




EViernes 9 de mayo 2025
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n un principio, los parajes del valle del Aconcagua encerrados entre el serpenteante río y el cordón de cerros no tenían un nombre, sólo con el decurso de los años y los primeros asentamientos de los conquistadores españoles, a partir de 1.600, comenzó a denominarse “La Calera del Rey”, debido a los afloramientos de caliza que los jesuitas comenzaron a explotar para la producción de cales que se requerían en la construcción de nuevas casas, edificaciones y obras públicas. Entonces hay que entender que La Calera del Rey, no era la denominación de un paraje, villa o aldea o del propio valle encerrado entre el coronamiento de montes y el río, sino tan sólo la denominación de las faenas mineras de los yacimientos de cal, que por extensión y el poblamiento continuo, pasó a llamarse así a toda la zona.
En el Siglo XVII, Santiago se proveía de caliza, preferentemente de las caleras existentes en la región: El Melón, también de Polpaico y Tango. Al iniciarse en
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ROBERTO S ILVA B IJIT
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Viejo, Petorca, Zapallar, Maitencillo, Papudo,
San
Catemu, Panquehue,
1764, las obras de las fortificaciones en la Bahía de Corral, que sería en mampostería, las cales para estas fortificaciones fueron enviadas inicialmente desde La Calera, estancia de don Vicente Torrejón. Los jesuitas que las explotaban construyeron tres grandes hornos, bodegas, viviendas y oficinas en la estancia indicada. Se enviaba la cal calcinada a Valdivia en zurrones de cuero a lomo de burros hasta Papudo, donde se embarcan en lanchones hasta la Isla Mancera.
Hacia fines del siglo XVIII llega a Chile don Manuel de Torrejón y Puente, natural del Ayuntamiento de Santorcaz, de la comunidad de Madrid. En 1778 don Manuel de Torrejón compró estas tierras del valle del Aconcagua al capitán y encomendero Alonso Campofrío, marido de Catalina de los R íos y Lisperguer, la Quintrala. Uno de los nietos de sus numerosos hijos, Vicente Torrejón, se adjudicó la heredad que posteriormente adquiere en 1811 don Ramón Ovalle y Vivar. Él le dio su nombre a una parte de la heredad que fue conocida entonces como La Calera de Ovalle. El antiguo apellido de Manuel de Torrejón aún se conserva en la comuna de Hijuelas, debido a un sector conocido como la Punta de Torrejón, del Valle de Romeral. Entre los años 1840 y 1841, arriba a Chile desde Bolivia, el magnate minero Ildefonso Huici y Peón (1840-1870), acompañado de su esposa Manuela Arguedas Flor y dos hijos, y se instala en La Calera. Y lo hace por múltiples razones, entre otras porque los buenos tiempos en Bolivia se habían acabado para Huici, donde trabajó en faenas agrícolas y mineras, en las que labró su cuantiosa fortuna. Pero la razón más importante
por la que llega a Chile es porque era chileno y una extensa familia que se remonta a su abuelo Roque Jacinto Huici Ostolaza, nacido en San Sebasti án, Guipúzcoa, España en 1750, uno de los principales comerciantes del período, casado con María Josefa Trucios y Salas. Ildefonso Huici se embarca en Cobija rumbo a Valpara í so desde donde se dirige a Santiago, pero queda atrapado en el valle del Aconcagua que en la década de 1840, era un portento en el desarrollo de la agricultura, por lo que decide iniciar su vida y la de su familia en este hermoso lugar con el encanto visual del Rio, la cercanía a un puerto de exportación, la jerarquización del campo y especialmente, los aflora -
mientos de la piedra caliza de los cerros periféricos que posibilitaban la fabricación de cal y cementos.
De este modo, don Ildefonso encontró una nueva oportunidad para continuar con su éxito empresarial. En 1842 compró a los herederos de don Ramón Ovalle la parte norte-oriente de la hacienda de La Calera en la suma de $100.000 que comprendía los sitios de Artificio y el Olivo, y empezó su actividad creadora que lo llevó a la industrialización de la zona, con los productos de la región. Esta parte pasó a llamarse “La Calera de Huici”.
Roque Jacinto Huici emigró del País Basque y se instaló en Bolivia donde participó en la revolución política de 1809 que proclamó la independencia,
arribando a Chile en 1817, donde abrazó las ideas independistas, radicándose definitivamente, desempeñándose como administrador del Hospital de Santiago, siendo legendaria su benéfica actitud en el cometido de ese cargo.
Los Huici chilenos tuvieron destacada actuación, como José Antonio Huici Trucios, capitán de granaderos. Fue procesado junto a su hermano José Domingo, a ocho años de extrañamiento, porque se creyó que conspiraron contra los hermanos Carrera. Diputado por Aconcagua y San Fernando en varios períodos, firmante de la Constitución de 1833.
