1 La gata maás mala que la Gata Mala
—¿No ves un poco diferente a la Gata Mala? —me preguntó David mientras miraba por la ventana de nuestro cobertizo.
David había hecho una mirilla a través de la gruesa mancha que había en mitad del cristal.
Estaba cada vez más sucia desde que nos mudamos al
cobertizo al fondo del jardín de la señora humana.
Mi amigo insistía en comerse los aperitivos que encontrábamos escarbando todas las noches junto a la ventana, y ahora esta estaba salpicada de un desastroso mosaico de migas de pan, manchas de curry y granos de arroz pegajosos.
—¿A qué te refieres? —le pregunté.
—¿No te parece un poco más mala? —dijo—. ¿Y con más rayas?
¿Más rayas?
Salí del nido de trozos de papel que me había hecho junto a las latas de pintura y aleteé para unirme a David junto a la ventana. Esperaba ver a la familiar gata esponjosa que llevaba cuatro libros atormentándonos, la que había dañado el ala de David y que constantemente trataba de
sabotear nuestros planes de mudarnos a la casa de la señora humana.
Pero en la puerta gatera que se encontraba en el lado opuesto del jardín había una gata totalmente diferente fulminándonos con la mirada.
—David —le dije—. ¡No es la Gata Mala!
—Lo sé —respondió él—. Ha cambiado tanto que parece una gata completamente diferente.
—¡No! —insistí—. ¡Es que es una gata completamente diferente!
David entrecerró los ojos y apretó el pico contra la ventana.
—¿Estás seguro, Capi?
Volví a mirar el rostro amenazador al otro lado del jardín. La Gata Mala siempre había tenido pinta de mala, pero lo de esta gata no se parecía a nada que hubiera
visto antes. Me provocó un escalofrío en las plumas del lomo, y en ese momento me pareció que el cobertizo se oscurecía, como si estuviera acercándose una tormenta en el cielo. Tuve que cerrar los ojos con rapidez al sentir que la mirada de esa gata me atravesaba directamente. Daba la sensación de ser más que mala.
Cuando volví a abrir los ojos, resistí la tentación de volver a mirar la cara amenazadora en la gatera y en su lugar examiné el resto del jardín. Le bajé la cabeza a David para que mirara al cubo de basura, porque algo me había llamado la atención.
—Sí, estoy seguro —respondí—. Porque si esa es la Gata Mala, ¿entonces quién está junto al cubo de basura?
David abrió mucho los ojos al ver a la auténtica Gata Mala junto al cubo de basura
de acero. Y entonces llegó a la única explicación lógica de la que era capaz.
—¿La Gata Mala se ha clonado? —dijo sin aliento.
Ni siquiera tuve que preguntarle cómo habría sido eso posible.
—Es evidente que ha construido un laboratorio científico, ha conseguido unas gafas científicas para su cara de gata y una bata de laboratorio para gatos, y después probablemente habrá lanzado un maullido diabólico que ha provocado escalofríos por toda la red de científicos malvados —continuó diciendo, casi sin respirar—. Seguramente, la habrá ayudado una roca cubierta de musgo con ojos llamada Petra Melón, que, aunque sea pequeña, ha sido el auténtico cerebro detrás de la clonación, porque el cerebro de un gato es incapaz de tomar decisiones inteligentes.
¿Una roca llamada Petra Melón?
Sí, Capi. Todos los científicos chiflados necesitan un ayudante científico todavía más chiflado.
David hinchó el pecho, lleno de autoridad.
—Y entonces la Gata Mala se ha metido en una bañera para pájaros llena de alubias en salsa para copiar su esencia de gata.
¿Alubias en salsa? Es lo que más se parece a lo que hay dentro de un gato. Te veo perdido, Capi.
—La esencia de gata se ha dividido en dos, para que pudiera seguir siendo la Gata Mala, pero también poder tener una nueva
Gata Mala…
—Es la Gata de la Tita, tontaina —dijo la voz de Tintina, la fastidiosa canaria que vivía con el Vecino de al Lado.
La bola de plumas dorada entró aleteando por el agujero de uno de los tablones de madera de la puerta del cobertizo y se posó en un estante cercano.
—¿Quién es la Gata de la Tita? —preguntó David con recelo.
Tintina sonrió con suficiencia, como si estuviera sentada sobre un mapa del tesoro que conducía a un cofre lleno de galletas de mermelada, mis favoritas.
—Si queréis saberlo, tendréis que darme algo a cambio —dijo con una sonrisa.
David resopló con fuerza por el pico y dejó una mancha neblinosa en la única parte limpia de la ventana.
—¿Qué es lo que quieres, Tintina?
Ella se paseó por el estante, arrastrando ligeramente el borde de su ala colorida junto a los tarros.
—El hombre humano me ha puesto una dieta de alpiste y aire —se quejó—. Es de máxima calidad, pero sabe a trasero de babuino.
—¿Y eso qué tiene que ver con nosotros? —le pregunté.
