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AMÍLCAR ÁLVAREZ

El general Giap

LA GUERRA TIENE LÍMITES QUE LA LÓGICA MILITAR IMPONE, SIN CAER EN CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD.

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Con la invasión de Putin a Ucrania, sería interesante conocer la táctica y estrategia que emplearía el legendario general vietnamita Vo Nguyen Giap, gran estratega y símbolo de honradez inteligencia y valentía, que bajo la tutela de su maestro Ho Chi Minh, derrotó en el siglo XX a los tres ejércitos más poderosos de la época: Japón, Francia y EE.UU.. En 1945 expulsó al ejército japonés que ocupó Vietnam durante la II Guerra Mundial. En 1954 derrotó al ejército francés en la mítica batalla de Dien Bien Phu, capturando al Estado Mayor. Al ejército de los EE.UU., le ganó la guerra de Vietnam que duró de 1960 a 1975. Considerado un genio militar, con su estrategia y logística venció a ejércitos superiores en tecnología y capacidad de fuego. También conquistó Camboya con facilidad y, cuando el ejército chino invadió Vietnam en 1979, le dio una lección memorable al derrotarlo y causarle pérdidas materiales y humanas elevadas, retirándose el gigante asiático humillado.

Las victorias militares de Giap giraban en torno a tres conceptos: iniciativa, audacia y sorpresa. Consideraba que el factor decisivo en la guerra es el hombre y no el arma, relegando la omnipotencia de las armas. Para él, sin patriotismo y dignidad, la guerra y la paz carecen de sentido. Sus méritos militares trascienden su pensamiento político, a tal grado que sus enemigos lo respetaban y admiraban. Ho Chi Minh ascendió a Giap a los 28 años como general de los ejércitos de la liga para la independencia de Vietnam, prestando servicio hasta 1991, año en que se retiró como jefe de las fuerzas armadas con honores dispensados a su trayectoria recibiendo las más altas condecoraciones que su país otorga a sus héroes. En la historia reciente de Vietnam, el mérito político le corresponde a Ho Chi Minh y el militar al general Giap. Sin duda el resplandor de su grandeza no cabe en un libro. Giap fue un iluminado que no se degradó corriendo tras la fama y el dinero, al contrario, su raíz se funde con el honor, viviendo los últimos años alejado del ruido banal escoltado por el silencio. Orgullo de la clase militar, tuvo un poder de contagio que no permitía a sus discípulos escapar de la realidad, gran diferencia entre el pasado y el presente, en el que los jóvenes oficiales miran con desdén a sus pueblos y no les importa que sean humillados ni el sufrimiento al que los someten los políticos farsantes. Cuando mueren hombres como el general Giap, caminan en la eternidad sin prevalecer el olvido ni el murmullo de la indiferencia.

En su honor, el tiempo no permite que se pierda la gloria que les pertenece, por los siglos de los siglos.

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