SE HACE dibujo
PAULA ROQUÉ BUGUÑÁ DIBUJO COMO DOCUMENTO
RECORDATORIO
Tiempo para asimilar
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RECORDATORIO
La frustración a veces llega por no hacer coincidir mi estado con el del dibujo, por ejemplo, ir directamente a lo particular, al detalle, en un momento inicial del dibujo. Para eso me sirve:
>Tener varios procesos empezados
>Tener dibujos en distintas etapas de acabado
>No obligarme a seguir un programa autoimpuesto.
DUDAS
¿Cómo sería el dibujo de un mapa para perderse? donde se dé lugar a la terra incógnita.
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TIEMPOS
No es lo mismo empezar un dibujo, armar su estructura, plantear tonos y tramas, que terminar un dibujo. Al terminar, la concentración está en las últimas capas de valores, detalles y sutilezas, ahí la contundencia del dibujo aparece con algunos precisos tonos bajos y contrastes. Cada etapa necesita un estado de ánimo, una predisposición corporal, un foco/enfocar de la mirada diferentes. Hay días superpoderosos en los que se puede hacer todo el proceso de una vez. Pero generalmente los dibujos que tienen capas y capas de valores; un trabajo por planos para generar atmósferas específicas requiere una producción paciente y prolongada. Y no solamente prolongada en la cantidad de horas de trabajo sobre cada etapa, sino prolongada entre ellas. Soltar, volver otro día, dejar aire al cuerpo, a los ojos, al dibujo. A veces conviene empezar varios y suspenderlos en el momento de la base. Volver después y volver después otra vez. Una práctica que se asemeja a la escritura. El desafío puede estar en soltar, o también en entender en qué estado de concentración se está para abordar el dibujo, si la voluntad es de rayar, detenerse en detalles o la mirada está puesta en lo general. Observar la etapa en la que está el dibujo indica qué tipo de disposición de la mirada y del cuerpo hay que tener. El dibujo guía.
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DUDAS
¿Será que cada persona tiene un tono de gris como tiene un tono de voz?
¿Uno que le queda más cómodo, a partir del cual sube y baja?
Volumen de voz= Escala de grises
Tono de voz= Textura
Y al revés, ¿cómo hablaría un dibujo? ¿Cómo sería el grafismo que ilustre la voz de alguien?
DIBUJAR
Ante todo, coherencia en el desastre
PASADO
Manga de langostas cubre el cielo. Árboles del tamaño de criaturas prehistóricas. Animales que se adaptan y animales que no. Cuevas y quebradas. Fuego. Una primera raya en la piedra.
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DIBUJAR
Todavía no sé lo que hago. El ojo se ancla en una cosa. Algo encaja, pero aún no sé qué es. ***
CHISPAZO
Cuando se descubre qué tipo de movimiento representa la textura de un paisaje.
ESTRUCTURA
A veces, para lograr dibujar algo que no se comprende, no solo hay que observarlo con detenimiento (su estructura, relaciones, valores) sino también entender cómo funciona, cómo se mueve, para que sirve, cuánto pesa…
RECORDATORIO
La frustración a veces llega por no hacer coincidir mi estado con el del dibujo, por ejemplo, ir directamente a lo particular, al detalle, en un momento inicial del dibujo. Para eso me sirve:
>Tener varios procesos empezados
>Tener dibujos en distintas etapas de acabado
>No obligarme a seguir un programa autoimpuesto.
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Tiempos
Dibujar del natural es un acto intelectual, en el sentido que para poder entender lo observado hay que detenerse, poner en duda si estamos viendo lo que está ahí o lo que creemos que está ahí. Si pasamos la mirada rápido de una cosa a otra, por la superficie, o si comprendemos lo que sucede. Lo difícil de ese pensar es que hay que ralentizar el flujo de atención, porque la velocidad de la representación es otra que la de la vida, el celular, la tv. Es un tiempo lento, de ir y volver, de detener la ansiedad, de estar tan presente que se está un poco ausente. Para dibujar del natural hay que pensar mucho en lo que se está viendo. ***
Mentir
En el dibujo (como en la vida), es más difícil mentir que decir la verdad. Porque la coherencia en el relato no es fácil de sostener.
Chispazos
Dibujo como documento. En el dibujo se ve cuanto observamos y aprendemos de lo que nos rodea. En el dibujo se ve cómo y qué observamos de los que nos rodea. En el dibujo se ve cuáles son las maneras de explicar y traducir lo que vemos, y lo que no.
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PAULA ROQUÉ BUGUÑÁ (CÓRDOBA, 1989).
