SUPLEMENTO IDEAS+PALABRAS EDICIÓN 7.691

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3 ] A TAMBOR LONJAS DE ASUNCIÓN, UN GRUPO DE RESIDENTES URUGUAYOS, PROMUEVE EL CANDOMBE EN EL PAÍS.

4-5 ] ENTREVISTA A MARISOL SALINAS

Bailar el dolor

La bailarina y coreógrafa Marisol Salinas habla de su obra “El último aleteo de Andrea”, en la que, a través del cuerpo, cuenta el dolor de la guerra civil salvadoreña en la historia de una sobreviviente. Una puesta donde remueve sus propios recuerdos, con los que se reencuentra para sanar heridas. 6-7 ] ALGORITMOS

8 ] CONTRA EL FRÍO

Hacia dónde va el consumo de cultura en la era digital y cómo la tecnología afecta el gusto.

Una gala de ballet desafía el invierno con una puesta que reúne lo mejor de nuestra danza.

Ramón Merino

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IDEAS + AGENDA

Premio de artes visuales

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a Embajada de Alemania abrió la convocatoria para participar de su premio de artes visuales que en esta edición se enfoca en el género de pintura. “El ser humano primero”, tema de este año, hace alusión a que la humanidad debe ser el foco principal de las políticas públicas y su bienestar el principal motivo del desarrollo, así como las sociedades deben ser el centro de la política exterior.

La convocatoria para participar del certamen se encuentra abierta hasta el 13 de setiembre próximo. Pueden concursar artistas locales mayores de 18 años. Un jurado especial se encargará de evaluar las obras participantes. El primer premio está dotado de 1.000 euros, el segundo premio de 300 euros y el tercero de 100 euros. La premiación se prevé para el día 27 de setiembre.

Las obras participantes se expondrán en una muestra colectiva en el Instituto Cultural Paraguayo Alemán, sito en Juan de Salazar 310 c/ Avda. Artigas, del 27 de setiembre al 5 de octubre. Para conocer todas las bases y condiciones de la distinción se puede ingresar al sitio web de la Embajada de Alemania: www.asuncion.diplo.de.

“Caída Libre” estrena en agosto Con motivo de conmemorarse los 40 años del Centro Cultural de España Juan de Salazar se presentará la obra “Caída Libre”, del coreógrafo Sharon Friedman, quien se encuentra en el país trabajando con el Elenco Escénico Nacional – Ballet Nacional de Paraguay, dependiente de la Secretaría Nacional de Cultura. La propuesta de danza contemporánea se presentará el viernes 5 y sábado 6 de agosto próximo en el Juan de Salazar. Los bailarines paraguayos que participarán de ésta obra son Víctor Maldonado, Evelyn Soto, José María Villanueva, Laura Cuevas, Hugo

Ycuá Bolaños, construcción participativa El Estudio Arquitectónico “-=+x-” (Menos es igual a más por menos), liderado por los arquitectos Francisco Tomboly y Sonia Carisimo, propone a familiares de víctimas del Ycuá Bolaños acercar el próximo 30 de julio, de 10:00 a 16:00, en el Memorial (Stma. Trinidad y Artigas), una flor que represente a las personas que perdieron. Queda también abierta la posibilidad de que se pueda entregar algún objeto pequeño, que no supere los 15 cm, ya que el encofrado donde quedará resguardado como un símbolo, tendrá una medida de 20 centímetros. La Socialización del Proyecto del Sitio de la Memoria 1-A Ycuá Bolaños, dirigido a los familiares de las víctimas del siniestrado supermercado,

a vecinos del barrio Santísima Trinidad y a la ciudadanía en general, se realizó el pasado sábado 16 de julio; con el propósito de difundir diversos aspectos relacionados al futuro Memorial. En la ocasión, se decidió impulsar la

actividad que se denominará construcción participativa. Se trata de la construcción de las placas de hormigón diluido, sobre un encofrado donde todos los familiares podrán dejar una huella. Posteriormente será ubicado en el espacio ecuménico en memoria a sus vidas.

Rojas y Gloria Morel. Sharon Friedman, es coreógrafo israelí residente en Madrid, España, director artístico de la Compañía que lleva su nombre, desde la formación del grupo de danza contemporánea en el 2007. Caída libre es una pieza para seis bailarines principales y 20 bailarines amateurs. Tuvo su estreno en mayo 2014, en Turín (Interplay/Mosaico Danza) y fue ganadora del Premio Max 2015 al Mejor Espectáculo de Danza. Recibió en el 2014 el premio de Mejor Propuesta de Danza Contemporánea en la Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca.