Tenemos entonces a un Ildefonso Huici y Peón, nacido en Bolivia en 1804, hijo de chileno,
casado con Manuela Arguedas Flor, asentado en La Calera con dos hijos que habían nacido en Bolivia: Elisa Huici Arguedas y Josefa Elisa Huici Arguedas . Con los años la familia crece en Chile con el nacimiento de nueve hijos más , entre los que destacan José María Huici Arguedas, padre de Josefina, Teresa y Adriana, cuyos nombres llevan tres calles de La Calera y Eugenia Huici Arguedas. Esta última se impuso en Europa a fines del Siglo XIX y comienzos del XX por su belleza, su apreciación artística y la creación del minimalismo en la decoración de interiores. Además de ser la musa indiscutida y mecenas de Pablo Picasso, Igor Stravinsky y Blais Cendrars, sus “tres amores”.
Carlos Valenzuela Tello se forjó en los canales del ex fundo La Peña y luego fue uno de los más grandes nadadores de aguas abiertas del país y Sudamérica
Fue el primer chileno en nadar en el lago Titicaca y el primer deportista en nadar en el lago Chungara, el más alto del mundo. Se lució en diferentes competencias de largas distancias en el país, destacando como uno de los mejores en su especialidad.
Se trata de Carlos Valenzuela Tello, más conocido como “el nadador calerano”, gran deportista local que supo aprovechar sus innegables condiciones, las que se forjaron desde muy niño cuando nadaba contra la corriente en el sector de La Peña, y que fueron potenciadas aprendiendo de su gran maestro, Víctor “Tiburón” Contreras, con quien se convirtió en un gran nadador de aguas abiertas.
En los canales de lo que era el ex fundo La Peña, el pequeño Carlos Valenzuela que se crió en Artificio se tiraba, pero al revés de los
demás niños, él braceaba en contra de la corriente, forjando un estilo que muchos años después serían su principal sello.
Hace más de 40 años que vive y trabaja en Valparaíso, pero nunca olvida a La Calera. En más de una oportunidad ha manifestado que le gustaría volver, para estar cerca de sus amigos y de la tierra que lo vio nacer.
Lleva más de cuatro décadas trabajando como conserje en el edificio de Capredena, trabajo que le permitió forjar a su familia y encontrar los espacios para practicar su especialidad deportiva.
Aunque en su juventud probó suerte en las inferiores de Unión La Calera llegando a estar muy cerca de ser subido al primer equipo del club de sus amores, se decidió por la natación.
A comienzos de los años 80, Carlos Valenzuela entrena-
ba en solitario en la playa San Mateo de Valparaíso. Fue ahí donde el deportista calerano fue visto por Víctor “Tiburón” Contreras, el más
Muchas veces él fue portada del suplemento de deportes de El Observador, destacando sus grandes logros.
grande y popular nadador de aguas abiertas de Chile, quien lo invitó a unirse a su club de natación os elfines”, pues se percató de las condiciones del calerano. No pasó mucho tiempo para que comenzara a entrenar en la Escuela Naval de Valparaíso, para aprender la técnica del nado en aguas abiertas, iniciando también su participación en diferentes pruebas.
Carlos Valenzuela compitió y con éxito en las Postas Náuticas Nacionales, Campeonatos Nacionales en diferentes ciudades; travesías en el extranjero como una de 42 kilómetros de nado en Brasil y el hecho histórico de haber sido el primer chileno en nadar en el Lago Titicaca, uno de los más altos del mundo, al igual que en el Chungará. Es decir, fue el primer hombre en nadar en altura.
Entre sus proezas deportivas en nuestro país, realizó el nado puente a puente en Val-
divia y también unió Corral con Valdivia; también cruzó el Canal de Chacao desde Pargua a Chiloé, entre otras. En cada una de las travesías o competencias en que participó, Carlos Valenzuela siempre hizo saber que era de La Calera, paseando con orgullo el nombre de la comuna, a la que volvía para entrenar en la Piscina Municipal siempre antes de alguna prueba importante.
Carlos Valenzuela entrenaba nadando cinco kilómetros en la mañana y cinco kilómetros en la tarde en la piscina olímpica calerana, algo que se fue convirtiendo en una especie de cábala, y que además servía para estar cerca de sus familiares y amigos.
Durante la pandemia, sus habituales entrenamientos en la bahía de Valparaíso se complicaron un poco, especialmente por los horarios impuestos por la cuarentena.
Hoy a sus 72 años, recuerda con orgullo sus grandes logros deportivos, difíciles de igualar, como también recuerda a La Calera. Todos los días está cerca de la ciu-
Carlos Valenzuela, el más grande nadador calerano de aguas abiertas, no olvida a su comuna y tampoco su fanatismo por Unión La Calera. dad a través de Radio Observador, como fiel auditor de su programación y especialmente de las transmisiones de Unión La Calera, club que hace algunos años lo homenajeó en el Estadio Municipal, reconociendo su fanatismo y el ser un ídolo deportivo de la comuna.
