La familia en sesenta minutos

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La familia en sesenta minutos

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Una hora para transformar sus relaciones para siempre

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Rob Parsons

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s medianoche. Estoy en la sala de espera del hospital local. He traído a un vecino porque tuvo una caída, y he estado sentado durante más de cuatro horas en sillas de plástico diseñadas para causar la mayor incomodidad posible a cada una de las partes de mi anatomía.

Me levanto, estiro las piernas y me dirijo hacia la máquina expendedora de café. Junto a la máquina se encuentra una mujer joven, de unos veinticuatro años. Está visiblemente angustiada y las monedas que está intentando insertar en la máquina se le caen de las manos. Le ruego que se siente, recojo el dinero y retiro su café.

Comenzamos a conversar y me cuenta que su padre está gravemente enfermo y que existen serias dudas de que vaya sobrevivir más allá de esa noche.

Mientras nos tomamos el café, le pido que me cuente algo de él.

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Ella se limpia una lágrima del rostro, sonríe y dice: «Mamá y papá eran geniales, nuestra vida familiar era maravillosa. No supe lo buena que era hasta que fui al colegio y escuché a mis amigos contar cómo era la vida en sus casas. No es que no discutiéramos: lo hacíamos muchísimas veces. Éramos todos tan diferentes… Yo era la rebelde. Tengo dos hermanas y un hermano. A veces llegábamos incluso a las manos. Pero reíamos muchísimo y en nuestro corazón sabíamos que, siempre que hiciera falta, estaríamos para apoyarnos unos a otros».

Le digo: «Parece una magnífica familia».

Ella asiente. «Papá procedía de una familia pobre, pero le fue realmente bien en su carrera. En realidad, durante los primeros años del matrimonio de mis padres, él pasaba tantas horas en su oficina que a punto estuvo todo de romperse.

Después, eso cambió. No porque él no continuara trabajando duro, sino gracias a que cambió y estuvo siempre presente cuando le necesitábamos. Yo solía participar en obras de teatro en la escuela. En esas ocasiones lo veía de pronto entrar por atrás deslizándose dentro de la sala. A veces llegaba un poco tarde, pero le desagradaba perderse esas cosas. Lo mismo sucedía con los partidos de fútbol de mi hermano. Después de que él y mamá pasa8

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ran por aquel duro periodo, parece que sus prioridades cambiaron».

Le pregunto: «¿Vive aún su madre?».

«Oh, sí –me responde–. Está ahora en la sala de urgencias junto a él...».

Le digo: «Cuénteme más...».

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Eran ya más de las dos de la madrugada cuando dejamos de charlar, y la conversación versó siempre sobre su vida familiar. Me habló de sus vacaciones navideñas, de los buenos y malos momentos y de aquellos conflictos que, finalmente, se habían resuelto con lágrimas y perdón. Hablamos de las tonterías que habían hecho, como darse nombres de la película El libro de la selva durante toda una semana.

Y dijo: «El único problema era que ya éramos todos adolescentes».

Me comentó: «Mi madre solía decir siempre lo mismo cuando hacíamos alguna tontería o algo peligroso en común (por ejemplo, una vez que fuimos a hacer rápel y mi hermana se quedó atrapada boca abajo) o incluso cuando habíamos pasado por un momento difícil. Decía: “Hemos hecho algo memorable”».

La joven tragó saliva. Le dije: «Tiene montones de esas cosas memorables, ¿verdad?».

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«Sí –dijo ella–. Centenares –y sonrió–. Bien, ahora será mejor que regrese a la sala. Gracias por hablar conmigo. Me ha sido de gran ayuda».

Finalmente, salí del hospital a las nueve de la mañana. Cuando estaba de camino al coche, vi a una pareja joven en una plaza de aparcamiento cerca de la mía. Estaban colocando con cuidado en el vehículo a un bebé evidentemente recién nacido junto con varios ramos de flores. Les grité: «¡Felicidades!». El padre me sonrió.

