capítulo
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Y hoy en día ¿en qué punto nos encontramos?
Findhorn En la actualidad, en Europa, existe una comunidad ampliamente conocida por sus contactos con los guardianes de la naturaleza: la comunidad de Findhorn. Findhorn, en Escocia, es un ejemplo probatorio de todo lo que una hermosa colaboración con estos seres puede aportarnos, contribuyendo a la belleza y al confort de cada uno de nosotros en nuestro día a día. En este lugar desértico en el noreste de Escocia se instaló una pequeña comunidad formada por algunas personas que deseaban vivir más cerca de la naturaleza: Eileen Caddy, Dorothy Maclean, Peter Caddy. Un día, una de ellas empezó a recibir contactos de los seres de la naturaleza y así fue como en una tierra yerma empezaron a crecer hortalizas cuyo tamaño, sabor y calidad no tenían parangón hasta entonces. La comunidad creció y los contactos se intensificaron: esta estrecha colaboración entre el plano humano y el plano de los seres invisibles se hizo espectacular y sus resultados fueron visibles y tangibles ante los ojos de todo el mundo. He aquí un extracto de la recensión del libro The Findhorn
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Anne Givaudan Garden2, tomado de http:/le-voyage.de.mona.com/: «El libro The Findhorn Garden cuenta una aventura excepcional, conocida en el mundo entero. La existencia de los jardines de Findhorn confirma que el mejor fertilizante es el Amor. Peter y Eileen Caddy y Dorothy Maclean son las tres personas responsables de este experimento en una tierra desértica del noreste de Escocia. Cuando se instalan en ese lugar, a comienzos de los años sesenta, lo hacen casi sin recursos. La tierra de ese territorio es ingrata, compuesta sólo de arena y grava. Pero Peter Caddy, que ha viajado a la Índia y al Tíbet, tiene la sensación de que Dios le ha mandado crear un hermoso jardín en ese lugar. Las primeras plantaciones resultan infructuosas hasta cierto día. Ese día, Dorothy, que es un poco médium, entra en comunicación con el Deva del guisante durante una meditación. El término «Deva» se refiere a los seres invisibles que dirigen las energías de los vegetales para crecer. El Deva del guisante le explica a Dorothy cómo cuidar de los guisantes para que crezcan correctamente. Peter Caddy aplica sus consejos y al poco tiempo recoge una abundante y magnífica cosecha de guisantes. El proceso se reanuda con las demás especies. Dos años más tarde, el huerto cuenta con nada menos que 63 especies distintas de hortalizas, 21 especies de fruta y 42 especies de plantas aromáticas y medicinales. Las cosechas son abundantes. Los campesinos de los alrededores no dan crédito, ya que a duras penas consiguen recolectar algunas hortalizas raquíticas. Algunos expertos en agronomía visitan el lugar y comprueban que la tierra no contiene ningún adobo químico. Pero también constatan que no tiene ninguna carencia: posee todos los elementos necesarios para el desarrollo de 2 The Findhorn Community & William Irwin Thompson, HarperCollins, 1976.
