Almonte Fiestas 2024

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ALMONTE FIESTAS 2024 SUMARIO

• Saluda del Alcalde 5

• La aportación de la villa de Almonte a la Cultura Hispanoamericana. 8

• Los Almonte. Un importante linaje Almonteño de comerciantes en América 12

• Una gesta con luces y sombras 16

• PROGRAMACIÓN FERIA SAN PEDRO, 2024 ............................................. 22

Edita: Ayuntamiento de Almonte

Saluda del Alcalde

Queridos vecinos y visitantes,

Este año, nuestra Feria de San Pedro, además de ser punto de encuentro y diversión, también tiene un significado especial al estar dedicada a la vinculación de Almonte con América. Un homenaje a esa historia compartida, en cuestiones muy importantes de nuestro legado, con lazos que nos recuerdan la riqueza de nuestras raíces y nuestras tradiciones.

Estos días el Chaparral se convierte en epicentro de la vida de los almonteños. Un lugar emblemático donde todos volvemos a encontrarnos, disfrutar y celebrar juntos. Hemos preparado una programación variada y emocionante que, estoy seguro, tendrá algo para cada uno de vosotros. Música, humor,

es uno de los mayores regalos de esta feria y sus primeros recuerdos.

La seguridad y la limpieza son factores claves para que todo se desarrolle en las mejores condiciones, por ello se ha establecido un plan específico durante estos días para mantener en todo momento el recinto ferial limpio y ordenado, así como el despliegue de la Policía Local para garantizar que todos podamos disfrutar con tranquilidad.

Es un gran momento para compartir con amigos y familiares, para fortalecer los lazos que nos unen. Os invito a que vengáis y que estos días sean una experiencia inolvidable. Espero veros a todos en el Chaparral, compartiendo risas, abrazos y buenos momentos. Juntos, hagamos que esta Feria de San

La APORTACIÓN de la villa de Almonte a la Cultura Hispanoamericana.

La conquista y colonización de América y Filipinas por España forjó lo que hoy denominamos la Cultura Hispánica de Ultramar, presente y extendida por todos los países, regiones, ciudades y pueblos de aquellos lejanos continentes e islas.

La Feria de Almonte de este año está dedicada a la aportación almonteña a la Cultura Hispánica en América, con sus gentes, animales, costumbres, y por qué no, su idiosincrasia. Ya conocemos toda la importante contri-

bución del ganado marismeño en la conquista y colonización de los nuevos territorios ultramarinos, especialmente en el continente de América, con la llegada de los caballos, vacas, toros bravos, ovejas churras y los pertrechos necesarios para su manejo, como demostraron los investigadores Borja Cardelús, Michael D. Murphy y Juan Carlos González Faraco, entre otros. Aparte de los rasgos culturales diferenciadores que hoy se dan entre aquellos países y la España fecundadora, se puede afirmar que comparten

una herencia común con Andalucía y más específicamente con las Marismas del Guadalquivir.

Pero, quizás, la parte menos conocida sea la aportación humana de Almonte en aquel legado cultural Hispano, la de aquellas personas almonteñas que contribuyeron a la colonización de aquellas tierras, hombres, mujeres y niños que emprendieron la aventura de viajar y asentarse en las denominadas Indias, pues desconocemos si algún almonteño participó en la pri-

La Imperial Villa de Potosí. Óleo sobre Lienzo. Basado en cuadro colonial de 1758, de Miguel Gaspar de Berrio. Creada por Carlos I, fue muy apreciada por los emigrantes almonteños. Se describe El Cerro Minero de Plata, sus ingenios, la urbanización y su Blasón a la izquierda.

mera fase de conquista, salvo el caso de Pedro Pavón, marinero residente en Indias antes de 1511. Algunos retornaron tras pasar una larga temporada y otros se quedaron a vivir, se casaron, tuvieron hijos y finalmente murieron en aquellas lejanas tierras.

Si analizamos el volumen migratorio americano desde Almonte, descubrimos que es el siglo XVI cuando se produce la mayor emigración de almonteños hacia el continente americano con 72 personas y 23 acompañantes con un total de 95. El siglo XVII aportó 50 emigrantes entre titulares y acompañantes. El siglo XVIII sumó un total de 13 almonteños; y el XIX sólo 9 emigrantes. Esta tendencia es la frecuente en el resto de España donde el siglo XVI supuso el mayor aporte de emigrantes a las tierras ultramarinas recién descubiertas.