Dibujante y docente. Su obra se desarrolla desde el dibujo en complicidad con la fotografía y la escritura. Estudio arte en la Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil con una beca de grado. Es egresada de la UNC, donde hoy integra el equipo de investigación “Desde el dibujo…” con dirección de Dr.Cecilia Irazusta. Dicta talleres y seminarios de dibujo y acompañamiento de procesos artísticos. Su formación continua comprende residencias artísticas como el Galpón Aluminé (Neuquén,2022)y La SalaQue Habito (Córdoba, 2017), talleres como “La línea peluda tiembla” de Valeria Conte Mac Donell (2022) y clínicas como “LAVA” (Rafaela, Santa Fé 2022) y “Fundación Cazadores” (Buenos Aires, 2023). Expuso su obra de manera grupal en Buenos Aires (CABA 2024), Santa Fe (Rafaela 2023) y San Luis (Merlo, 2022). En Córdoba en el Museo Caraffa (2017), Museo Botánico (2017), Museo Genaro Pérez (2011, 2018), Museo Casona Municipal (2016), Museo casa de pepino (2014, 2016), CePIA (2017, 2015). También en Brasil, Belo Horizonte (2013) y Estados Unidos, Albuquerque (2013). Desde 2014 a 2018 formó parte del colectivo de artistas Expedición, siete artistas e ilustradores científicos, con quienes publicó el libro “Cuaderno de campo”. Obtuvo la beca OBRAR y la beca grupal del FNA en dos ocasiones (2014, 2019). Actualmente integra el trío de dibujantes Trinchera y cursa la Especialidad en Arte Contemporáneo en la UNC.
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SE HACE poESíA
Pablo Seguí
de Poesía Juvenil 1995-2011 (2024)
(apuntes para E. Withrington)
Sos joven. Juntás pétalos ardidos como estanques en desuso, cultivás tus dones pacientemente —tus ansias son tus contentos—. Oponés, por otra parte, tu ánimo a tu dicha, buscás la tácita entrega, coleccionás afanes. Y tus mujeres, tus formas.
Pero llega el día en que tu voluntad se aísla y sos sonajero del tiempo, curiosamente unido a los dolores: tus manos envejecen. Querés ser amplio, te entregás al orbe, tratás de ser entero. Tus mujeres, ahora, te comprenden.
Más adelante sos reacio, reacio al color y a los hondos. Tu huella se fragmenta, tus tibias queman. Deseás incluso silencios, fidelidades logradas. Callás ante aquéllas, olmo.
Y luego, tan sólo luego, sos el tercamente viejo, te aferrás como con garras a los panecillos de la mesa, mirás perdido, tenés debilitados desmanes —agitarse en escaleras, cruzar calles—. Tal vez una mujer, tal vez un hijo.
Guardarías ambientes.
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Mensaje sin destino
Lazo de nieve, amor, y la distancia, y prestidigitar con los poemas, lazo de nieve, amor, y la llanura de días sin cansancio.
Dónde tu cuerpo, dónde tu distancia, y qué finalidad de los poemas, y cuándo te veré, y en qué llanura sobrevendrá el cansancio.
Lazo de nieve, lazo de diamante que sesga y que separa, y el reflejo oportunista y terco de estos días de no sudor, de sol.
Jugar a la distancia de tu cuerpo, y concebir poemas de derrota y ser llanura, amor, y no sentir cansancio de tu nieve.
Recapitulación
De vos a vos hay cinco madreselvas que cosen el silencio de mi noche; de vos a vos los golpes se repiten y la luna prepara una placita. Placita de bufandas y de vinos que caen sobre un libro, que lo marcan con otra voz (lo tengo arrinconado, cada tanto lo saco del silencio). De vos a vos las cinco madreselvas, los cinco pisos, pabellón del loco, cinco columnas que caen al suelo cada vez que peleo por tu sombra con azulados micos, cada vez que me distancio y ceno con el cielo.
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Hagamos una prueba: con tus manos representar la noche, con las mías ver el silencio del inalcanzable, beber en cuenco la rendida luna.
Hagamos una prueba: que tu boca pronuncie centinelas y durmientes, que con mi boca diga lo del otro, amor a lo fatal, medalla de agua.
Hora de encuentro, de meditación: propuesta que no llega a tus oídos: prueba de sombra, mes o firmamento.
Hagamos una prueba: hacer un tiempo de sinsabor o tregua, de diamantes, de cajas chinas, de esperar al sol, de componer, lector, otra distancia. ***
de Remy LaCroix y otros poemas (2023)
La vergüenza a qué más
A veces un carrito pasa en la madrugada.
Alguien lleva cartones: sin cantar, sin silbar.
Yo que entonces leía en voz alta me muerdo.
Y se aleja hacia el este. Y me quedo callado.
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Valor para Albita
Aun cuando no hablemos de esas nubes tremendas bajo las que tu vida parece zozobrar, contá conmigo. Mucho es que puedas llamarme, charlar sin compromiso. El asunto es no hundirse hasta el fondo. Creéle a uno cuyo calvario fue gemir entre llamas sin esperanza alguna.
de La internación (2022)
Mi enemigo
Albergo en las entrañas a mi enemigo. Come todo lo que le sirvo y no se sacia nunca. No está en calma mi mente sino que es una cueva en la que ese gigante masca mi pesadilla. Quiere más, quiere más. A veces un mendrugo, otras veces un pueblo entero. Yo lo trato de siempre. Es mi señor.
