Telmo no tiene tres amantes NN San Telmo tiene tres amores ¿Cuáles me preguntás? Estos: AMIGOS, TANGOS Y MUJERES tan bellas que dan envidia a BROADWAY ¡Gracias Don Pedro González! Juan D´Ambrosio

(*) Raúl Scalabrini Ortiz


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Malena Slutzky, un espíritu libre

“Todos tenemos la capacidad de hacer del mundo un lugar mejor”

L

a vida de Malena Slutzky (42) está basada en la creatividad, a la que define como “la conciencia de que la realidad depende del cristal de los ojos de quien está mirando”. Nació en Bahía Blanca en 1975, hija de sociólogos, su infancia estuvo marcada por la dictadura, que obligó a su familia a exiliarse en Centroamérica. “En el ´85 volvimos a Buenos Aires, lo que significó un cambio muy importante. Llegamos con la esperanza de terminar definitivamente con el statu quo que ponía en peligro las vidas. Pero luego pasamos -como sociedad- a delegar todo en las autoridades: ir de casa al trabajo y del trabajo a casa y solo votar periódicamente”, explica Malena en su departamento frente al parque Lezama, donde vive con su hija Ámbar (6). Tiene otro hijo, Julio (20), que ya no vive con ella. Luego de estudiar diversas disciplinas -como guitarra, canto, inglés y matemática, entre otras-, a los 25 años incursionó en el Reiki hasta obtener su maestría en 2003. Seguidamente, empezó la carrera de “Registros Akáshicos” -el “archivo etérico donde está la información del alma, desde que se desprende de la fuente hasta su regreso”-. Así inició formalmente lo que ella llama “una vocación espiritual y de servicio”. En 2009 inauguró en San Telmo el Centro Holístico Nueva Humanidad, donde incorpora a colegas e intenta que estas terapias y esta manera de vivir saludable, puedan llegar a la mayor cantidad de gente posible, sin que el factor económico represente un impedimento. “En mi naturaleza siempre está el asociarme con otras personas y trabajar de manera cooperativa”, afirma Slutzky. “Trato de ¨empaparme¨ de lo que cada ser humano tiene para dar y, desde allí, armar proyectos comunes”, agrega Malena, que se identifica con el look “hisposo” (sic). Lo que distingue a la directora de este Centro Holístico es que crea redes entre vecinos santelmeños -y de otros lugares cercarnos- que en su mayoría nacen de grupos de whatsapp, que muestran diferentes intereses. Pero, por sobre todas las cosas, el cariño por el barrio y la intención de “ir abriendo un poco el abanico de la rutina, aplicando creatividad y contactando con el lugar donde se vive, con el objeto de ampliar el concepto de familia y hacerlo un poco más extensivo a un grupo de gente que se nutre de una energía tan particular, como la del barrio de San Telmo y salir del aislamiento reinante”. El Sol: ¿Cómo y cuándo llegaste a San Telmo? M.S.: En el 2000 y enseguida me di cuenta que este era mi lugar de pertenencia: es un barrio donde se da una mezcla

para poder armar festivales de música, ciclos de cine e, inclusive, crear espacios para integrar a los chicos. Ha organizado caminatas por la Reserva Ecológica Costanera Sur, salidas nocturnas por el barrio, grupos con intereses espirituales afines, que se juntan en un bar o al aire libre. La idea es cambiar la “realidad virtual” y pasar al “vivo y directo”, desafiando el deslumbramiento por la tecnología como fin en si misma. El Sol: Es paradójico que, en esta era cibernética, lo revolucionario sea volver a la comunicación “cara a cara”. M.S.: Internet genera mucha libertad para expresarse, facilita que las personas estén muy conectadas y, muchas veces, se da la comunicación íntima con gente desconocida. Pero dar el paso para que se creen

