“Este es el camino, camina por Él” (Is30,21) Fraternidad Diciembre 2021-Vol 22 año 4
Fraternidad
Carrera 7ª No. 10 – 20 Tel.: (+57) 601350 55 11 Ext.: 1096
Revista de la Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Año 4 No. 22
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CONTENIDO
Editorial 2
Notas arquidiocesanas
Lanzamiento de la revista digital Oremos 3
Asamblea Arquidiocesana en tono sinodal 12
Iglesia en Colombia ora por personas fallecidas a causa del COVID-19 y por sus familias 40 Columnistas Pbro. Tadeo Albarracín Dejar de hacer cosas que parecen mentiras 6
Pbro. Jesús Arroyave Restrepo La pregunta robada 29
Desde la Cancillería 38 En imágenes
Consagración de la capilla Miraflores - Parroquia Nuestra Señora de Altagracia 41
Detrás del pastor
Jubileos sacerdotales 2021
Perfiles
El Siervo de Dios, Ismael Perdomo Borrero
Conversaciones
Parroquias
Nuestra Señora de Altagracia
Obispos auxiliares
Mons. Luis Manuel Alí: Un año de grandes desafíos Mons. Pedro Salamanca: Alegría y compromiso con la misión encomendada
Especial
Orden Ecuestre del Santo Sepulcro, custodios de Tierra Santa
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
Seminario Mayor Un diácono y siete nuevos presbíteros llamados a servir como el Señor
Balance de la acción pastoral y evangelizadora en la
Historias de vida Hermana Vianney Link, padre Luis Eduardo Trujillo, monseñor Gustavo Ferreira
Evangelio de Cristo impulsa a estar especialmente atentos a
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Arquidiócesis de B ogotá 20
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"El
los pobres" 4
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La felicidad de esta vocación
Al señor arzobispo de Bogotá, Monseñor Luis José Rueda Aparicio, le da la buena impresión de que los sacerdotes del clero de Bogotá son hombres felices. Es su percepción en la visita que ha hecho a todos los arciprestazgos y a muchas parroquias en particular. Esto lo dice en la entrevista central de esta edición de Fraternidad. Y es también lo que se siente cada vez que hay una reunión del clero de Bogotá, bien sea de tipo general o por vicarías, o en el Consejo Presbiteral o en cualquier otra instancia de la vida arquidiocesana de Bogotá. Hace poco se dio una reunión muy bella convocada por los sacerdotes que llegaron a sus bodas de plata ministeriales. Fue en el Seminario Mayor y logró congregar toda una pléyade de obispos eméritos y titulares y por lo menos cien sacerdotes de Bogotá en un ambiente realmente de gran cercanía y gozo. Hasta el observador más novato podría constatar que en medio de estos presbíteros realmente se da una sana y necesaria alegría.
Esta no es constatación cualquiera en los tiempos que corren. Podrían estar estos queridos curas tristes y aburridos por tanta noticia negativa sobre algu nos hermanos que perdieron las luces de su vocación. O por las dificultades económicas que hoy afrontan la mayoría de parroquias y aún por la ausencia de muchos feligreses que no han retornado a sus templos desde que se inició la pandemia del covid 19. Podrían haber perdido el ánimo por el continuo jalarles las orejas de parte del Santo Padre o de los superiores que Dios les ha dado. Tendrían casi que derecho a desanimarse por la dureza de mucha gente hoy para ser evangelizada. O estarían deprimidos por los hermanos muertos por el virus que nada que se va. Pero no. Ellos mismos confiesan que viven felices y contentos y tienen una fe en Dios y su Providencia que bien vale la pena destacarla en estas breves letras.
Prueba, otra, por si acaso alguien todavía no lo creyera, de lo especial que es la vocación a la vida sacerdotal. De cómo dentro de ella se agita el Espíritu Divino y hace que la luz de la fe y la esperanza estén por encima de cualquier circunstancia difícil o dolorosa. “El Espíritu del Señor está sobre mi …”, siente cada sacerdote del mundo y de Bogotá. Y le da un toque especial a la vida. La hace diferente, le abre todos los días horizontes bien iluminados y le propone constantemente tareas y misiones. Un buen cura nunca se aburre de lo que hace. Los de Bogotá son muy propensos a tomar todo con frescura y alegría. Les encanta vivir como amigos entre ellos y con el obispo. Se mueven con igual facilidad en una parroquia, en un hospital, en un colegio o en una uni versidad. Conocen como pocos la verdadera realidad de la gente del común, del pueblo de Dios, y entran en sintonía con la gente de cada barrio y comuni dad en un abrir y cerrar de ojos. Son bastante independientes, aunque no ais lados y esto facilita enormemente la tarea de ellos mismos y de sus superiores y poco se ve que alguno quiera invadir a otro.
En medio de esta felicidad de los sacerdotes también están sus limitaciones, temores, errores y pecados. Nadie los niega ni desconoce. Pero siempre prima el deber ser de la vocación sacerdotal. Para todos los sacerdotes de Bogotá está clarísimo que han sido llamados por Dios a servir a los hombres y mujeres desde la Iglesia. Que no hay problema personal que pueda sobreponerse a la misión recibida y que precisamente en tener este orden de cosas claro, es lo que puede hacer que en últimas brille la potencia de la vocación sacerdotal, aunque su portador sea frágil como vasija de barro, en el decir del Apóstol de las gentes. Es como si una vez ha entrado alguien al colegio de los sacerdotes ya nada es tan importante ni necesario como la misma vocación. Mientras esto sea así, como parece suceder en el clero de Bogotá, las debilidades y li mitaciones de quien ha sido llamado no solo pueden ser minimizadas, sino muchas veces sanadas y superadas.
Sería necio negar que hoy en día hay en el clero de Bogotá un espíritu jovial, cercano a la gente y entre ellos mismos, los sacerdotes. Sus parroquias, sus templos, las obras que regentan, las cosas que dicen, la misma predicación, en general, dejan ver un grupo de hombres felices con la vida y la tarea recibida. ¿Que pueden ser mejores y más santos? ¿Qué duda cabe? Pero que gozan con el don recibido también es innegable. Y, como tantas veces lo ha repetido el papa Francisco, esta alegría puede ser más evangelizadora que muchas otras cosas en las que a veces se distrae y ocupa al clero. En el fondo, la gran mayo ría de los sacerdotes tiene una idea simple y bella de la vida y quisieran vivir así y comunicar esto a sus comunidades. Se sienten como nadie en las manos providentes del Padre celestial. ¿Puede alguien no ser feliz sintiendo esto? Traigamos la afirmación del escritor sagrado: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”...
Padre Rafael De Brigard Merchán Director
Editorial
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Lanzamiento de la revista digital Oremos
A través del canal de YouTube de la Arquidiócesis de Bogotá, el 5 de noviembre 2021, fue presentada la publicación digital liderada por la coordinación arquidiocesana de vida litúrgica y oración.
Con una periodicidad trimestral, la revista se encontrará disponible en el minisitio coordinacionvidaliturgicayoracion.arquibogota.org.co
Equipo editorial Revista Oremos . De izquierda a derecha: padre Jhon Álvaro Jiménez, padre José Antonio Zapata, padre Víctor Ricardo Moreno, monseñor Germán Medina, padre Wilson Cobaleda, diseñadora gráfica Mary Jazmin Quitian, padre Néstor Fernando Peña y padre Nicolás Garzón.
La publicación desarrollará contenidos relacionados con: teología litúrgica, espiritualidad en la oración, liturgia y piedad, música litúrgica y servicio de la asamblea.
“Las acciones evangelizadoras se dividen en tres: accio nes misioneras, acciones catequéticas - iniciatorias y accio nes pastorales. Esta revista va dirigida a acciones catequé ticas y pastorales, a aquellos que hacen parte de los grupos de liturgia, de oración, lectores, ministros extraordinarios de la comunión, ministerios de música y animadores de la evangelización de las parroquias u otros ambientes eclesia les; es un instrumento que les puede ayudar a fortalecer su servicio”, explicó el padre Nicolás Garzón, director de la revista digital.
Durante el lanzamiento de esta iniciativa apostólica, monseñor Germán Medina, obispo auxiliar de la Arqui diócesis de Bogotá y director del Centro de Anuncio, For mación en la Fe y Diálogo con la Cultura, destacó el esfuer zo de la coordinación y su aporte a la pastoral.
“Nos alegra mucho la creación y puesta en circulación de la revista digital Oremos, sé que ha sido un sueño del equipo que hoy se ve concretado. Es el sueño de una Iglesia que vive y refleja su condición sinodal. Este sueño no es posible sin reconocer y vivir su dimensión litúrgica (…) La liturgia es cumbre y fuente de la vida y misión de la Iglesia”, afirmó el prelado.
Por ello, agregó, “celebramos el nacimiento de este nuevo instrumento de servicio, para que el valor y sentido de la Eucaristía y de la liturgia sean explicitados, amplificados, profundizados y vividos (…) Los invito a apoyar, difundir y aprovechar este nuevo instrumento ¡Felicitaciones!, le pido al Señor que bendiga esta iniciativa”.
A su turno, el padre el padre Rafael De Brigard, direc tor de comunicaciones, tras sumarse a la alegría por esta herramienta de evangelización, recordó que “el Concilio Vaticano II, en el decreto Inter Mirífica, insiste a la Iglesia sobre la importancia de hacer presencia en los medios de comunicación social; inclusive, dice este decreto «apresú rense de una manera eficaz, obteniendo los máximos re sultados. Haciendo de esos medios la ocasión de dar testi monio de nuestra fe y de la obra de la Iglesia»”.
En coherencia con este llamado, “este es un día impor tante para nuestra Arquidiócesis que con alegría suma una publicación más, orientada a animar la vida litúrgica de nuestras parroquias: la revista Oremos”.
Acompañaron el lanzamiento, en el salón Santa Bárbara de la Curia Arzobispal, el equipo de la coordinación arqui diocesana de vida litúrgica y oración, la oficina de comuni caciones de la Arquidiócesis, sacerdotes y animadores de evangelización de las Vicarías Episcopales Territoriales e invitados especiales.
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Notas arquidiocesanas
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Detrás del pastor
En el sector de El Paraíso, localidad de Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, monseñor Luis José Rueda Aparicio, el pasado 15 de noviembre, vivió un encuentro fraterno con más de 70 familias vulnerables y migrantes.
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Lo acompañaron monseñor Wi lliam Casas, vicario episcopal de Santa Isabel de Hungría; monseñor Ricardo Pulido, vicario para la dimensión so cial de la evangelización; el padre Wil fran Oyola, director de la Fundación de Atención al Migrante (FAMIG); el padre Daniel Saldarriaga, director del Banco de Alimentos de la Arquidió cesis de Bogotá y algunos sacerdotes de parroquias cercanas.
La actividad se realizó a primeras horas de la mañana en el Centro de Desarrollo Comunitario ‘Altos de San Jerónimo’. Sin importar la distancia y el frío, las personas se fueron acercan do poco a poco al coliseo del centro
para compartir con el arzobispo, un pastor cercano y entregado a su co munidad.
La jornada inició con el rezo del Rosario; posteriormente, se celebró la eucaristía presidida por monseñor Luis José Rueda.
“Para nosotros es de gran impor tancia poder vivir estas experiencias de encuentro, porque el papa Fran cisco nos ha dicho en el mensaje de la V Jornada Mundial de los Pobres, que no esperemos que los pobres nos toquen a la puerta, sino que salga mos a encontrarlos”, aseguró monse ñor Rueda.
Luego, se organizó el espacio para compartir un desayuno con las casi 300 personas que asistieron. Allí, monseñor Luis José, con la senci llez y humildad que lo caracteriza, se sentó con una familia y desayu nó con ellos. “Para nosotros es una emoción, te hace sentir mucha paz, es algo inexplicable. Él es muy bue na persona”, afirmó Damaris Aguilar, habitante del sector.
Monseñor William Casas, vicario episcopal de Santa Isabel de Hungría, mostró su gratitud al arzobispo por su visita y cercanía con las personas: “La presencia del señor arzobispo es alentadora, es confianza, es acompa ñamiento, es la presencia del pastor que se preocupa por su rebaño”.
La jornada finalizó con la entrega de un mercado a todas las familias presen tes, por parte del Banco de Alimentos.
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Tadeo Albarracín ■ Presbítero ■ Doctor en Liturgia
Dejar de hacer cosas que parecen mentiras
Las reflexiones de san Agustín trajeron al centro de la re flexión sobre la teología de los sacramentos, desde el siglo V, que el signo ha pasado por tiempos de gloria y épocas de os tracismo.
La arquitectura, la orfebrería, la música y el arte en general engrandecieron, en muchos episodios, la ‘cosa signo’ de los sa cramentos. En otros contextos, el pragmatismo y la constante reiteración los ha despojado de sentido y de estética, enviándo los a situaciones casi vergonzantes.
Para responder al despojo de la eficacia de los signos sacra mentales que trajo consigo la reforma protestante, el Tridentino canonizó la teoría escotista del ex opere operato. De otra parte, la defensa a ultranza que muchos católicos asumieron de esta doctrina escolástica ha hecho que hasta nuestros días algunos asuman los sacramentos como ritos cuasi mágicos.
Esta alta estima por los sacramentos hizo que en nuestro me dio la característica más relevante de la vida cristiana de un ca tólico ha sido la recepción de los sacramentos hasta el punto de hacerse habitual el dicho: «creyente, pero no practicante» para referirse a quienes no frecuentan la misa dominical.
La reforma del Vaticano II quiere rehabilitar el signo y con ello despertar el carácter profético de la celebración de los sa cramentos. Los sacramentos, en cuanto signos, tienen un fin instructivo, pues, además de suponer la fe, los sacramentos ex presan la experiencia del acontecer salvífico de Dios en la vida del discípulo de Jesús.
En este contexto de renovación, el concepto de participación está vinculado al signo. Sobre la base del concilio de Trento, «los sacramentos contienen la gracia que significan». Se puede entender que cuando la Iglesia se reúne para celebrar los sacra mentos, los miembros de la asamblea litúrgica, unidos a Cristo, realizan el signo sacramental y que realizando esta acción (es decir, significando la gracia) los concurrentes participan de la Pascua de Jesucristo, precisamente haciendo el signo.
Dada la condición corpóreo espiritual del ser humano his tórico, la experiencia de comunión íntima con la Pascua se ex terioriza a través de gestos o acciones como zambullir en agua, ungir, imponer las manos, comer juntos, vivir la alianza de vida y amor conyugal, etc.
Entonces, hay que dejar de considerar los signos como cosas y pasar a comprenderlos como acciones o gestos humanos de los que Cristo se vale para vincular eficazmente a su victoria pascual a quienes son discípulos suyos.
Donde mejor se puede comprender esta presentación es en la celebración del sacramento de la penitencia. La celebración litúrgica se ve emplazada a proponer un signo que exteriorice la acción de la gracia de Dios que viene realizando la conversión en un bautizado que peca.
La gracia del sacramento de la penitencia actúa la reconcilia ción del penitente, pero esta reconciliación es algo que sucede en el diálogo íntimo entre la gracia del Espíritu Santo y la liber tad del penitente.
La iniciativa viene de Dios que con su gracia comienza a ilu minar la historia personal del penitente para llevarlo a descubrir la realidad de pecado que le está afectando.
Sin la gracia el hombre no puede ser consciente del pecado, sin la gracia se podrá llegar a tener sentido de culpa, pero esto es de otro ámbito. El pecado es una categoría teológica incluida dentro de la revelación.
La misma gracia de Dios continúa actuando en el penitente para activar la contrición o repulsa al pecado; alguien podría ser consciente de su pecado, pero no estar arrepentido.
Es un penitente, quien, movido por la gracia, el que se acerca a la celebración confesando los pecados y realizando las obras de penitencia. Se ha enseñado que se trata de un tribunal, pero el diálogo entre el presbítero y el penitente tiene que ser un en cuentro profético.
Desde su experiencia el ministro ayudará al hermano a reco nocer cómo o de qué manera la victoria pascual de Cristo está produciendo hoy fruto en su historia personal; además, y me diante la penitencia que le impone, lo estimulará a asumir el ca mino y lo ayudará a retomar el ritmo de condición de discípulo.
Celebrando ritos uno podría pasar por ser un «creyente prac ticante», pero sin la conciencia de la acción de la gracia en la his toria personal se podría hablar de un «practicante no creyente».
Ya escribió Umberto Eco que signo es una cosa puesta como substituto significante de otra, esta otra cosa no necesariamente debe existir en el momento en que se hace el signo, de modo que signo es todo aquello que sirve para mentir (cf. Tratado de semiótica general, 1974).
Nuestro tiempo nos invita a redescubrir el carácter proféti co (significativo) de los sacramentos.
Celebrando ritos uno podría pasar por ser un creyente practicante», pero sin la conciencia de la acción de la gracia en la historia personal se podría hablar de un «practicante no creyente
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Jubileos sacerdotales
Gozo, gratitud y fidelidad
Los 26 presbíteros que celebraron su aniversario de ordenación manifestaron alegría y gozo por un año más de servicio a Dios y a la Iglesia arquidio cesana. Ellos fueron:
60 años
Padre Luis Hernando Acevedo Quiroz, O.F.M. Padre Jaime Salazar Londoño, S. J.
50 años
Monseñor Luis Alberto Parra Mora
Padre Germán Antonio Ángel Rodríguez
Padre Pablo Emilio Medina Galeano
Padre Rogelio Garzón Alfonso
Padre Eduardo F. Valencia Jiménez, S. J.
Padre Eugenio Antonio Gómez Caycedo, S. J.
Padre Germán de Jesús Bernal Londoño, S. J.
Padre Francisco Lora Araoz, S. J.
