Aniversario San Felipe

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6 - 275 años de San Felipe

Viernes 7 de agosto de 2015

EL OBSERVADOR

El triunfal recibimiento que rindió San Felipe al Glorioso Batallón Aconcagua en julio de 1884 Entre quienes integraban el heroico grupo que combatió en la Guerra del Pacífico, estaban los hermanos Caldera, uno de quienes era benigno, que da su nombre a una de las calles de la ciudad

Por Sergio Jara Catalán

En el año 1884, cuenta Diario “El Censor” de San Felipe, crónica realizada por el soldado historiador de Putaendo, Florentino Salinas, que el 3 de julio de 1884 a las 13 horas, “la ciudad saluda y da la más entusiasta bienvenida al glorioso Batallón Aconcagua al regreso a su patria y al pueblo de San Felipe”. Con diferencia de pocos días y 45 años antes, San Felipe ya se había vestido de gala para recibir a sus valerosos hijos, que cubiertos de la gloria del triunfo volvían del Perú, después de haber vencido a la Confederación Perú-Boliviana. En esta nueva ocasión, en 1884, los soldados comenzaron su marcha triunfal desde la Estación

de Ferrocarriles, hasta a la Plaza de Armas de nuestra comuna. Salva de cañones en su homenaje, saludo de la Sociedad de Artesanos y continúan su marcha de ingreso al centro de la comuna. Un especial discurso del cura José Agustín Gómez daría el sello a esta bienvenida frente a la Iglesia y desde el interior del templo se oyen los acordes del himno nacional cantados por un grupo de señoritas. Continuando su camino, el Batallón Aconcagua pasa bajo un arco triunfal construido por los alumnos del Liceo de Hombres de San Felipe, que era uno de los más hermosos y significativos, ostentando en su parte alta la inscripción: “Los Alumnos del Liceo al Batallón Aconcagua”. En sus columnas figura-

El presbítero José Agustín Gómez fue uno de los que ofreció ayuda humanitaria a los heridos en diversos enfrentamientos bélicos.

No fueron pocos los sanfelipeños que se embarcaron en el Batallón Aconcagua. Aquí aparece una escena publicada en la revista “Portal Sanfelipeño” en su edición de diciembre de 2011, cuando las tropas se encontraban en el Puerto del Callao, Lima 1880.

ban las batallas que habían dado el Ejército y el nombre de los oficiales del Aconcagua muertos en campaña. Bajo este arco se detuvo el Batallón y el alumno del Liceo, A. Osorio, les dirigió un discurso: “Salud heroicos hijos de Aconcagua... Los alumnos del Liceo, juventud entusiasta a quien tengo el honor de

Conmemora sus 57º Aniversario y saluda afectuosamente a sus socios y a la Ciudad de San Felipe

ANIVERSARIO

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San Felipe - Quilpué - Putaendo - Los Andes - Santa María

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representar, no han trepidado en ser los primeros para rendir justo homenaje a los que, inspirándose en la santa causa de la patria, abandonaron sus hogares y marcharon en defensa del tricolor amenazado. (…) Nosotros, estudiantes del Liceo de San Felipe, aprenderemos a narrar vuestros hechos para que vuestros nombres sean esculpidos en tablas de bronce”. Para continuar con este homenaje, prosigue el testimonio de los Bomberos. En seguida, los acogen desde la Municipalidad y un caluroso discurso del Intendente. Como a las cuatro de la tarde el “Aconcagua” salió de la Plaza por la calle Comercio (actual Prat), hasta su Cuartel improvisado. El edificio de la Casa de Ejercicios Espirituales de San Felipe, donde les esperaba un suculento rancho acompañado de buenos tragos de magnífica baya (chicha). Los oficiales fueron invitados a uno de los hoteles de la ciudad donde se les sirvió una espléndida comida, con la presencia del Intendente, el Presbítero José Agustín Gómez y otras personalidades de la zona. Florentino A. Salinas, militar y autor del libro “Los Representantes de la Provincia de Aconcagua en la Guerra del Pacífico”, narra que el día 13 de julio de 1884, en la ciudad de San Felipe, el alto mando del Regimiento Aconcagua, regresa a las autoridades civiles de la Provincia de Aconcagua, la bandera tricolor que la Ilustre Municipalidad de San Felipe había entregado a su Regimiento para llevarla a la campaña entre 1879 y 1884. Esta bandera retorna por segunda vez, victoriosa de Lima. Los jefes del Aconcagua, entonces eran el teniente coronel Pablo Marchant; el mayor José Vicente Otero; el mayor José Fidel Bahamondes y el sargento mayor, Francisco Máximo Caldera Salas. El Intendente de Aconcagua en esa época era Da-