Los emigrantes almonteños a Las Indias formaron un volumen de 172 personas de todas las condiciones sociales y económicas, durante los años 1511 a 1832. Posiblemente fuesen algunas más, pues los registros e informaciones que ejecutaron los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla no fueron de mucho celo. En el primer estudio que se efectuó sobre la emigración de almonteños a Indias (Anaya Pena y Márquez Macias, Almonteños en Indias, Cuadernos de Almonte n.º 28, 1999), los registros del Archivo de Indias arrojaron luz sobre 71 vecinos de Almonte que salen para Las Indias o son residentes. Pero en los últimos 20 años otras fuentes documentales, los Protocolos Notariales, casi han duplicado el número de vecinos que partieron para Ultramar buscando una vida mejor, enriqueciéndose con nuevas oportunidades de trabajo, negocios, o ejerciendo sus hábitos eclesiales; o simplemente unirse a sus familiares que partieron con anterioridad. Los libros de Asientos de Pasajeros a Indias tampoco indican el motivo del viaje a Ultramar; tan sólo hemos hallado un caso en los Protocolos Notariales. Es una Carta de Consentimiento y Licencia para Viajar a Indias otorgada por Isabel de Cabrera a favor de su marido Cristóbal de Avilés, donde se manifiesta concederlo “...por tener hijos y para

poder remediar y ganar congrua y sustentación y algunos bienes que dejar a los susodichos sus hijos, han tratado entre ellos que el dicho su marido se vaya a las Indias del Mar Océano”.

Presentaremos el estudio dividido por sectores: familias, solteros, profesionales, criados, etc.

Los hombres mozos, solteros y criados es el grupo más numeroso con 115 personas.

En el grupo de familias completas, matrimonios y matrimonios con hijos, hemos contabilizado 13 casos, entre ellos el de Ana Ramírez con 2 hijas para reunirse con marido, y el María Gertrudis Cortés con su 3 hijas, que viaja con antelación a su marido a los Estados Unidos.

Las mujeres casadas y solteras ascienden 9, destacando el viaje de Antonia García la Pavona, la primera mujer almonteña y primer embarque que parte para las Indias en 1511, seguramente en busca de su padre Pedro Pavón, marinero “estante en Indias” y con toda posibilidad primer almonteño en pisar tierras americanas a los pocos años del Descubrimiento; ¿se fue quizás en algunos de los viajes de Cristóbal Colón?

El clero secular emigrante estuvo compuesto por 11 clérigos o sacerdotes y el regular por 2 frailes y una monja, desconociéndose las iglesias y conventos donde ejercían sus oficios.

Para el grupo de oficios poco o nada se registra en los libros de Asiento de Pasajeros a Indias, sólo en algunos casos, lo hemos averiguado en los Protocolos Notariales: 2 ladrilleros, un labrador, un herrero, 2 labradores, un agricultor, 2 colmeneros, un carbonero, un porquero, un anguilero, un cerero, un carretero, un militar, un grumete, un sastre, un alguacil, un mercader y un hidalgo.

Los principales países de arribada fueron Puerto Rico, Cuba, Santo Domingo, Colombia, Panamá, Venezuela, Méjico, Argentina, Uruguay, Perú, Honduras y Estados Unidos.

Se da por hecho que las necesidades económicas y sociales fue el principal motivo para la emigración americana, pero hemos constatado que también partieron para la aventura americana miembros y familias hacendadas de Almonte. Veamos algunos ejemplos. Diego García de Almonte, que parte para Honduras en 1546 y donde muere en 1560, disponía antes de embarcarse de una respetable fortuna

Nombre de Dios (Colón, Panamá). Ilustración de Peter Schenk, 1672. Fundado en 1510. Primer puerto continental de la Flota de Indias.

en casas, bodegas, viñas, olivares, colmenas y otros bienes raíces, llegando a fundar una capellanía de misas en Almonte. Su nieto Pedro Pinto, clérigo, también emigró a Indias y de su padre heredó una gran fortuna por su testamento de 1594. Juan de Cabrera, hijo de Francisco de Cabrera con título de Hidalgo, Familiar del Santo Oficio y Regidor Perpetuo de Almonte, que tuvo otro hijo que llegó a ser Escribano Público, familia hacendada

con abundantes bienes raíces. Otro caso es el del clérigo Pedro Martín Calvo, agricultor con muchos bienes raíces. Diego Martín de Rioseco, que partió con su mujer y 3 hijos en 1596 al Perú y era poseedor de una respetable fortuna. Igualmente sucedió con la monja Juana de Villavicencio, que heredó estando en Las Indias de María Pintado, viuda de Nuño Carlos de Villavicencio, conde de Cañete del Pinar, 124.919 reales.