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Y hoy en día ¿en qué puntonos encontramos? las plantas, incluso los más difíciles de encontrar. Afirman que el compost y el estiércol empleados no pueden, por sí solos, ser la causa de los increíbles resultados obtenidos en un suelo tan pobre y arenoso. Se llega a hablar, entonces, de un factor X, o sea desconocido. Para Peter Caddy, sin embargo, ese factor X no es otro que el cuidado y el amor que le brindan a sus plantas. Hoy en día, en Findhorn reside toda una comunidad. Su universidad de la Luz ha desarrollado múltiples actividades de formación e investigación. En 1997, la comunidad fue reconocida por la ONU como una ONG asociada. Ha realizado actividades de reforestación, adquirido su autonomía energética y construido de manera ecológica…» He aquí otro testimonio, el de Brian Nobbs, vinculado a la comunidad de Findhorn: «Una vez en el jardín botánico, fuimos a la Ermita de Braid tomando el camino al pie de la colina que alberga el observatorio… Es un lugar hermoso y a la vez extraordinario, porque se encuentra muy cerca de la agitación de Edimburgo. Lo frecuentan personas que sacan a sus perros de paseo o hacen jogging. Ese día se veía poca gente por ahí. Cuando entramos, una increíble sensación se manifestó encima de mi cabeza. Era como si estuviera abierta por la parte superior y un halo de luz entrara por ahí, produciéndome un auténtico sentimiento extático de bienestar y felicidad. Había algo parecido al sonido muy claro de una flauta, pero que en sus harmónicos contenía todos los sonidos musicales imaginables. Me movía como si estuviera un poco ebrio y al andar fui tomando consciencia de que un sinfín de seres diminutos nos acompañaban. Para mí no cabía ninguna duda de que eran elfos, pero de un orden elevado. Parecían andróginos y eran muy bellos, vestían ropa similar a la que se describe en los cuentos de hadas, de colores rojizos, dorados y verdes. Llevaban sombreros 9
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Anne Givaudan puntiagudos y zapatos con la punta vuelta hacia arriba. Medían aproximadamente un metro. Volví a notar mis resistencias debido a lo extraño de esas experiencias… Entre tanto, pude percibir que algunos elfos se reían de mi evidente desengaño. Roc (un amigo) no dijo nada, pero ahora sonreía y me miraba con un aire interrogativo. Entonces le expliqué lo que había visto y me confirmó que se trataba de «elfos elevados», asociados a ciertos árboles y bosques, pero que cumplían otras funciones más esotéricas en la naturaleza, siendo los espíritus guardianes y protectores de los lugares sagrados. Mi teoría es que estos seres utilizan nuestros conceptos para presentarse a nosotros, porque su esencia nos resulta sin duda incomprensible y alejada del mundo de nuestra experiencia. Sólo en el mundo de la imaginación podemos concebir realidades ocultas y hacerlas más comprensibles. Estoy convencido de que los espíritus de la naturaleza en realidad no son como humanos en miniatura, sino que están en constante movimiento y no tienen una forma fija. Así que seguimos andando hasta llegar al final del recorrido. Como estábamos cerca de la casa que se había convertido en museo y centro de información, todos los elfos se fueron, excepto uno que se quedó con nosotros. El elfo Ogilvie nos explicó que regresaría conmigo a Findhorn, en donde tenía que establecer relaciones con algunos centros de energía de Gran Bretaña y del resto del mundo, relaciones que serían útiles para los jardineros. Mientras esperábamos el autobús que nos llevaba de vuelta al albergue, Ogilvie el elfo desapareció. A la mañana siguiente, mientras estaba esperando el autobús para Inverness… de repente me percaté de que el elfo estaba de pie junto a mí. Se subió al autobús y se sentó en el asiento de al lado. Podéis imaginaros la sensación que se amparó de mi en ese momento: ¿me estaba volviendo loco? Estaba totalmente consternado y al mismo tiempo divertido por la situación… Temí que alguien quisiera sentarse a mi lado. Tenía 10