25 años
Monseñor Mauricio Rueda Beltz
Padre Néstor de Jesús Torres Garzón Padre José Esteban Fernández
Padre Marcos Mauricio Cuéllar Díaz
Padre Martín Gil Plata
Padre Carlos Iván Martínez Urrea
Padre José Edilberto Palacios Corzo
Padre Jesús Alberto Pinzón Calderón
Padre Pablo Enrique Pinzón Pérez
Padre Pablo José Tovar Arias
Padre Rafael Ricardo Rodríguez Quintero Padre Guillermo Gómez López
Padre Jorge Orlando Romero Acosta Padre Gerardo Amado Parra, C. J. M.
Padre Arcadio Riaño Cuida, S. D. B.
Incardinados
Padre Arnulfo Guaraca Narváez - abril 2021
un regalo maravilloso de Dios
Iniciando la celebración, en la Fiesta de Santa Isabel de Hungría, patrona de la Arquidiócesis, se realizó una pro cesión con la reliquia de la Santa, en cabeza de monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presi dente de la Conferencia Episcopal de Colombia, y los señores canónigos del Cabildo Catedralicio de Bogotá. Durante la solemne eucaristía se oró en acción de gracias por los sacerdotes y obispos que celebran 25, 50 y 60 años de ministerio, por su vida, respuesta generosa al llamado del Señor y servicio a la Iglesia y a las comunidades.
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“El sacerdote es un caminante de la misericordia de Dios Padre”, señaló monseñor Luis José, al agradecerles el estilo de vida asumido y puesto al servicio de su mi nisterio.
Tras animarles a continuar viviendo y promoviendo las obras de misericordia espirituales y corporales, se refirió al camino sinodal que propone la Iglesia y los invitó a “seguir renovando su ministerio y las comunidades en la alegría de Cristo y en la alegría del ejercicio ministerial”.
“La santidad es la meta del pueblo de Dios, en cada vocación, en cada misión”
Retomando los textos bíblicos del día y dos propuestas centrales del pontificado del papa Francisco: la miseri cordia y la sinodalidad, el prelado recordó el llamado a todos los bautizados a sumarse a estas apuestas de viven cia de la fe y renovación pastoral, desde los distintos ca rismas.
“La misericordia es una propuesta desafiante en la en señanza de Jesús de Nazaret. En el Evangelio de Lucas, en los versículos 27 y 28, del capítulo 6, se expresa, a través de cuatro imperativos desafiantes: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Es desafian te esa propuesta de una misericordia que es original en el cristianismo y que puede servir como bálsamo, como medicina a la sociedad, a la humanidad, que no encuen tra los caminos del amor y de la misericordia”.
Tenemos como ejemplo en la Arquidiócesis a Santa Isabel de Hungría, nuestra patrona, una joven que encon tró la santidad por el camino de la cercanía a los pobres. “Fue capaz de hacer una ruptura para ponerse al servicio de Jesús de Nazaret en los más necesitados”.
Como lo ha pedido el Papa en la reciente Jornada Mun dial de los Pobres, no podemos esperar que los pobres nos llamen, debemos ir a su encuentro, acompañarlos, ayudarlos y ponerlos siempre en el centro.
La eucaristía fue presidida por monseñor Luis José Rueda Aparicio, concelebró el cardenal Rubén Salazar Gómez y los obispos auxiliares: monseñor Luis Manuel Alí, monseñor Pedro Salamanca y monseñor Germán Medina. Acompañaron el Consejo Episcopal; los canó nigos del Cabildo Catedralicio de Bogotá; obispos; el presbiterio arquidiocesano; comunidades religiosas mas culinas y femeninas; diáconos permanentes y laicos de distintas parroquias.
Padre Rogelio Garzón Alfonso
años
Toda una vida al servicio del Evangelio.
El padre Rogelio Garzón Alfonso cumplió 50 años de sacerdocio, es emérito, nació en Garagoa (Boyacá) el 16 de julio de 1942. Fue ordenado sacerdote el12 de diciembre de 1971, por monseñor Bernardo Arango, en Garagoa. Está incardinado a la Arquidiócesis de Bogotá, mediante el decreto 328 del 24 de mayo de1990.
El padre Rogelio viene de una familia católica, en la que se cultivó su vocación. Estudió psicología en la Universidad Javeriana y se graduó en el año 1985. “La estudié como una ayuda para el servicio pastoral sacerdotal y para tener una herramienta más en el servicio del Sacramento de la Recon ciliación”, afirmó.
En la Arquidiócesis de Bogotá desarrolló diversos servicios pastorales, entre ellos: párroco en San Fernando Rey, San Benito Abad, La Visitación de Nuestra Señora, San Juan Ma ría Vianney; párroco Ad Tempus en la Divina Providencia; arcipreste del Arciprestazgo No. 2.7; capellán Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón; vicario parroquial en Cristo Resucitado; y vicario cooperador en la Sagrada Eucaristía.
Anuncio del Kerigma
El padre Rogelio desde hace muchos años acompaña en su parte pastoral a la Escuela de Evangelización San Andrés, una institución internacional que presta servicios de for mación y guía a diócesis y parroquias del país; así como a movimientos apostólicos, para el anuncio del Kerigma, el corazón y base de la evangelización de todos los tiempos: Jesús muerto, resucitado y glorificado como Salvador, Señor y Mesías.
Dialogar con el padre Rogelio trae paz, su mirada a través de sus ojos azules manifiestan alegría por el deber cumpli do. Su charla es pausada, tranquila, serena, se siente feliz de poder seguir ayudando, aportando y como él enfatiza: “Ya hice lo que tenía que hacer, ahora hago lo que puedo y agra dezco a Dios por llegar a los 50 años de sacerdocio”.
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Padre Marcos Mauricio Cuéllar Díaz
25 años 25 años
Ser párroco, gran instrumento de Dios
El padre Marcos Mauricio Cuéllar Díaz celebró sus Bodas de Plata como sacerdote, 25 años en los que ni por un instante se ha arrepentido del camino que eligió y de la respuesta que dio al Señor cuando lo llamó por su nombre para servirle en la tierra.
Nació en Bogotá el 25 de febrero de 1971, en una familia con formada por Jorge Cuéllar y Josefina Díaz. Sus estudios de secundaria los realizó en el Seminario Menor y la forma ción para el sacerdocio en el Seminario Mayor de Bogotá.
Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1996, por monseñor Pedro Rubiano Sáenz.
En estos 25 años de ministerio ha ocupado varios oficios eclesiásticos, pero el que más ama es ser párroco, ese en cuentro con la comunidad. Actualmente es párroco en San ta Cecilia. También ha servido como arcipreste del Arci prestazgo No. 3.5; miembro del equipo arquidiocesano para la formación permanente y miembro del consejo presbite ral de la Arquidiócesis de Bogotá.
Fue párroco en Nuestra Señora de la Valvanera, en la Nati vidad de Nuestra Señora, en el Buen Pastor; coordinador de acción solidaria del centro estratégico de la dimensión so cial de evangelización; secretario ejecutivo de la Asociación de Colegios Parroquiales – ASCOLPA; capellán en el Gim nasio Manuel María Camargo; vicario parroquial en Santa María de Jerusalén, en San Juan Bautista de la Estrada, en la Medalla Milagrosa y en San Mateo.
“Cuando uno en su proyecto de vida incluye a Dios, la vida que asuma, en mi caso el sacerdocio, es una vida feliz, con sus más y sus menos, pero es una vida de realización personal”.
Seamos sinodales
Es clave en este caminar sacerdotal la compañía de mis her manos sacerdotes, así como nos invita el Sínodo: ¡Camine mos juntos!, esto también es para nosotros y en este servicio a los demás. “Si volviera a nacer volvería a ser sacerdote”, concluyó.
25 años de ministerio vividos desde la oración y el servicio.
El padre Jesús Alberto Pinzón Calderón es rector del Santuario de Monserrate y capellán del claustro de la Universidad del Rosario.
Oriundo de Neiva (Huila), al celebrar 25 años de ministerio sacerdotal, centrados en la oración y servicio desde su vo cación y su formación en medicina, manifestó gran alegría “al saber que el Señor me ha acompañado en este tiempo, que he podido trabajar bastante, duro, en todas las comu nidades, en todos los oficios que la Iglesia me ha pedido y llegar a los 25 años es un motivo de júbilo”.
Recordó que, aunque su llamado vocacional se gestó desde muy pequeño, “estudiar medicina y dedicarme al servicio de las personas, su dolor, su enfermedad, me afinó para dar la respuesta definitiva, porque es descubrir que la gente ne cesita que la escuchen, que se preocupen por ellos”.
“(…) Entendí que el sacerdote, para poder mirar a la persona humana en su conjunto, debe comprender a la gente en sus realidades, en lo más profundo de su ser, en su dolor físico, emocional y espiritual”.
En estos años de ministerio ha acompañado como párroco las comunidades de: Sagrada Eucaristía, San Alberto Mag no, Santa Clara y Santa Bibiana. “El trabajo ha sido verda deramente bonito, muy alegre y comprometido”, afirmó. También hace parte de la coordinación arquidiocesana de la promoción de la vida y la dignidad humana; es miembro del consejo de regencia de la Fundación Universitaria Mon serrate; miembro del consejo presbiteral – grupo de capella nes y movimientos apostólicos.
“Algo que siempre me ha gustado es saber que vivo para ser vir, esa es mi verdad y quiero así mantenerla”.
Ante los desafíos para la promoción vocacional y de la vi vencia del ministerio, el sacerdote ha insistido en que “la gente nos necesita, necesita que nos consagremos al servi cio de la comunidad, y Dios siempre estará con nosotros. La duda es siempre ¿qué pasará en el futuro? No importa lo que pase, no importa lo que venga, el creyente, y más el sacerdo te, siempre podrá saber que Dios está en su vida”.
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Padre
Jesús Alberto Pinzón Calderón
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25 años Padre José Palacios Padre Martín Gil Plata
25 años
“Me siento lleno de gratitud con Dios por el llamado sacerdotal”
Así se siente el padre José Palacios después de 25 años de servicio pastoral en la Arquidiócesis de Bogotá.
“Durante estos 25 años estoy muy agradecido con las comu nidades parroquiales por donde he pasado, porque todas me han aportado y me siguen aportando muchísimo”, afirmó.
El padre Palacios nació en el municipio Ragonvalia (Norte de Santander), realizó sus estudios de primaria en el cole gio Concentración José Antonio Galán. Luego, se trasladó a Bogotá e hizo sus estudios de secundaria en el colegio Policarpa Salavarrieta; posteriormente, ingresó al Semina rio Mayor de Bogotá. Fue ordenado por el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, el 19 de diciembre de 1996.
Experiencia pastoral
Como vicario parroquial estuvo en 1996 en la parroquia la Inmaculada Concepción de Fómeque. Posteriormente, como párroco en Santo Toribio de Magrovejo en 1998. “Es una co munidad en el barrio Diana Turbay sur y San Agustín, allí es tuve seis años y medio, fue una experiencia muy grata donde pudimos construir una familia parroquial, una experiencia de lazos muy cercanos de crecimiento en la palabra”.
En 2005, fue nombrado como párroco en Santa María de la Esperanza. Luego, en 2010 fue nombrado párroco en San Gabriel Arcángel: “Allí estuve dos años y medio y también co laboré en la Notaría Eclesiástica de la vicaría, una experien cia muy agradable, porque también era poder estar colabo rando en las parroquias, aportando a los párrocos”.
En 2012 llegó al Seminario Conciliar de Bogotá como for mador, cargo en el que se encuentra actualmente: “Ha sido un trabajo muy interesante, sobre todo porque he podido aprender de los jóvenes, de su testimonio de fe, de su testi monio de querer ser sacerdotes en medio de un mundo lleno de complejidades, eso me ha parecido supremamente edifi cante y he aprendido mucho de los jóvenes en el Seminario”.
“Una vez uno siente el llamado no será feliz en otra parte”
Aseguró el padre Martín Gil Plata, en el contexto de la celebración de sus 25 años de ordenación sacerdotal.
El sacerdote bogotano, motivado por el servicio, carisma y compromiso de distintos párrocos, sintió inquietud por la vida consagrada a temprana edad.
“Mi vocación nació gracias a los testimonios de sacerdotes mayores. Cuando vi a esos sacerdotes vivir el ministerio me fui haciendo a la idea que era lo que quería (…) La forma de vida de otros inspira lo que uno quiere ser”, afirmó.
Respondiendo generosamente al llamado del Señor, reali zó sus estudios en el Seminario Mayor de Bogotá y fue or denado el 19 de diciembre de 1996, por el cardenal Pedro Rubiano Sáenz.
Señala que a lo largo de su vida pastoral ha aprendido a ver las cosas con mayor realismo: “Es un realismo bello, un tra bajo de la gracia mayor y una compañía de Dios y de los her manos que va modelando una vida; quizá, la sabiduría que van dando los años”.
Su primera labor como sacerdote fue vicario parroquial en San José Cafasso en 1996. Luego, en 1999, sirvió como pá rroco en Santa Marta; continuó como párroco en el Espíritu Santo en el 2008; párroco en Dei Verbum en el 2014; actual mente, es párroco en Santa Gema Galgani, desde el 2015.
En el 2020 fue nombrado curador del patrimonio bibliográ fico de la Arquidiócesis de Bogotá. “Realmente mi vida ha sido la que me han encomendado en mis trabajos parroquia les y he tenido más aptitud para el mundo de los libros y los documentos, por eso he trabajado en nuestras bibliotecas y archivos, y es algo que me gusta”, indicó el padre Martín.
“Cuando uno ha visto que quiere ser sacerdote, ya no cabe ninguna duda y la dicha de uno está en la vocación que Dios nos otorga”.
J ubileos sacerdotales 2021 10 - Fraternidad - diciembre 2021
Padre Jorge Orlando Romero Acosta
25 años
experiencia de ser parte de la creación y no estar aislado de una realidad que es superior: la transcendencia, la presen cia de Dios y, a partir de allí, ver otros horizontes que no era solamente recibir un buen salario o tener unas posibilida des de orden material. Esto despertó en mí la inquietud por lo espiritual, empecé a contactar con la parroquia y entré al trabajo como catequista. Luego inicié mi proceso de discer nimiento”.
“Creo que fue más un contacto directo con la Palabra de Dios y el testimonio que daban los sacerdotes que iba cono ciendo”.
Sumado a lo anterior, destaca el papel de la familia en la for mación en la fe y la promoción vocacional.
“La vocación creo que, en la mayoría de nosotros, surge en el contexto familiar; o sea, hay unos valores, hay una tra dición católica, soy el menor de 8 hermanos y mi familia siempre me ha apoyado. Tengo una tía religiosa (…) La fa milia es muy importante en la vocación y en el ejercicio del ministerio”.
“Yo soy la arcilla, tú el alfarero, somos todos obra de tus manos” (Is64,8).
Con este pasaje bíblico, el padre Jorge Orlando Romero Acosta, párroco en San Juan Crisóstomo, se refiere a lo que han sido estos 25 años de ministerio sacerdotal y a los años de infancia y juventud en los que se empezó a gestar su vocación.
Recordando “el modo particular” en el que se suscitó su des pertar vocacional, aseguró que “todos los bautizados esta mos llamados a dejar moldear por el Alfarero nuestra exis tencia, para que Él vaya haciendo lo mejor de cada uno de nosotros”. Además, animó a ser perseverantes en la oración y dóciles a la acción del Espíritu Santo, “para cumplir ade cuadamente con la misión confiada”.
“Mi vocación surge de un modo muy particular, porque fue un acercamiento a la Biblia cuando trabajaba en una ins titución del Estado, en el Seguro Social. Quedaba mucho tiempo, entonces, me puse a ojear la Biblia, especialmente el Génesis, buscando encontrar un sentido a la vida desde la
Servicios pastorales y comunidades acompañadas
Oriundo de Fómeque (Cundinamarca), el padre Jorge fue ordenado sacerdote el 15 de marzo de 1997, por monseñor Pedro Rubiano Sáenz.
Durante su ministerio sacerdotal se ha desempeñado como: miembro del consejo presbiteral; miembro del equipo ar quidiocesano para la formación permanente del clero en representación de la Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro; arcipreste del Arciprestazgo 5.2; miembro del equi po arquidiocesano de animación vocacional; miembro del consejo presbiteral; miembro de la comisión de formación permanente del clero; párroco en San Miguel; párroco en los Sagrados Corazones de Jesús y María; párroco Ad Tem pus en San Mario; vicario parroquial en Apóstol San Mateo; adscrito en El Inmaculado Corazón de María; y párroco en San Juan Crisóstomo (actualmente).
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
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Notas arquidiocesanas
ASAMBLEA ARQUIDIOCESANA
Animados y comprometidos con el llamado del papa Francisco a “caminar juntos” y dando continuidad al proceso de redescubrimiento del estilo sinodal de ser iglesia que, desde hace varios años, viene adelantando la Arquidiócesis de B ogotá, el sábado 20 de noviembre, se llevó a cabo la Asamblea Arquidiocesana 2021.
“Agradecer los frutos cosechados en nuestra acción evangelizadora y disponernos con renovada esperanza a seguir caminando juntos, en medio de las pruebas que este tiempo ha representado para la huma nidad, la Iglesia y nuestra ciudad”, fue el objetivo del encuentro anual, que por primera vez se realizó en modalidad arciprestazgos o parro quias cercanas.
Alegría, compromiso y participación de sacerdotes, animadores de la evangelización, religiosos, religiosas, seminaristas, diáconos y laicos comprometidos, marcaron la jornada desarrollada en cinco momentos: acogida, apertura, escucha, eucaristía y compartir fraterno.
Unidos en oración y comunión misionera
De manera simultánea al desarrollo de esta acción sinodal en los 50 arciprestazgos de la Arquidiócesis, el arzobispo de Bogotá, monse ñor Luis José Rueda Aparicio junto a monseñor Germán Medina, en nombre de los obispos auxiliares; los vicarios episcopales territoriales, el consejo episcopal, formadores y jóvenes en formación del Seminario Redemptoris Mater y del Seminario Mayor de Bogotá, en un signo de comunión misionera y sinodalidad junto al Sagrario, oraron en acción de gracias por la Asamblea Arquidiocesana, por los frutos pastorales y la proyección de la acción pastoral y evangelizadora.