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Madrugada
Se representa el perro, al soñar, que se mueve
y, en efecto, se agita de a ratos en su cucha.
Nada sabe de mí de mi estar observándolo.
¿Sueña conmigo? Nunca lo sabré. Cuando duerma
quizás se acerque a verme… Pero cómo enterarme.
(Cómo duerme mi perro. Cómo prosigo en vela.)
El oído absoluto
Cruje con regular constancia mi heladera. Es una ley severa la de su rechinar.
Mientras esté enchufada hará con su instrumento una cadencia ciento por ciento secundada por mi insomnio. Así leo: miro lo que no veo y canto un son que mucho
me dice de la noche en que pasa algún coche al que apenas escucho.
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de Babía y otros poemas (2021) Canción
Yo sé cómo es mi rostro Cuando escribo un poema.
Calla como no callan los que niegan al ángel.
Yo soy como una ardilla en un bosque nevado.
Una vaina me nutre y doy saltos precisos.
Yo sé cómo es mi rostro: se parece a ninguno.
de Lizard y otros poemas (2020)
Canción del chilicote
Canta un grillo, y el eco de su solo (estará debajo de algún mueble), isócrono, confluye a lo que está sonando:
una pieza sin brillo, como diría alguno, y que sólo es la base de su llamar a quién desde la gris cocina.
Ya no se entiende nada No sé amar. Está visto. A cuarteles de invierno
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una vez más: la pava para los mates, mil cigarrillos, la Bic que aún tiene tu nombre y las horas que ciñen esos relojes de antes. Ninguna distracción a tus huellas de lobo.
Perdoname, hermano
El perro te ladraba a través de la reja.
Te pregunté qué hacías. Vos estabas buscando comida en la basura.
"No me rompas las bolsas pero buscá". Yo mismo, peor que la basura.
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Todavía no
Asamos dos castañas al rescoldo del tiempo: tus labios y tus ojos hablaban de saber.
De saber que me habías cautivado, y callabas, dulce como la costa
Cuando cae la lluvia.
No hubo truenos, ni flecha: comencé a desprenderme
de Noción de ritmo (2019)
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de capas y más capas de sentido inconcluso.
(Sentido o duración que ya casi ni sueña; esquina de medir cuerpos que resplandecen). *** de Animal de bien (2018)
Anochece
En cada colectivo que pasa hay una sombra de vos que continúa viajando. Que se aleja, que no desciende aquí. Cada quince minutos me confirmás que no.
de Otro verano y este (2017)
Navegación solar
A pesar de que nadie funge ya de censor y de que las palabras, alguna vez heridas por el morbo, regresan livianas, mansamente a su seno; a pesar de que en la noche absorta pueda hablar sin temer que cruja el corazón: o tal vez porque ahora dispongo dulce libertad y un horizonte abierto, es que callo y evito, vanidad que me hundía, aquel ritmo salaz que medía desmanes. Fiebres en que abjuré, desordenado, injusto, del sentido, de la posible, rechazada por años, sucesión de pasos en la ruta del que ve que las cosas, más allá del probable
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desatino, son sólo múltiples ocurrencias del tiempo, y que las olas de ese río invencible acomodan y pulen el lecho, las arenas, y que es idiota, inútil querer otros destinos para la roca, para la desembocadura. Que en adelante sea lo mejor navegar en busca de más sanas provisiones, y hacer del día y de la luz un emblema que nutra versos que deberían mirar con más frecuencia ese grácil cardumen, esa playa, estos remos.
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Escuchando Bill Frisell
La sal, sobre la mesa, habla de vos. La luz, que proyecta una sombra que calla, habla de vos. Felisa, que no quiere nada de mí, y que duerme o medita, juiciosa, habla de vos. Mi casa es un esquema inmóvil en que ninguna x, solución, escalpelo -¡voz grave que tenías!-, puede ser despejada.
de Naturaleza muerta (2011)
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Pablo Seguí (Córdoba, 1973)
Entre los 8 y los 17 años estudió violín, para luego volcarse hacia la poesía.
Ha publicado los siguientes libros: Los nombres de la amada (Alción, 1999), Claves y armaduras"(Foja/Cero, 2005), Naturaleza muerta (El Copista, 2011), Otro verano y éste (Barnacle, 2017), Animal de bien (Barnacle, 2018), Noción de ritmo (Barnacle, 2019), Lizard y otros poemas (Barnacle, 2020), Babía y otros poemas (Barnacle, 2021), La internación (Barnacle, 2022), Remy LaCroix y otros poemas (Barnacle, 2023) y Poesía juvenil 1995-2011 (Barnacle, 2024).
