SISTEMATIZACIÓN NACIONAL DEL PROCESO DE ESCUCHA ¡BOLIVIA EN CAMINO!
SINODO DE LOS OBISPOS 2021-2023
INTRODUCCIÓN.
En Bolivia desde el principio del periodo de escucha y contando con el ejemplo de sus pastores los Obispos se realizó una socialización del Sínodo de la Sinodalidad. Se realizaron a nivel de medios digitales oraciones, encuentros, entrevistas por temáticas, y de manera presencial charlas explicativas sobre la sinodalidad, asambleas parroquiales, asambleas por jurisdicciones, y demás actividades con el fin de que todo bautizado tuviera conocimiento del importante evento que lleva adelante la Iglesia Universal.
Ha sido un tiempo de una gran riqueza puesto que ha servido para realizar una mirada crítica constructiva hacia el interior de la Iglesia en Bolivia, pero sobre todo para realizar una escucha hacia los que están afuera de nuestra Iglesia. Verdaderamente ha sido un tiempo del Espíritu que ha movido tantos corazones para unirnos al Santo Padre para darnos cuenta de que es preciso caminar juntos, y para ello hay que dar grandes pasos que posibiliten una Iglesia en clave Sinodal.
La Iglesia de Bolivia asume el reto de la sinodalidad desde su confianza en Jesucristo que camina a nuestro lado.
Nos damos cuenta que este tiempo de escucha ha sido insuficiente por ello internamente enviaremos esta sistematización a todas las jurisdicciones de Bolivia para que se puede seguir profundizando y realizando nuevos aportes en nuestro caminar desde la sinodalidad.
En Bolivia conformamos un equipo desde la Conferencia Episcopal que ha coordinado todo el proceso de escucha. En segundo lugar, se conformó un equipo de 13 personas para realizar la sistematización de todos los aportes enviados por las Jurisdicciones que es lo que les mostramos a continuación:
1. “COMPAÑEROS DE VIAJE”
De manera general, existe una concepción unánime que compañeros de viaje son todos aquellos bautizados que se reconocen hijos de Dios y que gracias a este Sacramento forman parte de la Iglesia. Existe también un reconocimiento que gracias a muchos hombres y mujeres que han experimentado la presencia de Cristo en sus vidas, hoy son miembros activos y comprometidos en la Iglesia que acompaña al pueblo de Dios de manera organizada y creativa anunciando el Evangelio en nuestra sociedad.
En este entendido, son los consejos parroquiales, agentes pastorales, catequistas, ministerios de música, ministros de la Eucaristía, servidores del altar, familias, jóvenes, obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, misioneros (niños, jóvenes, adultos), voluntarios, etc. los que conforman este primer nivel de quienes acompañan y anuncian con esperanza el Evangelio.
En este caminar juntos, se aprecia en menor medida, que existen valiosos esfuerzos de integrar a las organizaciones sociales extra Iglesia como ser juntas de vecinos, instituciones gubernamentales, colegios, centros de salud y/u hospitales, policías y militares, aunque se reconoce también que los resultados no son siempre los esperados.
Sin embargo, también se reconoce que no hemos sido capaces de abrir las pertas de la Iglesia y salir en busca de los que aún no conocen al Señor. Lamentamos como Iglesia en Bolivia, que no hemos podido llegar de manera efectiva a los pobres de las periferias y lugares alejados principalmente del área rural, a los campesinos e indígenas, a los alcohólicos, drogadictos, a quienes cayeron en la delincuencia, ancianos, enfermos, privados de libertad, mujeres y niños en situación de violencia, políticos, entre otros.
Existe una preocupación particular por hacer mayores esfuerzos, para que los jóvenes puedan acercarse más a la Iglesia y dejen de sentirse excluidos de la misma. Asimismo, es una inquietud
de todas las jurisdicciones buscar otras iniciativas para caminar con los ateos, las sectas y creyentes de otras religiones.
Por último se puede ver también la necesidad de logar acercamientos más efectivos con los grupos LGTB.
Son importantes los procesos de formación creativos y acorde a la realidad actual en que vivimos y por ende es importante buscar formas adecuadas de hacer uso de los medios y tecnologías de comunicación actuales para fortalecer la unidad y comunión de la Iglesia.
Todos los bautizados formamos la Iglesia, pero no hemos alcanzado la sinodalidad, porque muchas personas y grupos viven al margen de la Iglesia y de la fe en Cristo.
