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Pensando fuerte. Ensayos

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Editorial

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La fuerza del amor

INMACULADA FUENTES (ESCRITORA)

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Son muchas las fuerzas que mueven el mundo, pero en mi opinión, no hay ninguna tan poderosa como el AMOR. Es algo extraño, la mayoría de personas, incluso no sabrían definir concretamente, qué es el amor. No es fácil, no, máxime si tenemos en cuenta, que no solo hay un tipo de amor. Pensemos en los hermanos, ese amor fraternal. Es duradero..., o no. Puede ser incomprendido, o tergiversado, incluso manipulado. Tendemos a dar por hecho que los hermanos se quieren. Por sus venas circula la misma sangre, han convivido, han compartido infancia, familia, experiencias, pero, ¿es realmente un amor sin dudas? Me consta que algunos darían la vida por el otro. En fin, cada uno tendrá su propia opinión, su experiencia personal, y es por ello, que cada uno lo sentirá de forma distinta. Tenemos también el amor de los padres hacia los hijos. Este si que me atrevería a decir, que es incondicional. Salvo en excepcionales ocasiones que no me atrevo ni a mencionar, los padres estarán siempre dispuestos a hacer cualquier cosa por los hijos. No me cabe duda. Yo soy madre, y desde el mismo momento en que supe que iba a serlo, me inundó un temor nunca antes conocido, y al mismo tiempo, una certeza absoluta de que aquel pedacito de mi, estaría protegido pasase lo que pasase, frente a lo que fuese, frente a quién osara dañarlos. Si, estoy convencida de que este es uno de los más fuertes sentimientos de amor. Otro tipo de amor sería el que sentimos por los amigos. Es indudable que puede Foto de Hussein Altameemi en Pexels

llegar a ser de los más intensos, pero creo, que en general, es uno de los más difíciles de llevar. Puedes sentirte correspondido, o no, puedes llegar a pensar que tu pones más que el otro. Pero tengo amistades por las que me jugaría el tipo y sé que no lo perdería. Son pocas, sí. Este tipo de amor, está muy racionado. Seguramente, te sobran dedos en una mano para contar los amigos que se la jugarían por ti sin dudarlo, y viceversa. Ya lo dice el rico refranero español: “Quien tiene un amigo, tiene un tesoro”. Y qué cierto es cuando esa palabra, ”amigo”, se puede emplear sin reservas.

Pero luego está el amor entre dos personas que cierto día cruzaron sus vidas. No se conocían anteriormente, o tal vez se habían visto en alguna ocasión por la calle, o los presentaron en una fiesta, o coincidieron en el trabajo, en el transporte, en un supermercado... Este amor si puede llegar a tener una fuerza descomunal. Cierto es que puede disiparse como el humo de un cigarrillo; se consumió, y se terminó. Pero no es menos cierto, que los hay que duran para toda la vida. Por ese amor hemos cometido locuras, especialmente cuando lo vives con la intensidad de la adolescencia. Esa complicada época en la que tienes las hormonas en estado de guerra, y eres incapaz de comprender qué es lo que le sucede a tu corazón. Pierdes el apetito, sueñas con una persona que no te sacas de la cabeza ni un solo instante. Eres capaz de estar riendo a carcajadas en su compañía, y al instante, volver a casa con un enfado monumental por algún desafortunado comentario. Sí, es precioso vivir ese amor..., especialmente cuando es correspondido. Ya en la edad adulta, las cosas se serenan, se organizan, se evalúan, se les da un nombre y se ordenan. Hay parejas que pierden un poco de esa pasión, de esa locura que hace que tu estómago aún dé un vuelco cuando lo ves, y tu respiración se agite cuando te besa. El amor por la pareja es muy especial, no hay vínculos de sangre y sin embargo, podrías dar la vida por esa persona sin pensarlo. Harías lo que fuese por verla feliz, por ver esa sonrisa que ilumina su rostro y al mismo tiempo, llena de gozo tu corazón. Eres mucho más dichoso, cuando sabes que la persona que comparte la vida contigo, se siente bien, está contenta, tranquila, serena, sin nada que le perturbe. Eres feliz únicamente al mirarle y comprobar en sus ojos, que siente lo mismo que tú, que sin ti estaría incompleta, que contigo las cosas buenas son mejores, y las malas, más llevaderas. Sí, el AMOR es poderoso y por él, somos capaces de hacer los mayores sacrificios, y somos los seres más afortunados del planeta.

“Eres feliz únicamente al mirarle y comprobar en sus ojos, que siente lo mismo que tú, que sin ti estaría incompleta, que contigo las cosas buenas son mejores, y las malas, más llevaderas.” Inmaculada

Fuentes

La belleza de los fractales

En una ocasión, el Premio Nobel de física Richard Feynman aseguró que un científico podía ver más belleza en una flor que un artista. Era su respuesta a un amigo que le había dicho: "Ves, yo, como artista, puedo ver lo bello que es esto (la flor) pero tú, como científico, lo desmontas todo y lo conviertes en algo anodino". Para Feynman su amigo estaba equivocado: los científicos no solo pueden apreciar la hermosura evidente, sino además la que no se aprecia tan fácilmente.

Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite indefinidamente a diferentes escalas para formar objetos y seres vivos. El fractal puede ser descrito mediante la geometría fractal y está relacionado con un modelo matemático que describe y estudia objetos y fenómenos frecuentes en la naturaleza, que no se pueden explicar por las teorías clásicas y que se obtienen mediante simulaciones del proceso que los crea. Podemos encontrar fractales en la naturaleza: los girasoles, los paneles de las abejas, los helechos,el romanesco, las caracolas, las plumas de pavo real, las nubes ,etc.

Mi interés por los fractales viene desde el año 2012 en el que asistí a una exposición en la Escuela de Caminos de la UPV. En ella se contemplaban diferentes imágenes de la naturaleza que tenían una estructura fractal, eran bellas y me impactaron notablemente. Como consecuencia de ello me introduje un poco en la geometría fractal y así obtuve imágenes fractales, algunas de las cuales aparecen en la portada de la revista y otras se muestran a continuación. Rodearse de belleza debe ser nuestro fin, como los fractales que nos describen lo más natural e inalcanzable a través de maravillosas imágenes.

JOSÉ LUIS GUIÑÓN

¿Cómo explicar la enfermedad de Parkinson a un niño?

RAQUEL ALMELA (ORIENTADORA EDUCATIVA)

Foto de Julia M. Cameron Pexels

Ante el diagnóstico de enfermedad de Parkinson, la incertidumbre y el miedo invaden a cualquiera. Pasado el shock inicial es común iniciar una búsqueda de información que nos ayude a calmar todas las dudas que tenemos. Internet es una fuente inagotable de información y en pocos minutos ya podemos saber en qué consiste esta enfermedad neurodegenerativa, cuáles son sus principales efectos (temblores, rigidez muscular, pérdida del equilibrio, etc.), tratamiento, etc. Pasado un tiempo necesario para asimilar, ya somos capaces de poner nombre a las cosas que nos pasan, podemos dar explicación a las cosas que nos han ido sucediendo en los últimos meses y, posiblemente, ya nos vemos con fuerzas para explicarlo a nuestro círculo cercano.

Ahora bien, si todo esto es difícil de asimilar por los adultos ¿cómo explicarlo a los niños? Tarea difícil cuando hay que transmitir esta información a un hijo (o sobrino, nieto…), porque esta enfermedad, lamentablemente, no es solo de abuelitos/as, no es solo de mayores (15% de los casos antes de los 45 años).

Los niños (hasta 9-10 años) todavía no son capaces de procesar la información en términos abstractos y no conocen cómo funciona el cerebro, dificultando la explicación. La forma más sencilla es abordarlo en forma de historia, tratando de transmitir normalidad y sensibilidad, trabajando la empatía y la conciencia emocional y proporcionando herramientas para la gestión emocional. Podemos decir que mamá (por ejemplo) está malita y que tomará una medicina para controlar los temblores de sus manos (adecuaremos el mensaje y la información a la edad del niño/a) y hablaremos también de que es posible que esté más tiempo en casa porque esta enfermedad dificulta en el día a día. Tenemos que tratar el tema con la máxima naturalidad con la que sea posible y siempre, procurar grandes dosis de tranquilidad, hay tratamiento, los médicos nos están ayudando, hay investigación…

En adolescentes podría resultar más sencillo pues probablemente ya se han ido dando cuenta de que mamá (o papá o quien sea)

ha cambiado, que haya hecho algunas cosas raras, puede que hayan prestado atención a conversaciones con otros adultos, etc.

Una forma adecuada de transmitir el mensaje, siguiendo la pauta de naturalidad, sinceridad y apoyo, es sentarse juntos con ordenador o tablet e investigar; es importante que se sientan acompañados y calmar sus miedos con información objetiva. Puede que aparezca el enfado (provocado entre otras cosas por la sensación de impotencia e incertidumbre) aquí debemos proporcionar comprensión y acompañamiento —valga la redundancia—. En las redes podemos encontrar diversos materiales para introducir el tema, por ejemplo, a través de la literatura. Se puede utilizar el cómic “Con los ojos de un niño”, de la Asociación Unidos Contra el Párkinson, en el que explica la enfermedad y algunas opciones para trabajar los diferentes síntomas como la terapia acuática para la fatiga y la rigidez muscular.

En cualquier caso, los niños y adolescentes comprenden más de lo que lo creemos, son observadores y prácticos y tienen la capacidad de no querer preocuparnos, es por ello que en un principio pueden mostrarse reservados, enfadados o no entender nada. En este caso, como adultos debemos tener en cuenta que no estamos solos y que asociaciones y psicólogos infantiles nos pueden ayudar, es importante. Es un camino demasiado complejo como para recorrerlo solos, no dudemos en pedir ayuda; busquemos apoyo, hagamos comunidad.

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