4 - 276 años de San Felipe
Viernes 5 de agosto de 2016
EL OBSERVADOR
“Vi a muchos menores en la cárcel, que no tenían casa ni familia” Mario Sottolichio Urquiza hoy es consejero regional, pero su vida política lo hizo pasar una juventud llena de experiencias límite, debido a la convulsionada época de los años 70 en Chile, que lo llevaron a acumular vivencias que, con los años, derivarían en su orientación social. Nació en 1948 en Talcahuano, hijo de Luis Sottolichio y Fresia Urquiza. Vivió toda su infancia en la ciudad portuaria, hasta que, en 1973 y en medio de la dictadura militar, fue mandado al exilio. Pero previo a esa salida, fue víctima de persecuciones y encarcelamientos de tipo político, que le sirvieron para darse cuenta de la realidad de muchos jóvenes que vivían en las calles y necesitaban urgente ayuda. Eran tiempos de veinteañero, en los
que integró muchas iniciativas de trabajo, entre ellas el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU). Su participación en esta organización y otras de perfil político, hicieron de esa época una muy compleja trama de detenciones y experiencias extremas. “Mi juventud se desarrolló en tiempos difíciles de nuestro país y fui muchas veces detenido y llevado a la cárcel. En ese lugar, pude ver muchas cosas me han ayudado y formado para lo que soy hoy en día. Vi a muchos menores en la cárcel, que no tenían casa ni familia. Eso me marcó mucho”, cuenta Sottolichio. Teniendo sólo 25 años, fue obligado a salir del país, recalando en Alemania, donde vivió trece años. “Cuando estuve en mi exilio, fue-
Mario Sottolichio Urquiza
Consejero Regional Fue líder juvenil y exiliado político 13 años Fundador de Casa Walter Zielke ron años en los que aprendí bastante. Estudié y tuve experiencias de vida que mantengo hasta hoy. Allá también viví y vi cosas sobre todo con los jóvenes, para saber cómo sacarlos adelante cuando tienen problemas. Hasta los 38 años, en Alemania, también fui participante de obras sociales y un activo hombre en la lucha social”, rememora. Noviembre de 1991 está grabado entre los espacios inolvidables de su
biografía, pues fue cuando volvió a Chile y lo hizo a San Felipe, por una petición del -entonces-. Obispo de la Diócesis de Aconcagua, monseñor Camilo Vial. Antes de cumplir los 40 años, lo conminó a que trabajaran juntos por mejorar las condiciones y luchar por los jóvenes que
más lo necesitaban. Tras una serie de labores en organismos vinculados a la Iglesia Católica, llegó el año 2000, cuando decidió generar un espacio para ayudar a jóvenes vulnerables y con problemas sociales, dando lugar a toda esa inquietud que se
generó cuando era veinteañero. Así nació la casa para jóvenes “Walter Zielke”. En ella han vivido, educado y recibido oportunidades más de un centenar de jóvenes, durante 25 años. Sottolichio cuenta que sus años de infancia y juventud se forjaron en la solidaridad, gracias al ejemplo que dieron sus padres: “Ellos eran muy comprometidos en todo trabajo social para ayudar a la gente. Creo que desde ahí también viene esa vocación mía, ellos me inculcaron la solidaridad y amor al prójimo”. La comunidad sanfelipeña acaba de premiarlo como “Ciudadano Benemérito” de San Felipe, reconocimiento que -según sus palabras- lo deja muy contento y sorprendido.