Contrapunto cumple 15 años “Contrapunto. 15 Años” se denomina el concierto que ofrecerá el conocido grupo de música con motivo de su aniversario. Será en el Teatro Municipal “Ignacio A. Pane”, Pte. Franco y Chile, el 27 de julio próximo, a partir de las 21:00. En este recital, Contrapunto interpretará las canciones más emblemáticas que acompañaron al grupo desde sus inicios, en un recuento sonoro de los momentos más importantes vividos y compartidos con el público en innumerables presentaciones en más de cincuenta ciudades del país y

del exterior. Como invitados estarán el grupo Juglares con sus integrantes originales (Alejandrino “Chondi” Paredes, Ricardo Flecha, Jorge Krauch y Juan Manuel Rivarola), que se reunirá de nuevo para esta ocasión Mirta Noemí Talavera y Ricardo Flecha, acompañados por una orquesta integrada por Omar Valdez, violín y guitarra; Arturo Benítez, teclados y acordeón; David Maidana, batería y percusión; Leo Campuzano, acordeón y saxo, y Genaro Burgos, bajo eléctrico, bajo la dirección de Juan Manuel Rivarola. Venta de entradas en la red UTS.


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CANDOMBE URUGUAYO EN PARAGUAY ]

Suena el “borocotó chas chas”

Lonjas de Asunción reúne a uruguayos residentes en Paraguay que sostienen un espacio para la difusión del candombe. Se encuentran los domingos por la tarde en la Plaza de las Américas, en Asunción. Ahora apuntan a consolidar la agrupación. POR ARTURO PEÑA FOTOS ARTURO PEÑA / GENTILEZA

“U

n poco de borocotó chas chas para ahuyentar el frío en vacaciones”, dice la página del Facebook de Lonjas de Asunción, un grupo de uruguayos que a tambor batiente difunden en nuestro país el ritmo del candombe. La onomatopéyica invitación emula a los tambores, elementos vitales de este sonido llegado en su forma primigenia desde África a las costas del Río de la Plata, con los grupos de esclavos traídos al continente en la época colonial. Esa raíz creció y se convirtió en el candombe uruguayo y se hizo esencia de ese pueblo. En el 2009, junto con el tango, fue elevado por la Unesco a la categoría de Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. Es así que donde vaya hoy un uruguayo, un pedazo de candombe se traslada con él. En Paraguay formaron Lonjas de Asunción, un grupo de amigos uruguayos que vinieron al Paraguay en distintas épocas y por diversas razones, en su mayoría laborales. Se juntan especialmente los domingos por la tarde en la Plaza de las Américas, en Villa Morra (San Martín y Av. Mcal. López), Asunción. Allí se integran también otros paraguayos y argentinos, ya que los encuentros son abiertos para los que quieran acercarse y disfrutar, tanto como para los que quieran aprender a tocar candombe. Uno de los propulsores de la iniciativa es Leo Canale. Lonjas de Asunción lleva unos seis

años de vida. Ahora, el objetivo es consolidar el grupo. “Estamos trabajando en la parte organizativa, buscando traer más instrumentos y hacer un poco más de difusión en los medios. Si no te ven no existís, tenés que estar. Ahora le queremos dar un enfoque mayor al grupo y para eso contamos ya con el apoyo de una organización muy importante como es Mundo Afro, que es de Uruguay, pero trabaja en varios países asesorando a los grupos que difunden el candombe”, explica Roberto Schiappapietra, encargado de relaciones, quien vive hace casi dos décadas en Paraguay. MUNDO AFRO Mundo Afro es una organización nacida en Uruguay en 1988 con el fin nuclear a la comunidad negra en ese país y defender los valores de la cultura afro. Con mucha lucha de por medio, ha logrado importantes victorias para la comunidad afrodescendiente, combatiendo también la discriminación y el racismo. El nexo en Paraguay es Alejandro Viera, también integrante de Lonjas de Asunción y residente en nuestra capital. “Lo que ahora logramos con Lonjas es el apoyo de Mundo Afro. Eso nos va a permitir integrar una red muy importante a nivel internacional. La mirada de la organización es la de cuidar la matriz, cuidar la raíz del candombe, que no se deforme”, comenta Viera, quien adelantó además que uno de los referentes más importantes de Mundo Afro actualmente, Álvaro Salas, visitará el Paraguay en breve. La mirada se extiende también a las comunidades afro paraguayas, como Kamba Kua (en Fernando de la Mora) o Kamba Kokue (en Paraguarí). Los integrantes de Lonjas

TOQUES. El grupo se presenta periódicamente en eventos y es invitado a diversos festivales.

EL GRUPO. Los integrantes de Lonjas de Asunción, en una de las jornadas domingueras a puro candombe en la Plaza de las Américas.

de Asunción mantienen contacto con estos grupos y comparten vivencias, se compenetran en la historia de cada uno y se reconocen como una misma raíz. “Hay marcadas diferencias entre el candombe uruguayo y lo que se hace en las comunidades afro aquí en Paraguay. Cuando hablás del candombe, sabés que se ejecuta con tres tambores, chico, piano y repique, que tienen su forma y se tocan con cadencias particulares; el cuerpo de baile también tiene una identidad, el gramillero, el escobero, la mamá vieja, la vedette. El candombe tiene una identidad. Todo tiene una historia y un por qué. Los tambores de Kamba Kua, por ejemplo, difieren rítmicamente. Hay varias diferencias, pero una misma raíz, que es lo que nos interesa, por eso estamos permanentemente en contacto, compartiendo, conociendo su historia”, agrega Viera. Lonjas de Asunción ha recibido una invitación oficial para participar del carnaval encarnaceno 2017. Schiappapietra afirma: “Es un gran desafío, tenemos que crecer en número de gente para tener todos los personajes, tenemos que tener más instrumentos, es un gran laburo por delante. Pero es un lindo desafío que nos servirá para consolidarnos y también tener una presencia importante, ya que el carnaval encarnaceno es muy reconocido y visitado. Seguiremos con el candombe acá en Paraguay y si podemos avanzar, seguiremos con esto. Estamos acá, es lo que nos gusta”.

