

Entrega y Agradecimiento
Señor escucha mi clamor, atiende a mi súplica
Sal 143, 1
Ciertamente nuestra comunidad va caminando agarrada de la mano de Dios. Solamente con Él nuestra vida tiene sentido, y solo Él es nuestra fortaleza. Los tiempos modernos en que vivimos también se parecen a los tiempos antiguos, con sus dificultades y retos, y con los anhelos y necesidades que como personas humanas tenemos en nuestro cotidiano vivir. Pero ciertamente, nuestros anhelos o deseos pequeños se fundamentan en nuestro deseo y anhelo mayor, el de nuestro encuentro con Dios a plenitud.
¡Qué gran amor tiene Dios por nosotros! Nos ama tanto Dios, que nos dio a su Hijo único Jesucristo, quien ‘se encarnó’ y se hizo uno de nosotros, persona humana, naciendo de mujer. Al igual que nosotros vivimos en este mundo, también Jesús vivió, creció, y se desarrolló en una comunidad, en su caso una comunidad judía, y practicó el amor y la compasión con cada persona, entregándose al final hasta el extremo, en una cruz por ti y por mí, por cada miembro de tu familia, y por cada persona que nació y está por nacer. Pero su muerte no fue estéril. Su amor venció la muerte y su Padre lo resucitó, y a nosotros nos abrió el camino de la vida eterna para que resucitemos también con Él. Jesús es nuestra esperanza. Jesús es la fuente de nuestro gozo.

Santos de hoy Niños y padres de la parroquia San José Obrero, en Madisonville, celebraron la Solemnidad de Todos los Santos vistiéndose como sus santos favoritos. El Padre Julius Abuh animó a la parroquia a buscar la santidad siguiendo el ejemplo de los más pequeños.
El Día de Todos los Santos
Solemnidad y Vocación Universal a la Santidad
Por Selene Mayorga
El 1 de noviembre, la Iglesia Católica celebra con particular solemnidad el Día de Todos los Santos, una fiesta que sobrepasa la alegría y la esperanza. Lejos de ser un día dedicado únicamente a los difuntos (para lo cual se reserva la conmemoración de los Fieles Difuntos el día siguiente, 2 de noviembre), esta solemnidad honra la gloria de todos aquellos hombres y mujeres, que han alcanzado la Visión Beatífica (el conocimiento y la contemplación inmediata de Dios en su gloria celestial) y gozan ya de la presencia de Dios en el Cielo. Es un reconocimiento a la inmensa multitud de justos que, habiendo superado las pruebas de este mundo, interceden por nosotros ante el Padre.

¿Te has puesto a pensar cuántos cristianos han tenido que mantener la fe para que pueda llegar hasta nosotros? ¿Cuántos han tenido que entregar su vida por el anuncio del Evangelio de Jesucristo, para que llegue con fidelidad a nuestras vidas? Las persecuciones religiosas siguen hasta nuestro presente. En países de África hay cristianos que son asesinados por profesar su fe en Jesucristo, por practicarla, por amar la Eucaristía y por ser un signo de contradicción para esta sociedad violenta que no escucha el mensaje de paz. Pero Cristo es la paz, y Él mismo nos dice que estará con nosotros hasta el fin de este mundo. Como cristianos, no solo hay que creer en Cristo sino creerle a Cristo. ¿Crees lo que nos promete? Recuerda que Cristo es el camino, la verdad y la vida, también es la puerta y solo a través de Él, acogiendo su amor y siendo otros Cristos para los demás podremos alcanzar y satisfacer ese anhelo infinito de comunión que empieza aquí y llegará a su plenitud en la vida eterna. Leyendo la Carta a los Corintios 11, 24 me encontré al gran Pablo hablando de las dificultades que enfrentó por ser un ministro de Cristo. Pensemos con el corazón agradecido por poder conocer a Jesucristo en nuestras vidas. Pablo dice: “Los aventajo en fatigas, en prisiones, no digamos en palizas y en las muchas veces que he estado en peligro de muerte…tres veces he sido azotado con varas, una vez apedreado, tres veces he naufragado; he pasado un día y una noche a la deriva en alta mar. Los viajes han sido incontables; con peligros al cruzar los ríos, peligros provenientes de asaltantes, de mis propios compatriotas, de paganos; peligros en la ciudad, en despoblado, en el mar; peligros por parte de falsos hermanos. Trabajo y fatiga, a menudo noches sin dormir, hambre y sed, muchos días sin comer, frío y desnudez. Y a todo esto hay que añadirle la preocupación diaria que supone la atención a todas las iglesias”. Pero Pablo más adelante nos revela también lo que le dice el Señor: “Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad”. (2 Cor 12, 9) Y sigue Pablo dándonos una lección de fe y fortaleza por la cual necesitamos estar muy agradecidos, “Me complazco en soportar por Cristo debilidades, injurias, necesidades, persecuciones y angustias, porque cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Cor 12, 10). Que la gracia del Señor nos sostenga en los desafíos que enfrentamos y confiemos en que su amor permanece con nosotros. ■ Santos continúa en
Apostolado Hispano Católico
Blanca Primm, directora
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¿Qué es la santidad? La santidad es un llamado universal. Para comprender la magnitud de esta fiesta, es fundamental analizar el concepto de santidad en nuestra fe católica. La palabra "santo" proviene del latín sanctus, que significa separado o apartado. Según la doctrina católica, la santidad es el fruto de nuestra unión con Dios y la señal de nuestra cercanía a Él, porque Dios mismo es la Santidad absoluta: trascendente sobre toda criatura, pero presente en ella por su amor y su gracia.