Pidieron al Señor “que nos dé el don de su Espíritu, que nos muestre el camino, que nos llene de esperanza, de consuelo, de fortaleza, frente a los desafíos que estamos viviendo”.
Tres motivos animaron la realización de la Asamblea Arquidioce sana en modalidad arciprestazgos:
- Reencontrarnos, respetando las medidas de bioseguridad.
- Celebrar y dar gracias a Dios, reconociendo que en medio de la com pleja situación que afronta el mundo por la pandemia y de la situación social del país, también hay brotes de resurrección, de vida, hay frutos que cosechar: las expresiones de solidaridad, los esfuerzos de las co munidades parroquiales, nuestro caminar pastoral.
- Entrar en sintonía con el papa Francisco, que nos ha convocado al Sínodo por una Iglesia en comunión, participación y misión.
Vicaría Inmaculada ConcepciónArciprestazgo 1.7 Parroquia Nuestra Señora de la Consolata
Signo de comunión misionera y sinodalidad junto al Sagrario.
12 - Fraternidad - diciembre 2021
en tono sinodal
El domingo 17 de octubre la Arquidiócesis de Bogotá, unida a la Iglesia Universal, realizó la apertura de la fase diocesana del Sínodo por la Sinodalidad, con el que se invita a caminar juntos y construir una Iglesia con rostro de familia, con rostro de misión y de servicio. Toda la información sobre este proceso, a nivel arquidiocesano, se encuentra disponible en el micrositio: porunaiglesiasinodal.arquibogota.org.co
Vicaría San Pedro - Arciprestazgo 5.1Parroquia San Ambrosio Vicaría San Pedro - Arciprestazgo 5.5Vicaría Inmaculada Concepción - Arciprestazgo 1.1Fundación Caminos de Libertad Vicaría Inmaculada Concepción- Arciprestazgo 1.6 Parroquia Doce Apostóles Vicaría San Pedro - Arciprestazgo 5.4Parroquia Niño Jesús de Praga Apertura Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá - 13
Historias de vida
2021)
La Hermana Vianney Link O.P., nació en Kitzingen, Alemania, el 5 de marzo de 1937, en el seno de una fa milia creyente, donde forjó su carác ter y consolidó su vida cristiana.
En su infancia estuvo vinculada a las actividades de la Iglesia Católica.
Fue miembro activo y líder de la ju ventud católica, donde descubrió y reconoció a Jesús como el centro de su vida.
En agosto de 1951, después de ha ber cursado estudios en pedagogía, ingresó al Convento de Strahlfeld, Baviera (Alemania), para iniciar su camino en la vida religiosa en la Con gregación de las Hermanas Domini cas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús.
El 8 de abril de 1958 fue admitida al noviciado y recibió el nombre de Vianney, como el Santo Cura de Ars, “el cual marcó su vida como fiel servi dora del Señor y de su Iglesia”.
En 1959, después de su primera profesión, fue enviada a Rhodesia, hoy Zimbabwe, África.
Damos gracias a Dios por la vida y obra de la hermana Vianney Link O.P., su partida a la casa del Padre el 28 de octubre del presente año, nos deja un gran legado en la vida y misión de las Hermanas Dominicas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, FISDECO, la Iglesia y todos aquellos que la conocieron
En 1962 hizo su profesión perpe tua y trabajó como maestra en varias escuelas de la Congregación, desta cándose por su capacidad de organi zación, su coraje y determinación en la lucha por la instauración de una escuela mestiza en medio de la difícil situación del Apartheid.
En agosto de 1972, el Capítulo Ge neral de la Congregación, atendió el llamado del papa Pablo VI a las con gregaciones misioneras, para evange lizar América Latina y decide enviar un grupo de tres hermanas a Colom bia: hermana Vianney Link O. P, her mana Regina Häufele O. P. y hermana Silvia Büchel O. P.
En preparación para esta misión, las tres hermanas viajaron a Madrid, España, donde aprenden algo de es pañol y en septiembre de 1973 llegan a Colombia, más específicamente a Bogotá. Luego de establecer contacto con el Cardenal Aníbal Muñoz Du que, se decide que las tres hermanas realizarán su labor y presencia misio nera en la parroquia del Buen Pastor en el barrio Meissen, al sur de Bogotá.
Allí, junto al joven sacerdote dioce sano Hernán Cimadevilla, comienzan una labor pastoral que abre caminos de evangelización y desarrollo para las comunidades de esta zona margi nada y olvidada del sur de la capital.
Desde sus inicios, el trabajo pasto ral estuvo marcado por el profundo deseo de hacer realidad el llamado de Vaticano II a buscar “la dignificación de la persona humana, su desarrollo integral, y la construcción de comu nidades cristianas”, lo cual dio origen en 1974 a la Fundación FISDECO, Fundación Integración Social y De sarrollo Comunitario, que en cabeza
Primeros años de las hermanas en Colombia.
De izquierda a derecha: Hna. Regina Häufele, Hna. Vianney Link y Silvia Buchel.
Vianney Link
Una mujer firme en sus principios, fiel al Evangelio, ejemplo de calidez humana y servicio a los más necesitados
Hermana
(1937-
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de las hermanas y en compañía de los sacerdotes y laicos que se unieron a este proyecto de evangelización en conjunto, que fue, y sigue siendo, una respuesta concreta a la difícil situa ción de la zona.
Este gran proyecto de evangeliza ción y pastoral social, comienza a crecer y consolidarse con la construc ción de los templos y centros pastora les: Nuestra Señora del Lucero, Santo Domingo de Guzmán, Nuestra Se ñora de la Salud, Santa Cruz y Santa Silvia, que, gracias a las ayudas de la diócesis de las hermanas en Alema nia, organizaciones católicas y el es fuerzo de las familias y amigos de las misioneras, son puestos al servicio de las comunidades de la zona y de la iglesia local de Bogotá.
Así, pues, el trabajo realizado por la comunidad de las hermanas, el padre Hernán y los jóvenes sacerdotes que llegaban a la zona abrió la posibilidad a un modelo de ejercer el pastoreo del pueblo de Dios bajo la forma del “Insolidum”, que en su momento fue una acción concreta del Espíritu San to en favor de su pueblo.
A su vez, la hermana Vianney, lle vada por su gran amor a los niños y jóvenes y su gran talento como pedagoga, aúna esfuerzos con la co munidad para construir los Jardines Infantiles y el Colegio FISDECO; el servicio médico social, las bibliotecas, el hogar geriátrico y los programas de capacitación familiar. Todo ello con un solo fin: hacer vida el Evangelio de Cristo entre los más necesitados.
Estas acciones concretas, dejaban ver sin lugar a dudas lo que caracte rizaba su ser: una mujer firme en sus principios, fiel al Evangelio, de carác ter fuerte, incansable luchadora en contra de las estructuras injustas y en tregada a la formación, lo cual le per mitió acompañar en varias ocasiones y por años los procesos formativos de los seminaristas en el Seminario Mayor de Bogotá; los estudiantes del Convento Santo Domingo de Guz mán; las formandas, formadoras y superioras de varias Congregaciones femeninas de diversas comunidades religiosas; grupos parroquiales y de pastoral social, padres de familia y colaboradores de FISDECO.
El legado de su trabajo misionero sigue vivo en las generaciones, que desde 1973 hasta el 2018, cuando por cuestiones de salud regresa a Alema nia, gozaron de su presencia y testi monio fiel.
Sin duda alguna son muchas las personas que guardan en su memoria sus enseñanzas, sus palabras de alien to y ánimo, su presencia y cercanía en momentos de dificultad, sus apor tes teóricos y formativos, pero, ante todo, su calidez humana y su ejemplo de vitalidad y servicio a los más ne cesitados, haciendo vida el lema de los dominicos” Hablar con Dios y de Dios”.
*Por: Hermanas Dominicas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús
Compartiendo con los niños del jardín infantil y del colegio.
Primera piedra de la Iglesia Nuestra Señora del Lucero.
Junto al padre Hernán Cimadevilla comenzaron una labor pastoral que abrió caminos de evangelización y desarrollo para las comunidades de una zona marginada y olvidada del sur de la capital.
una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá - 15Fraternidad, una revista
Historias de vida
Padre Luis Eduardo Trujillo C. J. M. (1936- 2021)
Fiel sacerdote y gran formador
Sus estudios primarios los realizó en su pueblo natal y para el bachille rato ingresó al Juniorato eudista de San José de Miranda; luego al Semi nario Menor de Pamplona (Norte de Santander).
En 1955 ingresó al Seminario Ma yor de la llamada ciudad mitrada. Al terminar el primer año decidió ingre sar a la comunidad de los Padres Eu distas y se dirigió a Bogotá, al Semi nario Valmaría donde, el 6 de marzo de 1959, inició el año de Noviciado. Luego fue enviado al año de magiste rio, durante 1960, al Seminario Me nor de Santa Rosa de Osos (Ant.) di rigido en ese momento por los Padres Eudistas.
Regresó a Bogotá, al Seminario Val maría, en 1961 para cursar los tres úl timos años de Teología y continuar su formación. El 25 de julio de 1963 se incorporó definitivamente a la Con gregación de Jesús y María.
Fue ordenado sacerdote en Málaga (Santander) el 17 de enero de 1965, por monseñor Héctor Rueda Her nández, en ese entonces arzobispo de Bucaramanga.
Entre 1972-1974 fue a Roma para especializarse en Teología Pastoral y Litúrgica en el Ateneo San Anselmo. Esta especialización hizo que el padre Trujillo fuera un connotado profesor de Liturgia.
rranquilla, como formador, profesor y ecónomo del Seminario, aquí per maneció durante 25 años, hasta 1999. Su servicio en la formación de pres bíteros de la Costa Atlántica en este Seminario gozó de la aceptación y el reconocimiento de todos: compañe ros de comunidad, seminaristas, cle ro de las diócesis que conformaban el Regional. Luego, fue enviado al Seminario Mayor de Cartagena para continuar en la misión de formador de buenos obreros del Evangelio.
Cuando terminó su labor como for mador, por edad y por enfermedad, continuó sirviendo en las parroquias eudistas de Bucaramanga y Usaquén. Allí, se distinguió por su disponibili dad para atender a los feligreses, vi sitar los enfermos, colaborar con las líneas pastorales, formar con sus ce lebraciones y predicaciones buenos obreros del evangelio.
El último año y medio de su vida lo vivió en el Seminario Valmaría, para vivir en un ambiente seguro los tiempos recios de la pandemia por Covid-19.
En el último mes y medio, su salud se fue deteriorando velozmente hasta el desenlace final el 29 de septiembre de 2021. Celebró, asistido por el pa dre John Álvaro Herrera, ecónomo provincial, el sacramento de la un ción de los enfermos y, minutos des pués, partió a la casa del Padre para celebrar su Pascua definitiva.
Vida pastoral
El padre Luis Eduardo Trujillo C.J.M. falleció el pasado 29 de sep tiembre a los 85 años de edad. Fue un presbítero comprometido con la for mación de futuros sacerdotes.
Nació en Carcasí (Santander, Co lombia) el 29 de julio de 1936, en el hogar formado por Emigdio y Rosa, matrimonio del cual nacieron seis hijos: cuatro hombres y dos mujeres. Constituían una familia de agriculto res, de formación cristiana.
La vida ministerial del padre Luis Eduardo se llevó a cabo en los campos de misión de la Congregación: Semi narios Menores, Seminarios Mayores y parroquias. Los Seminarios Meno res de Santa Rosa de Osos, Cartage na, Floridablanca y Tocancipá fueron testigos de su entrega y compromiso.
En 1974, al regresar de Roma, fue enviado al Seminario Regional de la Costa Atlántica Juan XXIII en Ba
Agradecemos al Señor de la Vida el testimonio de este hermano, quien, a lo largo de su vida fecunda en fide lidad, compromiso, servicio, cohe rencia, fraternidad, compartió con nosotros los afanes y las alegrías de la misión de formar en Cristo en todos los hermanos, especialmente a los fu turos presbíteros.
*Por: José Mario Bacci Trespalacios, CJM Superior Provincial, obispo electo de la diócesis de Santa Marta
Compartió con nosotros los afanes y las alegrías de la misión de formar a Cristo en todos los hermanos
16 - Fraternidad - diciembre 2021
Monseñor Gustavo Ferreira (1945- 2021)
rroquia, no obstante vio transcurrir su vida en el desempeño de misiones jurídicas. La excepción a este servicio fueron los ocho años en que se desem peñó, primero como prefecto general y luego como vicerrector del Seminario Conciliar de Bogotá.
Realizó su labor jurídica inicialmen te en el Tribunal Eclesiástico de Bogo tá. Allí pasó por todos los cargos. Fue juez de separaciones, defensor del vín culo, conjuez, vicario judicial adjunto.
su ayuda generosa, fueron estímulo per manente en mi compromiso sacerdotal.
Qué decir de Gustavo en la familia donde fue siempre considerado el cen tro, el polo de atracción, el consejero. Se preocupó por los problemas de to dos. Nuestra familia, por cierto, muy numerosa, tuvo como ejes a Luis Car los y a Gustavo. Pero, como Gustavo vivió siempre en la casa paterna y fue el compañero de mamá, estaba más al alcance de todos.
“Me metí en camisa de once varas”, el padre Rafael de Brigard me pidió que escribiera unas palabras acerca de mi hermano, monseñor Gustavo Ferreira Sampedro. Resultó más complicado de lo que pensé. Hablar de un sacer dote convencido, muy comprometido, ejemplar miembro de familia, amigo incondicional, colega responsable, per sona humana a carta cabal, no es tan fácil. Sin embargo, adquirí el compro miso y debo cumplirlo.
Gustavo fue, ante todo, un sacerdote. Él entendió la promesa de obediencia al obispo que hizo el día en que recibió su ordenación sacerdotal bajo el título de servicio a la Iglesia. Por eso durante cincuenta y dos años estuvo en el Tri bunal Eclesiástico comprometido con los problemas matrimoniales.
Siendo aun seminarista, sus supe riores lo mandaron a Roma. Viajó con el interés de estudiar filosofía, que lo apasionaba. Cerca del día de su orde nación recibió una carta de felicitación del arzobispo, monseñor Perdomo; en ella le insinuaba el prelado que estudia ra más bien Derecho. La sola insinua ción del arzobispo fue para Gustavo una orden. No dudó en cambiar sus planes. Muy a su pesar, dejó atrás los deseos de profundizar en los temas de la filosofía. Por esa razón pasó la mayor parte de sus largos años de ministerio en los Tribunales de la Iglesia.
Aunque estaba convencido de que el lugar del servicio pastoral es la pa
Desde el momento mismo de la creación por la Santa Sede del Tribunal único de Apelación de Colombia, fue nombrado, junto con monseñor Pablo Correa León, quien fue su primer pre sidente, para organizarlo y darle vida. Al morir monseñor Correa, en 1982, Gustavo fue nombrado para sucederlo. Más de veinte años estuvo a cargo de esa misión de la Iglesia en Bogotá.
Acató siempre la voluntad de sus superiores como un servicio a la Igle sia. Por eso, a pesar de que el trabajo de los Tribunales podría parecer poco pastoral, fue para él magnífica opor tunidad de ayudar a la gente. Sobre todo, en situaciones tan graves e im portantes como son las que se refieren a la vida familiar. Pero no se conten tó con eso. Dedicó su tiempo libre a servir en algunas parroquias. Varios años acudió al Santuario del Señor de Monserrate, donde pasaba todos los fines de semana. Allí celebraba la Eucaristía y permanecía largas horas en el Confesionario atendiendo a los miles de peregrinos que acudían para ponerse en paz.
En mis parroquias me acompañó siempre. Asumió la responsabilidad de celebrar todos los días (incluidos los domingos) la misa de las 12 del día. Lo hizo todo el tiempo de mi ges tión. Atendía también las confesiones y participaba en las ceremonias de la parroquia. Los feligreses lo recuerdan con cariño como magnífico confesor y excelente predicador. Representó para mí, no solo un eficiente colaborador en mi servicio parroquial sino un modelo de sacerdote. Su cercanía, sus consejos,
Amigo de la familia y de un grupo grande de personas, se ganó el apre cio, el cariño de todos. Lo visitaban, lo invitaban a sus casas, a algunos pa seos. Personalmente puedo decir que Gustavo fue mi amigo inseparable.
La circunstancia de también haber estudiado Derecho y de haber traba jado en el Tribunal, me acercó más a él. Fue inigualable colega. Lo consul té siempre. Por su experiencia en este campo, me daba luces, me orientaba. Me ayudó a descubrir con claridad muchos aspectos de la justicia canóni ca. Buena parte de mi experiencia se la debo a él.
Gustavo fue una persona humana, simpático. Muy al estilo bogotano, fue un hombre de buen humor, tenía la salida oportuna a pedir de boca. Era el animador de las reuniones familiares y de amigos. Sus anécdotas simpáticas y los chistes oportunos hacían reír a los contertulios. Fue muy agradable.
De manera callada se solidarizó siem pre con las necesidades de los pobres. Fui testigo de su generosidad y solida ridad en ese campo. Aunque procuró que su mano derecha no supiera lo que estaba haciendo la izquierda, ayudó a mucha gente; atendió las solicitudes que hizo la Jerarquía en casos de desas tres, de tragedias naturales.
Esa es a grandes rasgos la vida de Gustavo. Como a muchos, me llena de tris teza su partida. Pero me conforta la con vicción de que Dios, en su infinita mi sericordia, ya le concedió el premio que tiene prometido a los buenos servidores.
*Por: Pbro. Daniel Ferreira Sampedro
Amigo incondicional, ejemplar miembro de familia, sacerdote convencido, persona humana a carta cabal
Historias de vida Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá - 17
El Siervo de Dios, Ismael Perdomo Borrero Perfiles
Sobre la vida del venerable
El Venerable Ismael Perdomo nació en Gigante (Huila, Colombia), el 22 de febrero de 1872. Fue el primero de siete hijos de una familia de profunda con vicción cristiana. En este clima creció y advirtió los primeros signos de la lla mada a la vida sacerdotal, para lo cual entró como alumno en el Seminario de Bogotá.
