NÚMERO 213 | OCT-DIC 2025
alégrate La Visita












Sumario
Editorial:
Vivamos el "espíritu paulino" 3
Conocer a san Pablo:
Segundo viaje misionero 4
Vida y oración:
El culmen de la oración 6
Instituto Santa Familia:
Consagración de la familia 8
Instituto Virgen de la Anunciación:
Tres recuerdos 10
Instituto Jesús Sacerdote:
El sacerdote /2 12
Instituto San Gabriel Arcángel:
El gobierno de nuestro Instituto /1 14
Donec Formetur: La Visita 17
Compartir la Palabra:
Ser discípulo de Cristo Jesús 20
Páginas Marianas:
La humildad de la Virgen María 22
Testimonio
Dos viajes a Roma 24
27 Pensamientos del Fundador 28

Intenciones del mes de la Conferencia
Por la Iglesia en España, para que siga viviendo la inquietud misionera y alentando a quienes entregan su vida a la difusión del Evangelio.
Por todos los creyentes, para que descubran y valoren la importancia de pertenecer a la Iglesia diocesana y se sientan corresponsables de sus necesidades.
Por la concordia entre los hombres de todas las naciones, para que la celebración del nacimiento del Hijo de Dios impulse a los fieles cristianos a trabajar por instaurar en el mundo la paz que Cristo trajo con su venida. 2 Alégrate
Vivamos el espíritu paulino
El último trimestre del año, al que corresponde este número de nuestro boletín Alégrate, es un verdadero carrusel de celebraciones paulinas. En efecto, en el mes de octubre, celebramos, el día 19, la fiesta del beato Timoteo Giaccardo; el 26, la solemnidad del Divino Maestro; el 31, la dedicación de la Iglesia del Divino Maestro, en Roma. En el mes de noviembre, tendremos, el día 25, la dedicación de la Iglesia de san Pablo, en Alba; el 26, la fiesta del beato Santiago Alberione; el 29, la dedicación del Santuario Reina de los Apóstoles, en Roma. Y terminar, el 28 de diciembre, celebraremos la Fiesta de la Sagrada Familia, Titular del Instituto Santa Familia. Todo esto en un solo trimestre, a lo que hay que añadir las demás celebraciones del calendario paulino en lo que resta del año. No cabe duda de que en la Familia Paulina tenemos un calendario de celebraciones litúrgicas verdaderamente rico.
Con este calendario festivo a la vista, podemos ver, todos y todas, una clara invitación a vivir con intensidad el “espíritu paulino” o el “color paulino” al que, con pasión, nos ha invitado reiteradamente el Fundador.
Pero, ¿qué es el “espíritu paulino”? Dicho en pocas palabras, es nuestro ADN como Paulinos, como Paulinas. Es nuestro modo de ser, de vivir y actuar como Paulinos, como Paulinas en la Iglesia y en la Sociedad.
El P. Alberione lo presenta así: “Si nos preguntan qué es el espíritu paulino, debemos responder que consiste en vivir en Cristo tal como lo presenta san Pablo. Esta es la vida paulina: vivir en la Iglesia y en Cristo a ejemplo de san Pablo, bajo la protección de san Pablo. El se hizo forma para sus discípulos y esta forma suya es conforme a la forma original que es Cristo mismo” (ArGe/D, 89, 71).
Y hemos de ser conscientes de que este “espíritu” no es algo sin importancia, sino una verdadera riqueza para la Iglesia, que insta a las entidades religiosas a que “tengan su carácter y función particular” (PC 2).










P. Antonio Maroño, SSP









































conocer a san pablo
misionero segundo viaje
En Corinto Pablo encontró a un matrimonio, ya cristiano, Aquila y Priscila (procedían de Roma, de donde los cristianos fueron expulsados por el emperador Claudio), que le acogieron en su casa.
INTRODUCCIÓN. Pablo se ha separado de Bernabé por un altercado a causa de Marcos, que les había abandonado en Perge de Panfilia. (Bernabé marchará de nuevo a Chipre con Marcos; la situación en la isla había cambiado desde que Sergio Paulo dejó el cargo de gobernador. Bernabé acabó lapidado en el año 61. Marcos lo enterró cerca de Salamina, y en su tumba puso el evangelio de S. Mateo. (Estos detalles salen del tema que nos ocupa, pero creo de interés incluirlos).
COMIENZO. Pablo elige a Silas, miembro de la comunidad de Jerusalén, como compañero en este viaje. Llegaron a la región de Licaonia, donde Pablo había fundado varias comunidades en el viaje anterior. En Listra adquiere un nuevo colaborador, Timoteo. Pablo decidió circuncidarlo para evitar el rechazo hacia Timoteo por parte de los judíos convertidos al cristianismo. Atravesaron las regiones de Pisidia, Galacia occidental y Frigia llegando casi hasta la región de Misia . Las circunstancias no propiciaron su deseo de evangelizar Bitinia y por ello bajó a Tróade (Troas), puerto
de mar importante. En esta ciudad se les unió Lucas, autor de los Hechos de los Apóstoles. Desde aquí, Pablo embarcó con sus compañeros rumbo a Samotracia, en Grecia. La decisión de Pablo, de adentrarse en Macedonia, fue debida a un sueño, en el que un macedonio le decía: “ven en nuestra ayuda”. Desembarcaron en Neápolis y se dirigieron a Filipos, ciudad de la región de Macedonia. Pablo y sus compañeros fueron hacia el río, donde esperaban hallar un lugar de oración. Allí encontraron a algunas mujeres y les propusieron el Evangelio. Entre ellas se encontraba Lidia, originaria de Tiatira, donde se había hecho simpatizante de la religión judía. Oyendo a Pablo y a sus compañeros se convirtió y los hospedó en su casa. Ellos permanecieron allí un largo periodo anunciando la Buena Nueva. Con ocasión de un exorcismo realizado por Pablo, éste y Silas fueron arrestados y los magistrados, después de apalearlos los encarcelaron. Estando en la cárcel hubo un terremoto, se abrieron las puertas y los cepos se soltaron….

