ALGO INMENSO ME CRECE POR LOS OJOS
Algo inmenso me crece por los ojos
Primera edición: Enero, 2023
© David Alejandro Pimentel, 2023
© Ediciones Arboreto, 2023 Chihuahua, Chih., México
Cuidado editorial:
José Santillanes
Rebeca Favila
Ilustraciones de portada e interiores: Mariela de la Peña
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ISBN: En trámite
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Impreso en México / Printed in Mexico
DAVID ALEJANDRO PIMENTEL
ALGO INMENSO ME CRECE POR LOS OJOS
COLECCIÓN
FLORES DEL JARDÍN
Para Bika y Edith
Sobre estos rieles largos e incipientes, se tiende todo el peso de vagones que nos llevan.
Sobre montañas pasan nuestros cuerpos como [perdigones extraídos del azar y la boca desdentada de esta máquina bufa [su cólera de armatoste compacto.
Y lo sé: todo peso es la medida de la niebla [en nuestros ojos.
7 I
Dios marcó las olas con el nombre de la muerte, ordenó los verbos y como una esfinge se agazapó a cuatro patas, pronunció un enigma, tiró los dados, y sopló la suerte para siempre.
8
II
III
Mi padre recorría las calles de la ciudad balanceando el humo del tabaco, haciendo suya la taquicardia y aquello negro [que crecía en él.
Sabía desde lo hondo de sus ojos que algo [lo invadía desde hace mucho con la inquietante lentitud que no transcurre. La tarántula de su corazón recorría todas [las cavidades subterráneas. Cada parte de su cuerpo reclamaba algo diferente. Desde el fondo de sus ojos me llamaba con [una voz que no entendía. Aquella tarde lo supe, cuando se cubrió de sombra la esquina de la calle.
9
Estamos sobre este cíclope oxidado que va [a rastras rebanando el viento. Rumian y braman los trenes que dejamos. Queda atrás el crujido de presas descompuestas, mordidas por el sol, lamidas por el acero [veloz del explosivo. La niebla cubre nuestros cuerpos y todo [lo que ha quedado inamovible mientras una horda de suburbios nos observa [en la hondura de la noche.
10
IV
Y Dios amaneció con el ojo rojo, había algo dentro de él que le impedía mirar. Eso cantaron las aguas antes de que [la mano interviniera con nubarrones portentosos. Las algas se ciñeron a los cráneos para adormecerlos. Dios no podía decir palabras ni sílabas, no había verbo revelado.
Su mirada concéntrica era un signo de [plaga submarina, un río de lava estriado, arena del desierto, humeante nervadura rompiéndose [en su primera visión del mundo.
El nervio le saltaba en la pupila.
Las serpientes le picaban el misterio del ojo, su iris era nulo porque en él crecía la clara conciencia de espesas figuras geométricas que [dilataban lo primigenio de lo oscuro.
11 V
VI
Estoy a las puertas de la abadía. Haz lo que quieras. Como cualquier inscripción yo he hecho [siempre lo que he querido.
pero algo inevitable me inventa, [me dice contra naturam.
Algo inmenso me crece por los ojos.
Thelema es la ley de los que no pueden evitar crecer en un mundo tan pequeño para sostenerlo [entre las manos como a un gorrión asustadizo y su temor [a romperse las alas de un sólo golpe.
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VII
Quizá la fría máquina sea otro sueño [de rieles inconclusos, una canción perdida en el cráneo insepulto [de algún huidor sediento por el hambre de quedarse y no poder. Quizá hasta el tiempo cansado de [quedarse suspendido en alguna de sus partes desconozca nuestras caras. Vagones de humo y llamarada, ruedas [oxidadas desplomándose y ruidos chirriantes son este camino fracturado, porque el dolor es un tren que nos hiere [donde no sabemos, un día cualquiera sin escuchar ninguna [campanada de bronce ni botaganado que nos roce siquiera los cuerpos quebrados que tiramos sobre rieles.
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