No podemos terminar este artículo sin citar a otro almonteño que, junto con la familia de los Almonte, estableció un fructífero comercio con las Indias; se trata del Licenciado Juan Ruiz Prieto, fundador en 1620 del convento de monjas dominicas de Ntra. Sra. de La Encarnación. Desde finales del siglo XVI observamos en los Protocolos Notariales el otorgamiento de multitud de poderes por parte Juan Prieto para cobrar en Sevilla el oro y la plata ganada en Las Indias por su intenso comercio en exportación de vinos, aceites y jabón blanco, y la importación de productos indianos.

Los apellidos de estos almonteños están desparramados en todos aquellos países incluso el toponímico Almonte que llevan algunas ciudades, pueblos y barrios como Canadá, Chile y Estados Unidos.

Para la realización de este estudio, además de la bibliografía especializada existente, hemos acudido al Archivo General de Indias, Archivo Histórico Provincial de Sevilla y el Archivo de Protocolos Notariales de La Palma del Condado, Sección de Almonte.

Domingo Muñoz Bort Historiador.

Mapa de Nombre de Dios (Durango, Méjico). Asentada en el Camino Real de Tierra Adentro. Está declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Plano de la Plaza de Puerto Rico de Tomás O´Daly, 1772. Servicio Histórico Militar. Fundada en 1508 por Ponce de León.

LOS ALMONTE. UN IMPORTANTE LINAJE ALMONTEÑO DE COMERCIANTES EN AMÉRICA

Para la mayoría de los ciudadanos de nuestro pueblo, les resultará algo curioso e inaudito que existiera y exista un apellido de nuestra localidad, Almonte. Estos apellidos toponímicos eran una costumbre que se extendió durante la Edad Media, de la que se indicaba el origen geográfico de las personas. Actualmente, cerca de tres mil personas ostentan el apellido Almonte en nuestro país, extendiéndose en su mayoría hacia el norte de España y un reducto significativo en la Andalucía Occidental, entre las provincias de Huelva y Sevilla. Otro gran porcentaje se distribuyen a nivel Europeo entre Francia e Italia, mientras que en el continente americano se reparten en mayor medida en las zonas de Perú, República Dominicana y Estados Unidos.

Las primeras referencias sobre el apellido Almonte se remonta a inicios del siglo XV, cuando un tal “Pedro Hernández Almonte”, adquiere cierto prestigio como jurado del Ayuntamiento de Sevilla, vecino del barrio de San Bartolomé. Algunos investigadores sugieren que la procedencia de este apellido es de origen Judío Converso, por lo que estos primeros Almonte sefardíes estuvieron vinculados a la Casa Ducal de Medina Sidonia, protectora tradicional de los conversos.

Este presente artículo, se centrará sobre el linaje también apellidado “Almonte”, quienes se convirtieron es unos auténticos aventureros, emprendiendo una gran empresa de comercio entre España y las Indias a principios del siglo XVI. Todo comienza cuando a finales del siglo XV, y tras la lucha en la Guerra de Granada, viene a instalarse en esta villa un gallego llamado,

Diego García Domonte, originario del solar de Domonte, cerca de Villalba, en Lugo. Apodado como “el gallego”, contrajo matrimonio con la almonteña, Leonor Calvo. Los mismos lugareños, corrompieron el apellido Domonte a por el de Almonte, dada su misma consonancia, estableciéndose el apellido como tal por el pueblo donde fue acogido. Una vida acomodada con numerosas propiedades, tierras y escla-

vos, les sirvió a sus descendientes para situarse en la élite local y poner como punto de mira, la ciudad de Sevilla, epicentro comercial con las Indias.

Al menos situamos a un hijo de Diego como comerciante, Diego García de Almonte, llamado igual que su padre, quien consolidó una gran riqueza en América y quien instituyó una capellanía en la Parroquia de Ntra. Sra.

de la Asunción de Almonte. Aparecía como agente del Jurado, Juan de la Barrera, explotador de una pesquería de perlas en Cubagua (Venezuela). En 1564 consta su fallecimiento en la ciudad de San Pedro de Puerto Cabello o Caballo, actual Puerto Cortés, en Honduras. De las pocas noticias que nos ha llegado de este personaje, sabemos que era marido de Leonor de Fuentidueña. La familia Almonte por

Plano de Puerto Caballo y Omoa en la costa de Honduras situado en la latd. de 16 gs. N. y en la longd. de 287 gs. 35 ms. segun el meridiano de Tenerife. Año 1760.