El pasaje completo lo tenemos en Hch 16,19-40, y no viene al caso extendernos en ello. Poco después, Pablo y Silas abandonan Filipos, dejando allí a Lucas y Timoteo para atender a la comunidad.
Tesalónica era la capital de Macedonia y en ella había presencia de notables judíos. Pablo y Silas acudieron el sábado a la sinagoga para anunciarles la salvación en Jesucristo. Lograron la conversión de algunos judíos y muchos griegos temerosos de Dios y de bastantes mujeres notables. Pero los judíos, celosos, soliviantaron a la ciudad y Pablo tuvo que huir a Berea, donde sucedió lo mismo que en Tesalónica: muchos convertidos al cristianismo. Pero conocedores los adversarios de la obra realizada por Pablo, de nuevo le hicieron huir.
Pablo, conducido por sus guías, llegó a Atenas donde tuvo lugar su famoso discurso en el Areópago. En Atenas fueron muy pocos los convertidos y Pablo
marchó entristecido. Ya no volvería a Atenas. Marchó hacia Corinto. Según constancia de los Hechos, permaneció allí un año y seis meses; la labor apostólica fue fecunda y Corinto se convertiría en una de las principales comunidades fundadas por Pablo. En esta ciudad encontró a un matrimonio, ya cristiano, Aquila y Priscila (procedían de Roma, de donde los cristianos fueron expulsados por el emperador Claudio), que le acogieron en su casa, donde Pablo quiso ganarse el sustento trabajando en el mismo oficio que ellos –tejedores de tiendas-, que Pablo conocía bien; este matrimonio llegó a ser gran colaborador de Pablo. Probablemente, ambos esposos regresaron a Roma cuando Nerón abolió el edicto de Claudio, ya que Pablo los cita en la carta dirigida a los Romanos.



















































El culmen de la oración
La liturgia cristiana
La liturgia, forma cristiana del culto, es el momento más alto de la oración, que tiene como sujeto el “nosotros” de la Iglesia, pues Cristo ha hecho de nosotros un Pueblo sacerdotal
La liturgia es la oración entendida como un nuevo culto espiritual, gracias al sacerdocio de Cristo, que no es ya exclusivo de algunos, sino que se extiende a todos los cristianos como miembros del pueblo sacerdotal. Lo que lo hace posible es el Cuerpo de Cristo, lugar donde nuestra humanidad entra en la esfera de lo divino. No olvidemos que la liturgia es la acción de un pueblo, en la que están plenamente implicadas nuestra realidad personal y la poderosa dimensión simbólica de nuestros gestos. En este sentido, la misa es la oración fundamental de la Iglesia.
La “fracción del pan”
Nos centramos en el momento eucarístico, cumbre de la misa, que ha tomado la forma de una solemne y articulada oración, apoyo y complemento de un gesto fundamental. En el cristianismo antiguo se llamaba fractio panis, y era la definición del culto en su novedad cristiana. En el
primer retrato de la comunidad, que los Hechos de los Apóstoles esbozan al final del capítulo segundo, se dice de sus miembros que “perseveraban en la fracción del pan” (Hch 2,42) y “partiendo el pan en las casas, comían con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios” (Hch 2,46-47).
Al principio, los discípulos del Señor seguían frecuentando el templo y la sinagoga, haciendo la oración del israelita piadoso. Pero el gesto de “partir el pan” adquirió un carácter decisivo y distintivo. Toda la herencia del culto judío, en gestos y palabras, se orientó hacia este nuevo signo querido por Jesús, que da una nueva dignidad a la idea del sacrificio como lugar de culto dirigido a Dios, donde ya no cuenta la vida de los animales, sino la de Jesús, en quien Dios es el sacrificado, ofreciendo el pan y el vino como signos de esa entrega extrema.
“Haced esto en conmemoración mía” no es solo el mandato de repetir materialmente un gesto, que puede llegar a ser rutinario, sino la invitación a asumir la mentalidad que ese gesto evoca, aclarada a la luz de la entrega incondicional que Jesús hace de su vida.
Dirigida a Dios Padre, en la oración eucarística Cristo, interpela al Espíritu y se expresa en el “nosotros” con el que, quien preside, lleva consigo a toda la asamblea, enteramente celebrante e integralmente sacerdotal.
Tres palabras clave:
En el lenguaje técnico de la liturgia hay unos términos que tienen un peso específico singular de los diferentes momentos de la plegaria eucarística. Recordamos las más importantes:
“Epiclesis”, que significa “invocación”: con ella nos dirigimos a Dios Padre, pidiéndole que envíe su Espíritu para que los dones de la Iglesia, el pan y el vino indicados por Jesús, se conviertan realmente en signo que renueva la entrega de Cristo por todo el mundo.
“Anámnesis”: significa “recuerdo”, o mejor, “hacer memoria”, porque se vuelve a contar el relato de lo que Jesús hizo para la historia y para la humanidad, con la certeza de que esa entrega y esa generosidad,
en las que se ha manifestado como el Cristo de Dios, se renuevan también en nuestra realidad, a partir del presente de aquel momento litúrgico.
“Doxología”, que podría traducirse por “glorificación”: pretende proclamar en voz alta y con sentimiento unánime la gloria de Dios. Invocar, recordar y alabar son verbos fundamentales en la liturgia y en todo tipo de oración.
Sentirse y hacer sentirse orientados hacia Dios
Es importante crear las condiciones adecuadas para orar. Y no hay que olvidar que la vivencia de la oración, compuesta de palabras, depende en buena parte de la sensibilidad (o insensibilidad) de quien las pronuncia. De ahí la responsabilidad de quien preside o proclama la palabra de Dios. Hay quien se limita a leer un texto de manera inexpresiva y mecánica, no raramente contaminada por el sonsonete, como cuando en la escuela nos hacían leer en voz alta páginas cuyo significado no entendíamos.
Las palabras, muy especialmente en la liturgia, deben llegar al corazón de la asamblea para llegar a ser verdadera oración que dirige a Dios una comunidad humana que, junta, da gracias a Dios.