En 1894, después de haber recibido el subdiaconado, continuó los estudios en Roma, donde obtuvo el doctorado en teología y el 19 de diciembre de 1896 fue ordenado sacerdote. Con miras a una ulterior profundización cultural, particu larmente centrada en la espiritualidad y la pedagogía, vivió dos años en París.
En enero de 1898, el Venerable regresó a Colombia para cumplir diversos en cargos pastorales. Sufrió las consecuencias de la llamada Guerra de los Mil Días, que trajo tensiones y derramamientos de sangre, pero en aquel difícil contexto el Venerable se manifestó aún más como auténtico pastor, privilegiando la aco gida de las víctimas de aquellos terribles acontecimientos. También por esto, en 1902 fue nombrado obispo de la nueva diócesis de Ibagué.
En el nuevo ministerio, monseñor Perdomo se distinguió por un celo no co mún, ejercido heroicamente en un ambiente perturbado por la pobreza y la guerra. Su obra pastoral fue intensa y fecunda, con el fin de promover una pro funda evangelización de su territorio. La reorganización del Seminario, la for mación del clero, las misiones populares, la catequesis y las obras sociales en favor de los pobres fueron los campos privilegiados de su acción. Visitó varias veces toda la diócesis, que en 1923 tuvo que dejar al ser nombrado coadjutor con derecho de sucesión en Bogotá.
18 - Fraternidad - diciembre 2021
Los primeros tiempos fueron bas tante difíciles porque, al no pertene cer al clero local, algunos sacerdotes se mostraron muy fríos respecto a él. Con prudencia, paciencia y amor, el Venerable supo conquistar los cora zones de todos. Sin embargo, una vez convertido en arzobispo de la capital, se agudizaron las tensiones con el gobierno liberal, que influyeron tam bién en su estado de salud. De modo particular, estas tensiones alcanzaron su culmen con ocasión del asesinato del jefe liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
Monseñor Perdomo se inspiró siempre en la enseñanza del magis terio eclesial, en total y convencida obediencia al Papa. Aparece como un luminoso ejemplo de vida evangélica. Siempre fue consciente de su propia vocación como de una llamada al ser vicio y vivió con gran coherencia su sacerdocio.
Su conducta a la luz de la espiri tualidad eucarística y mariana, fue la de un sacerdote humilde, laborioso y caritativo, auténtico modelo de vida sacerdotal.
En los últimos años, el estado de salud del Venerable fue rápidamente declinando y, sobre todo, un cáncer de hígado le resultó fatal. Fallece el 3 de junio de 1950.
Sobre el proceso
En virtud de la fama de santidad, del 7 de febrero al 12 de septiembre
de 1962, en la Curia Eclesiástica de Bogotá, se celebró el Proceso Ordina rio y, luego, del 10 de mayo de 1982 al 23 de junio de 1984, el Proceso Apos tólico. La validez jurídica de estos fue reconocida por esta Congregación de las Causas de los Santos, con decre to del 27 de febrero de 1986. Prepa rada la Positio, se discutió, según el procedimiento acostumbrado, si el Venerable había ejercido en grado heroico las virtudes.
Los padres cardenales y obispos en la Sesión Ordinaria del 20 de junio de 2017, presidida por el cardenal Ange lo Amato, reconocieron que el Vene rable ejerció en grado heroico las vir tudes teologales, cardinales y anexas.
Hecha la cuidadosa relación de es tas cosas al sumo pontífice Francisco, por parte del cardenal prefecto, su santidad, recibiendo y confirmando los votos de la Congregación de las Causas de los Santos, declaró uná nimemente que constan en grado heroico las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad a Dios y al prójimo, además de las cardinales de Prudencia, Justicia, Templanza y For taleza, y aquellas anexas, del Vene rable Ismael Perdomo, arzobispo de Bogotá, en el caso y para el efecto del cual se trató.
El sumo pontífice ordenó que tal declaración se hiciera pública y su correspondiente decreto se inscri biera en las actas de la Congregación de las Causas de los Santos el 7 de julio de 2017.
Situación actual
El postulador, padre Salvador Agui lera, del clero diocesano, residente en Roma, entregará al señor arzobispo el Supplice libello, con el cual pide que se inicie la investigación sobre el mi lagro. Obtenido el parecer afirmativo del perito acerca de la inexplicabilidad científica del hecho prodigioso (que ya fue expedida por el médico correspon diente en Roma), el señor arzobispo tendrá a bien aceptar tal libello.
Aunque no lo requiere la legislación vigente, es recomendación de la Con gregación que un perito en materia teológica verifique el elemento teoló gico del milagro, es decir si el hecho prodigioso se puede atribuir a la in tercesión del Venerable.
La ley establece que, junto al libello, el postulador debe entregar al Señor arzobispo “una breve pero cuidado sa relación del presunto milagro y los documentos relacionados con el hecho”. Tal relación consiste en una cronología de todos los elementos del presunto milagro, tanto los científi cos como los teológicos.
Tal como lo pide el n. 10, 3º de las Normae servandae para el Supplice libello del postulador, es útil, si no necesario, que el postulador también establezca el elenco de los testigos que puedan contribuir a la investiga ción de la verdad del caso.
Este último acopio será la base para la instauración del tribunal sobre el presunto milagro en Bogotá, el envió de sus actas a Roma y la posterior re dacción de la Positio super miro que el Postulador habrá de remitir para su examen a la Congregación de las Causas de los Santos.
La Arquidiócesis de Bogotá, que em prendió la causa de su beatificación y canonización, invita a todos los fie les a conocer su vida y obra y a unirse en oración por este testigo de Cristo, para su pronto reconocimiento como Santo.
*Por: Pbro Martín Gil Plata
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis
Bogotá
de
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Padre Rafael De Brigard (RDB): ¿Cómo siente que va marchando la labor de evangelización en Bogotá?
Monseñor Luis José Rueda Apa ricio (MLJR): Iniciemos por indicar que la evangelización es la razón de ser de nosotros como Iglesia. Este año ha sido especial, un año con dificulta des, de transición; un año para repren der ciertas labores, para buscar formas distintas de formarnos, de servir, de acompañar, de continuar en la cerca nía con las comunidades. Creo que el balance es positivo.
Agradezco a los servidores de la pastoral, empezando por los sacerdo
Balance de la acción pastoral y evangelizadora en la Arquidiócesis de Bogotá
Próximos a finalizar el año, en medio de los desafíos que ha repre sentado la pandemia por COVID-19 y de la realidad compleja que vive el país en el ámbito social, político y económico, Fraternidad conversó con monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bo gotá, sobre los frutos y desafíos pastorales en esta iglesia particular que, unida al llamado del papa Francisco, busca fortalecer la sino dalidad, por una Iglesia en comunión, participación y misión.
tes, que han estado con su comunidad, junto con los laicos, con la vida consa grada, sirviendo durante todo el año.
RDB: En ese contacto con los sa cerdotes, con la vida consagrada, con los laicos, ¿qué le ha llamado la aten ción de lo que se está haciendo ac tualmente, teniendo en cuenta que varias de las cosas tienen que ver con una respuesta a la pandemia?
MLJR: Primero, que hemos apren dido a utilizar los medios de comuni cación y las redes sociales para poner las al servicio de la evangelización.
Ha habido una reacción en unos sacerdotes más rápida y en otros más lenta, pero siempre aprendiendo todo lo que nos permite llegar a las familias y a las distintas personas; eso es un gran aprendizaje que hemos recibido en este tiempo, y me llama mucho la atención.
Por otra parte, el gran servicio inte gral en la presencia social, asistencial, que han dado los sacerdotes junto con sus EPEM, con los COPAE, con los evangelizadores de cada una de las pa rroquias.
Finalmente, me llama la atención que nosotros, en medio de las difi cultades que hemos tenido, hemos encontrado que el pueblo de Dios se identifica con sus parroquias.
Es un pueblo de Dios que anhelaba que se abrieran los templos; poder celebrar la santa misa; estar en co munión con todos los miembros de su comunidad parroquial. Eso llama la atención porque significa que hay una identidad, que hay amor por su iglesia particular de la Arquidiócesis de Bogotá, con cada una de sus pa rroquias.
RDB: ¿Cómo percibe la vida hoy de las parroquias?
MLJR: Padre Rafael, usted más que nadie sabe que Bogotá es una ciudad de ciudades, de pequeñas ex periencias comunitarias y sociales y, por lo tanto, eclesiales; entonces hay distintos ámbitos.
Pero pienso que estamos dando un paso y estamos descubriendo cómo es importante el escenario arcipres tal para la experiencia comunitaria de las parroquias. Creo que por ahí estamos encontrando una luz que a futuro nos puede servir mucho en el servicio evangelizador, para que este sea más efectivo e integral y poda mos organizarnos mejor.
Creo que las parroquias están lla madas a abrirse y a integrarse frater nalmente con las parroquias vecinas en el escenario que nosotros llama mos arciprestazgo.
Iglesia misionera
Fe en acción
Proyecto de formación integral y fortalecimiento en la fe
CONVERSACIONES
20 - Fraternidad - diciembre 2021
Yo los veo felices. A mí me gustó mucho la experiencia de encontrarme en el retiro espiritual
RDB: ¿En las reuniones que ha he cho con los arciprestazgos ha perci bido un buen ambiente para la inte gración, para el trabajo en equipo?
MLJR: Si, he notado un buen am biente y experiencias, caminos ya realizados, porque desde hace unos años la Arquidiócesis de Bogotá ha promovido experiencias de pastoral social en el arciprestazgo. También, experiencias misioneras en las que se integraron los párrocos para trabajar en el ámbito arciprestal. Creo que por este escenario podemos ir amplian do en la formación de catequistas, de animadores, y la integración de algu nos miembros de las distintas comu nidades.
El hecho que hayamos celebrado la Asamblea Arquidiocesana por arci prestazgos creo que también nos está insinuando que por ahí encontramos un camino para hacer una evangeli zación urbana de una nueva manera, no solamente reducido al ámbito pa rroquial sino abriendo los brazos y el corazón al ámbito arciprestal.
RDB: Ahora que menciona la ex periencia de Asamblea por arcipres tazgos, ¿qué eco ha recibido?,¿cómo les fue? y, sobre todo el contenido, ¿qué está diciendo la gente?
MLJR: He escuchado que ha ha bido experiencias distintas, pero en general el balance es positivo porque, por ejemplo, algunas parroquias no conocían a sus vecinos, los templos; en algunos hicieron peregrinación para ir de una parroquia a otra a pe sar que esa tarde llovió mucho en Bo gotá. Hubo un encuentro que, aun que no fue masivo, también estimula y fortalece mucho.
Estos son signos que me hacen pensar y sentir con mucha esperanza el futuro de la evangelización: parro quias integradas y acompañándose.
RDB: En la Vicaría de Evangeliza ción hay un programa muy claro y muy firme que es la formación de ani madores de la evangelización, ¿mon señor tiene alguna noticia sobre la manera cómo marcha ese plan, si ha ido creciendo, proyecciones?
MLJR: Sin duda que la ESAE ha esta do creciendo y algunos salieron por di ficultades, por salud, por temores para integrase, por dificultades para utilizar el tiempo para el estudio, pero mon señor Yoani Cupitra, que está al frente de esta coordinación, me ha comenta do cómo algunos han perseverado, han avanzado.
Creo que ese tema de la formación que Aparecida lo puso en primer plano y es la necesidad que ofrezcamos proce sos serios de formación para los laicos, para todo el pueblo de Dios, en Bogotá tiene ya un camino muy avanzado, bien realizado, consolidado, que es necesario que lo ampliemos y que lo ofrezcamos cada día más.
La ESAE es una gran oportunidad para que todos en el pueblo de Dios, cada uno en su parroquia, pueda for marse, crecer y madurar en el segui miento de Cristo Jesús, el Señor.
RDB: Cuando pensamos en la evan gelización diaria hay que pensar en los sacerdotes, que somos los que estamos en el diario vivir en las parroquias, ¿cómo encuentra usted a su clero ac tualmente en este trabajo específico de la evangelización? ¿qué ha percibido, cómo lo siente?
MLJR: Yo los veo felices. A mí me gustó mucho la experiencia de encon trarme en el retiro espiritual y la opor tunidad que Dios me dio y que ustedes como sacerdotes me dieron de acompa ñar esa experiencia porque, sin duda, el retiro espiritual de cada año es una oportunidad para tomar un poco la temperatura, el ánimo, para ver el ter mómetro del entusiasmo, de la alegría que estamos viviendo.
Yo noto un clero comprometido, cer cano con el pueblo de Dios, consciente
de la articulación que tiene y de la posibilidad que tiene con el Plan de Evangelización, pero conscien te también de los grandes desafíos y de los grandes cambios; de que este es un momento de transición, de buscar otras formas, de tener la creatividad en el Espíritu Santo, no una creatividad estratégica sino el camino de Dios, lo que el Espíritu Santo le va diciendo a la Iglesia.
Los veo con el deseo de servir y, además, integrados, buscando vivir la fraternidad que es una de las ca racterísticas del clero arquidioce sano de Bogotá.
RDB: Hoy en día monseñor hay una buena parte del clero de Bogo tá que está en los barrios del mar gen de la ciudad, en situaciones de pobreza muy grande, de muchas necesidades, de muchos conflic tos, ¿cómo ha descubierto ese cle ro que está allá, con la mano en el arado, en esos barrios que son más complejos?
MLJR: Yo siento que los sacer dotes que están en estas zonas de periferia, donde hay conflicto so cial, donde hay llegada de muchos migrantes venezolanos, de muchos desplazados de distintas zonas del país, que son acogidos en Bogotá, logran interpretar el momento, lo gran leer la situación de sus comu nidades, logran conocerlos, amar los y servirlos.
Padre Rafael, usted ha sido tan fraterno en la construcción de nue vas parroquias y en la dotación de casas parroquiales, para que los sacerdotes puedan servir mejor, y aprovecho para agradecerle públi camente, porque las cosas buenas también hay que manifestarlas, como dice el Señor: que la luz se ponga sobre el candelero; quiero decirle que hay muchas parroquias que se están construyendo y eso ya es un signo.
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Hemos celebrado con estos sacer dotes que están en las zonas de peri feria, en capillas que son muy senci llas, con láminas de zinc, con madera, con un encerrado, y que viven en un apartamentico de arriendo porque todavía no tienen la casa cural, pero tienen una comunidad y tienen la convicción de estar sirviendo.
Mientras en unas latitudes del mun do se están cerrando parroquias allí están naciendo. En la Arquidiócesis de Bogotá hay una génesis eclesial en todas estas zonas de periferia.
RDB: Y sin embargo tenemos que decir que no alcanzan los sacerdo tes, ahí entramos en el tema voca cional. Monseñor, ¿cómo está el tema de nuevas vocaciones?
MLJR: El sábado, 4 de diciembre, tuvimos un grupo que es esperanza dor, ordenamos siete nuevos presbí teros y un nuevo diácono, es un gru po grande. No obstante, el grupo de parroquias que tiene Bogotá, que se acerca a las 300, más unas capillas que atiende un mismo párroco, represen ta un gran desafío.
Necesitamos vocaciones, necesi tamos niños, jóvenes, que miren su proyecto de vida como un proyecto de servicio al Reino de Dios y a la evangelización. Ese desafío nos hace pensar que todos nosotros: los sacer dotes, los laicos, todos aquellos que tenemos alguna misión dentro de las parroquias, debemos ser promotores vocacionales.
No podemos pensar en la figura del padre César Carrillo, que es nuestro promotor vocacional, como el único puente de promoción. Necesitamos ser conscientes del gran don que he mos recibido, de ese maravilloso don que es el ministerio sacerdotal y, por lo tanto, ser promotores permanen tes, incansables sembradores de nue vas vocaciones, porque el futuro va a requerir que Bogotá tenga muchos más sacerdotes, muchas más religio
sas, muchos más laicos sirviendo a la evangelización.
RDB: ¿Cómo encuentra el plan teamiento de una colaboración en el tema vocacional?
MLJR: Yo creo que el mismo desa fío hace que nos ayudemos. Somos la Provincia Eclesiástica de Bogotá y todos tenemos la misma tendencia: los grupos que ingresan a primer año de Seminario son muy pequeños, eso va generar que nosotros nos ponga mos en lo que dice el Señor Jesús en el Evangelio, y es a orar, porque la vocación es la respuesta a la oración de una familia, de una comunidad parroquial, de unos sacerdotes, de una iglesia diocesana, que ora, pide y suplica el don de las vocaciones.
Por un lado, unirnos para acompa ñarnos en la manera de acompañar a los jóvenes, hombres y mujeres, que están en proceso vocacional.
Creo que tenemos un desafío en el tema Seminarios, no podemos seguir con Seminarios pequeños, con pocos seminaristas, con equipos de forma dores. El desafío va a llevar a que no sotros pensemos en unos centros más agrupados donde todo Cundinamar ca pueda tener un Seminario grande, donde nos apoyemos, donde forma dores de Facatativá, de Girardot, de Soacha, Engativá, de Fontibón, pue dan venir a ayudar a la formación de los candidatos que están allí. Eso hará que podamos optimizar los recursos que tenemos.
RDB: Otro campo de la vida voca cional son los diáconos permanen tes, ¿cómo los ve en la Arquidiócesis?
MLJR: Creo que tenemos un don grande, más de 150 diáconos perma nentes, y si sumáramos todos los de la Arquidiócesis de Bogotá como iglesia metropolitana tendríamos alrededor de 250. Es un gran don por el número y la calidad de la Escuela Diaconal y de los frutos que ha dado.
Sin embargo, necesitamos que haya muchos diáconos permanentes que salgan del altar, del templo parro quial, que vayan a otros escenarios donde el presbítero no puede hacer presencia.