entonces aparecían avecindados entre Almonte y Sevilla. Los descendientes de este Diego fueron los Almonte y Pinto. Su hijo, también Diego de Almonte, quien contrajo matrimonio con la hacendada, María Pinto y del que desconocemos sus vínculos con el comercio en América, fue un gran contribuyente local y reputado ganadero, donde en 1561 junto a un grupo ganó una resolución judicial para pastar en el interior del Coto de Doñana, ante las prohibiciones del Duque de Medina Sidonia. Alonso Pinto, hermano de Diego de Almonte, aparece a finales de esta centuria como cura de la Parroquia de la Villa Imperial del Potosí en Bolívia. Su otro hermano, Juan Pinto, fue

un conocido clérigo del que pasó a ser párroco de la villa de Almonte en 1595, siendo el primer capellán de la capellanía fundada en Lima para Nuestra Señora de Las Rocinas en 1587, por el herrero sevillano, Baltasar Tercero. En 1586, los Almonte Pinto se desprendieron una de sus tantas propiedades, una casa situada en la plaza pública al mismo Concejo y Regimiento de la Villa, la que pasó a ser el actual emplazamiento del Ayuntamiento de Almonte. Otra saga de cargadores a Indias de la familia Almonte, se instaló en la ciudad de Sevilla, se trata del también llamado, Diego García de Almonte, hijo de Francisco García de Almonte, y nieto a la vez de Diego el gallego,

donde la historiografía lo confunde con su tío Diego García de Almonte, fallecido en Honduras. Se instaló en la residencia de la collación de San Pedro, frente a la almona vieja y contigua a la Iglesia de la Asunción. Poseedor de numerosas fincas y ganado en su pueblo natal, recibía 153.757 pesos entre 1583 y 1600 en sus comercios en las Indias. El 27 de noviembre de 1566 contraía matrimonio con Ana de la Fuente o de las Casas, familia de los también comerciantes, de las casas, Fuentes y Almonte ¿conversos? De este matrimonio nacieron trece hijos. En 1599 el Cabildo de Almonte recibió la noticia de que Diego García de Almonte, vecino de esta villa y morador

Casa Consistorial del Ayuntamiento de Almonte, antigua casa de los Almonte y Pinto vendida en 1586.

en Sevilla, quería venir al pueblo con su familia en un intento de huida de la peste que asolaba la ciudad de Sevilla; se le mandó a notificar la prohibición de su entrada en la villa para no afectar a la población de una posible infección. Su hijo, Juan de la Fuente Almonte, otro importante mayorista, nació en la ciudad hispalense en 1579, y tan solo con veinte años se embarcó en la flota, zarpando a Tierra Firme al mando del capitán General Francisco Coloma, discurriendo en su larga carrera por suelo peruano. De vuelta en Sevilla, se casó con doña María Verastegui. Fue alcalde Mayor de Sevilla, miembro destacado del Consulado sevillano, Caballero de la Orden

de Santiago y Consejero de Hacienda en la Contaduría Mayor de Cuentas, falleciendo en febrero del año 1667. Sus hermanos Hernando y Antonio de Almonte también fueros prestigiosos comerciantes; el primero de ellos hacía travesías entre Sevilla, Panamá y Lima, mientras que Antonio de ocupación mercader, recibió licencia para cruzar el Atlántico, falleciendo en Panamá en 1605. Las descendencias de esta rama sevillana continuaron la estela comercial durante todo el siglo XVII, contrayendo matrimonio con los Robledo, Verastegui y Villaza. Precisamente los Domonte y Robledo obtuvieron el título del marquesado de Villamarín en 1713.

do ser descendientes de unos hidalgos gallegos, los Domonte, naturales del reino de Galicia, de la casa solar y palacio Domonte o Pazo de Veiga Fito, en la Feligresía de Mourense, en Villalba, Lugo. Es por entonces cuando los Almonte pasaron a apellidarse, Domonte.

Poema de Juan Castellanos: “Elegías de varones ilustres de Indias”, 15811585, donde narra el encontronazo entre Diego de Almonte y el demonio en el Valle del Diablo, en el pueblo de Sopatín.

La familia Almonte consiguieron en 1626 una ejecutoria de hidalguía en la

En el llamado valle del Diablo, donde los huracanes son continuos, poniéndole los nuestros tal vocablo a causa de los muchos torbellinos; y también dicen que Diego de Almonte luchó con él en este mismo monte.

Pues en una labranza de aquel suelo recogiendo virtud para la panza, se vino contra él un indezuelo diciendo: «no me cojas mi labranza»

Sobre lo cual las dos andan al pelo Un rato, que no fue poca tardanza:

Y el Almonte, con ser hombre bastante, le pareció luchar con un gigante.

