Historias que evocan la visita de Gardel a Caracas,
los vaivenes de los motorizados, las nostalgias del que se
fue, y las alegrías del que volvió. Es que vivir en Caracas
hoy, en 2012, es sentir el infinito peso de una ciudad que
no termina de construirse; caótica y cruel, pero también
amable y que pide a gritos que la amen, que la vivan y que
día a día la redescubran.