Desde hace varios años ya publica sus poemas en sucesivos blogs, entre los cuales figuran: "El tren y la mujer que llena el cielo", "La lección de piano", "El bakelita", "Por el jornal", "Crocante de seco" y "Voces en La Babía", “dulcineapeperomia”
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Jorge Carranza
de Ni yo (2021) I-
Pido perdón a la luz la luz repartida rotando a veces me olvido a veces me pierdo bocanadas de claridad vientitos de luz perdón perdón luz del pan porque a veces solo el pozo el vacío
perdón monedas de luz luz de la mañana
partículas de mí flotando en la pieza (a veces está tan oscuro) . Perdón a la luna al sol encendido de las sábanas en la soga luz de las ciudades vistas desde el aire a las estrellas y su mar, perdón
luz de los fogones
iluminando los rostros haciéndolos temblar luces de los estadios ustedes ondean laten y cantan ( a veces el potro de la mente se desboca y mira mal).
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Perdón a la luz del tren largo del insomnio yendo hacia adentro.
IIIPerdón lucecita en los ojos de los buenos luz mejor ese brillo que cose sin hilo la tela del corazón. ***
En silencio, el viento del tiempo trajo pequeñas mutaciones que se fueron quedando y cambiaron la mirada.
Lo que antes era ahora no es y viceversa.
Por ejemplo las puertas han comenzado a abrirse solo hacia adentro.
de Otro sol (2017)
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dePoemasdela casa (2020)
Cuando la casa se inclina hacia un lado debemos ir hacia el otro extremo para equilibrarla. No siempre se logra.
Alguno de nosotros sale despedido y un pedazo de casa se va con él.
de un dios menor (2023)
Salí de casa una mañana. Caminé tanto caminé.
Muchas cosas se fueron en el camino se fueron y para bien.
Llegué muy lejos llegué.
Siendo otro llegué a la puerta de mi casa llegué.
Otro sol caía otra luna salía justo cuando llegué.
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Camino que sales del corazón rompimos el mundo el aire da señales tus banderas ondean camino que sales del corazón estamos rotos llevas dolor desierto llevas valles tibios llevas el oro de lo pequeño llevas no olvides siempre hay una guerra siempre camino que sales del corazón terco sin rumbo fijo vas insistes vas canto hermoso único que apenas se oye.
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Pasa su paso sin peso como si no pasara. Borra barre la borra de los días.
Es el silencio su ala.
Es lo que hace en mí.
Desde la costa un niño que me conoce mece un farol para que no me pierda.
Pasan los años.
Cada vez sé menos.
En cada cosa veo un dios dormido.
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Jorge Carranza (Río Cuarto, 1957). Publicó los siguientes poemarios: Instantáneas (edición de autor2005), Terrazas (Editorial Alción2011),Tai-Chi (Editorial Alción2013), Casi silencio (Editorial Alción - 2015), Otro sol (Editorial Alción -2017), Banderas (Editorial Alción - 2019), Poemas de la casa con ilustraciones de Luis Gómez Bialet (Azucena Ediciones - 2021); Ni yo (Editorial Alción - 2021), un dios menor (Lago Editora - 2023). Conduce desde el año 2018 con Eduardo Planas el programa radial de divulgación literaria "El Basta Ya en la radio“, por FM Libre 92.7 del dial.
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La lectura
un amor verdadero
Toda palabra del hombre sciente está preñada
La manera en que un poeta experimentado dispone sus versos; la elección de las palabras y el modo en que son colocadas en las frases; la sucesión, en fin, de los poemas a lo largo de una obra de madurez constituyen una enseñanza a la que debemos atender con buena predisposición: carecemos aún del trayecto, de escritura y de vida, que iluminan su trabajo.
Hay en el libro que hoy nos ocupa mucho de esto. Santiago Sylvester escribe como un hombre avisado: la vida misma, se podría decir, le fue mostrando que por lo general ni las palabras ni las cosas están puestas negro sobre blanco; que mejor es dar lugar a los matices y no a las certezas; que, eso, es preferible mantener una actitud escéptica –entendido ello al modo antiguo–ante los enunciados en apariencia más obvios: si “El paso del tiempo trae consuelo a todo” ¿qué nos consolará, a la inversa, de que huya y nos reduzca al fin a desasido polvo?
En algunos de sus versos Santiago Sylvester habla de dos asuntos que no se oponen: la cercanía de la muerte y la cohabitación con algunos recuerdos, como, por ejemplo, el patio de la casa de sus, suponemos, primeros años. Lo hace con cierta ironía, no enfática sino
suave, como si fueran afirmaciones hechas al pasar, para luego entregarse a otros tonos. El corazón y el alma, compañeros de ruta de siempre, son considerados de diferente modo a como podrían haberlo sido antes, cuando la vida recién florecía. Todo esto, como decimos, expuesto con mucha ligereza y serenidad. Aquí hay que oír, tomar nota.