Viernes 9 de mayo 2025
Talentoso y habilidoso. Para muchos hinchas de Unión La Calera, el más grande de todos los que han vestido la camiseta roja
El fútbol apasiona a los caleranos y especialmente Unión La Calera, el club que desde 1954 representa a la ciudad en el fútbol profesional y domina en el corazón de los habitantes de la comuna.
A lo largo de toda su historia, por el club rojo han pasado cientos de grandes ugadores, figuras indiscutidas que se han quedado en la memoria de los hinchas por su entrega o su talento en la cancha.
“Mago” Saavedra, “Pata Bendita” Castro, Daniel Ahumada, “Papudo” Vargas, Héctor Díaz, Lucas Giovini, “Fantasmita” Pereyra y muchos más han permanecido en el recuerdo de los fanáticos, generación tras generación.
Uno de esos grandes nombres, quizás el más grande de todos, es Juan Carlos Vera, el “Pelé”, tal vez el más talentoso e importante jugador calerano, nacido en
la comuna y criado en las poblaciones de la ciudad. Es considerado el mejor jugador calerano surgido de Unión La Calera. Comenzó jugando en la población Ferroviaria, donde pronto se ganó el apodo de “Pelé” por su talento innato con el balón. Pudo convertirse en profesional en el Rayo Vallecano de España (donde se fue a vivir a los 12 años con su familia), donde fue probado, pero el destino tenía preparada otra cosa para él. La historia quiso que regresara a a Calera a fines de la década del 70 y que Nicolás Chahuán lo viera en la calle, lo invitara a entrenar en Unión La Calera y terminara integrándose a las series menores del club rojo. De inmediato llamó la atención por su habilidad, gambeta y talento con la pelota. Era imposible quitársela. El primer año jugó en la serie juvenil y en 1979 debutó con
el primer equipo.
En los años siguientes fue formándose como jugador profesional y entregando su magia en la cancha, la que encontraría su máxima expresión en el título de Segunda División en 1984, donde fue la figura uienes lo vieron jugar, cuentan que era capaz de eludir rivales con facilidad y podían aguantar durante minutos la pelota en la esquina del córner, sin que pudieran quitársela.
Eran otros tiempos y llegar a un club de la capital era muy difícil, muchos menos a los denominados “grandes”. De los rojos, Vera pasó a Audax Italiano y luego a Huachipato. Su capacidad como volante creativo, su goles y gambetas, hicieron que desde ico se fijaran en él.
En ese país defendió a Morelia, Tampico Madero, Atlas, Pachuca y Toros. Se convirtió en ídolo y figura de los Pumas de la UNAM, donde fue elegido el Mejor Mediocampista en la temporada 1990-1991, en la que logró el título del fútbol mexicano.
Parece increíble, pero
pese a su gran nivel, “Pelé” Vera solo jugó un partido por la Selección Chilena en 1991. Años después regresó a La Calera, para retirarse en los rojos en 1995. Actualmente vive en Santiago junto a su familia, pero
no se olvida de La Calera y de Unión La Calera. Hace muy poco confesó que pese a todo lo que consiguió a lo largo de su carrera, títulos y distinciones, para él, el título conseguido con los rojos en 1984, es el más importante de su carrera futbolística. “Ser campeón con Unión La Calera fue cumplir el sueño que tuve de niño”, dijo alguna vez, y también que “el Estadio de La Calera para mí era como un templo. Era difícil estar en el césped del estadio cuando niño. La primera vez que bajé el túnel hacia los camarines fue emocionante y espectacular, no tengo palabras para expresarlo”.
Hoy una de las tribunas del estadio calerano (Andes Bajo) lleva su nombre, un homenaje más que merecido para el jugador nacido en la comuna y que supo pasear su talento por las canchas del país y del extranjero.
Juan Carlos Vera, calerano de tomo y lomo, el mejor 10 de todos. Se formó en la cantera roja y llegó a ser elegido el mejor jugador del fútbol mexicano.
Viernes 9 de mayo 2025
Fue el campeón chileno más joven de la historia, creció y aprendió de los mejores en La Calera y hoy sigue más vigente que nunca en este deporte
La Calera ha sido tierra fecunda para el billar. Muchos son los caleranos que a lo largo del tiempo, han destacado a nivel nacional en este deporte que durante décadas ganó popularidad y adeptos en la ciudad.
“Jano” Espinoza, Richard Chahuán, Germán Astudillo, Orlando Rojas, José Salinas, Carlos Guajardo, Mario Cofré, Juan ndez, eófilo addad, Jorge Guerra, Luis Rojas y Jorge Pichara (considerado un verdadero maestro para muchos), son nombres que permanecen frescos en la memoria deportiva de los caleranos como figuras indiscutidas del billar local.