José Antonio Pérez, ssp










































Consagración de la familia a maría
El P. Alberione quería que cada casa cristiana se convirtiera en casa de María. Deseaba que, a través de la consagración, la familia obtuviese protección contra el mal y viviera de modo santo
La idea de la consagración de la familia a María la lanzó el P. Alberione en febrero de 1949, en el boletín “San Paolo”, donde explicaba las motivaciones doctrinales: En toda familia cristiana María sea la Madre, Maestra y Reina de la casa. Entre con materna solicitud, como ella entró en la casa de Zacarías; sea acogida gozosamente por los familiares como a ella la acogió santa Isabel; se quede allí de manera solícita y benéfica. [ … ]. María, cuando entró en la casa de santa Isabel, llenó a todos de bendiciones. Ella, en efecto, llevó allí a Jesús, el fruto bendito de su vientre. María fue la primera en llevar a Jesús en procesión; y a una casa para bendecirla y santificarla. [ … ].
María entra siempre para llevar bienes espirituales y bienes materiales. [ … ]. Una buena madre es un gran tesoro en una
casa. María hace en una casa lo que allí hace la mejor de las madres. Al contrario, más aún, lo que no podría hacer ni la mejor de las madres. María lleva sonrisa humana y alegría celestial; aunque allí haya entrado el dolor. María lleva su luz celestial que, plácidamente, se difunde en las almas, aunque allí hubieran entrado las tinieblas y la ignorancia. María endulza los corazones, los orienta al bien, santifica las costumbres, difunde la benevolencia entre todos. María favorece la comprensión y el afecto entre los esposos, docilidad entre los hijos, paciencia y laboriosidad entre todos. Por María se reaviva la fe, se refuerza la esperanza del cielo, se difunde la caridad, se establece la vida cristiana en casa. Pensemos en lo que era María en la familia de Nazaret. Por esto es de máximo interés hacer la consagración
de la familia a la Santísima Virgen; invitando a María a la casa, rogándole que se quede allí y que sea la madre de todos” (Carta a todos los directores de “Familia Cristiana”, del 19 de octubre de 1951).
Según el P. Alberione, para celebrar la consagración, hay que escoger un día adecuado para la familia (por ejemplo, un sábado, el primero o el último día de mayo, una fiesta particular de María). También es necesaria la preparación espiritual. Por ello, todos los miembros de la familia se acerquen a los santos Sacramentos. La familia se reúne a una hora establecida, ante un cuadro o una estatua de María Reina de los Apóstoles, se encienden las velas y el jefe de casa lee la fórmula de la consagración, se termina con el rezo del Rosario.
El P. Alberione enseñaba que, desde el momento de la consagración, todos los miembros de la familia consideren a María como madre y reina de la casa. Que trabajen bajo su mirada, como hacía Jesús en la casa de Nazaret. Que acudan a María en cualquier necesidad espiritual y material. Que hagan todo por María, para María, con María y en María. Que en la casa recen el santo Rosario, Y en mayo, en las solemnidades marianas,
La oración de consagración
Venid, oh María, entrad a habitar en esta casa que nosotros te ofrecemos y te consagramos.
Vos sois la Bienvenida; os recibimos con la alegría de hijos.
¡Somos muy indignos, pero Vos sois tan buena que, gustosamente, ponéis vuestra morada con los hijos más mezquinos! Os acogemos con el afecto con que Juan os recibió en su casa después de la muerte de vuestro Jesús.
Repartid entre cada uno de nosotros las gracias espirituales que necesitamos, como las llevaste a la casa de Zacarías.
Dad las gracias materiales, como a los esposos de Caná les habéis obtenido el cambio del agua en vino.
Tened siempre lejos el pecado. Sed luz, alegría, santificación como lo fuiste en la familia de Nazaret.
Sed aquí Madre, Maestra y Reina. Acrecentad en nosotros la fe, la esperanza y la caridad.
Infundidnos el espíritu de oración. ¡Que aquí habite siempre Jesús Camino, Verdad y Vida!
Suscitad vocaciones entre nuestros seres queridos. Que todos los miembros de esta familia se reúnan en el cielo.
en los días más queridos de la familia, el sábado, enciendan una lamparilla.
Los miembros del Instituto Santa Familia, siguiendo el ejemplo del Fundador, están invitados a hacer la consagración de la propia familia a María y a difundirla entre otras familias.



















































Tres recuerdos instituto
El beato Alberione, en el libro
“Meditaciones para consagradas seculares”, páginas 105-108”, aborda tres temas cuya lectura es útil en cualquier tiempo, sobre todo en el mes de noviembre.
Primer
recuerdo. En primer lugar, recordemos el Paraíso. Nuestra vida es preparación al Paraíso, preparación mediante una fe viva, mediante una caridad ardiente, es decir la unión con Dios, y mediante la observancia, la fidelidad en la práctica de los mandamientos y, cuando se trata de la vocación, de los consejos evangélicos.
El Paraíso es la visión eterna de Dios que es merecida por la fe viva. La instrucción religiosa, la fe, el razonar sobrenaturalmente, fructifica en la visión de Dios.
Cuando se piensa en el Paraíso, las penas, los sufrimientos, las incomprensiones y las fatigas toman otro sentido. Es una gran ganancia lo que se debe hacer. Y cuando se tienen penas, se ofrecen a Dios,