Y en confianza de su fuerza mucha a las principios bien pensó agarrallo: pero fuéle tormento de garrucha, y por bueno tuviera ya dejallo, porque durante la terrible lucha vido como tenía pies de gallo. Dijo: «¡Jesús! ¡Jesús! Y en el momento el indezuelo se le torné viento.

Bibliografía:

Actas Capitulares del Ayuntamiento de Almonte.

Archivo Municipal de La Palma del Condado. Sección. Protocolos Notariales de Almonte.

VILAR VILAR, E. y LOHMANN VILLENA, G.: Familia, linajes y negocios entre Sevilla y las Indias. Los Almonte, Madrid, 2003.

Javi el almonteño

Una gesta con luces y sombras

En poco más de cuarenta años -1492/1535-, excepción hecha de un reducto del Tahuantinsuyo -reino de las cuatro partes en lengua quechua-, el llamado reino de Vilcabamba que, en manos de Manco Inca, hijo del Inca Huayna Cápac, sobrevivió hasta 1572, la monarquía hispánica descubrió, conquistó y colonizó uno de los más vastos imperios que vieron los tiempos. Durante los reinados de Isabel y Fernando, Carlos I y Felipe II, dicho reino desarrolló una actividad expansiva sin precedentes que llevó a algunos -políticos, intelectuales, economistas…- a señalar e identificar el acontecimiento como uno de los más trascendentes en el devenir de la humanidad. En ese corto período de tiempo, el sur de los Estados Unidos, Centroamérica y casi la práctica totalidad de América del Sur, menos una parte del actual Brasil, en manos de la corona lusitana por mor del Tratado de Tordesillas -1494-, vivieron bajo la égida, primero de las casas reales de Trastámara y Aragón-Trastámara, y después, hasta el s. XIX, de las dinastías Habsburgo y Borbón. Dicha expansión, allende el Océano Pacífico, englobó el archipiélago filipino, haciendo posible que la expresión «el imperio donde nunca se ponía el sol» se ajustase a la verdad en las posesiones que formaban parte del imperio español de ultramar, situación que permitió a la corona española ejercer un período hegemónico que abarcó el s. XVI y gran parte del s. XVII, manteniendo un lugar de privilegio, aunque ya compartido o eclipsado por otras monarquías emergentes como Francia, Inglaterra o Países Bajos en lo que restaba del s. XVII, el s. XVIII y parte del s. XIX.

sa desbordante actividad, fruto de la expansión económica, científica y militar que experimentó Europa y que se desarrolló por África y ultramar,

estimulada por la expansión otomana que suponía un aparente freno al comercio con Oriente, se hizo posible por el desarrollo de una serie de teorías que surgieron al calor de obras como Il Milione, relato también conocido como El libro de las maravillas o Los viajes de Marco Polo, que podría haber dictado el mercader veneciano Marco Polo a Rustichello de Pisa y que vio la luz en 1298. En dicha obra, la presencia de Catay y Cipango -China y Japón- espolearon el interés por buscar nuevas rutas que permitiesen llegar hasta la ambicionada tierra de las especias -canela, jengibre, pimienta, clavo...-, comerciar directamente allí y encontrar nuevos materiales de pago -oro-. ¿Cómo? Circunnavegando el continente africano o, quizá, tomando una decisión aún más arriesgada,

la de llegar a Oriente por Occidente que, partiendo de cálculos erróneos pero basados en la teoría de la esfericidad de la Tierra, fue la que estimó más adecuada Cristóbal Colón. Dicha teoría, tras la expedición de la primera circunnavegación de Magallanes-Elcano -1519/1522-, quedó irrefutablemente probada. El desarrollo de la astronomía, instrumentos de navegación -astrolabio, ballestilla, aguja náutica…-, navíos -naos, carabelas, mejoras en el velamen…-, cartografía, junto a la existencia de escuelas de mareantes, en Portugal, o la experiencia de capitanes, pilotos y marineros castellanos, muy experimentados tanto en el sur como el norte peninsular, fueron corresponsables del éxito de expediciones tan comprometidas.