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Y hoy en día ¿en qué puntonos encontramos? miedo de que alguien quisiera sentarse en el asiento a mi lado. Era uno de los asientos interiores, y me preguntaba si hubiera tenido el valor de decir: «Lo siento, está ocupado». Pero finalmente nadie decidió sentarse a mi lado. Puede que el elfo, de alguna manera, los influenciara inconscientemente. En Inverness me acogieron unos amigos que me llevaron hasta Findhorn… con el elfo. Daba la sensación de que le gustaba ir en coche. Evidentemente para él todo eso era inútil. Podía desplazarse a cualquier lugar donde deseara estar con sólo pensar en ello. Pero creo que le divertía hacerlo para testar nuestros límites y también por un interés verdadero de conocernos mejor». ¿Qué es, pues, lo que nos impide estar más en contacto con estos seres de la naturaleza hoy en día y mantener una relación más estrecha con ellos en nuestra vida diaria? Ya sea que ejerzamos de jardineros ocasionales o profesionales, que hayamos decidido cultivar nuestro huerto, nuestros frutales, o que, simplemente nos encanten las flores que nos rodean, ¿por qué no buscamos esta colaboración con estos seres, que, entre otras cosas, tienen la función de hacer que la naturaleza se desarrolle de manera armoniosa para el mayor provecho del Humano? Hoy en día existen numerosos movimientos creados por ecologistas para detener el envenenamiento de la Tierra, el Agua y el Cielo. Estamos recuperando antiguas especies de frutales y semillas, y las técnicas de nuestros abuelos, como el purín de ortigas. Hemos vuelto al arte de cocinar con flores, incluso con aceites esenciales, y sin embargo, muy poca gente con estas iniciativas piensa en colaborar con los demás pueblos: el pueblo animal, el pueblo de los Devas y los Seres de la naturaleza. Por lo tanto, nos queda un paso importante que dar, y este paso seguirá siendo enorme mientras mantengamos encasillados el espíritu y la materia como en plena era industrial. 11
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Anne Givaudan ¿Hay sólo un motivo o son varios los que nos hacen preferir los pesticidas cancerígenos, los abonos tóxicos para todas las criaturas y para la Tierra en vez de colaborar con los gnomos de los jardines, con los elfos del Aire y los duendes, con las hadas, las ondinas del Agua y las salamandras del Fuego? ¿Por qué no nos proponemos entrar en contacto con Pan y sus fervientes servidores, siguiendo el ejemplo de los habitantes de Findhorn, para saber qué debemos hacer y cómo hacerlo lo mejor posible? ¿Por qué, cuando nos declaramos defensores de la naturaleza, olvidamos a los seres que la habitan? Es difícil ver, oír y no poder negar los resultados de una colaboración como esta sin preguntarse por qué no le prestamos mayor atención. El dinero que ganan las multinacionales es uno de los obstáculos pero no es el único. La falta de confianza en nuestras propias capacidades, el miedo a que nos tomen por iluminados, la pereza que tenemos de cuestionarnos a nosotros mismos, el hecho de creer que los pesticidas y los insecticidas nos protegen (¿de qué?, ¿de quién?) son los factores notorios de nuestro inmovilismo. Hasta ahora hemos invertido mucho tiempo en protegernos, en preservarnos, pero no hemos obtenido grandes resultados y lo que es aún peor, hemos llegado incluso a un resultado contrario al que esperábamos: cada vez más enfermedades, menos cosechas y una naturaleza contaminada y estropeada que se agota. ¿Qué factores políticos y financieros siguen, a día de hoy, haciéndonos cerrar los ojos ante la posibilidad de establecer una colaboración valiosísima con presencias que conviven con nosotros y que lo único que piden es poder ayudarnos? ¿Estamos dispuestos, pues, a abrir la puerta de par en par y a dejar que entre lo que hasta ahora era invisible a nuestros ojos pero que empieza a mostrarse? 12
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El Éter Antes de seguir avanzando, me gustaría hablaros de esta substancia que se está haciendo cada vez más tangible en el mundo que se aproxima y con la que entramos en contacto constantemente, a menudo de manera inconsciente. Me refiero al Éter, no el que encontramos en las farmacias, ya os lo podéis imaginar, sino a ese elemento que hasta la fecha hemos tenido poco en cuenta y que de ahora en adelante vamos a tener que considerar, sin duda alguna, como el quinto elemento. Conocemos los cuatro elementos principales que conforman nuestro mundo: el Fuego y el Aire, la Tierra y el Agua. Pero existe un quinto elemento, el Éter, más sutil que el Aire, que permite a la energía primaria circular a través de los mundos y vivificarlos. El Éter está en todas partes. Estamos inmersos en el Éter y uno de nuestros cuerpos sutiles está formado por él. En los ámbitos especializados se le llama el «cuerpo etérico». En nuestros cursos, describimos el aura etérica como una capa azulada de algunos centímetros de espesor que sigue fielmente los contornos del cuerpo físico y que nos da información sobre la vitalidad básica3 de una persona. 3 El prana: partículas elementales que son la base de cualquier forma de vida.