El diaconado en el servicio, en la vida social, desde la realidad concreta de nuestras comunidades, puede ser un escenario desafiante, pero tam bién bello para la misión, donde pue de surgir nuevas vocaciones.
RDB: Bogotá tiene una gran par ticipación de religiosas en todos los campos de la pastoral, ¿cuál ha sido su experiencia respecto de las reli giosas en la Arquidiócesis?
MLJR: Veo que hay una gran can tidad de religiosas de avanzada edad y que son pocas las novicias, las pos tulantes que están ingresando y eso plantea también un desafío.
Con las religiosas debemos em pezar también a formar un lugar de formación intercongregacional, don de no se desgasten tanto formando a una, a dos novicias, sino que hayan centros donde puedan encontrarse, donde los distintos carismas se pue dan integrar y puedan ofrecer una formación integral.
RDB: Monseñor, a propósito del Sistema Educativo de la Arquidió cesis de Bogotá, ¿cómo lo ve en el proceso de la evangelización?, ¿qué tan involucrados están los colegios, la universidad, la fundación San Antonio?
Quiero agradecer a todos los do centes, a los sacerdotes rectores de los colegios que pertenecen al SEAB, al rector de Unimonserrate, monseñor Ricardo Pulido, y a todos aquellos que hacen parte de este Sistema.
Sin duda que la educación es uno de los escenarios que la Iglesia siem pre ha privilegiado para servir, para contribuir a construir cultura, va lores, historia integral de nuestros pueblos.
Ese desafío nos hace pensar que todos nosotros: los sacerdotes, los laicos, debemos ser promotores vocacionales
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22 - Fraternidad - diciembre 2021 Conversaciones
Estamos en un momento difícil, pero Bogotá ha logrado integrarse en este Sistema y el Papa nos está lla mando a un pacto educativo global, porque el futuro de Colombia, de Bogotá, el futuro de la humanidad se construye en las aulas.
Me alegra saber que la fundación universitaria y los colegios que te nemos tiene una función social, al tiempo que son de alta calidad. Allí se forman en valores cristianos, se busca formar verdaderos ciudadanos, ver daderos seres humanos, porque eso son los tres pilares de nuestro Sistema Educativo. Es una red de presencia en distintos lugares, especialmente, en estratos bajos sirviendo con mucha alegría.
Creo que esa es una gran intuición y por ahí debemos seguir sirviendo en la educación.
RDB: La zona rural de Bogotá es una zona muy bonita, con unas ca racterísticas muy particulares, ¿qué percepción tiene de la evangeliza ción en los municipios rurales?
MLJR: He ido visitando los muni cipios y siento un gozo y una cierta nostalgia, porque usted sabe que yo soy párroco formado en los pueblos rurales de la Diócesis de Socorro y San Gil. Cuando voy a Chipaque, a Choachí, a Fómeque, a Fosca, a Gu tiérrez, a La Calera, a estos pueblos que he podido visitar, siento una nos talgia de lo hermoso que es ser párro co de pueblo, sabiendo que tenemos que visitar 25, 30 veredas.
Allí el sacerdote sigue siendo un re ferente por una autoridad moral, por una posibilidad de servicio en todos los ámbitos y noto que hay un gran potencial.
Creo que nuestros pueblos rurales le permiten a los sacerdotes oxige narse. Estar en una gran metrópoli como Bogotá y luego ir a servir unos años en estos pueblos es una gran ale gría, porque la cultura rural le apor
ta ciertos valores al sacerdote y una forma de ser Iglesia, una forma de ser pueblo de Dios muy particular; le permite una relación más directa, más cercana, un diálogo permanente, una acogida en las casas.
Creo que estos pueblos están sien do bien acompañados, hemos podido ahora, con la ordenación de nuevos presbíteros, enviar algunos vicarios parroquiales a estos pueblos grandes que tiene una gran extensión de ve redas, y yo le agradezco a mis herma nos sacerdotes que están allí, y a las religiosas y religiosos que hacen pre sencia en los municipios de nuestra Arquidiócesis de Bogotá.
RDB: Monseñor, ya para termi nar, ¿qué felicita y qué pide a los agentes de evangelización de Bo gotá?
MLJR: Mi felicitación por la op ción que han hecho por Cristo y por el pueblo de Dios. Por estar ahí, por hacer presencia, por asumir cada de safío como un momento para servir, para amar, para santificarse junto al pueblo de Dios.
Creo que a futuro la Iglesia tiene que identificarse con algunas cosas, un proceso de conversión pastoral, de cambio en la forma de ser, en la forma de vivir, en la forma de evangelizar.
El papa Francisco está poniendo un énfasis grande en vivir la fraternidad, laicos, vida consagrada, sacer dotes, diáconos permanentes, ¡sea mos instrumentos de fraternidad! de esta manera le ofrecemos esperanza a nuestras comunidades y a nuestra Iglesia.
Finalmente, creo que tenemos un gran desafío en ser más misioneros, tener una gran creatividad en la mi sión, en el estar en los distintos luga res. Y cuando hablo de misión estoy hablando también de la misión ur bana, de las calles, de los barrios, de las veredas, de las academias, de los hospitales, de las cárceles, del acom
pañamiento a quienes están situación de drogadicción, en situación de ca lle, migrantes, acompañar a todos los seres humanos.
Lanzarnos a la misión nos va a re querir un tiempo fuerte de mística, de profundidad, de interioridad, de oración, para que podamos llevar no solamente nuestras palabras sino la presencia de Jesucristo vivo, resuci tado.
RDB: Monseñor muchas gracias por compartir esta lectura, este ba lance, se le siente muy optimista.
Para finalizar, ¿cuál es su mensaje para este tiempo de Navidad?
MLJR: La virtud de la esperanza debe ser algo que acompañe nuestra vida pase lo que pase.
Quiero decirles que el año entrante es un año con desafíos para Colom bia en lo político, en lo social, no solo por el año electoral sino porque hay unos signos como el hambre que está pasando en el mundo; como el tema migratorio, y quiero decirles que no sotros tenemos en nuestras manos todas las herramientas: la Palabra de Dios, la gracia sacramental, la expe riencia de trabajo pastoral, para que la pongamos al servicio de construir una Colombia, una Bogotá, una Ar quidiócesis que camina por los sen deros del Señor en los que nos pro pone el Papa con el tema sinodal.
En este tiempo de navidad, por fa vor, intensifiquen la oración en fami lia, hagan el pesebre, que es un peque ño signo de encuentro con el Dios con Nosotros, el Dios que vino a habitar en nuestros hogares. Seamos muy solida rios y austeros en el gasto, no desperdi ciemos los bienes materiales que Dios nos ha dado, pero no perdamos nunca la virtud de la solidaridad.
yo le agradezco a mis hermanos sacerdotes que están allí, y a las religiosas y religiosos que hacen presencia en los municipios de nuestra Arquidiócesis de Bogotá
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Seminario Mayor
Un diácono y siete nuevos presbíteros llamados a servir como el Señor
En una solemne eucaristía presidida por monse ñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, y concelebrada por los obispos auxiliares: monseñor Germán Medina, monseñor Luis Manuel Alí y mon señor Pedro Salamanca; con la participación de los vi carios episcopales, del cardenal Rubén Salazar Gómez; de más de 200 sacerdotes; familiares y amigos, por im posición de manos y oración consecratoria recibieron el Orden Sacerdotal: Camilo Agudelo Linares, Édison Fabiany Buitrago Bautista, Juan Felipe Garzón Gutié rrez, Diego Armando Jiménez Melo, Juan Carlos Ma tiz Matiz, Jonathan Alexánder Rozo García y Camilo Andrés Torres González; y fue ordenado diácono Fa bián Camilo Herrera Pérez.
Durante la celebración eucarística, tras manifestar sentimientos de alegría y acción de gracias por el don maravilloso que es el ministerio sacerdotal dentro de la Iglesia, monseñor Rueda se refirió a la dirección es piritual como don y misión.
“La dirección espiritual es un don para el sacerdo te que le va permitir que otro dentro de la Iglesia: un sacerdote, le sirva de compañero de camino, de verda dero ángel que es capaz de profetizar con sinceridad, que no lo va a alcahuetear, que va a tener la libertad
de espíritu y la responsabilidad misionera para hablarle a usted en el nombre del Señor”, señaló.
En esta línea, advirtió: “Ay del que pretende caminar solo. Y, ahora, en tiempo de sinodalidad en el que se nos invita a caminar juntos, es muy importante que tengamos dirección espiritual, que será, en el nombre del Señor, la voz en el camino. Busquen la dirección espiritual se los ruego. Con ella el sacerdocio encontrará frescura, motiva ción, encontrará fuerza todos los días”.
De otra parte, continuó, el arzobispo, “si queremos cami nar con el pueblo de Dios, buscando la voluntad de Dios, es necesario dedicar tiempo para la dirección espiritual de hombres y mujeres. La dirección espiritual se convierte en misión. Una misión de dirección espiritual para escuchar, iluminar, mostrar el camino del Reino”.
Por último, abordando la misión de Jesús en sus elegi dos,- precisó: “Jóvenes que se ordenan hoy, caminen por Él (…) Él los escuchará siempre, porque el ministerio sa cerdotal y el seguimiento de Jesús comporta la cruz (...) Jesús cura el sacerdote, le da vida, lo limpia de sus lepras, lo libera del demonio”.
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Asignación de servicios pastorales a los nuevos presbíteros y al diácono Comunicado No 065/2021
Administradores Parroquiales:
Al señor presbítero Diego Armando Jiménez Melo, en la parroquia San Pedro Fabro, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Vicarios Parroquiales:
Al señor presbítero Camilo Agudelo Linares, en la parroquia Nuestra Señora del Rosario – La Calera – Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Al señor presbítero Juan Felipe Garzón Gutiérrez, en la parroquia La Sagrada Familia, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Jonathan Alexander Rozo García, en la parroquia San Sebastián, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Edison Fabiany Buitrago Bautista, en la parroquia Nuestra Señora del Rosario – Chipaque, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Al señor presbítero Juan Carlos Matiz Matiz, en la parroquia San Miguel – Choachí, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Al señor presbítero Camilo Andrés Torres González, en la parroquia Inmaculada Concepción – Fómeque, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Otros Cargos:
Al Diácono Transitorio Fabián Camilo Herrera Pérez, en la parroquia San Ramón Nonato, Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo
Bogotá, 10 de diciembre de 2021.
Diácono
Nació en Florencia-Caquetá, el 14 de octubre de 1989. Su pa rroquia de origen es Santa Beatriz (Vicaría Episcopal Terri torial Padre Misericordioso). Hijo de Alfonso y Esperanza, es el mayor de tres hijos.
Ante el Sacramento del Orden en el grado de los diáconos, manifiesta que “han pasado 9 años desde que decidí seguir la voz del Señor Jesús; culmina un proceso de formación ape nas inicial, pues esta no es la meta, sino apenas el comienzo de una gran misión. Me siento alegre y esperanzado frente al ministerio que se inicia, y a la vez con miedo de la gran responsabilidad que se adquiera: lo único que me queda es abandonarme en la voluntad de Aquel que me ha llamado a seguirlo, para servir en el mundo a través de su Iglesia”.
Presbítero Édison Fabiany Buitrago Bautista
Nació en Bogotá D.C., el 12 de febrero de 1995. Su parroquia de origen es San Juan Neumann (Vicaría Episcopal Territo rial San Pablo). Hijo de Marco Alcidez (q.e.p.d) y Gloria, es el menor de dos hijos.
Su vocación surge a la edad aproximada de ocho años “por el testimonio de un párroco, quien, con su estilo de vida en tregado, cercano y alegre, fue generando en mi la inquietud vocacional que, poco a poco, con el paso del tiempo y la com pañía de mi familia, fue reafirmándose al punto de contem plar y dirigir mi vida hacia la vida sacerdotal”, afirmó.
Ante la gracia del ministerio conferido manifiesta alegría del corazón por la misericordia de Dios y la bendición de ser acogido por y para la Iglesia; y gratitud para con Dios y con todas las personas que han sido parte de la propia experien cia vocacional.
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Fabián Camilo Herrera Pérez
“Un fuego que enciende otros fuegos”.
“No seas sacerdote
para ti, sino por amor a Dios y para aquellos a los que Él te envía”.
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“La vocación es un misterio, es difícil determinar el instante exacto de la llamada de Dios a la vida consagrada, cada vez que miro mi vida descubro que el Señor permanentemente me ha dado signos claros de su elección, que he descubierto y experimentado de muchas maneras”.
Nació en Bogotá D.C. el 5 de enero de 1984. Su parroquia de origen es San José Cafasso (Vicaría Episcopal Territorial Pa dre Misericordioso). Hijo de Luis Hernando y Lucía del Pilar, es el menor de dos hijos.
Ante la gracia del ministerio conferido manifiesta senti mientos de paz y alegría “al saber que Dios ha tenido mise ricordia de mí, que me ha mirado con amor y me ha elegido para seguirlo en la vida sacerdotal, con la conciencia de sa ber que su llamada es un don inmerecido, pero con la certeza y la confianza que la obra que Él ha iniciado en mí, la llevará a buen término”.
Nació en Bogotá D.C., el 9 de junio de 1995. Su vocación sur ge en medio de una familia creyente, del contacto perma nente con su comunidad parroquial de origen (Nuestra Se ñora de Altagracia - Vicaría Episcopal Territorial San José) y del trato cercano y fraterno con los párrocos del momento quienes, desde su modo de vivir y su testimonio sacerdotal, favorecieron que descubriera el llamado de Dios a servirle desde el sacerdocio.
“La propuesta directa hecha por el párroco de ese entonces, el padre José Matamoros, fue fundamental para dar el paso a iniciar un proceso de discernimiento y para conservar siempre como una convicción el hecho que Dios se había fijado en mí”, señaló.
Ante la gracia del ministerio conferido manifiesta gozo y gratitud “con el Señor que no abandona nunca la obra de sus manos. También me siento agradecido con la Iglesia que ha depositado su confianza en mí, me ha acogido, me ha for mado y ahora me acoge como sacerdote. Siento que no hay mayor alegría que responder a la llamada de Dios, sentir su compañía fiel a lo largo del camino y confirmar todos los días su misericordia con nosotros”
Presbítero Camilo Agudelo Linares
Presbítero
Juan Felipe Garzón Gutiérrez
“Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea y encuentra a Felipe. Y Jesús le dice: «Sígueme»” (Jn 1, 43)
“Te basta mi gracia, ya que mi fuerza se pone de manifiesto en la debilidad” (2 Cor 12,9)
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“Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti.
Tarde te amé”
(Confesiones, San Agustín)
“… Porque sin Mí no podéis hacer nada” (Juan 15,5), porque sin Cristo nada da fruto y no hay ministerio fiel; porque de la relación íntima con Él se sostiene el ministerio sacerdotal, porque en el trato de amistad de todos los días con quien nos ama, se logra ayudar a sanar el corazón”.
Presbítero
Juan Carlos Matiz Matiz
Nació en Bogotá D.C. el 29 de julio de 1983. Su parroquia de origen es San Wenceslao (Vicaría Episcopal Territo rial Padre Misericordioso). Hijo de Luis Carlos y Ana Derly (q.e.p.d), es el segundo de tres hijos.
El llamado del Señor a la vida consagrada lo fue descubrien do gradualmente desde su adolescencia cuando cursaba los últimos años de secundaria, a través de la participación frecuente en la sagrada eucaristía, las visitas al Santísimo y el rezo del santo Rosario en la familia. Sin embargo, fue a la edad de 28 años, después de varios años de estar ejerciendo su carrera, que tuvo certeza de su vocación.
“En todo este proceso vocacional jugó un papel importante la vivencia de la fe en mi familia y el acompañamiento del director espiritual antes de entrar al Seminario”.
Ante la gracia del ministerio conferido manifiesta sentirse “bendecido y alegre en el Señor pues soy consciente que la or denación sacerdotal es un don inmerecido que tiene por fuen te única la gracia divina. Esto me llena de serenidad, de paz y de confianza en Dios pues la obra es de Él. En segundo lugar, me siento con gran expectativa de cara a mi futuro ministerio y con una gran responsabilidad frente a Dios y a la Iglesia”.
Presbítero Jonathan Alexánder Rozo García
Nació en La Calera el 27 de diciembre de 1993. Su parroquia de origen es Nuestra Señora del Rosario (La Calera – Vicaría Episcopal Territorial Cristo Sacerdote). Hijo de Carlos Elí y Miryam Amalia, es el mayor de seis hijos.
Su llamado vocacional surge en medio de la vida del campo. “Gracias al sencillo pero profundo testimonio de caridad y fe de mis abuelos en medio de las dificultades, reconocí las huellas del amor de Dios en mi vida, es así que, al recibir los sacramentos de Bautizo y Eucaristía, a los 11 años, se des pertó en mí una fascinación por estar cerca de las cosas de Dios”. Fue miembro de Infancia Misionera y monaguillo en la parroquia del pueblo, “en estas dos experiencias que son escuela y semillero de la vocación, contemplé el rostro de Dios en la alegría de la misión y en la belleza de la liturgia. Asimismo, el testimonio de entrega, radicalidad, disponibi lidad, alegría y amor al sacerdocio por parte de mis párro cos me llevó a preguntarme con insistencia por la posibili dad de ser sacerdote de Cristo”.
Ante la gracia del ministerio conferido manifiesta sentir agradecimiento, temor, alegría y asombro. “La acción de gracias a Dios por el don de la vocación; a la Iglesia por rea lizar la tarea de la formación; y a tantas personas que me han acompañado y apoyado en el camino. El miedo, que hu manamente se da por lo desconocido y por mis debilidades; la alegría, al constatar la mano de Dios en todo el proceso formativo y el poder contemplar el culmen de una parte del camino y el inicio de la nueva etapa al ser ministro de Dios en la Arquidiócesis; y, finalmente, el asombro por la respon sabilidad que otorga el tesoro del ministerio sacerdotal y los retos que vienen. Me asombra como Dios me dice: «¡Te elegí a ti, no me elegiste tú a mí!»”.