“Con las palabras podemos salvar a alguien... pero también podemos matar su autoestima, traicionar su confianza, diluir sus esperanzas, confundirlo e incluso aniquilarlo”. interesante entre la señora que sale a la calle en chancletas, al lado de otra que va muy elegante. Siento que se puede andar más relajadamente, menos pendientes de la mirada ajena. El Sol: ¿Cuántos grupos coordinas actualmente? M.S.: En este momento, dos: “Salidas en San Telmo” (nos reunimos habitualmente a tomar mate, armamos picnics en el Parque Lezama o proponemos juegos de mesa) y, por otro lado, estoy organizando un proyecto barrial de confección y distribución de conservas saludables (www. facebook.com/malena.slutzky). Siempre pienso en volver a los clubes de barrio,

vínculos reales, no es tan fácil. Por otro lado, hay una sensación de impotencia generada por la realidad recortada que ofrece la TV. Somos creadores, pero lo que muestran los programas es todo lo contrario: somos consumidores. Hay otra forma de vincularse, creando relaciones interpersonales, compartiendo intereses comunes, los sueños y hasta creando trabajos para alivianar situaciones económicas. Todos los días son diferentes, incluso en medio de las actividades cotidianas podemos levantar la vista al cielo, registrar el sol, estar más abiertos y perceptivos. Mientras habla, Malena se recoge el cabello, se lo suelta, busca las palabras

adecuadas con la vista en el mandala de su consultorio. Una idea la lleva a otra y a veces se pierde entre los rulos de sus pensamientos. Parece un libro abierto, donde confluyen las “Siete leyes universales” o “Los cuatro acuerdos” toltecas, la obra del autor mexicano Miguel Ángel Ruiz Macías. Las consignas del escritor antes dictado -discípulo de Carlos Castañeda-, se pueden resumir de la siguiente manera: 1) Sé impecable con tus palabras. 2) No tomar nada personalmente. 3) No hacer suposiciones y 4) Hacer siempre tu máximo esfuerzo. La entrevistada se explaya sobre el primer punto: “Las palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades y, sobre todo, emociones y sentimientos, crean hábitos y luego destinos. Las palabras son mágicas: de la nada y sin materia pueden transformar lo que sea. Con las palabras podemos salvar a alguien, hacerle transmitir nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación, pero también podemos matar su autoestima, traicionar su confianza, diluir sus esperanzas, confundirlo e incluso aniquilarlo. Aún con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos o las que pensamos, nos están creando cada día. Las expresiones de queja, nos convierten en víctimas; las críticas, en jueces prepotentes. Si somos concientes del poder de nuestras palabras, de su enorme valor, las utilizaremos con cuidado, sabiendo que cada una de ellas está creando algo”. Entre el fluir de las palabras, Malena destaca: “Somos parte del todo y nuestra energía es fundamental. O me involucro o me convierto en un autómata. Todos tenemos la capacidad de hacer del mundo un lugar mejor”. Y yo agregaría: Es nuestra responsabilidad. Texto y foto: Diana Rodríguez


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O

rganizado por un grupo de vecinos y sin fines de lucro, este año se celebró en nuestro barrio -por primera vez- el Día de Muertos. Es una costumbre y tradición de muchos pueblos americanos, hacer esta celebración el 1 y 2 de noviembre de cada año. En dicha fecha, las personas recuerdan, honran y se encuentran con sus difuntos, se preparan altares con cosas especiales para esperar que llegue el ansiado momento en que, traspasando las dimensiones de la vida y la muerte, las almas queridas vuelvan a encontrarse en nombre del amor. Esta ancestral tradición tiene origen mesoamericano y surge hace miles de años de culturas prehispánicas. Por estos lados del continente no es tan usual la celebración y esa concepción sobre la muerte, donde -al contrario y más allá que la persona haya sido muy amada y su muerte sentida- se genera una especie de tabú que impacta luego negativamente en la transferencia de información y registros afectivos hacia las nuevas generaciones.