2. ESCUCHA
La Iglesia está llamada a escuchar el clamor del pueblo con actitud contemplativa, cultivando la espiritualidad desde el encuentro, viviendo la interculturalidad, para escuchar a Dios que clama por la voz de los no escuchados: marginados, niños, pobres, mujeres y jóvenes, para así convertirse en una Iglesia que dialoga, acoge, acompaña y dar testimonio profético.
Esta escucha y acogida se da principalmente en las accione pastorales, especialmente en las parroquias que van más allá de los sacramentos y que motivan la escucha de la palabra de Dios. Sim embargo lo que debilita la escucha, es que se suele limitarse solo a esas acciones pastorales, que se convierten en “espacios cerrados”. Otras actitudes como el individualismo, la búsqueda de tener la razón, los prejuicios a los diferentes puntos de vista, impiden el crecimiento de la comunidad y ser una autentica iglesia en salida, una iglesia de encuentro con el otro.
La disponibilidad y cercanía de los sacerdotes ayuda a la escucha, pero que se dificulta por lo extensas que son las parroquias, porque tiene más funciones que la responsabilidad de la parroquia o actitudes clericalistas. De igual manera se valora la presencia de la vida religiosa cuando está al lado del pueblo de Dios a quien los escucha y comprende.
Los agentes de pastoral son escuchados en instancia como el consejo pastoral, donde llevan las necesidades de la comunidad, pero por los escases de agentes de pastoral se dificulta la escucha a la comunidad y a las familias. Esto se agrava más si los sacerdotes son cerrados o existen laicos con actitudes clericalitas e individualistas que se cierran a las necesidades de la comunidad, la escucha de sectores de la periferia, los pobres, de los jóvenes y mujeres. Sin conocer sus vivencias y las acciones especialmente a los pobres se limitan al asistencialismo.
La iglesia por su vocación a la escucha, convoca al dialogo y reconciliación de la sociedad, pero las ideologías, políticas partidarias y mentalidades pueden dificultar la escucha, especialmente a sectores como LBGTQ e incluso el diálogo interreligioso.
3. HABLAR CLARO
La Iglesia católica que peregrina en Bolivia está abierta a la escucha atenta y activa tanto de los espacios pastorales como de la sociedad en general.
Entre las oportunidades y espacios que da la Iglesia para escuchar la voz de la comunidad esta: A nivel parroquial están las reuniones de los Consejos Parroquiales, las reuniones de grupos y agentes pastorales, movimientos eclesiales. Estructuras como las reuniones de Vicarías Episcopales, las Asambleas Vicariales y a nivel jurisdiccional están las Asambleas Pastorales. Es necesario comprender que dichos espacios no son los únicos para poder encauzar las inquietudes de todos los miembros de la comunidad eclesial, aunque hace falta vencer el miedo para hablar con coraje sin temor a equivocarse, ni al qué dirán sólo apoyado en la verdad.
Es necesario reflexionar el rol de la autoridad y su capacidad de escucha y tolerancia, ya que fácilmente una autoridad puede caer en el autoritarismo y no querer escuchar opiniones contrarias a su forma de ser. Convirtiendo a relación de Iglesia en una relación verticalista y no comunitaria.
La vida estructurada y orgánica de nuestra Iglesia, con laicos, religiosos/as y clero, pone sobre la mesa la necesidad de trabajar en una efectiva participación en la toma de decisiones. La toma de conciencia de la “pertenencia al Pueblo de Dios” abre a la posibilidad y necesidad de participación en la toma de decisiones; que la promoción de la participación de los laicos, el respeto y el tener en cuenta la opinión de los demás, contribuyen a una toma de decisiones más participativa, dialógica y consensuada, superando una toma de decisiones puramente clerical.
Constatamos la necesidad de seguir trabajando en la formación, profundizar en el Evangelio y el Magisterio de la Iglesia. Tenemos miedo de hablar y nos asusta hacer una lectura crítica de la realidad porque nos compromete a ayudar a transformarla. También nos desanima la falta de credibilidad de las autoridades en los diferentes ámbitos de la sociedad y de la Iglesia porque sentimos que no somos escuchados.
Proponemos potenciar la escucha y la participación activa y responsable. Crecer en la creatividad para atraer a todas las personas, especialmente a los más jóvenes. Utilizar los medios para provocar que la gente se sienta acompañada, invitada y respetada. Sabemos que el Espíritu nos guía e inspira palabras para poder hablar con entusiasmo y profecía. Nuestro rol de evangelizadores nos impulsa a ser una palabra iluminadora, profética y sanadora para la sociedad.