porque estas penas se cambiarán por gemas preciosas del cielo. En toda dificultad, en todo problema de la vida, siempre pensar en la salvación eterna, cueste lo que pueda costar, siempre pensar en el querer llegar al paraíso. Sobre la tierra sólo se está pocos años.
El mundo se puede dividir en dos clases: los que piensan en la eternidad y se preparan, y los que olvidan la eternidad y no se preparan. Pero será triste la condición espiritual de estos últimos en el momento de morir. Dos grupos de personas. Jesús decía a sus apóstoles: “ellos no son del mundo” (Jn 17,16). Los mundanos sólo piensan en el mundo presente; en cambio las personas que tienen una espiritualidad, que tienen una fe viva, piensan más en
lo que será más allá. Es por esto que los mártires han dado su vida. Han dado su vida para conquistar la vida eterna, el Paraíso.
El Paraíso es la gran consolación de todas las almas que sufren, que trabajan, que cumplen el apostolado con dedicación. También de vosotras el Señor puede decir: “Ellos no son del mundo”, me pertenecen a mí.
Segundo recuerdo. El segundo recuerdo es la devoción a María, expresada especialmente en la oración cotidiana del Rosario. El rosario es el don que ha hecho la Madre celestial a las almas que quieren recibir su gracia, sus consuelos, a las almas que quieren vencer las tentaciones, que quieren separarse del mundo, a las almas que se quieren, consagrar a Dios; a las almas que quieren progresar. Buscar siempre los tesoros, no desperdiciarlos en la tierra. Levantarse con la mirada hacia el cielo, buscar los tesoros, la santidad. Las almas que aman el rosario encuentran siempre el tiempo para rezarlo y lo buscan y, en la devoción a María y en la consideración de los santos misterios, toman fuerza, reciben luz, valor y se alegran. Recurramos al rosario en todas las dificultades de la vida y todas las veces que debamos dar un paso hacia adelante en la virtud.
Tercer recuerdo. El tercer recuerdo es intimidad con Jesús Hostia, precisamente manifestada con la Visita al Santísimo Sacramento. No todas tienen facilidad con esto. Quizá con un poco de sacrificio se hallará el tiempo y el modo para hacer la Visita. Y si es posible hacerlo en la Iglesia. Hay almas que hacen la adoración en casa ante el Crucifijo, retirándose por un poco de tiempo de la familia y de las ocupaciones de la jornada. ¡Un espacio en el que se encuentra a Jesús! Como cuando llegó a la casa de Marta y María para descansar. La intimidad con Jesús, el conversar con Jesús eleva siempre. Poco a poco se toman los pensamientos de Dios; se nos vuelven familiares las verdades de fe, las verdades sobrenaturales. Poco a poco absorbemos los sentimientos del corazón de Jesús: el amor a Dios, el amor a las almas, el amor al apostolado.
Entonces es necesaria la adoración, que puede estar dividida en tres partes. Considerando así a Jesús Camino, Verdad y Vida. Cuando nosotros sentimos que podemos entrar en la intimidad con Jesús, entonces dejamos casi el camino abierto a los pensamientos y a los sentimientos que él nos inspira.



















































El sacerdote
Historia salvífica de un bautizado /2
La vida de un sacerdote es, ante todo, la historia de salvación de un bautizado… Nosotros, a veces, olvidamos el Bautismo, y el sacerdocio se convierte en una función, se cae en el funcionalismo, y esto es peligroso
En este contexto (cf número anterior de Alégrate , págs. 14-15), la vida sacerdotal también se ve afectada por este desafío (el de negar nuestra historia de Iglesia), y un síntoma de ello es la crisis vocacional que en distintos lugares aflige a nuestras comunidades. Sin embargo, es cierto que esto se ha debido frecuentemente a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, por lo que no inspiran entusiasmo ni atracción, como por ejemplo las comunidades funcionales, bien organizadas, pero carentes de entusiasmo, donde todo está bien, pero falta el fuego del Espíritu Santo.
Donde hay vida, fervor, deseo de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas.
Incluso en parroquias. Es la vida fraterna y fervorosa de la comunidad la que suscita el deseo de consagrarse completamente a Dios y a la evangelización, sobre todo si esta comunidad activa reza insistentemente por las vocaciones y tiene el valor de proponer a sus jóvenes un camino de especial consagración.
Cuando caemos en el funcionalismo, en la organización pastoral —y sólo en eso— ahí no existe en absoluto ninguna atracción vocacional; en cambio, cuando encontramos un sacerdote o una comunidad con fervor cristiano, bautismal, entonces hay atracción de nuevas vocaciones.
La vida de un sacerdote es ante todo la historia de salvación de un bautizado. La Teología ha hecho
la distinción entre sacerdocio ministerial y bautismal. Nosotros a veces olvidamos el Bautismo, y el sacerdocio se convierte en una función, se cae en el funcionalismo, y esto es peligroso. No debemos nunca olvidar que toda vocación específica, incluida la del Orden sagrado, es cumplimiento del Bautismo. Constituye siempre una gran tentación vivir un sacerdocio sin el Bautismo, —y hay sacerdotes “sin Bautismo”—, es decir, sin acordarnos que nuestra primera llamada es a la santidad. Ser santos significa conformarse a Jesús y dejar que nuestra vida palpite con sus mismos sentimientos. Sólo cuando buscamos amar como Jesús amó, hacemos también visible a Dios y realizamos así nuestra vocación a la santidad.
El sacerdote, como la Iglesia, debe crecer en la conciencia de su permanente necesidad de ser evangelizado. Este es el drama de hoy.
Toda vocación específica se debe someter a este tipo de discernimiento. Nuestra vocación es en primer lugar una respuesta a Aquel que nos amó primero. Y
esta es la fuente de esperanza ya que, aun en medio de la crisis, el Señor no deja de amar y, por tanto, de llamar. Y de esto cada uno de nosotros es testigo: un día el Señor nos encontró allí donde estábamos y como estábamos, en ambientes contradictorios o con situaciones familiares complejas.
También a mí Dios me encontró aquí, me encontró así y, sin embargo, me llevó adelante. Habernos encontrado así no lo detuvo para querer escribir, por medio de cada uno de nosotros, la historia de salvación. Desde el comienzo fue así. Pensemos en Pedro y en Pablo, en Mateo. Su elección no nace de una opción ideal sino de un compromiso concreto con cada uno de ellos.
Cada uno, mirando su propia humanidad, su propia historia, su propio carácter, no se debe preguntar si una opción vocacional es conveniente o no, sino si en conciencia esa vocación abre en él ese potencial de amor que hemos recibido en el día de nuestro Bautismo.



















