¡Y qué hay de los protagonistas! Más allá del genovés más universal, el Almirante de la Mar Océana tras las Capitulaciones de Santa Fe de 1492, Cristóbal Colón, y sus cuatro viajes al Nuevo Mundo -1492/1504-, a las Indias, muy pronto América por influencia del cosmógrafo y explorador de origen italiano Américo Vespucio, llegaría una amplia nómina de navegantes, descubridores y conquistadores: los Pinzón, Niño, Álvarez Cabral, Ponce de León, Núñez de Balboa, Díaz de Solís…, abrieron nuevos rumbos y pusieron en los mapas o bautizaron al Brasil, La Florida, el Océano Pacífico o el Río de la Plata. Los pueblos prehispánicos -taínos, caribes, totonacas, tlaxcaltecas, mayas, aztecas, chibchas, incas, guaraníes, araucanos…- fueron sometidos por europeos con instrumentos de guerra mucho más avanzados: coraza, armas de acero y de

fuego -picas, espadas, ballestas, arcabuces…-, o el uso del caballo y la rehala de perros como herramientas de guerra. Estas circunstancias explicarían que poderosos imperios, como el azteca de Moctezuma o el incaico de Atahualpa, cayesen con relativa facilidad ante el empuje de contingentes menos numerosos, pero mejor pertrechados y armados; y también que muy pronto se pudo constatar cómo la población amerindia se vio diezmada, y no tanto por las luchas, cuanto por la exposición a enfermedades infectocontagiosas llevadas hasta aquellas tierras por conquistadores y colonizadores contra las que la población indígena no estaba inmunizada -la viruela, por ejemplo-.

Nombres muy destacados se sumarían a la segunda y tercera oleadas de descubrimientos y conquistas que,

en busca de gloria, honores y riqueza, protagonizarían esta historia en la segunda, tercera y cuarta décadas del s. XVI. Hernán Cortés y Francisco Pizarro, en la meseta mexicana y el altiplano andino respectivamente, fueron los conquistadores cuyas gestas convertirían a estos extremeños, de Medellín y Trujillo, en grandes hacedores de la América hispana. Juan de Grijalva, Pedro de Alvarado, Diego de Almagro, Francisco de Montejo, Pánfilo Narváez, Cabeza de Vaca…, exploradores y conquistadores que siguieron la estela de Cortés y Pizarro, actuando en muchos casos a las órdenes de ellos o como adelantados designados por la corona, hollaron en su deambular los territorios de Centroamérica, parte de la América del Sur o los actuales estados norteamericanos de Florida, Alabama, Misisipi y Luisiana.

Negar las ansias de riqueza y la actitud de rapiña de muchos de los viajeros que buscaron en la Indias -Américauna vía para medrar sería tanto como negar la evidencia. Ese deseo de enriquecimiento y grandeza cristalizó en la búsqueda de mitos como El Dorado o el de Cíbola o de Las Siete Ciudades en lo que respectivamente fueron territorios pertenecientes a Nueva Granada -Colombia- y norte de Nueva España -México-, mitos siempre relacionados con la presencia masiva de oro y otras riquezas. Y oro y plata llegaron desde el Nuevo Mundo a Europa, y masivamente desde las minas de Zumpango, Taxco, o Zacatecas, en el actual México; Popayán, en Colombia; Carabaya y Cerro de Pasco, en Perú; Potosí, en la actual Bolivia…, como demuestran los

estudios del profesor Earl J. Hamilton. Esa llegada de metales preciosos permitió la política expansiva y hegemónica de la monarquía hispánica y también causó una auténtica revolución de los precios al calor de la cual surgieron teorías económicas que se relacionaban con el bullonismo -metalismo o acumulación de metales preciosos- y el mercantilismo, teoría económica más elaborada que postulaba una fuerte intervención estatal en materia económica.

Mientras se producía el descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo, la monarquía hispana desplegó una colosal actividad organizativa: administrativa, gubernativa, jurídica, militar, educativa… Junto a las capitu-

laciones o acuerdos que se hallaban en la base del proceso descubridor y colonizador, paralelamente, se firmaron tratados como los de Alcaçobas-Toledo o Tordesillas que trataban de evitar roces entre el expansionismo luso y el castellano, y a partir de las bulas papales -bulas alejandrinas-, como la Inter caetera, la Eximiae devotionis o la Dudum siquidem, documentos emitidos por el papa Alejandro VI que establecían zonas de influencias para evitar litigios hispano-portugueses, también se obligaba a los monarcas hispanos a evangelizar en las tierras descubiertas. Desde Castilla, primero en Sevilla, en 1503, y desde 1717, en Cádiz, se creó la Casa de la Contratación, cuya misión era controlar el tráfico comercial y humano, así

como de navíos con el Nuevo Mundo; también tenía funciones judiciales y de formación de pilotos. En 1524 se creó el Consejo de Indias, órgano supremo del imperio español para América y las Indias Orientales que dependía directamente del monarca y que tenía enormes poderes políticos, militares, económicos y judiciales sobre las colonias; su sede, itinerante -allá donde estuviera el monarca-, se fijó de forma definitiva en el año 1561, en Madrid. Muy pronto, como un eco, primero en la Antillas, y después en el continente, nacieron y se organizaron las primeras instituciones de gobierno locales con el fin de regir la vida de tan vastos territorios en respuesta a lo que se legislaba desde la península, y así, siguiendo los modelos de los reinos

castellano y aragonés, hasta América llegaron las Reales Audiencias, las Capitanías Generales y los Virreinatos, dos al principio: el de la Nueva España y el del Perú, creados en el s. XVI, que se incrementaron con el de Nueva Granada y el del Río de la Plata, ya en el s. XVIII.