4. CELEBRAR.
Tendencias comunes.
El Pueblo de Dios que peregrina en Bolivia marca tendencias comunes claras, en donde la oración y las celebraciones litúrgicas, animan, inspiran la vida para caminar juntos. Son celebradas teniendo presente el contexto del pueblo cristiano, tomando como partida su vida: orar en su cumpleaños, aniversario de fallecimiento, orando comunitariamente por su salud; como también en los acontecimientos sociales, efemérides, celebrando fiestas patronales, a través de la lectura meditación de la Palabra, novenas, rezo del rosario, predicas reflexiones catequesis, cantos alabanzas, celebraciones de la Palabra y las diferentes expresiones de religiosidad popular,… permitiendo que las personas se sientan animadas, agradecidas, fortalecidas en su fe, dando paso a expresar a través de la ornamentación del templo, u otras ofrendas en ocasiones que lo amerita.
Las Eucaristías dominicales y solemnidades, promueven la participación de diversos ministerios/grupos/comunidades que se complementan entre sí; a la vez, involucra exige conocer y comprender lo que se celebra.
Preocupaciones.
Entre las preocupaciones se identifica una poca participación activa en la liturgia, por el tiempo limitado de los pastores; por ello, es necesario tomar en serio los equipos litúrgicos, fomentar los servicios y ministerios, porque la participación activa merece y requiere un mínimo de formación. Las homilías y reflexiones, guían la vida cuando son preparadas con sinceridad, presentada de manera sencilla, fácil de entender; pero cuando es improvisada e inclinada para “atacar”, no ayuda; por ello, preocupa el compromiso, dedicación, empeño del que preside la liturgia Eucarística.
Discordancias.
Entre algunas discordancias es preciso trabajar en la “purificación de la fe”, en donde algunas manifestaciones culturales supersticiosas, nublan la mirada correcta de la celebración de la liturgia de Iglesia y a la vez, se identifica que está surgiendo un “conformismo” e “inclusive” una falta de fe en la participación de las celebraciones litúrgicas.
A veces las manifestaciones de religiosidad popular tienen mayor relevancia que las celebraciones litúrgicas solemnes, generando, en los fieles, una confusión, fe superficial y un cristianismo meramente devocionista; por ello, estas expresiones tienen que conectar la liturgia, adecuar la realidad actual, con la meta de llevar la vida, a la oración y celebraciones litúrgicas, y viceversa.
Voces proféticas.
1. Entre las voces proféticas que surgen, identificamos:
a) Crear estrategias litúrgicos pastorales para las celebraciones, promoviendo la participación activa de todos los fieles; aún más, para reincorporar a las personas que se alejaron de la Iglesia.
b) Procurar que la celebración Eucarística, se proyecte a la vida, a la participación y al compromiso social para mostrar con la vida que la liturgia no está limitada y encerrada en el espacio cultual.
c) Fortalecer la ministerialidad, a través de “homilías participativas”, queda pendiente reconsiderar e iniciar la reflexión sobre la participación de otras personas en las homilías.
d) Nuestros pueblos brotan expresiones de religiosidad popular con profundas raíces en las culturas de las naciones originarias y por ello, queda un trabajo pendiente profundizar y/o escuchar esas voces e inclusive, comunicarse en su misma lengua nativa, para consolidar el proceso de inculturación, que deben ser siempre revalorizadas y purificadas para construir una sociedad con auténticos valores religiosos y para impulsar la fraternidad cristiana.
e) “Que haya más celebraciones de Misas en las capillas”, aunque frente a la escasez de sacerdotes el Ordinario del lugar aprueba dos o tres Eucaristías, lleva a reconsiderar y replantear sobre la cantidad de Eucaristías que el ministro puede celebrar, inclusive en el Derecho Canónico.
5. COMPARTIR LA RESPONSABILIDAD DE NUESTRA MISIÓN
Todos los bautizados somos discípulos misioneros, siendo parte activa de la Iglesia, desde las actividades más pequeñas y humildes hasta aquellas realizadas en conjunto; aportando cada quien con sus cualidades, dones, carismas ytalentos, ya sea en grupos parroquiales, de oración, de canto, etc. y en una vivencia testimonial en la comunidad. La sinodalidad está, pues, al servicio de la misión de la iglesia.
