INTRODUCCIÓN
En los senderos del universo cada pueblo ha dejado huella y constancia de su paso por la vida, por la tierra, mediante su devenir histórico, sus conocimientos, sus anhelos, sus sueños, sus mensajes, como el que nos dejó nuestro joven abuelo Cuauhtemoctzin —el venerable águila que desciende, el crepúsculo solar— profecía que se mantiene en las regiones de habla náhuatl1 y otras más de la tierra del Anáhuac. Aquí tenemos un fragmento en la lengua materna náhuatl: Totonaltzin ye omotlatihtzino Totonaltzin ye omixpoliuhtzino Auh centlayohuayan otechmocahuili Mach ticmati occehpa hualmohuicaz occehpa hualmoquixtiz Ihuan yancuican techmotlahuililiquiuh. Nuestro digno sol ya se ocultó. Nuestro respetado sol ya escondió su rostro y en plena oscuridad nos abandonó. Ciertamente sabemos que otra vez vendrá, que una vez más vendrá a salir, y nuevamente nos vendrá a alumbrar. 1 El náhuatl es la lengua prehispánica que hoy en día sigue siendo usada por casi 1.5 millones de personas.
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