Las desastrosas consecuencias demográficas del choque entre ambos mundos a causa de las guerras, las epidemias y el maltrato al indígena, muy pronto, despertaron las conciencias de religiosos, como ocurrió en el caso del dominico Antonio Montesinos que, en el adviento de 1511, en su sermón en la ciudad de Santo Domingo, criticó con dureza el trato inhumano que se dispensaba a los indígenas a través del sistema de la encomienda. Asimismo, el también dominico Bartolomé de las Casas abundó en esta circunstancia, siendo su obre Brevísima relación de la destrucción de las Indias, que finalmente se publicó en 1552, un texto, no exento de exageración a juicio de expertos, que se constituyó en la base de lo que conocemos como «la leyenda negra» española. La corona, a diferencia de lo ocurrido en otros procesos colonizadores, no hizo oídos sordos a estas quejas y se planteó la moralidad e idoneidad de la colonización y, en este sentido, se dieron respuestas con el fin de frenar injusticias como las Leyes de Burgos, de 1512, que firmó Fernando II, el Rey Católico. En dichas leyes, teólogos y juristas reconocían los justos títulos de dominio del rey de Castilla sobre el continente recién descubierto, la condición jurídica de hombres libres de los indígenas y el derecho y la obligación de evangelizarlos, aunque abría una espita a la explotación de los mismos a través de la institución del sistema de la encomienda que convertía a los citados indígenas en trabajadores sometidos a un régimen de dependencia casi feudal. Las injusticias, reeditadas o no debidamente mitigadas, obligaron de nuevo a plantear la necesidad de extinguir el sistema de encomienda en 1542 a través de las Leyes Nuevas, promulgadas por Carlos I, con el fin de mejorar las condiciones de vida de los indígenas de la América española, estableciendo, entre muchas medidas, la

extinción de la encomienda a la muerte del encomendero. De estos debates emanó un cuerpo jurídico que, a juicio de los expertos, constituye la base de Ius Gentium -Derecho de Gentes-. El dominico Francisco de Vitoria influyó sobre las resoluciones de las Juntas que en Burgos dieron a luz a las Leyes Nuevas.

Ninguna potencia colonizadora se interrogó sobre la legalidad o ilegalidad del dominio ejercido sobre los territorios colonizados y sus habitantes, y mientras en algunos sistemas coloniales se estimaba que el mejor indígena era el muerto, en las posesiones de ultramar de la corona española hubo una preocupación sobre el trato al indígena, estimándose adecuado que se administrasen políticamente -se crearon cabildos de indígenas-, que recibieran atención espiritual y educativa -llama la atención la fiebre constructora de catedrales como la de Santo Domingo, la de México o la de Lima, así como el amplio número de colegios y universidades creadas en Iberoamérica frente a las realizaciones llevadas a cabo en estas facetas por otras potencias coloniales (la corona española fundó 32 Universidades, destacando las de Santo Domingo, San Marcos de Lima o San Pablo de México)-. Asimismo, la importancia del mestizaje en el caso de la colonización española no tiene parangón, produciéndose un fenómeno que es especialmente importante en países como México, gran parte de Centroamérica, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú…, mestizaje que va más allá de la sangre, produciéndose también en el ámbito artístico para producir obras de especial encanto como las realizadas en el estilo barroco colonial, ricas en desbordante originalidad.

Pero no fueron sólo soldados, juristas, religiosos, mercaderes y comerciantes quienes se embarcaron en la aventura de las Indias, también hombres y mujeres anónimos, sencillos y humildes, que procuraban cambiar sus vidas, mejorar su fortuna o simplemente huir de algo, ¿la pobreza?, o de alguien, ¿la justicia? Gracias a los estudios del profesor Peter Boyd-Bowman, que se ocupa de la procedencia

y el destino de los viajeros a América a través de los datos obtenidos en el Archivo General de Indias durante distintos períodos, de 1493 a 1519 por ejemplo, muchos de esos seres anónimos lo son menos y también sabemos que casi el 40% de los pasajeros controlados por la Casa de la Contratación en ese mismo período procedían de Andalucía, siendo mayoritarios los provenientes de la occidental. Por otro lado, será fácil concluir que en las cuarenta y cuatro millas náuticas que separan Sevilla de la desembocadura del Guadalquivir sería posible que se incorporaran viajeros a la aventura de forma incontrolada, con lo que poco o nada podremos saber de ese impreciso porcentaje de viajeros. De este rincón del suroeste andaluz también hubo viajeros llamados por la excitante aventura de abandonar la pobreza y así, en la revista EXVOTO, que publica la Hermandad Matriz de Almonte, en su ejemplar del Año VI, nº5, A. J. López Gutiérrez relaciona una serie de almonteños, encabezados por Antonia