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Anne Givaudan El cuerpo etérico nos pone en contacto con los mundos superiores y permite que la energía circule en nosotros. Su sede está en el bazo, órgano al que los Esenios llamaban «el pequeño sol», debido a su capacidad de absorber una gran cantidad de prana4, que es el alimento de todos nuestros cuerpos sutiles. A nivel sutil, el bazo se crea en la primerísima etapa de la formación del feto y es asimismo el primero de los órganos que se desvitaliza, antes de la muerte del cuerpo físico. Me refiero aquí a los órganos sutiles y no a los físicos, así que no os inquietéis si ya no tenéis bazo físico. El bazo es tan importante que en algunas tradiciones se le considera como un segundo chacra. En las curaciones esenias, no es extraño tener que revitalizarlo para que el paciente pueda recuperar toda su energía. En cuanto al cuerpo etérico, éste tiene la función de transformar la energía solar en energía directamente asimilable por el bazo. Se le puede llamar también «cuerpo vital», ya que permite al cuerpo físico mantenerse vivo y en forma. Cuando hablamos de cuerpo etérico refiriéndonos a uno de nuestros cuerpos sutiles, se trata por supuesto de un término genérico que sobreentiende los cuatro tipos de Éter que lo componen. En realidad, podemos subdividir el Éter en veinte capas, pero sólo cuatro de ellas tienen que ver más directamente con nosotros. Estos cuatro tipos de Éter corresponden a los cuatro reinos: Tierra-Agua-Fuego-Aire. Cuando están desarrollados armónicamente, los cuatro tipos de Éter nos permiten entrar en contacto profundo con todo aquello que ha sido creado en la Tierra y se convierten en una fuerza poderosa y actuante. 4 El bazo absorbe el prana en gran cantidad para redistribuirlo a los órganos mediante los circuitos energéticos del cuerpo, de manera que la energía vital pueda nutrir los cuerpos sutiles y, por repercusión, también el cuerpo físico.
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El Éter No todos los reinos poseen los cuatro Éteres: el reino mineral, por ejemplo, sólo posee el Éter químico, mientras que el reino vegetal ha desarrollado el Éter químico y el Éter vital. A continuación me gustaría hablar un poco más a fondo de estos cuatro Éteres porque tienen una importancia crucial en nuestra vida cotidiana y en los contactos que podemos tener con los pueblos de los mundos etéricos. El Éter químico Es el que está en relación con todas las funciones de asimilación y digestión. Transforma las substancias que ingerimos en energía. Cuando el Éter químico no se encuentra en su pleno potencial, es fácil deducir que la capacidad de nuestras funciones de asimilación, digestión y transformación se ve también disminuida. En este Éter vive básicamente todo el pueblo menudo de la Tierra, todos aquellos a quienes llamamos gnomos, enanos y otros korrigan. Lo que hacen por nosotros, lo hacen evidentemente por la Tierra y es gracias a su trabajo que las plantas y los árboles asimilan la energía de la madre Tierra. Están en comunión con las raíces de todas las formas de plantas y cuidan de que puedan obtener de forma armónica las energías terrestres para asimilarlas y transformarlas en energía de Vida. También custodian los tesoros del interior de la Tierra, como algunos metales y piedras preciosas o semipreciosas, para que dispensen su energía a través de los grandes ejes de circulación sutil de la Tierra llamados Nadis. Se encargan, asimismo, de guardar con suma vigilancia los lugares que albergan tesoros, tanto en un plano físico (el oro o los metales preciosos) como en un plano espiritual (los lugares sagrados, los archivos del mundo o los mundos desaparecidos sepultados bajo tierra). 15