TAMBORES. Los instrumentos son traídos de Uruguay y los costos son cubiertos por los propios integrantes.


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MARISOL SALINAS HABLA DE SU OBRA ]

“Me gusta contar historias con mi danza” La bailarina y coreógrafa Marisol Salinas estrenó en Paraguay su trabajo “El último aleteo de Andrea”, una puesta donde se sumerge en una historia cruda e intensa que remueve sus propios recuerdos. ARTURO PEÑA Periodista

arturopena@lanacion.com.py

FOTOS: FERNANDO RIVEROS / RAMÓN MERINO / JOSÉ BOGADO

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En plena guerra civil, el ejército salvadoreño inicia ese mes una dura ofensiva contra la guerrilla y avanza sobre las pequeñas poblaciones de El Mozote, La Joya, Jocote Amarillo, Cerro Pando y Los Toriles, en la montaña, en busca de los insurgentes. Los militares toman a los pobladores como rehenes, los torturan, los asesinan. Los cuerpos de casi mil personas desaparecen en la selva.

Marisol es salvadoreña, pero lleva ya dos décadas viviendo y trabajando en Paraguay. Hablamos con ella sobre esta arriesgada puesta, sobre cómo construyó la idea y cómo esos recuerdos de su tierra la

-¿Cómo se administra todo eso para plasmarlo a través de la danza?

-Creo que sí, porque me conflictuó mucho el hecho de canalizar esa emoción. No quería que fuera una cosa condolida pero sí quería honestamente poner ahí mi punto de vista sobre esa historia, lo que yo imaginaba era la vivencia de Andrea Márquez, y mostrarla con respeto por la persona de ella, por sus familiares, que todavía viven; de hecho yo fui a presentar la obra en el lugar donde ella vivió también. Busqué cómo mostrarla a ella en su historia con dignidad. Había muchas cosas que sopesar, además de ser honesta conmigo misma. Todo eso fue muy complejo.

Cuando estuve en El Salvador y hablé con mujeres sobrevivientes, el contarlo, o sea, la palabra, era algo sanador para ellas. Y yo decía, esa palabra que nos llega a nosotros, canalizarla a través del cuerpo y devolvérselo a ellas, a toda esa gente, es un regalo. -Hacer la obra en El Salvador fue como cerrar un círculo -Para mi sí. Es como que me debía esto, con mi gente y conmigo misma. Poder hablar desde lo que hago, desde mi lenguaje de la danza, contar el dolor que vivimos y poder devolverlo. Porque de ese momento de salir de El Salvador y esa desconexión creo que me di cuenta lo que me pesaba solo dos décadas después.

EN VUELO. La obra “El último aleteo de Andrea” se despide hoy en la Caósfera.

diciembre del 81?

Falta todavía ver una danza que se arriesgue, una danza de riesgo temático, que La obra de la bailarina y coreó- rompa patrones, que se grafa Marisol Salinas, “El último anime a romper con el gusto aleteo de Andrea”, lleva a la danza del público. la historia de Andrea Márquez. Estrenada en México en el 2015 y presentada meses atrás en El Salvador, ahora se exhibe por primera vez en Paraguay. La primera función se realizó ayer y hoy sube a escena la última, en el espacio independiente La Caósfera (Gral. Díaz 1163 e/ Hernandarias y Don Bosco, Asunción), a las 20:00 (Entrada general G. 40.000 y G. 30.000 para estudiantes).

-¿Es una de tus puestas más difíciles?

-Y creo que como no se trata de sentarse a contarlo sino dejar que el cuerpo cuente, yo creo que ha sido realmente sanador, porque toda esa marea de emociones que te vienen cuando lees la historia, es dejarla pasar por el cuerpo y que se exprese a través del cuerpo. Es ese momento maravilloso para uno que es bailarín, de dejar que tu cuerpo sea recipiente y sea canal, que pase por vos y así contarlo al público.

n diciembre de 1981, una herida enorme se abría en el corazón de Centro América. Una herida de 900 víctimas, en la piel de El Salvador.

