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Crónica familiar, novela y película

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Méndez Vides

El escritor italiano Vasco Pratolini nació en Florencia en 1913, murió en Roma en 1991 y sus restos regresaron a reposar en su ciudad natal. Autor de gran sensibilidad, fue parte del movimiento neorrealista junto a grandes figuras como Cesare Pavese, Alberto Moravia e Italo Calvino. Es decir, es uno de los grandes de la época, que vivió bajo profundas limitaciones económicas, y escribió una novela maestra de la actual moda de autoficción, Crónica familiar, que parte de los acontecimientos de su propia vida y logró impactar en 1947, en plena posguerra, a los lectores italianos, y esperar medio siglo para volverse popular en español. Esta obra permite disfrutar del placer sencillo, limpio y directo de la lectura apasionada de los sucesos que vivió el autor en su relación con su hermano menor, quien al nacer es la causa de la muerte de su madre, dejándoles huérfanos, a lo que se suman las heridas de bala de guerra que lo hacen desaparecer. La novela breve relata la historia ingrata de la relación de los dos hermanos, contada por el escritor, el hermano mayor, quien re- cuerda su infancia viviendo con la abuela. Se lee de un tirón, con asombro, porque está repleta de remordimientos y nostalgia lírica en Florencia y Roma, expresando el dolor de quien vuelve a ver desde una mejor perspectiva, lo que significó la vida de privaciones y pobreza del período de entreguerras.

La historia se plantea fundamentalmente como el reencuentro del autor con su hermano, a quien fue a dejar bebé con la abuela a la casa de su protector, que trabajaba de mayordomo de un barón inglés residente en las colinas de Florencia, para que pudiera tener la oportunidad de una vida mejor: “Si le tomaran cariño, sería su fortuna, pobre criatura”. Pratolini recuerda con vergüenza las visitas eventuales en la cocina del palacio al hermano menor, hasta cuando se interrumpe la tradición y el escritor lleva a la abuela a un asilo de ancianos. Años más tarde se vuelven a encontrar, cuando el escritor trabaja en un periódico escribiendo notas de prensa, viviendo en la miseria en una habitación donde le cortan la luz. El hermano menor es un señorito, bien vestido, con amistades de buenos recursos, estudiante, y el encuentro en un billar, donde juega ping pong, reinicia la relación de búsqueda del vínculo afectivo, de la complicidad y recriminación por la abuela recluida en un asilo que más parece una cárcel, y viven toda una experiencia humana cuando van a visitarla. La angustia es inaudita y comprometedora.

La novela de Pratolini dio lugar a la película dirigida por Valerio Zurlini en 1962, que ganó el León de oro de Venecia, interpretada por Marcello Mastroianni, que se puede admirar en YouTube en la versión rescatada, que aporta imágenes memorables al texto, destacando la importancia de la mermelada de naranja en la vida del hermano menor, y plantea la vida de entonces en Florencia, en el asilo de ancianos, así como expone con gran deleite el camino de destrucción del muchacho que abandona los estudios, se sume en la derrota, el empleo pobre, la pérdida de la oportunidad que se le había brindado, hasta que ingresa en Roma a un hospital donde es objeto de experimentación para curarlo hasta matarlo. El autor le cuenta al hermano cómo fue su madre y relata la vez que estando muerta le espantó una mosca de la cara. El joven le pide que se las espante a él cuando muera, pero se niega a acompañarlo en el último momento de la agonía, para recordarlo vivo.

La novela destila tristeza, desencanto, y la película es extraordinaria.

Indudablemente, Crónica familiar es un clásico italiano del siglo pasado, y en tiempos de autoficción, un modelo de obra capaz de conmover las fibras más profundas. Mi recomendación es leer la novela y después ver la película, para sumar a la palabra la fuerza de las imágenes, ejercicio que se puede repetir con Sostiene Pereira de Antonio Tabuchi (1994) y la adaptación cinematográfica de 1996 dirigida por Roberto Faenza, también interpretada por el actor Marcello Mastroianni, 30 años más viejo. En los dos casos la película complementa a la novela de manera poco usual.