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Anne Givaudan El Éter vital Es la parte del Éter que facilita la vida. Actúa como un agente de reproducción o de construcción en lo que luego se convertirá en sangre. Las mujeres que se hallan en sus periodos fértiles se alimentan de él. Luego eliminan el exceso de este Éter a través de las menstruaciones, cuando no lo utilizan para construir el vehículo corporal de la futura criatura. Es un Éter que proporciona naturalmente una energía vital considerable cuando ha tenido lugar la asimilación del Éter químico. Por eso se le llama también el «Éter constructor». Está ligado al elemento femenino y por consiguiente al Agua, siendo el reino de la gente menuda de las Aguas: náyades, ninfas, ondinos y ondinas, por citar sólo unos cuantos. Su cometido principal es mantener limpios los manantiales de Agua y preservar e incrementar las propiedades curativas de las Aguas sagradas de nuestro planeta. Las Aguas termales forman parte de esta agua, pero también los grandes ríos sagrados de la Tierra, cuyos guardianes son los seres de la Gran Luz que rezan y meditan constantemente en el interior de las mismas. El Éter luminoso Permite una consciencia individual y el despertar de nuestros cinco sentidos. Sin él permaneceríamos en una niebla opaca y tendríamos mucha dificultad para entrar en contacto con el exterior. Imaginaros por unos instantes que carecéis de estos captores del mundo exterior que son la vista, el oído, el olfato y el tacto. El Éter luminoso está relacionado con el elemento Fuego. Es el hábitat de los seres del Fuego, representados fundamentalmente por las salamandras, pero también viven en él los seres del Aire: elfos, ángeles, silfos y sílfides e incluso los genios familiares. Este Éter no se ve sino que se siente, como un viento ligero y cálido. 16
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El Éter El Éter reflector Está relacionado con nuestra capacidad de memoria, nuestra habilidad para estructurar los pensamientos. Es capaz de reflejar lo que pensamos pero también lo que hemos guardado en nuestra memoria y aquello en lo que creemos con ahínco. Es como un espejo, pero a menudo compuesto de espejos deformantes. Se alimentan de él la mayoría de nuestros médiums, que sólo acceden a una parte de la realidad de los mundos de la persona que los consulta. Es importante tener en cuenta este fenómeno deformante que implica a menudo errores de interpretación. No es equiparable a la memoria akásica, que no conlleva ningún riesgo de distorsión o de error. Con estos apuntes hemos sentado la base que debería llevarnos a comprender mejor los contactos que podemos tener con todos los seres de la naturaleza, puesto que nosotros mismos estamos compuestos, parcialmente, de la materia sutil en la que viven y actúan estas entidades. Llegados a este punto, me gustaría precisar que no pretendo elaborar en este libro una enciclopedia sobre estos universos mágicos y estos seres: por un lado porque ya hay más de una, excelente, y por otra, porque prefiero describir lo que estas entidades aceptarán librarme, al hilo de los contactos que tendré con algunas de ellas. Esto nos permitirá conservar la fluidez y el frescor de sus mensajes. Llevo algunos meses sintiendo la presencia de estos seres «invisibles» y oyendo su petición de que yo sea su portavoz, en la medida de mis posibilidades. Les he prometido encontrar tiempo para ellos, el suficiente para permanecer a la escucha y asentar aquello que debe serlo. Ha llegado el momento. Hoy nos encontramos, lo sabemos todos muy bien, en un momento de transición en donde todo está cabeza abajo y en que los Humanos no sabemos muy bien en qué punto estamos ni hacia dónde vamos. Todo lo que nos 17
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Anne Givaudan parecía sólido se está desmoronando a nuestro alrededor y afrontamos el trance de encontrarnos ante una pared lisa en donde nuestra mente conceptual ya no hallará ni la más mínima aspereza a la que agarrarse. Mientras tanto, en otros planos, en los mundos sutiles, otros seres experimentan también estos cambios y transformaciones.
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