Pero, la santidad para el cristiano no es una meta inalcanzable, reservada solo para unos pocos.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma absolutamente: “Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (Lumen Gentium 40, CCE 2013). Esta vocación universal se realiza en la unión íntima con Cristo y, a través de Él, con la Santísima Trinidad.
La santidad no es un hecho logrado solo por esfuerzo humano, sino el resultado de la acción de
Dios que nos transforma por su gracia, a la cual respondemos con nuestra cooperación. El camino de santificación se vive en la vida diaria, en el esfuerzo continuo de vivir el amor a Dios y al prójimo, cumpliendo la voluntad divina en nuestro estado de vida: siendo buenos padres, hijos, esposos, profesionales, etc. Es, en esencia, vivir con fe, esperanza y caridad en medio de las adversidades de cada día.
A lo largo de la historia, innumerables ejemplos nos recuerdan que la santidad es posible en cualquier época y condición. Los santos son el mejor testimonio de que la gracia de Dios triunfa en la fragilidad humana. Podemos ver ejemplos como San Francisco de Asís, modelo de pobreza, humildad y amor por la creación; o Santa Teresa de Ávila, doctora de la Iglesia que demostró la posibilidad de una profunda vida mística en medio de las responsabilidades prácticas. Ella misma desafió a sus seguidores a buscar la perfección con total entrega. A San Francisco de Asís se le atribuye la frase: "Dios no quiera que yo sea santo solo a medias”. Los santos y los mártires de los primeros siglos nos recuerdan el valor de la fe inquebrantable. La Iglesia nos ofrece también modelos de santidad aparecidos en los siglos XX y XXI y confirma que esta vocación es esencial para la persona en la vida actual. Santa Teresa de Calcuta (1910 - 1997), fundadora de las Misioneras de la Caridad manifestó su santidad en la caridad radical y el servicio desinteresado hacia los "más pobres de los pobres" en la India y el mundo. Su vida es un poderoso testimonio del Evangelio de la Misericordia, mostrando que el amor se hace visible en el servicio más humilde.
San Carlos Acutis (1991 - 2006): Considerado el primer santo milenial. Fue un adolescente italiano que usó su talento en la informática para evangelizar, cre -
Procedimiento de la Diócesis de Knoxville para reportar casos de abuso sexual
Cualquier persona que tenga conocimiento real o que tenga una causa razonable para sospechar de un incidente de abuso sexual debe reportarlo a las autoridades civiles apropiadas, y al Centro McNabb, nuevo coordinador de asistencia para víctimas de acoso sexual de la diócesis de Knoxville, al número de teléfono para denuncias (865) 3219080. ■
Por Magdiel Argueta
Hoy quiero hablar de un documento que fue aprobado en junio del 2024 por la conferencia de obispos católicos de los Estados Unidos (USCCB), a través de su comité de laicos, matrimonio, vida familiar y juventud. Este documento es un marco pastoral nacional para el ministerio con jóvenes y adultos jóvenes que está disponible en inglés y español.