—Necesito algunas de vuestras galletas para quitarme el sabor de la boca. —Se encogió de hombros—. Y entonces os contaré todo lo que necesitáis saber sobre la Gata de la Tita.
David resopló.
—No. Ni hablar. Apenas hay suficientes galletas para mí.
—Ni para mí —intervine.
Tintina ya nos había estafado en el pasado, y David apenas había superado esa vez que invitó a todos los pájaros del barrio para que se comieran todas las galletas de la casa de la señora humana.
—Vale —respondió ella. Se ahuecó las plumas e hizo ademán de marcharse—.
Supongo que no necesitáis saber por qué hasta la Gata Mala está aterrorizada por ella.
Volví a mirar por la ventana y me sorprendió ver que la Gata Mala no parecía haber salido para una de sus patrullas en busca de palomas, sino que, en realidad, estaba acobardada tras el cubo de basura, saltando de una pata a otra y tratando de permanecer alejada de la vista de la Gata de la Tita.
Normalmente, yo nunca quería escuchar a Tintina; tenía la cabeza llena de aire y serrín. Pero sentía un nudo tenso en el estómago por la Gata de la Tita; sabía que tenía que enfrentarme a todos mis instintos de paloma para averiguar quién era exactamente esa gata.
—¡Espera! —grazné mientras Tintina despegaba.
Ella se quedó flotando en el aire.
—¿Sí?
Colecciona las aventuras de Capi, ¡mira cuántas aventuras hemos vivido!
Tus ideas de cerebro de gato siempre nos traen problemas.
Swapna Haddow escribió su primera novela a los ocho años. Entonces decidió cambiarla por unas canicas y un par de cromos. Es posible que nunca podamos leer esa historia, pero por lo menos tenemos las divertidas aventuras de David y Capi. Estos pichones han ganado un montón de premios y tienen muchos lectores.
Swapna vive en Nueva Zelanda, aunque creció en Londres con su familia, de origen indio.
Siempre que puede, devora galletas de chocolate y mermelada. Sospechoso, ¿verdad? ¿No será ella la señora humana de este libro?
Sheena Dempsey es una exitosa ilustradora inglesa. Dibuja cosas fantásticas: palomas que hablan, brujos torpes, una escuela de sirenas, pingüinos cocineros, pandas fugitivos..., ¡niños haciendo yoga!
En 2016 ilustró el primer libro escrito por Swapna Haddow, y desde entonces no han parado de trabajar juntas haciendo libros cuya principal característica es que son muy divertidos. Le encantan los perros; de hecho, en su casa vive Jeremy, un galgo con alma de escritor.
Premios
Greenhouse Funny Prize
North Somerset Teachers’ Book Award
Surrey Libraries’ Children’s Book Award
Lancashire Fantastic Book Awards
Selección Junior Library Guild
Mejor libro infantil de 2016 según «The Independent Bookshop Week», suplemento de The Guardian
Selección de mejores libros del año 2016 de la Federation of Children’s Book Groups
Selección BookTrust’s Great Books 2016
Selección Tom Fletcher Book Club 2 de la cadena inglesa WHSmith
Finalista
Sheffield Children’s Book Award
Sainsbury’s Children’s Book Awards
Leicester Libraries Our Best Book Award
«¡Un libro divertido de leer, pichontástico!»
The Guardian
«¡Un libro para morirse de la risa!»
Robert, siete años, Lovereading4kids
Publicado por primera vez en 2023, en Londres, por Faber and Faber Limited con el título Dave Pigeon (Kittens!)
Derechos negociados a través de Casanovas & Lynch Literary Agency, S. L. Texto © Swapna Haddow, 2023
Ilustraciones © Sheena Dempsey, 2023
De esta edición © Editorial Flamboyant, S. L., 2025
Gran Via de les Corts Catalanes, 669 bis, 4.º 2.ª, Barcelona (08013) www.editorialflamboyant.com
Traducción del inglés © Miguel Trujillo Fernández, 2025
Corrección de Raúl Alonso Alemany
Revisión de texto de Eida del Risco Todos los derechos reservados.
Primera edición: marzo de 2025
ISBN: 978-84-10090-51-4
DL: B 445-2025
Impreso en Índice, Artes Gráficas, Barcelona, España
Libro libre de emisiones de CO2 gracias al acuerdo establecido con la Fundación Plant-for-the-Planet.
No me puedo creer que hayamos escrito un libro con MÁS gatos que palomas.
Técnicamente, hay seis gatos y siete palomas.
Ya son seis gatos más de la cuenta.
David y Capi tienen un problema: ¡la Gata Mala se ha multiplicado!
Gatitos bebés = más gatos = más problemas para las palomas. Pero, cuando los gatitos se ven amenazados, solo David y Capi pueden salvarlos…
“El mejor libro que he leído sobre criar gatitos”.
De la misma colección:
La abuela de David ISBN: 978-84-10090-51-4 ISBN 978−84−10090−51−4