En medio de la sangría, una mujer escapa. Andrea Márquez huye con su hija en brazos, pero una bala furtiva alcanza a la pequeña que muere en sus brazos. Andrea pierde la cordura. Su instinto de supervivencia la mantiene con vida durante más de dos años en escondites de la selva, temerosa de sus perseguidores. Fue una de las pocas sobrevivientes de aquel genocidio.

te vuelve a mover el alma, tus sentimientos. Te volvés a aterrorizar.

fueron llevando por un difícil sendero creativo. “Busqué enfrentar de la manera más honesta lo que yo sentía, lo que yo podía imaginar como vivencia a partir de lo que la historia me dejaba saber. Hubo momentos en que realmente me tranqué en la creación, como que avanzaba hasta cierto punto, pero había momentos en los que yo tenía que pasar a contar el terror, claro, desde mi perspectiva, que quizás no lo viví en carne propia, pero sí debía ponerme en ese lugar”, cuenta la artista. -¿Estabas en El Salvador en

-Yo viví en El Salvador todos los años de la guerra, que terminó en el 92, en que se firmaron los acuerdos de paz. En diciembre de ese año me mudé a Paraguay. Tuve la suerte de no vivir en una zona de guerra ,pero sí vivíamos la cotidianeidad del conflicto, sobre todo los primeros años, hasta antes que se confinaran las guerrillas a las montañas. Vivíamos en el día a día los operativos urbanos que había, de repente se desataba alguna balacera y había que salir corriendo a refugiarse, ese tipo de cosas. Además del bombardeo constante de noticias de combates, de muertes; escuchábamos las bombas en los cerros de los alrededores de la ciudad, la psicosis de la guerra, eso si lo viví. -Habrá sido muy removedor retornar a los recuerdos y reencontrarse con el horror de la guerra

-Contar una historia así ¿se hace a través de alguna técnica en particular?

Marisol Salinas, coreógrafa, intérprete y docente de danza. -Sí, exactamente. Uno crea mecanismos de defensa para poder seguir viviendo en esos contextos, tenés que seguir trabajando, estudiando, criando a tus hijos… Y además, por otro lado, la desinformación era tal que, por ejemplo, nosotros que vivíamos en la ciudad no conocimos en su momento lo que ocurrió en El Mozote, una

matanza que el gobierno negó incluso hasta hace poco. Nosotros nos enteramos por rumores. Hay muchas cosas que ahora recién puedo dimensionar, ahora que me he puesto a hacer este trabajo, que me he puesto a leer testimonios, recuentos periodísticos. Ahí te das cuenta de todo lo que estaba aconteciendo a tu alrededor y se

-Obviamente que hecho mano de todo mi bagaje en la danza y también de experiencias en el teatro, pero para este trabajo en particular ha sido uno de esos momentos en que he dejado que todo eso que está dentro de mí, todo ese aprendizaje técnico, todas esas experiencias, toda esa amalgama simplemente surja. Es más, a mí me cuesta decir que este es un trabajo de danza, porque no hay en este trabajo formas de danza. Es como que tuve que destruir la forma de la danza para poder expresar de manera honesta lo que para mi tenía que expresar.

-¿Cómo vas encontrando los temas de tus trabajos? -A mí me gusta contar historias con mi danza, pero es un gusto particular. Es una necesidad mía. En general yo digo que mis temas se ven influenciados por la literatura de alguna manera, ya que siempre me gustó la literatura. Por un período largo de tiempo todas mis inspiraciones venían de la literatura, de la poesía, de la narrativa. Cuando estábamos con Cuerpo Presente, el grupo que formé aquí con Edith Correa y Mirta Insaurralde en los años 90, hicimos por ejemplo “Amarillo Sur”, que estaba inspirada en una novela de Gioconda Belli, “La mujer habitada”; después hicimos “Verde que te quiero verde”, inspirada en los poemas de García Lorca, y más recientemente hice “Hay detrás un fulgor”, sobre los cuentos de Gabriel Casaccia. Y como que muy frecuentemente mi inspiración viene desde ahí, desde la literatura. Pero en este caso, tanto en el “Último aleteo de Andrea” como “Guindas”, mi anterior obra, surgió la necesidad de contar una historia que era pertinente volver a sacarla ahora en El Salvador; la gente como que está sintiendo la necesidad de traer de nuevo las historias de la guerra, de sanar. Al fin se puede hablar de esos temas en mi tierra, se acaba de derogar la ley de amnistía que estaba todavía protegiendo a los criminales de guerra. Uno siempre parte de

LITERARIA. “Hay detrás un fulgor” (2014), obra de Marisol Salinas inspirada en cuentos de Gabriel Casaccia.

su contexto. Yo siempre me afecté por mi contexto histórico, no lo puedo evitar. -Estás hace más de 20 años en Paraguay; cuando llegaste ¿cómo te integraste al medio? -Como mi marido es paraguayo, él me conectó con mucha gente. Empecé a tomar clases con el Ballet Nacional y ahí comencé a conocer gente, a vincularme con algunos coreógrafos, empecé a tomar clases con varios maestros. No tardé mucho en conectarme. En el 93 ya bailé algunas coreografías con Agustín Alfaro, un maestro chileno que era del Ballet Nacional; en el 94 formamos Haiku Teatro, luego formamos Cuerpo Presente, que activó por cinco años consecutivos y ahí hicimos toda clase de espectáculos. En el 2000 surge la oportunidad de ir a vivir un tiempo fuera, a los EEUU. A los cuatro años regresé y ahí empecé prácticamente mi carrera como solista. -En ese fomento te formaste en una técnica especial -Sí, estando en los EEUU me formé en una técnica llamada Skinner Releasing Technique, que es una técnica de movimiento y que me cambió bastante la visión de la danza y sobre todo del cuerpo en la danza. Gracias a estas técnicas que ven al cuerpo y a la mente como un todo y conectado con el universo, me es permitido reciclar, dejar que entren esas historias y que vuelvan a salir en algo positivo. Se enseña sobre todo en EEUU y Europa y creo que hasta el momento soy la única latinoamericana que está certificada en esta técnica. -Estas últimas dos décadas marcan la evolución en muchas artes en Paraguay, pero ¿cómo ves a la danza en particular? -Yo llegué en el 92, cuatro años