Campeones nacionales, en diferentes épocas y en diversas categorías, que supieron dejar bien puesto el nombre de La Calera a lo largo del país. Estos y otros
nombres, se fueron forjando en los salones y clubes que durante muchos años, fueron parte habitual del paisaje del centro de la comuna. eredero de esa tradición, aprendiendo de muchos de ellos en sus inicios, Luis Bahamondes Anacona es tal vez el más grande billarista calerano de los últimos años. Un campeón de raza, que constantemente se codea con los títulos nacionales, y que hoy se encuentra totalmente vigente. Creció viendo jugar a los más grandes exponentes del billar calerano, entre ellos a su padre Luis Bahamondes Araya, fallecido hace algunos años y que fue el gestor de su gusto por este deporte. Desde muy niño, Bahamondes se movió entre las mesas, tacos y carambolas, y su destino deportivo estaba claro desde entonces.
Aprendió lo que más pudo de los billaristas locales, y tambi n de ern n Bustos Lescure, el billarista más importante que ha dado nuestro país, campeón de Chile 46 veces y que alguna vez estuvo un mes en La Calera, entregando sus conocimientos a los socios del Club de Billar La Calera. Luis Bahamondes aprovechó esas enseñanzas, y los logros no tardaron en llegar. A los 14 años se convirtió en el campeón nacional más joven del país, algo que no ha sido superado hasta el día de hoy. Desde entonces, Bahamondes ha sumado y sumado títulos, trofeos y medallas en nuestro país, peleando los primeros lugares del ranking nacional, siendo considerado uno de los billaristas más importantes de Chile. De hecho, el año pasado se convirtió en el número uno del país, desplazando de ese lugar al porteño Marco Antonio Sobarzo, luego de ganar un torneo nacional. a paseado el nombre de
La Calera por todo el país, y también en el extranjero donde también ha cosechado logros, como por ejemplo, cuando fue campeón panamericano en Buenos Aires, derrotando en la final a un billarista argentino.
Al parecer Argentina le acomoda al calerano, ya que hace tres años, Luis Bahamondes Anacona viajó hasta Mendoza, donde se consagró campeón del Grand Prix de Billar en Mendoza, título especialmente dedicado a su padre, quien había fallecido
solo unos meses antes. Su calidad y enorme trayectoria encontró premio comunal este verano, cuando por primera vez se impartió a la comunidad el taller de billar, el que fue dictado y ejecutado por Luis Bahamondes, el múltiple campeón chileno, que de esta manera se convirtió en “profeta en su tierra”, algo que él siempre soñó que se produjera.
En los últimos meses, el billarista calerano se ha dedicado a enseñar lo que sabe de este deporte, a los más pequeños, en un exitoso taller municipal.
En medio de un proceso de modernización constante, Los Leones Interclínica reafirma su rol como referente de salud para la ciudad que celebra un nuevo aniversario, con mejoras en infraestructura, más especialidades y una atención cercana que pone al paciente en el centro.
Con más de treinta años al servicio de la comunidad, Los Leones Interclínica se ha consolidado como un centro de salud integral para La Calera y sus alrededores, entregando atención médica de calidad, cercana y resolutiva, comprometida con el bienestar de los pacientes y sus familias.
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CLÍNICA EN EXPANSIÓN
Luego de un activo proceso de renovación con inversión en infraestructura, equipamiento y capital humano, durante el último año el balance de su ejercicio ha sido positivo, con incrementos tanto en el total de atenciones que se realizan en la clínica, como en el nivel de satisfacción de los pacientes, según describe el gerente general de Los Leones Interclínica, José Fuentes Araya: “Nuestro crecimiento general en el año ha sido de un 10%, llegando a realizar 3.500 intervenciones en pabellones, 20.800 consultas de urgencia, 144.000 consultas en el centro médico y más de 231.000 exámenes el último año”. Respecto al nivel de satisfacción de los pacientes, medido con el sistema de índice de promotor neto -un indicador que recoge las impresiones luego de ejecutada la atención-, el alza fue de un 11% en un año.
URGENCIA EN 30 MINUTOS
Entre los avances que ha implementado Los Leo nes Interclínica en el último año, se cuenta su renova da unidad de urgencia, que asegura la atención médica en menos de 30 minutos. Ello, gracias a un efectivo sis tema de gestión que optimiza la evaluación y priorización de pacientes, incorporando herramientas tecnológicas, equipamiento moderno y un equipo humano capacitado para brindar respuestas oportunas y eficientes.
Según explica José Fuentes Araya, este modelo abor da la urgencia de manera integral, fortaleciendo su capa cidad resolutiva mediante tecnología, infraestructura, capacitación y mejoras en la categorización de pa cientes. “Todo esto, sin perder de vista el componente humano, con equipos preparados para contener también la carga emocional del paciente y su familia durante la espera”.