vid García; mientras que el gobernador de Ligua era Z. Martínez Rioseco; el gobernador de Putaendo, Rafael Salazar; juez letrado, Arturo E. Prieto. El regidor de la época era Balbino B. Arrieta y redactor de “El Censor”, Clemente Suárez y profesor del Liceo de San Felipe, L. B. Zúñiga. Entre las personas que firman el acta de entrega de la bandera heroica de Aconcagua, de fecha 13 de julio de 1884, figuran el ex alumno del Liceo, sargento mayor Francisco Máximo Caldera Salas y su ex profesor del Liceo de San Felipe, Balbino Arrieta, quien fue Secretario y Ministro de Fe. Este profesor recordó que el 18 de diciembre de 1865, cuando Francisco Máximo Caldera Salas era alumno del segundo año de humanidades, recibió tres premios como alumno distinguido del Liceo en las especialidades de Latín, Gramática Castellana y Aritmética. EPOPEYA DE LOS HERMANOS CALDERA Parte de la ofensiva final de la campaña por la toma de Lima fue la batalla de Miraflores. Francisco Máximo Caldera Salas fue herido en los inicios de ese combate, cuando dirigía sus tropas a la ofensiva. Terminó internado en el Hospital Militar. Es conocida la anécdota de que en ese lugar se encontró con su hermano, el teniente Benigno Segundo Caldera Salas prácticamente ultimado por cuatro balazos. La primera herida Benigno Segundo la recibió en la espina dorsal mientras subía al caballo para transmitir una orden del jefe institucional; cuando avanzaba, un balazo lo atravesó de parte a parte en el cuerpo; mientras que el tercer proyectil lo impactó en la parte superior del tronco y lo tumbó a tierra. El sufrido teniente se arrastró detrás de una pared y se batió a balazos hasta que un cuarto proyectil destrozó los dedos de su mano e inutilizó su fusil. Caldera

fue recogido del campo de batalla al día siguiente del combate, desangrándose y cadavérico, pero conservando la valiente serenidad de ánimo de que había dado prueba. Al ser trasladado a la sala de oficiales del Hospital Militar, su hermano Francisco Máximo, que se encontraba en ese lugar también herido, le preguntó por el número de sus heridas, a lo que Benigno Segundo contestó: “Hermano, creo que he recibido más de las necesarias”. Días después, el teniente don Benigno Segundo Caldera Salas fallecía a consecuencia de sus heridas, en el Hospital de Guadalupe en el Callao. Dicen que poco antes de morir uno recuerda toda su vida como una película. Benigno Segundo Caldera Salas al agonizar en Perú, pensaría en el día 18 de diciembre de 1865, cuando en presencia del rector del Liceo de San Felipe, don Jerónimo Arce, y al aprobar el segundo grado de humanidades, recibió igual que su hermano Francisco Máximo, tres premios. El segundo en Gramática Castellana inmediatamente detrás de Francisco Máximo. Además, recibió los primeros premios en Historia Antigua e Historia Griega. Cuenta Benjamin Olivares Corvera que Hortensia Caldera Salas en Santiago, el 24 de junio de 1946, envió a don Mario Urcullu de la Vega, en su calidad de presidente de la Sociedad de Historia y Arqueología de Aconcagua, una nota donde adhiere a la fundación de la Sociedad, colabora financieramente a la obra y hace un obsequio al Museo “de los retratos de mis recordados hermanos, Benigno Segundo y Francisco Máximo Caldera Salas, el primero de ellos muerto heroicamente en la batalla de Miraflores y el otro herido también de gravedad en la misma acción de guerra y de sobresaliente figuración en las filas del Ejército”.


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