Si por cualquier razón no se prepara el Evangelio de un domingo, no pasa nada, se puede hacer en otro momento que sea posible. Lo importante es que trabajarlo sea algo ilusionante, algo esperado, algo que despierte la curiosidad por saber de qué irá el siguiente, algo que le atrape, como cuando empezamos a leer un libro, y su trama nos atrapa, y solo esperamos poder tener tiempo para continuar su lectura.