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SALAZoN

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CAMBIOS

CAMBIOS

El mar, ¿qué es lo primero que imaginas? “Ah, descansar”. Pero si es tu primera vez en conocerlo, muy pocos te advierten de su salinidad.

Dejarte llevar por sus olas es satisfactorio, aunque ten cuidado o al poco tiempo estarás flotando sobre corales; - ¡Viene una ola-! Gritan a lo lejos y como es tú primera experiencia en el mar, esa ola te revolcara, la sal ingresara por tus fosas nasales, paso seguido bajara por tu epiglotis hasta llegar a tu gaznate. Toser no servirá de nada, tus ojos producirán lágrimas y como una tonta reacción, magrearas los fanales, sin darte cuenta que tus preciadas manos están más cubiertas de salazón. Observas niños alegres, que sumergen por completo su cabeza, sus ojos no parecen irritarse, “usan gafas” ¿será esa la solución?, corres a la orilla, dos vendedores se te acercan y tomas veinte mil pesos del pantalón que reposa sobre la arena, te sientes el más eufórico en ese instante. Por consiguiente, contemplas un samario, nadando como un “tiburón”, tu pensamiento sale a voz alta - ¿Cómo haces? -, el samario responde: - ¡COSTUMBRE CACHACO, COSTUMBRE! -. Indignado regresas al canto arenoso y te sientas. Veinte mil pesos esfumados, un “cachaco bisoño”, un cuarto de sal ingerido en menos de un minuto, un descanso posiblemente prometedor ¡y –nadie te advierte de lo salado que es el mar! ¿Volverás a intentarlo?...

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Lina Manzano

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