El gobierno de nuestro Instituto /1
En el capítulo VII del Estatuto de nuestro Instituto se describen las funciones de cada uno de los responsables de su Gobierno y Administración
1.El Superior General, el Vicario General y el Superior Provincial de la Sociedad de San Pablo tienen también las mismas funciones en el Instituto San Gabriel Arcángel en cuanto que es “obra propia” y, por consiguiente, “agregado”, por voluntad del Fundador, a la citada Congregación.
2. El Superior General, a propuesta del Superior Provincial, que le indicará, al menos, dos nombres de sacerdotes paulinos, después de haber consultado a los miembros del Instituto, nombra, como Delegado Provincial del ISGA, a un sacerdote paulino, que estará durante seis años en el cargo, y no podrá ser confirmado más de una vez, salvo dispensa de los Superiores Mayores. En casos particulares y por justa causa, el Superior General puede nombrar como Delegado a uno de los miembros del mismo Instituto.
3. El Delegado Provincial ejerce su rol observando todo lo que está previsto en el vigente Estatu-
to, reservándose, como sacerdote paulino, el deber de Animador Espiritual.
4. El Gobierno ordinario del Instituto lo ejerce el Delegado Provincial, que representa al Instituto y garantiza su unidad.
5. Él se ocupa de la formación de los miembros, visita y acompaña a los grupos en su camino de formación y tiene la fraterna premura de establecer relaciones personales con todos.
6. Para facilitar la participación de todos en la vida del Instituto, el Delegado Provincial, con el consentimiento del Consejo del Instituto, puede constituir grupos locales o zonales.
7. El Responsable de cada grupo es nombrado por el Delegado Provincial, con el consentimiento del Consejo del Instituto, después de haber consultado a los miembros del mismo grupo.
8. Cada Responsable de grupo tiene el deber moral de ocuparse
de los miembros del Instituto que viven en su zona, de modo que sea punto de conexión que facilite la pertenencia de cada uno al mismo Instituto.
9. El Delegado Provincial, con la colaboración del Consejo del Instituto, organizará y participará en los Ejercicios Espirituales, como presencia viva y activa al servicio de cada Gabrielino.
Enviará al Superior General y al Superior Provincial una relación anual de la marcha del Instituto, juntamente con un escrito detallado de la situación económica del Instituto.
10. Por el compromiso de pobreza asumido, cada Gabrielino profeso debe presentar anualmente al Delegado Provincial, o a quien sea su representante por delegación, el informe económico, que será analizado conjuntamente y eventualmente modificado, a la luz de los compromisos que ha asumido y de las opciones que ha tomado. Ordinariamente, esto se hace durante el curso de los Ejercicios Espirituales anuales, a los que todos los Gabrielinos están moralmente obligados a participar.
11. El Delegado Provincial es el Representante Legal del Instituto y, por lo tanto, está autorizado a cumplir todos los
actos de ordinaria administración, mientras que los actos de extraordinaria administración son de competencia del Superior General, al que el Delegado Provincial presenta cada una de las propuestas, con el asentimiento del Consejo del Instituto.
12. Para los actos de ordinaria Administración, el Delegado Provincial, además de tener el consentimiento del Instituto, debe de estar en posesión de la autorización del Superior General, y de la licencia de la Santa Sede para los casos que están previstos (cf CDC 638,3).
13, El Instituto tiene un fondo común para hacer frente a las propias necesidades, iniciativas y, de manera excepcional, para atender a las urgencias de sus miembros. El fondo es confiado al Delegado Provincial y a un Gabrielino, profeso perpetuo, indicado por el Consejo con firmas separadas, para el acceso a tal fondo.
14. Cada Gabrielino está obligado a contribuir periódicamente a este fondo, con cuotas establecidas de acuerdo con el Delegado Provincial y acomodadas a sus posibilidades. (Seguirá).



















































La Visita
“La Visita es la antesala del cielo; es el suspiro y la preparación a la visión celestial. Es gracia, luz y consuelo” (Donec Formetur,77)
Tratado, aunque solo sea en sus aspectos esenciales, el tema de la santa Misa, el P. Alberione pasa inmediatamente a ilustrar una de las prácticas más importantes y significativas de nuestra espiritualidad: la Visita eucarística.
Visita (DF 77)
1. La visita al Santísimo Sacramento es honrar la Eucaristía como trono de gracia además de como misa y comunión. Es la antesala del cielo, es el suspiro y la preparación a la visión celestial. Es gracia luz y consuelo.
2. La visita tiene los cuatro fines de la Misa: adorar a nuestro Señor Jesucristo, Dios y hombre y, en Él y por Él, al Padre; dar gracias dignamente; propiciar por los pecados; impetrar por todas nuestras necesidades.
3. Modo: a) hacerla real y constantemente; b) al hacerla, gradualmente y con sencillez,
acercarse al método de los cuatro fines; c) considerarla como nuestro refugio porque aquí Jesucristo se mostró especialmente como camino, verdad y vida.
También aquí, brevísimos toques sobre uno de los aspectos de la visita eucarística paulina, más subrayados por el Fundador. Vivir la Visita es “honrar la Eucaristía como trono de gracia además de como Misa y Comunión”: comprendemos inmediatamente que Celebración eucarística y Visita están en estrechísima conexión. ¡Se trata de unir al Cristo-Jesús celebrado con el Cristo-Jesús adorado!
En la Visita, cada uno de nosotros se encuentra como en la “antesala del cielo” y, de alguna manera, ya pregusta la visión celestial de Dios. Como finalidad de la Visita, en un primer momento vemos al Fundador aún encariñado con método de los