Fue tal el interés, especialmente de niños y jóvenes, en aprender la técnica y secretos del billar, que ese taller continúa, algo que motiva especialmente a Luis Bahamondes. Su enorme calidad deportiva sigue intacta y vigente. Es más, hace solo una semana, el deportista calerano se consagró campeón nacional –una vez más-, en el Torneo Aniversario del Club de Billar de Valparaíso, preparándose para viajar próximamente a Buenos Aires, para ser parte del Campeonato Panamericano, donde nuevamente y con seguridad, dará lo mejor de sí mismo para dejar en lo alto el nombre de Chile y La Calera.
La renovada unidad de Urgencia se suma a la puesta en marcha del primer Centro Cardiológico de la provincia de Quillota y a la Unidad de Hemodinamia, avances que forman parte del proceso de actualización que ha emprendido Los Leones Interclínica en los últimos años.
Para los próximos meses, está contemplada una renovación de la infraestructura y mejoras en el acondicionamiento y el mobiliario en las habitaciones, y la apertura de un renovado Centro Médico, con miras a continuar elevando la calidad de la oferta en salud para los pacientes de La Calera y zonas aledañas.
“En un nuevo aniversario de la ciudad, queremos reafirmar nuestro compromiso con sus habitantes y con nuestra misión: ofrecer soluciones de salud accesibles, confiables y cercanas, mejorando la calidad de vida de los habitantes de La Calera y sus alrededores, al brindar atención efectiva y profesional sin necesidad de grandes desplazamientos”, señala José Fuentes Araya, mientras añade que el desafío para Los Leones Interclínica es seguir creciendo, con más tecnología y complejidad, pero sin perder lo esencial: “una atención humana, de calidad, con equipos técnicos y profesionales comprometidos con cada paciente y su entorno”.
Jose Santos Fuentes
Araya
Gerente Gral Clinica
Los Leones
“En un nuevo aniversario de la ciudad, queremos reafirmar nuestro compromiso con sus habitantes y con nuestra misión”
Sus condiciones innatas lo llevaron a ser el mejor de la ciudad y del país, defendiendo incluso a Chile en el extranjero
El ciclismo fue un deporte que apasionó a los caleranos con mucha fuerza. Masivas eran las pruebas ciclísticas que se realizaban en la comuna y que concitaban el interés de todos.
Uno de los más grandes exponentes que ha tenido el ciclismo en La Calera, tuvo un paso fugaz por este deporte, pero que bastó para instalarlo en la galería de los más grandes del deporte local y nacional.
Aunque nació en Valparaíso en 1932, Agustín Macellari Balzarini fue un calerano de tomo y lomo, convirtiéndose en una gloria del ciclismo de La Calera, con una carrera brillante que duró solo seis años.
A fines de la d cada del 40, siendo un adolescente, este hijo de inmigrantes italianos, acostumbraba ver a los pedaleros que pertenecían al Club Supermelón de
La Calera como un espectador más. Aunque le gustaba el ciclismo, nunca se le pasó por la mente hacer de su gusto, algo competitivo. Un día, como tantas veces, fue a ver una prueba en las calles de La Calera. Era habitual que tomara su bicicleta –una común y corriente, de paseo, de casi 15 kilos- y corriera junto a los competidores. Cuando se daba cuenta que la meta estaba cerca, aceleraba el ritmo y llegaba primero que todos los más avezados ciclistas, solo para ver la llegada en primera fila
Este hecho llamó la atención de los dirigentes del club calerano, quienes no tardaron en invitarlo a integrarse a la institución, viendo las innegables condiciones del joven pedalero.
Agustín Macellari, no lo dudó y comenzó a entrenar pedaleando en las calles de
La Calera todos los días, buscando mejorar sus condiciones innatas. Pero él, quería hacerlo bien, por eso pidió ayuda. Optó por contactarse a través de cartas con Fernando Valdivieso Etchevers, conocido como Tito París, periodista deportivo especializado en ciclismo, que escribía en la mítica y recordada revista “Estadio”, la más importante del país. Sus padres encargaron a Italia una bicicleta a su medida, lo que le ayudó a conseguir logros en un breve lapso. Sus primeras conquistas pedaleras y sus innegables condiciones nuevamente llamaron la atención, esta vez de la Asociación de Ciclismo de Quillota.
Los buenos resultados lo acompañaron desde el inicio. Defendiendo la casaquilla del Supermelón, tuvo su primera participación importante en el Campeonato Nacional de Rancagua, donde ocupó el sexto lugar. En 1953 compite en Santiago, obteniendo un cuarto lugar que siguió motivándolo para mejorar cada día más.
años, consiguió todo lo que se propuso en el ciclismo local y nacional.
