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SALSoDROMO

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ELLA

ELLA

Por más que nos decían que debíamos participar con los vestidos de la “rumba”, no, nosotros queríamos brillar, con pedrería flecos y zapatos de baile, tal como lo hacen los grandes, porque cuando llegara aquel momento la teníamos que botar toda y dejar el alma en el asfalto. Escuchamos el tan anhelado llamado, “avanza bailadores” y empezamos a descender el puente de la 56, ese, el momento soñado por todos, la adrenalina salía a borbotones por nuestros cuerpos y el corazón se nos quería salir del pecho, las luces a lado y lado de la autopista, iluminaban nuestros vestuarios. Llenos de emoción nos vamos acercando a la línea roja, línea que nos marcaba nuestra primera descarga, escuchamos la sirena y arranca la mezcla, ahí, justo ahí bailamos para nosotros y para un público hermoso que con sus aplausos nos da la aprobación de atrevernos a bailar en esta hermosa aventura llamada Salsódromo Feria de Cali. Llega la tarde y continúa el calor característico de un 25 de diciembre. Los bailadores estamos listos, vestidos y maquillados, con la alegría, ansiedad y nervios a flor de piel, no somos bailarines profesionales, ni mucho menos artistas, pero nos sentíamos como tal, porque simplemente representamos a todas aquellas personas, que desbocan toda su energía los fines de semana en uno de los tantos sitios donde se hace honor a ese ritmo cadencioso, pegajoso que mueve corazones y masas en la ciudad de Cali llamado Salsa.

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Dorys Calderón Giraldo

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