Otro tema que nos agradó encontrar –si bien no en demasiados poemas–fue el de la ecología. Una ecología que no se llama a sí misma con dicho nombre. Tampoco figuran otras expresiones, que tanto abundan en la prensa, tales como cambio climático, polución ambiental o calentamiento global. La ecología viene enmarcada dentro de una consideración si se quiere humanista. La naturaleza actúa como suele hacerlo y también nosotros nos movemos según nuestros propios criterios. Todo finalmente se dará según mandan las leyes del universo: “mejor es lo que sucede”.
Por último, una consideración sobre el lenguaje utilizado por nuestro poeta. Estamos frente a textos de gran llaneza, tanto en lo que hace al vocabulario como en la construcción sintáctica de cada frase. Son los versos en su sucesión lo que sorprende: hay un decir totalmente
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atinado, si bien se da el uso de elipsis y paradojas, que en principio pueden ser desarrolladas en todos sus alcances por el lector por más que nunca logremos escaparnos del todo de sus garras. “Todo poema tiene algo de viaje”: no se puede decir que Santiago Sylvester nos presente meros silogismos concatenados, como si quisiera probar algo. Muestra más bien cierto desconcierto ocasional; un desconcierto que no lo abruma porque lo sabe propio de la experiencia humana. Amén de la sensibilidad y la emoción, que deja traslucir con recato.
Santiago Sylvester viene haciendo poesía desde hace mucho tiempo y es merecidamente reconocido. Aplaudo la aparición de este nuevo libro suyo y lo recomiendo sin vacilar: es una gran lección de poesía y, a mi entender, de vida.
Pablo Seguí
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TRES POEMAS DE TAL VEZ LLEGUE CAMINANDO
(letanía del orden natural)
En el planeta Tierra y por ahora el sol es sólo uno y hay millones de mariposas: la naturaleza sabe lo que hace. Hay una muerte por cada ser vivo y las cosas caen de arriba hacia abajo: la naturaleza sabe lo que hace. Las horas empiezan y terminan, el verde abunda en el campo: pasto, ramas, hojas; y la acequia va siempre en bajada: la naturaleza sabe lo que hace.
Imagine lo contrario: muchos soles y una sola mariposa, el paisaje al rojo vivo o las cosas cayendo en cualquier dirección, y entenderá el alivio del que dijo “mejor es lo que sucede”, cuando vio que llovía sensatamente en Maimará.
La naturaleza sabe lo que hace, y nosotros nos protegemos de incendios, plagas, terremotos, sobrellevamos derrumbes y las rutas que más usamos son las cibernéticas. Necesitamos ser cuerpo pero la naturaleza tiene otros proyectos, y nos hicimos tenaces en la resistencia.
La naturaleza sabe lo que hace, nosotros también.
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(palabras con vida propia)
Hace años que no entro a un galpón, pero la palabra galpón tiene olor a campo en la noche, ropa de trabajo colgada de un clavo, un pico y una pala que cavan como idea fija, conversaciones sobre mangas de langostas.
De estas cosas vienen silencios a la charla, viejos cuentos ocultos en la palabra galpón:
la historia del que quiso despedirse al saber que se moría y sus amigos oyeron que una guitarra tocaba una zamba, la “7 de Abril”.
Creencia sin pruebas, eso es la fe, y un relincho que crece más allá del alambrado, desentendido de la ley de gravedad.
La palabra galpón tiene vida propia; como la palabra perro, que cuando aparece no hace falta que se ponga a ladrar. *
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(despedida de los patios)
Haber caminado entre canteros y macetas, haber ganado y perdido el tiempo entre malvones y helechos, entre enredaderas; y ahora ya no veré la noche estrellada desde un patio, ya no oiré a la lluvia conversar en las lajas: el patio es la parte abolida de una casa. No habrá un toldo que aletee contra el viento, adiós a las campanadas que bajaban por la parra, y no estoy hablando de la memoria sino de lo que amasa el tiempo actual.
Sin que nadie lo advierta, los patios han concluido su tarea como los recuerdos que hemos dejado de usar.
Santiago Sylvester (Salta, 1942). Estudió Derecho en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Empezó su trayectoria profesional como redactor en el diario La Prensa. Poeta y narrador, entre sus numerosas publicaciones se destacan: En estos días (1963), El aire y su camino (1966), Esa frágil corona (1971), Perro de laboratorio (1986), La prima carnal (1987), Café Bretaña (1994), Oficio de lector (2003), Calles (2004), El reloj bio- lógico (2007), Los casos particulares (2014), El que vuelve a ver (2016), La conversación (2017, antología), Llaman a la puerta (2019), Los que se fueron (2019, antología), Sobre la forma poética (2019, ensayo), Ciudad (2020) Ha sido distinguido, entre otros, con el Premio Fondo Nacional de las Artes (1966 y 1977), el Premio Dirección de Cultura de Salta (1970), el Premio Sixto Pondal Ríos (1977), el Premio Jaime Gil de Biedma (1993), el Gran Premio Internacional Jorge Luis Borges (1999) y el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires (2008).