después de que había caído Stroessner y de hecho cuando llegué, la danza contemporánea estaba ya siendo conocida, aunque por muy poca gente, era una especie de gueto la gente que hacía danza contemporánea. Creo que la principal evolución que yo he visto desde entonces es la cantidad de bailarines con excelente técnica que surgen. Desde Bellas Artes, por ejemplo, han salido bailarines muy buenos, en los ocho años que yo he estado, he visto por lo menos tres generaciones de bailarines muy buenos, pero no solo acá, sino también en varias otras académicas. El material humano de la danza ha crecido en calidad y cantidad. Creo que la falencia que todavía estamos teniendo en el medio es cómo absorbemos todo ese mate-

rial humano que está surgiendo de las escuelas. Elencos de danza clásica hay, pero prácticamente no hay de danza contemporánea que estén absorbiendo esa gente; eso, por un lado, y por otro, hace falta la formación en coreografía, hace falta formar coreógrafos, porque todavía vemos mucha danza que repite patrones. Falta todavía ver una danza que se arriesgue, una danza de riesgo temático, que rompa patrones, que se anime a romper con el gusto del público. El público paraguayo tiene todavía un gusto bastante tradicional y falta el riesgo de romper con eso. Y eso no se va a dar mientras los bailarines sean solo bailarines y salten de la nada a ser coreógrafos, sino que mediante una formación profunda. Y yo creo que va a haber algo.

BIOFRAFÍA Marisol Salinas es coreógrafa, intérprete y docente de danza; originaria de El Salvador y residente en Paraguay desde 1992. Es Licenciada en Letras por la Universidad de El Salvador. Se formó en técnicas clásica y contemporánea en El Salvador, Teatro Primigenio en Paraguay y en Skinner Releasing Technique en Estados Unidos y Gran Bretaña (maestra certificada en esta técnica; Seattle, 2004). Obtuvo su certificación como maestra de Open Source Forms (Seattle, 2014). Realiza presentaciones a nivel independiente, tanto de forma individual como colectiva; esto último con el grupo de performance multidisciplinaria Maino’i Colectivo Escénico, del cual es miembro fundadora (2007). Fue profesora del Departamento de Danza del Instituto Superior de Bellas Artes en Asunción (ISBA), donde fue parte del equipo elaborador del plan de

Licenciatura en Danza e impartió varias asignaturas (20072015). Durante dicho período también fue una de las coreógrafas permanentes de la Compañía Juvenil de Danza del ISBA. Fue directora del Ballet Nacional de Paraguay (2012). Se desempeñó como coordinadora pedagógica del proyecto de inclusión social Senderos del Movimiento (2008-2009). Fue bailarina invitada del Ballet Nacional del Paraguay (1997); cofundadora y codirectora de las agrupaciones de danza-teatro Haiku Teatro (1994-95), y Cuerpo Presente (1995-2004). En coautoría con Mirta Insaurralde, obtuvo el 2º lugar en el Concurso Coreográfico Presidencia de la República, con la coreografía “Sinfonía Mínima” (1997). En El Salvador, fue miembro de Ballet de El Salvador (1980-1983) y de Evolución Danza Contemporánea (19871989).


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CONSUMO DE CULTURA DIGITAL ]

El gusto en la era del algoritmo La prescripción artificial en plataformas digitales como Amazon, Netflix, Google o Facebook eleva el riesgo de homogeneizar la identidad y los hábitos de consumo cultural. POR DANIEL VERDÚ PARA BABELIA, DIARIO EL PAÍS DE ESPAÑA FOTOS DE ARCHIVO