“Recién egresados, trabajábamos gratis junto a otros profesionales” Jorge “Choche” Cruz Odontólogo
Jorge Francisco Cruz Lolas, conocido popular y cariñosamente como el “Choche Cruz”, es un ilustre sanfe-
lipeño nacido en 1954. Hijo de Jorge Cruz y Catrina Lolas, estudió toda su etapa escolar en el Instituto Abdón Cifuentes. Cuenta que ya en sus años de escolar, apareció su vocación de servicio cuando fue presidente del Centro de Alumnos del tradicional establecimiento. “Trabajábamos realizando obras en ayuda da la comunidad. No sólo nos preocupábamos de cosas dentro del colegio: íbamos a hogares, hospitales y llevábamos alegría y otras cosas. A mí en particular
eso me gustaba mucho hacerlo, por supuesto que queremos que esas necesidades no existan, pero mientras estén, alguien debe atenderlas. Eso era lo que Nosotros intentamos hacer”, recuerda. Una vez que egresó del IAC, decidió estudiar la que es su más ferviente pasión: Odontología. Con el título obtenido, en vez de quedarse en ciudades metropolitanas, decidió volver a San Felipe para ejercer su profesión, además de desarrollar otras áreas. De hecho fue odontólogo de la Cruz Roja de San Felipe, trabajando ad honorem por muchos años. “Ese trabajo lo hacía gratis sólo por el servicio a la comunidad. Pero
era yo junto con otros colegas, en distintas áreas, que también que hacíamos este trabajo ad honorem para San Felipe”, describe sobre sus años de joven profesional. Paralelamente, sus años de juventud también tuvieron espacio para la política. Con sólo 19 años fue presidente provincial del Partido Nacional, cargo que ejerció hasta 1973. “También formé parte del Consejo de Desarrollo Municipal y he sido miembro de la Sociedad de Historia
de Aconcagua, entre muchas otras organizaciones”, sostiene el dentista. Pero cuenta que uno de sus pasatiempos favoritos es la astronomía. Por más de 45 años ha integrado, hace tres décadas, la Asociación Chilena de Astronomía y Astronáutica. El también ex concejal por cuatro años, hoy vive momentos de inmensa alegría. Pasado el tiempo y sin cesar el mismo compromiso de su juventud por la comuna, en el marco de un nuevo
aniversario de San Felipe, el Concejo Municipal le otorgò la condecoración de Hijo Ilustre. “Ésta es una distinción de la cual estoy profundamente agradecido. No me la esperaba, porque uno no trabaja pensando en el premio, sino por el bien común”, señala Cruz. “Choche” agradece, de paso, a su familia, su esposa María del Carmen Navea, con quien lleva 34 años de matrimonio; y a sus hijos Pablo, Rodrigo y Estefanía.
“Fue muy bonito resultar campeonas nacionales de tenis de mesa” Ana Valenzuela Toro Campeona Nacional de Tenis de Mesa en 1962
Corría el año 1962 y un grupo de jóvenes deportistas representaba a San Felipe en el Campeonato Nacional de Tenis de Mesa en Valdivia. La delegación estaba compuesta, entre otros, por las damas Ana Valenzuela Toro, Ana María de la Paz, Elba Tapia e Isabel Vásquez. Ana recuerda que todo nació en la Escuela Número 3 de San Felipe, donde conoció a sus amigas y, juntas, decidieron practicar este deporte. Al paso de un tiempo y de una serie de campeonatos locales, clasificaron para el Nacional Escolar de la espe-
cialidad, en la ciudad del río Calle Calle. “Nos gustaba mucho jugar tenis de mesa. Es un deporte muy lindo. Además, en ese tiempo, lo practicaba con mis amigas, así que todo se hacía más entretenido”, señala Ana Valenzuela. Pese al talento que tenía, no era una época donde fuera fácil conseguir permiso para que las mujeres pudieran salir de casa tan lejos. De hecho,
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Ana cuenta que cuenta que, en su caso, sus padres Luis Valenzuela y Marina Toro, no le daban la autorización para viajar a participar y tuvo que ser su tía, Ana Rebeca López, quien intercediera para conseguir la venia. “Como yo era adolescente, mi tía vino desde Quilpué para hablar y decir a mis padres que debían dejarla ir”, rememora. Una vez en Valdivia, comenzaron con esta travesía que era disputar el campeonato. A medida que avanzaban las etapas, se dieron cuenta que había opciones de ganar la final. Y así fue, pues y se titularon Campeonas Nacionales de Tenis de Mesa, en 1962, el mismo año del Mundial de Fútbol de Chile. Ana sostiene que “fue una experiencia muy linda, salir campeonas nacionales de tenis de mesa, llena de recuerdos”. “Viajamos en bus hasta Valdivia. De la ciudad conocimos mucho, anduvimos en lancha, visitamos plazas, parques. Y, una vez de vuelta, el recibimiento en San Felipe fue muy grande. Nuestras familias estaban muy orgullosas y felices por nuestro logro. En el colegio también nos premiaron y felicitaron”, relata. Sin embargo, las campeonas nunca han tenido un reconocimiento por parte de la ciudad, pues el logro ha quedado un tanto guardado en la historia.