El temor, el escaso compromiso, la ignorancia, la falta de espacios de participación, el poco acompañamiento, la falta de tiempo o la creencia de que la misión depende únicamente de los sacerdotes, impiden que los bautizados sean activos en su vida misionera, cuando la riqueza de la Iglesia viva se encuentra en las diversas manifestaciones de todos sus integrantes. Para ello se necesita una visión y comportamiento más horizontal y menos vertical. Por el bautismo somos Pueblo de Dios e hijas/os de un mismo Padre.
Por esto, los sacerdotes deben fortalecer una formación integral, dedicarse de lleno a las cuestiones del culto, de la predicación, de la formación del Pueblo de Dios y deben “salir a la calle”, al encuentro de la gente, con receptividad y acompañando a las familias en la enseñanza de valores, la práctica de la misericordia, alentando la corresponsabilidad en el compromiso social, cultural, político, investigativo, científico, educativo, en la promoción de la justicia social, la protección de los derechos humanos, alentando el diálogo ecuménico, el respeto por las diferencias de pensamientos y creencias interreligiosas, el cuidado del medio ambiente y apoyando las obras e iniciativas en cada área.
Debe existir una coordinación con el párroco y los responsables de los diferentes ministerios o grupos por medio de reuniones de todos los movimientos pastorales en las Diócesis, Parroquias, etc, poniendo en práctica las conclusiones a las que se llegaron y trabajando junto a instancias civiles o gubernamentales, creando fuertes vínculos interinstitucionales entre obras sociales.
Referencia de participación de una jurisdicción.
Los catequistas, presentes en todas las zonas pastorales, 100%.
Los Monaguillos de diferentes edades y sexos.50%.
Los ministros extraordinarios de la eucaristía,15%
Otros grupos ministerios de música, pastoral de la salud, lectorado,10%.
6. EL DIALOGO EN LA IGLESIA Y LA SOCIEDAD
El diálogo de la Iglesia con la sociedad está enmarcado en la búsqueda de intereses comunes. La Iglesia actúa como mediadora tendiendo puentes a nivel social y político, en situaciones de conflicto, desde un diálogo abierto en la búsqueda de la verdad. Los problemas que deben ser considerados prioritarios en el diálogo son la educación, los valores, el bienestar social, la justicia, el respeto a la vida y la paz social.
Es necesario un diálogo positivo, dinámico y constructivo para afrontar los problemas de manera conjunta abriendo nuevos canales de comunicación. Es importante la actitud de escuchar y de ser escuchados en la búsqueda de crear la comunión.
En este diálogo hay que evitar la instrumentalización política de la Iglesia cuando se acerca a las organizaciones civiles o estatales.
La Iglesia no puede perder la voz profética que está al lado de los pobres y marginados, pues al levantar la voz cumple la opción fundamental de su opción preferencial por ellos.
En el diálogo con la sociedad los laicos tiene un papel muy importante sobre todo en el diálogo con las organizaciones sociales, por ello han de asumir su protagonismo y compromiso en la evangelización.
7. ECUMENISMO
En ‘Compañeros de viaje’, seis jurisdicciones señalan que se deja al margen a gente que participa en otras confesiones cristianas.
En ‘Escucha’, se señala que lo que dificulta la escucha son las ‘sectas religiosas’.
En cuanto a las relaciones que mantienen las comunidades eclesiales con miembros de otras tradiciones y confesiones cristianas se encuentran tres niveles. El primero, las que indican que no mantienen ninguna relación o no contestan la pregunta, son la mayoría; alguna reconoce la presencia de otros grupos, pero sin entrar en relación.
El segundo, si bien no se reconoce una relación, se informan experiencias puntuales o esporádicas; se reconoce que, si bien es difícil la convivencia, al final se llega al respeto mutuo en la vida cotidiana; se reconoce el respeto a la diversidad y oración común; y se informan acciones de cooperación en salud, educación y atención a los más necesitados.
En el tercero, existen relaciones establecidas y acciones concretas: planes anuales, reuniones mensuales, celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y acción social. Se afirma que: se comparte la fe en la Trinidad, es posible caminar juntos por medio de la escucha y el discernimiento conjunto, la unidad está guiada por el diálogo en la verdad y el encuentro fraterno, nos une la vida en sociedad y los problemas conjuntos y se necesita transmitir los valores del Evangelio, compartir la Palabra, anunciar y construir el Reino.