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ALFREDO LEMON, EL POETA Y SUS CIRCUNSTANCIAS
Cuando alguien habló del hombre y sus circunstancias, seguramente quiso dar la explicación de que por qué, de qué, por cuánto, etc. Intentando explicar que los círculos de la voluntad humana son causa y efecto y no fruto de un plan perfecto que sale de una mente y una corazonada . Así también al ver al poeta o al escritor y conocer sus triunfos y fracasos, sus conquistas y derrotas, sus pérdidas y sus ganancias, todo aquello que lo circunda y envuelve, hace que lo que vuelque desde su íntimo ser, siempre se roce con sus vivencias, formas y experiencias, descifrando así sus guiones claros como el agua. El caso del escritor cordobés, no es excepcional a esta regla y encontramos en él siempre la dualidad del espíritu, jugando entre el bien y el mal, la belleza y lo horrible, la picardía de los sátiros y la santidad de los santos. Se trata de un autor autodidacta, existencial, religioso, errante, intuitivo, exuberante, erótico, por momentos metafísico, por momentos surrealista.
Bien ha confesado: "un texto puede surgir de una frase oída, leída, una película, o de alguna situación
externa del presente o recuerdo que me resuena en lo físico, en lo emocional y me provoca decirla". Hay que leerlo. Porque Alfredo Lemon está siempre atento a los sucesos del alma, confiando en dibujar la vida con la palabra.
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Leonardo Lubrina
TRES POEMAS DE 23
Oda al Paracetamol
Párpados pétreos, tímpanos roídos, ojos con púas.
Cae tu cabeza cansada sobre una almohada baldía.
El día es un bisturí punzando tu sosiego.
La noche está llena de murciélagos.
¿Hay algún remedio contra el tedio, languidez del sinsentido?
¿Podrías aliviar viejos traumas, rencores, afirmarme en el arte del amor, acercarme a la virtud?
Aleja de mí toda tormenta, tormentos.
Permíteme un ciclo sin mortificación.
Hazme estable en mi bien.
Encamíname hacia el propósito.
Desde el diván del psicólogo
Perfilar la personalidad de alguien es indescriptible
Con el transcurrir del tiempo cambia la percepción de los hechos.
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Metáforas, símbolos, máscaras.
¿En dónde se instalan las memorias de nuestras sombras?
¿Quién no quiere trascender heridas, frustraciones?
¿Exorcizar algún trance traumático, sortear angustias?
Infiernos de infancia, el azote de un sacerdote, el revólver en la sien del inconsciente.
Pátinas de cualquier biografía, nubes que suben y bajan, zombis que cuelgan de un trapecio.
Hay dolores sin causas físicas. Síntomas que sacan chispas. Please: ¡una mínima contención ante el sufrir!
Sosténme sosténme en mi distimia.
El pasado hacia nosotros y nos hostiga con sus remordimientos.
Busco refugio en las enseñanzas de Epícteto y de Séneca.
Somos frágiles en nuestra soberbia de hierro. Deberíamos perdonarnos continuamente los unos y los otros.
Pero al instalarnos en el aquí, la concentración se contradice.
Las pasiones son rebeldes al timón del auriga. El lenguaje resulta débil para expulsar la aflicción.
El barrilete se anuda en un paracaídas.
Locura genial asumirse insensato.
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Rescue remedy
Vivo viviendo sin vivir en mí.
Me desfondé sin saber ni qué ni cómo en lo no dicho.
¡Auxilio Virgilio para cruzar esta selva oscura!
Condúceme, protégeme.
El futuro corre se desfonda en una ciénaga.
¿Quién quiere sufrir?
Aquí estoy, aquí me tienes.
Perder es ob/tener, poder lograr.
Remueve mis carencias.
Remueve mis miserias.
Que una luciérnaga cargue mi cruz sobre sus alas.
Solo pido una limosna: un poema más, el último.
Entrego / confío / acepto / agradezco.