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Bogotá
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Seminario Mayor
Presbítero
Camilo Andrés Torres González
Nació en Bogotá D.C. el 29 de marzo de 1994. Su parroquia de origen es Santa Cecilia (Vicaría Episcopal Territorial Espíritu Santo). Hijo de Carlos Alberto y Mónica Denis, es el menor de dos hijos.
“Mi vocación sacerdotal ha surgido en el silencio desde mi infancia, a pesar de que mi familia en ese entonces no era muy cercana a la vida de la Iglesia, en las oportunidades que tenía de ir a la eucaristía en la parroquia Santa Cecilia siem pre me cautivaba la imagen del Crucifijo que preside, has ta el día de hoy, el presbiterio del templo parroquial. Puedo decir que ese es el inicio de esta historia de seguimiento al Señor. Posteriormente, me vinculé al grupo de monaguillos y fui madurando mi opción vocacional y conociendo más de cerca el estilo de vida de un sacerdote diocesano”.
Ante la gracia del ministerio conferido manifiesta sentirse alegre y sereno “dado que tengo la certeza de que es el Señor quien me acompaña y hace fecunda la obra en mis manos. Asimismo, experimento sentimientos de eterna gratitud hacia la Iglesia que me ha formado y guiado en todos estos años. Le pido a Jesús la gracia de sentirme abandonado en la Providencia y de percibir siempre esa confianza que inunda el corazón de los que han sido elegidos”.
(Jn 15,13).
Nació en Bogotá D.C. el 16 de noviembre de 1987. Su parro quia de origen es María, Madre de la Divina Misericordia (Vicaría Episcopal Territorial San Pablo). Hijo de Ananías y María Alejandrina, es el mayor de tres hijos.
Su vocación fue demarcada por su familia y por su comuni dad parroquial. “El hogar en el que crecí me formó desde el amor, la humildad y sobre todo en el servicio (…) En mi ho gar se fueron colocando los primeros cimientos de mi rela ción personal con Dios y de una vida proyectada al servicio de los demás”.
Alrededor de los 13 años su participación en la vida parro quial se fortaleció. “Fui acólito, parte del grupo juvenil y miembro del ministerio musical de la parroquia San Juan Neumann. En esta comunidad parroquial crecí en la fe, en contré verdaderos amigos y pensé seriamente mi vida des de el servicio y el amor a través de diversas experiencias de encuentro, de misión y de formación. Acompañado de muy buenos testimonios sacerdotales como el Padre Yoany Vic tor Cupitra Díaz y el padre Edwin Raúl Vanegas Cuervo, la vida sacerdotal la fui relacionando desde la entrega, el amor y la felicidad”.
Ante la gracia del ministerio conferido manifiesta gratitud, felicidad y ánimo. Destaca la acogida por el colegio presbiteral de la Arquidiócesis. “Me siento en disposición para servir en lo que nuestra Iglesia necesite”, manifiesta.
Presbítero Diego Armando Jiménez Melo
“Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos”
Siempre ha percibido el cuidado maternal de la Virgen María, por ello se identifica con la frase que se atribuye a San Juan Bosco: “Ella lo ha hecho todo”.
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La pregunta robada
En las películas bélicas, como esas de la Segunda Gue rra, se repite una escena: los cañonazos al fondo y el pue blo expectante, el relámpago que avisa que ya se acerca el tumulto. Claro, este aviso, todavía lejano, daba tiempo al escape. Pues bien: creo que corremos el peligro de habitar pueblos sonrientes en medio de guerras silenciosas, como una marea nocturna que ahoga campos y vidas, sin alarma, sin advertencia, sin margen para la huida, sin aviso para el combate. Vivimos, creo, en medio de una guerra disfraza da, mediatizada y fantasma.
Pero ¿qué guerra? ¡La del hombre!: plaza fuerte, adorna da con un caballo que, queriendo Dios, no se ha desemba razado del todo. De la idea que tengamos del ser humano, como de una fuente, correrán en adelante los surcos de la historia, y por esta razón es necesario hacernos la pregunta urgente: ¿qué es el hombre? Es esta también la pregunta ro bada, porque reducidos a seres consumidores, asumimos que cuanto se nos da tiene santa procedencia.
Ojo, no se trata de responder sin margen de error, sin salirse de la raya, sino al menos de centrar la discusión, de darle proporciones reales, no vaya a ser que mientras se reparten las riquezas del palacio, los cristianos estemos aún dando palos al espantapájaros, porque la idea del hombre es el alma detrás de todas las actitudes, de todas las decisio nes, sean estas públicas o privadas.
El peligro que pasamos los cristianos radica precisa mente en que olvidemos que somos herederos de una vi sión particular del hombre, que lo reviste de grandeza y le otorga una gloria indestructible. Habiendo olvidado la cuestión antropológica, estamos a merced de que se nos impongan visiones ajenas y dañinas. Es precisamente esta riqueza olvidada, robada y suplantada, de la que depende el debate de tantas cuestiones: aborto, patriarcado, femi nismos, narcotráfico, ideología de género, crisis ecológica, pena de muerte, Nuevo Orden Mundial, explotación, etc., que requieren entenderlas en sus presupuestos, en sus an tecedentes ideológicos.
Este es un verdadero marco para el diálogo y la evan gelización, de otro modo la Iglesia no dejará de ser vista como moralizante y retardataria. ¿Acaso evangelizar nues tra arquidiócesis no es, en cierto sentido, un contrapunto a
las visiones mutiladas del hombre? Y estos reduccionismos antropológicos son una especie de veneno dosificado, de enrarecimiento y enajenación, una suerte de homicidio sistemático. Estos atentados contra la vida íntima del hom bre, cuando se dan, se pueden rastrear en la historia y tiene eventos concretos que marcan sus capítulos.
Asistimos a una confrontación de antropologías, como dos corrientes de agua que se entremezclan y se remplazan; somos testigos de una época en la que se define qué idea del hombre se impondrá en lo sucesivo.
Pero nadie puede tomar partido en una discusión tan sensible si no se le advierte, si no se le capacita, si no se le forma en una sensibilidad. Por esa razón, al menos para comenzar a salir de una modorra tan culpable, es necesario preguntarnos y enseñar a preguntar ¿qué es el hombre? Se trata de enseñar a filtrar, a discernir lo que conviene de lo que no, de enseñar a pensar, y a descubrir la propia gran deza. De hecho, la situación de un cambio de aguas está tan avanzada que puede decirse que la catequesis se trata de cincelar antropologías precedentes, sea de niños, jóvenes o adultos.
Esta actitud controversial -sí, evangelizar es controverti do- no se resume con un miedo por perder privilegios, ni se trata de dar la alarma y llamar al hermetismo, cerrando compuertas y cauterizando las mentes de los fieles. Es pre cisamente la riqueza de la Iglesia tomar cuanto le conviene y desechar cuanto la daña: se trata de establecer el diálogo, de recoger lo valioso de las nuevas visiones.
Tenemos con qué enamorar a las generaciones que vie nen con una imagen del hombre siempre amado. De he cho, es la misión de la Iglesia mostrar cómo nos ha amado el Padre. Tal misión -porque estamos en el mundo- se da en medio del intercambio y debe ser propositiva, si no co rre el riesgo de jugar con las reglas que combate, y mostrar cuál es la belleza de la antropología revelada, en qué con siste lo esencial de ser imagen y semejanza: por qué lo llena de dolor el sufrimiento ajeno, por qué lo llena de esperanza la historia, por qué lo convence de su responsabilidad el sentirse con poder, por qué lo llena de misericordia el sen tirse pecador y perdonado, por qué se alegra de su cuerpo y con él ama, por qué lo llena de alegría el trabajo cuando es digno y el descanso cuando es justo, por qué le duele la muerte y al mismo tiempo la llama hermana
Jesús Arroyave Restrepo ■ Presbítero Párroco en Santa María Micaela y San Mario y capellán del Liceo San José
Y estos reduccionismos antropológicos son una especie de veneno dosificado, de enrarecimiento y enajenación, una suerte de homicidio sistemático.
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Parroquias
Nuestra Señora de Altagracia
Comunidad parroquial joven y viva en su dinámica de fe
Erigida en octubre de 2014, por el cardenal Rubén Salazar Gómez, la parroquia Nuestra Señora de Alta gracia, ubicada al oriente de Bogotá, en la localidad de San Cristóbal, se destaca por su dinamismo pastoral y por el compromiso de su comunidad en el fortalecimiento de la fe.
“Esta es una parroquia muy joven, con un territorio muy grande, y muy viva en cuanto a su dinámica de fe (…) Ha sido una comunidad muy sedienta del Evangelio”, asegura el padre Edgar Javier Barbosa Morales, párroco.
En esta línea, afirma que “los do mingos, un promedio de 2 mil perso nas participan en las 6 eucaristías del día, celebradas en los distintos secto res. Eso marca un poco la diferencia de esta parroquia, no está centraliza da. Esto también es un regalo, porque somos sectores distintos, con necesi dades muy particulares, pero una sola comunidad parroquial”.
La construcción del templo es el sueño por el que la comunidad trabaja de la mano de su párroco.
Sobre la proyección pastoral, señala que se cuenta con un grupo de acó litos y de catequistas, distribuidos en cada uno de los sectores. “Buscamos, además, fortalecer la vida de los jó venes, ofreciéndoles cosas que los li bren, los saquen, un poco de los ma les que el entorno les pueda ofrecer; entonces, tenemos una escuela de formación musical en piano y gui tarra, con una muy buena participa ción y, además, hemos iniciado una escuela de microfútbol, procurando que los niños también encuentren en el deporte espacios para verse libres de problemas, por ejemplo, el tema de la droga, que impacta tam bién nuestro sector”.
La parroquia Nuestra Señora de Al tagracia pertenece a la Vicaría Epis copal Territorial San José y acompaña a cerca de 15 mil habitantes de una zona caracterizada por una compleja realidad social.
“El territorio de nuestra parroquia es bastante grande. Nosotros tenemos 5 sectores: Altamira, que es el centro, donde se encuentra el templo parro quial, por construir aún, este es nues tro gran sueño y proyecto. Luego, en contramos el sector de Quindío, barrio Quindío, que es el sector más antiguo de la parroquia, el cual pertenecía a la parroquia Madre del Divino Amor; es una capilla pequeñita, empotrada en la montaña, muy antigua y con un muy bonito recorrido pastoral.
El párroco
El padre Edgar Javier, oriundo de Fosca (Cundinamarca), fue ordenado sacerdote el 12 de noviembre de 2016, por el cardenal Rubén Salazar Gómez. Durante sus cinco años de ministerio ha servido a esta iglesia particular como: vicario parroquial y administrador parroquial en Santos Joaquín y Ana (2016 / 2018, respectivamente); capellán en el Gimnasio Monseñor Manuel María Camargo- SEAB (2020); a partir de julio 2020, es párroco en Nuestra Señora de Altagracia.
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Tenemos, también, al sector de Gaviotas, allí son 700 unidades de vivienda; una de esas casas es la capilla, un lugar muy bonito, un lugar permanente de exposición del Santísimo. Intentamos acompañar la vida espiritual de todas estas familias del sector. Finalmente, se encuentran las capillas de Pinares y Miraflores”. La acción pastoral la adelanta de la mano de la religiosa Rosa Ruíz, una misionera cruzada de la Iglesia. “Ella es un regalo pastoral, porque hemos hecho comunidad: un sacerdote, una religiosa, que procuran trabajar por y con estas familias”.
Cenizarios
La parroquia Cristo Rey dispone de una bella cripta con cenizarios para la venta.
Mayor información en el despacho parroquial: Transversal 18 No. 96-90
Teléfono: 2579144
Capilla Miraflores, consagrada el 17 de octubre 2021.
Capilla en el sector Quindío, el más antiguo de la parroquia.
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Obispos auxiliares
Un año de grandes desafíos
Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, vicario general con mandato especial, vicario episcopal para la vida religiosa, asociaciones y movimientos laicales; director de la oficina para el buen trato; y secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), compartió con Fraternidad la manera en la que avanza su servicio pastoral y evangelizador a nivel arquidiocesano y nacional.
Fraternidad (F): Monseñor, ¿cuál es el rol del secretario general de la CEC y cómo recibió este nombramiento?
Monseñor Luis Manuel Alí Herrera (MLMA): El llamado a este servicio fue una sorpresa. Es una responsabilidad enorme, pero también es un signo de comunión con todos los obispos, pasto res de cada una de sus diócesis, arqui diócesis y vicariatos apostólicos.
Desde este servicio se motiva y apo ya las actividades y los proyectos que se tengan a nivel nacional, para que la Iglesia que camina en Colombia sea ese signo de unidad y de entrega, de cons trucción del Reino y de comunión con el sumo pontífice.
(F): ¿Cómo ha sido la experiencia de compaginar las actividades de se cretario general del episcopado co lombiano con sus tareas de obispo auxiliar y otros servicios en la Arqui diócesis de Bogotá?
(MLMA): Difícil porque he tenido que hacer el sacrificio real de dejar al gunas responsabilidades que tenía en la Arquidiócesis de Bogotá, por ejemplo: Yo era el encargado del centro de comu nión y participación, ya no lo soy, mon señor Daniel Delgado, con una dispo sición enorme, ha asumido ese trabajo y la responsabilidad tan bella de acom pañar las coordinaciones de ministerios ordenados; la formación permanente; la formación de los seminaristas, la pas toral vocacional; la pastoral familiar; el
diaconado permanente. Todo eso lo he tenido que dejar con una tristeza real mente enorme.
Sigo siendo obispo auxiliar de Bogo tá; vicario de religiosos y de los movi mientos y asociaciones de laicos. Ade más, soy el responsable de la oficina para el Buen Trato.
(F): ¿Cuáles considera son los prin cipales desafíos para acompañar a es tos grupos a nivel pastoral?
(MLMA): Sobre todo motivar y acompañar las iniciativas que tienen. Siempre lo digo y no es frase de cajón, es una realidad: Nosotros sin la vida consagrada y sin los movimientos y asociaciones laicales en la Arquidióce sis de Bogotá sencillamente no podría mos existir.
Son 286 comunidades de vida religio sa femeninas, más de 58 comunidades de vida consagrada masculinas; asocia ciones y movimientos son más de 80. Ante esta fuerza tan grande, la respon sabilidad que tenemos es hacer sinergia, porque fácilmente nos podemos disper sar, cada uno puede ser república inde pendiente, iglesias paralelas. Es necesa rio una integración, un camino juntos, como nos lo invita el Sínodo, esa es el mayor reto de estos centros que están unidos a la Vicaría de Evangelización.
(F): ¿Cuáles considera son las claves para lograr un aprovechamiento real y buenos frutos, a partir de la viven
cia del Sínodo por una iglesia en co munión, participación y misión?
(MLMA): Te respondo teniendo en cuenta la realidad de la Arquidiócesis. Nosotros somos unos consentidos de nuestro buen Dios, porque precisamen te estamos terminando las tres etapas del Plan de Evangelización y se nos presenta esta extraordinaria posibilidad de caminar juntos, del Sínodo de la Si nodalidad; entonces, no fue necesario hacer un cambio drástico en el proceso evangelizador que estábamos llevando.
El trabajo es interesante porque la idea en este momento es: de acuerdo a la pregunta fundamental del Sínodo, a los 10 ejes temáticos que nos propone el documento base y al Vademécum, motivar todo el trabajo de reflexión, pero también de motivación en cada una de las comunidades, en las parro quias, en los movimientos apostólicos, en todos los ambientes eclesiales de la Arquidiócesis de Bogotá, para que plasmemos nuestros sueños, nuestra profecías, nuestras intuiciones, todo lo que soñamos para ser la Iglesia de Je sucristo. Como dice el Papa: la idea no es cambiar la Iglesia, la idea es ser fiel a la Iglesia que el Señor quiere de cada uno de nosotros.
(F): Desde la CEC se logra una mi rada amplia de la realidad de las ju risdicciones eclesiásticas a nivel na cional, ¿cuál considera es el mayor desafío y la mayor fortaleza en la res puesta de la Iglesia en Colombia al lla mado de caminar juntos?
(MLMA): Me parece que uno de los retos más grande es caminar juntos. Insisto en la palabra JUNTOS como Iglesia de Jesucristo, pero valorando y respetando cada una de las riquezas y de las particularidades de las regiones, de los territorios.
La Iglesia colombiana es inmensa mente rica, pero también compleja, variopinta, con un mar de situaciones, de realidades y de problemáticas. Hay diócesis totalmente rurales; otras rura les y urbanas; otras que están en terri torios de misión, en la selva, con condi ciones difíciles de acceso, porque están en unos terrenos de montaña, a veces inhóspito, con realidades sociales muy
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difíciles. Esa es la Iglesia colombiana, es una riqueza enorme, y los territorios, las regiones, se tienen que visibilizar cada vez más.
Confieso que tengo una visión muy citadina, muy de Bogotá, es más, nues tros mismos pueblos son de una ciu dad – región. En estos pocos meses que llevo he hecho un par de visitas a algunas regiones y es totalmente dife rente. También, ha sido una bendición muy grande los encuentros que hemos tenido con los arzobispos y con algunos obispos que están haciendo un trabajo extraordinario, sobre todo, en la parte del pacífico. Estos encuentros me han permitido conocer la realidad de la Iglesia variopinta, bella, que se expresa en esos rostros regionales y territoriales.
(F): La pandemia trajo consigo pro fundos cambios en los modos de vivir la fe y la pastoral, ¿cuál considera es el camino que se debe seguir para pro pender por acciones pastorales y de evangelización con mayor eficacia?
(MLMA): Primero tenemos que vol ver a la presencialidad y no me refiero solamente a las celebraciones eucarísti cas, sino también a las actividades evan gelizadoras en la presencialidad.