cuatro fines: adorar, agradecer, propiciar, interceder. Pero, como veremos en la próxima ficha, es exactamente en este momento histórico (en torno al 1930) cuando el Fundador nos invita a todos nosotros a pasar del método de los cuatro fines al método camino-verdad-vida.
En otros lugares, el P. Alberione afirma con fuerza que gozará de Dios quien en la tierra lo haya buscado de todo corazón. Especialmente: el que ama entretenerse con Dios en la oración, haciendo la meditación y la Visita al Santísimo Sacramento; el que ama hablar a Dios familiarmente,

en especial, el que recibe con verdadera piedad a Jesús en la santa comunión, el que busca la divina unión y la íntima familiaridad con el Señor en el recogimiento y en la celda del propio corazón. En la visita al Santísimo sacramento Jesús instruye al alma, le infunde una fe cada vez más viva y profunda, llega a ser luz espiritual y como el principio de todo razonamiento y de toda práctica resolución. El alma se forma una mentalidad teológica, sobrenatural, divina; y, resumiéndolo todo en una palabra, cristiana. ¡Se hacen actos de fe en Cristo Jesús! Vale también para la Visita, más aún que para la santa Misa, la observación que las páginas más luminosas a este respecto son las que encontramos en el segundo
volumen de UPS, números 104ss. Todos recordamos bien aquella lírica letanía de calificaciones allí contenida, que alguno ha definido “himno a la Visita”:
“Qué es la Visita
• Es un encuentro del alma y de todo nuestro ser con Jesús.
• Es la creatura que se encuentra con el Creador.
• Es el discípulo junto al Maestro Divino.
• Es el enfermo con el Médico de las almas.
• Es el pobre que recurre al rico.
• Es el sediento que bebe en la fuente.
• Es el débil que se presenta

al Omnipotente.
• Es el tentado que busca Refugio seguro.
• Es el ciego que busca la luz.
• Es el amigo que se dirige al Amigo verdadero.
• Es la oveja descarriada buscada por el Pastor divino.
• Es el corazón desorientado que encuentra el Camino.
• Es el ignorante que encuentra la Sabiduría.
• Es la esposa que encuentra al Esposo de su alma.
• Es la nada que encuentra el Todo.
• Es el afligido que encuentra al Consolador.
• Es el joven que encuentra orientación para su vida…”.
De aquí, la recomendación apremiante del Fundador para que cada uno sea fiel a la Visita todos los días (“hacerla realmente y constantemente”), desde el momento que se trata del encuentro más prolongado, también como espacio de tiempo, durante el que la persona se sumerge con todas sus facultades en toda la Persona de Jesús Verdad-Camino-Vida.
¡¡¡El resultado más admirable será la gradual transformación de todo el ser (mente-voluntadcorazón) en toda la Persona de Jesús, Verdad-Camino-Vida!!!











Don Guido Gandolfo, ssp







































compartir la palabra

Ser discípulo de Cristo Jesús
En el seguimiento de Cristo no es posible nadar y guardar la ropa. “Todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío” (Lc 14, 27).
Caminaba con Jesús mucha gente, y volviéndose les dijo: “Si alguno se viene conmigo y no renuncia a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. …Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío” (Lc 14, 25-33).
Le acompañaba mucha gente que se encontraría muy contenta, el ambiente debía de ser muy agradable, pero Jesús les enseñaba, y nos enseña, que mantener esa paz y alegría que deja su compañía y su presencia no es fácil. Comparto a continuación algunos comentarios a este Evangelio.
En el seguimiento de Cristo, no es posible nadar y guardar la ropa. “Todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”. No puedes seguir al Señor y, a la vez, reservarte algo por si Él te falla o le fallas tú. Con Jesús es un todo o nada. O te entregas totalmente y quemas las naves con la ropa dentro, o te quedas instalado en la tibieza y no disfrutas ni de Cristo ni del mundo. (De una homilía del P. José-Fernando Rey Ballesteros).
Es tremendamente difícil comprender quien tiene razón: el mundo o Cristo. La gente no se realiza por poseer. Cristo nos lleva a una situación de libertad al poder desprendernos de nuestras posesiones.

El “renunciar” que encontramos al principio del texto y, en otras traducciones bíblicas, odiar, posponer… es un hebraísmo (término con varios significados, es una palabra tomada del hebreo por otro idioma) también puede significar relativizar. En todo caso, significa desprendimiento.
Una cosa es poseer y otra el ser, hay cosas que me esclavizan porque deseo poseerlas. No puedo tener a Dios, pero Él sí puede tenerme a mí en una situación de amor profundo, dejando que Cristo me transforme. (De María Jesús Hereza, médico).
Resumiendo, podemos decir que para ser discípulo de Jesús, todas las cosas y personas sean buenas o malas da igual; han de pasar a segundo plano, pues hemos de transformar nuestra escala de valores, de forma que el centro de nuestros intereses sea Jesucristo, el Señor, nuestro Señor, al que deseamos corresponder al gran amor que nos tiene.
La vida del discípulo se transforma en amar y ser amado. Esto, como se puede ver, es la meta, imposible de realizar por cualquier ser humano; es el Espíritu
Santo quien puede llevar a cabo esta obra. Esta transformación necesita un tiempo y un espacio, y no se realizará si el discípulo no dedica un tiempo a ello, un tiempo de oración es decir un tiempo de encuentro con su Maestro donde se profundiza, se aprende y se goza de su amistad. Aquí creo yo que es donde el Espíritu puede trabajar por nosotros ya que en esa oración Él suple y ora por nosotros ante el Padre con gemidos inefables, pues nosotros no sabemos orar bien. A veces no sabemos nada pero, por lo menos, ahí estamos. Es suficiente nuestra buena voluntad para agradar a Dios, al que en esta Tierra sólo podemos conocer por el rostro de Cristo.
Por último, toca llevar la cruz, cada uno la suya, a su medida. Como vamos detrás del Señor, y Él nos va abriendo el paso, el contemplar la suya, tan enorme, su visión aligerará ese paso y el aroma de su amor, tan fuerte, al envolvernos, hará que nuestra cruz sea más llevadera.



















