Entre los frutos: reconocimiento de la necesidad e importancia del caminar, el diálogo, oración y acción conjuntos; la afirmación que se puede ser comunidad de comunidades unida en la diversidad y el respeto de las diferencias en pensamiento y creencia como base del diálogo; y que el caminar conjunto enriquece y complementa.
Las dificultades: el diálogo poco sincero con algunas iglesias y grupos, el proselitismo, rivalidades y descalificativos mutuos.
Los desafíos: la sinodalidad necesita un testimonio ecuménico; de la escucha, el diálogo ecuménico y el acercamiento con las diversas iglesias cristianas; reconocernos hermanos; discernir en conjunto para servir mejor a la comunidad; reconocer que el diálogo testimonia el amor a Dios; espacios para testimoniar el ecumenismo, crecer en confianza, apertura y aceptación mutua; formación; promover el ecumenismo en los colegios y la elección de representantes de ecumenismo en las parroquias; y el compromiso ecuménico a favor de los más pobres.
8: AUTORIDAD Y PARTICIPACIÓN
“No será así entre ustedes; antes bien, quien quiera ser grande entre ustedes que se haga su servidor” Mt. 20,26
La Autoridad en nuestra Iglesia es entendida como un servicio, que responde a la necesidad de estar organizados para la misión que se nos fue confiada. Para ello es ineludible contar con una planificación pastoral en la que todos sus miembros se vean reflejados (Rom 12,4 5) con creatividad. Fortaleciendo nuestra corresponsabilidad partiendo desde las iglesias domésticas para así tener una verdadera participación en la Construcción del Reino en Nuestras pequeñas Jurisdicciones.
Los agentes pastorales en cada una de nuestras jurisdicciones deben tener una sólida formación, la cual será adquirida en el tiempo de su servicio, pues los contextos sociales y humanos en los que nos encontramos nos lo demandan ya que solo así podremos ser “una Iglesia en salida” como nos pide el Papa Francisco.
Los ministros ordenados, cuya presencia es vital para nuestras comunidades tienen la exigencia cada vez mayor de nuestro pueblo de ser aquel padre (Lc. 11,11 13) cercano, celoso por la misión y sobre todo que pueda mirar con equilibrio y misericordia las limitaciones de quienes lo rodean. Todos sentimos la tentación de tener gobiernos autocráticos, pues nos parecen más eficaces, los discípulos deseaban ejercer un apostolado desde un trono y Jesús les reveló que lo ejercerían desde la cruz (Mt. 20,20 28).
Se vuelve a descubrir en la actualidad que la autoridad en la Iglesia no es el poder de imponer a los miembros las decisiones de “un jefe”, sino la capacidad de suscitar una conversión. No se trata de ordenar o de proscribir, sino de apelar a la conciencia y a la convicción. La autoridad, no es el que da órdenes, sino el que crea una atmósfera de fe, de amor y de respeto, una comunión de ideas y de aspiraciones.
Sólo un espíritu evangélico, sólo el espíritu de Jesús puede inspirar a los responsables eclesiásticos la forma de cumplir con esta misión. Del buen ejercicio de la autoridad, lo mismo que del buen empleo de la riqueza, es necesario decir con Jesús: Esto es imposible a los hombres pero todo es posible para Dios (Mt. 19,26).
9: DISCERNIR Y DECIDIR
Si bien el discernimiento y la toma de decisiones hacen que el Consejo Parroquial y las Asambleas Pastorales sean más participativas y se asuma en conjunto las responsabilidades manifestando así la diversidad de carismas y ministerios, oportunidad en la cual nos escuchamos, crecemos en la confianza y la valoración de los integrantes; es necesario fortalecer y recrear los grupos, movimientos, instituciones, consejos parroquiales y todas las instancias eclesiales y pastorales, para que tengan una representación en las asambleas y puedan participar de manera más activa y comprometida en la vida y misión de la Iglesia.
Los mayores obstáculos: La poca perseverancia, el poco conocimiento del plan pastoral.
El poco ejercicio de nuestro protagonismo como bautizado
El clericalismo y la toma de decisiones ejercidas por el párroco.
¿Qué mejoras, te parece, que nos está pidiendo el Espíritu al momento de discernir y decidir?
Promover la misión compartida entre sacerdotes, laicos y consagrados; que todos puedan participar en las instancias de decisiones. Rezar juntos, trabajar juntos, celebrar juntos, pensar juntos, “caminar juntos”, para ser una Iglesia en salida, que va al encuentro de los alejados.