Jimena Sabagh, una de sus integrantes y organizadoras, cuenta que: “Ante el avance de costumbres anglosajonas y ajenas a nuestra cultura -como la celebración de Halloween-, decidimos reunirnos para pensar formas que podamos tomar como propias para honrar a nuestros muertos. Partimos de la creencia de que el recuerdo mantiene vivos a los nuestros, a través de la memoria y la revalorización de la historia, aunque física-

Partimos de la creencia de que el recuerdo mantiene vivos a los nuestros, a través de la memoria y la revalorización. mente ya no estén presentes. Uno de los principales aspectos que rescatamos de la celebración del Día de Muertos, es la concepción sobre aquellos que mueren y todas las tradiciones y creencias que

ADIOS, querido PABLO

C

uando me mude a San Telmo hace más de 10 años, me lo cruzaba por la calle. Un día venía de comprar un guitarra, estaba tomando clases, pasé por una tienda de pastas en la calle Estados Unidos, de reojo vi que estaba ahí, entré y con todas las erres arrastradas le pregunté al que atendía: “Disculpe ¿Tiene yavioles de yicota?”. Al rato estábamos conversando. Siempre que me dicen: “Hablá bien, deja esa erre”, recuerdo la felicidad que me da permanentemente la tonada. Años después terminamos vecinos en el mismo edificio y tanto Pablo, como su hijo, laburaron en el reciclado de mi casa. Cada día, saludos y mini charla en el descanso de la escalera del edificio cuando sacaba a pasear al perro, un torbellino grande y negro. Hace unas semanas, tal vez un mes, le pregunté

si podía ayudarme a colgar unas macetas en el balcón, había que hacer unos soportes, me dijo que arreglemos. Por su hijo me enteré que estaba enfermo. Un abrazo grande, genio del humor y el sarcasmo. Laburante de la madera y el hierro, portero de hoteles, siempre contaba lo difícil que era sostenerse con la actuación. Te voy a extrañar vecino.” Este mensaje lo publicó Carolina Balderrama, periodista y vecina del barrio el día 2 de noviembre para despedir a Pablo Cedrón, su vecino, nuestro vecino, artesano y querido actor nacional, “entrañable genio del humor” como ella bien dice. Me emocioné mucho cuando lo leí y le pedí permiso para poder hacerle, a través de sus palabras, un homenaje y sincero adiós de quienes conformamos este pequeño universo y por TODO lo que nos dejó a TOD@S. Cecilia Calderón

Fotos Marcelo Sanchez

¿Día de Muertos en San Telmo? Mucho más que calaveras y catrinas

giran en torno a la vida y la muerte. Para los antiguos mesoamericanos, la muerte no tenía las connotaciones morales modernas, en la que las nociones de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar, sino como anverso de la vida: un estadio-otro de nuestra existencia”. En cuanto a cuál fue la idea principal que los motivó, Jimena comenta: “Nuestra intención es poder conversar, compartir y repensar entre vecinos cómo recordamos a nuestros antepasados, cómo mantenemos presentes a nuestros muertos queridos. invitando a la comu-

nidad a multiplicar las intervenciones, promoviéndolas para compartir el espacio público con actividades de encuentro y también hacia el ámbito doméstico, con la realización de altares. Con respecto a por qué eligieron San Telmo, dice: “Porque los que tuvimos la idea vivimos en el barrio y también queremos que sea en San Telmo porque tiene esa magia y personas que pueden entenderlo. Después se fue sumando gente de otros lugares, pero nos gustó que se inicie acá”. La iniciativa incluyó varias actividades: Un Taller de Armado de Altares dictado por la artesana mexicana Erika León; una charla de la Licenciada en Culturas Tradicionales Aya Marqay Killa, sobre la cosmovisión andina del Dia de Muertos; proyección del documental Ánimecheri que Marcelo Sánchez, su director, filmó dentro de la comunidad mexicana p’urhépecha en tiempo real durante la misma celebración; montaje de altares comunitarios; feria de artesanos y gastronómica y música en vivo -Pje. 5 de julio – Av. Belgrano al 350, CABA-.


12 - NOVIEMBRE 2017

EL SOL DE SAN TELMO

Foto: Hugo Del Pozo

¡¡Bien por esa esquina!!!


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