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Alfredo Lemon (Córdoba, Argentina, 1960), poeta que ha editado los siguientes títulos: Eclipses, arritmias y paranoias (1983), Cuerpo amanecido (1988), Humanidad hecha de palabras (1991), Sobre el cristal del papel (2000) y 23 (2023)
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DE LAS LENGUAS QUE VIAJAN CON SUS HABLANTES
Esther Andradi, escritora argentina nacida en Ataliva (Santa Fe), cuya vida devino migrante a partir de 1975 cuando se mudó a Perú y luego, tras un paréntesis de residencia en Buenos Aires, eligió en 1982 radicarse en Berlín (ciudad que entonces le pareció un “laboratorio social, artístico, diferente a todo lo que yo había conocido”), ha publicado recientemente La lengua de viaje, una cuidada edición de Buena Vista Editora, subtitulada Ensayos fronterizos y otros textos en tránsito. Se trata de una serie de ensayos, crónicas, relatos, conferencias, escritos en diferentes tiempos, acompañados de fotografías que en sí mismas son relatos algunas de ‒la autora, firmadas con su apellido materno: Forneris, ”deci-dí que ‒Forneris sería la fotógrafa, ya que Andradi es la escritora”, nos aclara Esther, otras de su hija Ana Clara ‒Sutter, y también de amigos y de antiguos archivos per- sonales, ‒algo así como un libro paralelo, “el libro de las fotos”, dice, ‒‒seleccionadas e incluidas siguiendo una propuesta de la edi- tora de Buena Vista, Daniela Mac Auliffe. Registro de experiencias propias y ajenas ligadas a las lenguas que viajan con sus hablantes y sufren (o
ganan), en ese tránsito, transforma ciones y/o mestizajes diversos, con énfasis en la literatura y sus modos, cuando de migración se trata. Leemos las certezas aprendi-
das en la diáspora de la lengua madre: la necesidad de fundar estrategias, de percibir qué movimientos, qué cambios se entretejen en la escritura que se ofrece desde una lengua periférica en el corazón del idioma dominante; y también los muchos interrogan- tes planteados: ¿qué se pierde y
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qué se gana? ¿cómo se posicionan lxs escritorxs que están, escriben y desarrollan su tarea acá pero su habla es la de allá? ¿Cómo lograr pertenencia? La estrategia inicial se apoya en la creación de redes de escritorxs, el registro de experiencias comunes, la generación de intercambios, afinidades, sostenes mutuos. Contra viento y mareas la escritura de Esther se despliega y persiste, encabalgada entre el periodismo cultural y la literatura. Seguramente contamida de infle- xiones, de significados del idioma del país anfitrión, pero siempre al cuidado, al rescate de su lengua materna. Se cita un espejo que es paradigma: el novelista y drama- turgo polaco W. Gombrowicz, quien vivió veinticuatro años en Argentina, escribió en polaco y tradujo su obra al español, un idioma que apenas conocía, con ayuda de sus pares. Nuestra literatura lo considera hoy uno de los suyos. Articulada en cuatro partes (La lengua de viaje, Caminantes, Intérpretes, Recorridos familiares), La lengua de viaje indaga en el comportamiento de las lenguas que se desplazan con sus hablantes, en especial con sus creadores: “me acurrucaba en los rincones de mi idioma, que para hacerme entender dentro de la colonia local, le fui limando el colorido local que alguna vez tuvo y se fue transformando en una
lengua neutra y bien modelada que no tenía ni cuerpo, ni destino, ni alma”, sobre todo cuando la actividad exigía el alemán –recuerda Esther. Sin embargo, el ‒encuentro de lenguas le permitió ganar un universo a la par del que traía consigo: “…que ambos pudiesen converger y moverse con la dis- tancia que permite la atracción, pero no la deglución.” A diferen- cia de los bienes inmuebles que no pueden transportarse, las le- tras son bienes muebles, móviles, nos alojan: “El caparazón que nos protege, pero a la vez nos acompaña, es nuestra identidad móvil”. Y va más allá: los idiomas son castillos con puentes y puertas que vale cruzar y abrir. En la convivencia del idioma central con los periféricos, del español argentino, por ejemplo, y las lenguas que aportaron sus padres y abuelos inmigrantes: “El idioma entonces era puente y puerta, así como la periferia podía ser centro y viceversa, en un movimiento continuo de relaciones, atracciones, oposiciones”, la lengua inmigrante se construyó nueva sobre la pampa donde antes hubo tolderías, y resuenan aún las lenguas silenciadas. Siguiendo este fino hilo de pensamiento, retejiendo aquella experiencia fundadora de sus ancestros, a la suya actual, concluye: “El viaje entonces reinventa el cuerpo y la lengua que lo expone”.
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Patagonia argentina y su regreso treinta años después a su país donde se ocupará de traducir y dar a conocer a los autores del boom latinoamericano.
“Recorridos familiares” cierra con textos breves, que evocan el regreso al país de origen, algunos imposibles, y otros que sí lo son, como los de su autora, cuyo recorrido (viaje) literario, se ejerce un poco acá y un poco allá, plasmado en “Ritorno in patria: Mamá cumple 90”, entrañable y accidentada crónica de uno de sus regresos, que unimos con la dedicatoria del libro a su madre.