El mismo año, participa en el Nacional de Curicó y se consagra subcampeón nacional en velocidad pura y en los 1.000 metros contrarreloj. Al año siguiente, en 1954, llegaría el momento de la consagración definitiva para Agustín Macellari Balzarini. Viaja representando a la Asociación de Quillota para competir en el Nacional de Talca, obtiene el título de campeón nacional de velocidad pura, derrotando
a los mejores del país, cruzando la meta en 12 segundos y 9 centésimas. Ese logro le significó convertirse en una figura del ciclismo nacional y ganarse el derecho de ser nominado para defender a la Selección Chilena de Ciclismo en el Cuarto Campeonato Sudamericano de Sao Paulo, Brasil, representando por primera vez a nuestro país en el extranjero, y obteniendo nada menos que el
tercer lugar continental. Las buenas actuaciones siguieron, al igual que su condición de seleccionado chileno, lo que le valió correr también en Argentina y Uruguay, representando a Chile en importantes pruebas ciclísticas con un éxito que lo elevó a la categoría de uno de los mejores pedaleros del país.
Sin embargo, en su mejor momento, Agustín Macellari decidió dejar el ciclismo competitivo. Eran otros tiempos y el deporte no daba para sobrevivir, había prioridades y pese a que mientras trabajaba en la Aduana de Valparaíso, tenía todas las facilidades para entrenar y competir, sus deseos de formar una familia, lo llevaron a abandonar el ciclismo para siempre. Contrajo matrimonio, se dedicó al comercio y formó su familia. Ganó la representación de una empresa de gas licuado y tuvo una de las primeras tiendas de línea blanca en La Calera. Fue un comerciante muy querido, que supo ganarse el aprecio y el cariño de los caleranos.
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Viernes 9 de mayo 2025
Víctor Estay Álvarez fue un destacado atleta autodidacta que, sin proponérselo, fue el espejo en que se miraron muchos otros deportistas de la ciudad
Hablar de atletismo en La Calera remite rápidamente al nombre Víctor Estay lvarez dentificado en muchas ciudades como “el Corredor Calerano”, este conocido y recordado deportista de la ciudad, impulsó el atletismo con el ejemplo.
En septiembre se cumplirán 10 años de su repentino fallecimiento, el que enlutó el mundo del running y el atletismo local, y su recuerdo sigue tan presente como cuando se le veía entrenando por las calles de La Calera; donde todos lo conocieron y supieron de sus proezas en los diferentes lugares en que compitió, donde dejó siempre bien puesta a la comuna.
Sin saberlo, Víctor Estay sentó las bases y puso las semillas del atletismo y el running en La Calera, con su ejemplo y también con
la creación –junto a otros corredores aficionados de la ciudad- de uno de los primeros clubes de corredores de este siglo.
El correr fue parte de toda su vida. De pequeño le gustaba correr, sobre todo en su época escolar. Estudió en la ex Escuela 18, la que actualmente es la Escuela “Irma Sapiaín”, pero sus primeros acercamientos con el atletismo escolar fueron en la enseñanza media, específicamente en el iceo Mixto de La Calera, por el que compitió muchas veces.
De joven, además del trote, practicó el fútbol, jugando por algunos clubes amateur de la ciudad. Fue padre muy joven, por lo que el deporte y también los estudios dieron paso al trabajo.
Las circunstancias de la vida parecían alejarlo del atle-
tismo y también de La Calera. Se casó siendo muy joven y partió rumbo a San Bernardo junto a su señora y su pequeña hija. En ese tiempo, el atletismo quedó a un lado. Había prioridades en la familia.
Regresó a La Calera y al tiempo se sumó un nuevo hijo a la familia. Víctor Estay trabajó durante 21 años en una agencia de Polla Gol que tenía la particularidad de ser una agencia “itinerante”, pues era una casa rodante que se movía por diferentes puntos de la ciudad, en los años en que este juego de azar era muy popular.
Se separó de su mujer, lo que fue un duro golpe del que le costó reponerse. Sería el deporte y el atletismo el que le ayudaría en ese momento, debido a que justamente, su hijo menor decidió sumarse a la rama de atletismo de Unión La Calera en ese entonces. Y como una manera de estar cerca de sus hijos, el deportista calerano también se sumó a la rama deportiva del club, momento desde el cual, nunca más dejó de correr.
Poco a poco fue forjándose un nombre en el atletismo hasta convertirse en la figura m s representativa de este deporte en la comuna durante más de 30 años. Sus hijos crecieron, la rama de atletismo de los cementeros se acabó, pero Víctor Estay no dejó de correr. Cada fin de semana estaba presente en alguna competencia. Durante la semana
se entrenaba y preparaba en la antigua pista de atletismo del Estadio Municipal.
Compartía su experiencia con los más jóvenes y con aquellos incipientes corredores y corredoras que comenzaban a surgir en La Calera, quienes lo veían como un referente.
Ganó un número indeterminado de medallas a lo largo de su exitosa carrera. Recorrió prácticamente todo el
país, participando en diversas competencias, en diferentes categorías, siempre orgulloso de ser calerano y de que lo reconocieran como tal.