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os lunes por la mañana, los usuarios de Spotify reciben una lista de canciones personalizada que les permite descubrir nueva música. De igual modo que los sistemas de recomendación de Amazon, Google, eBay o Facebook, este cerebro artificial logra trazar un retrato robot del gusto de sus suscriptores y construye una máquina de prescribir que no suele fallar. El sistema se basa en un algoritmo cuya evolución y usos aplicados al consumo cultural son infinitos. De hecho, plataformas de streaming cinematográfico como Netflix empiezan a diseñar sus series de éxito como House of Cards rastreando en el big data que generan todos los movimientos de sus usuarios para analizar lo que les satisface. El algoritmo construye así un universo cultural ajustado y complaciente con el gusto del consumidor, que puede avanzar hasta llegar siempre a lugares reconocibles. Pero ¿qué sucedería si la vida nos diese siempre lo que nos gusta y nos rodease solamente de aquella gente que nos hace sentir bien? De algún modo, internet y las plataformas de streaming cultural han alumbrado un universo parecido al que describía Borges en “La biblioteca de Babel”, donde podríamos encontrar casi todas las obras existentes. Siguiendo los patrones tradicionales, solo deberíamos en este nuevo mundo saber lo que queremos e introducirlo en el buscador. “Pero en el caso de la música puede asustar. Es un mapa incompleto de lo que está disponible”, explicaba en la última edición de Sónar +D Ajay Kalia, responsable del departamento de trazar el perfil del gusto del usuario de Spotify. “Así que pensamos que quizá podíamos interpretar ese mapa de la música para el usuario y lo primero que descubrimos es que no existe una forma única de hacerlo. Es algo muy personal, cada uno tiene el suyo. Y muchas veces son islas inconexas. Así que lo que podemos hacer es trazar unas líneas entre ellas para que tengan sentido para ti”, explicaba en relación con la construcción del taste profile.

Su sistema de recomendación –quizá el más avanzado del mercado– se basa en nuestras búsquedas, a qué géneros las asociamos, qué significa para nosotros jazz o soul o a qué horas y días del año le damos al play a determinadas obras. El resultado es tan dispar que en ocasiones es imposible que un algoritmo relacione a Don Cherry y Ornette Coleman (nuestros héroes musicales) con La Chatunga de Luis

Aguilé (la arrebatada selección de nuestra suegra en la verbena de San Juan). La mayoría de sistemas simplemente omiten entonces ese elemento discordante y empiezan a cerrar el círculo del gusto en torno a lo más obvio – aquello de “si le ha gustado x le gustará y”– o a lo más solicitado –en caso de recurrir a búsquedas similares de otros usuarios–. Spotify ha logrado establecer un círculo que incluye esa canción

disonante y que esboza cómo, poco a poco, la inteligencia artificial podrá superar al código y ser capaz de aprender por sí misma.

El algoritmo, sostienen sus críticos, nos hace aburridos, previsibles, y empobrece Como estableció Pierre Bourdieu en 1979 en “La distinción” nuestra curiosidad cultural. (Taurus, 2012), el gusto ha sido durante años el gran elemento de diferenciación social. Según su teoría, ese elemento nos permite juzgar a los demás y, a la vez, ser juzgados. Nos da la posibili-

dad de distinguirnos, clasificarnos e, inevitablemente, que nos clasifiquen también. Nos coloca


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una etiqueta, incluso dentro de un mismo círculo: no pensaremos lo mismo de alguien que sale de un concierto de la Cuarta sinfonía de Shostakóvich que de otro que entra en un auditorio donde se interprete “El Danubio azul”, de Strauss. Lo mismo que de un fan de Enrique Iglesias y otro de Neil Young. Una reducción, en suma, similar a la que hace el algoritmo para reconocernos: prejuzgar una identidad –en este caso, social y económica– basándose en determinados elementos culturales que lleva asociados y que nos diferencian de forma sistemática para, de nuevo, asignarle más capas de distinción. Sin embargo, construir una identidad a través de los hábitos culturales y de la investigación cotidiana, obviamente, permitía exhibir un brillo que poco tiene que ver con el que es capaz de otorgar una máquina. El algoritmo, sostienen sus críticos, nos hace aburridos, previsibles, y empobrece nuestra curiosidad por explorar el acervo cultural. Ramón Sangüesa, coordinador del Data Transparency Lab (al que se han sumado instituciones como el MIT), ha trabajado dos décadas alrededor del machine learning y la inteligencia artificial. Puede ver sus ventajas, pero también los riesgos. “Estos sistemas se basan en el pasado para predecir el futuro. La primera dificultad es conseguir la masa crítica para que tengamos más datos y las proyecciones sean mejores. Pero además corren el riesgo de quedarse en una misma área de recomendación. En el consumo cultural, el peligro está en la uniformización del gusto, lo que llamamos el filtro burbuja. Y así se van creando comportamientos más estándares”, señala.

Spotify ha logrado establecer un círculo que incluye esa canción disonante y que esboza cómo, poco a poco, la inteligencia artificial podrá superar al código y ser capaz de aprender por sí misma. Este fenómeno –descrito en el libro “El filtro burbuja, lo que esconde Internet” por el fundador de Upworthy Eli Pariser– se reproduce en redes sociales como Facebook, donde el usuario se ve aislado en un entorno de información que el algoritmo deduce que querríamos ver basándose en nuestros círculos de amistad y en el feedback de búsquedas anteriores. Justamente, el estudio catalán Domestic Data Streamers presentó también en Sónar +D un proyecto titulado Time Keeper basado en sortear el yugo del pasado y tratar de dilucidar lo que apreciaremos en el futuro. “Hasta ahora el algoritmo sabe lo que haces, lo que te gusta. Pero no por qué. Con este proyecto generamos un escenario donde hay una conversación mayor entre la persona y la máquina”, señala Dani Llugany, director creativo de la empresa. La evolución de este algoritmo consiste en analizar el perfil de Spotify de cada usuario que participa y luego añadirle un test psicológico para obtener información personal. Por último, se le pide a cada persona que defina un momento que le gustaría vivir en el futuro con

