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Virus de la bursitis infecciosa en Europa occidental: el aumento de las cepas reasortantes se convierte en la mayor amenaza en campo

Este estudio, “Infectious bursal disease virus in Western Europe: the rise of reassortant strains as the dominant field threat” publicado por Matteo Legnardi, Giovanni Franzo, Claudia Maria Tucciarone, Konstantinos Koutoulis y Mattia Cecchinato proporciona una completa actualización de la situación epidemiológica de la bursitis infecciosa, en función de los resultados de diagnóstico molecular realizados en 2021.

INTRODUCCIÓN

La bursitis infecciosa (IBD), también conocida como enfermedad de Gumboro, es una enfermedad vírica inmunosupresora de los pollos que causa importantes pérdidas a la industria avícola mundial. Este daño se debe tanto a los brotes clínicos manifiestos, caracterizados por signos clínicos inespecíficos y una elevada mortalidad, como a las consecuencias de la inmunosupresión, que puede incluir infecciones secundarias, disminución de conversión alimenticia y fracaso de las vacunas utilizadas para inmunizar a las aves. (Alkie y Rautenschlein, 2016; Zachar et al., 2016; Spackman et al., 2017).

El agente etiológico de la IBD es un virus de ARN de doble cadena que pertenece a la familia Birnaviridae, género Avibirnavirus. Su genoma está compuesto por dos segmentos, A y B, que codifican cinco proteínas virales (VP). El segmento A, de 3,2 kb de largo, codifica la proteína de la cápside (VP2), una proteína de andamiaje (VP3), una proteasa (VP4) y una proteína no estructural (VP5), mientras que la ARN polimerasa dependiente de ARN (VP1) está codificada por el segmento más corto (2,9 kb) (Maraver et al., 2003). VP2 contiene los dominios antigénicos y actúa como determinante de patogenicidad. No obstante, VP1 también desempeña un papel en la determinación de la patogenicidad (Escaffre et al., 2013; Wang, Huang, Ji et al.,2021). Dado que el reasortamiento, junto con la mutación, es el mecanismo principal de la evolución del IBDV (He et al., 2014; Pikuła et al.,

2021; Wang et al., 2022), diferentes combinaciones de los dos segmentos podrían dar lugar a notables diferencias patobiológicas (He et al., 2016; Chen et al., 2018; Wang, Huang, Zhang et al., 2021).

Se conocen dos serotipos del IBDV, denominados 1 y 2. Solo el serotipo 1 es patógeno, y puede ser dividido en función de su antigenicidad y patogenicidad. Históricamente se reconocen tres subgrupos principales: las cepas clásicas, las variantes y las muy virulentas. Las cepas variantes presentan notables diferencias antigénicas y se asocian sobre todo a infecciones subclínicas. Las cepas muy virulentas, por su parte, son antigénicamente similares a los virus clásicos, pero son responsables de brotes de la enfermedad más graves y de mayor mortalidad (Eterradossi y Saif, 2020).

Hoy en día, sin embargo, este sistema tradicional de clasificación y denominación se considera inadecuado para describir completamente la creciente variabilidad entre las cepas del IBDV (Jackwood et al., 2018). Esto ha llevado a proponer varios esquemas de clasificación basados en la filogenia, de los que actualmente tenemos varios disponibles. El esquema descrito por Michel y Jackwood (2017) se basa en una porción del gen VP2 y divide el serotipo 1 en siete genogrupos. Los otros dos esquemas, propuestos por Islam et al. (2021) y Wang, Fan et al. (2021), también consideran una parte del gen VP1. Ambos reconocen nueve genogrupos del segmento A y cinco del segmento B, permitiendo una clasificación basada en la combinación de los genogrupos del segmento A y B. Recientemente, un grupo de virus que circula en Portugal posee características VP2 únicas, lo que aumenta el número total de genogrupos/genotipos conocidos (Legnardi et al.,2022). Por su alta contagiosidad y larga persistencia en el medio ambiente, el control del IBDV se basa en una estricta bioseguridad y la vacunación sistemática de los lotes. Actualmente se aplican varias estrategias de vacunación, que difieren en cuanto a la tecnología de las vacunas (vi- vas, de inmunocomplejos y vectorizadas), la elección de la cepa, la vía y momento de administración (Muñiz et al., 2018). Un adecuado control también debe basarse en un eficaz seguimiento a nivel de campo. Para orientar y mejorar los esfuerzos de control, es crucial obtener información fiable y actualizada sobre la presión de infección, las cepas circulantes y la eficacia de las medidas aplicadas. De acuerdo con esto, el objetivo de este estudio es proporcionar una actualización completa de la situación epidemiológica del IBDV en Europa Occidental, basada en los resultados de las actividades de diagnóstico molecular realizadas a escala internacional a lo largo de 2021.

