
1 minute read
SUCURSAL
¡Qué Ironía! Con expectativas de conocer la sucursal del cielo, la ciudad de los siete ríos, y la ciudad de la salsa. Solo me encuentro con la ciudad de los muertos. Una ciudad que con cada mentira me recuerda un difunto. ¿Sucursal del cielo? ¿Qué tipo de cielo? Mi abuela solía decir “estar en el cielo no depende del lugar en el que estés, sino la disposición con la que te encuentres”; ahora le creo, porque esta ciudad me parece cualquier cosa menos al cielo.
Juan Sebastián Vargas Montealegre
Advertisement
Una donde calienta como el infierno, con personas que van deprisa de un lugar a otro como corderos, sin posibilidad de ver y escuchar como el ciego y el sordo. ¿La ciudad de los siete ríos? ¿Qué ríos? Mi madre solía decir “no hay nada más hermoso que conocer el mundo que te rodea; sobre todo los ríos, porque ellos nos dan la vida”. Llevo un buen tiempo aquí, demasiado para un viajero; y solo he podido gozar la magnificencia de un río que es donde me encuentro componiendo estas líneas.
Porque los otros yacen muertos bajo tierra, por una selva de concreto que fomenta en sus habitantes la peor de las muertes, el olvido. Y para terminar con esta quejadera ¿la ciudad de la salsa? ¿Y la alegría? Antes que mi esposa falleciera, mantenía repitiéndome “el baile te da emoción, pero no alegría. Porque la alegría son esos momentos, como una conversación, que por muy cotidianos que sean,
siempre serán únicos e irrepetibles”. Aquí la gente no parece alegre, ni siquiera triste. Sino más bien vacía como muertos. Sus conversaciones se enfrascan en temas como a que se dedican, y cuánto ganan. Entendiendo porque el opio para esta ciudad es la famosa salsa. Un opio donde las personas buscan un refugio de su rutina absurda, donde al parecer solo viven para trabajar, y si queda tiempo, rumbear; pero nunca para vivir.