La humildad de la Virgen María
La humildad es la fuente de la Paz en el mundo y en la Iglesia.
Donde no hay humildad hay guerra, hay discordia, hay división
Lavirtud de la humildad , es la gran antagonista del más mortal de los vicios, es decir, la soberbia. Mientras el orgullo y la soberbia hinchan el corazón humano, haciéndonos aparentar más de lo que somos, la humildad devuelve todo a su justa dimensión: somos criaturas maravillosas pero limitadas, con virtudes y defectos.
¡Bienaventuradas las personas que guardan en su corazón esta percepción de su propia pequeñez! Estas personas están a salvo de un vicio feo: la arrogancia. En sus Bienaventuranzas, Jesús parte precisamente de ellas: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). Es la primera Bienaventuranza porque es la base
de las que siguen: de hecho, la mansedumbre, la misericordia, la pureza de corazón surgen de ese sentimiento interior de pequeñez. La humildad es la puerta de entrada de todas las virtudes.
El anuncio del ángel no tiene lugar a las puertas de Jerusalén, sino en una remota aldea de Galilea, tan insignificante que la gente decía: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» ( Jn 1,46). Sin embargo, desde allí renace el mundo. La heroína elegida no es una pequeña reina criada entre algodones, sino una muchacha desconocida: María. Ella misma es la primera en asombrarse cuando el ángel le trae el anuncio de Dios. Y en su cántico de alabanza, destaca precisamente este asombro: «Mi alma canta la
grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora» (Lc 1, 46-48). Dios -por así decirlo- se siente atraído por la pequeñez de María, que es, sobre todo, una pequeñez interior. Y también lo atrae nuestra pequeñez, cuando la aceptamos.
Su primera decisión tras el anuncio angélico es ir a ayudar, ir a servir a su prima. María se dirige hacia las montañas de Judá, para visitar a Isabel: la asistirá en los últimos meses de su embarazo. Pero, ¿quién ve este gesto? Nadie salvo Dios. Parece que la Virgen no quiere salir nunca de este escondimiento. Como cuando, desde la multitud, una voz de mujer proclama su bienaventuranza: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!». ( Lc 11,27). Pero Jesús replica inmediatamente: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan» ( Lc 11,28). Ni siquiera la verdad más sagrada de su vida -el ser la Madre de Dios- se convierte en motivo de jactancia ante los demás. En un mundo que es una carrera para aparentar, para demostrarse superior a los demás, María camina con decisión, solamente con la fuerza de la gracia de Dios, en dirección contraria. Podemos imaginar que ella
también conoció momentos difíciles, días en los que su fe avanzaba en la oscuridad. Pero esto nunca hizo vacilar su humildad. María siempre es pequeña, siempre desprendida de sí misma, siempre libre de ambiciones. Esta pequeñez suya es su fuerza invencible: es ella quien permanece a los pies de la cruz mientras se hace añicos la ilusión de un Mesías triunfante.
Será María, en los días que preceden Pentecostés, quien reúna el rebaño de los discípulos, que no habían sido capaces de velar ni siquiera una hora con Jesús y le habían abandonado cuando llegó la tormenta.
La humildad es todo. Es lo que nos salva del Maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices. Y la humildad es la fuente de la paz en el mundo y en la Iglesia. Donde no hay humildad hay guerra, hay discordia, hay división. Dios nos ha dado ejemplo de humildad en Jesús y María, para que sea nuestra salvación y felicidad. Y la humildad es precisamente la vía, el camino hacia la salvación.
Pidamos a María que nos enseñe a vivir la virtud de la humildad, proclamando la grandeza del Señor y dándole gracias porque mira nuestra pequeñez con amor y misericordia.


















































Vivencias de dos viajes a Roma
Maite Ballesteros de Camacho, del Instituto Santa Familia, narra su vivencia de dos viajes realizados recientemente a Roma, en circunstancias muy distintas: el primero de estos viajes lo hizo en el pasado mes de abril y, el segundo, a principios de septiembre
“Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”. (1 Corintios 4:7). Este es el pensamiento que viene a mi mente al recibir la invitación para compartir lo vivido recientemente en el viaje a Roma. Reconozco que el Señor ha sido bueno conmigo y que he vivido circunstancias especiales; pero con el sentimiento de nuestro Padre San Pablo: no tengo de qué
gloriarme, todo el mérito es de Dios. Mas lo que gratis he recibido, lo comparto gratis.
Este viaje es una consecuencia del que hice en el mes de abril, también a Roma, y preparado con tiempo, como para no prever los acontecimientos –entonces tristes que había de vivir-, como fue el fallecimiento del Papa Francisco. Llegaba a Roma a las 11:35 de aquel día 21 de abril y el Santo Padre había expirado a las
Los días siguientes fueron penosos, pero también propicios para reflexionar sobre la transitoriedad de la vida que alcanza a todo ser humano, ocupe la dignidad que ocupe. No sé por qué cayó en mis manos una hojita (estando en oración en la Iglesia del Espíritu Santo, muy próxima a la Plaza de San Pedro), en la que se explicaba sobre la antigua ceremonia de la “coronación papal” ( hoy suprimida ya del ritual), pero que tiene hondo significado. Se trata de la Depositio: con ella, en pleno esplendor de ese día, se le recordaba durante la ceremonia al Papa elegido la transitoriedad de los honores humanos; un ritual de la coronación papal donde se rompía un estandarte y se quemaba ante el nuevo Papa para simbolizar la fugacidad de la gloria terrenal, un recordatorio de que la gloria de Dios es eterna, mientras que la del hombre es pasajera. Este gesto se realizaba durante la misa de entronización del nuevo Papa, como un signo de la caducidad de todo poder terrenal.
¿Por qué narro todo esto?...
Porque fueron días de intensas y profundas vivencias, de gran enseñanza para el espíritu. Viví, lógicamente, todo lo que fue la veneración del cuerpo del Papa, la Santa Misa en la plaza de San Pedro y posterior sepelio en la Basílica de Santa María la Mayor –una de las cuatro grandes Basílicas de Roma-, como expresamente lo había decidido el Papa Francisco.
Me he detenido, en este primer viaje del año, a Roma, porque fue la causa del reciente segundo viaje.
Ahora el ambiente era festivo, alegre y expectante: asistencia a la Audiencia General (que tuve la gracia de vivirla muy cerca del lugar donde está sentado el Papa). Y al día siguiente, vivir en vivo, e in situ, la canonización de los dos jóvenes: Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis. Fue algo indescriptible, que pude seguir en una situación de cercanía física a la ceremonia. Como he dicho al principio: todo ello no es motivo de vanidad ni orgullo; gratis lo recibí, doy gracias por ello y comparto estas vivencias con todo el corazón; puedo decir
Alégrate 25 07:35. Podemos imaginar lo que supuso ese hecho. Ya en el vuelo que nos llevaba a Roma se dio la noticia. No había vuelta atrás.

