RELACIÓN DE LA DOCENCIA UNIVERSITARIA Y LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

RELACIÓN DE LA DOCENCIA UNIVERSITARIA Y LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA José Eliú Lima Pérez 9340374 En el proceso de la educación universitaria se consideran tres ejes como base filosófica que toda institución debe brindar a toda persona que haya escogido estar dentro de sus aulas, las cuales son la docencia, la extensión y la investigación, en donde la docencia tiene la mayor jerarquía en el desarrollo de las actividades diarias y quedando relegada hasta el final el proceso de la investigación, la cual se lleva a cabo para el cumplimiento de un requisito que permita la acreditación de una licenciatura; esto bajo la justificación que hasta el momento de la finalización del proceso docente el estudiante posee los conocimientos para realizar una investigación formal en especialidad.

Las preguntas

que se plantean al momento de tratar de encontrar una

relación entre docencia e investigación estarían enfocadas en determinar si ¿la investigación es el complemento de la docencia por tanto es hasta el final que debe ser utilizada?, ¿la docencia puede ser enriquecida o aumentar su eficacia mediante la investigación durante el proceso docente?, ¿una investigación formal puede ser llevada a cabo desde los primeros ciclos de cualquier carrera universitaria?

La investigación puede desarrollarse bajo dos enfoques, una investigación cuantitativa o una investigación cualitativa, según su complejidad, su contexto, los objetivos los recursos con los que el investigado cuenta para realizar su estudio, etc., son factores que intervienen en la elección de uno u otro, incluso, en algunos casos puede aplicarse una mezcla de métodos mixtos, tal como lo plantean Hernández Sampieri, Fernández y Baptista (2014) “Un factor adicional que ha detonado la necesidad de utilizar los métodos mixtos es la naturaleza compleja de la gran mayoría de los fenómenos o problemas de investigación abordados en las distintitas ciencias”.

Independientemente cual sea el enfoque, una investigación siempre tiene la finalidad de tratar de explicar un fenómeno de la realidad y la elección del enfoque queda sujeta a la intencionalidad del investigador, a su contexto, etc. Esto hace pensar que efectivamente, para llevar a cabo una investigación formal y sistémico, es un factor importante la experiencia y conocimiento del investigador, por tanto, un estudiante que esté en los últimos ciclos de la carrera o que haya culminado su proceso de formación dentro de las aulas universitarias, tiene el potencial para poder utilizar todo el conocimiento de las diferentes disciplinas que ha llevado en su formación dentro de las aulas universitarias para utilizarla como juicio crítico en la investigación.

Basado en estas premisas, entonces el rol significativo de la investigación se traza hasta el final del proceso de la docencia, en donde se deben promover y ejecutar otras estrategias para generar un juicio crítico a la realidad de parte del estudiante. Es importante también considerar que muchas investigaciones de alto impacto para la humanidad han salido de entidades privadas y no de universidades, públicas o privadas, como se ha mitificado.

Cuando se utiliza como estrategia docente la investigación, es importante enmarcar que la misma debe realizarse según los pasos sistémicos establecidos, de tal manera que los resultados puedan brindar nueva información, datos, etc., para realimentar y fortalecer el proceso de la docencia. Esto generalmente se confunde, ya que en la mayoría de las ocasiones se realizan estrategias como revisiones bibliográficas y se les etiqueta como investigaciones.

Entonces una investigación como tal deja de ser ese proceso en el cual se trata de explicar o entender una realidad y pasa a ser nada más un entendimiento de teorías o conocimientos que ayudan al proceso de aprendizaje del estudiante pero que no arroja resultados que ayuden al proceso docente, es decir, no generan nuevos conocimientos o provee datos para el mejoramiento de la docencia, quedando únicamente como una estrategia para que el estudiante comprenda la realidad bajo conocimientos ya establecidos.