Fortalecer la participación de los diversos sectores del Pueblo de Dios en las decisiones pastorales de la Arquidiócesis.
Superar la mentalidad machista y clericalista.
Considerar a laicos, especialmente a las mujeres en la toma de decisiones eclesiales y en instancias de gobierno.
Mejorar constantemente la formación integral de los agentes pastorales: teológica, espiritual, sinodal, social y humana.
Formación misionera que promueva la corresponsabilidad y solidaridad entre hermanos.
- Tener un corazón abierto a la gente, para escuchar sus ideas. Con eso la gente siente que la iglesia (la parroquia) es "suya"; de ese modo, se hace más partícipe en todas actividades parroquiales.
10. FORMARNOS EN LA SINODALIDAD
Las comunidades concluyen que la formación es importante, comenzando por la catequesis, dada a los niños, jóvenes, parejas jóvenes, familias, pasando por la formación permanente en Sagrada Escritura, documentos magisteriales, espiritualidad y todo lo que conlleva los contenidos de nuestra fe, y concluyendo con el estudio de Doctrina Social de la Iglesia y, por tanto, temas de la realidad.
Se destaca el cambio que ha traído la sinodalidad, porque ahora todos caminamos juntos, lo que conlleva superar el clericalismo, pero a la vez, una mayor exigencia y protagonismo del laicado, lo cual exige también superar la indiferencia y caminar hacia un horizonte común.
La formación también implica fomentar espacios de encuentro, para intercambiar experiencias pastorales e identificar oportunidades de sinodalidad, a su vez, suscitar mayor comunión eclesial y sinodalidad en las pastorales específicas: salud, carcelaria, movilidad humana, hogares, cáritas parroquiales entre otras.
El compromiso que suscita la formación es evidente, las personas adquieren obligaciones y derechos: escuchar y ser escuchados, dialogar, discernir y comprometerse con la misión. Por lo mismo, el formarse requiere de espacios, instancias de formación permanente, sistemática e integral. Los procesos formativos debieran tener niveles y contenidos para la diversidad de grupos humanos, de tal modo que crezca en todos, el sentido de pertenencia a la Iglesia y activa participación. Una formación que contribuya a la conversión pastoral y eclesial que tanto se requiere.
Estamos en un nuevo tiempo, “se han cerrado puertas, pero se han abierto muchas ventanas”. Esta frase tan citada recuerda que la virtualidad vino para que quedarse y en el tema formativo, es una herramienta valiosa que hay que potenciar. Formar, por tanto, con una nueva mentalidad.
La formación también implica descubrir los carismas de cada bautizado, y potenciarlos en la formación para que contribuyan en los distintos campos de acción: salud, sufrimiento, soledad, marginación, como también en temas sociales: realidad nacional, política, economía, medio ambiente, cultura etc.
Finalmente, es importante afirmar que la formación parte de la vida cotidiana, desde la práctica y el testimonio de vida, motivados por la Palabra de Dios, como servicio solidario, participativo, fraterno, de comunión e inclusión.
CONCLUSIONES Y PROXIMOS PASOS.
La Iglesia de Bolivia una vez realizada la sistematización va a enviarla a las Jurisdicciones para que pueda ser trabajada y estudiada. De modo que la sistematización sea un instrumento de enriquecimiento para nuestra Iglesia.
Cada Jurisdicción tendrá en cuenta los aportes y se dará cuenta en dónde debe de realizar una profundización mayor.
El modo de trabajar la sistematización será desde talleres, cuestionarios, lectio divina, dejamos a cada jurisdicción su creatividad e iniciativa.
APÉNDICE
La Iglesia de Bolivia desde hace 60 años viene realizando un camino de sinodalidad con las Iglesias hermanas de Tréveris y Hildesheim de Alemania. Entre estas dos Diócesis y la Iglesia Católica de Bolivia hay un camino muy rico y diverso en sinodalidad. Es por ello que les adjuntamos como anexo el documento que recientemente ha sido aprobado y que son los lineamientos de trabajo conjunto en sinodalidad. De hecho uno de los lineamientos es el trabajo en sinodalidad. Creemos que este ejemplo de camino en Sinodalidad puede ser de gran ayuda a la Iglesia, Es por ello que lo compartimos para que puede ser socializado. Muchas gracias.
La Paz, 23 de agosto de 2022.