Al entrar en el coche me vino a la memoria la joven que había encontrado junto a la máquina de café y deseé ardientemente que su padre hubiese podido compartir alguna de las lecciones que había aprendido con estos nuevos padres al comienzo de su vida familiar. Y, dejando volar mi imaginación, casi pude escuchar al anciano hablar de las cosas que fortalecen a las familias: la necesidad de dedicarse tiempo unos a otros, el poder de la risa, la creación de hogares donde el perdón le pise siempre los talones al conflicto y la manera con la que generar momentos memorables.

Durante más de veinte años he viajado por el mundo escuchando a personas que me contaban historias de sus familias. De Moscú a Melbourne, de Durban a Doncaster, todas compartieron con10

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migo lo que había hecho fuertes a sus familias –y, a veces, aquello que las había destruido–.

Mis propios hijos están ahora al comienzo de su vida familiar. Si ellos me lo permitieran –cosa nada segura, por cierto–, ¿qué lecciones me gustaría compartir con ellos? Tal vez todo aquello que quisiera haber hecho de forma diferente, aquello que parece haber funcionado y aquello que no lo parece. Pero estas no son solo lecciones mías: las he reunido a partir de las conversaciones con familias por todo lo ancho del mundo, a veces escuchando a personas que a menudo me comentaban: «Desearía haber sabido esto antes». Pues bien, sea que mis hijos las lean alguna vez o no –y reconociendo que la lista de otras personas podría ser muy diferente–, he aquí mis diez lecciones de vida para una vida familiar sólida.

Este es un libro de «sesenta minutos», es decir que, si sois rápidos, podéis leerlo en una hora. ¿Una hora? ¿Qué puede decirse de valioso como para que pueda leerse en menos de 4.000 segundos? Pues, por lo menos, algo… Pero lo que sé es lo siguiente: que, con independencia del tamaño de vuestra familia –madre y padre, madre sola o padre solo, familias reconstituidas–, este librito contiene elementos con el poder de hacer más sólida a vuestra familia y, 11

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tal vez, hasta de salvarla de la ruptura. He conocido familias cuyas relaciones han cambiado o hasta se han salvado poniendo en práctica solo una de las lecciones contenidas en este libro.

Si ahora estáis pasando por un momento feliz en vuestra vida familiar, espero que estas lecciones hagan de él una experiencia aún mejor. Sin embargo, podría ocurrir que ahora mismo paséis por un periodo difícil. Es demasiado lo que veo de la vida real en mi trabajo como para creer que haya respuestas fáciles a los problemas de las familias que sufren.

Pero espero que, aun así, encontréis algo que os ayude –aunque únicamente valga para darse cuenta de que no estáis solos, sea cual sea vuestro problema–. ¿Por dónde comenzamos, entonces? Comencemos con una lección de vida que el padre de la joven con la que me encontré en el hospital descubrió a tiempo para que su familia cambiase. Podrá parecer simple, pero es vital. Si no la aprendemos, independientemente de lo bien que cuidemos en lo material a los que amamos, será muy difícil que logremos construir una familia sólida. Porque, en muchos aspectos, el éxito en todas las demás lecciones depende de la medida en que tengamos éxito en esta primera.

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Índice

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Lección de vida número 1: Reservar tiempo para mi familia ......................................................................... 13 Lección de vida número 2: Tomarse tiempo para hablar .......................................................................... 27 Lección de vida número 3: Descubrir el poder del aliento ......................................................................... 39 Lección de vida número 4: Decidir cómo criaré a mi hijo............................................................................... 51 Lección de vida número 5: Amar lo suficiente como para dejar partir ......................................................... 75 Lección de vida número 6: Manejar el conflicto de manera efectiva........................................................... 89 Lección de vida número 7: Experimentar la magia de las tradiciones ............................................................. 105 Lección de vida número 8: Aprender a amar en enero117 Lección de vida número 9: Apreciar a la familia en general .................................................................... 133 Lección de vida número 10: Aprovechar el momento 155 Agradecimientos ............................................................. 166 167

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