La metodología de este documento es: “Escucha-Enseña-Envía”, que tiene su base bíblica en el relato del camino a Emaús (Lc 24, 13-35). Quiero comenzar mencionando que al leer este documento no solo me sentí feliz, sino también comprometido con la misión de la Iglesia en Estados Unidos, especialmente con los jóvenes y adultos jóvenes. Si bien es cierto, como líderes estamos constantemente luchando por tener un enfoque que atienda las necesidades de nuestro pueblo, este marco pastoral, nos ofrece una base amplia desde el liderazgo de Jesús, cómo Él, siendo Dios se acerca a los discípulos que van confundidos y tristes por el camino, y su primera intervención es un interés genuino de saber qué está pasando con estos, ¿de qué van hablando por el camino?, pregunta con una intención profunda de escuchar las cargas que estos hombres tristes y cansados están llevando. Nuestros Obispos quieren intencionalmente que nosotros como líderes reconozcamos a aquellos jóvenes que están yendo por ese camino, con algunas cargas que necesitan sacar, que necesitan liberar. Por eso, comienzan diciéndonos: “Cristo siempre nos escucha, y la Iglesia debería escuchar siempre a los jóvenes”. En este contexto, nuestros obispos proponen cuatro líneas o pasos a seguir para una buena escucha. Primero, ir “al encuentro de los jóvenes”, cuando nos encontramos con los jóvenes, vemos sus caras, escuchamos sus voces y permitimos que sus palabras y acciones nos conmuevan. Llegamos a saber quiénes son. Aprendemos sus historias. Esto también significa que salimos de nuestras propias zonas de confort, especialmente cuando nos encontramos con los de otras generaciones fuera de los muros de la Iglesia, al igual que hizo Jesús cuando alcanzó a los dos discípulos que se alejaban de Jerusalén. Como nos decía el Papa Francisco, “Hay espacio para todos. Jesús lo dice claramente… jóvenes y viejos, sanos, enfermos, justos y pecadores. ¡Todos, todos, todos! En la Iglesia hay lugar para todos”.
En segunda instancia, siempre dentro de la “escucha”, proponen “estar plenamente presen-
tes”, de una manera intencional en el camino con ellos. Además, mencionan encarecidamente como tercer lugar “mayor comprensión entre generaciones” para así poder cumplir el cuarto y último paso propuesto en la escucha, “sanar las heridas”.
Siguiendo ahora, en el segundo punto de esta hermosa metodología: “Enseña”, el documento nos invita a formar discípulos misioneros al estilo de Jesús. En el camino a Emaús, después de escuchar a los discípulos, Jesús comenzó a explicarles las Escrituras, ayudándolos a comprender el sentido profundo de todo lo que había sucedido. Así también nosotros, los que servimos en el ministerio, somos llamados a enseñar con el testimonio, con la vida, y no solo con palabras. La enseñanza cristiana no se trata de acumular información religiosa, sino de acompañar a los jóvenes a descubrir cómo la Palabra de Dios ilumina su historia, cómo el Evangelio responde a las preguntas que llevan en el corazón.
En esta parte del marco pastoral, los obispos nos recuerdan que enseñar no significa imponer, sino proponer con amor. Es guiar a los jóvenes hacia el encuentro con Cristo vivo, ayudándolos a reconocerlo en medio de sus luchas, estudios, trabajos y familias. Enseñar, en el contexto del discipulado, también implica formarnos continuamente como líderes, buscando crecer espiritual y pastoralmente para ser testigos creíbles.
El tercer paso de esta metodología es “Envía”. Después de escuchar y enseñar, Jesús se sienta con los discípulos, parte el pan, y en ese gesto de amor se les abren los ojos. Ellos reconocen al Señor y, llenos de alegría, regresan a Jerusalén para compartir la Buena Nueva. Eso mismo somos llamados a hacer nosotros: formar discípulos que no se queden en la comodidad del encuentro, sino que salgan al mundo a ser testigos del amor de Cristo.
“Envía” significa confiar, delegar y acompañar. Significa permitir que los jóvenes tomen protagonismo dentro de la Iglesia y en la sociedad, que descubran su papel como misioneros en su entorno: en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en sus familias. El documento nos anima a no tener miedo de darles responsabilidades, de abrir espacios donde puedan servir, equivocarse, aprender y crecer. Sólo cuando los jóvenes se sienten verdaderamente enviados, su fe se vuelve viva, dinámica y transformadora. El documento Escucha, Enseña, Envía no solo
marca un nuevo capítulo para la pastoral juvenil en los Estados Unidos, sino que también nos inspira a mirar la realidad con ojos de fe y con el corazón de Cristo. Cada joven es un camino de Emaús que nos espera, un espacio donde Dios quiere manifestarse y transformar corazones. Que este marco pastoral nos ayude a seguir caminando con ellos, a escuchar con amor, enseñar con alegría y enviar con esperanza, sabiendo que quien realmente actúa es el mismo Jesús, que sigue vivo y presente en el camino de cada joven. Si quieres una copia virtual de este documento, puedes encontrarlo gratis en el sitio oficial de la USCCB. Si prefieres una copia impresa, también gratis puedes escribirme a margueta@dioknox.org. ¡Qué viva Cristo! ■

Compromiso con la juventud La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) ha publicado el documento "Escucha Enseña Envía", un Marco Pastoral Nacional para el Ministerio con Jóvenes, que guía la evangelización de la juventud.