García, la Pavona, que viajó a las Indias en 1511, y que termina con Juan de Malaber, que lo hizo con dirección al Perú en 1598; entre ambos, un numeroso grupo de hombres y mujeres viajó con destino a Santo Domingo, Puerto Rico, Tierra Firme, Nombre de Dios, Nueva España, Perú o Río de la Plata con la intención de mejorar sus vidas. En naos, carabelas y galeones, que regularmente salían desde Sevilla formando flotas -Flotas de Indias y Flotas de galeones-, también viajaron animales, semillas, aceite, cristalería, herramientas, ropa y así, hasta las Indias Occidentales, llegaron vinos del Condado -Villalba fue uno de las primeros municipios en exportarlo- y tanto la vaca mostrenca como la yegua mesteña se encuentran en la base evolutiva de muchas especies, incluidas las vacas cornilargas o los caballos mustangs y appaloosas, consecuencia todo ello de la exportación que se hizo desde las marismas del Guadalquivir de ganado vacuno y equino al Nuevo Mundo a lo largo de los siglos, y muy

especialmente en la Edad Moderna. Y en las atarazanas y astilleros sevillanos también se utilizaron maderas provenientes del paisaje antrópico del entorno de Doñana, territorio bajo señorío jurisdiccional y territorial de la casa ducal de Medina-Sidonia en la que, desde la Baja Edad Media, según J. F. Ojeda Rivera en Políticas forestales y medio ambiente en Doñana y su entorno, se favoreció la repoblación forestal con el fin de satisfacer la demanda maderera de los astilleros más cercanos. Y, para terminar, en el ámbito religioso y antropológico, también la advocación mariana de la Reina de las Marismas -Rocío- prendió allende los mares y encuentra su eco en lugares de ambos subcontinentes americanos.

Así que Almonte también ha dejado su huella en aquella extraordinaria gesta colonizadora.

PROGRAMACIÓN FERIA SAN PEDRO, 2024

SÁBADO 22

A las 20h, Tendrá lugar la Gala Preferia – Pregón 2024. En el Recinto Ferial El Chaparral

DOMINGO 23

20h, Comienza un desfile de la Banda Municipal de Música por calles del pueblo

LUNES 24

19.30h Concurso de Sevillanas en la plaza de pueblo

MARTES 25

19.30h Calle Feria, actividades carrera de cinta en bicicletas, gincanas y carrera del saco.

MIÉRCOLES 26

23h Encendido del Alumbrado del Recinto Ferial

JUEVES 27

Mañana

14h Comida de mayores en la Caseta Municipal, acompañada de la actuación del grupo local Requiebros

Noche

23h Orquesta La Divina

VIERNES 28

Mañana y tarde

14h Trío Musical Ilusiones en Caseta Municial

17h Actuación de humor de Toni Rodriguez

Caseta Municipal

17h Carrera de cintas a caballo en Real de la Feria

Noche

23h Orquesta La Divina Caseta Municipal

1:00h Actuación de Laura Gallego en Caseta Municipal

SÁBADO 29

Mañana y tarde

14h Actuación Trío Ilusiones en Caseta Municipal

17h Carrera de cintas a caballo en Real de la Feria

Noche

Noche Latina

00:00h Batucada Brasileña, entrada por el Real de la Feria

Posterior actuación de Orquesta Latina “Reyther d´Akokán” en Caseta Municipal.

Seguidamente, baile latino, dj y animación latina por parte del artista local Jesus Barroso 1h Dama, cantante española especializada en la música latina.

DOMINGO 30

Mañana y tarde

14h Trío Musical Azul en Caseta Municipal

19h Festival Taurino en Recinto Ganadero

Noche

23h Noche Show Octobeat, grupo djs locales

LUNES 1

Mañana

14h Trío Musical Azul en Caseta Municipal

Noche

22h Espectáculo Infantil Show Cantajuego en Caseta Municipal

24h Actuación de Israel Fernández

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