Muestras

En el estudio participaron muestras entregadas por nueve países de Europa Occidental al Laboratorio de Enfermedades Infecciosas del Departamento de Sanidad Animal, Producción y Medicina Animal (MAPS) de la Universidad de Padova. En total, se recibieron 470 muestras. Cada muestra procedía de un lote diferente y consistía en un conjunto de 4-10 bolsas de Fabricio, congeladas o, más frecuentemente, como impresiones en tarjetas FTA. Se obtuvo información sobre el tipo de producción de 464 muestras, de las cuales 414 (89,2 %) procedían de pollos de engorde, 49 (10,6 %) de ponedoras y una (0,2 %) de reproductoras. Se facilitaron detalles sobre el protocolo de vacunación de 420 manadas, de las cuales 216 (51,4 %) fueron vacunadas con vacunas vivas de IBD (intermedia o intermedia plus), 56 (13,3 %) con vectorizadas y 148 (35,3 %) con vacunas de inmunocomplejos.

Resultados

393 muestras (83,6 %) resultaron positivas a IBDV por RTPCR, de las que 386 fueron secuenciadas con éxito. Las 77 muestras restantes fueron negativas. 243 secuencias parciales de VP2 se agruparon en el genogrupo A1 (clásico) y fueron todos etiquetados como virus vacunales; otras 11 eran virus vacunales similares a la V877 y pertenecían al genogrupo A7 (Early Australian); 117 secuencias pertenecían al genogrupo A3 (muy virulento) y, 15, todas halladas en Portugal, al genogrupo A9 (portugués) (tabla).

Tabla. Resultados diagnósticos clasificados por país. La caracterización de las cepas está basada en el sistema de clasificación del segmento A propuesto por Islam et al., 2021.

(b)

Los 132 considerados virus de campo se investigaron con una RT-PCR adicional dirigida a la VP1, lo que dio como resultado un dato final de 113 virus caracterizados tanto a nivel de VP1 como de VP2. Todas las secuencias VP1 se agruparon en el genogrupo B1 (de tipo clásico);

País

Bélgica

Dinamarca

Francia

Alemania

Italia

Países Bajos

Portugal

Reino Unido

A3 Muy virulentos

B1 Similar a clásica

A1 Clásico

A4 dIBV

A2 Variante americana

A5 Mexicana

A9 Portuguesa

A6 Italiana

A7 Australiana temprana

A8 Variante australiana

A0 Serotipo 2

B3 Similar a australiana temprana

B5 Nigeriana

B4 Polaca y Tanzana

B2 Similar a las muy virulentas por lo tanto, los dos genotipos de campo detectados fueron A3B1 (105 virus) y A9B1 (8 virus) (figura). Los virus de campo secuenciados se clasificaron en tres grupos diferentes. Por un lado, los ocho virus A9B1, todos detectados en Portugal. Los virus A3B1, en cambio, se dividieron en dos subgrupos: los 10 virus italianos se agruparon todos juntos, y separados de los virus A3B1 encontrados en los otros siete países (todos menos España). A pesar de una cierta agrupación basada en el país de origen, este segundo grupo era bastante homogéneo entre los distintos aislados.

Figura. Árboles filogenéticos que muestran las relaciones evolutivas entre los virus de campo secuenciados, codificados por colores según origen geográfico y secuencias representativas de los genogrupos segmento A (a) y segmento B (b) definidos por Islam et al., (2021). El conjunto de datos del segmento A incluía una porción de 366 nt del gen VP2 de 176 secuencias, mientras que una región de 431 nt del gen VP1b de 145 secuencias se consideró para el conjunto de datos del segmento B. Los árboles fueron inferidos con el método de Máxima Verosimilitud (1000 bootstraps). El modelo de sustitución aplicado, seleccionado según el criterio de información bayesiano (BIC), fue GTR + G para el árbol del segmento A, y GTR + I + G para el árbol del segmento B.

Los virus A3B1 encontrados en los demás países europeos se agruparon con siete virus encontrados entre 2018 y 2020 en el Reino Unido y Dinamarca, caracterizados por Mató et al. (2020) como reasortantes con una VP2 muy virulenta y una VP1 D78-like.

Discusi N

Durante 2021, se detectó IBDV de campo en ocho países de Europa Occidental. En el 26,5 % de las manadas investigadas se detectaron cepas de campo, demostrando una circulación relevante en toda la zona, que puede tener implicaciones clínicas y económicas. Incluso si no se pudiera establecer una correlación clara entre la infección por los virus de campo y la presencia de signos clínicos, porque la mayoría de las muestras se tomaron para un seguimiento de rutina o para evaluar la cobertura de vacunación, debe tenerse en cuenta que varios linajes del IBDV se asocian principalmente a infecciones subclínicas, por lo que son más difíciles de detectar que virus más virulentos (De Wit et al., 2018).

De los virus A3B1 detectados en los distintos países, excepto Italia, todos resultaron ser altamente homólogos a virus reasortantes ya notificados en el noroeste de Europa en los últimos años. Estos son responsables de infecciones subclínicas no asociadas a mortalidad o signos clínicos, pero inducen una pronunciada atrofia bursal probablemente asociada a inmunosupresión (Mató et al., 2020). Los resultados de este estudio en Europa noroccidental y el estudio filodinámico de estos tipos de cepas desde sus primeras detecciones en 2015-2017 (Mató et al., 2020), demuestran que estos virus reasortantes se han establecido rápidamente como el tipo de campo dominante en la zona.