Con un mensaje de esperanza para los migrantes, se dio
inicio a la conferencia anual de directores de la pastoral hispana
Por Marietha Góngora V. , OSV News
Afianzados en el tema "Caminando con Alegría, Anclados en la Esperanza", dio inicio la conferencia anual de directores del ministerio hispano, que este año reúne a representantes de al menos 87 diócesis, líderes pastorales del Ministerio Hispano, miembros de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) y organizaciones católicas que sirven a la comunidad hispana en diferentes regiones de todo el país.
Desde el 21 hasta el 24 de octubre, este encuentro de la Asociación Nacional Católica de Directores Diocesanos del Ministerio Hispano (NCADDHM por sus siglas en inglés) desarrollará el programa que incluye celebraciones eucarísticas, conferencias, jornadas de formación, momentos de reflexión y de fraternidad.
En la Misa que marcó el inicio de esta conferencia, monseñor Mario A. Avilés, obispo auxiliar de Brownsville, Texas, dijo en su homilía que "en un mundo marcado por la división, la incertidumbre y las luchas de los pueblos, los retos acumulados, el cambio cultural y el hambre espiritual", estas cosas "nos impulsan a avanzar, no con desesperación, sino con una gran alegría que brota de una esperanza".
Durante esta conferencia debemos mover nuestra esperanza a través de la oración, colaboración y todas las iniciativas. Vamos a caminar juntos con alegría, proclamando el Evangelio", dijo el obispo Avilés y agregó que "todos los que estamos comprometidos con el ministerio hispano tenemos que ayudar a que no seamos solamente comunicadores de esto, sino testigos de esta gracia sobreabundante de la que habla San Pablo".
La difícil situación que atraviesa la comunidad migrante en los Estados Unidos motivó una profunda reflexión y, en este sentido, el obispo Avilés afirmó que "el tema de nuestra conferencia, con una alegría anclada en la esperanza, nos conecta muy bien con el tema de la virtud de la esperanza".
"Sabemos que la noche puede parecer larga, quienes separan las familias tienen órdenes mutadas por el secularismo, parroquias abatidas por la falta de recursos. Sin embargo, la esperanza

Apertura Sacerdotes participan en la Misa de apertura de la conferencia anual de la Asociación Nacional Católica de Directores Diocesanos del Ministerio Hispano (NCADDHM por sus siglas en inglés) el 21 de octubre de 2025. Este año, la conferencia reúne a casi 250 representantes de al menos 87 diócesis que sirven a la comunidad hispana en diferentes regiones de todo el país.
nos sostiene. Es la virtud que trasciende la oscuridad", afirmó.
El prelado señaló que, aunque "podemos pensar que no hay salida o en situaciones en donde nos sentimos enfurecidos, tenemos que pensar que la gracia sobrepasa todo y donde abundó el pecado, el mal y la injusticia, sobrepasa la gracia".
Posteriormente, durante una cena en la que se dio la bienvenida a los casi 250 participantes de la conferencia, monseñor Manuel A. Cruz, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Newark, habló de cómo la comunidad hispana "ama a sus sacerdotes y a sus religiosas" y de la riqueza que son para la Iglesia afirmando que "no solamente son el futuro de nuestra Iglesia, sino que los hispanos nos sostienen y nos llevan a la perseverancia".
"La humanidad de aceptar quiénes somos, somos hispanos, tenemos acento, quizás tenemos nuestras propias limitaciones, tengamos lo que tengamos, pero somos humanos y ahí es donde Dios se revela a cada uno de nosotros", dijo el obispo Cruz, quien agregó que "esa es la belleza de nuestro apostolado, de vivir la humanidad
de quiénes somos y que nos lleva siempre a la santidad".
A su turno el Dr. Alejandro Aguilera-Titus, director asociado del Subcomité de Asuntos Hispanos del Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia de la USCCB, compartió detalles del reciente encuentro de la pastoral hispana de los Estados Unidos con el Papa León XIV en el Vaticano. En este encuentro, que se dio en el marco del Jubileo de los Migrantes y Refugiados, se denunció "la inestabilidad, la incertidumbre, el miedo, el abuso del poder que se está viendo", dijo Aguilera-Titus, añadiendo que "ha habido una deshumanización de nuestra gente" y que "están persiguiendo a los más vulnerables".
Aguilera-Titus instó a los líderes hispanos presentes en la conferencia a asumir su papel profético, a caminar en sinodalidad y a ser signos de fe y esperanza en una sociedad que enfrenta, ahora mismo, grandes desafíos. Finalmente, hizo un llamado a no permitir que el miedo nos paralice, a desenmascarar las narrativas mentirosas y a "organizar la esperanza" como camino pastoral. ■

DPalabras del Obispo por el Obispo Mark Beckman




