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3. Lineamientos de acción pastoral

hedonista, que promueven una cultura de relajamiento moral e indiferencia por el otro, que lamentablemente también cala en nuestros miembros de alguna manera. La percepción desde los laicos y los religiosos, sobre las causas principales, son aproximadamente coincidentes al ponderar en mayor grado los aspectos: “El Conformismo” y “La falta de Fe” . Es triste reconocer que nos falta un mayor deseo de contribuir al establecimiento del Reino de Dios y su Justicia; y que nuestra Fe se ha reducido en muchos casos a un ámbito personal o nuestra misión se ha convertido solo en un oficio de mejoramiento personal e indiferente a la necesidad del vecino. También, se ha dicho que los bautizados debemos madurar en la Fe y requerimos de mayores espacios de formación, evangelización y fortalecimiento de la identidad y sentido de pertenencia.

“Todos tenemos un rol que desempeñar en el discernimiento y la vivencia de la llamada de Dios a su pueblo”7

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Para ser pertinentes: La Iglesia Universal necesita volver a la pedagogía que Jesús usaba cuando interactuaba con las personas. Conocía los problemas que los aquejaba, interactuaba con las personas, conocía sus necesidades, pero especialmente se acercaba a ellos con un lenguaje sencillo y claro. Muchas veces nos cuesta ser pertinentes, nos volvemos lejanos, irreales, como si no tuviéramos interés por las personas y su realidad social. Para asumir compromiso: Una Iglesia que está comprometida con el Evangelio de Jesucristo es consciente de la necesidad de las personas y sus carencias, no sólo espirituales sino afectivas, económicas, laborales, sociales y familiares. Jesús se comprometió con las personas integralmente. Un compromiso sin acción es indiferencia, por ello es importante impulsar y fortalecer las pastorales específicas y movimientos conocer e involucrar a las instituciones de la Iglesia para un trabajo coordinado, para caminar juntos. Impulsar el consejo de laicos arquidiocesano: El consejo de laicos debe consolidarse con la representatividad de todas las parroquias, instituciones eclesiales y movimientos. Propiciar espacios de formación e interacción: Propiciar espacios de escucha, formación e interacción al interior de la Arquidiócesis. (Ejemplo, los encuentros zonales de catequistas). Fomentar la identidad bautismal, a partir de charlas, catequesis, homilías, foros, etc. donde se priorice el ser (comunidad) y el hacer (misión) de la Iglesia, con énfasis en la evangelización del Tú a Tú, teniendo como ejemplo la parábola del “Buen Samaritano”. Pasar de la preocupación a la acción. Está claro además que todas las propuestas de formación e interacción deben adaptarse a los tiempos actuales e incorporar como herramientas a las plataformas digitales. Para la participación: Es urgente profundizar sobre los fundamentos y razones para nuestra participación y corresponsabilidad dentro la Iglesia local: inserción en el cuerpo de Cristo, su Iglesia, a través de nuestro bautismo. Inserción en igualdad de dignidad y acción común (LG 32), lo que no nos permite estar pasivos e indiferentes, sino ser miembros activos y corresponsables de la misión de la Iglesia y “como Iglesia”, que es la construcción del Reino de Dios en medio de nuestras comunidades y la sociedad. La participación de los bautizados en las diferentes instancias eclesiales debe ser fortalecida con la creación de mayores instancias, espacios y servicios a la gente, fruto de la motivación y surgimiento

7 Vademécum, para el sínodo sobre la sinodalidad

de nuevos carismas y ministerios orientados al bien común y a la construcción de comunidades fraternas y de Fe; orientados al servicio de la evangelización y la pastoral de nuestra Arquidiócesis; orientados al servicio social, especialmente de las poblaciones vulnerables. Para estas tareas, urge promover vocaciones sacerdotales, religiosas y el compromiso de los laicos para que puedan vivir en “comunión”, su vocación y misión en medio de las realidades temporales. Para la corresponsabilidad: Para una auténtica práctica corresponsable de los cristianos, necesitamos sentirnos co-constructores, co-partícipes de la vida y misión de la Iglesia, desde la vocación específica recibida del Señor. Urge promover una responsabilidad compartida, un proyecto común: Anunciar la Buena Noticia de Jesucristo y consolidar otra sociedad posible, inspirada en su mensaje; para lo cual se requiere superar todo autoritarismo, lucha por el poder, centralismo personal o de algún grupo, dentro de la Iglesia. La responsabilidad compartida, debe ser fruto de la comunión y función específica que corresponda, en orden a su carisma, vocación o ministerio recibido. Para un efectivo trabajo en equipo: Fortalecer la conciencia de que un trabajo pastoral, una misión pensada y llevada adelante de manera solitaria, es signo de un trabajo pastoral y misión evangelizadora impulsada comunitaria y participativamente, es señal de éxito y solución. En este sentido, será necesario crear espacios de formación y capacitación para aprender a trabajar en equipo. Para el ejercicio de autoridad dentro de la Iglesia: Respecto al modo de ejercer la autoridad dentro de la Iglesia, se propone una conversión en su ejercicio, hacia un modo de ejercer autoridad de manera horizontal, participativa, dialógica. Hacia un ejercicio de autoridad como servicio, con una actitud abierta, de escucha y de toma de decisiones consensuadas, considerando siempre la responsabilidad y de cumplimiento de los compromisos adquiridos por todos. Para la participación en la toma de decisiones: La sugerencia para promover la participación es ejercer nuestro protagonismo como bautizados, fortalecernos y comprometernos en la vida, la misión de la Iglesia y con las decisiones que se tomen como Iglesia. Para ello, se requieren autoridades, líderes y responsables más comunicativos, que promuevan la participación; de tal modo, que todos puedan sentirse que son parte activa del Pueblo de Dios: Arzobispo, los presbíteros, los diáconos, los grupos, movimientos, los laicos en general. Para una participación real en la toma de decisiones dentro de la vida de la Iglesia, se requiere fortalecer y recrear los grupos, movimientos, instituciones, consejos parroquiales y todas las instancias eclesiales y pastorales. Se requiere que cada una de estas instancias, tenga su representación en las asambleas parroquiales, zonales o arquidiocesanas, puedan participar y tomar decisiones conjuntas y consensuadas sobre la vida y misión de la Iglesia. Otra acción que promoverá la participación de los fieles cristianos en la toma de decisiones es que estén organizados, conectados y estructurados en redes: red de consejos parroquiales, de jóvenes o en una red de laicos, en general. Para las oraciones y las celebraciones litúrgicas: Hay que trabajar más en el anuncio del Evangelio, en una formación litúrgica que lleve a que las celebraciones litúrgicas y la oración este conectada y adecuada a la realidad actual. La meta debe ser llevar la vida a la oración y las celebraciones litúrgicas y viceversa. Respecto a la oración, debemos fomentar en la congregación y comunión de los cristianos, ya que nos ayuda a establecer una relación íntima con Dios y con los hermanos.