Además de los virus reasortantes del noroeste de Europa, solo se detectó un clado separado de virus A3B1 en Italia. Este hallazgo concuerda con dos encuestas epidemiológicas italianas que señalaron la circulación de IBDV caracterizados como muy virulentos según la secuenciación VP2 (Lupini et al., 2016; Gambi et al., 2020). Los IBDV A3B1 italianos se agruparon con virus encontrados en Rusia y Oriente Medio anteriormente (Michel y Jackwood, 2017). Otro genotipo, el A9B1, solo se detectó en Portugal, donde parece circular en gran medida (Legnardi et al., 2022) y desde hace varios años (De Wit et al., 2018).

Parece, por tanto, que tanto los virus italianos como los portugueses pueden haber sido ya detectados en los dos países, pero nunca fueron debidamente caracterizados antes de la utilización de los actuales sistemas de clasificación filogenética actuales propuestos por Michel y Jackwood (2017) e Islam et al. (2021). Esto pone de relieve el potencial de la biología molecular para generar fácilmente información estandarizada y compartida sobre la epidemiología del IBDV, además de guiar y mejorar los esfuerzos hacia el control de la enfermedad.

Para poner en perspectiva los resultados obtenidos, es útil compararlos con los de un estudio epidemiológico de diagnóstico similar realizado en una zona similar en 2013, en el que se detectaron solo seis virus de campo de 199 muestras (De Wit et al., 2018). Además del mencionado virus A9B1 encontrado en Portugal, los otros cinco fueron detectados en Italia (De Wit et al., 2018), donde el genotipo A6B1 parecía prevalente en ese momento, como confirmó Lupini et al. (2016). Un cambio importante en el escenario del IBDV parece haberse producido en los años siguientes, debido principalmente a la aparición y propagación de los tipos reasortantes del noroeste de Europa.

Estos virus plantean desafíos de diagnóstico. Por un lado, su presencia puede pasar desapercibida con facilidad, lo que favorece su circulación y persistencia; por otra, su detección en manadas sanas dificulta la

Cambiar para que todo siga igual

interpretación del estado sanitario de las aves y de la eficacia de las vacunas adoptadas. Por lo tanto, es imperativo saber la amenaza que representan estos reasortantes y garantizar la existencia de un sistema de vigilancia constante para rastrear su propagación y mantener los esfuerzos de control adecuados. Por último, el carácter transfronterizo de su propagación exige acciones concertadas y un intercambio rápido de información científica entre los laboratorios de investigación y diagnóstico de los distintos países.

Conclusi N

En conclusión, los resultados obtenidos muestran la amplia circulación de los virus de campo en Europa Occidental. El tipo de virus más importante es el de reasortantes que se han detectado en múltiples países del noroeste de Europa y se han asociado a infecciones subclínicas (Mató et al., 2020). Además de estos, se aíslan otros dos tipos de virus de campo que circulan localmente en Portugal e Italia. En conjunto, los datos aportados servirán para determinar las lagunas existentes en los conocimientos sobre la epidemiología y evolución del virus de IBD en Europa y, en última instancia, para fundamentar las estrategias de control a largo plazo.

España, en relación con la enfermedad de Gumboro, goza de una situación privilegiada a nivel epidemiológico. De hecho, hay muchos profesionales que trabajan en incubadoras que ni conocieron el dramático impacto que tuvo esta patología en los pollos y en las cuentas de explotación de las propiedades. Debido a la alta tasa de vacunación in ovo que tenemos en nuestro país, podemos decir que hemos llegado a niveles muy elevados de animales vacunados e inmunizados frente a la enfermedad de Gumboro.

Ante este contexto, la inercia de seguir haciendo lo que se está haciendo es muy potente y difícil de discutir.

Pero es importante levantar la vista y mirar cómo en países de alrededor, la enfermedad de Gumboro se ha “reinventado” en forma de nuevas variantes, de brotes subclínicos.

Lo tenemos muy cerca, de hecho. Y es por eso por lo que debemos aplicar la máxima de cambiar para que todo siga igual. Cambiar en el sentido de innovar, de buscar nuevas formas de mejorar y reforzar esa barrera de seguridad que hoy parece firme e infranqueable. Cambiar a través de la monitorización, optimización y la formación en procesos críticos relacionados con las incubadoras y las granjas (bioseguridad, higiene, transporte, primera semana de vida).

La pregunta es lógica y comprensible: ¿por qué preocuparse cuándo ahora no hay patología clínica?, ¿por qué plantearse cambios e innovaciones si todo va bien, hasta muy bien, dirán algunos? La respuesta también es irrebatible: porque hay que seguir por delante del virus. Y la única manera de hacerlo es no quedándonos quietos, avanzando y haciéndolo además ahora, cuando no hay urgencia, cuando podemos hacerlo sin prisa (pero sin pausa), y cuando podemos, y debemos, hacerlo juntos.

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