El Boulevard N5

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Éxitos y fracasos teatrales en vacaciones de julio

Los niños que llevamos dentro

Foto: Manuel Larrosa

El invierno tiene esos quince días en que las obras infantiles se juegan la vida, y la distancia entre el éxito y el fracaso nunca está del todo clara. Sin embargo, la apuesta de algunas salas por la multiplicidad de ofertas parece ser la clave para atraer a niños y, fundamentalmente, a padres. Por Sergio Pintado Las vacaciones de julio son para cualquier espectáculo teatral infantil el momento más importante del año. Una zafra de dos semanas en la que muchos elencos apuestan todas sus fichas. En ese contexto, la mayoría de los espectáculos se ven tentados a incluir funciones todos los días y hasta más de una por jornada. Ahora bien, la suerte no es la misma para todos. El Family Fest llegó a Montevideo prometiendo ser “un megashow” con siete espectáculos en un mismo predio y una extraña conjunción de personajes “infantiles” como Spiderman, los Power Rangers, Barney, Hello Kitty y algunos de Star Wars, entre otros. Al principio todo parecía estar bien. Se anunciaban funciones todos los días, desde el sábado 30 de junio hasta el final de las vacaciones, el domingo 22 de julio. Sin embargo, y a pesar de la publicidad y las múltiples apariciones del espectáculo en televisión, la producción comunicó un inesperado cierre de temporada el domingo 15. Así, una propuesta internacional que había desembarcado en la capital haciendo mucho ruido, se convirtió en la confirmación de que parece no haber suficientes niños para todos. En efecto, cada año encuentra en el primer fin de semana de las vacaciones de invierno una “explosión” de la oferta dirigida a los niños, olvidados durante el resto del año. Las salas tradicionales de la capital comprimen su grilla habitual para incluir propuestas infantiles diarias. Además, suelen sumarse otros lugares menos tradicionales, como la Rural del Prado o el propio Punta Carretas Shopping. Si bien la lista fue muy extensa, algunos lugares se

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destacaron por presentar más de un espectáculo. Bajo el nombre “El Galpón de los niños” el teatro ubicado sobre la Avenida 18 de Julio fue la sala que concentró más espectáculos, cinco en total. El Teatro Solís también apostó por la multiplicidad al incluir el teatro negro, el infaltable Sapo Ruperto y la obra Por un color, de L´Arcaza Teatro. Por su parte, el Teatro Metro apeló, una vez más, a la batería de obras de La Fábrica de Ilusiones, grupo teatral que desde hace años ha logrado convertirse en una verdadera “fábrica” de obras para niños. Precisamente, la concentración de propuestas en pocos centros culturales ha sido una estrategia favorable, en tiempos en que los padres prefieren “ir a lo seguro”. Muchos de ellos, además, repitieron sus presentaciones de años pasados, permitiendo la “fidelización” de públicos. Fenómeno que resulta contraproducente para las novedades de cada año que recalan en otras salas de la capital.

Las claves del éxito

El secreto para no fracasar en vacaciones de julio está para algunos en la forma en la que se piensa un espectáculo y la seriedad con la que se encara la temporada de invierno. Para Nicolás Fernández, director de La Fábrica de Ilusiones, la confianza que ciertos grupos o salas logran en el espectador adulto es fundamental para que éste decida comprar entradas para sus hijos. “Hay muchos grupos que producen exclusivamente para las vacaciones, generando muchas veces productos descuidados”, confesó en conversación con El Boulevard. Intentando no ser uno más de esos espectáculos, Fernández asegura que La Fábrica de Ilusiones se ganó un lugar en la taquilla por “realizar espectáculos todo el año”. Una práctica que le posibilita generar un público que “sigue a la compañía a donde vaya”. Fernández opinó que el éxito de una obra infantil está muchas veces en el respeto que se demuestra hacia los

niños y sus padres. “Nosotros intentamos estructurar el espectáculo con el padre acompañando a sus hijos, para que también sea parte y no, como sucede en algunos casos, deje a los niños en la sala y los pase a buscar después”, complementa. Según el director, obtener un espectáculo de calidad requiere priorizar el respeto por el texto y los libros en los que se basan muchas de las historias; “juega a rajatabla con el libro, de forma que el niño asocie lo que ve con el libro que puede haber leído anteriormente”. A diferencia del Family Fest, para los espectáculos que parecen haber seguido el camino planteado por Fernández, la temporada fue algo mejor. Es el caso del escritor infantil y músico Roy Berocay, quien no dudó en asegurar: “Nos fue muy bien”. Aprovechando la tradición de su personaje el Sapo Ruperto, montó en la Sala Zavala Muniz un musical con más de una función diaria. “Hicimos 32 funciones, la mayoría a sala llena”, dice Berocay, remarcando que tuvieron “una respuesta increíble de la gente este año”. Para La Fábrica de Ilusiones la temporada también fue provechosa: “este año fue un éxito total en comparación con el anterior”, explica Fernández al mencionar que tuvieron “8000 espectadores con cuatro espectáculos a la vez, cuando en 2011 fueron 10 mil con ocho obras simultáneas [El Sapo Ruperto 4: Las vacaciones siniestras, Super Pocha, Laboratoon y Ernesto, el exterminador]”. Los testimonios parecen corroborar que la clave del éxito de una temporada infantil cada vez más competitiva está en la apuesta por propuestas ya reconocidas y profesionales, generalmente en los escenarios grandes de la capital. Algo así como que, también en el teatro infantil, los shoppings les ganan a los almacenes.

ELBOULEVARD #05


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