Tenemos que motivar una vez más la presencialidad, con todo el respeto de las medidas de bioseguridad. Además, me parece fundamental aprovechar la riqueza y las enseñanzas que hemos tenido en este año de pandemia. Nos hemos vuelto un poco más familiares a las redes digitales, a lanzarnos y a ser un poco atrevidos en las propuestas evan gelizadoras, por ejemplo, con cosas en Instagram, en Tik tok, en Twitter, en Facebook, en YouTube.
Lo que aprendimos en tiempo de pandemia, insisto, se tiene que quedar y perfeccionar. Por otra parte, la presen cialidad la tenemos que replantearla en algunas dinámicas que teníamos antes de la pandemia.
(F): Otro de los aspectos que repre senta un gran desafío para la Iglesia católica es el tema vocacional, ¿de qué manera considera se pueden fortale cer los procesos vocacionales?
(MLMA): Debemos decirlo sin pe los en la lengua, estamos en una crisis
vocacional, no solamente crisis de los ministros ordenados, de los jóvenes que entran a los Seminarios, sino, también, de la vida consagrada masculina y fe menina. Pero como toda crisis, es una gran oportunidad que nos da el Señor para descubrir lo que significa la voca ción y para valorarla desde las parro quias, desde las comunidades cristia nas, desde los mismos movimientos.
Una pastoral vocacional con un encargado y con un motivador voca cional, en cada una de las diócesis es inviable. Todos nos tenemos que po ner la camiseta para saber que todos somos motivadores vocacionales. La misma familia, las parroquias, las co munidades, los movimientos.
El Señor sigue llamando y nosotros te nemos la absoluta y plena certeza, pero una vocación necesita todo un ecosis tema y el ecosistema es la comunidad cristiana.
(F): Otro frente que usted ha acom pañado de manera directa es la pro tección de menores, ¿cómo avanza la oficina para el Buen Trato, encargada de estos temas y que proyección tiene?
(MLMA): Desde el año 2018 noso tros tenemos la oficina para el Buen Trato, una iniciativa del anterior pas tor de la Arquidiócesis de Bogotá, el señor cardenal Rubén Salazar Gómez. Hemos recibido todo el espaldarazo no solamente de él sino de todos los vica rios episcopales de la Arquidiócesis, de los párrocos y de nuestro actual arzo bispo, monseñor Luis José Rueda Apa ricio, quien lo ha tomado como una de sus prioridades tanto en la Arquidió cesis como en la Conferencia Episco pal de Colombia.
La oficina tiene tres frentes: el pri mero, relacionado con la atención a las víctimas y el acompañamiento que les brindamos; segundo, trabaja la parte preventiva para crear una cultura de buen trato y los entornos protectores; y el tercero, desarrolla toda la formación propiamente de los agentes de evange lización que trabajan con menores de edad.
Hemos realizado nuestro primer cur so virtual y miles de agentes de evange lización de la Arquidiócesis de Bogotá
han recibido esta formación. Tenemos 12 libros que nos inspiran nuestra ruta de atención y los lineamientos de pre vención y hemos iniciado el trabajo de la construcción de nuestro segundo curso virtual, que tiene que ver con lo que va a realizarse en cada una de las parroquias y de las comunidades cris tianas en relación a los protocolos de prevención.
También, estamos con algunas acti vidades piloto con estos protocolos en ocho parroquias y en instituciones de la Arquidiócesis. El curso lo vamos a rea lizar en el segundo semestre del 2022. En el primer semestre del año continua remos haciendo los pilotos en las parro quias, en instituciones.
(F): Monseñor, para cerrar este tema, la Arquidiócesis es abandera da en el acompañamiento a menores, pero esta es una realidad que permea a la Iglesia de manera general, dando una mirada desde la CEC, desde lo na cional, ¿cuál es la postura y cuáles son los avances en el tema de protección a menores a nivel nacional?
(MLMA): Lo que hacemos en la Arquidiócesis lo estamos llevando a cabo en la Conferencia Episcopal de Colombia con el Consejo Nacional de Protección de Menores.
Son laicos que aceptaron la invi tación de la presidencia anterior, de monseñor Óscar Urbina, de monseñor Elkin Alvarez. Queremos repotencializar ese consejo, con el trabajo preventivo.
(F): Muchas gracias monseñor por compartir todas estas líneas de traba jo tanto a nivel arquidiocesano como nacional. Finalmente, nos acercamos a navidad, ¿cómo se prepara para este tiempo de gozo y cuál sería su mensaje?
(MLMA): Para mí el Tiempo de Adviento es muy importante y trato de vivirlo con mucha seriedad espiritual, haciendo mi oración y meditación del Oficio de Lectura, también la propuesta que nos hace las lecturas diarias, la Lec tio Divina diaria.
Los invito a vivir ese tiempo de navidad con todo lo que nos propone la liturgia de la Iglesia.
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Obispos auxiliares
Alegría y compromiso con la misión encomendada
Monseñor Pedro Manuel Salamanca Mantilla, obispo auxiliar de Bogotá y administrador apostólico de la Diócesis de Facatativá habló con Fraternidadsobre los frutos, expectativas, desafíos y aprendizajes que dejó su servicio pastoral como vicario episcopal de evangelización, por 5 años y medio; y como vicario episcopal para el anuncio, formación en la fe y diálogo con la cultura.
Fraternidad (F): Monseñor, ¿de qué manera recibe el llamado a servir a la diócesis de Facatativá como administra dor apostólico?
Monseñor Pedro Manuel Salamanca (MPMS): Fue algo muy sorpresivo, pero al mismo tiempo muy grato, porque prácticamente conocía al 70 por ciento del clero. Había sido profesor de ellos y había una buena mutua recordación, naturalmente eso facilita mucho las co sas para iniciar el servicio.
Por otra parte, monseñor Gabriel Romero, quien fue también obispo au xiliar de Bogotá y rector del Seminario durante una buena parte de mi tiempo de formación, ordenó a 44 de los actua les sacerdotes de Facatativá y realmente los marcó con un estilo muy afín; pero, al mismo tiempo, es un clero que tiene una identidad muy grande. Un sentido de pertenencia y de amor a su Diócesis muy bonito.
(F): ¿Cuántos sacerdotes y cuántas parroquias tiene la Diócesis de Facata tivá?
(MPMS): La Diócesis de Facatativá tiene 50 parroquias y el número casi justo de sacerdotes para atenderlas. Son 60 sacerdotes. Es un clero relativa mente pequeño.
Estamos enfrentando, como muchas diócesis del país, un momento de crisis vocacional, porque hace varios años no hay ordenaciones y, si nos va bien, las primeras son hasta dentro de dos años.
En este momento es una prioridad por que la Diócesis de Facatativá, formada por sectores que contrastan, crece rápi damente.
(F): Monseñor ¿cuáles cree que son los elementos que debe tener la anima ción vocacional para fortalecerse y dar un paso más allá en esta crisis que es de la Iglesia en general?
(MPMS): En primer lugar, es deci sivo, determinante, que los sacerdotes vivamos nuestro ministerio con mucha alegría, generosidad, con mucho entu siasmo, y creo que la situación en la que estamos puede propiciar eso, porque la pandemia nos aleccionó a todos, y tam bién nos hizo sentir unos vacíos muy fuertes, el hecho de no poder celebrar, no poder tener un contacto más directo con las comunidades.
Por otra parte, es necesario que todos los fieles de las diócesis, pero especial mente los sacerdotes, ministros ya orde nados, entiendan que participan de esa responsabilidad de la promoción de las vocaciones, porque a veces en las diócesis se nombra un sacerdote o algún equipo de sacerdotes que rodea al animador de pastoral vocacional, pero los dejamos muy solos.
Es fundamental que todos: los laicos, los religiosos, los ministros ordenados, seamos promotores de las vocaciones.
Lo tercero, es que es necesario ha cer propuestas. A veces nos limitamos a acompañar a los que, de manera es
pontánea, por gracia de Dios, en su corazón descubren la llamada de Dios, pero creo que tenemos que proponer. El mismo Señor Jesucristo en el Evan gelio nos mostró que ese es el camino de la pastoral vocacional.
Es atreverse a proponer el ideal de vida sacerdotal a los jóvenes, claro, desde el respeto más profundo por las libertades de cada uno porque el Señor Jesucristo lo dijo también: «Si alguno quiere seguirme, venga». Hay que pro poner sin timidez, sin complejos.
Finalmente, ver cómo la pastoral vo cacional está relacionada con otras que son necesarias para que fructifique, pienso en la iniciación cristiana de los jóvenes, porque si no tenemos jóvenes que se enamoren de Jesucristo pues no vamos a tener tampoco gente que esté dispuesta a dar la vida por Él, a dejarlo todo por Él. Hay que estar primero ena morados de Jesús.
En esta línea, también es fundamental la pastoral familiar, porque si no hay fa milias que transmitan la alegría de la fe a los hijos, va a ser muy difícil que surjan en esas familias vocaciones.
(F): ¿Cuántos jóvenes se están for mando actualmente en el Seminario y cuál es la realidad pastoral de la D iócesis?
(MPMS): Para el año entrante vamos a tener 9 seminaristas de Facatativá, en el Seminario Mayor. Hemos tomado una decisión importante para favore cer la perseverancia de los seminaristas; se tomó la decisión con el Colegio de Consultores, con los vicarios foráneos y arciprestes, de enviar al Seminario de Bo gotá un sacerdote de Facatativá para que acompañé más de cerca en el Seminario a los jóvenes que entran. Este mismo sa cerdote se encargará de hacer la pastoral vocacional de propuesta, que implica el apoyo de los sacerdotes en cada vicaría foránea.
Pero lo importante es que todos ha gan pastoral vocacional y se ore en las parroquias, porque la estrategia más im portante en esto de las vocaciones es la oración constante.
Todavía nos falta pensar en otras posibles estrategias. El nuevo encar gado tiene como una de sus prime ras tareas presentarle a la Diócesis,
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al clero, un proyecto creativo y novedo so de pastoral vocacional. Le pedimos a Dios nos ilumine el camino.
Llegando me encontré con la reali dad de estar próximos a la celebración de los 60 años de la Diócesis, en el 2022, entonces decidimos darle al me dio año que llevo como administrador y al siguiente año un carácter celebrati vo que se unió a la insistencia del papa Francisco sobre la sinodalidad.
Estamos en una etapa del Plan de Pas toral que tiene por objetivo celebrar la existencia de la diócesis y desde esa ce lebración fortalecer la adhesión al Señor Jesucristo, fortalecer la identidad sino dal de la iglesia diocesana y estimular, impulsar, el trabajo evangelizador en el contexto de pandemia y pospandemia.
(F): Habla con mucha alegría y opti mismo en este servicio como adminis trador apostólico en Facatativá, pero ¿cómo ha logrado compaginarlo con su servicio como obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá?
(MPMS): En la Arquidiócesis de Bo gotá conservé algunos servicios muy puntuales, porque el cargo que venía desempeñando como vicario de evange lización y director del centro de anun cio, formación en la fe y diálogo con la cultura, lo asumió el nuevo obispo auxiliar.
Yo conservé fundamentalmente tres cosas: unos temas relativos a la inicia ción cristiana, la Escuela Parroquial de Catequistas, de la que soy director desde hace unos años; la Academia de Líderes Católicos, que tiene por obje tivo formar jóvenes que quieren com prometerse más en el campo social y económico y particularmente político, porque esa es una necesidad que se había detectado hace años. Es funda mental formar políticos con un nuevo espíritu desde su experiencia de fe.
También, presido el comité arquidio cesano de acompañamiento de los reti ros de Emaús y sigo vinculado al con sejo episcopal, en el que, desde la lógica sinodal en la que estamos, aporto a los grandes discernimientos arquidioce sanos, al acompañamiento de la tarea evangelizadora en la Arquidiócesis.
En Facatativá ha sido muy interesan te porque es un trabajo más de terreno,
todas las semanas estoy en contacto con las comunidades, con los religiosos, reli giosas y sacerdotes.
(F): Monseñor, ¿por cuánto tiempo acompaño la vicaría de evangelización y cuál es su balance en este servicio?
(MPMS): Por 5 años y medio, suce dí en este servicio a monseñor Jaime Mancera.
Apenas fui nombrado obispo el señor cardenal me pidió el favor de asumir la vicaría de evangelización, entre otras cosas, porque desde hacía varios años, antes de mi nombramiento como auxi liar, había ayudado en varios temas de la elaboración, de la puesta en marcha del Plan de Evangelización, entonces el cardenal sabía que conocía el tema y me gustaba.
Estos han sido unos años muy her mosos de servicio a la Arquidiócesis, en los que me movía el amor que siento por la iglesia de Bogotá; todo lo que el Señor me ha dado ha sido a través de la Arquidiócesis, entonces el servicio lo sentí como un llamado a responder con gratitud.
Por otra parte, fue muy interesante poderse dedicar en esos primeros años de episcopado a ahondar en los gran des temas pastorales, pues la vicaría de evangelización reclama eso; también di rigir procesos de planificación pastoral, proponer ciertos acentos.
A mí me correspondió una etapa muy interesante del Plan de Evange lización que fue la etapa del Nuevo Rumbo, en el que la idea era, después del esfuerzo por cambiar de mentali dad, por adoptar estos criterios pasto rales, por renovar la mística evangeli zadora de la Arquidiócesis, lograr una renovación efectiva de nuestra pastoral y de nuestra tarea evangelizadora y como fruto quedaron 10 proyectos pas torales que llamamos fundamentales y que se mantienen vigentes en la vida de la Arquidiócesis.
Yo estoy convencido que los pro yectos fundamentalmente apuntan a los centros neurálgicos si queremos una renovación integral de la evange lización.
La etapa Nuevo Ritmo fue un poco accidentada porque llegó la pandemia,
pero se quiso en esa etapa centrarnos en la espiritualidad del Plan de Evan gelización, porque el riesgo siempre es quedarnos en la acción o sentir una cierta saturación con el conjunto de ac ciones; quisimos identificar con mayor claridad los rasgos de la espiritualidad subyacente al Plan de Evangelización.
La pandemia también nos llamó a profundizar en esos rasgos:
La mística misionera
Una espiritualidad samaritana
Una espiritualidad encarnada, aten ta a las realidades sociales. Capaz de leer en el acontecimiento social y eclesial la acción de Dios. Identificar los signos de los tiempos.
Pasión y creatividad, el momento lo exige: sacerdotes, laicos, religiosos, apasionados por Jesús, por su pro yecto del Reino y por la tarea evan gelizadora, pero al mismo tiempo creativos, en un mundo cambiante.
Esto manteniéndonos en el ideal que nos une: una iglesia que se renueva en su adhesión a Jesucristo.
(F): Desde su experiencia y puesta en marcha del Plan Pastoral, ¿cuáles son los desafíos de la vicaría de evan gelización? y ¿hacia dónde se debe proyectar en línea al tono sinodal pro puesto por el Papa?
(MPMS): Me parece que las opcio nes que el señor arzobispo y el nuevo vicario de evangelización están toman do son muy válidas, guardan continui dad con lo que se venía haciendo, pero también aportan una novedad que me parece era necesaria.
Hemos entrado en un proceso de escucha que es decisivo en la realidad de la Arquidiócesis, porque en el 2022 terminamos los nueve primeros años de implementación del Plan de Evan gelización. Me ha sorprendido la ma nera como los laicos han entrado con gran libertad, participación, se nota que el Papa logró contagiarnos sobre lo que significa la escucha en el discernimiento para la pastoral.
Finalmente, es fundamental la hu mildad y la conciencia de que en to dos los seres humanos está el Espíritu de Dios y, por lo tanto, todos pueden aportar y todos podemos aprender.
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Orden
Ecuestre del Santo Sepulcro, custodios de Tierra Santa
Esta institución de la Iglesia cató lica tiene encomendada, por el santo padre, la misión de ayudar a la Iglesia en Tierra Santa y reforzar la práctica de la vida cristiana.
En Colombia, lleva activa más de 70 años y la conforman en la actuali dad 120 miembros, entre sacerdotes, caballeros y damas.
Están presentes en cinco secciones, en ciudades como: Bogotá, Medellín, Popayán, Cali y Manizales, desde allí contribuyen al sostenimiento de nu merosas obras sociales. En Bogotá, la más importante es el Instituto para Niños Ciegos, en el sur de la ciudad, donde, a la fecha, se atienden 108 ni ños con diferentes discapacidades.
En este instituto reciben educación, alimentación, donaciones, formación en la fe y en valores cristianos.
‘Dios lo quiere’, fue el emblema de los Cruzados, que hoy mantiene vivo la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, son firmes en sus com petencias y se proponen fomentar a diario: la autodisciplina; el testimonio de fe y el bien común; la generosidad; el coraje; la solidaridad; la atención a la presencia cristiana en Tierra Santa; el compromiso y la colaboración.
Historia de la Orden
La Orden se remonta a las Cruza das, cuando la cristiandad, bajo la inspiración del papa Urbano II, or ganizó una serie de multitudinarias expediciones militares que, partiendo de Europa, se lanzaron a reconquis tar el Santo Sepulcro en poder de los musulmanes. La primera tuvo lugar en 1095.
En 1096, con ocasión de la primera cruzada, se crean asociaciones de ca balleros, con carácter religioso y mili tar, para la defensa de los Santos Lu gares y la asistencia a los peregrinos.
Especial
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En 1099, después de la liberación de Jerusalén, Godofredo de Bouillón confía a un grupo de caballeros cru zados la custodia del Santo Sepulcro y se organizan en una Orden bajo la dirección espiritual del patriarca de Jerusalén.
En el año 1103, Baldino I, herma no de Godofredo, rey de Jerusalén, faculta al patriarca de dicha ciudad para crear e investir caballeros, con lo cual amplía su función a los órdenes espiritual y material. En el año 1118, el papa Pascual II aprueba la Orden del Santo Sepulcro.
En 1888, el papa León XII aprueba la práctica de investir Damas en la Orden.
En 1999, el Gran Magisterio pro mulga la directiva para la renovación de la Orden en el Tercer Milenio, que ejecuta el mandato especial del papa de restituir la Orden a su función pri mitiva, con la diferencia de que sus medios ya no son las fuerzas de las ar mas sino la ayuda fraternal a los her manos y, en especial, a Tierra Santa.