Durante muchos años era normal verlo los fines de semana, emprendiendo viaje a algún punto del país, con su habitual polera roja con el nombre de La Calera en el pecho.
En sus últimos años, Víctor Estay decidió terminar sus estudios secundarios y luego cumplió su sueño de estudiar una carrera profesional. Se convirtió en Preparador Físico y Entrenador Deportivo en la Universidad de Los Lagos, compatibilizando los estudios, el trabajo y el atletismo, con éxito.
Un problema cardiaco lo llevó a la muerte el 22 de septiembre de 2015. Una jornada triste para su familia, para el deporte de La Calera, para el running, que se vio refle ado en su masiva despedida.
Víctor Estay inició la carrera, y otros, con el paso de los años, han sabido tomar el testimonio y seguir con su legado en el running local.
“Por
mucho que seamos buenos guerreros o combatientes, antes que eso
tenemos que ser mejores personas”, dice el deportista
Las artes marciales han tenido grandes exponentes a lo largo del tiempo en La Calera. Recordados maestros y senseis han dejado una huella imborrable en distintas generaciones de caleranos y caleranas.
Karate, Taekwondo, Kunfu, Tang Soo Do son algunas disciplinas del arte marcial que se han desarrollado en la comuna y una de ellas tiene un gran representante, campeón mundial, connotado profesor y formador de niños y jóvenes: Moisés Miranda Zúñiga.
Moisés es el máximo exponente del Tang Soo Doo Mi Guk Kwan, en la ciudad del cemento, arte marcial que desde hace algunos años ha ido ganando adeptos, especialmente gracias a su trabajo. El profesor tiene una trayectoria de excelencia. Además de innumerables torneos nacionales, ha participado en cuatro campeonatos mundiales, re-
presentando a Chile y a La Calera: En 2011 Orlando; 2015 Las Vegas; 2018 Londres y 2023 el Gran Champions en Florida, obteniendo premios en cada uno de ellos, dos títulos mundiales con el primer lugar, medallas de plata y además la Copa Máxima de maestros en 2023. Nacido y criado en La Calera, este deportista de 54 años, sintió su admiración por las artes marciales desde pequeño, cuando vivía en la Población Entrepuentes junto a sus padres y seis hermanos, especialmente amaba el Kung Fu. Creció viendo películas de Bruce Lee e imitando los movimientos de dibujos animados de la época como “Sam, el Rey del Judo” o “Centella”. Fue uno de sus hermanos, que era aficionado al ung Fu, el que fue su primer mentor. Con él practicaba, años después quiso ingresar a una academia en La Calera, pero
los medios no estaban. Eso no detuvo al campeón mundial y siguió practicando.
UNA FILOSOFÍA DE VIDA
Tenía cerca de 25 años cuando Moisés se encontró con el Tang Soo Do. Cuenta que un maestro lo invitó a participar en esta disciplina en Nogales y desde entonces no se ha detenido en cultivar este arte que se enfoca, no sólo en técnicas de combate con manos y pies más técnicas de defensa personal, sino que además en el autocontrol, la concentración
mental y la mejora del bienestar físico y emocional. También se enfatiza la importancia de la integridad, el respeto y la confianza en uno mismo, algo que inculca a sus alumnos en cada clase. “Si te golpean no respondas y arranca, si te pillan entonces defi ndete , es una de las frases de este arte que llama a no ser violento, pero sí estar atentos para poder ir en defensa propia o de alguien más.
Hace 20 años aproximadamente, Moisés creó su propia escuela donde compiten en torneos internacionales y nacio-
nales y con la que está también creando un equipo de combate para los mundiales: “Bool Joo Hang” es el nombre que significa no oponer fuerza
En la actualidad, el deportista realiza clases en los colegios Irma Sapiain y Palestina, tiene dos talleres municipales que desarrolla en el estadio Nicolás Chahuán y sigue con su escuela donde la concurrencia es cada vez mayor: “Tenemos un número interesante de alumnos, son cerca de 50 –nos cuenta el profesor- y esto ha ido en aumento, tal vez desde la pandemia creció, porque también creció la necesidad de tener una buena salud mental, lo que es nuestro foco. Se siguen integrando desde los más pequeñitos hasta adultos”.
Moisés y sus alumnos siempre están presentes en las actividades comunales, participando en los desfiles y en otras jornadas del quehacer de la ciudad, mostrando el avance de sus pupilos y su trabajo. “También estoy realizando clases para parvularias de jardines infantiles porque esta disciplina no sólo les ayuda a defenderse, sino también a superar muchos conflictos en la vida. En general -agrega- se-
guiremos haciendo ruido para continuar creciendo, las historias se escriben con los que hacen ruido”, enfatizó.