Es en este aspecto que debe aclararse sobre lo que se refiere a una investigación formal como tal y no a simples revisiones bibliográficas. Según Orler (2012) indica que existen tres ejes en los cuales se puede relacionar la eficacia de la docencia en relación con la investigación, en donde indica que la docencia es el medio por el cual se permite transmitir conocimientos que han sido generados en investigaciones, una investigación potencializa el proceso educativo y finalmente, la docencia y la investigación comparten y apoyan el proceso de aprendizaje del estudiante.

Bajo esta perspectiva en mente, entonces se puede indicar que la realidad puede ser segmentada y explicada, bajo procesos formales de investigación, de acuerdo a su complejidad y experiencia del investigador, quien como en todo en la vida debe realizar sus primeros pasos de investigación durante su proceso de formación, para que cuando llegue a culminar sus estudios y por disposición de la institución de educación superior deba realizar una investigación, ya conozca e idealmente domine el proceso investigativo.

Esto podrá alcanzarse si en sus asignaturas ya ha realizado investigaciones bajo la mirada de sus docentes, con la complejidad y especificidad de acuerdo al desarrollo cognitivo que haya alcanzado, desde los primeros ciclos de su proceso de formación universitaria. Conforme avance su desarrollo dentro del pensum de la carrera, la complejidad va aumentando y cada vez va dominando el proceso de investigación, hasta alcanzar un punto en el cual haya alcanzado la madurez necesaria para realizar por sí solo una investigación de mayor complejidad. Sobre ello Hernández Arteaga (2009) indica “la educación superior podrá cumplir la misión de formar profesionales competentes, en tanto se consagre al mismo tiempo a la doble tarea de investigar y enseñar”.

Entonces la relación de la docencia y la investigación viene marcada por los principios filosóficos de toda Universidad que, en estos tiempos para mantenerse vigente en este mundo de cambios vertiginosos, debe promover en todos los ciclos procesos investigativos que aporten con sus resultados beneficios a su

comunidad, al proceso en sí de la Institución y sobretodo que enriquezca y actualice los fundamentos docentes. Esta praxis permite también generar en los estudiantes la confianza necesaria al dominar los procesos investigativos, sean de enfoque cuantitativo o cualitativo, de tal manera conforme su formación tenga la capacidad de poder llevar a cabo investigaciones de mayor impacto.

Si no se logra incentivar a los estudiantes y docentes para generar investigación, solamente se estaría desarrollando personas competentes para un espacio en la fuerza laboral, sin criterio ni juicio, de naturaleza simplista y conformista, según Sánchez-Parga (2003), está provocando “la producción destructiva de inteligencias”.

Por el contrario, el estudiante está lleno de

expectativas por entender los fenómenos de su especialidad, tanto técnicos como de aspectos social, es el protagonista de los procesos de aprendizajes y como lo refiere Ruíz Mejía (2012), el estudiante “es la persona que construye el conocimiento, poniendo su mejor esfuerzo por entender, clarificar, enfocar y desarrollar

la

labor

investigativa

como

proceso

de

cambio

social,

en

corresponsabilidad con el docente”.

Bibliografía 1. Hernández Arteaga, I. (2009). El docente investigador en la formación de profesionales. Revista virtual Universidad Católica del Norte. 27, 1 – 21.

[Fecha

de

consulta el 5

de

marzo de

2016].

Disponible

en

http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=194215432011 2. Hernández Sampieri, R.; Fernández Collado, C.; Baptista Lucio, M. (2014).

Metodología de la investigación.

6ª edición.

Editorial McGraw-Hill.

México, D.F. 3. Orler, J.

(2012).

Docencia-Investigación: ¿una relación antagónica,

inexistente o necesaria?. Academia, revista sobre enseñanza del Derecho.

19, 289 – 301.

4. Ruíz Mejía, M. B. (2012). Análisis del currículo vigente del profesorado de enseñanza media en Pedagogía y Ciencias de la Educación del Centro

Universitario de San Marcos (tesis de maestría).

Universidad de San

Carlos de Guatemala. Quetzaltenango, Guatemala 5. Sánchez-Parga, J. (2003). La docencia universitaria. Para un manifiesto antipedagógico. Ediciones Abya-Yala. Quito, Ecuador.