Jerarquía de los Embajadores de Tierra Santa
Existe una jerarquía que designa a los miembros, según el trabajo y compromiso que se adquiere durante la permanencia en la Orden.
Los miembros pertenecientes a esta Orden son fácilmente identificables
por su protocolo y uniformidad. Los hombres, por ejemplo, portan un uniforme elegante, traje negro, con capa blanca, birrete, guantes y meda llas según el título que obtengan. Las mujeres por su parte, visten una capa negra, velo negro, guantes y distincio nes de grado.
Ceremonia de Velación de Armas
El pasado 14 y 15 de octubre de 2021, en el marco de la celebración de la eucaristía en el Seminario Mayor de Bogotá, se realizó la ceremonia de investidura, en la que los candidatos expresaron formalmente su deseo de pertenencia, voluntad de acatar su Constitución y prometieron luchar por el Reino de Cristo y por la difu sión de la Iglesia.
En esta ceremonia se realizó el nombramiento del Gran Prior de la Lugartenencia de Colombia, se trata de monseñor Luis José Rueda Apari cio, quien sucedió en este cargo al se ñor cardenal Rubén Salazar Gómez.
También, participaron en la cere monia en la que se bendicen los uni formes y las insignias, los miembros que ingresan a la Orden. El padre Rafael De Brigard recibió el título de Caballero Comendador
Así mismo se realizó la Velación de Armas donde fueron bendecidos los miembros de la Orden con sus uni formes e insignias.
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Desde la Cancillería
Al señor presbítero Juan David Uribe Jaramillo, en la parroquia Santa María Magdalena, Vicaría Episcopal Territo rial Padre Misericordioso.
Nombramientos
La cancillería arquidiocesana comunica los nombramientos hechos por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá.
Comunicado No. 064/2021
Párrocos
Al señor presbítero Alejandro de Jesús Olivera Manjarrés, en la parroquia La Transfiguración, Vicaría Episcopal Te rritorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Nicolás Francisco Garzón Reyes, en la parroquia Santa María Soledad Torres Acosta, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Carlos Alberto Cale ro Vélez, en la parroquia Nuestra Seño ra de las Nieves, Vicaría Episcopal Te rritorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Iván Ramiro Sola no Parra, en la parroquia Santa Águe da, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Octavio Soler Espi nosa, en la parroquia María Auxilio de los Cristianos, Vicaría Episcopal Terri torial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Amadeo Ballester Sanz, en la parroquia San Mateo, Vica ría Episcopal Territorial Cristo Sacer dote.
Al señor presbítero Luis Eduardo He nao Ochoa, en la parroquia San Ber nardo Abad, Vicaría Episcopal Territo rial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Miguel Antonio Abril Rojas, en la parroquia San Vicen te Ferrer, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Abelardo Gómez Serrano, en la parroquia La Sagrada Fa milia, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Wilson Enrique To var Escobar, en la parroquia La Visita ción de Nuestra Señora, Vicaría Epis copal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Santiago Diego Emanuel Aragón Bueno, en la Parro quia San Alonso Rodríguez, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Al señor presbítero Edgar Enrique Gal vis Higuera, en la parroquia Madre de los Creyentes, Vicaría Episcopal Terri torial de San José.
Al señor presbítero Edwin Humberto Romero Martínez, en la parroquia Ma ría Auxiliadora, Vicaría Episcopal Te rritorial de San José.
Al señor presbítero Mauricio Urbina Villamil, en la parroquia Santa María del Camino, Vicaría Episcopal Territo rial de San Pedro.
Al señor presbítero Laureano Barón Casas, en la parroquia Santo Domingo Savio, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al señor presbítero Edison Sahamuel Ortiz, en la parroquia San Buenaven tura, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al señor presbítero Juan Francisco Gu tiérrez Duarte, en la parroquia Niño Jesús de Praga – Cantalejo, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al reverendo padre Manuel Antonio Parra Delgadillo, en la parroquia San Bartolomé Apóstol, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al señor presbítero Didier Vargas Sato va, en la parroquia San Atanasio, Vica ría Episcopal Territorial de San Pablo.
Al señor presbítero Juan Carlos Carballo Pérez, en la parroquia Santa Lucía, Vica ría Episcopal Territorial de San Pablo.
Al señor presbítero Efraín Mejía Galle go, en la parroquia Jesús Misericordio so, Vicaría Episcopal Territorial de San Pablo.
Al señor presbítero Carlos Andrés Del Valle Granada, en la parroquia San Ju das Tadeo, Vicaría Episcopal Territo rial de San Pablo.
Al ilustrísimo monseñor José Orlando Cruz Báez, en la parroquia Nuestra Se ñora del Buen Consejo, Vicaría Episco pal Territorial Padre Misericordioso.
Al señor presbítero William Eduardo Castro Solano, en la parroquia San Tar sicio, Vicaría Episcopal Territorial Pa dre Misericordioso.
Al ilustrísimo monseñor Pedro Fer nando Mercado Cepeda, en la parro quia Nuestra Señora de Torcoroma, Vicaría Episcopal Territorial Padre Mi sericordioso.
Al señor presbítero Omar Enrique Cris tancho Gómez, en la parroquia Santa María del Cedro, Vicaría Episcopal Te rritorial Padre Misericordioso.
Al señor presbítero Darío Gustavo Ca sas Abril, en la parroquia Nuestra Se ñora del Campo, Vicaría Episcopal Te rritorial Padre Misericordioso.
Al señor presbítero José del Carmen Carrillo Romero, en la parroquia San Juan de Ávila, Vicaría Episcopal Terri torial Padre Misericordioso.
Al señor presbítero Guillermo Gómez López, en la parroquia Santa María Mazzarello, Vicaría Episcopal Territo rial Padre Misericordioso.
Al señor presbítero Julio Hernando Castillo Guerrero, en la Parroquia Nuestra Señora del Santísimo Sacra mento, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Administradores
Parroquiales
Al señor presbítero Luis Hernando Ra mírez Calderón, en la parroquia San Gregorio Magno, Vicaría Episcopal Te rritorial de La Inmaculada Concepción.
Al señor presbítero Daniel Fernando Almanza Romero, en la parroquia San Raimundo, Vicaría Episcopal Territo rial de San José.
Al señor presbítero Gerardo Martínez Salamanca, en la parroquia San Calix to Caravario, Vicaría Episcopal Territo rial Padre Misericordioso.
Al señor presbítero Giovanni Chichilla Mora, F.S.J.A., en la parroquia Santa María de Caná, Vicaría Episcopal Te rritorial Santa Isabel de Hungría.
38 - Fraternidad - diciembre 2021
Vicarios Parroquiales
Al señor presbítero Leopoldo Andrés Barrero Alvarado, en la parroquia San ta María del Camino, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Otros Cargos
Al señor presbítero Alessandro Alessi, formador del Seminario Misionero Ar quidiocesano Redemptoris Mater.
Al señor presbítero Abelardo Gómez Serrano, rector en el Instituto Tecnoló gico del Sur – SEAB, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Wilson Enrique To var Escobar, director del Instituto San Pablo Apóstol (ISPA) – SEAB, Vicaría Episcopal Territorial del Espíritu Santo.
Al señor presbítero Edwin Humberto Romero Martínez, rector en el Colegio Parroquial Adveniat – SEAB, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Al señor presbítero Carlos Andrés Del Valle Granada, rector en el Liceo Parro quial San José – SEAB, Vicaría Episco pal Territorial de San Pablo.
Al señor presbítero José Antonio Zapa ta Nole, coordinador arquidiocesano de Vida Consagrada.
Licencia de Estudios
Al señor presbítero Julián Andrés Mo rano Rodríguez, por dos (2) años, para que adelante estudios de psicología en el Instituto de Psicología de la Pontifi cia Universidad Gregoriana de Roma.
Licencia
Al señor presbítero Rafael Leonardo Bernal Niño, por seis (6) meses. Bogotá, 25 de noviembre de 2021.
Comunicado No. 050/2021 Modificación título
Cambiar el nombre de la parroquia San Benito por el nombre de parroquia San Benito Abad.
Párrocos
Al señor presbítero Andrés Fernández Pinzón, en la parroquia Santa María de la Libertad, Vicaria Episcopal Territo rial de La Inmaculada Concepción.
Al reverendo padre Fernando Beltrán Soto, C.P., en la parroquia La Sagrada Pasión, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al reverendo padre Juan Carrasquilla Ossa, S.D.S., en la parroquia Madre del Salvador, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Nombrar vicarios parroquiales
Al reverendo padre Aníbal Vásquez Ochoa, M.I., en la parroquia San Cami lo de Lelis, Vicaría Episcopal Territorial de San José.
Al reverendo padre Fr. Jaime Andrés Martínez Romero, O.P., en la parroquia Nuestra Señora de Chiquinquirá, Vica ría Episcopal Territorial de Cristo Sa cerdote.
Al señor presbítero Giovanni Chinchi lla Mora, en la parroquia San Josemaría Escrivá de Balaguer, Vicaría Episcopal Territorial Santa Isabel de Hungría.
Al reverendo padre Óscar Gerardo Gó mez Vargas, C.Ss.R., en la parroquia Santísimo Redentor, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Nombrar en otros cargos
Al señor presbítero José Luis Vergara Acosta, arcipreste del Arciprestazgo 3.1., Vicaría Episcopal Territorial del Espíri tu Santo.
Al reverendo padre Fray Manuel Eduar do Calderón Contreras, O.S.A, rector del Templo de San Agustín, Vicaría Episco pal Territorial de La Inmaculada Con cepción.
Al señor presbítero Wilsson Javier Ávi la Espejo, coordinador arquidiocesano de Evangelización de la Salud.
Al señor presbítero Edgar Alberto Ga leano Pérez, coordinador arquidioce sano de Evangelización del Mundo Pe nitenciario.
Al señor presbítero Henry Rojas Bece rra, capellán de la sede norte de la Uni versidad de La Salle, Vicaría Episcopal Territorial Padre Misericordioso.
Al señor presbítero Carlos Santiago Gra nados Rocha, Capellán de la Clínica de la Mujer, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacerdote.
Al señor presbítero Omar Ortega Pati ño, capellán en el Colegio Divino Sal vador, Vicaría Episcopal Territorial de San Pedro.
Al señor presbítero Edgar Robles Torre cilla, arcipreste para la Vida Consagra da de la Vicaría Episcopal Territorial de San José.
A la señora Graciela Guarín Posada, revisor fiscal del Santuario El Señor de Monserrate.
Al reverendo padre fray Harvey Barre ro Duarte, O. Carm., capellán de la Clí nica Universitaria Colombia, Vicaría Episcopal Territorial de La Inmaculada Concepción.
Al ilustrísimo monseñor José Orlando Cruz Báez, en la Dignidad de Deán del Capítulo Catedral.
Nombrar seminaristas de Año de Inserción Eclesial:
Diego Otero Espinel, adscrito en la pa rroquia Santa María del Camino, Vica ría Episcopal Territorial de San Pedro.
Institución de Ministros Lectores
Héctor Fabián Benítez Páez, Víc tor Alfonso Mosquera Suárez, César Hernando Pulido Barón y Andrés Fer nando Silva Valero.
Admisión al rito de candidatura a la sagrada orden
A los seminaristas Erick Joseph Mtey, Miguel Arias Mejía, Jefferson Echeve rry Giraldo, Diego Otero Espinel, David Felipe González Ardila y José Yamid Ramírez Galindez.
Admisión al sacramento del orden en el grado de presbíteros:
A los diáconos Camilo Agudelo Li nares, Edison Fabiany Buitrago Bau tista, Juan Felipe Garzón Gutiérrez, Diego Armando Jiménez Melo, Juan Carlos Matiz Matiz, Jonathan Alexan der Rozo García y Camilo Andrés To rres González.
Admisión al sacramento del orden en el grado de diáconos
Al ministro acólito Fabián Camilo He rrera Pérez.
Causa de Beatificación y Canonización
Al señor presbítero Leonardo Cár denas Téllez, Vice – postulador de la causa del Siervo de Dios Rafael Ma nuel Almansa Riaño.
A los presbíteros Jorge Gonzalo Ma rín García, Hernán Javier Hernández
Fraternidad, una revista para el clero de la Arquidiócesis de Bogotá
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Desde la Cancillería
Ruiz, a la señora Myriam Consuelo Re yes y al señor Pastor Santiago Escobar Acevedo, miembros del tribunal de la Causa de Beatificación y Canoniza ción del Siervo de Dios Ismael Perdo mo Borrero.
Diáconos Permanentes
Al señor diácono permanente Helio Ar mando Velásquez Malpica, adscrito en la parroquia Santa María del Cedro, Vi caría Episcopal Territorial Padre Mise ricordioso.
Al diácono permanente Armando Al berto Rosas Linares, adscrito en la parroquia Santa María Mazzarello, Vicaría Episcopal Territorial Padre Mi sericordioso.
Al diácono permanente Jaime Antonio Montenegro Rodríguez, adscrito en la parroquia Jesucristo Nuestra Pascua, Vicaría Episcopal Territorial del Espí ritu Santo.
Licencias
Conceder la debida licencia para que, en la capilla de la casa “Cenáculo Jesús Sacerdote” de la Congregación de la Fraternidad Sacerdotal, ubicada en la Carrera 8 No. 74C – 78, Vicaría Episco pal Territorial de Cristo Sacerdote, se mantenga la Reserva del Santísimo Sa cramento. Sin embargo, en esta Capilla no habrá culto público sino privado.
Concédase la debida licencia para que, en la capilla de la Casa San Camilo, ubi cada en la Calle 8 Sur No. 12 – 41, Vica ría Episcopal Territorial de San José, se mantenga la Reserva del Santísimo Sa cramento; sin embargo, en esta Capilla no se autoriza la celebración de los de más sacramentos y no habrá culto pú blico, sino exclusivamente privado.
Concédase la debida licencia para que, en la capilla de la Casa San José, ubica da en la Carrera 8 No. 7 – 54 Sur, Vica ría Episcopal Territorial de San José, se mantenga la Reserva del Santísimo Sa cramento; sin embargo, en esta Capilla
no se autoriza la celebración de los de más sacramentos y no habrá culto pú blico, sino exclusivamente privado.
Concédase la debida licencia para que, en el Oratorio del Centro Camiliano de Humanización y Pastoral de la Sa lud, ubicado en la Carrera 8 No. 7 – 54 Sur, Vicaría Episcopal Territorial de San José, se mantenga la Reserva del Santísimo Sacramento, sin embargo, en esta Capilla no se autoriza la cele bración de los demás sacramentos y no habrá culto público, sino exclusi vamente privado.
Conceder la debida licencia por cinco (5) años para que, en la Capilla del Con vento de Santo Domingo, ubicada en la Carrera 1ª No. 68 – 50 Rosales, Vicaría Episcopal Territorial de Cristo Sacer dote, se permita la celebración de la eu caristía, sacramentos y demás accio nes que aseguren el cuidado pastoral y se mantenga la Reserva del Santísimo Sacramento.
Bogotá, 25 de noviembre de 2021
Notas arquidiocesanas
Iglesia en Colombia ora por personas fallecidas a causa del COVID-19 y por sus familias
En la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, el 2 de noviembre, monseñor Germán Medina Acosta, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá, manifestó la cerca nía de la Iglesia católica con “tantas familias que perdieron a sus seres queridos a causa de la pandemia. Han sido más de 125.150 fallecidos por el COVID-19 en nuestro país”, señaló.
“Reciban nuestra expresión de solidaridad y cobijo”, agregó al invitar a no cerrar el alma a la llamada del Señor ni permitir que se arraigue el desamor; “aunque dura es la lucha, su Palabra será bálsamo suave en el dolor”.
Tras señalar que la pandemia puso en evidencia “lo duro de nuestra lucha y frágil condición”, insistió en el amor misericordioso del Padre, “que nos ama con ternura y su misericordia dura siempre: su amor es más fuerte que la muerte (...) Ni el sufrimiento ni la muerte tienen la última palabra”.
Ante este amor genuino, nos corresponde entonces, continúo, “poner nuestra confianza en el Señor, llevar una existencia austera y despojada”, solidaria, servicial y cerca na con los más necesitados.
La solemne eucaristía, realizada en la parroquia Cristo Rey, ubicada al norte de Bogotá, fue concelebrada por sa cerdotes de las ocho vicarías episcopales territoriales.
40 - Fraternidad - diciembre 2021
Momento de bendición y gozo
Consagración de la capilla Miraflores y confirmaciones
El 17 de octubre 2021 esta comunidad parroquial vivió un momento de gozo y bendición al encontrarse con monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, quien administró el sacramento de la confirmación a más de 70 jóvenes y consagró la capilla Miraflores, perteneciente a la parroquia Nuestra Señora de Altagracia, en la localidad de San Cristóbal. La capilla tiene capacidad para 380 personas sentadas.
Durante su visita pastoral, el arzobispo destacó la alegría que sintió al encontrase con “una comunidad tan viva como esta”.
A los jóvenes los invitó a reconocer la presencia del Espíritu Santo en sus vidas, “que es como el aire: aunque no lo podemos ver, sin él no podríamos vivir. Como seres humanos nunca estaremos libres del dolor o el sufrimiento, forman parte de nuestra vida. Los papás han tenido que sufrir en algún momento... Sin embargo, los cristianos no nos dejamos doblegar por el sufrimiento, pues justamente cuando estemos pasando por momentos difíciles podemos invocar la presencia del Espíritu Santo, que vendrá en nuestra ayuda y fortalecerá nuestra debilidad”.
También, les animó a estar atentos al llamado que el Señor les haga desde una vocación específica, para responder con generosidad y compromiso.
La capilla tiene capacidad para más de 350 personas.
La capilla Miraflores pertenece a la parroquia Nuestra Señora de Altagracia.
Confirmaciones en la nueva capilla.
Capilla Miraflores En imágenes