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una fecha concreta: ese día el usuario recibirá la canción perfecta para esa circunstancia prevista. “Estamos acostumbrados a que una canción puede transportarnos al pasado. Esto es lo contrario, buscar una vinculación entre la música y el futuro”, remarca Llugany. La personalización de la oferta podría cristalizar también en nuevos géneros musicales o literarios. Amazon, el gigante de Internet, anunció hace un año que pagará a los autores independientes en función del número de páginas que los lectores consuman de sus obras. Si el libro no funciona, no cobran. Si funciona a medias, cobran a medias. Algo parecido sucede en el mundo audiovisual, donde Netflix analiza 30 millones de visionados al día para conocer los gustos de sus suscriptores: incluido cuando usted rebobina, adelanta la imagen o la deja suspendida en pause. Todos esos movimientos, también cuestiones de trama o tono narrativo, se monitorizan y sirven para tomar decisiones de producción en series como “House of Cards” e incluso para personalizar sus tráileres en función del perfil de sus espectadores. La cuestión, sin embargo, es si los límites impuestos en el aprendizaje por los sistemas cerrados de computación son equiparables a los errores y posibles estupideces que hemos cometido durante años formando nuestro propio gusto. Eloy Fernández Porta, autor de “Emociónese así” (Anagrama, premio Ciutat de Barcelona), no ve gran diferencia. Según el escritor, antes de Spotify y fuera de él el gusto ya venía determinado por criterios de accesibilidad, aceptabi-

lidad, actualidad y distinción. “Siempre hemos vivido la música en un algoritmo, lo que pasa es que en vez de llamarlo ‘matemática’ lo llamamos ‘espontaneidad’. El algoritmo de Spotify no me parece menos fiable que la fórmula caótica que cada oyente ha ido inventando. Ni menos humana: cuando hace analogías erróneas o se empeña en recomendar el primer disco de Vincent Gallo, nos está jugando las mismas malas pasadas que nos juegan nuestras sinopsis”, señala. Una posible diferencia, sin embargo, residiría en el principio de buena fe o la manipulación. Filtrar la información en redes como Facebook o en búsquedas a través de Google puede configurar nuestra manera de pensar. Y ese es el problema principal, señala la artista e investigadora en cuestiones de crítica tecnológica Joana Moll: la ilusión de libertad de elección que muchas veces generan los algoritmos. “Tú actúas en base a lo que te presentan, a lo que ves. Ese es tu mundo. Pero en realidad marcan un patrón de consumo que te llevará a determinados lugares. El

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algoritmo filtra una representación del mundo, y eso es aplicable a cualquier plataforma”, señala. En cualquier caso, el otro gran interrogante que surge tiene que ver con la posible prostitución de la prescripción, algo que ya ha sucedido en el terreno humano –véase bloggers, instagramers y demás prescriptores patrocinados– y puede introducirse en los criterios del algoritmo de forma artificial. Si lo que nos recomienda la máquina sirve para vender determinados productos, ¿por qué no utilizarla para favorecer a algunos artistas/empresas/ ideologías? Ramón Sangüesa se encuentra ahora mismo investigando sobre las herramientas que permiten saber por qué a cada uno nos recomiendan determinados caminos por los que seguir transitando. “Habrá criterios complementarios que pueden ir en beneficio de quien tiene la propiedad de esa obra, por supuesto. Y esos criterios son bastante oscuros. Esas empresas saben todo de mí, pero yo no sé con qué criterios me recomiendan las cosas”. Y ahí, en parte, está la gracia del dichoso algoritmo.


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OPINIÓN ] Campaña en favor de la diversidad cultural MABEL CAUSARANO Arquitecta

BALLET EN INVIERNO ]

Una noche de gala de danza clásica y contemporánea Alta calidad nacional en la danza se reúne para una gala de ballet que tendrá lugar el próximo 29 de julio.

