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UNA SALUD ENVIDIABLE Y LUCIDEZ FORMIDABLE HASTA SUS ÚLTIMOS DÍAS.
Ha fallecido en la ciudad de la Estrella, como nombrara a Xelajú el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, mi maestro Mario Aníbal González, a sus 96 años. Pocos días antes de morir, me habló por teléfono, con la ayuda de su enfermera. Nos dijimos, lo que un alumno agradecido le dice a su maestro. Me expresó que quería leer mis dos tomos sobre la dictadura de Ubico Castañeda y yo le conté que su libro sobre el periodo y sobre la historia de mi propia familia me habían estimulado a hacerlo. Ya no dio tiempo para que los leyera y que me los criticara, como sabio que era. El profesor González era uno de los más importantes historiadores de la economía de nuestro país, entre los que se encuentran, en su período contemporáneo, Valentín Solórzano Fernández, Rafael Piedrasanta Arandi, José Severo Martínez Peláez, Alfredo Guerra Borges, entre otros. El primer encuentro que tuvimos con el economista González fue en un curso que llevaba por título Legislación Económica Nacional, que impartía en la carrera de Economía, Plan de Estudios 1969, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, a mediados de la década de los setentas del siglo pasado. Para entonces, leíamos su libro 99 años de legislación económica de Guatemala. Fue autor de otros libros sobre historia económica de Guatemala. Publicó la Historia Económica de Guatemala: Con énfasis en la crisis de los años treinta, que muestra bien la crisis capitalista de 1929-1934, vista desde Quetzaltenango, y Anecdotario Político, que honró pidiéndome lo comentara en Xela. Ha escrito también sobre la Historia de aquella ciudad, titulada De la vida en Quezaltenango, en los años 30-40 y sobre la Historia del Centro Universitario de Occidente –CUNOC–, del cual fue uno de sus fundadores. Hace unos pocos años, publico otro libro titulado Nacimiento, vida y muerte del trigo en Guatemala. Lo vi, a comienzos de los años noventa, del siglo pasado, exiliado en San José de Costa Rica, donde nos reencontramos después de mi estancia en el Brasil. Me contó que había estudiado postgrado en la Fundación Getulio Vargas, de Rio de Janeiro. Tuve la suerte y privilegio de tener amistad con mi maestro y comentó alguno de mis libros. Fue líder revolucionario en Xelajú, uno de los primeros funcionarios del IGSS en su tierra, miembro del partido socialista democrático –PSD–, que fundara el Dr. Alberto Fuentes Mohr, uno de sus mejores amigos.
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