La lengua de viaje es una indagación a la vez amorosa y sensible sobre identidad, cultura y migrancia; una condición crucial en nuestra contemporaneidad cuando muchos se ven obligados a rastrear un lugar habitable en nuestro mundo desigual y violento, al tiempo que la tecnología aporta cada vez más sofisticadas posibilidades de comunicación global. En este contexto la mirada de Esther Andradi en torno a las mutaciones de la lengua materna en el exilio, y en particular en la creación literaria, se profundiza y nos interpela,: “Las lenguas se sostienen en el tiempo unas a otras con un balance entre proteccionismo y liberalismo.”, pero no las definen las regulaciones académicas –dice-, sino la continuidad de sus hablantes que “Caminantes”, segunda sección del libro se aclara: la palabra ‒“mi- grar” tiene la misma raíz que “caminar”: wandern , ilustra el ‒destino viajero de la lengua, cruces de idiomas a través de figuras literarias migrantes, sus andanzas aquí y allá, sus lenguas modeladas y remodeladas en la tarea diaria de plasmar una escritura, compañeros de ruta, ancestros literarios: Juana Manuela Gorriti, primera novelista argentina y fundadora de la novela peruana, llevó al límite la marca del viaje; Sebald vivió la mayor parte de su vida en Londres pero escribió en alemán, su lengua de origen; José María Arguedas con su español intervenido por el quechua, primera lengua que aprendió; Flora Tristán nacida en París y emigrada a Perú y sus libros en lengua francesa. Helena Araújo pionera de la literatura ‒escrita por mujeres latinoamericanas, colombiana que vivió ‒cuarenta años en Lausana y eligió escribir en español. Herta Müller, hija de una minoría alemana en Rumania, su alemán contaminado, diferente, una suerte de lengua recuperada. Compendio de letras que irradiaron perturbadas, en permanente tránsito. El tercer apartado aborda otra categoría literaria, aquí cruzada por la errancia: la traducción. Encontramos a María Bamberg: nacida en Alemania y criada en la
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Vivir en otra lengua es su experiencia capital, aprendida y apropiada. La suya herencia‒múltiple de quien se carga al hombro un linaje nómada, ha ‒bebido en el origen más cercano, en las aguas del dialecto piamontés y el idioma árabe que aportaron sus abuelos inmigrantes, primer mojón en el trabajo incesante de construcción de una lengua propia, en la construcción de una identidad. Este libro homenajea esa pequeña Babel de lenguas: la suya, la de todos.
Marta Ortiz
(El presente texto fue publicado originalmente en el diario El Litoral (santaFe,Argentina,el10-02-2024)
Escritora argentina, reside en Berlín y Buenos Aires. Sus crónicas sobre cultura, migración y me- moria circulan en diferentes medios de América, España y Alemania.
Es autora, entre otras obras, de Microcósmicas (Edicio- nes de la Gente, Bs. As. 2017); Mi Berlín. Crónicas de una ciudad mutante (La Mirada Malva, Granada, 2015); Gentes de palabra (Edit. Aurora Boreal, Copenhagen, 2015); Berlín es un cuento (Alción Editora, Córdoba, 2009); Sobre Vivientes (Simurg, Bs. As. 2001); Tanta Vida (Simurg, Bs. As. 1998).
Tradujo la poesía de May Ayim al español. Editó, entreVivir en otra lengua otras, la antología, presentando escritores y escritoras de diferentes países de América Latina residentes en Europa. Ha sido traducida a varios idiomas, últimamente al islandés. las llevan consigo; en cada escala la lengua en cuestión se impregna del mundo que la rodea; “la lengua solo se salva siendo nómada. Viajada”. Autodefinida “Viajera, exiliada, migrante”, su escritura se detiene en el detalle, lo cotidiano, lo pequeño: “La literatura está llena de lo que no se ve”, leemos. Contar desde una épica de lo invisible, así lo hizo, por ejemplo, en Mi Berlín: Crónicas de una ciudad mutante (Mirada Malva, 2015), donde aborda la ciudad desde la perspectiva que da el detalle, el detalle que encierra la totalidad del universo.
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Versiones de Mundos sutiles N° 1- Año I
SE HACE DIBUJO
Pablo González Padilla
SE HACE POESÍA
Paula Cantarero /Laura García del Castaño
LA LECTURA: UN AMOR VERDADERO
Huellas de Lectura por Laura García del Castaño / Marcelo Rizzi por Pablo
Seguí / Azucena Salpeter por Elisa Molina y Diego Brando / Paula Cantarero
Versiones en diálogos N° 2- Año I
SE HACE FOTOGRAFÍA
Rodrigo Soria : Llano
SE HACE POESÍA
Daniel Vera: Revelaciones / Bernardo
Schiavetta: Sorpresas al profundizar un poema
SE HACE CUENTO
Carlos A. Schilling: Doble reencarnación
LA LECTURA: UN AMOR VERDADERO
Gabriela Franco por César Bisso / Alicia
Genovese por Elisa Molina y Virgina Caramés por Pablo Seguí
Versiones de lo próximo N° 3 Año I
SE HACE DIBUJO
Francisco Menardi: Dibujos
SE HACE POESÍA
Alfonsina Clariá / Laura López Morales / Iván
Wielikosielek
SE HACE CUENTO
Daniela Mac Auliffe: Lucía flores en su vestido
LA LECTURA: UN AMOR VERDADERO
327 Vacas de Gabriel Pantoja / E Molina
El que bruñe la piedra de la gracia de Roberto
Daniel Malatesta
N Ú M E R O S A N T E R I O R E S
2024
Marzo