Durante la conquista, la colonización y la independencia se incorporaron europeos, africanos, asiáticos y ciudadanos de otros estados americanos, cuya inserción ha dejado huellas profundas en la producción primaria y secundaria, los servicios, la educación, la arquitectura, la música, la literatura, la investigación y las relaciones sociales, en general. En la escuela me transmitieron la idea que, a diferencia de otros países, la población paraguaya era homogénea; que las comunidades indígenas y las de los inmigrantes constituían apenas excepciones a la condición dominante. Prueba de ello era el uso extendido del guaraní, rasgo identitario por excelencia y lengua que terminaban por aprender y utilizar los extranjeros residentes en el país. Me indujeron a apreciar esa supuesta homogeneidad, pues gracias a ella, decían los docentes, se evitaban los conflictos étnicos, religiosos y los movimientos separatistas; que apartarse del modelo era una lamentable anomalía, socialmente rechazada. Después entendí que, con ese velo unificador, se cubrían las diferencias, se invisibilizaba –y hasta se penalizaba– la diversidad social, cultural, de género, para imponer una sola e indiscutible identidad nacional. Y supe también que la multiculturalidad siempre existió en el territorio paraguayo; que, por siglos, han coexistido culturas muy distintas, varias de las cuales aún sobreviven. Durante la conquista, la colonización y la independencia se incorporaron europeos, africanos, asiáticos y ciudadanos de otros estados americanos, cuya inserción ha dejado huellas profundas en la producción primaria y secundaria, los servicios, la educación, la arquitectura, la música, la literatura, la investigación y las relaciones sociales, en general. No es extraño que estas ideas se transmitieran como parte del contenido educativo, pues eran funcionales al régimen dictatorial, que persiguió la diversidad de pensamiento y expresión, en cualquiera de sus manifestaciones, presentándolas como amenazas a la paz interna y a los valores que, supuestamente, estructuraban el “ser nacional”. El reconocimiento de la pluriculturalidad y de la identidad étnica que hace la Constitución del ’92 (artículos 62 y 63), de la libre expresión de la personalidad, del derecho a la creatividad y a la formación de la propia identidad e imagen y la garantía que establece al pluralismo ideológico (Art. 25) es una revolución copernicana en el enfoque de la composición de la República y en la normativa jurídica. De ahí en más, se otorga a la diversidad el estatus de derecho y se instituye el basamento jurídico para el cumplimiento de los derechos políticos, sociales, económicos y culturales. A fin de reconocer y valorar la multiplicidad de culturas, fomentar la convivencia y la interacción de las comunidades culturales de nuestro país, la Secretaría Nacional de Cultura desarrolla una campaña nacional que apunta a visibilizar a los pueblos originarios, afrodescendientes, inmigrantes, personas con discapacidades, mujeres, niños, jóvenes y adultos de la tercera edad, guaraníhablantes y hablantes de las lenguas originarias u otras. Se busca poner en valor sus aportes al desarrollo del pueblo paraguayo, la riqueza lingüística distribuida en el territorio nacional, sensibilizar sobre las capacidades y contribuciones de las personas con discapacidad, a la vez que mostrar el universo cultural de las mujeres, niños, adolescentes, personas de la tercera edad y demás identidades. La multiculturalidad es el reconocimiento del otro como distinto, pero no implica la vigencia de relaciones igualitarias entre las comunidades culturales ni garantiza que, con diferentes mecanismos, se busque la asimilación o la desaparición de las mismas. La campaña nacional plantea la interculturalidad como proyecto social abarcante, que instala la comunicación entre las culturas, en el marco del diálogo y el respeto que cada una merece como componentes fundamentales del patrimonio nacional.

B

allet en Invierno se denomina la Gala de danza clásica y contemporánea, con artistas nacionales y que contará también con la participación del destacado coreógrafo alemán, Paul Julius. La presentación será el próximo viernes 29 de julio, a las 21:00, en el Centro Paraguayo Japonés. Las entradas estarán a la venta por la Red UTS. Durante la conferencia de prensa realizada días atrás, los organizadores dijeron que el evento ofrecerá “innovación, frescura y diversidad en un espectáculo original y de altísima calidad que va a disfrutar toda la familia. El objetivo es promover a los bailarines nacionales, destacando que la gran mayoría ya son reconocidos a nivel internacional, y a su vez potenciar y motivar a los jóvenes a creer en sus talentos”. La figura principal, Tatiana Mersán, bailarina paraguaya que se graduó en Alemania y trabajó profesionalmente bajo el mando de Julio Bocca y estuvo en el Ballet

Nacional del Sodre, Uruguay, hasta diciembre del 2014, hoy se encuentra de regreso en el país y es la directora general de esta puesta. Cuenta con la participación de más de quince artistas nacionales, incluyendo a Juan José Núñez, Primer Bailarín del Ballet de UniNorte; Pamela Giménez, graduada en Londres; Agustina Torres, estudiante de la Escuela del Teatro Bolshoi en Brasil; Luis Gavilán, alumno del Taller del Teatro San Martín en Argentina; Clara Ayala, ex bailarina del Ballet de Portugal y del Ballet Nacional del Sodre de Uruguay; Alejandra Acosta, tam-

Staff.

bién formó parte del Ballet Nacional del Sodre, y Julio Miranda y Ana Belén Villalba, contratados en reconocidas compañías de ballet en Alemania, entre otros, el espectáculo . El espectáculo contará con dos partes; la primera consiste en fragmentos de obras del repertorio clásico y en la segunda se presentará la obra “Flavours of Life”, del reconocido coreógrafo alemán Paul Julius, quien trabajará con seleccionados bailarines del país. La misma ya fue estrenada en Europa y ahora se presentará por primera vez en Paraguay.

Editor General: Ricardo Benítez | Editora: Marycruz Najle: marycruznajle@ lanacion.com.py. | Redacción: Yvelice Villalba, Arturo Peña Villaalta, Karina Rios, Vicente Páez, Yesica Vera Zarza, Adriana Zacarías, Alberto Castro | Diseño y armado: Josema Ferreira.


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