Para finalizar, ois s agradeció a todos los que valoran este arte: “Estoy agradecido de todos y todas quienes me han apoyado durante estos años, a veces no es fácil y hay que golpear muchas puertas, pero se puede lograr. Quiero recalcar que hacer un arte marcial es también una buena inversión para la salud mental que está tan decaída en estos tiempos”.
Viernes 9 de mayo 2025
Fue una de las primeras grandes exponentes de este deporte a nivel local y sumó varios éxitos y reconocimientos
Hubo un tiempo de gloria en el básquetbol calerano. Si bien se ha mantenido la importancia de este deporte en la ciudad, en décadas anteriores su efervescencia era insuperable: gimnasios repletos de público, grandes equipos y jugadores, visitas importantes a nivel nacional, e incluso una mujer como protagonista quien se convirtió en una referencia para los jóvenes de ese tiempo, muchos de ellos cultivando su amor a esta disciplina hasta hoy. Hablamos de Leontina Astudillo Cabrera, estrella del baloncesto en la década del 40 cuando este deporte comenzaba a ser popular en la ciudad. Nació en 1932, y con 9 años ya practicaba básquetbol asiduamente en el colegio. Creció junto a sus dos hermanos y sus padres en pleno centro de La Calera, donde sus papás tenían una frutería en la esquina de Carrera con Diego Lillo.
Comenzó jugando en la ex Escuela 17, hoy Irma Sapiaín, y tras ganar algunos torneos escolares, la selección de Quillota la pidió como refuerzo. Durante ese tiempo “Leíto”, como cariñosamente la llaman sus cercanos, estaba siendo observada por los técnicos de otras selecciones escolares y no tardaron en llamarla para unirse a la selección de Valparaíso, algo que significó un orgullo para la ciudad. Su amor por el básquetbol no solo se limitó a practicarlo en torneos escolares, sino que también en el que sería su primer club. Eduardo Toro, presidente del Club Libertad de La Calera, un equipo de fútbol, les planteó a ella y a su hermana la posibilidad de conformar una escuadra femenina de básquetbol. De esta manera, con el recién creado Club Femenino de Básquetbol “Libertad” inició su carrera deportiva, jugando
en diferentes ciudades representando a la ciudad.
Viva en su memoria están las tardes cuando en el desaparecido Fortín Gatica se disputaban intensas jornadas de básquetbol, el público repletaba las galerías e incluso, muchos recuerdan que los ferroviarios usaban los carros de trenes estacionados en la vía como tri-
bunas para ver los partidos. Con su club fueron campeonas de La Calera en 1948, a sus 16 años de edad. Organizaron también un sinnúmero de campeonatos donde llegaban equipos de todas partes: Santiago, Rancagua, Viña del Mar y otras ciudades. Su buen nivel hizo que llamara la atención de otros clubes, los que la soli-
citaban como refuerzo. Desde Valparaíso la vinieron a buscar para ugar los fines de semana por el Club “Javiera Carrera”, institución que jugaba en la liga porteña. Su carrera deportiva terminó abruptamente cuando teniendo sólo 21 años se casó, y como solía pasar en aquellos años, se tuvo que dedicar a ser dueña de casa criar a sus hijos. En más de alguna ocasión declaró que se arrepiente de no haber seguido jugando, y que eso es algo que le pesará toda la vida. Por otro lado, se siente orgullosa de la gran familia que formó. Dos hijos, cuatro nietos y cuatro bisnietos.
Pese al paso de los años, hace una década, Leontina Astudillo se reencontró con su antigua pasión. Junto a otras compañeras, con quienes jugó hace más de 70 años, se reunieron para durante algunos meses, volver a revivir sus años de basquetbolista. Hace unos años se juntó con algunas de sus ex compañeras en el Gimnasio Municipal: Norma Astudillo (su hermana), Fresia Alaniz, Ester Bravo, Julia Morales, Noemí Salazar, entre otras y jugaron algunos meses recordando aquellos brillantes años
de juventud en el Club Libertad. APORTE A LA COMUNIDAD
Leontina ha tenido una intensa labor social siendo parte del Centro de Madres “Abraham Lincoln”, institución que preside hace varias décadas casi de manera vitalicia. Hace unos años, el municipio la galardonó por sus méritos deportivos y de pasó reconoció también su entrega y pasión en todo lo que ha hecho por la comuna, siendo un ejemplo para las generaciones que la sucedieron.
Leontina enviudó hace más de 20 años, sus hijos crecieron y se fueron a vivir a Australia. Cuando le pidieron que se fuera con ellos “Leíto” no quiso: “Iba a estar lejos de mi casa. Yo quiero estar acá en La Calera”, ha expresado muchas veces.
Hoy Leontina, a sus 93 años, vive tranquila en su departamento, se encuentra en buen estado de salud y sigue con actividades vecinales, un poco más retiradas por su edad, pero por sobre todo conserva la alegría el humor y en alto el orgullo de haber sido parte de la flamante historia del básquetbol en la ciudad.