que fueron momentos de intensa oración en la que hice presentes a todas las personas que amo.
Pero, aunque pueda parecer extraño, no es esto lo que más ha penetrado en mi corazón y ha dejado profunda huella, sino la vivencia en la Casa Generalicia de la SSP. Pude vivir la auténtica espiritualidad de nuestro Fundador en todos los que en ella viven. Comenzaba la jornada con la Santa Misa y Laudes, vivido con una unción y fervor que me hacía pensar en la presencia –aún real-, del beato Alberione. Me dicen que la Capilla se mantiene exactamente como estaba cuando él vivía: y algo de ello debe ser, pues allí se respira santidad, recogimiento, gracia.
En los momentos de las comidas había un ambiente familiar y distendido, a la vez que fraterno y acogedor. Pude conversar con nuestro Padre General en un trato respetuoso, a la vez que filial. No voy a mencionar a los Consejeros Generales y demás Padres, para no cometer el error de algún olvido; pero me sentí de verdad como en casa.
El espacio no me da para más. He querido abarcar tanto… Ampliaré en el Boletín de SANTA FAMILIA. Laus Deo, Dios sea bendito y alabado por todo.



















































octubre diciembre noviembre
06. Aniversario de la muerte del Hno. Graciliano Bañuelos, SSP. 2020.
07. Nuestra Señora del Rosario.
08. Aniversario de la muerte de la Hna. Rafaela Fornas, HSP. 2016.
09. Aniversario de la muerte de la Hna. Mercedes Barriuso, HSP. 2014.
14. Aprobación pontificia de la Sociedad Bíblica Católica Internacional. 1960.
15. Pías Discípulas del Divino Maestro en Toledo, 1995.
16. Aniversario de la muerte de la Hna. Rosa Pivetta, HSP. 2003.
18. Aniversario de la muerte del Hno. Teodoro Ortega, SSP. 2017.
- Aniversario de la muerte del P. Ricardo Ares Cerqueiro, SSP. 2020.
19. Memoria del beato Timoteo Giaccardo.
- Jornada Mundial por la Evangelización DOMUND (99ª)
20. Aniversario de la muerte del P. Agapito Aliende, SSP. 2013.
26. Solemnidad del Divino Maestro, Titular de las PDDM y del Instituto Jesús Sacerdote.
28. Las Pías Discípulas del Divino Maestro en Bilbao, 1943.
29. Aniversario de la muerte de la Hna. Edita, PDDM. 2000.
01. Solemnidad de Todos los Santos.
02. Solemnidad de Todos los Fieles Difuntos.
06. Aniversario de la muerte del Hno. Aurelio García, SSP. 1999
09. Día de la Iglesia Diocesana.
10. Aniversario de la muerte de Óscar Prieto, ISF. 2010.
15. Aniversario de la muerte del P. Tomás Larrauri, SSP. 2014.
16. Jornada Mundial de los Pobres (9ª).
23. Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
25. Aniversario de la Dedicación del Templo de San Pablo, en Alba (1990).
26. Fiesta del beato Santiago Alberione, Fundador de la Familia Paulina.
29. Aniversario de la Dedicación del SantuarioBasílica Menor Reina de los Apóstoles, en Roma (1954).
30. Aniversario de la muerte del Hno. Miguel Alfaro Toledo, SSP. 1996.
08. Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
- Hijas de San Pablo en Madrid, calle San Bernardo. 1965.
09. M. Escolástica Rivata es declarada venerable. 2013.
11. El Canónigo Francesco Chiesa es declarado venerable. 1987.
13. Aniversario de la muerte de la Hna. Graciela Justo, PDDM. 1978.
16. Comienza la Novena de Navidad.
18. Aniversario de la muerte de la Hna. Epifania Bassi, HSP. 2009.
20. Aniversario de la muerte del Hno. Aurelio Martín Varillas, SSP. 2018.
21. Don Bernardo Antonini, IJS, es declarado venerable. 2020.
23. Aniversario de la muerte de la Hna. Alicia Hierro Ruiz, HSP. 1970.
- Aniversario de la muerte del P. Francisco Ares Cerqueiro, SSP. 2021.
25. Solemnidad del Nacimiento del Señor.
28. Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Titular del Instituto Santa Familia.

Pensamientos del Fundador
¿Qué es el rosario? Es el objeto de nuestra esperanza. Los hijos afligidos apenas estrechan la corona sienten nacer en sí una nueva esperanza, fuerte, serena (È necessario pregare sempre, p. 280).
¿Qué es la esperanza? La esperanza tiene dos objetos: primero es confiar, esperar el paraíso; segundo, [esperar] las gracias para el paraíso. Esperar el cielo (APD61, 152).
Si conocemos nuestra fragilidad, he aquí como se demuestra: por una parte, la humildad y, por la otra la esperanza. Orar, orar, orar (APD63, 74).
Protasio Gómez, 15 28027 MADRID
+34 917 425 113 institutos@sanpablo.es
Si realmente esperamos el paraíso, todo debe ser usado para el paraíso… incluso las cosas más pequeñas, todo debe servirnos y ser usado para el paraíso (APD63, 83).